
𝟬𝟮𝟮 ✧┆ meet again
٭ chapter twenty two ٭
✩*⢄⢁ ❝Reunirse de nuevo❞ ⡈⡠*✩
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Las diminutas olas se desvanecían en la arena cada vez que el mar llegaba a la punta de las botas de Killian. Levantó la mirada, observando el lejano horizonte que daba la vista a un par de pequeñas islas fronterizas de Auradon.
Un escalofrío recorrió su espalda baja y desvió la mirada, volviendola a sus pasos que comenzaban a borrarse cuando el mar arrastraba la arena. A la distancia, divisó un par de troncos encallados y cubiertos de algas y basura.
Tomó asiento en uno de ellos, mientras observó el agua agitarse con tranquilidad. Las gaviotas revolotearon cerca del límite de la barrera, conociendo ya el punto límite que no les permitía salir al exterior con el resto de sus amigas.
Por muchos años envidió a esas criaturas que veía a través del telescopio de su padre que nadaban libres del otro lado de la barrera. También envidiaba a las personas que tenían la magia para ingresar y dejar su basura como si fueran un simple vertedero de deshechos malolientes.
Y cuando por fin dejó la Isla atrás tras la proclama de Ben, pensó que mucha gente sentiría envidia de ellos.
Y por un tiempo, disfrutó esa sensación.
Pero, la realidad era muy diferente. Porque sí había estado siendo egoísta.
Porque mientras ella era feliz en un mundo donde todo era posible, los isleños se pudrían en el bajo mundo, envidiando algo que ellos jamás podrían tener. Y cada idea de venganza era tentadora para jóvenes mentes corrompidas que siempre vivieron con ideologías distintas al resto.
Harry, Uma, Morgan, Oryn, Killian... Cada uno de ellos sufrieron en carne propia lo que implicaba sobrevivir en la Isla y cuidar de los más pequeños para evitar así que vivieran el mismo sufrimiento. Pero cuando esta última los dejó y después de meses decidió regresar como si nada, cayó como un horrible sabor de boca y una cruel broma que ninguno se tomaría para la gracia.
Bueno, al menos los primeros dos, porque aún quedaban personas que no tenían conocimiento alguno del regreso de la pirata.
Cada uno había creado su propia reputación. El respeto marcado en cada esquina y callejón oscuro de la Isla, disfrutando del terror en cada uno de los rostros de personas destinadas a crear discordia entre los villanos. A pesar de haber salido de "cuentos de hadas", la triste realidad de ellos, era que jamás conseguirían el dichoso: «felices por siempre».
Habían sido marcados desde antes de nacer con una etiqueta oscura en sus corazones y razones obvias para destruir lo moralmente correcto. Algunos de ellos con más odio en su interior que otros, como lo era en el caso de Félix.
Quien, a pesar de ser tan solo un niño en tiempos pasados, se dejó consumir por la ira, la cólera, el enojo y cualquier otra definición meramente parecida, y atacó cada frágil sentimiento de vulnerabilidad sin importar lastimar a otros con total de calmar las turbulencias en su cabeza.
Cada villanos estaba dañado física, emocional y mentalmente.
Y con el tiempo, cada uno de ellos cometió actos atroces que no eran para nada bien visto en personas bondadosas como lo eran Ben, Raizel, Finn, Peter...
Ellos habían crecido bajo cuentos dulces y seguridad garantizada. Mientras que los villanos, crecieron bajo gritos desesperados y angustia por no saber si serían capaces de sobrevivir la siguiente noche.
Si tenía que ser dura con ella misma, Killian lo haría. Regresó por una razón y eso era volver a reencontrarse con su versión anterior a Auradon. Anterior a las sonrisas fingidas y las historias repetidas.
Dejó el tronco mohoso atrás y tocó el agua con la punta de sus dedos. Estaba fría. Secó su mano, salpicando un poco de gotas que se volvieron a fusionar con el mar. Solo que las olas volvieron a agitarse con velocidad y Killian distinguió una cola elevarse por sobre la superficie del agua.
Se arrodilló frente al mar, pero sin que sus rodillas tocarán el agua y llamó con suaves movimientos al cocodrilo.
El reptil dejó su cuerpo a la exposición cuando llegó hasta la orilla y saludó a la pirata con un movimiento de cabeza.
—Imagino que no te comiste a nadie, ¿Verdad? —Crockie negó —Muy bien. Este lugar es muy diferente a Auradon, amigo. Tenemos que tener mucho cuidado con lo que hacemos, porque sino ambos terminaremos en el fondo del océano. Bueno, yo en el fondo del océano y tú en una barbacoa.
El cocodrilo la observó con ojos asustados y pareció encogerse en el agua. Killia soltó una risa que podía escucharse a una distancia prudente.
—Solo bromeo, amigo. O eso creo...
Crockie salió del agua y rodeó a la pirata con su cuerpo mientras su cola se agitó con leves movimientos que para personas externas, parecían amenazantes.
Killian se puso de pie nuevamente y se cruzó de brazos, apoyando todo su peso en una de sus piernas. Observó al reptil con una ceja alzada y una sonrisa de labios cerrados.
—Oha, ¿Qué haces? ¿Acaso me estás amenazando, pequeña criatura escamosa?
Con la cola, Crockie empujó a Killian, haciendo que ella cayera sobre la arena, pero sin hacerse daño. El reptil gruñó hacia la pirata y abrió su boca, lista para atacarla.
—¡Lia, cuidado!
Una voz lejana llegó como una advertencia a los oídos de la pirata y antes de poder mirar para atrás y ver de dónde venía la persona, sintió un jalón en su brazo que la obligó a retroceder y a arrastrarse por la arena, debido a que aún seguía en el suelo.
El cuerpo definido de su hermano se colocó delante de ella, protegiendola de cualquier amenaza. Killian se puso de pie con rapidez.
Harry desenfundó su espada y dirigió la punta de la hoja al reptil que estaba a punto de comerse a su hermana. Crockie, como método de defensa, gruñó hacia el pirata y retrocedió un par de pasos, evitando así, el arma.
—¿Estás bien? ¿Te hizo algo? ¿Estás herida? —Preguntó mirándola de reojo.
—No, yo...
—De acuerdo, ahora corre. Yo me encargaré de esto.
Harry empujó a Killian con suavidad, para que entendiera que debía correr lejos de la costa. Pero Lia rodó los ojos.
Con determinación, la pirata también desenfundó su espada y golpeó la de su hermano. La enredó con la de ella y con un deslizamiento que provocó un chillido metálico entre ambas espadas, Killian desarmó a su hermano.
La espada de Harry voló por el aire y pocos segundos después, se incrustó en la arena, a los pies de Lia.
—¿¡Qué estás haciendo!? —Soltó con indignación y terror por la criatura detrás de su hermana que parecía querer comersela.
—No te dejaré lastimarlo. —Siguió amenazando al pirata.
—¡Lia, es un cocodrilo! —Exclamó.
—¡Ya sé! —Aclaró en su mismo tono de voz elevado. Inspiró profundo y guardó la espada nuevamente en su funda. —Pero es mi cocodrilo. —Remarcó.
Harry frunció el ceño, confundido. —¿Tu... tu cocodrilo?
—Sí... —Se movió hacia un costado —Harry, él es Crockie. Crockie... Este tarado que te amenazó, es mi hermano.
El reptil volvió a gruñirle al pirata e hizo un par de pasos hacia atrás. Giró levemente la cabeza, observando a Killian. Ella hizo una señal con su mano y Crockie dejó de estar alerta. Aun así, rodeó con la cola a la pirata, como una forma de protección.
—Él está... ¿Protegiendote? —Harry alejó la mirada del cocodrilo y observó a su hermana, sorprendido.
Killian dirigió una corta mirada al cocodrilo y luego a Harry.
—Algo así...
—Pero si quiso comerte.
—No, es... Es un juego que tenemos. ¿Verdad, amigo? —El reptil asintió. —También lo ayuda a ser más independiente y no depender tanto de mí para la comida. Así aprende a cómo acorralar a sus presas.
—Espera un minuto... —Harry se acercó un poco al reptil y lo observó detenidamente. Ciertos rasgos del animal le parecieron familiar. —¿Acaso es esa pequeña lagartija que tenías en tu hombro el día de la coronación?
—El mismo. —Se colocó de cuclillas para acariciar el escamoso lomo del reptil —Sólo que no le gusta que le digan lagartija... Él no es como los otros cocodrilos de su especie. Es... Especial. Su madre lo dejó olvidado a los pies de un árbol o talvez una tormenta lo arrastró hasta ahí, pero el destino lo puso en mi camino ese día y ahora no se aleja de mí.
Harry se arrodilló a la par de su hermana y detalló cada mueca en su rostro. Jamás la había visto tan cautivada por un animal desde que su pequeña anguila, Jessabelle, fue cruelmente asesinada por un buitre.
Desde ese día, la pequeña Killian de ocho años declaró que jamás volvería a tener una mascota.
Y desde que Harry la vio en televisión con una pequeña lagartija en su hombro aquel día de la coronación, fue el momento donde se dio cuenta de lo poco que conocía a su hermana a pesar de convivir con ella durante dieciséis años.
Aquel día que la vio a través de la pantalla, se dio cuenta de lo mucho que le gustaba a su hermana estar perfecta. Detalló cada fragmento de ella; sus ojos grises delineados con tinte negro que alargó su mirada volviendola más densa como si el reflejo de la luna bajo un cielo nocturno estuviera dentro de sus ojos. Los anillos en cada uno de sus dedos, perfectamente cuidados y delicados sin siquiera pensar que albergaban una dolorosa historia detrás. Y su cabello... Antes lleno de vida y color. Siendo diferente al resto por sus hermosas mechas rojas que él mismo le ayudó a teñir por primera vez, ahora estaba apagado. De un negro homogéneo, pero con un brillo artificial por los productos de Lady Tremaine.
Instantáneamente, la conversación previa llegó a su memoria. Killian no estaba bien. Aparentaba estarlo. Pero si había algo de su hermana que recordaba, era que siempre fingía una sonrisa aunque su cuerpo, mente y corazón estuvieran hechos trizas.
Cuando Killian dejó Auradon para una mejor oportunidad de vida, Harry sintió su corazón herido. Se había acostumbrado tanto a tenerla con él, a que siempre le reprochara algo sobre su egoismo y dejarla ser siempre la sombra de alguien, que una vez que se fue, comprendió que la había perdido.
Porque ahora ella era la protagonista de su propia historia. Sin hermanos ni padres sobreprotectores.
Killian no viajó a Auradon solo para cumplir la orden de cuatro villanos cegados por la idea de una venganza, sino que recordó que su padre le explicó que dejó que se fuera porque quería una vida diferente para su hija. Una vida donde pudiera olvidar todo el dolor que la Isla de los Perdidos le causó durante mucho tiempo. Un dolor que se había apegado a ella con crueles recuerdos y heridas profundas que jamás sanarían.
Y si todo resultaba bien con ella, si Killian era feliz como su padre siempre quiso, entonces solo así le pediría permiso al rey para poder llevarlo también a él.
Pero, pocos días después de la coronación, cuando la noticia de Killian y Peter se hizo novedad en todo Auradon y en la Isla, algo detonó el cambio de actitud en el Capitán. Y Harry era el único ahí como testigo de sus largas noches de insomnio.
Talvez sí la culpó a ella al principio.
Talvez sí dejó de verla como su responsabilidad.
Pero jamás podía obviar el hecho de que era su hermana. La persona que irritó cada uno de sus días durante dieciséis años, pero que amaba más que a nadie en esa asquerosa isla.
—Me hubiera encantando ver tu rostro el día que este pequeño grandulón —Con cuidado, Harry tocó la escamosa cabeza de Crockie —, salió del cascarón.
—Me quedé paralizada, llena de miedo, sin poder moverme —Recordó —. Talvez eso te ayude a imaginar algo de ese día.
El ambiente quedó en silencio un largo minuto. Lo único que se escuchaba era el océano detrás de ellos y el graznido de las gaviotas sobre la costa. Killian seguía con su corazón herido, pero le encantó disfrutar aquel momento con su hermano.
Era todo lo que necesitaba ahora. Solo un momento de paz.
—Oye, Killian, yo...
—No, Harry —Interrumpió —. No digas que te arrepientes de todo lo que dijiste en el restaurante de Uma, porque tú y yo sabemos exactamente que eso no es verdad.
La pirata se incorporó nuevamente. Harry hizo lo mismo, quitándose el sombrero pirata y pasando una mano por su enredado cabello negro.
Crockie observó a ambos hermanos y sintió una vibra extraña recorrerle sus escamas. Cambió su mirada a la pelinegra y ésta señaló el océano con su dedo, pidiéndole un momento a solas. El reptil obedeció sin reproche.
—Lo siento... —Pronunció el pelinegro. —Lamento haberte hecho sentir de esa manera. Y sí, puede ser que algo de lo que dije allá sea verdad, pero no todo era cierto.
—¿Cómo qué? —Se cruzó de brazos —Porque sentí tu ira brotar de las palabras.
—Por eso. Eran cosas que dije por estar enojado, no porque sintiera eso.
—Por favor, Harry, «Fuiste una egoísta al solo preocuparte por ti y dejar atrás a tu verdadera familia» —Pronunció imitando su voz —. Eso no algo que dices sin pensar. Eso es algo que tenías muy en claro y que te morías por decirme.
—Entiendeme, Lia, estaba herido —Intentó acercarse a ella, pero Killian retrocedió un paso —. La última vez que te vi fue el día que dejaste Auradon. Luego de eso me conformé con verte a través de la televisión en una entrevista que te hicieron. Esperé recibir una carta, una botella, un recuerdito de la coronación... Algo, Lia, pero nada llegó.
—Yo escribí —Elevó los hombros —. Escribí cartas dirigidas especialmente a ustedes. A ti, a papá... A Morgan... Pero jamás recibí contestación. Así que solo dejé de intentar.
—O se perdieron o alguien no quería que recibieramos esas cartas, porque nunca llegaron, Lia.
Killian frunció el ceño y dejó caer ambas manos a los costados. Pensó en la posibilidad de que las cartas se hubieran perdido en el trayecto a la Isla, ya que el correo no era muy común ahí. Y por mucho tiempo creyó que sí habían llegado, pero que ellos no querían responder a sus tontos lamentos... Pero ahora que Harry mencionó el hecho de que alguien pudo haber interceptado las cartas, sus sospechas solo podían ir hacia una persona.
La persona que siempre fue una maldita piedra en su bota y que en cada oportunidad que tenía, buscaba la manera de hacer la vida de Killian más miserable de lo que ya era.
—Hay una sola persona capaz de hacer eso. Tú y yo la conocemos muy bien.
Harry no captó a la primera las palabras de su hermana, pero al verla sujetar la empuñadura de la espada con más fuerza, entendió que solo él era capaz de generarle tal odio.
—Félix.
Killian asintió —Lo hizo por una razón. Quería que volviera a la Isla. Sabía que no me quedaría tranquila sin saber nada sobre ustedes. —Caminó de un lugar a otro, en círculos. —Seguro que disfrutó mi ausencia, pero ya no más. Mi hermoso rostro volverá a atormentarlo.
La pirata comenzó a alejarse de la costa dispuesta a ir y enfrentar al chico. Pero más en busca de respuestas. Porque si Félix interceptó sus cartas era para que ella volviera, pero... ¿Para qué? Era la verdadera pregunta que Killian se hacía.
—Ah, Lia...
Detuvo su caminata y giró sobre sí misma para mirar a Harry.
—¿Qué?
—¿Te olvidas que alguien más vino contigo? —Señaló hacia el océano donde Crockie elevó su cabeza.
—Por el mar, tienes razón... —Lia se acercó al reptil y este se acercó a ella —Escucha, amigo... Tengo que irme. Pero las reglas son las mismas: no dejes que nadie te vea ni tampoco te comas a nadie. ¿Sí? —Harry miró entre asustado y asombrado a su hermana. —Este será nuestro punto de reunión ya que no muchos bajan a esta parte de la costa. Cuando escuches mi voz, solo así te apareces. De lo contrario, no quiero que salgas del agua. ¿Entendido?
El cocodrilo salpicó un poco de agua hacia la pirata. Ella levantó el pulgar y el cocodrilo volvió a sumergirse en las profundidades del océano.
—Todavía me parece absurdamente sorprendente que seas amiga de un cocodrilo. —Ambos comenzaron a caminar dirección al muelle. —¿Cómo haces para que comprenda todo lo que dices?
—Si te soy sincera, no lo sé... Creo que al pasar tanto tiempo con humanos, de alguna manera logró adaptarse a nosotros. —Alzó los hombros. —Aunque eso no quita el hecho de que a veces se quiera comer a los humanos. En especial a los que no le caen bien.
—Entonces, ¿Yo le caí bien?
—Meh —Indicó con su mano —. No te devoró porque se lo pedí. —Harry tragó saliva con dificultad y Killian soltó una risa burlesca. —Tranquilo, hermano. No te comerá... Le provocarás indigestión.
Harry golpeó con su hombro su brazo en forma amistosa. Una leve sonrisa salió del rostro de ambos.
—¿Qué sabes sobre Félix? —Killian volvió al asunto importante —¿Qué ha estado haciendo?
—No lo sé... Morgan y Oryn se encargaban de él en tu ausencia.
—¿Morgan y Oryn?
Asintió —Morgan mantenía la esperanza de que algún día volverías, así que se quedó a cargo de tu territorio para que él no lo tomara —Aclaró mientras que Lia tensó la mandíbula de tan solo pensar en él —. Sé que Oryn lo mantenía vigilado desde el otro lado de la Isla, porque sabes que Morgan no suele dejar el muelle.
—Morgan es ermitaño desde que tengo memoria. Entiendo que no quiera dejar su hogar. —Pateó una piedrita en su camino —¿Cómo ha estado él?
—¿Anímicamente? —La miró de reojo —Para la mie-
—Ya. —Detuvo. —Lo dejaste claro.
—Querías sinceridad, ¿O no? —Alzó los hombros. —Aunque se mantuvo entretenido alejando a Félix del muelle. Antes de que vinieras, él y Oryn estaban planeando una movida para que no tomara tu territorio.
Killian rodó los ojos —Es una molesta piedra en la bota, por todos los cocodrilos... ¿Qué tanto quiere de mí?
Harry elevó una ceja. Killian se burlaba de él porque pensaba que toda la Isla giraba a su alrededor, y ahora los pensamientos de Lia eran exactamente iguales.
Soltó una leve risa que ocultó con una tos. La pirata lo miró de costado con el ceño fruncido.
—¿De qué te ríes? —Preguntó subiendo los escalones de madera que crujieron bajo sus pies.
—Oh, de nada. Solo que... —Relamió sus labios —Me alegra tenerte aquí otra vez, hermanita.
Killian tomó una gran bocanada de aire y asintió con una sonrisa. Antes de continuar con el camino que la llevaría hasta el barco, sintió un tirón de su brazo, para después ser envuelta por los fortachones brazos de Harry.
El pirata abrazó a su hermana, envolviendola por completo con su cuerpo. Lia permaneció quieta un largo minuto, hasta que por fin reaccionó y correspondió al abrazo de Harry con la misma familiaridad que tanto caracterizaba a los hermanos Hook.
Harry apoyó su mentón sobre la cabeza de Killian, debido a la pequeña estatura de la menor. Pasó su mano por su cabello negro, dándole leves caricias. Lia sintió un horrible nudo en su garganta y sollozó entre los brazos de su hermano.
Lo había extrañado demasiado.
Antes de separarse, el pirata dejó un beso sobre su frente y levantó con ambas manos el rostro de la menor. La mirada grisácea y llorosa de Killian impactó con sus oscuros ojos azules y le regaló una leve sonrisa de labios cerrados.
—Todo va a estar bien, ¿Sí? —Ella no respondió —Nos costará sanar, pero como te dije antes... Eres mi hermana y nada cambiará eso.
—Lo lamento... —Bajó la mirada. —Por todo.
—Lo sé.
Killian se aferró otro poco más al torso de su hermano antes de entrar nuevamente en la realidad.
Una realidad donde tendría que enfrentarse de una buena vez al peligroso y últimamente, inestable Capitán Garfio.
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Ambos retomaron el camino después de un par de minutos, ya que la pirata no quería deshacer el abrazo. Harry cruzó uno de sus brazos por sobre los hombros de ella y caminaron dirección al barco pirata que Lia tenía tanta fobia de volver a pisar.
Antes de subir la escalera algo destartalada que los llevaría a la cubierta del Jolly Roger, Killian detuvo su caminar abruptamente. Harry se percató de eso después de un rato. Al no sentir la presencia de su hermana a su lado, giró sobre sus talones y la encontró jugueteando con el anillo en su mano izquierda.
—¿Qué crees que pasará ahora? —Preguntó sin quitar la mirada del barco. —No sé si estoy lista para esto...
El pelinegro estiró su mano. Lia intercaló miradas entre la mano y la mirada de Harry. Con su corazón latiendo a mil por hora y su respiración descontrolada por los nervios, entrelazó su mano con la de él.
Harry guió a la pirata con pasos lentos, pero certeros hasta la cubierta del barco. Sintió como ella apretó su mano cuando estuvieron sobre la brillante cubierta pulida.
A ojos de Killian, todo seguía exactamente como lo recordaba: los barriles de ron acumulados en un rincón, las velas izadas que flameaban debido a la brisa y la tripulación del Capitán sumidos en sus tareas de descarga y limpieza.
Y a lo lejos, lo vio. Al Capitán Garfio. Con su figura imponente y voz rasposa que daba órdenes a los piratas vagos.
Apretó un poco más la mano de Harry y este hizo una pequeña mueca por el dolor de la presión entre sus anillos y los de Killian. Pero sabía que era un momento difícil para su hermana, así que toleró el leve dolor.
Cuando llegaron a una distancia prudente del Capitán, Lia se escondió detrás del cuerpo de su hermano como hacia cuando era una niña y cometía una travesura. Harry dirigió una corta mirada a ella y lo llamó sin soltar su mano.
—Hey, Capitán... —El nombrado levantó su mirada pero siguió dándoles la espalda. —Alguien ha... Venido a verte.
El Capitán miró por sobre su hombro como Harry se hizo a un lado y la pequeña figura de Killian apareció detrás de él. Volvió la mirada al frente y la pirata lo vio abrir su chaqueta y sacar una pequeña botellita de licor a la cual le dio un largo sorbo.
Dio media vuelta y observó a sus dos hijos sin ninguna expresión. Pasó su mirada de Harry a su mano entrelazada con la de Killian y después dirigió toda su atención a la pelinegra. Ella no pudo mantenerle la mirada por más de dos segundos.
Caminó por la cubierta resonando sus botas de cuero por la madera y pasó por al lado de ambos sin pronunciar palabra. Lia miró a Harry y él le sonrió apenas.
—Harry, dejanos solos. —Pronunció con voz rasposa.
—Prefiero quedarme con ella, gracias.
—Harry. —Repitió sonando más demandante.
Killian soltó la mano del pelinegro y lo miró de frente.
—Ve, todo va a estar bien. —Tranquilizó con sus propias palabras previas a llegar al barco.
—Estaré en el restaurante de Uma, ¿De acuerdo? —Killian asintió con una leve sonrisa. —Te veo luego.
—Sí...
Harry bajó del barco dirigiendo cortas miradas a su hermana y padre.
Una vez que el pelinegro desapareció de su vista, Killian volvió a mirar al Capitán. Detalló cada uno de sus expresiones; tenía la mandíbula tensa, apretando los dientes en el interior. La mirada oscura y determinada sobre ella, aunque también algo casada. Como si el Capitán no hubiera dormido en un par de días. También su barba y bigote estaban más largas de lo que normalmente solía llevarla.
La pelinegra jugueteó con sus manos esperando la indicación para poder hablar o que él comenzará la conversión.
—¿Por qué volviste?
Las palabras cayeron como un balde de agua fría por la espalda de Killian. Su voz salió tan gélida y dolida que ella solo quería largarse a llorar en aquel momento por la dura indiferencia de su padre.
—No me sentía bien en Auradon... —Respondió con voz baja.
—Claro, sí... —El Capitán dio un paso, pero aún manteniendo su distancia con ella.
—¿Tú... cómo has estado? —Trató de sacar conversación.
Pero la realidad era que el ambiente se sentía muy pesado y cargado de emociones encontradas. Killian no encontraba las palabras adecuadas para hablar libremente sobre su situación. Pues sentía pánico al decir una cosa y que todo fuera una acción en cadena de malos momentos.
—Bien.
La pirata rodó los ojos y se cruzó de brazos. Golpeó repetidas veces su pie contra la madera del suelo, ansiosa.
—Por favor, ya somos grandes para seguir haciendo estas cosas —Indicó —. Harry ya me contó todo lo que pasó aquí. El como te sentiste después de que...
—¿De que traicionaras mi confianza?
El corazón de Lia se oprimió un poco más. Dejó de respirar por un segundo y el cruce de sus brazos se deshizo para terminar a sus costados.
—Tranquila. Ya es algo que aprendí a sobrellevar con el tiempo. —El Capitán apoyó su espalda en uno de los mástiles. —Y respecto a lo otro, fue solo el primer mes. Después deje de darle importancia.
—Harry me dijo algo muy diferente.
—Tu hermano... —Tragó saliva y desvió la mirada de ella —No tiene ni la menor idea lo que es sentirse traicionado por tu propia sangre.
—Lo lamento. —Repitió por décima vez en el día.
—¿El qué lamentas? —Enarcó una ceja. Lia agachó la mirada. —No puedes pedir perdón por algo que no sabes.
—Lamento no haber vuelto antes. Lamento no haber robado la varita...
—Por el mar, Killian. Jamás me importó la varita. Jamás me importó que no volvieras. —El Capitán mejoró su postura y mantuvo su mirada en ella, otra vez. —Solo quería que fueras feliz. Quería una mejor vida para ti, lejos de esta mugrosa isla que solo trae desgracias para sus habitantes.
—Si querías que fuera feliz, ¿Por qué ahora me tratas con tanta indiferencia, papá? —Dio un paso, acercándose a él. —¿Acaso ya no soy importante para ti?
Si el Capitán tenía verdades que decirle a su hija, ella prefería que sea de frente. Aunque le cayera como un balde de agua fría y su corazón se hiciera más pequeño.
—Dejaste de importarme cuando te vi enamorarte de aquel que juramos odiar.
Su corazón aún latía, pero ella dejó de estar conciente a su pensar. Cada frase, cada palabra, cada letra se incrustó en su pecho como si fueran afiladas y mortíferas cuchillas que desgarraron cada parte en su interior.
Killian sintió sus piernas temblar. Tuvo que aferrarse al borde del barco porque sentía que en cualquier momento terminaría de rodillas en el suelo. Su garganta comenzó a arder y sus ojos picaron debido a las lágrimas que comenzaron a acumularse en sus lagrimales.
Levantó la mirada y la enfocó en el adulto. El Capitán permaneció en el mismo lugar sin reacción alguna. Como si cada una de sus emociones hubieran estado apagadas hace bastante tiempo.
—Traté de entenderlo... —Habló de nuevo —Traté de entender qué había de especial en él para que mi propia hija pensara siquiera en verlo de otra manera.
—Papá, ellos... Han cambiado. Él cambió —Aclaró, refiriéndose al Peter mayor —. Incluso se siente muy arrepentido de todo lo que pasó entre ustedes.
—Puede arrepentirse todo lo que quiera, Killian, pero eso jamás borrará el pasado que nos marcó. —Señaló la barrera. —Por su culpa somos lo que somos. Sus patéticas bromas nos condenaron a una vida de sufrimiento y exilio.
El Capitán remarcó cada uno de los puntos, olvidando un pequeño detalle que Killian sabía como abordar.
—¿Él nos condenó? —Preguntó ahora con la voz más determinada —¿O será el hecho de que jamás pudiste superar aquel día donde casi mueres por buscar una flor? —El Capitán la miró perplejo —No podías sentirte derrotado por un niño y eso carcomió tu cabeza día y noche... Hasta que solo traicionaste a Liam para ir en busca de una tonta venganza hacia un niño que solo era eso. Un niño.
—¿Quién te habló sobre él?
Killian notó como su padre bajaba las defensas a la mención del nombre de su tío.
—Nadie. Lo vi por mi cuenta. —Se cruzó de brazos —¿En estos dieciséis años jamás se te ocurrió decirnos que teníamos un pariente en Auradon?
—¿Qué querías que hiciera? ¿Que me subiera a la cofa y gritara a toda la Isla que tengo un hermano en Auradon y terminar siendo comida para peces? —Soltó. —Por favor, Killian. Tú y yo sabemos que eso jamás hubiera funcionado.
El Capitán era rencoroso. Eso se sabía desde el principio de los días desde que lo convirtieron en el villano de su propia historia.
Vivió con el rencor y la ira dentro de él por mucho tiempo. Más de lo que le hubiera gustado admitir... Pero cuando logró darle un giro a su vida y superar el doloroso pasado, fue encarcelado en una Isla.
Y por un tiempo, fue infeliz.
Sumido en el ron y la lenta agonía de una vida sin libertad.
A pesar de que sus dos hijos habían sido una asombrosa bendición en su vida, siempre habría una pequeña mancha en su corazón que anhelaba la venganza más que nadie.
Pero... Solo talvez, podría hacer el esfuerzo de olvidarlo. Por su nuevo buen jucio. Por la oportunidad de cambiar. Por ella.
—Sé que tenías tus razones para no hablar sobre Liam —Killian continuó la conversación —. También sé que jamás podrás olvidar la historia que marcó tu vida... Pero, papá, ¿Por qué tenemos que repetirla?
—No quiero que la repitan, Lia, solo no quiero que salgas herida.
—Tú me enseñaste a estar siempre alerta, papá. A ver el peligro en cada esquina y el mal en las personas que solo buscan lastimar todo lo bueno y frágil... —Se abrazó a sí misma. —Gracias a ti, aprendí a cuidarme a mí misma.
—Creeme, hija, si supiera que no puedes cuidarte sola, jamás te hubiera dejado ir a Auradon... —El Cápitan se acercó a ella y colocó una mano sobre su hombro. —Pero eres una de las personas más valientes y únicas que he conocido en mi vida. Y eso lo sacaste de tu madre.
Desde que tenía uso de razón, el Capitán pocas veces solía hablar o contarles algo sobre su madre. Ya que según Lia, su pérdida fue repentina que ninguno de los tres tuvo tiempo siquiera de despedirse de ella.
Killian recordaba que su padre siempre les dijo que cada uno adquirió un pequeño pedazo de la escencia de la mujer. Harry con sus ojos azules y su encantadora sonrisa, mientras que Lia sacó su carácter y esa determinación que tanto la caracterizaba.
El Capitán palmeó el hombro de su hija una vez y caminó por el barco, dejando a Lia quieta en su lugar.
—La última vez que te vi a través de esa caja mágica... —Continuó, pero dándole la espalda. Killian avanzó un par de pasos hacia él. —Te veías tan radiante. Tus ojos tenían ese brillo que solo he visto en las estrellas. Y en ese momento, entendí que había hecho las cosas bien contigo. Que el día que me llegó la carta con el permiso para enviarte a Auradon, no había sido un error.
—¿Sabías que la idea de que yo fuera a Auradon fue de Liam? —Apoyó su espalda baja en uno de los barriles sobre la cubierta. —Le imploró a Ben para que considerara mi elección.
—Lo imaginé —Confesó, provocando que su hija frunciera el ceño —. Las palabras en la carta sonaban mucho a él. Y al ser una carta mandada directamente desde la Corte del Rey, Liam sabía que no podía ignorarla... como todas las otras. Y no te conté sobre él, porque tenía la esperanza de que se iban a cruzar sus caminos.
—Pero sí se cruzaron... Y ahí fue donde me contó la historia de la primera vez que pisaron Nunca Jamás. —Una leve sonrisa salió de los labios de la pirata —Esa isla es hermosa, papá. Y la Roca Calavera es enorme...
—Déjame adivinar, él te la mostró.
—No —Negó y el Capitán la miró por sobre su hombro, ya que aún seguía de espaldas. —Peter me la enseñó.
El Capitán tensó la mandíbula a la mención de aquel nombre. Dio una vuelta completa, quedando otra vez frente a su hija.
—Pero no Peter padre... Peter hijo —Aclaró —. Porque al parecer los dos tuvieron la magnífica idea de bautizar a sus hijos con su mismo nombre.
—Pero Killian es mucho mejor que Peter Pan —Arrugó la nariz —. ¿Verdad?
—Sí, obvio —Asintió —. Pero el asunto es, papá, que jamás intentó nada para lastimarme. Y la persona que pensé que nunca sería capaz de herirme... —Lo miró directo a los ojos —Lo hizo.
—Ambos fuimos pagados con la misma moneda, Lia. —Tomó una bocanada de aire y continuó —Quemó como el infierno de Hades verte con él después de la coronación. Me sentí traicionado y la única manera que tenía de... ignorar el dolor, era el alcohol.
Killian no agregó nada a la conversación. Se permitiría escuchar la versión de su padre aunque cada palabra se inscrustara más en su pecho. Después de todo, siempre encontraría la manera de afrontar el dolor.
Aunque las heridas de un lazo roto jamás tuvieran cura.
—Cada vez que intenté mantenerme conciente, busqué una y otra vez un por qué; ¿Por qué después de todo lo que pasamos recibí esta traición? ¿Por qué después de dejarla libre decide ingnorarme? ¿Por qué...? ¿Por qué...? ¿Por qué? —Repitió —Hasta que me cansé. Me cansé de esperar una respuesta para mis preguntas. —Formó un puchero —Y porque Gastón ya no me quiso dar más barriles de ron, así que...
Lia negó con la cabeza y una sonrisa.
—Fingí que ya no existías.
Otra apuñalada al corazón.
—Papá, yo... Puedo explicarte.
—No, Lia —Detuvo —. Déjame terminar.
La pirata inspiró profundo y se cruzó de brazos dispuesta a seguir escuchando con atención. Por su cabeza pasaron imágenes sobre la situación vivida dentro de la Isla en relación a su familia, mientras que las imágenes de ella fingiendo estar feliz en Auradon se superponían entre sí.
Dos partes de una misma historia.
—No sé cuáles fueron tus razones, pero comprende que jamás será fácil para mí tomarme esto a la ligera —Elevó los hombros —. No solo me traicionaste a mí, sino que a todos aquellos que depositaron la confianza en ti. Y no hablo de robar la varita, sino de aquellos que te veían orgullosos por estar lejos de esta pocilga.
—Sé que lastimé a todos los que dejé atrás y lamento todo lo que hice...
—Un lamento no soluciona nada, Killian. —La voz del Capitán volvió a salir gélida, sin emoción. —No puedes pretender que todo estará bien con solo volver, cuando sabes perfectamente que no es así.
—Lo sé...
—Puedes pasearte por la Isla todo lo que quieras, incluso vivir en el muelle sí así lo deseas... —Se acercó a ella. Killian tuvo que levantar un poco la cabeza para mirarlo —Pero no me pidas que te perdone ahora. Porque... No puedo hacerlo.
Sin más que decir, el Capitán pasó por su lado y se adentró al barco, bajando los escalones que lo llevarían hasta los camarotes principales del Jolly Roger.
Killian no se movió ni tampoco dijo nada. Una lágrima rodó por su mejilla y se arrastró por el barril hasta caer al suelo. No podía mantenerse de pie, como si todo dentro de ella hubiera hecho cortocircuito y dejado de funcionar.
Junto sus piernas hasta dejarlas pegadas a su pecho y las abrazó, ocultando su rostro en ellas.
Lloró.
Dejó salir cada sentimiento amargo y doloroso que ya no era capaz de tolerar. Cada apuñalada en su corazón removiendose con los recuerdos de una historia rota. De una historia irreparable.
No solo el corazón de Killian se hizo pedazos ese día, sino que también del hombre que siempre mostró una apariencia ruda y peligrosa.
Ambos dejaron la fachada de villano atrás y se permitieron sentir en soledad. Bajaron las defensas, permitiéndole el ingreso a las duras emociones de una realidad dolorosa.
Y eso solo era el principio de una larga lista de condenas que la vida tenía preparadas para Killian.
━𝗪𝗔𝗥𝗜𝗜'𝗦 𝗦𝗣𝗔𝗖𝗘 🧚🏻♀️
Yo: Miren esto, lectores... Podemos ver justo el cuadro de cuando se le rompe el corazón. *inserte meme de Los Simpson* JAJAJAJ
¿Que tal si todos fingimos demencia y hacemos como que este capítulo jamás existió y Killian y su padre tuvieron un hermoso reencuentro con sonrisas, abrazos y buenos momentos?
Lo único que rescato de este capítulo es la linda interacción que Killian tiene con Crockie y la "reconciliación" con Harry. Después, pueden borrar todo lo otro...
Pero bueno, yo les dije que iba a ser una relación difícil la que Lia tenía con el Capitán a partir de este acto. Aunque eso no quita el hecho de que tengan una pronta reconciliación como la que tuvieron ambos hermanos. Aunque sí será más tardada, ya que ambos se dijeron cosas muy hirientes. Más de parte del Capitán hacia Lia.
Quiero saber sus opiniones y si también lloraron como yo... 🫣
¿Saben de qué otra cosa me di cuenta? De que tengo la línea temporal de la segunda película muy distorsionada. Porque en la línea canónica, pasan como dos días desde que Mal vuelve a la Isla, el secuestro de Ben y el baile real... Pero para conveniencia de mi trama, ya que dos días para TODO lo que tengo planeado es muy poco, seguro sea un poco más. ¿Una semana talvez? No sé, de igual manera, cada día se irá aclarando el fic... Y de lo contrario, pido disculpas y prometo corregirlo cuando edite el segundo acto una vez finalizado.
Ahora sí, me despido de ustedes. Disfruten su semana o fin de semana. Depende cuándo estén leyendo este capítulo.
Los tkm y no olviden dejar su voto y comentar sus partes favoritas o las partes que les hicieron llorar...
*muak*
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