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𝟬𝟭𝟰 ✧┆ rewrite the stars

٭ chapter fourteen ٭

✩*⢄⢁ ❝Reescribamos las estrellas❞ ⡈⡠*✩

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Lia se sintió decepcionada. Se sintió enojada consigo misma. Se sintió como una estúpida por no poder ver lo despreciable que podía llegar a ser Tiago.

Se había permitido pensar que talvez él era diferente a algún príncipe como Chad. Pero después de esa tarde, cayó en cuenta de que todos eran tan despreciables como él.

Golpeó con furia la mesa de picnic en la que estaba sentada, con su puño. No le importó el dolor. Desabrochó el cinturón y lo dejó sobre la mesa, mientras la empuñadura de su espada brilló a causa de los rayos solares. Quería tener a alguien con quien usarla y así, desquitar más de su ira.

Resignada, tomó asiento en la mesa y escondió su rostro entre sus manos. Y solo en aquel momento, se permitió derramar un par de lágrimas.

Desde su llegada a Auradon había experimentado tantas emociones tanto felices como tristes, que se sintió ajena a lo que alguna vez fue en la Isla. En aquel pedazo de tierra flotante apenas y podía soltar sollozos sin ser avergonzada en el proceso.

Sintió una mano posarse sobre su hombro y miró levantando un poco la mirada, al hijo de Jafar. Apenas las miradas de estos dos se cruzaron entre sí, Lia se permitió lanzarse a sus brazos para ser recibida por él al instante.

Jay no dijo palabra alguna. Solo se limitó a dar suaves caricias en la espalda de la pirata. Al poco tiempo, Lia se separó de él y tomaron asiento en la mesa de picnic.

—Lo siento... Soy una tonta.

—Lia, jamás pidas perdón por llorar —Tomó sus manos en consuelo —. Incluso en momentos como este, las lágrimas están más que permitidas.

Limpió una lágrima con el dorso de su mano. Subió los pies al asiento y abrazó sus piernas, volviéndose chiquita ante la mirada de Jay.

—¿Sabes? Cuando me enteré lo de Liam, Peter vino a verme. —Apoyó su mentón en una rodilla —Y me dijo que nunca tengo que minimizar mis problemas.

—Y está en lo cierto. —Jay inclinó un poco la cabeza, y aquella imagen de Lia le causó un dejá vú —Oye, ¿Recuerdas la primera vez que nos vimos?

—Más o menos —Intentó recordar —. Yo tenía unos ocho años.

De hecho, Lia siempre recordaba como conoció a Jay. Como conoció a todos sus amigos. Pero el encuentro con el hijo de Jafar siempre permaneció al frente de sus recuerdos. Por que sin él, a lo mejor Lia no estaría con ellos.

La mente de Killian se trasladó a ese día como si hubiera sido ayer. Era apenas una niña que estaba aprendiendo a ser libre de la protección de su padre.

--

Una pequeña pelinegra de tan solo ocho años de edad tarareó feliz una canción que su padre siempre solía cantarle para dormir. Aquel día era la primera vez que el Capitán Garfio le permitía salir sola del muelle sin su compañía.

Veces anteriores había cruzado el túnel que dividía el muelle del resto de la Isla en compañía de su padre o incluso de su hermano, aunque este era un año mayor que ella.

Fue tanta la insistencia de la menor, que el Capitán no tuvo más remedio que darle el permiso para "explorar la isla y ser una pirata hecha y derecha", o eso es lo que decía la pequeña Killian para convencer a su padre.

Hasta que al fin lo logró.

Saltó piedras que simulaban ser obstáculos en su búsqueda del tesoro y blandió en el aire aquella espada de madera que su padre le regaló tiempo atrás.

Será mejor que no se metan conmigo, sucios bacalaos. Soy la pirata más temida de los siete mares —Balbuceó a unas cajas e imaginó que eran personas —. Y si me desobedecen, por la plancha caminarán.

Y si me desobedecen, por la plancha caminarán —Repitieron a sus espaldas, pero Lia notó cierto tono burlón.

Hola. ¿Ustedes también son piratas? —Preguntó la pequeña —Nunca los vi por el muelle. ¿Viven cerca?

Tú no eres bienvenida aquí, niña. Lárgate.

Mi papi me dio permiso.

Los niños se comenzaron a acercar a Killian de una forma que no le gustó para nada. Una mala sensación recorrió su espalda baja y poco tiempo después, se vio arrinconada en un callejón sucio y oloroso.

Quien diría que la hija del Capitán, su pequeña Lia, es una cobarde. —El niño líder del grupo se acercó a ella. Se quitó la capucha que adornaba su cabeza y Lia notó una cicatriz debajo de su ojo derecho cuando estuvo más cerca de la luz. —¿Así honras el legado de tu padre? ¿Siendo una cobarde?

¡Yo no soy una cobarde! —Sujetó su espada de madera frente al chico. —Retractate. O te cortaré tus inservibles manos.

El chico soltó una carcajada que fue secundada por su grupo. Se atrevió a tomar la espada de Lia y la rompió en dos, como una simple ramita.

¡Oye! Bien, te lo buscaste, pescado podrido.

Lia se abalanzó sobre el niño y comenzó a darle golpes en su estómago y patadas que le llegaban hasta las rodillas. El niño cayó al suelo adolorido, pero tras chasquear los dedos, su grupo tomó a Killian por los brazos, inmovilizando sus movimientos.

¡Sueltenme! ¡Se los ordeno! ¡Les juro que cuando me libere, los haré caminar por la plancha hasta el fondo del mar para que se ahoguen y mueran!

Ya veremos si con esto vuelves a amenazarnos, piratita.

Lo siguiente que vio Lia fue como un puño impactó en todo su rostro. Se tambaleó y cayó sentada sobre un montón de cajas mojadas por la lluvia de esa mañana. Soltó un sollozo cuando sintió un sabor metálico en su boca y como una línea carmesí salió de su nariz. Enseguida, las lágrimas indundaron sus grises ojos.

Oh, mirenla. La piratita se puso a llorar. Eres una decepción para tu tripulación, Lia.

No me digas Lia. Soy Killian para ti. —Escupió con desagrado.

No, desde ahora serás la piratita cobarde. ¿Qué opinan amigos?

Las risas resonaron en todo el callejón. Al poco tiempo, el niño volvió a dirigir otro golpe a su rostro, esta vez impactando en su ojo.

Killian volvió a hacerse chiquita detrás de un basurero, esperanzada de que pronto terminaría esa tortura. Pero no. Los golpes a su pequeño cuerpo siguieron y pensó que no lo lograría.

Cuando el golpe culmine se dirigía otra vez a su rostro, una mano detuvo el puño del niño.

Killian, con las pocas fuerzas que le quedaban, levantó la mirada, encontrándose con la espalda de un chico que usaba una chaqueta oscura con una especie de serpiente bordada detrás.

Alejate de ella, Félix —Advirtió —. Este es mi lugar, no el tuyo.

¿Y qué vas a hacernos, Jafar? ¿Inoptizarnos?

De hecho, algo mucho mejor.

El pequeño de cabello largo soltó un grito para después saltar sobre el chico de nombre Félix. Plantó múltiples golpes en su rostro y no lo soltó ni siquiera después de escuchar las mil y un súplicas de sus demás compañeros de grupo que pedían que se detuviera.

Él no hizo caso y continuó. El color carmesí adornó el suelo del callejón ese día. Pero como la lluvia aún amenazaba con caer de aquellas nubes grises, sería borrado tarde o temprano.

¡Alto! —Detuvo su puño a centímetros del chico cuando la débil voz de Lia llegó a sus oídos —Sueltalo. Ya tuvo lo que se merecía.

Se apartó del cuerpo del chico y sus amigos aprovecharon para alejarlo de ahí. No sin antes murmurar que tarde o temprano vendrían por su venganza. No solo hacia el hijo de Jafar, sino que también hacia la hija del Capitán Garfio.

Lia apenas podía mantenerse de pie. Cayó al suelo en cuanto los niños se fueron. El pelilargo corrió en su ayuda y la tomó cruzando uno de sus brazos por su hombro.

¿Te encuentras bien? —Se retractó al segundo de formular esa palabra —Mala pregunta, lo sé.

Estoy... Estoy bien. —Contestó. —¿Tú estás bien?

De maravilla. No me tocó ni un pelo. —Sonrió triunfal. —Soy Jay, por cierto. Un gusto.

Li- Killian —Corrigió —. Soy Killian.

Muy bien, Killian, ¿Quieres que te lleve a algún lugar? —Preguntó mientras juntos caminaron fuera de ese callejón.

A mi casa —Dijo sin dudar —. Llevame al muelle. De donde nunca debí haber salido.

Ahí iremos entonces...

El pequeño y valiente Jay de también ocho años, acompañó a Killian hasta el muelle. Con los faroles que iluminaron el camino, los moretones y el color carmesí fue más notorio en el rostro de la menor.

El Capitán corrió cuando divisó a su hija en brazos del hijo de Jafar y sintió que su mundo se venía abajo cuando la vio en ese estado. Pensó que jamás tuvo que dejarla sola.

Se culpó por eso ese día. Y los que le siguieron.

--

—Estuve inconciente como dos días después de eso. Mi padre no se despegó de mí hasta que tuve como doce —Una pequeña mueca de sonrisa apareció en sus labios —. Y fue solo porque me logré escapar de él para ir al barco de Morgan que ese día iba a zarpar para ir hasta el borde de la barrera.

—Al principio no le tomé mucha importancia —Continuó el hijo de Jafar —, pero Lia, ese día pudiste haber...

Jay se abstuvo de decir aquella palabra. De solo imaginarse una vida sin Lia, lo hacía sentir miserable. Jamás podría vivir sin ella.

—Poco tiempo después me enteré que ese Félix era hijo de uno de los marineros de papá. Pero lo hizo caminar por la tabla hasta el fondo del mar por intentar robar uno de sus tesoros —Explicó pues Jay no sabía aquella historia —. Félix solo quería tomar venganza. Ya sabes, deshacerse de su talón de Aquiles para que sufra. De su pequeña Lia —Apretó los dientes al recordar el apodo. —¿A qué viene todo esto? ¿Por qué querías que recuerde ese día?

—Porque quiero que sepas que siempre voy a estar ahí para ti, Lia. Siempre voy a estar para defenderte de golpeadores como Félix y de príncipes tontos como Tiago.

La sonrisa volvió a aparecer en el rostro de la villana. Otra vez se abalanzó sobre el pelilargo y lo envolvió en un fuerte abrazo que le daba toda la seguridad y protección que tanto se merecía.

—Adoro esa sonrisa. Nunca la borres, ¿Sí? —Murmuró.

—Lo intentaré, Jay-Jay.

—Ay, no... Es uno de mis apodos menos favoritos.

—Pues te la aguantas, Jay-Jay. Tu culpa por traer recuerdos a mi cabeza.

—Bien, lo acepto —Alzó ambas manos en paz —. Oye, Lia... ¿Puedo confesarte algo?

—Claro. Sabes que nada saldrá de mis hermosos labios.

Jay se tomó un minuto para continuar. Miró a su amiga frente a él y soltó un poco de aire contenido dentro de sus pulmones.

—No sé, es extraño —Comenzó —. He sentido esta extraña sensación en mi pecho desde que conocí a Raizel y se que probablemente sea poco tiempo, pero...

—No, ya sé por dónde va esto —Sonrió —. ¿Lo estás aceptando?

—Lia, creo... Creo que me enamoré de una princesa.

La pirata chilló emocionada. Todos los intentos de Jay por tratar de conquistar a alguien en la Isla siempre fueron en vano. Pues ninguna se atrevió a prestarle atención. Y Lia las hizo caminar por la tabla a cada una de ellas.

Pero sabía lo loco que lo tenía la futura reina a su amigo. Y talvez Jay tenía razón. Era poco tiempo que llevaban conociéndose y entablando amistad, pero... Todo se puede volver real cuando es verdadero. Por más opuestos que estos sean.

—Y ya conoces a sus padres. Creo que subiste como cinco escalones —Jay soltó una risita —¿Sabes? Escucho las campanas de boda resonando muy cerca.

—Ya estás desvariando.

—Yo no desvarío, amigo. Veo el futuro. Jamás creí que podrías enamorarte de alguien tan... Sonriente como Raizel —Lo empujó suave con el hombro —. Estoy muy feliz por ti, Jay-Jay. Te mereces ser amado.

—Tú también, Lia.

—No lo sé. Ya no hay nada para mí.

—Sí que lo hay. Siempre ha estado en frente de ti. Solo que no lo has querido ver.

Por más que lo negara, Jay tenía algo de razón. Tiago no era para ella y talvez nunca lo fue. Su vista estuvo con una venda todo este tiempo, evitando ver lo que en verdad importaba. Le impidió ver a aquel chico que siempre se preocupó por ella.

Al cabo de un rato, el ambiente había tomado otro rumbo. Se volvió más agradable y pintoresco como siempre debió estar.

La risa de ambos villanos se escuchó por todo el patio. Lia se sintió bien después de un rato. Decidió dejar el mal momento como un agrio sabor de boca. Por lo que tomó un chicle de una bolsita que tenía en su chaqueta, y lo masticó, imaginando que era la cabeza de Tiago.

Evie, Carlos y Mal se acercaron a ellos poco tiempo después. Trajeron un par de bandejas de comida, pues sus estómagos estaban vacíos desde la mañana. Lia les agradeció con una sonrisa y degustó su hamburguesa, feliz.

—Un momento —Dejó su masticar a la mitad —, esto no lo cocinó el cara de sapo, ¿No?

—No, lo compramos en el puesto de comida que había en la fiesta —Aclaró Carlos —. Lo preparó uno de sus empleados.

—Okey, entonces está delicioso.

Las mesas contiguas comenzaron a llenarse poco a poco. Algunos murmuraban sobre lo ocurrido en la tarde y otros solo ignoraban los acontecimientos, como si nada hubiera pasado.

Killian observó como Chad, Audrey y Tiago tomaron asiento en una mesa cercana. Ella quiso alejarse, pero Jay la detuvo, sentandola otra vez en su lugar.

—No les des el placer —Murmuró.

Tenía razón. No les demostraría que habían logrado herirla.

Lo que sí sorprendió a las villanas fue como Jane se sentó a un lado de Audrey. Ambas reían felices y lanzaban miradas a la mesa de los villanos, de forma despectiva.

—Ya no se puede confiar en nadie. Agarran tu confianza y al pisotean como basura. —Killian habló alto para que Jane pudiera escucharla —Es curioso porque sin nuestra ayuda, jamás hubieras estado rodeadas de esas... arpías.

Jane no contestó. Killian sonrió.

Finn y Raizel se acercaron a la mesa de los villanos, tomando asiento cerca de sus parejas correspondientes. Jay entrelazó su mano con la rubia y esta apoyó su cabeza sobre su hombro.

—Lamento todo esto, chicos —Raizel se disculpó —. Debí haber anticipado un suceso como este. Soy una ton-

—No, Rai. No digas eso —Jay interrumpió —. No eres una tonta. No podías saber que Chad soltaría todo su veneno. Solo querías divertirte y pasarla bien.

—Él tiene razón, hermana —Finn continuó —. Chad y Tiago se lo buscaron. No fue tu culpa.

—De acuerdo... —Murmuró.

—Oye, Finn —Killian lo llamó y él la miró —¿Qué te decía tu padre antes de que Raizel nos lo presentara?

—Ah, mhm... —Formó una línea con sus labios —Me dijo que no podré jugar al Tourney la próxima temporada por lo que le hice a Chad en el juego. Además, cuando Raizel ejerza como reina, me tocará ayudarla con sus ordenanzas reales.

—¿Y qué pasó con tu idea de viajar por todo Auradon y tierras inexploradas? —Evie preguntó.

—Oh, lo haré. Solo que... No próximamente.

—¿Eso es parte del castigo también? —Continuó la pirata. Finn asintió. —Cuando tenga mi barco, los dos zarparemos en busca de aventuras. ¿Qué dices, principito?

—Sería un honor, capitana —Hizo una pequeña reverencia, contagiando con una sonrisa a la pelinegra. —¿Tú nos acompanarás, Evie?

—Ah, depende. ¿Hay lugar donde enchufar mi secador de cabello?

—Podemos llevar a Carlos y hacer que se quede en el mástil sosteniendo una placa solar. Así conseguirás energía.

—¡Oye! ¿Por qué a mí? —Reprochó el hijo de Cruella.

—Porque eres chiquito y bajito. Los rayos no te alcanzarán.

Carlos la miró indignado y todos en la mesa soltaron una risa.

Algunos alumnos soltaron grititos cuando una criatura pequeña corrió entre el césped y escaló por la mesa de los villanos, hasta llegar frente a la pirata.

—Hola, amiguito —Acarició la cabecita de Crockie —. Lo lamento. Te dejé solo.

Crockie negó con su cabecita, dándole a entender que no había problema. Killian con el poco tiempo, lograba de alguna manera entender los pensamientos de su mascota.

—Estuvo con Peter. No te preocupes. —Finn aclaró, acariciando también al pequeño cocodrilo.

—¿Dónde está él?

—Cuando dejó a Chad inconciente tras el golpe, su padre lo alejó del resto para que no cometiera una locura. —Crockie escaló por el brazo del príncipe y descanzó sobre su castaño cabello. —Deberías haberlo visto. Terminó con Chad y estaba decidido a darle un golpe a Tiago.

—Todo es mi culpa —La pirata se culpó otra vez. Frotó su rostro con ambas manos. —Si no hubiera sido amable con Tiago aquel día, nada de esto hubiera pasado.

—Lia, no... —Raizel tomó su mano —No tienes la culpa de nada. Tú solo querías... causar una buena impresión. Nada más.

Killian la miró apenas levantando la comisura de sus labios en una sonrisa.

Ben se acercó a ellos con pasos lentos y decididos. Tuvo que arreglar algunas cosas antes de poder estar con ellos disfrutando del almuerzo.

—Hola, chicos. ¿Cómo están? —Preguntó. Los villanos no respondieron. —Escuchen, olvidenlo, ¿Sí? No fue nada. En serio, olvidenlo.

—Que fácil es decirlo, Ben —Killian habló —. A ti no te humillaron enfrente de todos.

—Lo sé, pero les prometo que después de la coronación, estarán bien. —Se acercó a un lado de Mal y apoyó sus manos sobre sus hombros. —Debo irme. Los veo luego, aún tengo que... Arreglar asuntos.

—Y así tan rápido como llegó...

—Se fue. —Jay completó las palabras de Lia.

Doug quiso acercarse a la mesa de los villanos, pero Chad con su usual nivel de príncipe idiota, se lo prohibió. Lia rodó los ojos.

—¿Cuánto crees que ellas aguanten aquí? —Audrey murmuró acercándose a las villanas en compañía de Jane. —Mal le atrae por ser la chica mala.

—Sí, creen que los príncipes tienen la habilidad de convertir a villanas en reinas. —Jane continuó —. Pero eso es algo... imposible. Más cuando se trata de apuestas, ¿Verdad, Lia?

—Es Killian para ti —Informó —. Estás siendo influenciada por los buenos tratos de este... Intento de princesa, Jane. Date cuenta.

—No, Killian. No es así.

—Es que Jane se dio cuenta de con quién debe juntarse. —Audrey se adelantó.

—Que bajo has caído. Ya pronto recibirás tu merecido, Audrey. Tú, Chad, Tiago... Todos.

—¿Es una amenaza? —Inquirió —¿Crees que te tengo miedo, pirata?

—Deberías.

—Sí, claro. Mira como tiemblo...

Audrey se burló y se alejó riendo junto a Jane otra vez a la mesa de príncipes despreciables. Mal abrió su libro de hechizos y Killian sonrió al leer la hoja señalada.

"Postizos con rizos, deshagan el hechizo" —Murmuró.

Tras mover sus dedos en sincronía con sus palabras, el grito en la mesa de Audrey fue una canción para los oídos de Killian.

El corto y feo cabello de Jane había vuelto a atormentarla. Las miradas se posaron rápidamente en la hija del Hada Madrina, al igual que las risas burlescas.

—Este es un momento tan vergonzoso, como cuando olvido el nombre de mis tíos —Escucharon murmurar a Doug.

Carlos señaló al hijo de Tontin, dándole la razón. Killian sonrió satisfecha y miró a la pelimorada.

—Tengo mucho más en mi libro. —Informó ella.

—¿Disculpa? ¿Quién te crees que eres? —Audrey defendió.

—Hazle un nido en su cabeza, Mal —Lia ideó —. Y después Crockie podrá dormir ahí.

Mal escuchó la idea de la pirata y abrió su libro en busca de la página adecuada. Pero antes de poder hacer algún hechizo, Audrey salió corriendo con el resto de princesas que esperaban que su cabello siguiera igual.

Cuando las villanas tomaron asiento otra vez, Killian vio de reojo como alguien se levantó de la mesa de los príncipes y se acercó a ellos.

Antes de poder hacer algún otro movimiento, Jay le obstruyó el paso al hijo de Tiana y Naveen.

—¿A dónde crees que te diriges? —Preguntó el hijo de Jafar sonando verdaderamente enojado.

—Jay, solo quiero hablar con Lia. Por favor.

—No vuelvas a decirle Lia en tu vida. ¿Oíste? —Advirtió. Killian sonrió detrás de él. —Perdiste todo privilegio con ella, cocinerito.

Tiago dio media vuelta para volver a la mesa, pero se detuvo cuando la escuchó.

—Tienes cinco minutos —Killian se cruzó de brazos —. Y espero que sean buenas excusas porque odio perder el tiempo con... —Lo miró de arriba a abajo —Personas como tú.

—¿Puede ser en privado? —Preguntó mirando los miles de ojos curiosos detrás de la pirata.

—No. Si tienes algo que decirme, lo dirás en frente de mis amigos.

Tiago tomó una bocanada de aire y pensó adecuadamente sus palabras. A pesar de todo lo que había hecho, no quería perder la relación que tenía con la pirata.

—Mira, todo lo que escuchaste, es verdad —Killian tensó la mandíbula. Tiago continuó. —Chad tiene razón, Lia. Fuiste parte de una apuesta. Tratabamos de ver cuál de nosotros era capaz de conquistar a una villana. Y tú fuiste la única que cayó.

—Fui la única idiota que se dejó engañar por alguien como tú, ¿Verdad? —Se levantó de la mesa, enfrentandolo —¿Lo disfrutaste? ¿Disfrutaste ver cómo la temible pirata abría su corazón a un sapo como tú?

—Lia, no. Por supuesto que no —Negó con rapidez —. Sí, al principio creí que sería divertido, pero cuando pasábamos tiempo juntos, entendí que de verdad comenzaste a gustarme.

—Ay, por favor, Tiago... —Soltó sin gracia. —Te encantaba decirle a la gente que yo salía contigo, que era otro punto en tu libro de triunfos. —Lia pareció recordar algo —Ahora lo entiendo...

—¿Qué cosa?

—Por eso actuabas de esa manera cuando me veías con Peter. —Se cruzó de brazos. —Porque tenías miedo de que terminara contigo y así, no ganarías tu estúpida apuesta, ¿Verdad?

Tiago tragó saliva. El príncipe pasó su mirada por la mesa de los villanos que esperaban ansiosos una respuesta para saltarle a la yugular.

—Sí.

Killian rodó los ojos y le dio la espalda. Apoyó ambas manos en la mesa, pero una idea para humillar al hijo de Tiana y Naveen llegó hasta su malvada cabecita.

Volvió a dar media vuelta. Una sonrisa cínica adornó su rostro.

You had it all ━Comenzó. Tiago la miró confundido ━The day you told me, told me you want me... I had it all, but let you fool me, fool me completely...

Killian lo agarró de la camisa cuando este quiso alejarse de ahí. Las personas comenzaron a rodearlos, como si estuvieran viendo un episodio de su novela favorita.

Yeah, i was so stupid to give you all my attention...

Tiago encontró un pequeño hueco entre las personas por donde podría escapar, pero Jay y Carlos se le pusieron en frente.

—Oh no, amigo. Te quedas aquí. —Jay le dio una vuelta tomandolo por los hombros y lo regresó.

—Justo donde perteneces —Carlos apoyó.

'Cause the way you played me, exposed your true intentions... And one day... ━Gritó recibiendo la ovación de todos los espectadores ━I'll have you beggin' on your knees for me ━Señaló el suelo, mirándolo fijamente ━Yeah, one day... I'll have you crawlin' like a centipede.

Hizo unas señas con sus manos, en forma de arrastrarse. Luego, se acercó a Evie y Mal, colocándose en medio de ambas.

You messed with me ━Se señaló ━, and messed with her. ━Las señaló a ambas con cada mano. ━So i'll make sure you get what you deserve... Yeah, one day... You'll be beggin' on your knees for me.

Lia volvió a acercarse a él y le tocó la espalda, debido a que se encontraba detrás de él.

So watch your back. 'Cause you don't know when or where i could get you ━Tiago miró compasivo a Finn y Raizel, esperanzado en que ambos lo ayudaran, pero Raizel se cruzó de brazos y Finn señaló el centro para que se quedara ahí ━. I've set the trap. And when i'm done, then you'll know what i've been through...

Tiago tomó distancia y corrió hacia Carlos y Jay para pasar sobre ellos y salir de ahí de una buena vez. Pero ambos villanos con más fuerza de lo que alguna vez tuvieron, lo sujetaron. De un empujón, Jay lo regresó frente a Lia. Ella negó con una sonrisa triunfante.

So, oh, "Mr. Player..." Do you feel like the man now? ━Killian se acercó a él y golpeó con el dedo su pecho. ━And, i bet you're nervous, 'cause this song makes you freak out...

Killian agitó la cabeza para dar a entender su punto de la locura. Tiago apretó la mandíbula sin quitar la mirada de ella.

—¡Tiago, apestas! —Murmuró alguien del grupo. El nombrado frunció el ceño y Killian soltó una risita.

And one day... I'll have you beggin' on your knees for me. Yeah, one day... I'll have you crawlin' like a centipede. ━Killian se acercó a Finn y Raizel. Ambos hermanos le sonrieron. ━You messed with me, and messed with they. ━Colocó sus brazos al rededor de los hermanos. Incluso Crockie salió de entre los cabellos rubios de Raizel y gruñó en dirección a Tiago. ━So i'll make sure you get what you deserve... Yeah, one day, you'll be beggin' on your knees for me.

La pirata volvió a acercarse a él. Tiago ya no intentó escapar.

I know i'm being bitter. But i'mma drag you under... 'Cause you just don't, don't deserve "happy ever after" for what you did to me. After you told me you'd: "never felt that way..." ━Recordó las palabras previas del moreno cuando intentó disculparse. ━It was only just a game!

El círculo de princesas y príncipes gritó eufórico tras las verdades que la pirata estaba cantando en el rostro del príncipe cocinero. Porque, al final de cuentas, Lia tenía razón. No había sido más que un simple juego para él y ahora quería simplemente disculparse y dejarlo olvidado.

Y Killian jamás lo olvidaría.

And one day! ━Gritó otra vez ━And one day, i'll have you beggin' on your knees for me. Yeah, one day... I'll have you crawlin' like a centipede. ━Se colocó cerca de Carlos y Jay ━You messed with me, and messed with him. ━Señaló a sus amigos quienes se cruzaron de brazos detrás de Lia. ━So i'll make sure you get what you deserve. ━Lo empujó tras colocar una mano sobre su pecho. ━Yeah, one day...

Como último movimiento, tomó a Tiago por los hombros y golpeó sus rodillas, logrando que quedara arrodillado frente a ella.

You'll be beggin' on your knees for me. ━Finalizó quedando cerca de su rostro.

—¿Terminaste? —Preguntó él —¿Estás contenta? Al fin me humillaste. —Se reincorporó.

—No, Tiago. Tú comenzaste humillandome a mí. No vengas a hacerte el inocente ahora.

—Bien, pero no creas que esto termina aquí, Killian.

La mandíbula de la pirata se tensó. ¿Acaso la estaba amenazando?

Miró de reojo la espada sobre la mesa, donde la había dejado con anterioridad. Con rapidez, la desenfundó y miró nuevamente al moreno. Tiago retrocedió un par de pasos y los espectadores cercanos que aún no se habían dispersado, también retrocedieron un par de pasos algo asustados.

—¿Qué... qué haces? —Murmuró.

Sin dar respuesta alguna, Killian siguió acercándose a él. Con un movimiento rápido, golpeó con la empuñadura de su espada, el mentón del moreno. Tiago cayó al suelo y Killian subió su bota negra de combate hasta apoyarla en su pecho.

Apretó firme la espada y colocó la punta de la hoja a escasos centímetros de su cuello.

—No quiero verte nunca más en mi vida, ¿Oiste? —La punta de la espada apenas dejaba un espacio entre el filo y el cuello del moreno —Porque te juro, Tiago, que la próxima vez dejaré la piedad de lado y verás como corre sangre por el filo de esta espada.

Killian quitó su pie del pecho del príncipe, quien fue ayudado enseguida por Chad y Audrey. Los demás alumnos espectadores, no hicieron movimiento alguno. Incluso Lia notó una sonrisa en algunos de ellos, lo que provocó una leve mueca feliz en su rostro.

—Ah, y por si no te quedó claro, terminamos.

La pirata aceptó la funda de su espada que Jay le pasó y volvió a guardar el arma. Abrochó el cinturón alrededor de su cintura y con las miradas de todos clavadas en los villanos, los cinco se levantaron de la mesa. Raizel y Finn permanecieron parados, perplejos por la actitud de la villana de mechas rojas.

—Que mañana llegue lo antes posible —Murmuró Mal evitando ser escuchada por los demás —. Tomemos esa varita y vámonos pronto de aquí.

Los cinco villanos se alejaron del patio con pasos decididos. A pesar de que los diferentes pensamientos corrían de un lado a otro dentro de sus cabezas, se permitieron dar paso a su misión principal; robar de una vez por todas la varita del Hada Madrina.





















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Peter caminó en círculos por su habitación. Si seguía así, lo más probable era que hiciera un zurco en el suelo de tantas veces que pasó sobre el mismo lugar.

Tenía los nervios a flor de piel. Sus padres lo habían traído a Nunca Jamás después del escándalo en el día de la familia y no lo habían dejado salir. Según el Peter mayor, necesitaba hablar algunas cosas con su madre respecto a su actitud.

El menor apoyó su cabeza en la puerta tratando de escuchar lo que se hablaba más allá del pasillo. Apenas y logró escuchar murmullos lejanos.

—Hay que darle un alto, Wendy. No puede reaccionar así —La voz de su padre se escuchó amortiguada —. ¿Qué hubiera pasado si no lo alejabamos de él?

—Probablemente una tragedia —Wendy continuó —. Hablaré con él. Y de todas formas, ese carácter explosivo lo heredó de ti. —Sonrió.

—¿De mí? —Preguntó indignado. —Sí, tienes razón. Yo era peor a su edad.

—Tanto que quisiste tirar de un barranco al padre de su novia.

Peter frunció el ceño detrás de la puerta. Killian no era su novia. Bueno, al menos por ahora. Una sonrisa salió de sus labios.

—Eran tiempos diferentes, cariño. —Le restó importancia. —Ahora ve. Habla con él. Yo me encargaré de los reclamos de ese niñito hijo de Cenicienta.

—Peter.

—¿Qué? —Miró a su esposa otra vez —Admite que se sintió bien que nuestro hijo le diera su merecido.

—¡No! ¡Por supuesto que no! —Negó —Son niños. No tienen porque pelear de esa manera.

—Sí, como sea... Iré a hablar con Bestia sobre lo que pasó. Te veo luego.

Peter escuchó un extraño cruce de salivas, lo que provocó una arcada en el menor. No le molestaban las nuestras de afecto de sus padres, pero al no tener una imagen que ver, su mente solía jugarle malas pasadas.

Los pasos en el suelo de madera volvieron a escucharse al igual que el abrir de una puerta. Solo así supo que su padre salió de la cabaña en dirección al castillo real. Wendy soltó un largo suspiro y camino al interior del pasillo, para ir hasta la habitación de su hijo.

Cuando el menor escuchó los tacones de su madre golpetear contra la madera del suelo, corrió a sentarse sobre su cama de sábanas verdes oscuras y almohadones celestes.

Agarró un libro que encontró por ahí y simuló leerlo cuando su madre dio suaves golpecitos a la puerta. Peter murmuró un «adelante».

—Peter, hijo... —Dio cortos pasos hasta quedar en medio de la habitación. Se cruzó de brazos frente a él. —Tenemos que hablar sobre lo que pasó esta tarde.

—Mamá, lo lamento —Cerró el libro dejándolo a un lado —. Sé que estuve mal, pero tienes que entender. Chad y Tiago solo han estado jugando con los villanos desde que pisaron Auradon.

—Lo sé, todos escuchamos lo que dijeron. Y claro que recibirán sus castigos apropiados.

—Castigos —Soltó con desprecio—. Siempre son castigos. Pero si uno de ellos hace algo similar, lo arrojarían devuelta a la Isla sin dudarlo.

—Peter, escuchame —Dio un par de pasos hasta sentarse al borde de la cama —. Sabes que las crianzas de aquí son muy diferentes a las de allá. Claro que aquí se resuelve todo con palabras cariñosas y besos en la frente.

—Eso no quita el hecho de que algunos príncipes estén podridos por dentro.

—No, no lo hace. Pero tampoco se resuelve dándoles puñetazos en la cara. —Peter formó una línea con sus labios. —Entiendo que sientas odio y rencor por lo que le hicieron a Killian, hijo, pero podrías haber elegido otra forma de expresarlo.

—Me molestó que Chad dijera que solo jugaron con los sentimientos de Lia, pero, mamá... —Peter agachó la mirada y jugueteó con sus manos —Me enfureció más que dijera que como somos "enemigos" por herencia de nuestros padres, nosotros no podemos estar juntos.

Wendy colocó una mano sobre el hombro de su hijo. Entendía los sentimientos confusos del adolescente, porque ella también los había experimentado tiempo atrás cuando visitó por primera vez Nunca Jamás.

Había sido flechada por el niño que nunca crecía. Y vio que su amor era algo que, a lo mejor, jamás pasaría. Pero se aferró a la pequeña esperanza.

Y mirala ahora.

Era feliz. Vivía en una hermosa cabaña. Y por sobre todo, logró conquistar el corazón del niño perdido y juntos tuvieron un hermoso hijo. No le importaba lo que pasaría después. Porque se había permitido confiar en el destino.

—Ven, te contaré una historia —Palmeó el lugar vacío a su lado.

—Ya no soy un niño para que me cuentes historias de fantasía.

—Esta no es una historia de fantasía. Es un recuerdo. Tú recuerdo. —Peter enarcó una ceja —, pero como eras pequeño, no te acuerdas tanto.

Peter apoyó su cabeza en las piernas de su madre como hacía cuando era un niño pequeño. Wendy comenzó a acariciar su rubio cabello y Peter cerró los ojos, imaginando las palabras de su madre.

—Tú tenías unos doce años, más o menos —Comenzó —. Tu padre creyó que hacer un picnic en Bahía Caníbal sería divertido.

—A propósito, ¿Por qué Nunca Jamás tiene nombres tan oscuros? —Preguntó, pero Wendy le dio un golpecito en la frente por interrumpir —Lo siento. Continúa.

—Esa tarde fue hermosa. Hacías castillos de arena en la orilla y corrías de un lado a otro espantando a las gaviotas que querían comerse tus uvas —Wendy sonrió ante el recuerdo compartido —. Eras un niño muy curioso a pesar de ser ya un preadolescente, incluso te perdimos de vista un momento.

—Ya lo recuerdo. ¿Fue cuando me encontraron naufragando en medio del océano con mi canoa? —Preguntó aún con los ojos cerrados.

—No. Ese accidente ocurrió cuando tenías seis.

—Deberías prestarme más atención, mamá. —Sonrió.

—Eres hijo de tu padre. ¿Qué querías que hiciera? En fin, resulta que estabas arriba de un árbol, observando curioso algo a la distancia.

—¿Y qué era?

—Peter, si te detienes a preguntar cosas cada dos por tres, así no terminaré más la historia. —El rubio alzó las manos en paz —. Ese día un barco pirata se había alejado del muelle y quedó pegado a la barrera.

—¿Un barco pirata? —Se reincorporó, mirándola —¿Un barco de la Isla?

Wendy asintió —Bajaste rapidísimo del árbol gritando que al fin se cumpliría tu sueño de aniquilar piratas. Tal y como tu padre.

—¿De quién era ese barco? ¿Del... del padre de Lia? —Preguntó nervioso.

—Lo dudo. Lo poco que recuerdo del barco del Capitán cuando estuve prisionera hace muchos años, es que se llamaba...

—El Jolly Roger —Completó —. A Killian le encanta hablar de su barco. Espera algún día tener uno propio.

—Peter leyó por el telescopio que ese barco se llamaba "Octopus II". Talvez hay más piratas en la Isla y no solo la familia de Killian.

—¿A qué viene esta historia, mamá? —Se cruzó de brazos —Quiero irme. Necesito saber si Lia está bien.

—Sí, ya va... —Soltó una pequeña risita —Cuando le robaste el telescopio a tu padre, murmuraste algo sobre una niña. Una niña pirata de cabellos oscuros y chaqueta roja.

Peter frunció el ceño —Yo... ¿Ya conocía a Lia?

En ese momento recordó la conversación con Finn. Que cada vez que estaba cerca de la pirata, sentía una extraña vibra familiar. Como si ya la hubiera visto antes. Y ahora por fin le daría un cierre a esas preguntas.

Killian había cambiado demasiado desde aquella vez que la vio a través de un telescopio. Su cabello solía ser negro como la noche, pero ahora lo adornaban hermosas mechas rojas. Sus facciones se habían vuelto más detalladas y finas, dejando de ser aniñadas y tiernas. Pero sus ojos seguían igual de grises, con ese brillo estelar que tanto le gustaba.

—Talvez. Y aquí va la moraleja de mi historia —Peter volvió a prestarle atención —. Deja que el destino siga su curso. Si hace tiempo les concedió ese encuentro fugaz, donde te permitió verla por primera vez, ¿Por qué ahora tiene que ser diferente?

—Lia vino a Auradon por petición de su tío. Sin él, ella jamás hubiera pisado este lado del puente. El destino jugó a su favor y le concedió su deseo —Murmuró —. El destino nos puso en caminos iguales. Talvez porque... esa siempre fue nuestra historia.

—No tiene porque repetirse la historia. Ustedes escriben una nueva.

—Dejamos de ser enemigos hace mucho tiempo, mamá. Talvez ni siquiera lo fuimos en un principio. Talvez... —Enfocó la mirada en los ojos celestes de su madre —Podemos ser algo más.

—Si eso es lo que sientes, entonces, hazlo, hijo.

Peter se abalanzó sobre su madre y la envolvió en un abrazo. El rubio no era alguien afectivo. Talvez porque lo heredó del joven Peter Pan, pero también heredó el carisma y el amor de Wendy Darling.

—Gracias, mamá, lo necesitaba —Bajó de la cama para ir hacia la puerta —. Necesito hablar con Killian.

—Antes de que te vayas... —Buscó algo dentro del bolsillo de su vestido —Toma esto.

—¿Qué es?

Wendy depositó una pequeña bellota en la mano de su hijo. Peter entendió la referencia. Después de todo, creció con el cuento del beso y el dedal.

—Talvez te sirva —Sonrió —. Ahora vete. Ya casi anochece.

—Ese es el mejor horario. Ella ama las estrellas.

Peter salió de su cabaña a toda prisa rumbo a la preparatoria. No sabía si Killian quería verlo después de todo lo que pasó esa tarde, pero se arriesgaría a intentarlo.




















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Mal, Evie y Killian se encontraban en la habitación haciendo cosas para que el tiempo pasara más rápido. La pirata dirigió la mirada al reloj por sexta vez en cinco minutos, y la manilla parecía quedar estancada en el mismo lugar.

Además del tic tac del reloj, que Crockie disfrutaba escuchar con gran admiración, el ruido de la máquina de coser de Evie también dio ambientación.

La peliazul estaba terminando de diseñar y darles los últimos detalles a los vestidos que usarían el día de mañana. No había dejado de probar telas y pedrería sobre las villanas desde que se enteró de la próxima festividad.

Mal por su lado se encontró perdida en sus pensamientos y dirigía cortas miradas a la pequeña cajita que albergaba el postre antiamor que le daría a Ben.

Lia suspiró cuando pasó un minuto de la última mirada al reloj y se levantó de la cama, llamando la atención de sus amigas. Evie frunció el ceño y Mal la miró sin expresión alguna.

—¿A dónde vas? —Preguntó la princesa.

—El reloj no avanza más. Este día se hizo eterno. —Una idea llegó a su malvada cabecita —Ya sé que haré para no aburrirme. Iré a Nunca Jamás a matar un niño perdido, ya regreso.

Killian caminó hacia la puerta con las miradas de ambas villanas sobre ella. Una risa escapó de sus labios.

—Chicas, por favor. Ya cambié. No quiero matar a Peter. —Hizo una mueca —Bueno, al menos hoy. No sé mañana. Pero sí necesito verlo. Las veo luego.

Quiso llevar a Crockie con ella, pero lo vio tan concentrado en el reloj que lo dejó al cuidado de sus amigas. Tragó saliva, nerviosa y salió del cuarto después de dirigirle una mirada sospechosa a su mascota.

La noche había caído, pero no le importó. Amaba la oscuridad y todos sus atributos. Como el ulular de los búhos a la lejanía, el cantar de los grillos y por sobre todas las cosas, aquellas manchitas blancas que brillaban en el oscuro cielo nocturno.

Agradeció que el camino estuviera iluminado con faroles porque así no se perdería camino al sendero. No conocía con exactitud la ubicación de la cabaña de Peter, pero talvez podía llegar hasta el Árbol del Ahorcado y pedirle a alguien que le avisara que ella estaba ahí.

Cruzó el puente sin problema alguno y sus pies se movieron solos a través del camino, los arbustos y los grandes árboles. Pero frunció el ceño cuando notó que no iba directo al Árbol, sino a otro extremo de Nunca Jamás.

Un cartel destruido y envuelto en enredaderas llamó su atención y un curioso recuerdo llegó a su memoria.

—Aquí fue donde nos vimos por primera vez, ¿Lo recuerdas? —Murmuró a su espalda.

—Y como olvidarlo. Quería asesinarte. —Dio media vuelta, encontrándose con el rubio. —Hola.

—Hola. —Peter se acercó a ella. —Sabía que estabas aquí. Lo sentí.

—Al parecer me desvié del camino. Quería llegar al Árbol.

—Talvez el destino quería que vinieras aquí. —Alzó los hombros. —No lo sé.

El ambiente quedó en silencio casi un minuto entero. Lia tomó asiento sobre una piedra y miró el cielo estrellado. Su corazón quería salir desbocado de su pecho, pero no entendía el porqué.

Después de un rato, la voz de Peter la volvió a la realidad.

—Me dirigía al castillo cuando sentí que entraste. —Informó. —Quería hablar contigo.

—Yo también. Aunque no sé sobre qué en verdad... —Agachó la mirada. —Talvez solo quería venir aquí porque contigo me siento bien.

—Lia... Lamento mucho lo que te hizo Tiago. —Se sentó a su lado y Killian levantó la mirada, enfocandola en él. —Debí imaginar que haría algo como esto. Él y Chad... Son muy diferentes a como son sus madres.

—Son la oveja negra —Comparó —. No te preocupes por él. Ya le di su merecido.

—¿Ah, sí? —Enarcó una ceja —Lastima que me lo perdí.

Un cálido manto agradable los envolvió a ambos. No había necesidad de palabras ni mucho menos de conflictos. Todo era... Perfecto.

—Oye, Lia, respecto a lo que dijo Chad... —Peter se animó a comenzar con aquello que tanto carcomia su cabeza -Sobre nosotros.

—No, Peter, olvidalo —Negó con la cabeza —. Son tonterías.

El rubio intercaló miradas entre sus grises ojos que eran iluminados por la luz de luna y sus manos que jugeteaban entre sí sobre su regazo. Lo dudó. Pero escuchó a su corazón y se permitió entrelazar sus manos con las de ella.

—No son tonterías, Lia. —Killian lo miró. Peter notó duda en su mirada. —Al principio creía lo mismo que tú. Que solo habíamos sido... creados para odiarnos. Pero, Killian, ¿Por qué no escribimos nuestra propia historia?

Las lágrimas amenazaron con salir de los ojos de Killian, pero logró contenerlas. Su corazón estaba albergando millones de nuevos sentimientos. Y solo talvez, Peter tenía razón.

Su corazón decía una cosa. Su mente decía otra.

—Peter, yo... —Sintió un nudo en su garganta. —Quiero escuchar a mi corazón, pero mi mente me recuerda cada día estas malditas reglas con las que ambos fuimos atados.

—No me importa romper las reglas si así puedo estar contigo.

Killian se permitió soltar una lágrima. Agachó la mirada sintiendo vergüenza. Vergüenza por verse tan vulnerable en ese momento.

Peter levantó su mentón con cuidado, obligándola a mirarlo. Limpió aquella gota que permaneció en su mejilla. Luego recordó el regalo de su madre y lo buscó en el interior de su bolsillo.

Cuando lo encontró, depositó la pequeña bellota sobre la palma de la pirata.

—Esto es parte de nuestra historia. Lo sabes, ¿Verdad? —Ella asintió. —Cuando te sientas preparada para una respuesta, ya sabes como contestar.

Killian cerró la mano, apretando fuerte la bellota. Pero enseguida su plan de mañana llegó como un balde de agua fría a su cabeza. Se levantó de la piedra en la que aún estaba sentada. Peter igual.

—Lo lamento... Pero no creo que haya esperanza para nosotros.

Dio media vuelta, dándole la espalda. Se sintió como una estúpida por segunda vez en el día.

Comenzó a alejarse de Peter, con los miles de pensamientos revoloteando por todo su cerebro.

You know i want you... ━Lo escuchó a su espalda ━It's not a secret i try to hide.

Lia detuvo su caminar por un segundo, pero después solo lo volvió a retomar. Peter se acercó a ella, colocándose a su lado.

I know you want me. So don't keep saying our hands are tied. ━Killian lo ignoró, dando la vuelta por un camino. ━You claim it's not in the cards, and fate is pulling you miles away. And out of reach from me. ━Peter volvió a alcanzarla. Lia rodó los ojos. ━But you're here in my heart. So who can stop me if i decide that you're my destiny...?

Killian dejó de caminar. Dio media vuelta, volviendolo a ver. Si seguía así, estaba segura que sufriría un mareo. Peter se acercó más a ella, pero Lia dio un paso hacía atrás.

What if we rewrite te stars? ━Preguntó y el corazón de Lia palpitó con más fuerza. ¿Estaba usando las estrellas para lograr convencerla? ━Say you were made to be mine. Nothing could keep us apart. You'd be the one i was meant to find. ━Lia quiso irse, pero Peter la agarró de la mano. ━It's up to you. And it's up to me. No one can say what we get to be. ━Colocó uno de sus rojos mechones detrás de su oreja ━So why don't we rewrite the stars? Maybe the world could be ours... Tonight.

Una sonrisa discreta se escapó de los labios de la pirata. Separó su mano de la de Peter y volvió a alejarse de él, pero siguiéndole la corriente. Apoyó su espalda en un árbol.

You think it's easy... ━Continuó ella. ━You think i don't want to run to you... But there are mountains and there are doors that we can't walk through. ━Peter se colocó a su lado, pero Lia volvió a alejarse, esta vez camino a la salida. ━I know you're wondering why, because we're able to be just you and me within these walls. ━Señaló todo su alrededor, dando a entender que solo podían ser ellos estando en Nunca Jamás. ━But when we go outside you're gonna wake up and see that it was hopeless after all...

Antes de que Peter pudiera seguir alcanzandola, comenzó a correr. Quería aferrarse a la idea de intentarlo. Pero sus pensamientos contradictorios le decían que eso no era lo correcto.

Peter interrumpió su paso. Lia chocó contra su pecho. El rubio alzó una ceja. No podía escapar de él, conocía todos los atajos posibles de Nunca Jamás.

No one can rewrite the stars ━Continuó ahora con la mirada del rubio sobre ella. ━How can you say you'll be mine? Everything keeps us apart ━Recordó lo que pasó esa tarde. ━And i'm not the one you were to meant to be find. It's not up to you. It's not up to me... ━Peter la sujetó de la cintura cuando quiso alejarse otra vez. ━When everyone tells us what we can be. How can we rewrite the stars? ━Preguntó esperanzada por una respuesta. ━Say that the world can be ours... Tonight.

Con una sonrisa sincera y depositando toda su confianza el uno con el otro, se sujetaron las manos y se pararon sobre una colina desde donde podía verse la Isla a lo lejos.

Killian clavó la mirada en él. Peter jamás la apartó de ella.

All i want is to fly with you ━Cantaron juntos con sus pies al borde de la colina. No les importaba caer si al menos lo harían juntos. ━All i want is to fall with you. So just give me all of you.

It feels impossible. ━Dijo Killian alejándose del borde.

It's not impossible. ━Calmó el rubio.

Is it impossible? ━Preguntó otra vez.

Say that it's possible ━Se respondieron juntos.

Volvieron a tomarse de las manos y una sonrisa adornó el rostro de ambos. Lia caminó junto a Peter por el bosque, notando como algunas luciérnagas habían comenzado a rodearlos poco a poco.

How do we rewrite the stars? ━Continuaron esta vez los dos juntos. ━Say you were made to be mine? Nothing can keep us apart. Cause you are the one i was meant to find. It's up to you. And it's up to me. No one can say what we get to be... And why don't we rewrite the stars? Changing the world to be ours...

Lia dirigió la mirada detrás de Peter, encontrándose con la salida de Nunca Jamás. Y a pesar de que ella quería que el mundo y el destino estuvieran a su favor, sabía que por ahora no sería posible.

You know i want you... ━Apoyó su frente con la de él ━It's not a secret i try to hide. But i can't have you... ━Se separó del rubio y miró sus manos entrelazadas ━We're bound to break and my hands are tied.

Y sin decir palabra alguna, Killian dio media vuelta para atravesar la salida de Nunca Jamás.

Peter quedó con la mirada perdida por donde se había ido la pirata. Sus intentos para convencerla habían sido en vano. Los pensamientos de cada uno eran completamente diferentes. Y hasta que Lia no abriera los ojos y lograra entender que estaba bien abrir su corazón a nuevas oportunidades, ellos no podían reescribir las estrellas.

Cuando el escalofrío recorrió la espalda del rubio, comprendió que Lia había abandonado Nunca Jamás. Solo así, se permitió dar media vuelta para regresar a su hogar y desear con lo más profundo de su corazón que mañana fuera un día nuevo, diferente y repleto de sorpresas.

Y claro que habría sorpresas.

























































































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