𝗖𝗵𝗮𝗽𝘁𝗲𝗿 𝗧𝘄𝗲𝗻𝘁𝘆🦌
𝑽𝒐𝒕𝒆𝒏 𝒚 𝒄𝒐𝒎𝒆𝒏𝒕𝒆𝒏. 𝑷𝒐𝒓 𝒇𝒂𝒗𝒐𝒓, 𝒆𝒗𝒊𝒕𝒆𝒎𝒐𝒔 𝒔𝒆𝒓 𝒍𝒆𝒄𝒕𝒐𝒓𝒆𝒔 𝒇𝒂𝒏𝒕𝒂𝒔𝒎𝒂𝒔
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Para Rose Mary. Estar en San Mungos, era su preocupación menos importante.
Estar en su casa nuevamente, en cambio. Era todo un reto.
Su padre, Edgard Yaxley ya había mandado a llamar a los sanadores al menos tres veces durante la hora que comprendió el volver a Yaxley's Manor.
Anthony no se había separado de ella en ninguna instancia, aunque los sanadores y enfermeras se lo hubieran ordenado.
¡Tenía más de tres años sin sufrir sus alergias! Recapitulaba desde su cama, que era lo que la había desatado.
Los sanadores decían que había sido por alguna ingesta matutina de algo fuera de la rutina. Pero Rose Mary negó, alegando que solo había tomado su té y un buñuelo de canela y crema, que tanto le gustaba, siempre servido por el mismo elfo doméstico de la familia. Que trabajaba en el castillo como su guardia.
Mismo elfo, al que Rose Mary le pidió no decirle a su papá de sus andanzas con James, rogándole casi de rodillas al pequeño ser para que le hiciera de coartada.
Anthony tampoco ayudaba mucho manteniendo un ojo encima de ella, mientras estaba acostada en su cama. Dejando que le lanzaran hechizos de reconocimiento y diagnóstico. Así como hacerla tomar miles de pociones.
Estaba cansada y su hermano era la peor ayuda.
—Sigo diciendo que esto es algo que rápidamente se puede pasar. Anthony, no debí irme de Hogwarts. —El chico resopló desde la silla donde estaba sentado. — ¡Madame Pomfrey pudo haberme recetado algo!
—Claro, algo, que no sabrías como reaccionaria. —Rodó los ojos en castaño.
—Pudimos haber probado y dejado que lo hiciera.
—Olvidalo, estás en casa. Es más seguro.
Rose Mary se cruzó de brazos y bajó un poco la voz.
—¡Nada es seguro en casa! ¡Papá aún va a esas reuniones raras!
Anthony cerró su libro y miró a todos lados antes de sacar su varita y lanzar un hechizo de silencio que había aprendido un día en la biblioteca familiar.
—Rosie. Papá solo hace lo mejor por nosotros, lo sabes. Además, no son reuniones raras. —Obviamente no sonaba muy convencido de eso último.— Van el tío Abraxas, y también Lady Black. Los Parkinson y Nott también. Llamemosle reunión informal del wizengamot.
—Reunión informal dices. No seas estúpido Anthony. —Ella gruñó. — Sabes que papá está en cosas más oscuras de las que debería.
El chico suspiró.
—¡Solo es cuestión de tiempo para que nuestra familia se venga abajo! Mamá ni siquiera está aquí con nosotros! Ella-...— Siguió hablando la pelirroja, buscando rápidamente un pañuelo para cubrir su boca cuando una repentina tos la atacó.
El chico se puso de pie, y la ayudó a sentarse mejor, dando pequeñas palmadas en su espalda para que pudiera respirar.
Rose Mary cerró los ojos. Odiaba pensar que en algún punto, estaría tociendo sangre. De la misma forma que su madre lo hizo cuando estaba embarazada de ellos.
Eloise Anthonielle Yaxley, la madre de los mellizos, había fallecido cuando estos tenían tres años. Justo tiempo después cuando declararon que la pequeña Rose Mary era alérgica a las plumas de las lechuzas.
Habían estado desayunando los cuatro en la mesa principal, cuando la lechuza de su madre voló hacía ellos y una de sus plumas aterrizó en la nariz de la pequeña, haciéndola estornudar varias veces.
Cuándo su madre la ayudó a limpiarse, notó como comenzaba a enrojecer su rostro, y sus estornudos no paraban.
La llevaron inmediatamente a San Mungos, al pabellón especial para niños y alergias mágicas. Las pociones que le administraban no eran de mucha ayuda, solo empeoraban la situación.
Rose Mary estuvo de cama al hospital, en intervalos de tres veces al mes. Al menos, hasta que se encontró la forma de mantener su salud a raya.
Su madre falleció al sucumbir a su propia enfermedad poco después; ya que el estar al pendiente de su pequeña, la hacía olvidar tomarse sus pociones. Pero era más importante atender el llanto agónico de su hija.
En los brazos de Edgard Yaxley, Anthony de casi cuatro años, notó como su madre se desmayaba para no volver a despertar.
Su padre no se volvió a casar, se dedicó a la salud de su hija y a educar al pequeño heredero.
—Deberias descansar, deja de cuestionar la decisión de papá. —Habló el mayor de los mellizos, ayudando a su hermana recostarse. —En unos días regresaré a Hogwarts y te mandaré las tareas por lechuza. Aunque creo que Avery o Snape, ya habrán tomado apuntes para ti.
Rose Mary asintió, cerrando sus ojos para descansar; despidiendo a su hermano en silencio de su habitación.
Una vez se había ido. La chica se levantó de su cama, con cuidado. Estremeciéndose al sentir el frío suelo de su habitación en sus pies descalzos.
Buscó en su baúl, un trozo de pergamino y su pluma. Comenzando a escribir una carta. Apoyando el papel en un escritorio cerca del ventanal.
Su letra, con una ligera floritura decoraba el trozo de pergamino, formando varios reglones delicados pero específicos, con una explicación de cómo estaba y la añoranza de ver pronto al destinatario de su carta.
—¡Ommy! —. Llamó y con un "plop" una elfa doméstica, con el sello de su cada en una pequeña túnica a su medida, apareció.
—¡Amita! ¡La amita no puede estar fuera de la cama! —.Rose rió suavemente antes de poner en las manos de la elfina el sobre ya sellado.
—Iré a dormir, lo prometo Ommy, pero necesito que envíes esto a Hogwarts. Específicamente a James Potter, no le digas a mi padre. Sería muy problemático.— El sobre tenía algo del perfume favorito de la joven, por lo que las orejas de la elfina se movieron con emoción.
—¡Ommy lo hará! ¡Ommy le enviará la carta al pretendiente de la amita! ¡Ommy feliz por ella! —La elfina desapareció dando saltitos de alegría, causando que la pelirroja sonriera.
Esperaba que esa carta llegara a manos del chico, y así no se preocupase tanto. James era importante para ella.
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James seguía preocupado, más cuando la elfina que decía llamarse Ommy, había aparecido junto a Comet en la lechuceria justo cuando iba a enviarle una carta a sus padres. Ella le extendió el sobre con la letra de Rose Mary, y luego desapareció diciendo algo de cuidar a su ama.
Búho y dueño se observaron antes de que él lo enviase a volar con la carta a sus padres entre las patas. En sus manos sostenía firmemente el sobre de Rose Mary y su corazón martillaba al abrirlo.
Nuevamente, como la última vez, que la chica le había enviado una carta. Está estaba embuida en su perfume, en un roce ligero del aroma. Pero que le hacía temblar de emoción por recibir noticias de ella.
James Potter.
Seguramente te estás rompiendo ma cabeza queriendo saber que me ocurrió. No pasó nada grave, volveré a clases en las próximas semanas. O eso espero. Papá está investigando con los sanadores sobre esto.
No trates de preocuparte por mí. Nos veremos pronto, tenlo por seguro.
Extrañándote.
Rose M. Yaxley.
Ella lo extrañaba.
Su corazón bailó de alegría.
No había podido pedirle nada formalmente. Quería salir con ella de forma más oficial. Pero las pocas salidas que habían tenido, los besos compartidos. Hacían que James creyese que iba muy rápido.
Tampoco quería confundir a la pelirroja y que creyera que la estaba utilizando. Jamás haría eso.
Le gustaba Rose Mary y quería descubrir y aprender tanto de ella en el proceso.
—Nos veremos pronto mi Rosa. —Susurró para sí mismo y el resto de lechuzas, quienes curiosas observaban al joven enamorado salir de sus aposentos.
Mientras bajaba, voces distorsionadas llegaban a sus oídos, parecía que iban subiendo. Dos manchones verdes caminaban por el sendero hacía la misma lechuceria. Pasando a un lado de él sin prestarle atención.
Montague y Avery, reconoció.
Pero lo que lo hizo detenerse, fue la indiscreción de Montague.
—¿Anthony le pidió a Mulciber qué?
James nunca dejaba su capa lejos. Por ende al escuchar la voz de Montague mencionar al chico Yaxley, se lanzó el manto encima y trato sigilosamente de seguir a las dos serpientes.
Avery golpeó a Montague en la nuca, pidiéndole que guardara silencio. Antes de ver a todos lados.
—Anthony le pidió a Mulciber que envenenara el té de Rose Mary. Dijo algo de alejarla de las malas juntas. —Ambos chicos negaron.
James por otro lado, se había quedado en seco. Escuchando todo, sin poder procesarlo.
—¿Pero por qué? Si Yaxley quiere tanto a su hermana. Siempre hablaba de ella. —Emeret Avery se encogió de hombros.
—No lo sé. Mulciber salió con Arabella Zabinni a buscar el veneno en la botica de Diagon, aprovechando la salida de Hogsmeade. Tal parece que hace un rato, Anthony le había encargado eso. —Un suspiro salió de sus labios.—Pero el cambio fue porque escuchó una conversación entre ella y Snape.
—¿Ahora anda de chismoso? Creí que los rumores y chismes no le importaban. —Montague llamaba a su lechuza aún curioso por el tema. -—¿Pero por qué veneno?
—Ese es el punto. El veneno no era para ella. Era para Potter; y cuando escucho a Rose hablar con Snape. Le dijo a Ashton que la envenenara. Supuestamente a Rose le gusta Potter.
James estaba en shock.
Lo habían querido matar, y ahora quién había terminado en problemas era Rose.
Su hermano.
Anthony tenía la culpa.
Rose Mary no había sufrido un ataque alérgico, no. Había sido envenenada.
Entonces en su mente, la voz de Sirius y Peter se reprodujeron en bucle.
"—Yaxley amenazó a su hermana..."
"—Lord Yaxley llevaba a Rose en brazos y Anthony estaba de mal humor..."
Rose estaba en peligro.
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Por otro lado, en la cocina de la gran mansión Yaxley. Anthony Ezequiel Yaxley; tomaba una taza de té de manzanilla con cuidado. Tenía un par de gotas calmantes en él. Mientras que su brazo derecho ardía con la intensidad de una quemadura solar.
La marca de una serpiente y calavera anunciaban que era requerida su presencia.
Una mano firme se posó en su hombro y el chico asintió, sosteniéndose de su padre antes de realizar una aparición en conjunto fuera de la mansión.
𝑽𝒐𝒕𝒆𝒏 𝒚 𝒄𝒐𝒎𝒆𝒏𝒕𝒆𝒏. 𝑷𝒐𝒓 𝒇𝒂𝒗𝒐𝒓, 𝒆𝒗𝒊𝒕𝒆𝒎𝒐𝒔 𝒔𝒆𝒓 𝒍𝒆𝒄𝒕𝒐𝒓𝒆𝒔 𝒇𝒂𝒏𝒕𝒂𝒔𝒎𝒂𝒔
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¡POR LAS TANGAS ROJAS QUE GODRIC LE REGALÓ A SALAZAR!
Se viene una fuerte, y no de las bonitas.
Se los dije, la familia Yaxley. Tendrá su momento de protagonismo.
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