007
❛LA GALA❜
°❀⋆.ೃ࿔*:🥀・ ➣ Los días pasaron, las horas también. Los minutos eran inmensamente dolorosos y los segundos aturdían el corazón de Ruby Morgan invadiéndolo de una completa ansiedad.
El día ya había aclarado, el sol irradiaba en la habitación de la joven rubia con impotencia, mientras que esta tapaba su cara con la almohada deseando dejar de existir.
Noah estaba a su lado, la abrazaba aún dormida, pues así habían quedado la noche anterior y todas las noches que Nicholas había desaparecido.
Ni un mensaje, ni un "estoy bien" o una llamada poco insistente había recibido la adolescente, la ansiedad la estremecía y el miedo la consumía ¿y si le había pasado algo? Necesitaba verlo, sentirlo, abrazarlo. Ruby nunca se había enamorado y extrañamente esta vez estaba comenzando a sentir el aleteo de las mariposas al verlo y el increíble dolor que le causaba no hacerlo, sus ojos apagados con el brillo oscurecido. El de veintiuno la tenía justo donde quería y él no estaba para sentirlo, ¿el amor es así de mierda?
La rubia de ojos verdosos aún dormía pacíficamente en su cama, tapada de sus sábanas y con la puerta del balcón abierto esperando que si el joven Leister llegase su primera acción sea venir a despertarla, pero en días eso jamás pasó.
La madre de las Morgan, una mujer mayor de cabello rubio, se adentró a la habitación sin hacer ruido, pero al abrir la ventana la iluminó al completo haciendo a las hermanas volver a la realidad.
-¡Mamá cierra! -se quejó Ruby mientras se volteaba boca abajo sobre la cama, tapando otra vez su cabeza con una de las almohadas y su cuerpo completo con las sábanas. Mientras que su hermana se incorporaba refregando sus ojos.
-Hoy tampoco se siente bien. -La pecosa comentó mientras su madre se sentaba sobre el colchón acariciando la espalda de su hija menor.
-Pero hoy es la gala del encuentro con Will y me tienes que ayudar, ambas me tienen que ayudar.
El teléfono sonó, Ruby saltó de su cama con rapidez para tomar el celular en los pies del colchón. Esperando con fuerza que sea Nicholas quien le escribió lo tomó, al ver el número de un desconocido solo pudo suspirar con impotencia y leer con desagrado: "Debiste mantener la boca cerrada, zorra", otra vez este idiota molestándola. La rubia bloqueó la pantalla del celular y nuevamente lo lanzó a la cama, depositando a la par su cuerpo deprimido sobre esta.
-¿Es Archie? -preguntó Rafaella con preocupación, pero la chica no respondió sólo miro a su hermana con complicidad y esta cambio el tema.
-¿Que usaras esta noche?
-No me cambien el tema, -renegó con aún la cabeza en alto mientras escondía un cabello de su hija detrás de su oreja, pero cuando iba a decidir terminar su frase fue interrumpida por Jenna quien entraba a la habitación tan coqueta como siempre.
-Van a terminar embalsamadas entre tanto algodón egipcio, mis niñas. -Los tacones de la de rizos resonaban al escucharse su voz y ambas hermanas no pudieron resistirse al reír. Si bien Noah estaba bien sentimentalmente, su hermana no podía controlar el dolor su corazón, eso hacía que la pecosa se quedara junto a ella como siamesas. -A ver, el plan. Desayuno en el Beach Club y luego peluquería. ¿Que les parece?
Las mellizas Morgan se miraron mientras Ruby dejaba caer su rostro en las piernas cruzadas de su hermana, en ese momento Rafaella aprovechó para enseñar sus dos opciones de vestido esperando que alguien le respondiese por cuál usar. Primero enseño un vestido negro muy bonito cubierto de brillos y el otro era rosado, con brillos arriba y tela lisa por debajo.
-¿Cual debería usar? -preguntó -Will y Nick van de esmoquin.
La rubia levantó su cabeza, por un momento el brillo en sus perlados orbes esmeralda se vio con impotencia y con una sonrisa oculta, con el latir de su corazón a punto de salirse de su pecho y tomando la mano de su hermana al punto de enterrar sus uñas, esperando que la respuesta no la decepcioné pregunto: "¿Nick está aquí?" Cuando su madre la miró, incluso antes de responder pudo sentir el succionar de su corazón y su pecho cerrarse nuevamente. Él claramente no estaba aquí.
-Lleva cuatro días desaparecido, pero sabe lo importante que es esta gala para su padre. -Rafaella se alejó de la habitación con mala cara, al parecer estaba agobiada por todo o simplemente decepcionada de su hijastro, ¿quien sabrá?
Noah tomó su celular y mostró el mensaje que le había llegado cuando su hermana aún dormía, ahí fue cuando la recién nombrada se percató de que había recibido el mismo texto, incluso con las mismas palabras y mismo número desconocido. Las mellizas sabían que alguien las estaba atormentando pero todavía no habían puesto a comparar los escritos.
-¿Otra vez ese hater? -la de rizos cruzó sus piernas al sentarse sobre la cama y su poca empatía al mensaje la obligó a rodar sus ojos café con molestia. -Es Ronnie seguro, no le den importancia.
-Acabamos de llegar y ya nos odian. -Comentó la pecosa mientras su hermana se levantaba de la cama para observar el balcón, ni un simple rastro de él, que desesperación.
Las horas pasaron y la rubia recientemente había salido del baño con una toalla tanto en su cuerpo como otra en su cabellera amarillenta.
Camino hacia su armario, refregando sus ojos mientras intentaba olvidar toda la mierda que sucedería en esta gala.
Ella usaría un vestido azul que resaltaría su pálida piel, su cabello ondulado colgaría de sus hombros y su delineado perfecto resaltaría la mirada que últimamente había estado caida.
En su playlist reprodujo a Morat, era extraño, jamás lo escuchaba pero se sabía sus canciones a la par de la letra y el estar triste ahora la harían descargarse.
Eran eso de las seis de la tarde y deberían subir a la limusina aproximadamente a las ocho, o como más tardar ocho y media. Ruby solo esperaba con anhelo que el chico de cabellera negra y mirada rebelde se encontrara allí.
Saco ambas toallas mostrando su desnudez al terminar de secarse, pero como estaba sola nadie la vería.
Primero deslizó su ropa interior baja por sus piernas y a su vez tomó una crema que pasaría por todo su cuerpo para darle aroma a coco, adoraba aquel olor.
Su piel blanca expulsando un delicioso aroma mientras las tiras de aquel vestido azulado se encachaban en sus hombros se veía como una fantasía. Sus pies llevaban tacones altos que se lograban ver por el corte en la pierna del vestido largo, el cual llegaba hasta el suelo. Manteniendo la espalda descubierta y un hermoso escote caído en la parte delantera.
Luego de secar su cabello está lo ondulo con su bucleadora, perfeccionando cada mechón brillante. Al acabar con ese paso y con su cabello ya hasta debajo de sus hombros fue que echó un poco de aceite para embellecerlo y al terminar solo uso el secador en frío para aplastar sus cabellos más cortos.
Al terminar sombreo sus ojos con un suave brillo y delineó sus párpados con negro, una fina línea que llamaría la atención. Terminando su maquillaje con un delineador de labios neutros y rímel por doquier.
Cuando termino de colocar sus hermosas joyas, entre ellas: anillos, pulseras y colgantes, fue que camino hacia su armario por última ves tomando un bolso a juego con sus tacones y lo relleno de sus pertenencias.
Como acto final revisó los mensajes de su celular y al ver que ninguno era un texto esperado realmente, fue que camino al espejo y comenzó a observar su figura con una sonrisa.
Cuando escucho los gritos de su hermana avisándole que se irían se percató de apagar la música y ampliar sus labios delineados de rosado neutro con una sonrisa que permanecerá así de intacta toda la noche, esperando que él aparezca de una vez por todas.
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Los tacones de la susodicha resonaban en la fina acera mientras la limosina se estacionaba justo enfrente de la mansión. Ella ya había bajado y caminaba hacia aquella casa, dejando que su cabello se moviera al ritmo de la brisa. Desde afuera, se veía hermosa, pero por dentro estaba muriendo.
Su cuerpo era un hervidero de dolor. ¿Cómo podía sentir tanto un adolescente? No lo sabía, pero sí era consciente de que todo era culpa de Nick Leister, quien la consumía por completo. No sabía cómo escapar, o quizás en el fondo no quería.
Caminó con su celular en mano y se sentó en el sillón, quitándose los tacones. Empezó a pasar las fotos de los estados hasta que se detuvo en el de Nick: una fotografía con su hermanita riendo a carcajadas. Eran adorables.
La rubia se dejó caer en el sillón. Su hermana le envió un mensaje diciendo que ya se iba a dormir, y ella simplemente respondió con un pulgar hacia arriba. Al recostarse, puso un video de carreras y abrazó a Thor, el perro que supuestamente tanto la odiaba.
Su corazón latía con fuerza; no quería verlo, pero sabía que era inevitable. Ambos habían cometido errores y lo mejor era separarse. Sin embargo, estar meses sin él había sido una tortura, la peor de todas y hasta ahora la más dolorosa.
Sus ojos comenzaban a cerrarse mientras libraba una lucha interna para mantenerse despierta, mientras Thor lamía su cara. De repente, una voz masculina resonó en la habitación, ahuyentando al perro. Cuando finalmente levantó la vista, ahí estaba él.
Se sentó a su lado, lo que obligó a Rubí a incorporarse y dejar de estar recostada. Ambos comenzaron a ver televisión en silencio; no se escuchaba ningún sonido hasta que la carrera se volvió algo tensa y el ambiente se cargó de incomodidad.
-Ese giro es imposible -comentó Nicholas, girando su rostro hacia el de ella y admirando sus facciones, sabiendo que eso provocaría una sonrisa.
-Nada es imposible, Nicholas -balbuceó Rubí con una sonrisa traviesa. Sin embargo, su expresión cambió cuando él posó su mano sobre su rodilla y comenzó a deslizarla por su muslo derecho, dejándola sudando. Aun así, terminó la frase: -Solo tienes que tirar del freno de mano, luego giras el volante veinte grados a la derecha y sesenta a la izquierda.
-Entonces lo implementaré en la carrera.
-No, no creo que a ti te salgan. Eres muy mandado y esto requiere mucha práctica -respondió con burla, claramente sarcástica, intentando herir su ego. Él lo notó y golpeó levemente su pecho con un puño, haciendo una seña de que le dio justo donde quería.
-¿Eso crees, preciosa? -preguntó dirigiendo sus ojos directamente a los suyos.
Ruby decidió ignorar aquella pregunta; no caería en sus juegos exóticos para intentar llevarla a la cama, o eso pensó.
-Dejaste tirada a Anna en la gala. Creí que era tu chica especial, no solo la que te follas cuando tienes ganas.
El chico se carcajeó con fuerza, como si aquella risa hubiera salido del alma y no pudiera detenerse. -¿Qué dices? Anna ya no es nadie, nadie desde que sentí otros labios. Además, estaba con alguien que me necesitaba aún más.
-¿Labios? -la rubia frunció el ceño; sus celos eran evidentes en toda la habitación. Su sangre hirviendo se detuvo levemente cuando el veintiañero colocó su gran mano en su entrepierna. Ahí entendió, o quiso creer de qué labios hablaba. Pero para liberar la tensión, intentó terminar su frase, aunque fue interrumpida cuando él la tomó de la cintura y al final no se resistió a sus seducciones.
Sus labios se enredaron mientras la adolescente movía su pelvis de forma seductora, tensionando su bulto, que comenzaba a tomar forma. Las manos de Nick entraban en su vestido, tomando con fuerza sus bragas y estirándolas completamente, loco por ella.
Los besos incontrolables y la falta de apetito sexual del uno hacia el otro llenaban el aire con un aroma a sexo en el salón, algo que cualquiera que viniera podría notar.
-No podemos hacer esto.
-Lo sé, pero me encanta. -La chica no dejó que se detuviera; hizo presión con su parte íntima sobre la de él, moviéndose hasta que ambos sintieron que iban a explotar. Lo peor era que Ruby tenía la misma sensación. Su cuerpo temblaba por el deseo sexual y sus ojos estaban a punto de lagrimear por las ganas que le tenía; solo hacía falta que uno de los dos diera el primer paso. Pero no funcionó; el gran beso acabó cuando Nick la posó en el sofá, sacando sus manos del apretón de sus bragas y maldiciendo lo que había sucedido.
-Eres mi hermanastra y eres menor de edad. No puedes dejar que eso vuelva a ocurrir.
-Claro, ¿ahora esto lo debo manejarlo yo? -La chica recogió su cabello en un moño, sabiendo la debilidad que Nick tenía por aquel peinado y haciéndolo a propósito para liberar su cuello y mostrar los lunares que él anhelaba besar. -¿No recuerdas cuando decidimos que esto lo haríamos sin culpa? Qué patético eres.
El peli-negro iba a responder o quizás iba a terminar lo que había iniciado pero justo cuando sus labios se abrieron, Rafaella comenzó a gritar su nombre en el pasillo de la mansión, dirigiéndose hacia la sala donde ambos estaban a punto de terminar su acto.
Haciéndose los distraídos mirando televisión, la mujer mayor se posicionó detrás de ambos, esperando una respuesta de Nicholas sobre por qué no había llegado a la gala.
-¿Qué es lo que estabas pensando? Esto no solo era una gala cualquiera; era nuestra presentación como familia y lo arruinaste. - Rafaella observó al chico con desesperanza mientras Ruby se mantenía al margen de la situación. -Tu padre está enojado; sube ahora mismo y arregla las cosas con él.
El joven Leister hizo justo lo que la mujer le ordenó: se levantó del sofá y salió de esa sala sin siquiera mirar a su "hermanastra", manteniendo una sonrisa insulsa pero llena de dolor acumulado.
Instantáneamente, Ruby se levantó arreglando su vestido dispuesta a subir a su habitación; solo que su madre la detuvo abrazándola con fuerza. Unas pocas veces dejaba este gesto pasar pero ante la falta de amor de Nick ella dejaría que Rafaella lo hiciera. Después de todo era su madre y le tenía aprecio.
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