
𝟬𝟮𝟭 ✧┆ she's come back
٭ chapter twenty one ٭
✩*⢄⢁ ❝Ella ha regresado❞ ⡈⡠*✩
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El camino hasta los límites de Auradon se volvió tortuoso. Los pasos de Killian eran lentos, pero decididos. Sabía que ya no había vuelta atrás. Así que solo sujetó con fuerza la empuñadura de la espada que se encontraba enganchada en su cintura, pues sentía que era la única cosa que le daba la seguridad de que todo estaría bien.
Al llegar a la orilla, donde la arena blanquecina tocaba las suelas de sus botas negras, distinguió a lo lejos el cabello rubio con puntas moradas de su amiga. Se acercó a ella y tocó su hombro para dar aviso de su presencia.
—Llegaste... Pensé que no vendrías.
—Lo siento, tuve que pasar por las cocinas a dejarle algo a Ray.
—¿A Ray? —Frunció el ceño.
—Sí... Le dejé una carta para Peter, porque a pesar de todo, no puedo irme sin dar explicaciones. Y sabía que si se la daba personalmente, iba a quedarme aquí.
—¿Crees que la aceptará viniendo de él? —Preguntó cruzándose de brazos —Sabemos que su historial con los Maldonia no es el mejor. Talvez piense que es una broma.
—No, él le creerá.
—¿Cómo estás segura? —Killian tocó su cuello y Mal comprendió —Le dejaste el collar.
—Solo así entenderá.
—¿Y Ray no sospecha nada?
—Posiblemente sí, así que será mejor que nos vayamos ahora antes de que alguien venga.
Mal asintió y dirigió a Killian hasta la motocicleta morada que Ben le regaló antes de que su relación tuviera pequeños grandes conflictos. En tanto la pelimorada alistaba las últimas cosas del viaje, Killian observó detalles obvios en la playa donde estaban.
—Mal... ¿Estamos en Nunca Jamás? —Se cruzó de brazos, observándola.
—Sí —Confirmó pasándole uno de los cascos —. Aquí es el límite más cercano con la Isla, además de que no tiene tanta seguridad como estando en el límite frente al castillo. —Observó el rostro de la pirata perdido entre la arboleda a sus espaldas. —Aunque podemos ir a otro lugar, si prefieres.
—No, no, está bien —Aceptó el casco que Mal le extendió —. Solo que este lugar me trae recuerdos.
Cuando Killian y Peter comenzaron a salir oficialmente, el rubio decidió llevarla hasta Bahía Caníbal para una cita oficial. Además porque sabía que ese rincón de Nunca Jamás tenía una vista exclusiva a la Isla, más de lo que se podía ver desde la Roca Calavera. Y eso, dejó más que complacida a la pirata en los comienzos de su relación. Y ahora estar donde todo comenzó, le hacía sentir una presión en el pecho.
—Ah, Lia, tenemos un problemita... —Murmuró la villana, trayéndola a la realidad.
—¿Qué pasó?
Mal señaló la orilla de la playa, encontrándose con el cuerpo escamoso del reptil y mascota de su mejor amiga. Killian dejó el casco sobre la moto un segundo y se acercó a Crockie.
—Amigo, hola... —Pasó una mano por sus escamas en forma de caricia —Creí que seguías con Liam.
Crockie soltó un pequeño rugidito como respuesta.
—Crockie, yo... Tengo que irme por unos días. Necesito que te quedes aquí. —El reptil negó con su cabeza —No, oye, volveré. Pero no puedo llevarte a donde voy. No sería... muy agradable que vean a un cocodrilo por ahí.
—Lia, se nos hace tarde... —Apuró la hija de Maléfica observando el sol poco a poco comenzar a bajar definitivamente.
—No vas a quedarte si yo no estoy, ¿Verdad? —Miró otra vez al cocodrilo y este negó. —Eres una plaga... Muy bien, vendrás conmigo, pero tienes que hacer todo lo que yo te diga.
Crockie agitó su cola con emoción. La conexión entre ambos pasaba más allá de solo una mascota y su dueña, pues el reptil de alguna manera lograba comprender cada una de sus palabras.
—Mal, tendremos un acompañante —Se acercó nuevamente a la motocicleta —. ¿Crees que puedes abrir un poco más la barrera para que Crockie pase nadando?
—Si se queda junto a nosotros cuando crucemos, él lo hará sin problemas.
—De acuerdo. —Miró al reptil —¿Oíste, amigo? No te separes de nosotras cuando estemos en el agua.
Ambas villanas subieron a la motocicleta colocándose los cascos para mayor protección y evitar así un accidente. Mal abrió su libro de hechizos y buscó la página indicada que le proporcionaría el conjuro para hacer navegar a la moto por el océano.
—"Noble corcel, fuerte y capaz, a través del agua nos llevarás" —Pronunció con cuidado.
En cuestión de segundos, un aura verde envolvió a las villanas manteniendo aún un par de chispas verdosas contrastando con la pintura morada de la moto. Mal encendió el vehículo y lo acercó hasta la orilla.
—¿Estás lista? —Miró de reojo a Killian.
Soltó un largo suspiro y bajó el visor de su casco —Andando.
Mal repitió su movimiento, bajó el visor y aceleró la moto, adentrándose cada vez más en la profundidad del océano. Crockie las siguió a un lado, nadando tan rápido como su cola le permitió.
Killian se aferró un poco más a la cintura de la villana cuando la barrera estuvo literalmente frente a ellas. Al atravesarla, la barrera pareció no poner resistencia alguna. Como si les estuviera dando nuevamente la bienvenida a las villanas que hace mucho tiempo dejaron su hogar atrás para la oportunidad de una nueva vida.
La hija de Garfio miró hacia atrás una vez la atravesaron, y una sonrisa apareció en su rostro. El aroma marino impregnó el aire en los límites de la Isla, trayéndole esa sensación familiar que hace mucho había olvidado.
Crockie sacó su cabeza del agua cuando Mal bajó la velocidad, para que la pirata pudiera verlo y saber que había pasado sin problema alguno. Ella asintió con su cabeza al verlo a su lado.
Mal subió por una rampa improvisada cerca de una de las calles principales de la Isla y se detuvo un minuto escondiéndose entre los edificios en tanto Killian informaba a Crockie los siguientes pasos para mantenerse escondido.
—Muy bien, amigo, este lugar no es como Nunca Jamás o la preparatoria Auradon. Así que no puedes seguirme. —Crockie inclinó su escamosa cabeza —. Tendrás que quedarte en el agua, escondido. No dejes que nadie te vea, ¿Okey? Yo volveré en cuanto pueda. Primero tengo que... hacer un par de cosas.
Crockie asintió y tras salpicar con un poco de agua a la villana, lo que provocó una sonrisa en ella, el reptil se hundió en las dudosas aguas de la Isla.
Volvió a subirse en la motocicleta y ambas se adentraron más en las calles de lo que alguna vez fue su hogar, con varias miradas de personas conocidas y desconocidas sobre ellas. Pues no era común ver un vehículo por esos lados.
Al estacionar cerca de uno de los edificios, la pelimorada escondió la moto en un garage improvisado mientras Killian escondió su rostro de personas que podrían reconocerla.
—¿Quieres hacer los honores? —Mal le pasó una piedra cuando se acercó a ella.
—Sería todo un placer.
Aceptó la piedra y en cuestión de segundos, la lanzó a un letrero amarillo con la advertencia "Cuidado, piedras voladoras". La reja de metal se elevó tras la activación del mecanismo, dejándoles la vía libre a las escaleras que las llevaría hasta la guarida de los jóvenes villanos.
Killian subió con pasos lentos, arrastrando su mano por el sucio barandal. Al entrar a la guarida, un pesado olor a humedad llegó hasta su nariz lo que obligó que la arrugara un poco debido al mal olor. Se acercó a una de las ventanas y la abrió un poco para ventilar el lugar.
—Se siente raro estar aquí sin ellos... —Señaló una pintura de los cinco en la pared.
La silueta de Killian estaba a medio pintar, debido a que no pudieron terminarla gracias a su viaje a Auradon. Ya que, a pesar de conocerse, la relación entre la pirata y los villanos no fue muy buena al principio.
Su lazo se fortaleció hace casi año y medio, cuando Maléfica le ordenó a su hija buscar un artefacto prohibido escondido en una de las pequeñas islas que el muelle tenía como propiedad. Y Killian, siendo diferente en ese tiempo, les prohibió el paso al grupo que acompañó a la villana, donde precisamente se encontraban Evie, Carlos y Jay. Pero al ver que este último los acompañaba, se permitió confiar en ellos.
Y fue una de las únicas decisiones que consideró buena. Pues al investigar una de las islas a las cuales tenían que arribar los villanos, Killian encontró varios cofres de tesoros que alegraron su día. Aunque también tuvieron que sobrevivir a varios desafíos, pero eran simples piedras en el camino que lograron atravesar para llegar y fortalecer los lazos que hoy en día compartían los cinco.
Poco tiempo después de conocerse, Mal la invitó a su guarida secreta y le propuso formar parte del grupo de los jóvenes VK's al cual Killian no se negó. Y desde ese momento, los cinco se volvieron el terror de la Isla.
—Me sorprende que nadie haya intentado saquear este lugar en nuestra ausencia —Murmuró Mal —. Pensé que no encontraríamos nada aquí.
—Nadie se atrevería a robarnos. —Tomó asiento en uno de los desgastados sofás de la guarida. —¿Qué sigue ahora?
—Primero, tenemos que cambiar esto —Señaló su cabello —. Y después, no lo sé...
—Después, veamos donde nos lleva la Isla. —Observó el viejo reloj en la pared —. Aun no es medianoche. ¿Dices que nos atiendan igual?
—Estoy segura de que estará encantada de vernos. En especial a ti después de que mostraras sus obsequios en televisión nacional.
—Entonces, vayamos a Curl Up & Dye.
La caminata hasta la peluquería de Lady Tremaine fue tranquilo y callado. Ambas villanas claramente no pasaron desapercibidas entre algunos pues sus nuevos rostros transformados estaban en cada poster a la vuelta de cada esquina.
Mal abrazada a Ben en forma de caricatura, dándoles el aviso sobre el próximo Baile Real que se realizaría dentro de poco y que era la sensación del momento en Auradon, mientras que Killian observó uno de ella y Peter siendo anunciados como "Los nuevos novios de Nunca Jamás". Lo que hizo que tragara saliva con dificultad a la hora de imaginarse las reacciones en el muelle cuando se enteraron de la noticia.
La pelimorada ingresó al salón de belleza que estaba cerrado debido a que solo abrían a medianoche, pero como no tenía seguridad alguna, no se molestó en tocar. Cuando estuvieron dentro, el lugar estaba como lo recordaban.
Los colores llamativos impactaron en cada pared, dejando manchas fluorescentes en cada rincón. Los líquidos para el cabello burbujeaban en la bañera que estaba cerca de los lavados, las sillas destartaladas frente al gran espejo de vidrios rotos, las pelucas perfectamente desacomodadas sobre los estantes y ahí estaba ella. La pequeña Dizzy con sus auriculares puestos, la música a todo volumen y barriendo el piso mientras se movió al ritmo de la canción.
Cuando la menor se dio cuenta de la presencia de ambas villanas, una enorme sonrisa apareció en su rostro.
—¡Mal, Killian! —Exclamó quitando los auriculares de sus oídos —¿Evie también volvió?
—Lo siento, Dizz, solo nosotras por ahora... —Aclaró la pirata adentrándose más a la peluquería.
—Ah, olvidamos que no abren hasta medianoche —Mintió Mal, ya que les urgía un cambio de look —. Todo se ve igual. Entonces, ¿Cómo están las cosas? ¿Tu abuela te pasó algún cliente ya?
—Alguna bruja de vez en cuando —Soltó un suspiro —. Más que nada limpiar, recoger y barrer. Mucho, mucho que barrer. —Señaló el piso lleno de cabellos coloridos.
—Conozco una historia similar a esa... ¿No crees? —Killian se cruzó de brazos frente a la menor.
—Sí... Pasó de madrastra malvada a abuela malvada.
—No es un gran cambio... —Murmuró la hija de Maléfica —Oye, Dizzy, tú peinabas a Evie, ¿Cierto?
—Sí, las trencitas fueron idea mía —Sonrió orgullosa.
—¿Se te ocurre algo para nosotras? —Preguntó colocándose a un lado de la pirata.
—Ahm... —Dizzy alzó su mano, encuadrando el rostro de ambas villanas. Luego dio un par de pasos hasta quedar frente a Mal —¿Rubio platinado con puntas moradas? No lo puedo creer. —Killian soltó una risa ante la reacción de la menor —No se nota donde termina tu cara y empieza tu cabello. —La arrastró hasta una de las sillas frente al espejo —Wow, ¿Qué es esto? —Observó su mano —¿Rosa aburridon?
—Te criticó absolutamente todo, Malita —Burló la pelinegra.
Dizzy la observó ofendida —¿Y tú qué te hiciste? —Se acercó otra vez a ella —¿Qué son esas mechas verdes? ¿Acaso te tiraron un tarro de pintura?
—Ah, no... los pinté así por...
—Sí, ya sé por quién lo hiciste —La guio a la silla contigua de la de Mal —. Yo cambiaré eso. A ver tus uñas... —Pidió —¿Verde otra vez? ¿Quién eres y qué hiciste con Killian?
—Es lo que intento averiguar... —Murmuró por lo bajo.
Dizzy se cruzó de brazos, quedando en medio de ambas villanas.
—¿Cuánto puedo trabajar?
—Lo que quieras. A ver... Lo que nos haga sentir como éramos, pero... Mucho peor.
—¡Sí! —Festejó feliz mientras se acercó a unas grandes tijeras.
Mal y Killian se miraron entre sí, más nerviosas que nunca. Pero a pesar de todo, tenían mucha confianza en el proceso de la pequeña hija de Drizella.
Al cabo de unos largos minutos, por no decir horas, en las que Dizzy les lavó el cabello, planchó, peinó, secó y pintó de otros colores, ambas estaban muy diferentes a lo que alguna vez habían visto en Auradon.
Mal dejó su rubio cabello para volver al morado con un flequillo que llegó un poco más arriba de sus ojos. Sus bucles naturales desaparecieron debido a que Dizzy lo alisó para que cayera derecho detrás de su espalda, también dejándolo caer en puntas disparejas, pero perfectas. Sus uñas dejaron el aburrido color rosa para pasar a estar pintadas de un morado oscuro.
Killian mantuvo el color negro en su pelo, siendo solo ese el color predominante. Pues Dizzy pensó que así la esencia de la hija del Capitán Garfio resaltaría más que con mechones rojos como solía usarlo antes. Y aunque trató de alisarlo para que lo mantuviera como antes en la Isla, el cabello pareció no querer colaborar pues volvía a enrularse en cuestión de minutos. Así que solo lo dejó así, definiendo un poco más los bucles. Y sus uñas las pintó de un impecable negro que contrastaban muy bien con los colores plateados y negros de sus brillantes anillos.
Cuando Dizzy giró las sillas para que pudieran verse en los pocos reflejos de los espejos, ambas quedaron boquiabiertas con el resultado.
—Esa soy yo —Expresó Mal al verse.
—Dizzy, esto es... —Tocó su cabello —Increíble. Me encanta.
—¡Voilá! —Exclamó la menor.
—¡Voilá! —Repitieron las villanas.
Mal rebuscó en los bolsillos de su chaqueta entregándole el dinero correspondiente.
—¿Para mí?
—Sí, te lo ganaste.
Cuando Killian buscó su dinero para entregárselo a Dizzy, sintió una sensación recorrer su espalda. Escuchó como alguien cerró la puerta de la peluquería y al levantar la vista, un reconocido sombrero pirata se asomó por la entrada.
Antes de que pudiera darse cuenta de su presencia, se escondió detrás de uno de los pilares, asegurándose de no ser vista por su hermano. Aún no se sentía dispuesta a enfrentarlo. Mal frunció el ceño confundida, hasta que miró al frente, encontrándose con él.
—Entrégame eso, pequeña... —La voz de su hermano causó escalofríos en la pirata. Dizzy le entregó el dinero y Harry golpeó con su garfio falso la caja —Y el resto. —La menor le dio todo el dinero restante. —Gracias.
—¿Sigues haciendo recados para Uma o ahora lo que robas te lo quedas? —Soltó la hija de Maléfica, reteniendo al pirata en la peluquería.
Killian quiso golpear su rostro contra el pilar. Harry estaba por irse, pero a la pelimorada se le ocurrió hacer acto de presencia frente a él.
Harry volteó confundido al escuchar su voz. Su rostro se mantuvo neutro una vez observó de arriba a abajo a la villana.
—Bueno, bueno, bueno... —Se acercó con pasos lentos a Mal —Qué linda sorpresa.
—¿Qué tal, Harry?
—Solo espera a que Uma sepa que volviste... —Sonrió con malicia, luego su expresión cambió a otra —Ah, ¿Volviste... sola?
Mal dirigió una corta mirada al pilar que cubrió por completo la presencia de la pirata y ella negó.
—Sí. Vine sola.
—Sabes que Uma no estará dispuesta a devolverte tu territorio, ¿Verdad?
—Oh, bueno, está bien... —Fingió tristeza —Porque yo tomaré lo que quiera.
Harry pasó su falso garfio por el cabello de Mal.
—Quizá te haga daño.
La villana atrapó su mano y dejó en la punta del garfio el chicle que estaba masticando y que Killian le convidó durante la transformación de Dizzy.
—No si no te da permiso, supongo.
Harry no dijo nada. Solo se comió el chicle que Mal dejó en su garfio y dio media vuelta para alejarse de la peluquería de Lady Tremaine. Aunque no sin antes tirar las latas y contenedores que estaban sobre una de las mesas. Luego solo hizo una corta reverencia extendiendo sus manos en forma de burla por el estatus de la villana, y salió de ahí sin nada más.
—Genial, más para barrer. —Murmuró la hija de Drizella.
Cuando Killian se aseguró de que no había rastro de Harry por ningún rincón, salió de su escondite dejando escapar un largo y sonoro suspiro. Mal la miró cruzada de brazos y con una ceja alzada.
—Todavía no... No puedo enfrentarlo, ¿Sí? —Mal asintió, comprensiva —Sé que tarde o temprano lo tendré que hacer, pero déjame digerir la situación un minuto.
—Oye, tranquila. Sé que no es fácil volver a verlo —Mal colocó una mano sobre su hombro —, pero es mejor que se enteré por ti misma que estás aquí, antes de que los demás comiencen a hablar.
—Lo sé... —Tragó saliva y buscó lo de antes en el interior del bolsillo de su chaqueta. Dizzy abrió los ojos en grande. —Ten, pero guárdalo donde el torpe de mi hermano no pueda verlo. Ahí también hay una compensación por lo de Harry.
—¡Gracias, Lia, eres la mejor! —La menor corrió a abrazarla. —Por cierto, te vi en televisión.
—¿Ah, sí? —Enarcó una ceja con una sonrisa.
—Gracias por usar mis joyas en la coronación.
—Eran hermosas. ¿Por qué no las usaría? —Sonrió —Eres muy talentosa, Dizz. Ojalá un día el mundo pueda verlo.
—Sí, yo también...
—Bien, lamento arruinar el momento, pero Killian, tienes que ocuparte de otra cosita antes de que sea tarde... —Mal recordó.
—Cierto, sí... —Abrazó otra vez a Dizzy —Espero verte otra vez, pequeña Dizzy. Y nuevamente, gracias por tu increíble trabajo.
La menor se despidió de ambas con un agitado saludo de mano y una vez las villanas salieron del local, se dedicó a limpiar el regadero que dejó Harry Hook por todo el suelo.
—¿Irás al muelle? —Preguntó Mal mientras caminaron entre los callejones.
—Sí... Tengo que asegurarme que Crockie no se metió en líos o se haya comido a alguien. —Miró al frente, encontrándose con el túnel siendo iluminado por la vieja lámpara a la distancia.
—Yo estaré en la guarida. Si crees que todavía no es el momento para verlos, ven aquí e iré contigo.
—Gracias, Mal, pero tengo que hacerlo sola.
—De acuerdo. Solo... Cuídate, ¿Sí? —Pidió —No sabemos cómo son las cosas ahora.
—Tranquila, Mal, creo que esto les ayudará a recordar lo que puedo hacer —Sujetó la espada —. Pueden reírse de mí o incluso odiarme, pero tarde o temprano, recordarán que soy la hija del Capitán Garfio.
—Esa es mi villana favorita —Golpeó su hombro con suavidad —. Ahora ve, recupera lo que es tuyo.
Killian asintió con la cabeza y comenzó a caminar lejos de la pelimorada. Con pasos rápidos y decididos se acercó al túnel oxidado que la guio directo al muelle. Antes de adentrarse por completo, distinguió una extraña figura observándola desde la oscuridad. Cuando la sombra se dio cuenta de que la pirata lo notó, corrió lejos de ahí, perdiéndose entre los sucios y andrajosos callejones.
La pirata solo alzó los hombros y continuó su camino sin saber qué le esperaría del otro lado del túnel. Talvez insultos por abandonarlos, talvez abucheos o incluso la ignorancia absoluta. Pero una cosa era segura.
No se dejaría humillar por nadie. Ni por el más asqueroso villano de la Isla. Porque había vuelto por una razón y estaba dispuesta a lo que sea para volver a encender la chispa que hace mucho se apagó.
Aunque eso la llevara por el más oscuro camino.
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Cuando Killian puso en pie en el interior del muelle, inmediatamente su cabeza se llenó se recuerdos y sensaciones que había dejado olvidadas detrás de una fachada de niña buena de Auradon.
Una leve brisa impactó en su rostro, provocando que varios cabellos negros revolotearan detrás de su espalda, como si el mismo muelle le estuviera dando la bienvenida a su hogar. Bajó un par de escalones, sintiendo el putrefacto olor a pescado podrido de los barcos pesqueros anclados en uno de los muelles centrales.
Los marineros y piratas que vagaban por los rincones o que se encontraban desenredando las redes y descargando los cajones de pescado, observaron la silueta de la hija del Capitán Garfio caminar con convicción y firme en cada paso que daba. Los murmullos no se hicieron esperar, al igual que los rostros sorprendidos y algunas sensaciones de pánico que aún mantenían presente ante el recuerdo de lo que Killian era capaz de hacer.
—¿Volvió? ¿En verdad es ella?
—¿Qué hace aquí?
—Mírenla, luce tan... Killian que me da miedo...
Escuchó algunos murmullos cercanos que provocaron un leve levantamiento en la comisura de sus labios en forma de sonrisa. Aunque su rostro siguió neutral, sin mostrar efecto alguno.
A pesar de su huida hace siete meses, algunos seguían manteniendo el respeto hacia la pirata. Ya que el poder y la influencia que Killian se creó durante dieciséis años, no podría olvidarse de la noche a la mañana.
Detuvo su caminar frente al restaurante de Úrsula y se quedó observando la fachada unos largos minutos. Dudaba en si entrar o no, pues debía admitir que sentía miedo sobre quién pudiera estar ahí. Ya que ese siempre solía ser el lugar de juntas del grupo que dejó atrás.
Los piratas y marineros se acercaron a pasos lentos a la pirata solo para comprobar si lo que sus ojos veían era real. Ella sin siquiera mirarlos soltó un largo suspiro y volvió a retomar el camino adentrándose a Úrsula Fish & Chips sin pensar otro minuto más.
Abrió las puertas con el familiar crujido de madera vieja y el rechinar de las bisagras. Las miradas de todos en el restaurante se posicionaron inmediatamente sobre la pirata.
Killian escaneó con la mirada el interior, notando a algunos boquiabiertos o con sus cubiertos a medio camino de su boca debido a la sorpresa de tener de nuevo a la hija del Capitán frente a ellos.
—¿Me extrañaron, compañeros? —Preguntó, acercándose al centro.
Echó un corto vistazo al compartimiento donde las espadas se guardaban al entrar y dejó de estar tensa al notar que no estaba la espada de su hermano ahí. Al menos no lo vería por ahora.
Las puertas de la cocina se abrieron al poco tiempo, por donde Uma salió con una bandeja de pescado frito a la rastra. El delantal adornó el frente de su cuerpo y su rostro amargado por el trabajo causó cierta satisfacción en la pirata.
Alguien se acercó a la octópoda que aún no había levantado la mirada y le murmuró algo en el oído. Su rostro cambió a sorpresa absoluta y dejó la bandeja sobre la mesa de una anciana pirata.
Allí, frente a ella, Killian saludó con una sínica sonrisa a la hija de Úrsula.
Uma se paseó por el restaurante con la mirada fija en la pirata. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que se habían visto, que todas las cosas que quería decirle habían quedado atoradas en su garganta.
Sentía ira, rencor, pero por sobre todas las emociones, sentía traición. Y ella estaba ahí. Parada frente a todos sin ninguna expresión de remordimiento.
—¿Qué? ¿El camarón te comió la lengua? —Preguntó Killian con diversión.
Dio un par de pasos hasta quedar más cerca de la hija de Úrsula, cruzándose de brazos. La octópoda rodó los ojos, irritada.
—¿A qué viniste, Killian? ¿A restregarnos tu buena y maravillosa vida?
—¿Qué no puedo venir a pasar el rato con mis camaradas? —Tomó asiento en una de las mesas y subió los pies a la mesa, mientras se reclinó en el asiento.
—Siete meses en Auradon y no has aprendido nada de modales —Bajó sus pies con un leve golpecito —. Me sorprendes, pirata.
—Ya saben lo que dicen; puedes sacar a la chica de la Isla, pero jamás la Isla de la chica.
—Puede ser que no hayas sacado la Isla de ti, pero últimamente no te has visto... Muy tú. —Indicó.
Killian soltó un largo suspiro y se levantó del asiento rodando los ojos. Sabía que en algún punto todos empezarían a notar las grandes diferencias en su apariencia pasada. Después de todo, siempre había mantenido una imagen... Y ahora, ya no quedaba rastro de lo que alguna vez fue.
—Tú sin embargo sigues manteniendo tu cara de amargada.
Uma sonrió sin gracia. Killian siempre estaba a la defensiva. Había sido así desde que eran niños.
Pero la octópoda tenía un as bajo la manga que sabía cómo usar para descontrolar su timón.
—¿Ya pasaste por el Jolly Roger? —Preguntó. Killian tragó saliva. —Hay personas que estarán complacidas de verte otra vez.
—Sé lo que intentas hacer, Uma, y no lo vas a conseguir.
La hija de Úrsula le dio la espalda un corto segundo, para después volver a mirarla. Una sonrisa cínica apareció en su rostro.
—Si tu padre se entera que estás aquí, después de que lo traicionaste... ¿Sabes lo que te haría? —La señaló.
—Realmente no me importa. —Soltó tensando la mandíbula.
Un aire amargo envolvió el ambiente y todos en el restaurante podían sentirlo. Ninguno quiso interferir en la fría guerra de miradas que ambas capitanas se lanzaban entre sí.
—¿Qué le pasó a tu lealtad, pirata? —Uma enfrentó, soltando la pregunta que tenía atorada desde hace mucho tiempo.
Killian golpeó la mesa con su puño, terminando con la poca paciencia que le quedaba.
—Tú no sabes lo que puedo llegar a hacer cuando no sé quién soy, Uma. —Fijó su mirada en ella. La hija de Úrsula ni se inmutó. —Así que no me provoques.
—¡Esa es la Killian que conocemos! —Exclamó. —¿Verdad, muchachos?
Los piratas y marineros de los alrededores vitorearon a coro, pero manteniendo su distancia ya que ninguno quería terminar siendo carnada de la hija del Capitán Garfio.
—El olor a podrido me provoca náuseas. Me largo de aquí.
Sin decir nada más, Killian salió de Chip Shop. Mientras que Uma curvó sus labios en una corta sonrisa triunfante.
La estabilidad de Killian estaba comprometida. Y talvez darle un pequeño empujón para tener los hilos a su favor sería pescado comido. Y así, con la pirata de su lado, podía lograr su cometido y acabar con la barrera de una vez por todas.
Al salir del restaurante, Killian chocó con alguien por estar sumida en su propia colera que Uma causó.
—¡Fíjate por donde vas! —Reprochó ella sin levantar la mirada.
Colocó ambas manos en su cintura y miró hacia arriba cerrando los ojos. Había olvidado lo desagradable que podría llegar a ser la hija de Úrsula. Antes de volver a caminar para dirigirse y buscar a Crockie, sintió una mano retenerla en su lugar.
—Suéltame si no quieres que tu mano sea comida de un cocodrilo.
Al mirar la mano del sujeto que la mantenía en su lugar, distinguió ciertos anillos familiares. Sintió un escalofrío recorrerle la espalda y giró sobre sí misma para hacerle frente a Harry Hook de una vez por todas.
—Eras tú —Murmuró.
Harry se mantuvo estupefacto en su lugar, aún con la mano sobre el brazo de Killian. Al principio pensó que su cabeza le causó una mala jugada, imaginando la voz de su hermana. Pero al observarla detenidamente y aunque estuviera de espaldas, Harry sabía que era ella.
¿Se veía muy diferente a cuando salió de la Isla? Por supuesto que sí.
¿Se veía diferente a los reportajes de Auradon? Claro que sí.
Pero aunque Killian se hiciera miles de cambios y para el resto fuera irreconocible, él siempre reconocería a su hermanita.
—Soy yo —Respondió él —. ¿Qué haces aquí, Killian?
—Yo... —Un nudo se formó en su garganta. No podía formular palabra alguna.
—Sabía que Mal no había vuelto sola.
—Yo le pedí que no dijera nada —Confesó —. Aún no me sentía lista para...
—¿Verme? —Enarcó una ceja —¿Tanta vergüenza sientes por mí... por nosotros que te negabas a vernos?
Los ojos de Killian comenzaron a arder. Podía sentir las lágrimas acumulándose poco a poco en sus lagrimales.
—No, claro que no... Jamás sentiría vergüenza de ustedes. Yo... no me sentía lista para verlos, para verte porque sentía vergüenza de mí.
Killian dejó caer ambos brazos a su costado y miró al cielo una vez más para evitar así que las lágrimas cayeran por sus mejillas. Tomó una bocanada de aire y continuó.
—Siento vergüenza de mí misma por... todo lo que pasó.
—¿El habernos dejado pudrirnos dentro de esta Isla? —Harry soltó con clara ira en sus palabras. —Siete meses, Killian. Siete meses sin saber nada de ti.
—No, yo... Envié cartas cada semana, pero nunca recibí una de ustedes.
—¿Ahora somos nosotros los culpables de la falta de comunicación? —Soltó una risa amarga —Por favor, Killian. ¿Siquiera pensaste en los sentimientos de cada persona de aquí? ¿En los de papá?
—Cada maldito día desde hace siete meses, Harry —Pronunció con la mandíbula tensa. Las lágrimas se siguieron acumulando en sus ojos y sabía que en cuestión de segundos, la primera caería por su mejilla. —Jamás dejé de pensar en ustedes. En ti. En papá. Y a lo mejor sí hice mal en no venir, en... Huir como todos quieren hacérmelo recordar cada maldito segundo desde que llegué.
—Fuiste una egoísta al solo preocuparte por ti y dejar atrás a tu verdadera familia.
—¿Egoísta? Discúlpame por querer pensar en mí una vez en mi vida —Soltó una risita amarga —. Porque hace dieciséis años que me preocupo por todos ustedes.
—Nadie te pidió hacerlo.
—No. Pero lo hice.
Los piratas dentro del restaurante y cercanos a la locación, mantuvieron sus miradas expectantes a la disputa entre ambos hermanos. Uma los observó desde la distancia, apoyando su hombro en la puerta de entrada al restaurante.
—Sí, pero a la primera oportunidad, nos dejaste. ¿Eso es preocuparse por nosotros? —Preguntó —Tú no estuviste aquí cuando todo se vino abajo el día que decidieron no robar la varita. No estuviste aquí cuando papá comenzó a beber alcohol en exceso por culpa tuya. No estuviste aquí cuando repitió tu nombre cada noche durante un mes porque se sentía traicionado por ti.
—¿Quieres echarme toda la culpa? Bien, hazlo. —Se cruzó de brazos —Pero recuerda que jamás quise ir a Auradon. Ni siquiera fui elegida en primer lugar.
Harry frunció el ceño, confundido —¿Cómo dices?
—Olvídalo, no tiene sentido darte explicaciones que no vas a entender ahora —Negó pues no era momento de sacar conversación sobre un familiar perdido en Auradon que ambos compartían —. Pero te recuerdo que tú tampoco estuviste cuando me pasé largas horas pensando en el dolor que causaría si decidía seguir a mi corazón en lugar de un estúpido plan de venganza. No estuviste ahí cuando dejé de comer y dormir debido a la angustia que sentía porque jamás dejé de pensar en lo decepcionados que estarían de mí. Yo era tu hermana menor, Harry... A quien dejaste olvidada cuando el mundo comenzó a girar alrededor de ti y tu orgullo —Tocó su pecho, acercándose a él —. ¿Y ahora me culpas porque quiero que el mundo gire a mí alrededor?
El villano no respondió. Mantuvo su rostro neutral sin ningún ápice de verse afectado o dañado por la conversación con su hermana. Pero lo cierto era, que por dentro sentía los filosos cortes en su pecho como si miles de espadas estuvieran incrustándose en su corazón.
Y claro que le echó toda la culpa a Killian. Porque Harry buscaba a alguien a quien culpar por sus propios actos y pensamientos egoístas.
Ambos estaban dolidos. Llenos de rencor y odio hacia el otro por simples acciones en cadena que se fueron dando a lo largo de los años y que por fin habían encontrado el momento para dejar salir a luz.
El lazo invisible que el Capitán ató alrededor de sus hijos y el cual los mantenía unidos poco a poco comenzó a desatarse, para terminar siendo un nudo imposible de deshacer donde las verdades eran más dolorosas que los reclamos.
—Lamento haberlos dejado... —Soltó la pirata.
Solo quería terminar con la conversación y huir de ahí. Ya que últimamente las huidas eran su mayor cualidad. Intentó acercarse una vez más a su hermano, pero este retrocedió.
—Lamento haberte dejado —Repitió mirando al pelinegro, con apenas una mueca de sonrisa —. ¿Cuándo se quebró este lazo? ¿Cuándo dejé de ser tu hermana y tu responsabilidad?
Harry tragó saliva con dificultad. Si él mismo no terminaba la conversación, Killian seguiría aferrada a la idea de que la relación que pendía de un hilo aún podría arreglarse. Pero lo cierto era, que para Harry, talvez ya no había solución.
—Eres mi hermana, sí, pero has dejado de ser mi responsabilidad hace mucho tiempo, Killian.
Ella no pronunció nada más. Asintió con la cabeza y limpió una lágrima que se permitió derramar. Dio media vuelta, dándole la espalda y comenzó a alejarse de ahí con pasos rápidos que resonaron por toda la madera del muelle.
Por su propio lado, Harry no quitó la mirada de su hermana hasta que la perdió cuando dobló en dirección a la costa. Solo así, giró sobre sí mismo, adentrándose al restaurante de Uma. La octópoda se acercó a él, cruzada de brazos.
—¿Te encuentras bien? —Preguntó sincera.
—No lo sé —Respondió acercándose a la barra.
—Hiciste lo mejor, amigo —Uma palmeó su espalda —. Killian no puede venir así de la nada y esperar a que todos la recibamos con los brazos abiertos.
—¿Y si yo sí quería recibirla con los brazos abiertos? —Levantó la mirada y Uma notó los ojos acuosos del muchacho —Talvez ella tiene razón y yo solo... me enfrasqué en mis propios sentimientos sin pensar en lo que ella estaba sintiendo.
—Harry, solo trata de manipularte. —Colocó una mano sobre su hombro.
—No... —Alejó su mano —Necesito estar solo ahora. —Volvió a levantarse del asiento y se acercó a la entrada —Ah, por cierto. Mal también volvió. Y si todo es como según lo planeaste, es cuestión de tiempo para que el rey Ben venga por ella.
Sin esperar respuesta de la octópoda, Harry salió del restaurante y se dirigió a la bajada del muelle que lo llevaría hasta la costa.
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En el centro de la Isla, donde la oscuridad cubrió por completo los callejones, un hombre de apariencia desastrosa y mentalidad dudosa, llegó hasta una puerta de metal, donde dio varios golpes en forma de código.
Pocos minutos después, la puerta se abrió con un chirrido metálico que erizó cada vello del hombre e informante de la pandilla de Félix.
Al entrar, distinguió varios más integrantes que la última vez que estuvo. De apariencia asiática y feas cicatrices en sus rostros. Con pasos temerosos, pero decididos, se acercó al líder.
—Ah, disculpe, ¿Señor? —Lo llamó con voz temblorosa —Hay algo importante que debo decirle.
Félix no le hizo caso a la primera, debido a que estaba sujetando la cabeza de alguien dentro de un sucio escusado.
—¿Señor...? —Repitió ahora sí teniendo su atención.
Félix tomó la cabeza del sujeto dentro del escusado y lo levantó para que pudiera verlo. El pobre hombre escupió el agua que logró consumir estando sumergido.
—Esto es solo una probada de lo que puedo hacerte si no me das lo que me debes, rata pestilente —De un brusco tirón, arrojó al sujeto al suelo —. Asegúrense de que complete nuestro trato. —Ordenó a unos muchachos.
Los matones de Félix asintieron sin oponerse y patearon el pobre hombre fuera de la guarida. El rubio dio media vuelta y clavó la mirada en el informante que se mantuvo cohibido frente a él.
—¿Qué eso tan importante que tienes para mí, amigo?
—Ahm, estaba por la zona del muelle y sentí mucho alboroto. —Comenzó frotando sus manos entre sí —Al principio creí que era el alboroto normal de los torpes piratas...
—Tengo que detenerte ahí —Señaló. Félix se acercó a él de una forma para nada amigable —. Que no se te olvide que yo también formo parte de esos torpes piratas. No fue decisión mía irme. Ellos me echaron.
—Mejor dicho, ella te echó como sucia basura —Murmuró alguien detrás —. Aún resentida por el trágico pasado.
Félix chasqueó los dedos y un grupo de su pandilla tomó al sujeto de los brazos y lo llevaron al fondo de la guarida.
El rubio volvió a prestarle atención al informante.
—Si no quieres terminar como mi querido compañero, será mejor que vayas al punto.
El hombre tragó saliva con dificultad y sin más rodeos soltó:
—Ella ha regresado.
━𝗪𝗔𝗥𝗜𝗜'𝗦 𝗦𝗣𝗔𝗖𝗘 🧚🏻♀️
Jaja, finjamos que no me dolió escribir la parte entre Killian y Harry.
He leído en varios fics que cuando son hermanos entre los personajes villanos ya existentes dentro del canon de Descendientes, suelen ser bastantes tolerables a la hora en que el/la protagonista vuelve a la Isla. En mi caso, quise experimentar ese lado "egoísta" del villano y donde le reprocha el hecho de que los abandonó y que solo quiso pensar en sí mismo.
En la versión anterior de esta historia, Harry jamás le reclamó a Killian el asunto de haberse ido y jamás haber escrito, pero nunca me sentí conforme con esa idea. Pues sabía que había mucho más para desarrollar entre los hermanos y que a pesar de que se hayan criado juntos y sean inseparables, tarde o temprano habrá cierto resentimiento entre ambos.
Aunque para dejarlos tranquilos, esta "pelea" no dura mucho. Incluso a lo mejor en el próximo capítulo tengan una especie de reconciliación, pero no del todo... ¿Me entienden? Y sino, bueno se esperan al próximo capítulo para entender jahsja
Bueno, espero que les haya gustado y sepan que no siempre es todo feliz entre los hermanos. Harry tiene sister issues con Lia y Lia tiene brother issues con Harry. Acá no se salva nadie, mi gente.
En fin, no olviden comentar ya que últimamente no veo muchos comentarios por estos lados, ¿Qué les pasa a mis fieles comentaristas? jahsja, no se preocupen, tampoco están en la obligación de hacerlo, pero admito que me gusta leerlos y reírme con sus invenciones.
Gracias por seguir leyendo y nos leemos en el próximo capítulo que se viene POR FIN el encuentro entre Lia y su padre... Chan, chan, CHAN... *inserte música dramática*
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