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𝟬𝟮𝟬 ✧┆ i don't even know who i am

٭ chapter twenty ٭

✩*⢄⢁ ❝Ni siquiera sé quién soy❞ ⡈⡠*✩

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El océano se movió con tranquilidad, apenas golpeando las rocas de la bahía. Las gaviotas revoloteaban sobre la flota de barcos y las voces de los marineros se oían como eco en la cabeza de Killian.

Ella se encontraba sentada al borde del muelle con sus pies colgando y moviéndose en leves movimientos sincronizados. La espada se encontraba a un lado suyo, pues había pasado por ella al barco de su tío antes de sentarse. Un objeto que la hacía sentir segura entre tanto mar turbulento en su interior.

Una cabecita cubierta de escamas se asomó por sobre el agua y miró a la pirata con ojos curiosos. Cada vez que Killian iba al muelle, pasaba por Crockie para dejarlo nadar en un área mucho más cómoda que un estanque en medio de la preparatoria Auradon, ya que el reptil se negaba rotundamente a quedarse sin la compañía de la pirata en el Arroyo del Cocodrilo de Nunca Jamás.

Los marineros ya se habían acostumbrado a él, así que tampoco tenía que escuchar las quejas de que su cocodrilo se había comido a alguien. De todas formas, cuando Crockie paseaba en un rango de visión que ella podía vigilar, lo alimentaba con pequeños trozos de carne de su dieta diaria.

Metió la mano en la cubeta para sacar un trozo y arrojarlo al agua. El reptil lo devoró en tan solo segundos, dando vueltas en su lugar, feliz. Lia soltó una pequeña risita. Pasar las tardes con su mascota era lo único que podía animarla en esos momentos. Su mente se mantenía distraída de pensamientos extraños y sentimientos confusos que su pecho albergaba.

—Bien, este es el último del día. ¿Oíste? —Miró al cocodrilo y él asintió. —De acuerdo. Disfrútalo como si fuera tu última comida.

Volvió a sacar otro trozo de carne de la cubeta y lo lanzó al mar. Esta vez el animal lo atrapó en el aire, impresionando a la pirata. Cuando cayó al agua, logró salpicar con algunas gotas a Killian. Soltó una diminuta carcajada y quitó el guante de su mano para dejarlo dentro de la cubeta.

—No quiero volver a los dormitorios esta noche. ¿Qué dices si le pregunto a Liam si hoy podemos pasar la noche en el barco? —Crockie la miró inclinando un poco su cabeza —Tú podrás seguir nadando en el mar hasta tarde y luego descansar en las rocas. Y yo podré recordar lo que se siente oír el océano golpear en la madrugada. Como cuando... estaba en la Isla. —Soltó un largo suspiro.

El reptil no hizo sonido alguno. Solo se hundió en el mar y se alejó a jugar por ahí. O solo se fue a practicar sus instintos naturales y tratar de cazar algo.

Un par de pasos se escucharon en la madera del muelle. Killian sintió a alguien aproximarse debido a la vibración debajo suyo. Miró por sobre su hombro, encontrándose a su tío y otra mujer. Frunció el ceño cuando los dos la miraron sin siquiera disimular.

—¿Puedo ayudarlos? —Preguntó alzando una ceja.

—Ahm, lo siento, sí. Ven, por favor —Liam hizo un movimiento de mano, pidiendo que se acercara.

La pirata soltó un suspiro. Dejó de balancear sus pies en el borde y se reincorporó para acercarse a su tío. Posicionó todo su peso en una pierna y se cruzó de brazos, examinando a la mujer. Era bonita, con el cabello castaño y ondulado. Sus ojos tenían cierto brillo encantador cuando fijaba su mirada en el mar detrás de ella.

Killian notó que su vestimenta era diferente al resto de marineros que paseaban por ahí. Llevaba puesta una camisa blanca abotonada hasta el pecho, dejando dos botones abiertos. Un chaleco de cuerpo negro se moldeó a su cuerpo, como también el pantalón que acentuó sus caderas. Y unas botas altas hasta las rodillas fascinaron a la pirata.

—¿Qué sucede? —Miró al mayor, impaciente.

—Lia, quiero presentarte a alguien. —La mujer que aún seguía cerca de él, dio un paso y extendió la mano hacia la pirata. —Ella es Zarina.

Confundida, Killian aceptó el saludo de la mujer. Una vez separó su mano de la de ella, volvió a cruzarse de brazos.

—Es un honor conocerte por fin, Killian. Liam me ha contado muchas cosas sobre ti. —La mujer sonrió, para luego colocar ambas manos en su cintura. —Hace tiempo quería conversar contigo, pero mi tripulación y yo tuvimos que... enfrentar un monstruo marino y nuestro retorno se demoró más de lo planeado.

—Pero no que tú eras un...

—¿Hada? —Enarcó una ceja. —Todavía lo soy si te lo preguntas.

—Bueno, no es como que vea un par de alas en tu espalda. Discúlpame por dudar.

Zarina rio —Descuida. Mis alas desaparecen cuando dejo Pixie Hollow. Seguro lo conoces.

—No en persona, pero sí —Aclaró —. Peter me enseñó la entrada. Está ubicada detrás del gran causal de agua de la cascada principal. ¿Y cómo funciona eso de... esconder las alas?

—Es un viejo truco de hadas cuando dejamos nuestra forma habitual. —Zarina se cruzó de brazos —Como Flora, Fauna y Primavera cuando tuvieron que esconderse en el bosque con Aurora, por ejemplo.

—Sí, me conozco esa historia —Rodó los ojos recordando los días en los que Maléfica repetía esa historia como un cd rayado.

—Bueno, yo... Creo que las dejaré solas —Liam dio un par de pasos hacia atrás —. Estaré en el barco si me necesitan.

El Capitán le dedicó una sonrisa a su sobrina, para después alejarse de ambas mujeres y subir a su barco para terminar con algunas tareas de entregas pendientes. Por su lado, Killian indicó con un movimiento de cabeza y volvió a sentarse al borde del muelle. Zarina imitó su acción. Ambas balanceando sus pies al compas de las diminutas olas de mar.

—Mi tío fue el que te llamó, ¿Verdad? —Preguntó sin apartar la mirada del oleaje.

—Él sabe que no estás bien, Killian. Le preocupa tu bienestar. Y pensó que alguien como... nosotras, podría ayudarte.

—Déjame adivinar. Porque ambas somos piratas, ¿O no? —La miró un corto segundo y cuando Zarina asintió, volvió la vista al océano.

—Sé lo que es estar lejos de la familia, Killian. Comienzas a extrañar cada parte de tu hogar y cada vez que cierras tus ojos, los recuerdos te invaden como frías cascadas de agua —Zarina apartó la mirada de la pirata, perdiéndose también en el océano. —No sé cómo te sientes en este momento, porque cada uno tenemos diferentes maneras de sentir. Pero sé lo que es extrañar tu hogar.

El hada pirata se quedó un par minutos en silencio. Analizó cada expresión en el rostro de la pelinegra, notando como sus ojos poco a poco comenzaban a cristalizarse. Killian sintió un nudo en su garganta. No encontraba las palabras necesarias para hablar y sus ojos habían comenzado a arder.

Un cumulo de emociones se instaló en su pecho. Cada una clavándose en su interior más fuerte que la otra. Hasta que solo colapsó. Un fuerte sollozo escapó de sus labios y cubrió su boca para apaciguar el sonido. Zarina se permitió abrazarla de lado, dando suaves caricias en su espalda.

—Lo intenté —Murmuró —. Intenté vivir la vida que Ben nos prometió, pero jamás lograrán cambiar lo que somos.

—Esto va mucho más allá de extrañar tu hogar, ¿No? —Preguntó —Siento que... Algo más está atormentando tu cabeza.

—Cuando llegué a Auradon, tenía una misión en mi cabeza —Comenzó. Zarina dejó de abrazarla, ya que así ella podía sentirse más cómoda —. Robar la varita del Hada Madrina. Pero entre una cosa y otra, cada vez que intentamos avanzar, algo se interponía en nuestro camino. Luego, con el pasar de los días, cada uno comenzó a encontrar su lugar y aquella idea de venganza se vio... muy lejana. Comenzamos a hacer amigos. A darnos cuenta de que había personas que en verdad nos querían, hasta el punto de... querer cambiar nuestra historia.

Killian limpió una pequeña lágrima que se deslizó por su mejilla. Soltó un largo suspiro antes de continuar bajo la atenta mirada del Hada que hasta el momento no pronunció palabra alguna. Solo se dedicó a escuchar.

—La mayoría aceptó que Peter y yo estuviéramos juntos, porque en la tierra de la oportunidades... ¿Por qué no darle la oportunidad al romance que tendría que ser prohibido? —Miró a Zarina —Pero un porcentaje mínimo siguió hablando a nuestras espaldas.

—Adivino —Zarina habló en el pequeño silencio de la pirata —. Princesas y príncipes huecos que no aceptan todavía a los villanos y se niegan a verlos felices.

—Desde que comencé mi relación con Peter sabía que esto podría pasar. Y lo toleré. Lo toleré durante seis meses. Pero ahora, ya no puedo más. —Killian observó a lo lejos la cola de Crockie moverse en el agua. —Y para sumarle drama al asunto, hoy llegó a Auradon el ex amor de Peter.

—¿Cómo es eso? —Zarina enarcó una ceja.

—Antes de mí existió otra. Aria. Hija de Ariel. Y yo... Solo fui su reemplazo. —Jugueteó con el anillo en su mano.

—¿Estás muy segura de eso, Killian? —Preguntó. La pirata la miró confundida. —Escucha, no puedo saber cómo funciona el corazón de ustedes, pero sí sé que lo que sienten es real. Peter estuvo dispuesto a seguir su corazón y... enamorarse de la complicada hija del Capitán Garfio.

—Oye... —Sonrió y empujó levemente con el hombro a la mujer.

—Pueden hablar los tres. Tú, Peter y Aria. Hablar sobre lo que está pasando. Todo tiene solución, Killian.

—No lo sé. Es todo muy complicado ahora... Necesito pensar bien qué es lo que necesito. —Sacó el collar que adornó su cuello, sosteniendo la pequeña bellota entre sus manos. —Esto me lo dio él como prueba de que todo es posible. Que nosotros tenemos derecho a reescribir nuestra propia historia, sin necesidad de repetir la que alguna vez fue escrita.

—¿Una bellota? —La mujer enarcó una ceja.

—Es algo de... nuestra historia. Pero básicamente, Peter se lo dio a Wendy, demostrando su amor por ella. Sin importar que fueran de tierras diferentes, él sabía que daría todo por ella. Porque eso fue lo que cautivó a Peter en primer lugar. La esencia y forma de ser de Wendy. —Guardó el collar en el bolsillo de su chaqueta —Pero yo... Ya no sé cuál es mi esencia. No me siento yo misma.

—Te sientes confundida sobre quién eres. —Aclaró.

Lia asintió —Hace tiempo siento una extraña sensación en el pecho. Como si algo estuviera mal. Le escribí cartas a mi padre, pero ninguna fue contestada. Talvez me odia. Talvez decidió ignorarme y fingir que no existo. No lo sé. —El nudo en su garganta volvió a aparecer. Tragó saliva con dificultad. —Solo busco la manera de encajar aquí, Zarina. Cambié mi cabello, soy amable incluso con aquellos que hablan a mis espaldas. Intento ser mi mejor versión, pero... Ni siquiera sé quién soy.

—Talvez ese fue tu error en primer lugar. —Killian la miró con ojos curiosos. —Querer cambiar algo que te hace ser quién eres.

—¿Cómo vuelvo a ser esa persona, entonces? —Preguntó con desesperación en su voz.

—Solo tú sabes eso, Killian.

La pirata no respondió. Mantuvo su mirada en el océano, observando como el sol comenzaba a bajar poco a poco en el horizonte.

—¿Quieres otro consejo? —Zarina preguntó. Lia asintió. —Respecto a los comentarios que hacen sobre Peter y tú, es mejor no darles importancia. Porque solo estás demostrándoles que tienen el poder de afectarte. Y eso, es otro aspecto que tú cambiaste en ti.

—En la Isla jamás me hubiera afectado que hablaran sobre mí —Aclaró —. Incluso me hacían sentir... Bien. Porque sabía que yo tenía ese efecto en ellos. Los murmullos, las exclamaciones, el miedo en sus miradas. ¡Por el mar! Amaba sentirme poderosa frente a toda la Isla. —Una sonrisa apareció en su rostro. —¿Acaso es hipócrita de mi parte querer revivir eso?

—No creo que sea hipócrita, Killian. Creo que es... De alguna manera, justificado. Nadie en Auradon puede hacerte cambiar en seis meses, lo que viviste toda la vida en la Isla. Y si alguien tiene que cambiar, que sean ellos. Que dejen de vivir en su burbuja perfecta y acepten de una buena vez que todos tienen el mismo derecho.

—Wow... Eso es inesperado viniendo de alguien de aquí.

—Hace un tiempo estuve en tu lugar también —Confesó —. Me fui de mi hogar porque no me aceptaban como yo era. Estuve lejos un largo tiempo. Conocí personas que me comprendían, pero seguí sintiéndome fuera de lugar. Luego, comprendí que no tienes que complacer a los demás. Solo tienes que complacerte a ti. Y si no aceptan lo que eres, entonces esas personas no son tus verdaderos amigos.

—¿Qué pasó después? —Preguntó —Sé que lograste regresar a tu hogar, pero... ¿Cómo fue?

—Fácil no fue, eso es seguro. Pero tenía amigos que aceptaron que no puedes cambiar a las personas. Que cada uno tiene su talento y jamás podrán cambiar eso. —Zarina colocó una mano en su pecho —Yo estaba destinada a ser un hada del polvillo, pero terminé siendo un hada pirata que sabe crear talentos para otras hadas. —Tocó con delicadeza el pecho de la pirata —¿Cuál era tu destino, Killian?

—Yo... Estaba destinada a ser una villana. Destinada a arruinar los finales felices de los bondadosos.

—¿Y ahora cuál es? —Preguntó, pero ella no respondió. —Cuando sepas esa respuesta, sabrás dónde perteneces y dónde pertenece tu corazón.

El ambiente permaneció en silencio unos largos minutos. Ambas disfrutando del sonido de las olas y el aroma salado que la brisa traía de vez en cuando. Crockie volvió a hacer acto de presencia, saludando a Killian con un salpicón de agua. Zarina observó la interacción de la pirata con el reptil, totalmente fascinada.

—Vaya, no creí que serías mejor amiga de un cocodrilo.

—Yo tampoco... —El reptil miró al hada con curiosidad. —Crockie, ella es Zarina. Zarina, él es Crockie.

—Un gusto, amigo. —El reptil salpicó al hada en respuesta. —¿Hace cuánto eres amiga de él?

—Prácticamente desde que dejó el cascaron. Lo confundí con un ave y ve mi sorpresa cuando me enteré que era un cocodrilo. Me quedé estática y quise salir corriendo. Luego mis amigas me hicieron entender que no toda criatura es peligrosa, si sabes cómo cuidarla.

—Y Crockie te adoptó como su madre, ¿Verdad? —Lia asintió con una sonrisa —No me quiero imaginar lo que hubiera hecho tu padre. Seguro saltaría del miedo.

—Sí... Seguramente.

—Oye, Killian...

—Lia. Puedes decirme Lia.

Zarina asintió con la cabeza y una sonrisa.

—¿Sabías que heredaste muchas cualidades de él?

—¿Disculpa? —Frunció el ceño.

—De tu padre. Un hombre ambicioso, pero amable.

—Ambicioso le queda corto —Soltó una risita —, pero sí. Mi padre tiene lo suyo.

—Cuando Liam me contó sobre ti, me alegró saber que después de todo, el Capitán pudo ser feliz. —Una sonrisa se instaló en su rostro. —Solo que me sorprendió que me dijera que te llamabas como él. Yo lo conocí por el nombre de James.

—Oh, sí... Es su segundo nombre. Killian James Hook. Bueno, en realidad sería Jones ya que era su apellido antes de ser Hook, el cual es un apodo por su garfio en la mano. —Explicó con rapidez causándole una risa a la mayor —. Lo siento. Sé que es mi padre y todo, pero estoy encantada con su historia. Nunca Jamás. Navegar con los piratas siguiendo sus órdenes. Surcar las aguas sin saber qué te depara en el camino. Lo adoro.

—Bueno, yo conocí a tu padre antes de tener el garfio en su mano. Fue una de las tantas personas que me ayudó cuando me fui de mi hogar. Jamás podré recompensarle todo lo que hizo por mí. —Zarina recordó aquellos momentos con una sonrisa nostálgica. —Y lo menos que puedo hacer ahora, es ayudarte a ti. Espero que puedas encontrar devuelta tu esencia.

—Eso espero, Zarina. En verdad te lo agradezco.

La mujer se reincorporó, extendiendo su mano a la pirata. Killian la aceptó y tomó su espada para engancharla alrededor de su cintura. Observó el mar para hablar con su mascota, pero el cocodrilo había vuelto a perderse en el océano.

—Estoy agotada mentalmente. Necesito... Descansar.

—Claro, se está haciendo tarde. —El hada fingió deducir la hora con el sol. —Yo me voy.

—Te acompaño. Necesito preguntarle algo a Liam.

Ambas mujeres caminaron por el muelle hasta llegar al barco del mayor Jones. Liam las observó desde la cubierta y se disculpó con el marinero que hablaba para acercarse a ellas. Al estar a una distancia cercana, miró a Lia con una sonrisa.

—¿Y, Lia? ¿Preparada para el entrenamiento de hoy?

—Ah, de hecho... Hoy no puedo.

—¿Qué? —Liam frunció el ceño. Su voz visiblemente molesta. —¿Otra vez? Es la segunda vez esta semana, Killian.

—Lo siento, pero no puedo.

El buen humor que había adquirido en la conversación con Zarina, había comenzado a desvanecerse poco a poco. No estaba de ánimos para preocuparse por lecciones en ese momento.

—Tienes una responsabilidad con ellos, Killian. ¿O acaso hacías lo mismo con los piratas que entrenabas en la Isla?

Lia apretó la mandíbula, molesta. —No me vengas con comparaciones ahora, ¿Quieres?

—Liam, por favor... No creo que sea un buen momento... —Zarina intentó mediar el conflicto.

—No puede detener el mundo, Zarina. No puede hacer lo que quiera. Esto no es-

—¿La Isla? —Interrumpió la villana. —¡Claro que no es la Isla! ¡Claro que no puedo hacer lo que se me de la gana! Lo sé muy bien, Liam. —Sostuvo el agarre en la espada en su cintura con fuerza. —¿Sabes qué? No me importa lo que pienses. Me voy de aquí.

—Oye, no...

El Capitán la tomó del brazo, pero con un movimiento brusco, logró soltarse de él.

—No. —Con enojo, señaló con su dedo al Capitán. —No me vengas con un tonto discurso de responsabilidad.

—No puedes escapar de los problemas cada vez que se te cruzan en el camino, Killian.

—¿Ah no? —Se cruzó de brazos —¿No fue lo que tú hiciste cuando tu hermano escapó? Preferías ignorar los problemas que siempre traía mi padre, solo para no tener que enfrentarlos. ¿Verdad?

—No saques las cosas de contexto, Killian.

—No, Liam, tú no saques provecho de la situación. —El nombrado frunció el ceño. —No intentes adoctrinarme como si fuera él, porque no lo soy. —Pronunció con detenimiento.

—Lia... —Zarina habló, comprendiendo la situación. —No creo que Liam te vea como su hermano, sino como...

La pirata frunció el ceño, pero le llevó tan solo segundos entender las palabras del hada.

Liam no la veía como el hermano que tuvo y que no pudo proteger. Sino que, con el pasar de los meses, el Capitán Jones adoptó otro tipo de conexión con la pirata.

—Yo... —Miró al hombre que se encontraba en silencio —No soy tu hija.

—Lo sé... —Soltó con apenas un hilo de voz.

Sin pronunciar palabra alguna, Killian bajó del barco y se alejó de la bahía. No sabía a dónde ir. Su único lugar seguro se convirtió en un mar turbulento de emociones confundidas.

Todo se fue en decadencia. Su pecho se oprimió, sintiendo nada más que un vacío interno. Y ahí comprendió, que la chispa que había tratado de mantener encendida, por fin se había apagado.








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Killian cerró la puerta de la habitación con fuerza. Algunos cuadros cercanos que colgaban de la pared, vibraron con el golpe, aun así, no se cayeron. Agradeció no encontrarse con ninguna de sus amigas, pues no estaba de ánimos para hablar con absolutamente nadie.

Dejó la espada sobre su cama y caminó directo a su tocador. Observó su reflejo en el espejo. Sus ojos estaban visiblemente rojizos, el delineador se había corrido un poco, pero no al grado de parecer un mapache.

Al verse ahí, reflejaba, sabía que había llegado a su límite. Un grito ronco escapó de sus labios y las pertenencias en su escritorio terminaron por completo en el suelo. Escuchó el ruido de su frasco de perfume quebrarse tras impactar contra la cerámica del piso, y del cuadro que había elegido para enmarcar aquella foto de su padre y tío cuando este último fue aceptado a la marina.

El tintineo de un pequeño objeto cayendo al suelo llamó su atención, encontrándose con el collar de la bellota que guardó anteriormente en su bolsillo. Lo tomó entre sus manos y lo dejó sobre el escritorio junto con el cuadro.

Mira bien, nunca voy a ser una novia ideal... ━Pasó su mirada al cuadro ━O una buena hija. No sabré... tal papel jamás tomar. Ahora sé... Que al demostrar quién realmente soy ━Observó el desastre causado en su momento de colapso ━Gran dolor podría causar.

Killian se agachó para juntar los pedazos de vidrio rotos del suelo, dejándolos apilados en el escritorio. Una vez estuvo todo medianamente ordenado, volvió a mirarse en el espejo.

¿Quién es quien veo ahí? Su mirar... Fijo en mí. ━Sus ojos nuevamente comenzaron a arder, amenazando con dejar salir algunas lágrimas contenidas. ━Y que en mi reflejo no reconocí.

Dejó de lado el escritorio para acercarse al espejo de pie en medio de la habitación. Mantuvo su mirada en él un largo minuto. Cada especto de lo que alguna vez ella fue, ya no estaba.

Su cabello había cambiado. Dejó de vestirse con colores oscuros para intentar encajar en la idea de Auradon. Y ahora... Ya no podía distinguir quién era aquella chica en el espejo.

No puedo continuar esta gran falsedad... ¿Cuándo en mi reflejo yo me veré en verdad? ━Se acercó más a la Killian reflejada. En un fugaz destello se observó a ella como antes. En los días que sabía quién era. ━¿Cuándo en mi reflejo yo me veré en verdad?

Soltó un sollozo, cubriendo su boca con la mano. Odiaba sentirse de esa manera. Sentirse derrotada por dejarse influenciar por comentarios tontos de la sociedad de Auradon. Intentó sentir algo más que tristeza, pero su corazón estaba tan destrozado, que no era capaz de albergar ningún sentimiento ajeno a la soledad.

Se acercó al hueco entre las camas y se dejó caer en el suelo, abrazando sus piernas en consolación propia.

No supo cuánto tiempo pasó sumida en su propia depresión, pero no levantó la cabeza sino hasta que escuchó la puerta de la habitación abrirse. Observó a Mal moverse con bastante determinación, guardando cosas en su mochila. Desapareció un par de minutos en el baño y cuando salió, Killian distinguió el conjunto de cuero morado con el que había llegado a Auradon.

—¿Qué haces? —Preguntó con la voz ronca. La de puntas moradas la observó asustada.

—Por Hades, Killian. Me asustaste. —Colgó la correa de su mochila en un hombro. —¿Qué haces ahí abajo?

—Yo...

—¿Te encuentras bien? —Preguntó acercándose con pasos lentos. —No te ves bien.

Ella negó. Las ganas de llorar volvieron a invadirla.

—No sé qué hacer, Mal. Ya... Ya no me siento cómoda en ningún lugar —Confesó —. Cada vez que tengo la oportunidad de hacer algo bien, termino arruinando todo. Dejé de sentirme como lo que era. Una villana.

—Comprendo... —Mal se agachó a su nivel, sentándose en el suelo frente a ella. —Has sentido que todo parece estar en tu contra. Que lo que se supone que tienes que ser, es en realidad una mala imitación de ti.

—Necesito saber quién era antes de Auradon. Saber dónde perdí a Killian. Que vuelva y reemplace a Lia, porque no me siento bien.

—Hay un solo lugar dónde podrás encontrarte, Killian. —La pirata fijó su mirada en ella. —La Isla.

—¿Volver a la Isla? —Frunció el ceño. La idea de la hija de Maléfica no le pareció tan descabellada.

—Ven conmigo. —Mal se reincorporó y extendió su mano hacia ella. —Vamos juntas. ¿Qué dices?

—Ahí es dónde planeabas ir. Por eso tu ropa y la mochila llena... Y tu madre en la caja con agujeros. —Mal asintió. No podía mentirle sabiendo que ella se sentía de la misma manera. —Bien, acepto.

Killian tomó la mano de la villana. Ambas se dedicaron una mirada cómplice y cargada de sentimientos.

—Te daré tu tiempo para... ordenar tus cosas. —La pirata asintió en agradecimiento. —Estaré cerca del puente esperándote. Ve cuando te sientas lista.

—Sí... No tardaré mucho de todas formas.

Sin decir nada más, la villana abandonó la habitación dejando a la pirata sola. Ella se paseó por el cuarto, confundida.

¿Hacía bien en huir a la Isla?

Talvez Liam tenía razón. Solo buscaba la manera de escapar de sus problemas para no tener que enfrentar las consecuencias de sus propios actos. Pero si no se sentía segura, ¿Por qué seguir quedándose en un lugar que ni siquiera la aceptan cómo era antes?

Sí. Se había dejado influenciar por los malos comentarios. Esa fue la razón principal de por qué cambió su aspecto. Y ahora, ya ni siquiera podía distinguirse en los reflejos.

Necesitaba encontrarse a sí misma otra vez. Y la respuesta estaba en la Isla que por tantos años consideró como su hogar.

Abrió el armario y lo primero que resaltó entre sus prendas, fue aquella chaqueta de cuero roja con el parche de ancla en la espalda. La sacó del colgador y se la colocó como si fuera una vieja piel que había dejado olvidada entre tantos recuerdos.

Una diminuta sonrisa escapó de sus labios al saber que estaba yendo por el camino correcto. Volvió a abrochar el cinturón con la espada alrededor de su cintura, porque era obvio que si regresaba a la Isla, tenía que volver con su fiel compañera.

Antes de abandonar la habitación, se acercó al escritorio. El collar con la bellota resaltó entre los cristales rotos y sintió un nudo en su garganta. Sacó su libreta y dejó plasmada en aquellas hojas blancas las razones de por qué se iba.

Sabía que a pesar de todo, no podía dejarlo sin explicaciones.

Una vez terminó, guardó las hojas en un sobre con el remitente y un pequeño dibujo de un garfio como su sello característico. Caminó hasta la puerta y pasó su mirada por toda la habitación una última vez.

No sabía si volvería a pisarla otra vez. Aun así, recordó los buenos y divertidos momentos compartidos. Soltó un largo y sonoro suspiro, cerrando la puerta a su paso.








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La pirata se paseó por los pasillos ignorando las miradas curiosas de los estudiantes que todavía vagaban por ahí. Distinguió a lo lejos las grandes puertas de metal de las cocinas, así que apuró su paso.

Al ser ya tarde, el lugar se encontraba solitario. A excepción de una persona.

Killian carraspeó para llamar la atención de Ray, quien levantó la mirada de los muffins que se encontraba decorando seguro para el desayuno del día siguiente. Frunció el ceño notándose confundido por la presencia de la villana.

—Killian, hola —Limpió sus manos con un trapo para poder saludarla. —¿Qué te trae por aquí?

—Yo ahm... —Apretó la carta que tenía en su mano, pero sin arrugarla. —Necesito pedirte un favor.

—Claro, lo que sea. —Aceptó sin dudarlo.

—¿Podrías darle esto a Peter? —Extendió la carta. El moreno la tomó con una de sus manos ahora sí medio confundido. —Es una carta.

—Creo que es muy obvio que es una carta, Killian ­—Sonrió, más la pirata no lo hizo —. ¿Te sucede algo?

—No, no. Descuida —Negó con rapidez para no levantar sospechas en el cocinero. —Es que tuvimos una discusión y... esta noche la pasaré en el barco de mi tío —Mintió —. Es solo una explicación sobre eso, pero no quiero dársela yo.

—¿Por qué crees que la aceptará si viene de mí? —Preguntó —Sabes que no confía en mí aún.

—Pues tiene que comenzar a hacerlo. —Ray notó cierto cambio de voz en la pirata. —Dile que por el momento no quiero verlo y que no vaya a la bahía.

—De acuerdo. Si eso quieres que haga, entonces lo haré —Guardó la carta en el interior de su chaqueta. —Aún así me dejas preocupado. ¿Seguro que te encuentras bien?

—Solo estoy cansada, Ray. —Dejó caer sus brazos a los costados. —Cansada de tener que siempre dar explicaciones para todo. ¿No puedo tan solo sentirme mal?

—Es que nos preocupamos por ti. Por todos ustedes.

—Sí, ajá... —Soltó una risa nasal —Todos siempre se preocupan por nosotros. Pero también son los primeros en señalarnos cuando hacemos algo malo. —Murmuró por lo bajo.

Ray escuchó su comentario, pero no agregó nada más al respecto. Observó la expresión de la pirata, notándola diferente a las otras veces que entabló conversación con ella. Sin embargo, decidió cambiar de tema.

—Oye, que linda chaqueta —Halagó —. Imagino que tiene un parche distintivo en la espalda, ¿Verdad? Es que los vi usar unas parecidas a Jay y Carlos y cada uno tiene su símbolo.

—Eh, sí... —La pirata le mostró el ancla —Jay tiene una serpiente cobra, Carlos tiene dos huesos cruzados en blanco y negro, Mal solía usar una con dos dragones que forman un corazón y Evie con una corona. La mía tiene... un ancla.

—Creí que al ser hija del Capitán Garfio, usarías una con... Bueno, un garfio.

—Ese símbolo ya estaba ocupado. Por mi hermano. —Se cruzó de brazos. —Fue una tonta apuesta. Él ganó, yo perdí, y me quedé con el ancla. Me gusta igualmente.

—Yo creo que es especial. Te hace única entre el resto de piratas.

—Siempre sabes qué decir para animar a alguien, ¿O no?

—Es una de mis cualidades, pirata —Le guiñó un ojo, acompañado de una sonrisa. —¿Quieres algo de comer? Puedo prepararte lo que quieras. Un sándwich, un pastel... Una sopa.

—Ah, no gracias... —Observó el reloj en una de las paredes. Tenía que irse ahora o sino Mal se iría sin ella. —Le prometí a mi tío que cenaríamos juntos. —Mintió. Otra vez.

—No te quitaré más tiempo entonces. —Acompañó a Killian hasta la salida. —Yo me aseguraré de entregarle la carta a Peter. No te preocupes.

—Gracias, Ray. —Antes de salir, recordó algo. —Ah, sí... ¿Podrías darle esto también?

La pirata sacó de los bolsillos de su chaqueta el collar con la bellota. Dudó en si debía devolvérselo a Peter, pero por el momento, ese collar no le pertenecía.

Killian tomó la mano del moreno y depositó con cuidado el colgante en su palma. La cerró en un puño, como si así lo sintiera más protegido.

—Y dile que... —Tragó saliva —No. Mejor no le digas nada. La carta lo dice.

—Se lo daré.

Killian le dedicó una sonrisa de boca cerrada. Mantuvo su mirada en el moreno y sin dudarlo, lo rodeó con sus brazos en un inesperado abrazo que tomó por sorpresa al hijo de Tiana y Naveen.

Ray la rodeó con sus brazos después de quedarse perplejo un par de segundos ante la acción de la pirata. Sabía que algo andaba mal con ella. Lo sintió desde que entró a las cocinas con su semblante decaído y porque el brillo en su mirada había desaparecido.

Poco tiempo después, el abrazo se deshizo y la pirata limpió una lágrima que rodó por su mejilla, antes de que Ray pudiera verla. Sin necesidad de decir nada más, abandonó las cocinas dejando al moreno con varias interrogantes en su cabeza. Ella sabía que era cuestión de tiempo para que Ray se diera cuenta de lo que pasaba. Así que solo apuró su paso antes de que fuera demasiado tarde.

Atravesó el patio de la preparatoria y sintió su pecho encogerse al ver a sus amigos sentados bajo la escasa sombra de un árbol. Cada uno con una sonrisa genuina en sus rostros y en compañía de sus parejas. Su vista se desvió a la mesa cercana a ellos, donde se encontró con el cabello rubio de su novio.

Peter estaba sentado sobre la mesa, con los pies sobre el asiento y los codos en sus rodillas. Killian notó la mirada perdida del rubio en el sendero del bosque. Ahí comprendió que la estaba esperando. Esperando algún indicio de que volvería de la bahía para intentar reparar algo que él no rompió. Pero ella sí.

Tragó saliva con dificultad y continuó su camino sin mirar atrás. Porque sabía que si volvía a verlos, dejaría todo para estar con ellos otra vez.

Pero primero necesitaba saber quién era antes de seguir causando más daño en las personas que amaba. Y eso, lo implicaba a él.




























































𝗪𝗔𝗥𝗜𝗜'𝗦 𝗦𝗣𝗔𝗖𝗘 🧚🏻‍♀️


Ay, por favor... No me linchen, ¿Sí? Les juro que cada cosa que escribo tiene un porqué. Incluso las escenas tristes como el colapso de Killian.

Acá llegó el momento de fingir que no me dolió todo lo que escribí en este capítulo. Ya no sé qué me dolió más. Si la conversación que tuvo Killian con Zarina donde le confesó su disconformidad con ella misma, si la pelea que tuvo con Liam donde se dio cuenta de que él la ve como una hija, si el colapso de Killian por no saber cómo sentirse o si el abrazo final que le dio a Ray y donde le depositó toda su confianza aunque sea alguien nuevo en su vida. Entonces, acá fingimos demencia y les digo que no me dolió ninguna escena. *mentira, casi lloro con la mayoría*

En fin, espero que este capítulo les haya gustado y que no hayan sufrido tanto... Guarden su sufrimiento para el próximo. *risa malvada*

Otra cosita, ¿Les gustó la introducción del personaje de Zarina? Hace tiempo que tenía esa idea, pero no sabía como agregarla. Ahora ya estoy en paz. Aunque esto no es todo lo que vamos a ver de ella. Y por si alguien no la conoce, es un hada pirata que sale en la cuarta película de Tinkerbell. 

Ahora sí, me retiro. Nos volvemos a leer en el próximo capítulo. Aviso: Preparen los pañuelos.



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