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Es una mañana fresca y bonita de noviembre.
La brisa azota las persianas de la ventana abierta, provocando que estas se muevan al tiempo que producen un sonido tranquilo y sin llegar a ser tormentoso o molesto.
Apenas son las diez de la mañana, el día comenzó con calma, las noticias en los canales locales no indican nada malo, el pronóstico del tiempo es bueno, y las plantas del hogar parecen estar más vivas que nunca.
Sí, todo parece estar bien. Sin embargo, está ese frío en la casa que parece perseguir a un par de ojos cafés a donde quiera que va.
Minho está en la cocina de su gran departamento, tiene una bandeja sobre el mesón de granito, y está preparando todo lo que necesita para adornar el pastel que acaba de sacar del horno. Tiene mangas pasteleras, algunos moldes que sinceramente no utilizará, paletas para mezclar y un par de colorantes comestibles.
Libera de sus manos los guantes de tela, especiales para ocasiones dignas como esta.
La ocasión, verdaderamente, era el cumpleaños número uno de su pequeño y precioso hijo.
Minho está exageradamente feliz por eso. La verdad, cree que aquel año entero donde vio a su hijo crecer pasó demasiado rápido. Un día tenía al bebé entre sus brazos, amamantándolo por primera vez, y al día siguiente; el niño ya tenía un año, decía "papá", y caminaba sin tropezar tan seguido.
Si le preguntan, Minho dirá que, si estuviera en sus posibilidades retroceder el tiempo, lo haría tan sólo para aprovechar, de nuevo, cada segundo que pasó junto a su bebé. Grabar para siempre en su memoria cada imagen de su hijo. Revivir la primera vez que el niño se carcajeó, así como la primera vez que tomó papilla, o aquella primera vez no lloró cuando tomaba un baño.
Minho recuerda con cariño cada escena feliz, incluso las escenas donde el nene hacía un montón de exagerado número dos y ensuciaba su ropa y su cuerpo. Son recuerdos un poco desagradables, pero es lo que hay.
Minho sonríe nostálgico mientra agrega crema pastelera con una paleta de madera en el exterior del pastel, cubriendo cada espacio con ella. Luego, con su mente aún distraída en los recuerdos de su hijo; deja caer chispas de colores, tal como si de una lluvia se tratase, en la superficie del postre.
Piensa en que su hijo realmente no sabe sobre aquello de los cumpleaños, pero está seguro de que lo disfrutará de cualquier modo.
"¡Papi!" Se escucha el gritito del niño, proviene de la habitación del de ojos café, y Minho, a sabiendas que el niño sólo está asustado por no haberlo encontrado en la habitacion; va tan rápido como puede a atender al llamado de su bebé.
Camina fuera de la cocina y atraviesa la sala de estar con sus pies descalzos y un pantaloncillo corto de alguna tela exquisita y suave que utiliza para dormir, comienza a trotar cuando escucha el llanto del niño incrementar, y rápidamente se encuentra en la puerta de su propia habitación, la que comparte con el niño.
"Papi" Chilla el niño otra vez, viendo a su padre de pie en la puerta. Esta vez más calmado y con un deje de tranquilidad en su voz.
El niño está sentado en su cuna, con sus mejillas llenas de lágrimas que casi se secan, y una de sus manos acaricia uno de sus ojitos, intentando disipar las lágrimas que alli se acumulan.
"Buenos días, solecito."
El niño decora sus labios con un pequeño puchero y extiende sus manitas para que Minho lo tome en sus brazos, y así lo hace. El castaño se acerca y levanta del colchón al niño, lo posa en su cintura, y le deja un beso en la mejilla.
"Feliz cumpleaños, mi pequeño pecesito."
El niño sonríe, y deja caer su palma abierta, pequeña y regordeta, en el pómulo de Minho.
"¡Ouch! No golpees, amor, somos cariñosos, no golpeamos."
El niño sonríe dejando ver los cuatro dientes que se asoman por sus encías. Son pequeños, no son más grandes que las uñas de Minho, y aún así; el castaño se encarga de cepillar y cuidar muy bien los cuatro dientecitos del pequeño. También los revisa cada noche, asegurándose que no tuviera ninguna anomalía en la cavidad.
"Hoy es un gran día, pecesito" Comienza a contar Minho mientras sale de la habitación y vuelve a la cocina, "hoy es tu cumpleaños número uno."
El niño sonríe más amplio y golpea juntas sus manos un par de veces, gira su cuerpo viendo el pasillo que han dejado atrás.
"Hoy vendrán las abuelas, tus tías, tu primo Sunoo, y papá."
El niño gira su cabecita de inmediato, alborotando sus cabellos acaramelados, abre amplio, muy amplio sus ojitos claros viéndolo fijamente, y Minho puede ver como estos se llenan de brillo con rapidez.
"¿Papá?"
Minho sonríe.
"Sí, pecesito, vendrá papá a verte y te dará muchos, muchos besitos."
El niño salta en su lugar y comienza a aplaudir más rápido y fuerte cuando canturrea:
"¡Papi y papá! ¡Papá y papi!"
Minho sonríe ante el canto de su hijo, besa la linda nariz del niño, la que heredó del mismo Minho, y ríe ante su emoción.
"Bien, pecesito, terminaré tu pastel de cumpleaños y luego te daré de comer, ¿de acuerdo?"
"¡Titirito!"
Minho ríe.
"Sí, amor, te daré tu tetero después de adornar el pastel."
El niño menea su cabecita, haciendo bailar sus rizos (según Minho, era eso lo único que el niño había heredado de su padre, porque era una réplica exacta del castaño).
"Sí, papi."
Minho lo deja sobre el mesón, y comienza a concentrarse en el pastel mientras su hijo balbucea alguna canción infantil sobre una estrellita y el querer saber dónde está. Minho sabe que esa es la favorita del niño, incluso desde que apenas estaba en su barriguita, porque era la que el papá de su bebé le cantaba todas las noches, y Minho apreciaba como la barriga cambiaba de forma, consecuencia de los movimientos suaves que hacía su hijo mientras estaba en la pancita.
Mientras toma la manga repostera, Minho piensa en lo afortunado que es en, sencillamente, todos los aspectos de su vida.
Piensa en el hecho de que tendrá a su familia reunida esta misma tarde después de meses. El niño podrá compartir tiempo de calidad con sus abuelos y tías, y Minho no puede estar más feliz por eso.
También piensa en Christopher, su ex pareja y a su vez, padre del niño.
Minho podría decir que es un hombre afortunado, la razón es simple y está muy relacionada con el hecho de que Christopher y él mantienen una relación sana, comunicativa y madura como dos hombres realizados de veintitantos años que tienen un hijo juntos, y que por azares de la vida han tomado caminos que conducen a diferentes direcciones.
No puede decir que ha sido una tarea fácil, porque ciertamente no lo ha sido, en absoluto. Los cambios en su vida después de su separación de Christopher han sido bastantes, y van desde la situación más simple hasta la más difícil.
En algún punto comienza a pensar en ello.
El castaño ya no puede tomar duchas largas porque el cachorro no puede estar sin supervisión por mucho tiempo. Tampoco puede tomarse la libertad de dormir una siesta como solía hacerlo, simplemente porque Christopher ya no estaba las veinticuatro horas del día para tomar su papel y también cuidar al niño.
"Estrellita, estrellita."
Minho, claro está, no puede desacreditar ni un poco a Christopher. A pesar de que ahora no vive con Minho y su hijo; todas las noches, al salir del trabajo, va al departamento de su ex pareja y convive al menos una hora con el niño. Ocasionalmente cocina la cena para él y Minho, y la mayoría de las veces es Christopher quien se encarga de limpiar los trastes sucios. Y todos los fines de semana, sin excepción, Christopher lleva al niño a dar un paseo a algún lugar bonito.
Minho y Christopher charlan un poco, tal vez demasiado, pasan horas sentados en el sillón del hogar pensando en todos los cambios de sus vidas desde que decidieron separarse. Y Minho se dice a él mismo que eso está bien, es sano.
"Papi."
Minho atiende el llamado de su hijo, dejando de lado la paleta. Mira a su hijo esperando alguna indicación.
"Ting, papi."
El de ojos cafés frunce sus cejas, un poco confundido. Instantáneamente, a sus oídos llega el repiqueteo del teléfono sonando. Camina hasta alcanzar el móvil (que está a tan sólo un par de pasos) y se detiene a leer por un segundo el nombre del contacto.
"¿Bueno?"
"Minho."
"Hola, Christopher."
Sostiene el teléfono móvil entre su oreja y su hombro, camina de regreso los pasos que había dado con anterioridad, y vuelve a tomar la paleta mientras acaricia la mejilla de su hijo.
"Llamo para saludar al niño. También para avisarte que llevaré a mi madre esta tarde, irán mi hermana y su novio también."
Minho comienza otra vez con su labor en el pastel.
"Oh, bien, no hay problema. Recuerda traer la bebida y un paquete de gomitas para el pastel, por favor."
"Lo tengo anotado. ¿El niño está despierto?"
"Sí, ya te lo comunico."
El castaño toma el móvil con su mano libre y lo extiende hacia el niño.
"Felix. Es papá."
El niño sonrie amplio y toma el teléfono con ambas manos con un poco de dificultad, lleva el aparato hasta su oreja, justo como Minho le enseñó, y deja que sus cabellos se desordenen.
"¡Papá!"
Minho realmente deja de prestar atención a la llamada de Felix con su padre en cuestión de segundos, regresa su concentración al pastel y saca su lengua cuando se le dificulta llegar con la paleta a las zonas más pequeñas.
Escucha apenas los balbuceos del niño, que no son más que intentos de oraciones coherentes que no logran nada, y está muy seguro de que Christopher está riendo a través de la línea.
Después de un minuto o dos, la llamada parece llegar a su fin.
"¡Ta, papá!"
Minho toma el móvil de las manos del niño y lo guarda en su bolsillo.
"¿Qué te ha dicho tu padre, Felix?"
El niño revolotea su cabecita y comienza a balbucear.
"¡Aa!"
Minho asiente.
"¿Qué más?"
Y así va la mañana de Minho, llena de charlas sin sentido con su pequeño niño, un pastel que realmente no luce tan mal, globos que esperan ser inflados, y un montón de golosinas que definitivamente Felix no comerá tan sólo porque Minho es extremadamente cuidadoso con la alimentación de su hijo y no permite que ingiera ningún tipo de fritura o algo que pueda dañar su sistema digestivo que aún no se desarrolla correctamente.
Minho apenas se da cuenta cuando el reloj que cuelga en la pared de la cocina marca las doce en punto.
"Es muy tarde ya."
Realmente no es tarde. Pero para Minho, un hombre demasiado controlador, es una total pesadilla no contar con más horas donde podría finiquitar los últimos detalles.
Decide deshacerse de su mantel, estira un poco el cuerpo en general porque ha comenzado a sentir una ligera presión en los hombros y espalda hace una buena cantidad de minutos atrás. Lanza una mirada a su hijo y sonríe con cansancio.
"Oh, Lix. Eres un pequeño desastrozo" Minho se sorprende al ver todos lo que ha desordenado Felix, y cómo las tazas medidoras están regadas por toda la superficie. Por suerte, Minho guardó a tiempo el pastel totalmente listo en el refrigerador.
El niño castaño deja caer el utensilio repostero que tiene en sus manos, y extiende sus brazos dándole un mensaje claro.
"Perezoso."
Minho toma al niño en sus brazos, lo deja en su cadera, y piensa que es un buen momento para tomar una ducha, tan sólo porque la temperatura ha aumentado, y porque cada minuto que pasa se acerca más a la hora estipulada para la llegada de los familiares a la pequeña celebración.
Los lleva a ambos hasta el cuarto del baño y deja al niño de pie sobre la tapa del inodoro, se aleja un poco para en un par de segundos abrir la llave del agua y dejar que la bañera se llene con agua un poco tibia. Vuelve con Felix y va quitando de a poco cada prenda que el niño lleva puesta. La labor en si no es difícil, pero Lix de vez en vez deja salir unos chillidos o movimientos bruscos que no son más que berrinches que Minho usualmente deja pasar.
Para cuando Felix se encuentra totalmente desvestido; la bañera está hasta la mitad llena de agua. Minho se despoja de su propia ropa y ahora ambos están completamente desnudos y no pasan dos segundos hasta que el niño vuelve a hablar.
"¡Ato! ¡Ato, papi, ato!"
Minho ya sabe a lo que se refiere el niño, así que busca en el gabinete debajo del lavamanos y lo encuentra.
Un pato de goma.
Felix sonríe cuando Minho le extiende el juguete, y chilla feliz cuando lo toma en sus pequeñas manitas y lo hace sonar.
"Cua, cua."
Minho sonríe y cierra la llave del agua cuando la bañera está llena (aunque no lo suficiente como para que se derrame).
"Vamos a tomar un baño, pecesito."
Felix sonríe y se deja tomar por Minho, quien lo carga y camina con él hasta dejar un pie dentro del agua.
Un escalofrío lo acompaña y los vellos de la nuca se le erizan. Entra por completo en la bañera y baja hasta que el agua le llega a ambos hasta el cuello, deja un beso en la mejilla de Felix y comienza a cantar una canción bonita para su dulce niño.
En algún momento Minho ha perdido la noción del tiempo y no lo nota hasta que el niño lo llama con muchos "papi" y le muestra los deditos que ahora estan arrugados cuales pasas. El castaño decide terminar el baño tan pronto como ambos se encuentren completamente limpios y libres de algún estrés acumulado.
"¿Papá?" Pregunta el niño cuando Minho lo envuelve en una gran toalla limpia.
"Debe estar por llegar."
El pequeño asiente y juega con sus labios dejando salir ruidos que son muy similares a los de autos mientras Minho los lleva a ambos hasta la habitación que comparten.
Minho deja que Felix seleccione la ropa que usará esta tarde, incluso permite que el niño ponga sus medias por él mismo (fue un trabajo difícil pero lo logró con ayuda de Minho), y en un buen momento el niño se queda dormido sobre la colcha, dejando salir pequeñísimos ronquidos muy similares a los de Christopher.
Minho suspira cuando está subiendo su pantalón (demasiado apretado, como a él le gusta) y en ese mismo instante suena el timbre del departamento. Ha optado por apresurarse con el pantalón, y balanceando sus caderas y dando pequeños saltos termina subiendo por completo la prenda cuando el timbre suena por segunda vez. Camina fuera de la habitación y va rápidamente hasta la puerta, desbloquea el pequeño seguro y abre, dejando ver al hombre alto que había estado esperando.
"El clima está un poco húmedo, creo que lloverá."
"Hola, Christopher."
Minho ve como una sonrisa se forma en los labios del hombre y unos pequeños hoyuelos se asoman.
"Minho."
Y eso es todo, no necesitan decir nada más porque ya todo lo han dicho. Minho se hace a un lado y permite que Christopher entre al departamento, en sus manos lleva un ramo de girasoles y dos bolsas de regalo demasiado grandes para el gusto de Minho, lo que lo hace pensar qué cosas habrá comprado Christopher para el niño que ocupen un par de bolsas exageradamente grandes.
Minho desvía la mirada y se encuentra con otra bolsa un poco más pequeña, transparente, donde apenas se puede ver unos cinco paquetes de gomitas de colores.
"Mi madre vendrá con las gaseosas, está en el auto" Se apresuró Christopher antes de que Minho preguntara. Va hasta la cocina con el castaño pisandole los talones. "No estás vestido."
"Observador."
Christopher ríe por la nariz.
"¿Dónde está Felix?"
"Durmiendo en la habitación."
Christopher asiente, deja las flores y las bolsas en el mesón, se dirige hasta el refrigerador y se sirve un vaso de agua fría, Minho sólo lo observa.
"Las flores son para ti."
"Oh. Muchas gracias."
Las toma porque le ha picado las manos por hacerlo desde que las vio, porque los girasoles son sus favoritos y Christopher lo sabe. Sonríe mientras toca los pétalos y no puede evitar aspirar el tan bonito olor que desprende de ellas.
"Están preciosas. Las pondré en un florero."
Christopher asiente y deja que Minho salga de la habitación. El muchacho puede sentir la mirada de Christopher sobre él, y al parece se ha puesto muy nervioso porque recuerda que no trae nada puesto más que un par de pantalones demasiado apretados.
Minho se inclina sobre la mesa de centro y deja allí el ramo, con el recordatorio en mente de que debe ponerles agua.
"¡Christopher! ¿Ya viste la decoración?"
Y ambos se distraen charlando sobre cualquier cosa en el sofá de la sala de estar. Quizás no son realmente conscientes del tiempo que han estado platicando, pero un par de gotas de agua caen del cielo y golpean la ventana más grande, apenas son unas pocas y Minho no cree que deba preocuparse por ello.
La verdad es que piensa que deberá acostumbrarse a la lluvia en días como esos, hace un año el cielo parecía caer cuando Minho se encontraba dando a luz.
Minho y Christopher terminan su conversación sobre cactus cuando Felix despertó.
"¿Papi?"
Christopher es el primero en entrar a la habitación, y desde el umbral Minho puede ver como los ojitos de su hijo se iluminan como dos estrellas fugaces mientras extiende sus bracitos.
"¡Papá, papá, papá!"
Minho sonríe pleno. Está feliz porque su hijo disfruta mucho de la presencia de su padre, lo adora (se nota en sus ojitos) y cualquier puede darse cuenta de eso.
El castaño se pregunta, más veces de las que quisiera admitir, cómo de diferentes serían las cosas si Christopher estuviera viviendo con ellos. Si no se hubieran separado, si no hubieran decidido que eso sería lo mejor.
Minho parpadea muy rápido para hacer desaparecer las lágrimas que se le han acumulado en sus ojos, y es que piensa que ya ha llorado por eso muchas veces.
Agradece mentalmente cuando el timbre suena una vez más, y toma una camisa para vestirse por completo sabiendo que es la madre de Christopher quien llama a la puerta.
"¡Min!"
Se siente demasiado bien cuando Sooyoun lo recibe con un abrazo increíblemente fuerte y dos besos en la mejilla, como siempre. En algún punto termina siendo arrastrado hasta la sala de estar y sentado junto a la abuela de su bebé, para luego comenzar una conversación sin fin sobre los hermosos tejidos de crochet que confeccionó Sooyoung como regalo para Felix.
"La verdad es que extraño mucho tenerte en casa, cariño."
Minho sonríe.
"Oh, Sooyoun. No me alcanza el tiempo, lo sabes."
La mujer de ojos añiles suspira, un poco derrotada.
"Lo sé, cariño. No le digas a Christopher, pero me ha abandonado un poco y de vez en cuando me doy cuenta que me gustaba tenerlos revoloteando por ahí."
Un nudo fuerte se atasca en la garganta del muchacho.
"Lo siento mucho."
La mirada de la mujer se suaviza, con sus brazos envuelve el cuello de Minho y presiona un beso en su mejilla.
"No es tu culpa, cariño. Ahora dime, ¿cómo estás?"
Así se sumergen en otra conversación sin un destino real y ningún tema en específico, donde saltan de un lado a otro contándose pequeños chismes de sus propias vidas y así es como Minho termina enterándose que su ex suegra está comenzando a salir con un Chino unos años mayor que ella y, por supuesto, Christopher no está al tanto de ese detalle.
Ambos sueltan una risita cómplice cuando el timbre suena (Minho cree que es la millonésima vez que lo hace en el día, y a penas son las dos de la tarde) y Christopher aparece junto a Felix para recibir a quien haya llegado.
"Bienvenida, Yoon-ah."
"¡Tata!" Y es así como Minho se entera que su madre ha llegado junto a su otra hija.
"Hola, mami, Yunjin."
"Cielos, hemos llegado justo a tiempo, al parecer pronto comenzará a llover."
Las recibe a ambas con un abrazo corto y un piropo muy bien recibido. Minho piensa que se ha liberado de los saludos, abrazos y felicitaciones hacia Felix, pero minutos después aparece la hermana de Christopher, Miyeon, junto a su pareja y la hija del hombre. Entonces, cuando piensa que es buena idea comenzar con la celebración, su otra hermana, Eunbi, (la mayor de todos los hijos de Yoon-ah) toca la puerta junto a su hijo de cinco años, y en algún instante todos comienzan a convivir demasiado bien.
Todo parece ser demasiado para Minho, quien no está acostumbrado a tener tantos visitantes, y le exaspera un poco el murmullo en la sala de estar.
"Feliz cumpleaños, pequeño Minho."
"¡Ow! No puedo creer que ha pasado un año desde que este pequeño llegó a nuestras vidas."
Minho parece ignorar todo, porque su mente se ha ido a otro lugar en el momento en el que charló con la madre de Christopher.
Cuenta cada segundo que pasa mientras todos están sumergidos en una conversación que no le interesa ni un poco. Se entretiene jugando con Felix y Sunoo armando un pequeño rompecabezas sentados en el suelo, la hijastra de Miyeon, Wonyoung, se une a ellos posteriormente. Y no pasa mucho tiempo hasta que Christopher decide que quiere ayudarlos a armar.
Minho se siente un poco incómodo, sólo porque ha estado pensando demasiado en Christopher y tenerlo tan cerca lo pone ansioso.
"Estas fichas van juntas" Dice Christopher mientras las une. "Esta otra definitivamente no encaja allí."
"Papá" Felix parece enojado por como Christopher ha movido la ficha que tanto trabajo le costó mover a su antojo. "¡No!"
"Pero esta va allí, Felix, esa es su pareja."
"¡No!"
Christopher alza las cejas demasiado confundido.
Las personas siempre dicen que Felix no heredó ni un poco de Christopher, pero Minho ve que el verdadero parecido entre Christopher y el niño, es el caracter. Fuerte, un poco terco, y muy decidido.
"Felix, puedes juntar las fichas que quieras siempre y cuando seas respetuoso con papá."
El niño ve a Minho demasiado confundido.
"¿Serás respetuoso?" La pregunta de Minho suena demasiado pacífica para ser una advertencia, pero ellos están acostumbrados a ese tono de voz y Felix es perfectamente capaz de cumplir con órdenes sencillas siempre y cuando sean pedidas con amabilidad.
Felix termina asintiendo.
"Bien, entonces sigamos jugando."
Así Minho logra que su hijo deje toda su energía en un sencillo juego de rompecabezas.
Minho no se entera de que Christopher lo ha estado mirando de esa manera, una manera que seguramente lo pondría nervioso en segundos. Más nervioso de lo que ya está.
La tarde no transcurre más interesante, porque no hay muchas actividades realmente entretenidas. Las mujeres están todas agrupadas charlando, el esposo de Miyeon está junto a ella para estar al tanto, los niños parecen muy concentrados en su juego, y Minho y Christopher apenas intercambian algunas miradas y comentarios banales y no tan extensos.
Así es como a Minho le gustan las cosas, y sabe que Christopher no suele estar de acuerdo con eso, no porque se lo haya dicho. En realidad, Minho se da cuenta de las miradas de Christopher cuando pasa a visitar al niño todas las tarde. Jura que puede escuchar la mente de Christopher trabajar para idear un buen tema de conversación.
A Christopher siempre le ha molestado el silencio, y no importa cuántos años pase conociendo a Minho, él siempre tendrá algo que decirle.
"Mami dice que que soy muy parlanchin, pero ella también lo es. Papi dice que mami se queja de mí, pero que somos iguales. No entiendo por qué dice que mami y yo somos iguales, sus ojos son azules y los míos son como los de mi papi." Minho sonríe escuchando al hijo de Eunbi hablar. "Papi a veces es tonto, mami lo dice."
"¿Por qué es tonto, Sunoo?" Es Harry quien entra en la conversación. Quizás demasiado asustado de que algún día Felix diga eso de él.
"Porque se queda dormido, quema los huevos, y no sabe vestirme bonito como lo hace mami. Es tonto, pero así lo quiero."
Minho niega con la cabeza cuando Eunbi le lanza una mirada acusatoria al niño.
Cuando el reloj marca las cuatro de la tarde, Minho se da cuenta que está cansado de la visita, así que encuentra una manera muy discreta de pedirles que se vayan.
"¡Hora de repartir el pastel!"
Minho nota cuando Christopher le da una mirada acusatoria, pero lo ignora mientras todos se reúnen alrededor de la mesa y cantan esta bonita canción de cumpleaños que realmente le parece un poco antipática y desgastada. Sonríe para unas cuantas fotos, y acepta con gusto cuando Christopher se une a él para sonreír a la cámara, de todos modos, Felix es feliz y eso es lo que realmente importa.
Piensa que no es necesario decirle a nadie que necesita estar sólo, que ya han estado el tiempo suficiente con su hijo, ya han convivido y reavivado los lazos familiares.
"Sé lo que haces" Dice Christopher en un susurro.
Minho suspira un poco apenado.
"Lo siento."
"Yo también quiero que todos se vayan" Ve a Christopher, y parece sincero en lo que dice.
"¿Quieres irte también?"
"No. Tendré que irme, sí, pero primero te ayudaré a ordenar todo aquí." Son lo suficientemente discretos mientras terminan de comer el pastel.
Minho asiente, ansioso.
No quiere que Christopher se vaya. En realidad no puede pedirle que se vaya porque, uno; es su departamento, dos; lo quiere tener allí.
Pero no es algo que admitiría en voz alta.
Minho tiene una lista de posibles pensamientos que no dirá nunca en voz alta porque moriría de vergüenza y no es lo suficientemente valiente para hacerlo.
Todos han terminado su pastel, Minho recibe algunas felicitaciones por tan buen trabajo con el dulce, y se siente aliviado cuando es su madre quien se despide primero.
"Mami..."
"Es un poco tarde, cariño. Además, está comenzando una llovizna."
Oh, es cierto, Minho no lo había notado antes, y al parecer nadie lo había hecho más que Yoon-ah.
"Espera, Yoon-ah, aprovechamos y nos vamos contigo."
Minho intenta no ser muy efusivo al momento de despedirse, da un abrazo corto y un beso en la mejilla a todas, y al novio de Miyeon basta con un apretón de manos y un tranquilo "gracias por venir".
"Vendré la próxima semana, cariño."
"Está bien, mami."
Así Yoon-ah sale del departamento del castaño, seguida de Yunjin, Eunbi y el pequeño Sunoo.
"Espera mientras limpiamos un poco, mamá."
"No es necesario, cariño, Miyeon me llevará a casa. Espero que me visites pronto." Deja un beso en la mejilla de su hijo y se separa para darle un abrazo a Minho. "Cuida de Christopher" Dice en un susurro.
Minho no entiende, pero corresponde el abrazo y asiente discreto.
"Tata" Felix se despide.
Sooyoun se va junto a Miyeon, su pareja y Wonyoung, dejando a Minho, Christopher y el cachorro viéndose las caras.
"Comeré un poco más de pastel."
"Llevaré a Felix a dormir."
Parece un chiste cuando hablan al mismo tiempo. Sueltan una risa pequeña y Christopher se encamina hasta la mesa donde está el pastel y dulces que sobraron. En cambio, Minho toma al niño en brazos y va hasta la habitación.
Minho echa un vistazo antes de entrar al dormitorio, y ve a Christopher picar con un cuchillo un trozo grande de pastel.
Minho piensa que Christopher es un bruto y un exagerado cuando come. Y lo ha sido desde que tenían dieciocho años y tuvieron su primera cita.
Termina acostando al niño en su cuna, lo cubre con una manta y juega con su cabello mientras ve al niño luchar con el sueño.
"Papi, ¿papá?"
Minho suspira y deja un beso en la frente del niño.
"Estará aquí cuando abras los ojitos de nuevo, amor. Cuando el sol esté de regreso."
Felix sonríe y cierra sus ojitos por completo. Minho se queda para estar totalmente seguro de que el niño está dormido, y cuando los ronquidos comienzan; cree que es momento de volver con Christopher.
Sin embargo, Christopher no está en la sala de estar. Lo encuentra en la cocina entre una pila realmente grande de platos, vasos y cubiertos.
"Tantos años y no entiendo tu gusto por lavar los platos sucios."
Christopher sonríe abriendo el grifo y posando un plato debajo del agua para que ésta arrastre el jabón.
"Cuando estábamos juntos teníamos un trato."
La lluvia está incrementando, y ninguno de los dos parece notarlo.
"Sin embargo, no estamos juntos y el trato parece firme."
Christopher ríe genuinamente. Sus hoyuelos se marcan y sus ojos casi se cierran.
"Es cierto."
Minho suspira.
Lo extraña.
Nunca ha dejado de extrañarlo.
"Gracias por ayudar."
"Es mi deber."
No, no lo es. Pero Minho se siente demasiado cansado como para comenzar una discusión (que no pasaría de una broma) sin ningún tema sólido.
Minho nota el sonido de la lluvia ahora que parece que el cielo caerá.
Y el frío de la casa, otra vez, hundiéndose en los muebles y en su propia alma.
"Limpiaré afuera" Y sin más sale de la cocina, no sin antes tomar el cepillo de barrer.
Se dedica a limpiar la sala de estar, mueve algunos muebles y encuentra fichas perdidas del rompecabezas que había estado armando con Felix antes. Recoge servilletas y tenedores desechables, un dólar y un pasador de cabello. Está seguro que el accesorio es de Wonyoung, lo guarda en su bolsillo con el recordatorio de devolverlo a su dueña en cuánto la vea.
Abre la persiana queriendo ver la lluvia, pero hay una capa gruesa de niebla que no le permite ver más que algunos edificios que están frente a él. Las nubes han cubierto por completo el sol y ahora todo se ve más opaco.
Minho piensa que Christopher no debería exponerse al salir en el auto con la fuerte tormenta que cae. Puede tener no ver el camino, puede tener un accidente, puede...
"¿Min?"
El castaño se gira, observa a Christopher que está unos cuantos pasos detrás de él.
"He terminado. Ya me voy."
"¿Te vas? ¿Con esta tormenta?"
"No quiero incomodar."
"¡No! No lo harás. Uhm, puedes quedarte hasta que la lluvia pare."
Christopher frunce las cejas y se inclina un poco para ver a través de la ventana.
"No creo que la lluvia pare hasta en un par de horas."
Minho muerde su labio ligeramente estresado.
"Puedes... Ya sabes, puedes quedarte a dormir aquí. Es tu casa, de todos modos."
"No es mi casa, es tuya y de Felix."
Minho tararea.
"Solía ser tuya también."
Christopher asiente y dispone a sentarse en el sofá porque tiene unas inmensas ganas de llorar y Minho no tiene que saberlo.
"¿Puedes venir, por favor?"
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