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𝗖𝗵𝗮𝗽𝘁𝗲𝗿 𝗧𝘄𝗲𝗻𝘁𝘆-𝘁𝘄𝗼

𝑽𝒐𝒕𝒆𝒏 𝒚 𝒄𝒐𝒎𝒆𝒏𝒕𝒆𝒏. 𝑷𝒐𝒓 𝒇𝒂𝒗𝒐𝒓, 𝒆𝒗𝒊𝒕𝒆𝒎𝒐𝒔 𝒔𝒆𝒓 𝒍𝒆𝒄𝒕𝒐𝒓𝒆𝒔 𝒇𝒂𝒏𝒕𝒂𝒔𝒎𝒂𝒔

⚝──⭒─⭑─⭒──⚝


Ommy llevaba ya 17 años trabajando para la familia Yaxley. Había llegado a la mansión de la mano de su anterior ama Eloise Anthonielle Roward. Después de casada, Lady Eloise Yaxley. 

Vió el momento en el que los dos herederos habían nacido, y como era delegada por su ama a cuidar de la pequeña amita de la casa. La pequeña Rose Mary.

Ommy amaba mucho a la pequeña niña, que ahora cumpliría exactamente diecisiete años de edad, y descansaba en sus aposentos.

Mientras su amita descansaba y el Lord de la casa estaba en su estudio tomando algo de su licor favorito, la pequeña elfina cumplía en secreto el mandato que la señorita le había pedido realizar.

Infiltrar en la mansión al heredero Potter.

La magia de los elfos era bastante infravalorada por los magos, ignorando sus capacidades en totalidad. Mismas que Ommy aprovechaba para burlar las protecciones de la casa, y silenciar la sala del flú. Permitiendo que el castaño accediera a la gran casa sin ser notado.

El Lord de la mansión saldría justo antes de la medianoche y el flú se volvería a activar en la tarde del veintidós de diciembre. Cuando volviera del ministerio. Por eso, la elfina guió en silencio al Gryffindor por los pasillos del ala norte y situándolo en una habitación cómoda para su estadía.

—Quedese aquí amito Potter. Ommy volverá con usted cuando el amo se marche al ministerio. Debe guardar silencio. —El chico sonrió y asintió. Cerrando la puerta tras al pequeña elfina que caminaba presurosa a la cocina en busca de una taza de té y una bandeja con galletas.

Simulando así, que preparaba el aperitivo de medianoche de su amita. Justo cuando Lord Yaxley entraba a la cocina en su búsqueda.

—Ommy. ¿Rose Mary está en condiciones de levantarse mañana? —Sobresaltada negó, bajando sus orejas.

—¡Oh! ¡mi pobre amita! Está muy mal, Ommy le lleva té de hierbabuena con gotas de poción sin sueños. Las náuseas la despiertan y causan dolor en la amita. —Tiró de sus orejas dejando que sus ojos se llenasen de lágrimas. —¡Ommy está preocupada! ¡La amita Rose está débil! ¡Ommy no quiere que la amita muera!

—¡Nada de hablar de muertes en esta casa Ommy!

—¡Perdón gran amo! ¡Pero Ommy tiene miedo de perder a la amita! —Sollozó.— ¡Oh la amita! ¡Se parece tanto a la ama Eloise! ¡Ommy la extraña!

Lord Yaxley chasqueó la lengua y se sostuvo fuertemente el brazo. Causando que la elfina lanzase un chillido horrorizada y agarrara lo que preparaba para la joven y subiera corriendo las escaleras; escuchando como pocos segundos después el flú era activado y bloqueado por completo.

Ommy ayudaría después al chico Potter a salir de la casa, pero primero. Lo llevaría con Rose Mary. Pues la elfina sabía, que este chico sería la solución a los problemas que su amita tenía. La vigilancia constante de su hermano y padre; así como las visitas de los sanadores que no le daban buena espina.

Apareció en la habitación donde había dejado al castaño, notando como este estaba frente a la ventana, admirando el jardín. El rosal de la ama Eloise era cuidado por otro par de elfos y Ommy se enorgullecía de su belleza.

—Amito Potter. —El chico de lentes grandes se giró para observarla.— Le he traído té y galletas. Cómo bienvenida.

James se acercó y tomó la taza con cuidado inhalando el aroma del té con una suave sonrisa en su rostro. Su anillo de heredero se sentía frío en su dedo. Así que no detectaba ningún veneno o poción extraña dentro del mismo.

—Muchas gracias Ommy. ¿Rose, ha mejorado de salud? —La elfina asintió dando saltitos después de dejar la bandeja en la mesa de noche al lado de la cama.

—La amita Rose se mejoró la primera semana, pero el gran amo se niega a dejar que regrese a Hogwarts. —James la observó por detrás de la taza, sin dejar de tomar de él te. Comiendo a su vez de las galletas que le habían llevado. — La traeré aquí una vez Ommy esté segura que el amo se ha marchado por completo.

Con un “plop” la elfina desapareció, llevándose consigo la bandeja vacía y la taza dejando al joven sentado en el bordillo de la cama. Suspirando bajo mientras retorcía sus manos ligeramente, tronando sus dedos.

James sin duda estaba nervioso; la única vez que se había colado a una casa que no era la suya. Prácticamente había estado en Hogwarts y había ido a una fiesta. Nunca a una mansión donde no era formalmente invitado y su padre no estaba para jalarle de la túnica si se perdía a donde no debía.

Se puso de pie y se acercó a la puerta, tomando el pomo en un arranque de valentía. Pero luego regresó a la cama, volviendo a sentarse en el bordillo mientras tronaba sus dedos de nueva cuenta.

—Te he dicho que te vas a lastimar. —Levantó la vista presuroso y observó a la pelirroja que cerraba la puerta detrás de sí. — Potter. Pareces que has visto un fantasma.

La observó, sus rizos pelirrojos estaban sueltos. A su gusto. Dándole una libertad que pocas veces se apreciaba, pero seguía igual de hermosa para él. Llevaba un simple camisón blanco, quizás su pijama. Poco más abajo de sus rodillas, pero de suaves tirantes en sus hombros.

Se puso de pie con rapidez y se acercó a Rose Mary, tomando su cintura sorpresivamente y tirando de ella hasta unir sus cuerpos en un fuerte abrazo, presionando su frente contra el hombro de la muchacha. Sintiendo como ella le pasaba los brazos por los hombros y se aferraba a él.

—Mi rosa. Rose. Que dicha poder verte de nuevo. —Murmuraba el chico, sin soltar el agarre que tenía de la Yaxley entre sus brazos.

Ella rió bajo, alejando levemente su rostro de su cuello para obsevarlo, pasando sus dedos por su cabello en busca de domar aquella bestia rebelde. Causando una sonrisa dulce en el rostro del de lentes.

—También te he extrañado James. Aunque; es algo problemático que estés aquí así, un poco osado de mi parte invitarte de tal forma. —Murmuró.

—No me importa. ¿Recuerdas lo que te dije? Puedo llamar a mi padre y que distraiga al tuyo mientras nos escapamos a Rumanía.

Rose Mary golpeó suavemente la nuca de James. Negando entre risas por su comentario.

—¿Qué haríamos en Rumanía?

—Ser felices. Ser libres. Ser Rose y James. —Respondió llevando sus manos al rostro de la chica. —Solo imagina las posibilidades; nosotros dos. Sin que nadie sepa de nuestro paradero.

—James... Nos buscarán.

—Que lo hagan, y los recibiremos después de haber sido felices juntos. Para que no puedan alejarte de mí. Mi flor.

Un sonoro “plop” alertó a los dos presentes, girandose a ver a la elfina que dejaba en la mesa otra bandeja con te y algo de tarta de melaza además de un par de roles de canela con glaseado encima. Sin dirigirles una mirada, solo volviendo a desaparecer.

Dejando que una risita se escuchase en el aire.

James miró a Rose con una ceja levantada.

—¿Ommy siempre es así?

—Si, la mayor parte de las veces, pero parece estar feliz. —Ambos rieron.

James acarició suavemente la mejilla de la joven y se acercó lo más que podía a ella. Dando pasos cortos hacía atrás, mientras no dejaba de sonreírle. 

El detrás de sus rodillas chocaron contra la cama. James miró divertido a la pelirroja y tiró de ella mientras se lanzaba hacía atrás a la cama. Haciendo que ambos cuerpos cayeran sobre la misma superficie suave.

Rose soltó un pequeño chillido y buscó la forma de acomodarse mejor sobre el cuerpo del chico, mirándolo fijamente.

—¿Qué tramas Potter?

Él simplemente señaló un reloj que estaba a un lado de la cama. El reloj marcaba las doce en punto. James sonrió. Volviendo su rostro a la chica sobre él, llevando su mano a la nuca de su contraria antes de hablar. Acercando sus labios a los de la contraria.

—Feliz cumpleaños mi Rosa.

Ambas bocas se rozaron, pero fue el chico quién buscó iniciar un feroz beso, arrancándole un suspiro placentero a la pelirroja producto a la mano del castaño, que presionaba sus rizos. Mientras que sus manos se quedaban estáticas en el pecho del joven.

Profundizaron el mismo, cuando la lengua del Potter se abrió paso entre los labios de la Yaxley, explorando todo a su paso, mientras que su diestra buscaba posesión de la cintura de la muchacha.

—James...—Suspiró cuando sintió que los labios del chico bajaban a su cuello. —James espera.

Se detuvieron y se miraron a los ojos, ambos con la respiración levemente agitada y las mejillas rojas.

James carraspeó mirando a otro lado mientras relajaba ambos agarres en el cuerpo de la chica.

—Perdón. Creo que me he sobrepasado. —Ella negó. Apoyando su frente en el pecho del muchacho.

—Solo...James. ¿Es seguro? —Él asintió. —Entonces, no hay problema.

Volvieron a besarse con la misma ferocidad del inicio, ambas bocas chocando la una con la otra mientras el chico se digna a cambiar de posición. Ayudando a la pelirroja a acomodarse en el centro de la amplia cama mientras que retiraba su camisa, bajando los tirantes de su camisón con delicadeza, besando sus hombros con dulzura.

—Dejame cuidarte mi rosa. —Susurró el joven, bajando por completo el camisón de la chica. Dejándose llevar por el permiso que esta le otorgaba. Admirando la piel dulce y tersa que parecía brillar para él.

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