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㇏ el expreso y relatos del verano.







—Papá, ya te lo he dicho... Cuidaré de ella, ¿puedes confiar en mí, por favor? —repito, por millonésima vez en el día, tratando de calmarlo.

Mi padre, Rick Grey, parece dudar de mi propia responsabilidad con mi hermana pequeña. Ella va a entrar por primera vez al curso de primero, en la Escuela de Magia y Hechicería: Hogwarts. Apenas tiene once años, pero parece conocer más de todo ese mundo que yo a su edad.

—Todo va a ir bien, papá. Hogwarts es la escuela más segura del mundo —añade mi hermana, corregida por mi padre de inmediato.

Coloca ambos brazos en jarras y nos mira, escéptica.

—¿Tan segura que no han podido evitar ataques en la escuela durante dos años consecutivos relacionados por ese chico, Harry Potter, de tu curso? —Ahí me había pillado.

Un chico de mi curso, de mi edad, era el que había hecho que cambiasen las cosas en la escuela. Llegamos al mismo tiempo, claro, y aunque no había podido entablar algún tipo de amistad con él o con sus amigos, más que algo seco y superficial, se olía a leguas que los problemas lo perseguían a leguas.

—Tienes razón, pero mientras nos mantengamos lejos de él, todo irá bien —aseguro a mi padre, quién solo se rinde cuándo los alumnos de la escuela ya comienzan a entrar a los vagones del expreso.

Es un tren de vapor de color rojo y el único camino que conozco que nos lleve a Hogwarts.

King's Cross, la abarrotada estación de tren está apiñada por un montón de magos y brujas estudiantiles que hablan de lo que les espera este nuevo año. El Andén 9 y 3/4, el cual sólo se puede atravesar con magia y creyendo, ahora admite a los últimos que corren agotados hacia nuestro lado.

Mientras mi hermana tiraba de su carrito ligero con los libros de su curso y con su pequeña lechuza, Dama, supe que su emoción era igual de equivalente que la mía en mi primer curso. Hace dos años atrás, y en los que tuve la oportunidad de encontrar a mi propio grupo.

Uno de mis amigos, Draco Malfoy e hijo de una de las familias más acomodadas en el mundo de la magia ya entraba con sus maletas al interior del tren. No se me pasa desapercibida la señal que me da para que ahora nos veamos, y atiendo a mi padre que me asusta al acariciarme esa maldita marca de mi mejilla.

Una de las razones por las que, al igual que Harry Potter, también era comidilla de todo el mundo mágico; a pesar de mis deseos, en realidad.

—Ten cuidado este año también, Newton y recuerda, no te acerques a ese chico, Harry. ¿Me harás el favor de portarte bien? —Asiento a sus palabras, como siempre.

Pero una mano en mi cabello me hace levantar la mirada y me encuentro con los ojos oscuros de mi padre, con sus gruesas ojeras moradas bajo los ojos y su cabello rubio, antes brillante, ahora flácido y algo esponjoso. Todo por la pérdida de mi madre, ya que como mala historia, yo también la perdí cuando era pequeño, a los dos años y, cuándo mi hermana apenas había nacido.

Se la arrebaté, a nuestra familia, y todo por protegerme.

Mi padre, por supuesto, siguió en su trabajo de Auror en el Ministerio de Magia... pero desde que ella se fue, recuerdo que muy pocas veces he visto sonreír a nuestro padres. Y aunque muchas veces sé también que Harry ha intentado llevarse bien conmigo por tener pasados parecidos, Malfoy nunca lo ha dejado.

Y tampoco mis amigos.

—Si, padre.

Después de eso, tiro de mi carrito, de mi propia lechuza negra y a la que he llamado "Gilbert", mientras sigo por detrás a mi hermana. Ella no deja de parlotear, sobre su bienvenida a la escuela, sobre donde sería seleccionada y me dejo guiar por su emoción; ya que esta es una experiencia que no se vive dos veces.

Pasamos por varios compartimentos llenos de gente, hasta encontrar uno solo a mitad del tren vacío y para nosotros. Por supuesto que sé que mis amigos me buscaran por todos lados, hasta encontrarme y entrar a mi mismo vagón, pero mientras acomodo mis maletas en la rejilla portaequipajes con nuestras lechuzas, le digo a mi hermana que ya vuelvo.

—¿Vas a ver a Malfoy? Yo también quiero verlo —pero la detengo en seco.

—Lo sé, pero esto comenzará a moverse y necesito que te quedes aquí antes de que a alguien se le ocurra ocupar nuestro sitio, o quitarnos algunas cosas. —Mi hermana acepta al final, aunque algo enfurruñada.

Queda observando las afueras del tren, donde algunos hijos o hijas siguen despidiéndose de sus padres y aprovecho para salir. Adelanto a algunos jóvenes, otros mayores, que murmuran sobre mí y mi estúpida cicatriz, hasta encontrar lo que busco: a Malfoy, quien está al parecer buscando a su grupo de amigos propio.

Mientras me acerco, me doy cuenta de que a pesar de tener ambos trece años, sigo siendo algo más alto. Unos centímetros que siempre me sacan una sonrisa al verle.

Somos amigos desde pequeños, mejor amigos, aunque en realidad tengo dos pero ese es otro tema; nuestras familias son acomodadas, la suya más, claro, pero por suerte nuestros padres tienen una fuerte amistad. Ambos somos familias de sangre pura, descendientes de brujos y magas. Y aunque soy consciente de las viejas andadas de su padre, Lucius, como mi padre, todo eso forma parte del pasado y disfruto cada mes de verano que pasamos juntos.

Draco quiere también mucho a mi hermana y aunque, ciertamente, a ojos de otros mi amigo se porta algo diferente, nuestro cariño por el otro sigue siendo el mismo.

—¡Draconiano, por fin te encuentro! —digo por todo lo alto, obligándolo a alzar la mirada y segundos más tarde saltamos en un abrazo.

Su cabello platinado me hace cosquillas en las mejillas y mientras tomamos algo de distancia, lo veo fruncir el ceño y los labios, casi con burla.

—Ese apodo es culpa de Minho, ¿verdad? Me la tiene jurada desde que se dio cuenta de que nos conocíamos de antes —añade él, apartando de un golpe a varias personas que se nos cruzan por los pasillos.

Yo les pido disculpas rápidamente, antes de voltear los ojos.

—Sabes que te quiere en el fondo, como yo. —Él se ríe y mientras nos detenemos al que creo que es su vagón, sigo preguntándome porqué motivo nunca se asustó como muchos otros al ver mi marca.

Esa cicatriz en mi mejilla con forma de grieta, la que odio cada vez que me miro al espejo.

—¿De verdad no quieres llegar conmigo a la escuela? Quiero decir, ya van dos años y me sigues rechazando..., incluso podrías invitar al resto de tus amigos... —Por primera vez desde que nos vimos en el verano, lo veo mover sus ojos con nervios e inquietud.

Por lo que coloco una mano en su brazo, calmándolo al instante y recordándole lo obvio.

—No cabremos todos. Hagamos una cosa, tengo que estar con Lizzy hoy, pero si todo va bien... El año que viene estaré contigo, ¿está bien? —La duda desaparecer de su mirada.

—¡Eso es una promesa, Grey! —Me golpea en un brazo y entre risas, me devuelvo a mi cabina.

Me gusta pasar tiempo a su lado, sobre todo porque es una de las pocas personas que realmente me entiende, que no me presiona y... no me arrepiento de hacer oídos sordos a todo lo que cuentan de él. Si bien soy consciente de que no soy un santo, al menos, mis palabras logran entrar en su mollera.

Algunas veces.

—¡Vaya, pero si es el hijo prometido! —Y vuelvo a voltear los ojos, aunque esta vez por la broma de mi otro mejor amigo, Minho Khan.

Dentro del patíbulo de mi hermana, ya están todos mis amigos que la rodean y la tratan de hacer sentir cómoda. De disipar todos sus nervios.

Están separados, las chicas en un lado y los chicos en el otro, claramente esto último siendo mayorías. Hablan a voces y mientras escucho su ruido y me dejo imbuir por el y por la sonrisa cómoda de ardilla de mi hermana, detallo a cada uno de ellos.

Las chicas por un lado, más apiñadas y misteriosas como siempre; por un lado, tenemos a Heather Jackson quien también viene de familia pura. Tiene un rostro afilado aunque con matices infantiles todavía. Ojos rasgados y azules, casi grises y una mata de cabello negra. Es la más atrevida del grupo en general; en cambio, Brenda Brown, aunque también descendiente de una familia pura, perdió a su madre y a su hermano pequeño en la Guerra contra El-que-no-debe-ser-nombrado. El brujo más malo de todos, aunque ahora muerto y por Harry Potter.

A quien me ha parecido ver en el tren, de refilón.

Me siento junto a ellas, siendo turno de esquivar un pincel de mi amigo Minho, quien tiene padres mágicos y pertenecientes a la liga más famosa de Quidditch, el juego más famoso del mundo mágico. Él también juega en la escuela. Tiene rasgos asiáticos y un cabello ceniza.

—Oh, cállate, Min —le digo, dándole una patada en la pantorrilla.

Mientras este se ríe, veo a Ethan Blake y a Viktor Talhis, que si bien se parecen por sus teces algo bronceadas con aspecto pálido y cabellos oscuros, son muy diferentes. Ethan proviene de una familia adinerada y también pura, como Viktor, pero lo que les diferencia es su constitución.

A pesar de tener trece, Ethan ya está ganando músculo y Viktor, en cambio, es algo más retraído y reservado. Escuálido, por decir menos.

—¿Qué tal este verano? —me pregunta Galliard Wood, el último de nuestro grupo.

Es un chico un poco más alto que yo, ama el Quidditch y a pesar de pertenecer a una familia mestiza —un padre mago y una madre humana, o muggle como les decimos aquí— siempre he intentado que nunca haya sentido rechazo en nuestro grupo por las diferencias de sangre.

Por suerte y a pesar de que he visto muchas veces a Draco meterse con personas por tener sangre mestiza, quizás porque en parte Gally le asusta, o pertenece a mi grupo de amistad, nunca le ha dicho nada. Tampoco se lo permitiría.

Intento cambiar esos rasgos de él, poco a poco.

Y aunque sí, no todos pertenezcamos a la misma Casa —como grupo al que se te asigna al comienzo del primer año— y hagamos un grupo de lo más pintoresco, nadie es capaz de separarnos. La distintividad de cada uno, en mi opinión, es lo que hace más interesante este intercambio de años.

Además, todos ellos me recibieron sin problema al comienzo del curso y sin preguntarme o interesarse por mi cicatriz.

—¿Newt? —Trata de hacerme volver Viktor, acomodando uno de sus rizos.

Suspiro entonces, retomando el hilo de la conversación mientras Heather me pasa un brazo por los hombros y vemos que el tren comienza a moverse. El vapor comienza a extenderse y las despedidas suenan mucho más lejanas.

—Ya sabéis, con Draco y tratando de sobrevivir a estos dos que solo me visitan para que me ejercite. —Y con eso me refiero a Heather y a Ethan, a quienes señalo, con cansancio.

Ambos tienen padres Aurores como el mío, pero sus familias reparten otra parcialidad en el Ministerio y no es otra más que Defensas Personales, una idea escogida del mundo muggle, pero que implementa el uso de armas y entrenamiento cuerpo a cuerpo.

—¡Es que es vital, Newt! —señala Heather, atándose una coleta mientras Lizzy la mira con adoración—. ¿Y si nos quitan las varitas de mayores? Quiero ser como mi madre, que sabe vapulear a cualquier persona que le ponga el dedo encima sin uso de la magia.

Muchas veces la he visto tumbar a mi padre, a su madre, con un simple movimiento de cadera, así que lo sé de buena mano. Ambos puestos de sus familias fueron admitidos hace años en el mundo de la magia, y si bien aún quedan muchos que quieran aprender, no voy a negar la idea de que me llama. En el verano, vi utilizar a Heather una daga de forma que sólo podría imaginar.

—Bueno, si este año pasa sin problemas..., acepto una primera clase. —Ethan vitorea, me golpea Heather y entonces Minho se apunta.

Gally también lo hace y Viktor dice que irá solo a mirar.

Todos nos reímos y mientras Brenda habla de su verano con su padre, y de la visita que le hizo Gally para hacer fuegos artificiales, el camino a Hogwarts avanza hacia el norte sin detenerse.

𖥻⏱️ ELSYY AL HABLA (!)
muchas gracias por su apoyo.

omggg emocionada por subir esto y que ganas de ver todo lo que opinan. ya estoy amando esta historia y cada cosa que me propongo. ¿si va a ser larga? probablemente, pero vamos a amar.

nos vemos pronto, magos.

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