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an. ، secrets of dragons.⸺one ⎰chapter . by cardkgan𓆩﹙𝚠𝚛𝚒𝚝𝚝𝚎𝚗 𝚋𝚢 ┈ 𝚝𝚒𝚗𝚊 𓏲﹚
117 d.c
Nacimiento de Joffrey Velaryon
El día de la broma del cerdo.
Renacimiento del aliado de la princesa.
En la tranquilidad de la mañana, la princesa apodada, la flor más bella de los Siete Reinos. Se encontraba sentada en su pequeño estudio, rodeada de libros y pergaminos, sumida en el estudio de las antiguas leyendas de su casa. La luz del sol se filtraba a través de las ventanas de la Roja Fortaleza, iluminando su figura delicada y su cabello platinado que caía suavemente en una media trenza. Desde siempre, Daella había sido una niña de gran disciplina, educada bajo la mirada atenta de su madre, Alicent. La reina había inculcado en ella un sentido de deber y responsabilidad que la llevaba a buscar la perfección en cada aspecto de su vida.
A diferencia de su hermano mayor, que a menudo se aventuraba en travesuras y juegos al aire libre, Daella era el epítome de la rectitud. Estudiaba incansablemente la historia de su familia, así como las enseñanzas de las septas sobre los dioses y la moral. Era conocida en la corte como una luz brillante, siempre dispuesta a ayudar, a escuchar y a ofrecer su apoyo. Sus compañeros de juegos a menudo se sentían inspirados por su dedicación, incluso cuando ella nunca buscaba ser el centro de atención.
Sin embargo, ese día, mientras repasaba las páginas amarillentas de un antiguo texto sobre los dragones de Valyria, una chispa de deseo iluminó su corazón. El recuerdo de su dragón, WhiteFyre, la atrajo con fuerza. Desde que había recibido a la pequeña criatura, había sentido una conexión especial, un vínculo que desafiaba las estrictas normas de su educación. WhiteFyre era su secreto, un refugio del mundo exterior que la presionaba con sus expectativas.
A pesar de las advertencias sobre la fosa de dragones, un lugar peligroso y prohibido para una niña de su edad, el anhelo de ver a su amigo era abrumador. Daella se levantó, dejando los libros a un lado. Sabía que desobedecer a su madre sería un desliz, pero el deseo de estar con WhiteFyre era más fuerte que cualquier temor, hace tiempo la imagen del dragon no danzaba en su vista. Su corazón palpitaba con una mezcla de emoción y ansiedad mientras se dirigía hacia la salida, sintiendo el roce de su vestido sobre su piel.
El recorrido hacia la fosa era un laberinto de pasillos oscuros y silenciosos, donde las sombras se entrelazaban con la historia. A medida que se acercaba, el eco de su propia respiración la acompañaba, un recordatorio de que estaba rompiendo las reglas, otra vez, pero en su interior, sentía que no era solo una rebelión, sino un acto de amor hacia su dragón.
Al llegar a la fosa, el aire se volvió más cálido, impregnado con el aroma característico de la tierra y el fuego. Allí, en la penumbra, se encontraba WhiteFyre, al ser de los más pequeños, ya que nació el mismo día que la Targaryen, se encontraba en los principales establos, acurrucado en un rincón, su cuerpo brillando tenuemente con la luz que entraba. Al verlo, el corazón de Daella se llenó de alegría. La criatura, a pesar de su juventud, emanaba una majestuosidad que rivalizaba con la de sus ancestros.
Con una sonrisa en su rostro, Daella se acercó cautelosamente, dejando que sus dedos acariciaran suavemente las escamas blancas del dragón. WhiteFyre levantó la cabeza y, al igual que ella, sus ojos rosa se llenaron de reconocimiento y ternura. La conexión entre ellos, forjada en la fragilidad de la infancia, se sentía más poderosa que cualquier restricción impuesta por su familia.
Con la luz tenue filtrándose a través de las grietas de la fosa, Daella se acomodó junto a WhiteFyre, sintiendo cómo la calidez del dragón la envolvía. Sabía que la criatura la comprendía más allá de las palabras, pero, aun así, deseaba expresar sus sentimientos. Inspiró profundamente y, con un leve temblor en la voz, puso en practica la lengua ancestral que resonaba con la historia de su linaje.
⸻Rytsas, Whitefyre...
﹙"Hola, Fuegoblanco"﹚
Pronunció, intentando que cada sílaba fluyera con gracia.
⸻No vine a verte en mucho tiempo. Estoy... presionada. La corte exige mucho de mí.⸻Las palabras, ya no comprendidas por su dragon, estaban cargadas de la sinceridad que sentía en su corazón. Sabía que, a pesar de ser una niña, su rol en la familia real la mantenía atada a expectativas que a menudo la abrumaban.
WhiteFyre, al escuchar su voz, se acercó un poco más, su mirada intensa y comprensiva. En esos momentos, Daella sentía que la conexión entre ambos iba más allá de la simple comunicación. Era como si la esencia misma de su ser se reflejara en el dragón, quien, con su aliento cálido, parecía ofrecerle consuelo.
A su corta edad claramente no era experta en el lenguaje, aún podía costarle la fluidez en frases largas, pero las pocas, las había aprendido a usar con la misma facilidad con la que otros niños dominaban sus juegos. Era un reflejo de su dedicación y de las horas interminables pasadas en la biblioteca de la fortaleza, bajo la mirada atenta de las septas.
⸻Vezof, vōlūn vīs.
﹙Lo siento, viejo amigo﹚
Con la delicadeza de una niña que anhela ser comprendida, Daella se recostó contra el dragón. Había encontrado maneras de escabullirse a la fosa, utilizando su pequeño tamaño para deslizarse entre los cuidadores y las majestuosas criaturas que vigilaban el área. Con su vestido largo y su cabello trenzado, podía camuflarse en las sombras, asegurándose de que su presencia pasara desapercibida. Era un pequeño riesgo que valía la pena, pues la alegría de ver a WhiteFyre siempre superaba cualquier temor.
⸻Te prometo que no volveré a ausentarme tanto tiempo.⸻ Murmuró, sintiendo que cada palabra sellaba un pacto entre ellos.⸻No importa cuán ocupada esté en la corte. Ēdruta dōreā, bē naejot...
﹙Siempre encontraré un momento para ti.﹚
Mientras el dragón movía su cola con un leve sonido de deslizamiento, Daella se sintió libre de las cadenas que la mantenían atada a la vida palaciega. Aquí, en la fosa, lejos de los ojos críticos y las expectativas de los adultos, podía ser solo Daella, la niña que soñaba con volar, la hermana que amaba profundamente y la amiga leal.
WhiteFyre, al escuchar su promesa, emitió un suave y sonoro rugido que resonó en la cámara, como un eco de su aceptación. En ese instante, Daella supo que no solo era ella quien encontraba refugio en su presencia; WhiteFyre también sentía la necesidad de conexión, de compañía.
El tiempo pasó de manera diferente en la fosa. Cada minuto se extendía, como si el mundo exterior no pudiera penetrar la magia de su unión. Daella cerró los ojos, dejando que la calidez de su amigo la envolviera, y soñó con los días en que pudieran volar juntos. Las nubes serían su hogar y las estrellas, su guía.
⸻Un día volaremos⸻Susurró con determinación⸻Y seremos libres, juntos.
La esperanza llenaba su corazón, entrelazada con el amor que sentía por su dragón. Mientras los vientos de la historia soplaban en su contra, la pequeña Daella sabía que, en la fosa de dragones, había encontrado no solo un amigo, sino también la fuerza que necesitaba para enfrentar lo que estaba por venir.
La calidez del dragón le proporcionaba una paz que no podía encontrar en la corte. En ese instante, los sueños de volar y explorar los cielos no parecían tan lejanos. Sabía que algún día, cuando fuera mayor y más fuerte, podría surcar las alturas junto a WhiteFyre. Pero por ahora, el simple hecho de estar a su lado era suficiente.
Sin importar cuán perfecta se esperaba que fuera, en la fosa de dragones, Daella se permitió ser simplemente ella misma, una niña con sueños de libertad y un lazo inquebrantable con la criatura que había elegido ser su compañera.
Mientras la princesa disfrutaba del cálido refugio de la fosa de dragones, un suave murmullo comenzó a resonar en el aire. A medida que acariciaba las escamas de WhiteFyre, el sonido se intensificó, como si la tierra misma respirara con el eco de pasos. Un escalofrío de inquietud recorrió su espalda; sabía que el tiempo era limitado.
Al alzar la vista, observó cómo la luz del sol iluminaba menos lentamente, proyectando sombras alargadas que danzaban en las paredes de piedra. Un presentimiento la llevó a levantarse, sintiendo que su corazón latía más rápido. No podía ser descubierta. La corte ya tenía suficientes expectativas sobre ella, y la idea de ser atrapada en la fosa era aterradora.
Con un último vistazo a WhiteFyre, que la miraba con ojos llenos de comprensión, Daella se movió sigilosamente hacia la salida. Pero justo cuando estaba a punto de atravesar la penumbra, su pequeño cuerpo fue estampado con uno más grande, hombre de figura imponente, con el emblema de los Targaryen en su capa, apareció en el umbral.
Era un cuidador de dragones, conocido por su devoción a las criaturas, pero también por su rigurosa vigilancia. Su mirada, aguda como la de un halcón, se posó en la figura pequeña de Daella. Por un instante, el mundo pareció congelarse.
⸻¡Princesa! ¿Qué hace en un lugar como este?
Preguntó, su voz grave resonando en el silencio. Daella sintió el ardor de la vergüenza y el temor mezclarse en su pecho, pero no podía permitir que eso la detuviera. Con un rápido movimiento, se giró y se preparó para correr, pero el cuidador levantó una mano, ante un grito de espera, suavizando el tono.
⸻No temas. Los dragones son sagrados, y debes respetar su espacio.
La curiosidad y la sorpresa hicieron que Daella se detuviera. Consciente de que el cuidador podría no ser tan amenazante como parecía, decidió usar su encanto natural.
⸻Vine a ver a WhiteFyre...⸻Confesó, dejando que una pequeña sonrisa iluminara su rostro, una que siempre había sido capaz de suavizar corazones.⸻No quería causar problemas.
El cuidador frunció el ceño, pero en su mirada había una chispa de comprensión.
⸻Los dragones sienten la conexión de sus jinetes. El tuyo ha estado inquieto por tu ausencia. Pero este lugar no es seguro para ti, mi princesa.
Daella sintió una mezcla de alivio y preocupación. La idea de que WhiteFyre la extrañara la llenó de calidez, pero sabía que debía ser cuidadosa. Murmuró su lamento inclinando ligeramente la cabeza.
⸻No quiero ser una carga. Solo... me hace feliz estar aquí.⸻Su tono suave y la expresión de inocencia en su rostro parecieron desarmar al cuidador.
El hombre asintió, su expresión suavizándose.
⸻La felicidad de un Targaryen está entrelazada con sus dragones. Pero, princesa, no debe arriesgarse⸻El tono del cuidador era calido, cuidando sus palabras hacia la hija de los reyes.⸻Las fosas son peligrosas y los dragones, aunque leales, no siempre pueden protegerte de los humanos.
Con el corazón latiendo fuerte, Daella se permitió un momento de vulnerabilidad.
⸻Entiendo...⸻Dijo, sus ojos grandes y brillantes reflejando sinceridad.⸻Pero este lugar es mi refugio. No deseo desobedecer, pero necesito estar cerca de él.
El cuidador, atrapado entre su deber y la dulce insistencia de la princesa, parecía vacilar. Daella aprovechó esa oportunidad, dejando que su belleza y encanto brillaran, sabía que su belleza, elogiada desde su nacimiento, podía ser una herramienta en su favor.
⸻Si usted me permite regresar, le prometo ser muy discreta. No quiero que mi familia se preocupe, ni que se interrumpa mi vínculo con WhiteFyre.
El cuidador, sintiendo la fuerza de su súplica, cedió, fácil de lo esperado.
⸻Quizás hay un camino. Si prometes ser discreta, puedo mostrarte más sobre ellos. Pero solo cuando no haya peligro.
Sintiendo que el tiempo se acababa, Daella sabía que debía retirarse antes de ser descubierta.
⸻Gracias por su comprensión⸻Asintio en forma de agradecimiento, teniendo como respuesta una leve reverencia por parte del Guardia. La pequeña figura ajusto su postura, ya consciente de su posición.
Con un último vistazo a WhiteFyre, cuya mirada llena de afecto la animaba, Daella se dirigió hacia la salida. Antes de cruzar el umbral, volvió a mirar al cuidador, sus ojos brillando con un desafío silencioso.
⸻Y esto será nuestro secreto. Como princesa, puedo prometer que nadie además de usted y mi dragon, sepa que estoy aquí.
El cuidador asintió, reconociendo el peso de su posición.
⸻Como deseé, princesa. Su secreto estará a salvo conmigo.
Con la confianza renovada y una sonrisa que podía iluminar la oscuridad, Daella salió de la fosa, sintiendo que había ganado no solo un aliado, sino también una nueva manera de navegar su mundo. Mientras se alejaba, la emoción burbujeante en su interior prometía que, aunque el camino sería complicado, sus encuentros con WhiteFyre y el misterioso cuidador estaban destinados a ser el inicio de muchas aventuras futuras.
Cuando Daella se retiró de la fosa, el sol de la tarde comenzaba a descender, tiñendo los cielos de un dorado profundo. Mientras avanzaba por los corredores de la Fortaleza Roja, sus pensamientos se mezclaban con la reciente conversación. La promesa del cuidador de mantener su secreto le daba una sensación de alivio, pero también sabía que debía ser más cuidadosa en el futuro, no solo por ella, sino por el guardia, podía ser retirado de su cargo si alguien se enteraba de aquello.
De vuelta en sus aposentos, Daella se sumergió nuevamente en sus estudios, pero su mente vagaba continuamente hacia WhiteFyre. La conexión con su dragón era un consuelo constante, una chispa de alegría en medio de sus responsabilidades.
Esa noche, durante la cena, Daella observó a su familia desde su asiento. Viserys, su padre, el rey, estaba inmerso en discusiones con sus consejeros, mientras Alicent, su madre, mantenía una expresión de calma controlada. Sus hermanos, Aegon y Aemond, intercambiaban miradas y murmullos, probablemente planeando alguna travesura, iniciada por Aegon.
Helaena, su hermana menor, estaba absorta en su propio mundo, jugando con los restos de la comida en su plato. Daella sonrió levemente al verla, sintiendo una oleada de cariño por su familia, a pesar de las tensiones que a veces surgían entre ellos.
Después de la cena, Daella decidió dar un paseo por los jardines del palacio. La luna llena brillaba intensamente, proyectando una luz plateada sobre las flores y los árboles. Mientras caminaba, escuchó pasos ligeros detrás de ella. Al girarse, vio al rey acercándose.
⸻Daella, querida, ¿Puedo acompañarte?⸻Preguntó Viserys con una sonrisa.
⸻Por supuesto, Padre⸻Respondió Daella, ofreciendo su brazo, esperando que este se acerque a paso lento con su bastón.
Caminaron juntos en silencio por un rato, disfrutando de la tranquilidad de la noche. Hasta que finalmente, Viserys habló, su voz suave y llena de cariño.
⸻Sé que has estado ocupada con tus estudios y deberes, pero quiero que recuerdes que también es importante encontrar tiempo para ti misma. La vida en la corte puede ser abrumadora.
Daella asintió, sintiendo la calidez en las palabras de su padre.
⸻Lo sé, Padre. A veces, siento que hay tanto que se espera de mí, que apenas puedo respirar.
Viserys se detuvo y miró a su pequeña hija con ternura, agradecido de que esta se exprese con el, no estaba acostumbrado que sus demás hijos lo hagan.
⸻Eres fuerte, Daella. Y aunque tienes grandes responsabilidades, también tienes un corazón lleno de amor y compasión. No olvides que esos son tus mayores dones.
Las palabras de su padre resonaron en el corazón de Daella, dándole una nueva perspectiva.
⸻Gracias, Mi Rey. Siempre intento hacer lo correcto y cumplir con mis deberes, pero a veces siento que me pierdo a mí misma en el proceso.
Viserys acarició suavemente la cabellera larga de su hija antes de responder.
⸻Entiendo tus sentimientos, querida. Y precisamente por eso, tengo algo para ti. ⸻El pequeño rostro de Daella la observó con curiosidad.⸻ He hablado con tu madre y nos hemos puesto de acuerdo para que mañana puedas acompañar a tus hermanos mayores y a tus sobrinos en la práctica con los dragones en la fosa.
Los ojos de Daella se iluminaron de emoción. La oportunidad de estar junto a sus hermanos y sobrinos en la fosa de dragones, oficialmente y sin necesidad de ocultarse, era un sueño hecho realidad. Pero junto con la emoción, sintió una punzada de culpa al recordar todas las veces que se había escabullido a la fosa sin permiso.
⸻¿De verdad, Padre?¿Podré ir a la fosa con ellos?⸻Preguntó, tratando de ocultar su aprensión.
El rey Viserys sonrió y asintió.
⸻Sí, querida. Creo que es importante que tengas la oportunidad de conectar con tu dragón en un ambiente seguro y supervisado. Sé cuánto significa WhiteFyre para ti.
Daella sintió una mezcla de alegría y remordimiento. Aunque estaba emocionada por el permiso, no podía evitar sentirse culpable por sus escapadas secretas. Tomó una profunda respiración y dijo:
⸻Gracias, Padre. Significa mucho para mí. Prometo que seré cuidadosa y haré lo correcto.
⸻Confío en ti, Daella. Eres una joven maravillosa y sé que harás todo lo posible por cumplir con tus responsabilidades.
Esa noche, Daella apenas pudo dormir, su mente llena de anticipación por el siguiente día.
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A la mañana siguiente, se levantó temprano y se preparó con esmero, sintiendo una mezcla de nerviosismo y emoción. Mientras caminaba hacia la fosa de dragones con sus hermanos y sobrinos, el corazón le latía con fuerza. Por primera vez, estaría allí con el permiso de sus padres, y no podía esperar para ver a WhiteFyre bajo la luz del día.
⸻Sigo sin entender por qué Padre insistió en que una niña participe en estas cosas.
Aegon habló en alto, dirigiendose hacia su hermano menor, claramente con aquellas intenciones típicas de molestar a Daella, quien no hizo oído sordo, levantó la cabeza con calma y miró directamente a Aegon. Una chispa de desafío brillaba en sus ojos.
⸻Porque, querido hermano, Padre sabe reconocer el valor y la fortaleza cuando los ve. Aunque, claramente, algunos todavía tienen mucho que aprender sobre ello.
Aegon soltó una risa sarcástica, alzando una ceja.
⸻¿Valor y fortaleza?⸻replicó con un tono burlón⸻No confundas temeridad con valentía, Daella.
Aemond, quien caminaba unos pasos detrás, observaba la interacción con interés, sus ojos fríos y calculadores. Aunque no decía nada, su media sonrisa indicaba que estaba disfrutando del intercambio.
Jacaerys y Lucerys, los sobrinos, intercambiaron miradas incómodas. Jace intentó romper la tensión con una sonrisa forzada, una vez que Aegon tomó paso más rápido por delante de ellos.
Luke, más joven y claramente incómodo, miraba a Daella con admiración, como si quisiera intervenir en su defensa pero no se atreviera a hacerlo frente de sus tíos.
⸻Tal vez el día que no necesites vino para encontrar a tu dragón, me tomes en serio.
Los ojos de Aegon se entrecerraron a la vez que se detuvo su paso, pero antes de que pudiera responder, Jace y Luke estallaron en carcajadas que fueron tratadas de ocultarse. Aemond, aunque no se unió a las risas, no pudo evitar que una sonrisa se formara en sus labios. Jace, aún riendo, le dio una palmada a Luke en la espalda.
El grupo continuó su camino hacia la fosa de dragón, el aire cargado de tensión y expectativas. La magnificencia del lugar se hacía sentir con cada paso, pero la rivalidad entre hermanos parecía eclipsar incluso la majestuosidad de los dragones.
Cuando llegaron a la fosa, fueron rodeados por cuidadores, entre ellos, el mismo que había prometido mantener su secreto a la princesa. Todos les dieron la bienvenida con una reverencia. Daella notó una chispa de reconocimiento en los ojos del guardia con el que había hablado el día anterior, y le devolvió una sonrisa discreta.
La fosa de dragones era un lugar impresionante y temible a la vez, donde las enormes bestias aladas se mecían con gracia entre columnas de piedra antigua y pilas de huesos antiguos. Jacaerys, Lucerys, Aemond, Aegon y Daella caminaban juntos por el suelo áspero y lleno de cenizas, con la mirada fija en el pozo profundo donde aquellas criaturas descansaban. Jace, el mayor de los sobrinos, llevaba en su rostro una mezcla de emoción y nerviosismo mientras veia como traían a su dragón, un joven y vigoroso ejemplar con escamas negras, verdes y naranjas brillantes. A medida que se aproximaban, el dragón levantó la cabeza con interés, las pupilas dilatadas observando a Jace con curiosidad, pero estaba inquieto, era retenido varias veces por el cuidador que lo traía.
⸻Haga que Vermax venga, Príncipe Jacaerys.
El primogénito de Rhaenyra, observó por detrás para ver la atención de sus tíos. Aegon miraba con desinterés por su alrededor, Aemond mantenía su rostro de pocos amigos al ver que aún no tenía la oportunidad de tener un dragón, y Daella se dedico solo a dibujar una amable sonrisa en su rostro, en forma de apoyo hacia su sobrino, quien no se contuvo de devolverla.
⸻¡Rybas!
﹙¡Atento!﹚
El dragón lanzaba sus típicos sonidos en cada movimiento, alertando al príncipe aún más cuando este se acercó de golpe, pero nuevamente de su boca salió las palabras prácticas del lenguaje Valyrio, haciendo que Vermax se quede quieto en su lugar.
El guardia reconocido por Daella, trajo consigo la ahora comida del dragón, una cabrá sujetada a una soga, alertando al dragón hambriento, que era capaz de lanzarse a la carnada.
⸻Vermax, ¡Vermax!⸻Llamo Jacaerys, teniendo poco caso por parte de su dragón.
Daella arrugó su nariz en su lugar, queriendo evitar mirar al pobre animal que en segundos tal vez será comida de dragón. Si bien a su edad amaba ver cómo los dragones lanzaban fuego de su boca con una palabra tan llamativa, a su vez detestaba que sea contra inocentes animales.
⸻Debe mantener el dominio sobre su dragón, mi joven príncipe.⸻Habló la traductora.⸻Como el príncipe Aegon lo tuvo con Sunfyre, y la princesa Daella con Whitefyre.
Aegon expreso una sonrisa cargada de orgullo propio hacia sus hermanos. La joven Targaryen sonrió al recordar a su amigo dragón, llenándose de ansias para poder verlo de nuevo.
El dragón Vermax seguía rugiendo hacia su presa, esperando ser suelto y ordenado para poder atacarla.
Jacaerys, con una sonrisa emocionante, se dirigió hacia el entrenador.⸻¿Puedo decirlo?
Este asintió hacia su petición con sus brazos cruzados, atento a que el príncipe aprenda al igual que sus tíos. Jacaerys miró nuevamente hacia atrás, como un niño en busca de la aprobación de la adultos, y al ser nuevamente llamado para continuar, tomó aire ante de decir aquellas poderosas palabras.
⸻Dracarys, Vermax.
El dragón, haciendo caso omiso, se paro en sus dos patas tomando impulso, y antes de que la cabrá pueda dar su último aliento, el fuego la consumió completamente. Daella evito mirar y trato de parar el impulso de llevarse las manos a los oídos para no escuchar los chillidos del dolor del animal, aquello mismo llamó la atención de uno de sus hermanos mayores, Aemond, quien después de haberlo pensando por tanto tiempo, se atrevió a enfrentar el impulso de sujetar la mano de su hermana en aquel momento, en forma de apoyo, como sabiendo internamente como era su hermana con aquellos hechos. Daella al sentir el tacto inesperado, llevó su mirada rápidamente para saber de donde provenía, resultandole extraño al principio cuando supo que pertenecía de Aemond, el callado y frío hermano, no estaba acostumbrada a recibir ningún tipo de afecto físico por ninguno, no por que todos sean crueles, cada uno tenía sus motivos para no hacerlo con nadie, sin embargo, se dedico a corresponderle con una pequeña sonrisa, olvidándose por unos segundos lo que ocurría de fondo.
Luego de terminarse su comida, el dragón junto los cuidadores se retiraron de la presencia de los príncipes, la pequeña Daella permaneció con su mirada atenta hacia la fosa, esperando que en cualquier momento trajeran a WhiteFyre, sus manos estaban juntas por el frente, manteniendo una postura elegante practicada hace años. Su ahora vestimenta, resaltaba en un verde esmeralda en caida, siendo adecuado para su edad, a su vez los colores que permanecían en su ropa, hacían juego con los de sus hermanos, en honor a la casa de su madre.
⸻Aemond, tenemos una sorpresa para ti.
La voz de Aegon, sacó su atención de lo que estaba esperando, se giró hacia su dirección al igual que su otro hermano que fue llamado, ambos con un rostro intrigado.
⸻¿Qué es?
⸻Algo muy especial.⸻El más pequeño, Lucerys, giró por su alrededor, con un tono reconocido por la inteligente Daella, como uno travieso.
Este mismo se fue corriendo en busca se la supuesta sorpresa. Los cuatro mayores se dirigieron hacia el mismo lado en paso lento, a lo que parecía ser, cerca del pozo donde permanecían los dragones.
⸻Eres el único que no tiene un dragón.⸻Expresó Aegon, tomándolo por los hombros a su hermano menor.⸻ Y nos sentimos mal por eso.
Por donde tomaba sentido la conversación, a la única niña que estaba entre ellos, le estaba resultando de una manera que no le hubiera gustado que se le presente, ya acostumbrada a las incurrencias de su hermano mayor, podía sospechar a donde iba todo.
⸻Así que, encontramos uno para ti.
⸻Un dragón, ¿Cómo?
⸻Los dioses proveen.⸻Contestó Aegon con simpleza.
Daella interrumpió, fiel a hacer las cosas correctas frente a sus hermanos y padres.⸻ Aegon, no puedes entrar y conseguirle un dragón sin permiso.
⸻Daella, querida, no seas egoista⸻Contestó nuevamente, con una fingida decepción⸻¿Acaso no quieres que nuestro hermano tenga un dragón como nosotros?
La menor de los hermanos suspiro, rendida a contestar las cosas incoherentes de Aegon. Todos prestaron atención a los identificables sonidos que provenían de la fosa, de allí, el pequeño Lucerys corría hacia ellos acompañado del supuesto dragón, que una vez que fue visible ante sus ojos, tanto Aemond como Daella supieron que era un cerdo.
⸻Admiren, al terror rosado.
Aegon fue acompañado en su coro con la diminuta voz de su sobrino, al igual que las risas de Jacaerys al ser participe de aquella broma al segundo hijo del rey, quien no oculto en su rostro su malestar.
⸻Asegúrate de montarlo con cuidado⸻Sé burlo Aegon.⸻La primera vez es dura.
Tras la burla de los sonidos imitados de aquel animal, los tres príncipes se retiraron entre risas, bajo la mirada decepcionante de Daella, quien no quiso acompañarlos. Observó cómo Aemond se apartaba con expresión sombría, apartando la mirada de los demás. Sabía que su hermano mayor era reservado y que pocas veces dejaba ver sus emociones, pero la herida causada por la broma era palpable incluso en su silencio.
Daella se acercó a él con delicadeza, colocando una mano sobre su brazo.
⸻Aemond... ⸻Comenzó suavemente⸻Sé cómo te sientes. Pero no debes dejar que sus palabras te afecten tanto.
Aemond la miró con sus ojos oscuros, llenos de una mezcla de molestia y gratitud por su preocupación.
⸻Daella, no entiendes. No necesito tu lástima ni los juegos infantiles de Aegon. Soy capaz de cuidar de mí mismo.
Ella asintió con comprensión. Conocía la fortaleza y el orgullo de su hermano mayor.
⸻Lo sé, Aemond. Pero a veces todos necesitamos un poco de apoyo. No se trata de lástima, se trata de estar juntos como familia.
Aemond pareció considerarlo por un momento, antes de apartarse levemente y volver la vista hacia la fosa donde descansaban los dragones.
Estaba acostumbrado a ser la burla por el hecho de no tener un dragon, incluso el optimismo de Daella le llegaba a resultar irritante, solo por cegarse de las mismas burlas en el que ella era motivo. Aegon se había encargado de recordarle como su hermana menor fue bendecida con un dragón, y el aún no.
⸻Lykiri, qoy ragōn ñuha.
﹙Calma, tengo una idea.﹚
La fluidez con que aquellas palabras salieron de la boca de su pequeña hermana hizo eco en Aemond de una manera peculiar. Su tono usualmente dulce y gentil ahora llevaba consigo una firmeza que resonó profundamente en él. Por un instante, sintió un destello de admiración por la audacia de Daella y una gratitud inexplicable por tenerla a su lado.
La mirada del príncipe se desvió hacia el perfil de la princesa, observando cómo la poca luz del lugar del iluminaba su rostro sereno y determinado. En ese momento, algo cambió sutilmente en él. Sin darse cuenta completamente, comenzó a ver a Daella no solo como su hermana menor, sino como una mujer joven y valiente que podía desafiar las normas con delicadeza y resolución.
Un sentimiento nuevo y desconocido comenzó a brotar en el corazón de Aemond, algo que nunca había experimentado antes. Era una mezcla de admiración fraternal y un cálido reconocimiento de su conexión única con Daella. Era un sentimiento complicado y delicado, uno que no podía ni quería identificar de inmediato.
⸻¿Valyrio?⸻Preguntó Aemond, arqueando una ceja, recibiendo un asentimiento por parte de su hermana, al igual que un movimiento de cabeza para que lo siguiera.
Este tomo paso detrás de ella sin saber muy bien qué era lo que tenía en mente, pero al ver en cómo bajaba hacia la fosa, habló nuevamente para detenerla.
⸻No deberíamos, las reglas son claras.
⸻¿Me dirás que no tienes ganas de estar aún más cerca de un dragón?
Aemond frunció el ceño.⸻Daella, es peligroso acercarse a los dragones sin supervisión. No sabemos cómo podrían reaccionar.
Daella tomó una respiración profunda, decidida.⸻No nos acercaremos a cualquier dragón, iremos con mi dragon.
Aemond la miró con sorpresa, quizás no acostumbrado a ver tanta determinación en su hermana menor.
⸻¿Cómo estás tan segura de que no nos atacara?
⸻Por qué visito a WhiteFyre todos los días de mi vida, Aemond.
El mayor se guardo sus preguntas, pero en una escases de segundos, juntó la información en su mente, ahora teniendo sentido las desapariciones de su hermana, solo tomadas en cuenta por el don que el mismo Aemond tenía sobre observar todo en silencio.
Caminaron hacia la fosa, evitando los lugares más concurridos donde podrían ser vistos por los demás dragones. La tarde se tornaba más fresca mientras se acercaban al pozo donde descansaba WhiteFyre. Sus escamas plateadas brillaban como siempre con la luz del sol que se filtraba entre las sombras del pozo. Aemond observó con cautela, sintiendo la presencia imponente de la criatura acompañante de su hermana.
Daella sonrió ampliamente cuando la figura de su dragón fue visible para ella. Este mismo levantó la cabeza al acercarse, observándolos con ojos inteligentes y curiosos.
⸻Es hermoso, ¿Verdad?⸻ Susurró Daella, sintiendo la emoción y el orgullo por su dragón.
Aemond asintió lentamente, sus preocupaciones momentáneamente olvidadas mientras contemplaba la majestuosidad del dragón blanco, pero aún manteniendo distancia para no alterarlo.
Daella se acerco a su dragon, obligando sl tiempo a que se queden un momento más, absorbidos por la serenidad del lugar y la presencia tranquilizadora de la criatura. Daella miró a su hermano con una sonrisa suave, extendió su mano, invitándolo a que se presentará.
⸻No creo que sea buena idea.
⸻Vamos, es tranquilo y amistoso.
⸻¿Acaso algún dragón lo es?
La más pequeña soltó una risueña risa por la obviedad en las palabras de Aemond, continuó con sus caricias en el cuello de la criatura, y le susurró algunas palabras que no fueron auditivas para su hermano, pero este se acercó con cautela una vez que su hermana le indicó con una leve inclinación de cabeza, para que vaya a su lado.
Aegon Targaryen, en la oscuridad de la fosa, fue animado por su hermana para posicionarse al lado del dragón blanco, quien al principio, sus sonidos típicos asustaron a ambos, pero bajo el control de Daella, bastaron solo unos segundos más para que su hermano se anime a posicionar su mano en las escamas del dragón, acariciándole al compás Daella Targaryen.
⸻Kirimvose, Daella.
﹙Gracias, Daella.﹚
Aquel día de su niñez, fue un día guardado en las memorias de los hermanos Targaryen, siendo motivo de futuros conflictos por sus futuros actos.
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