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𝗖𝗵𝗮𝗽𝘁𝗲𝗿 𝗧𝗵𝗶𝗿𝘁𝘆-𝗧𝘄𝗼

𝑽𝒐𝒕𝒆𝒏 𝒚 𝒄𝒐𝒎𝒆𝒏𝒕𝒆𝒏. 𝑷𝒐𝒓 𝒇𝒂𝒗𝒐𝒓, 𝒆𝒗𝒊𝒕𝒆𝒎𝒐𝒔 𝒔𝒆𝒓 𝒍𝒆𝒄𝒕𝒐𝒓𝒆𝒔 𝒇𝒂𝒏𝒕𝒂𝒔𝒎𝒂𝒔

⚝──⭒─⭑─⭒──⚝


─Mientras nos traen la comida, cuéntanos Rose; ¿ya has terminado tus estudios?

Ella negó, sentada frente a la pareja; que se mostró sorprendida, pues creían que al estar en Diagon, se trataba de una joven que ya había culminado sus estudios en Hogwarts. Fleamont sonrió levemente y fue el  siguiente en hablar.

─Entonces... ¿Cuántas reglas estás rompiendo al haberte escapado? ─Preguntó divertido, ganándose una risa de la joven y un regaño de su esposa.

─¡Monty!

Fleamont sonrió y le pasó un brazo por los hombros a su esposa riendo por lo bajo.

─Vamos Effie; tu también tienes curiosidad. ─Moviendo las cejas de forma juguetona, el hombre se llevó otro golpe discreto de parte de la mujer.

Rose los admiró con una sonrisa tierna en su rostro. Eran encantadores.

─No se preocupe, señorita Euphemia.

─Dime Effie, cariño. 

Rose asintió al pedido y se corrigió.

─Effie... Respondiendo al señor Fleamont. Quizás estoy rompiendo demasiadas reglas; pero ya tengo 17. ─Fleamont aplaudió antes de reír.

─¡Ajá! La laguna de la mayoría de edad. ¿Qué chimenea usaste?

Rose rió y apoyó sus manos en la mesa.

─Le dejo adivinar.

Euphemia rió divertida al ver a su marido tener ese brillo juguetón que hijo había heredado y cuando lo observó acomodar sus gafas al reto de la joven pelirroja; esperó pacientemente por la derrota de su esposo.

─Chimenea de Mcgonagall. ─Cuestionó el mago.

─Despacho de Slughorn. ─Respondió la joven.

─¡Rayos!... Ravencalw. ─Intento por segunda vez.

─Slytherin, señor Fleamont. ─El hombre se desplomó en su silla con la boca abierta, girando su rostro hacía su mujer que lo miraba divertida.

─Effie, una pequeña serpiente me ha vencido... Es la segunda vez en mi vida que ha ocurrido algo así. ─Con un bufido exasperado el hombre apoyó su frente a la mesa, causando la risa de su esposa, quien le frotaba la espalda con dulzura.

─Ya Monty; algún día recuperarás tu orgullo.

Ambas mujeres rieron del nuevo berrinche del hombre antes de acomodarse y recibir la comida que habían ordenado. Euphemia había sido muy considerada y amable al preguntarle si era alérgica a algo, y así tener cuidado con lo que pedía.

─¿Dos veces se ha enfrentado con un Slytherin, señor Fleamont? ─Él asintió, tomando un poco de vino de su copa.

─Hace muchos años, contra mi difunta cuñada ─Mencionó el de lentes sonriendo.─ Le encantaba molestarme y siempre tenía el apoyo de mi hermano menor.

Rose Mary sonrió tomando de su té, el almuerzo con Euphemia y Fleamont pasó de de una forma muy agradable, donde con confianza y mucha dulzura le contaron historias a la joven, sobre ellos y sobre su hijo.

Rose siendo más discreta; les contó sobre su vida, de su hermano y la relación algo dispar con su padre. Lo que hizo que Euphemia la observara con curiosidad.

Para la bruja, la joven que estaba sentada frente a ella, se le hacía bastante parecida a la imagen que su hijo describió en las navidades; una chica muy dulce, de ojos azules brillantes llenos de curiosidad por el mundo; cabello rojo fuego con unos rizos que parecían indomables, ademas de ser firmemente Slytherin. Su nombre, incluso le recordaba a la burla de Sirius hacía James con respecto a las flores.

 Fleamont quien notó a su esposa muy callada durante el postre, tomó su mano cn dulzura y le sonrió.

─¿Todo bien, querida? ─Euphemia sonrió a su esposo y asintió.

─Claro querido esposo; solo pensaba en algo. ─La chica y el hombre observaron curiosos a la dama, esperando a que siguiera hablando. ─Algo, un poco tonto en realidad.

─¿Qué podría ser Seño- Effie.─ Preguntó la ojiazul.

Euphemia sonrió y levantó la vista hacía el techo del restaurante.

─Mi niña, en diciembre; mi hijo me contó que estaba enamorado. ─Fleamont la observó confundido, buscando recordar en que día de diciembre James les confesó algo.

─A mi no me dijo nada. 

─Tu estabas fuera de casa, guarda silencio. ─Refunfuñó la mujer.─ Como iba diciendo; mi hijo un día me comentó que estaba enamorado. Fleamont quizás no se acuerda, porque nuestro James habló en el lenguaje de las flores.

Rose Mary se había llevado la taza de té a los labios y casi escupe su contenido al escuchar el nombre.

Estos señores... ¿No podrían ser los padres de James?

Girando su rostro al hombre, lo observó guardar expresión neutral antes de que un brillo muy familiar cruzara sus ojos cafés. Allí pudo ver de donde se le hacía conocido.

Por un instante, sintió demasiada vergüenza; estaba sentada comiendo con los señores Potter. James tenía el cabello indomable como su padre además de su fuerte miopía; de Euphemia tenía los ojos y ciertos rasgos faciales. Era la viva copia de Fleamont, pero con los ojos de Euphemia.

Rose palideció.

Euphemia al darse cuenta, tomó su mano con cuidado.

─Rose...¿Te sientes mal, cielo? ¿Necesitas ir a San Mungo? ¿O alguna poción? ─Preguntó bastante preocupada.

Fleamont también habló.─ Soy maestro de pociones; si necesitas alguna. Siempre cargo viales de emergencia en mi maletín de mano. ─ Dijo señalando el maletín de piel de dragón en color negro, con el escudo de la familia Potter en las hebillas de seguridad.

Rose negó, respirando varias veces para relajarse, sintiendo como las puntas de sus orejas enrojecían.

─No, todo está bien. Solo que... Lamento interrumpir lo que contaba, Effie. ─Retorciendo sus dedos la chica miró de forma ansiosa a la mujer, quien negó restandole importancia. ─Solo por curiosidad...¿Ustedes son los Potter? ¿Los padres de James?

Euphemia, cayendo por fin en el porque de la actitud de la muchacha, asintió en silencio sin dejar de sonreír, aunque su esposo parecía tener otros planes que avergonzarían a la joven.

─Espera un minuto. ¿Tu eres la chica bonita de la que Sirius y James hablaban en casa?. ─Rose sorprendida por la pregunta y por saber que James había hablado de ella con sus padres asintió. ─¡Merlín! ¡Effie mi pequeña nuera me ganó!

─¡Por favor Monty, eres un adulto!

El hombre la observó y volvió a desplomarse sobre su silla repitiendo en mantra de forma lastimera, que era un adulto y que la novia de su hijo era mejor que él.

Euphemia rodó los ojos y levantó la mano para pedir la cuenta.

─Ignóralo. Se puso así cuando James le dijo que le iba mal en pociones y le parecían aburridas.

Eso reactivó al mago mientras acomodaba su postura y sus gafas que se habían rodado por el puente de su nariz.

─James no comprende el fino arte de crear pociones; se me cayo de pequeño una vez y desde allí nunca más quiso pisar el laboratorio.─ Refunfuñó con los brazos cruzados, causando que su esposa lo observase con disgusto fingido ante su actitud.

─¿Cuándo se te cayó nuestro hijo, querido esposo?

Lord Potter le guiñó un ojo divertido a la chica y se giró a su esposa, entrejuntando sus dedos en una distancia casi mínima.

─Una vez, de chiquito. Cuando estaba muy, muy, muy, muy chiquito.

Euphemia frunció el ceño.

─¿Qué tan chiquito, Fleamont Potter?

Poniéndose de pie, el hombre tomó un pañuelo y se limpió la boca de forma disimulada, arreglando su túnica y tomando su maletín.

─Lo suficiente como para que rebotara por las escaleras cual pelota inflable. Permiso iré a pagar la cuenta. ─Y con eso, Lord Potter huyó del regaño de su mujer.

─¡Ese infeliz! ¡Siempre hace lo mismo cuando sabe que ha dicho algo que no debería! ─Exclamó enojada Lady Potter.

Rose por su parte, cubrió su rostro con sus manos tratando de esconder su sonrisa, pues no quería ser una imprudente al reírse de algo así. Pero en definitiva, James era la viva imagen de su padre. Tan divertido y carismático. Se notaba que Fleamont Potter era padre de un merodeador.

Al escuchar la risa de la joven, Euphemia perdió su semblante enojado y la observó.

Su hijo tenía razón. 

Rose Mary era una linda flor, muy dulce y con sed de florecer en el mundo cruel de espinas que la rodeaba.

Y aunque se sentía contenta de haberla conocido, igualmente se sentía muy mal. La joven frente a ella, había estado embarazada de su nieto y lamentablemente lo había perdido. Pensar en las condiciones en como había ocurrido, la ponía muy triste; claro que hubiera estado enojada con su pequeño merodeador cuando este le dijera. Pero lo habría apoyado, más cuando lo había visto estar tan risueño por la joven frente a sí.

─Mil perdones por reírme, no quiero que piense que me burlo de usted, o algo así.

Euphemia resopló. ─No seas tan amable querida, esas son las ventajas de estar casada con un Potter. Siempre hacen algo, que para su suerte, a la larga se terminará descubriendo y son el claro ejemplo del dicho "un día simplemente nos reiremos de esto". ─Dijo mientras se levantaba, seguida de la muchacha y salían del lugar.

Fleamont las esperaba frente al lugar, con su mejor sonrisa inocente; con las manos sosteniendo su maletín detrás de su espalda y fingiendo que no había dicho que había dejado caer a su hijo.

─Bueno, bella dama y señoritas. Creo que es momento de que regreses a Hogwarts. ─Mencionó tendiéndoles a ambas un brazo para que se sostuvieran.

Euphemia sostuvo el brazo que su esposo le ofrecía y asintió.

Rose imitó el gesto con una sonrisa y dejó que Lord Potter hiciera una aparición lateral hasta Hogsmeade. Por más que hubiera querido usar de nuevo el floó para volver al castillo, podrían descubrirla. Así que indirectamente en silencio agradeció a los señores Potter por acercarla a los carruajes que subían al castillo.

─Es una pena que no podamos encontrarnos con James, Sirius, Remus o Peter. ─Dijo Euphemia con lastima.─ Pero ya que estamos aquí, podemos ir con Rosmerta para hablar del cumpleaños de James. ¡Rosie, tu no puedes faltar ese día!

ella asintió con una sonrisa y se despidió de ambos, escuchando a Lord Potter decir algo de pasadizos y HoneyDukes. Después lo descubriría.

James se había adelantado una hora antes al castillo para poder llevarle un regalo a Rose; le había comprado una caja de bombones azucarados; de vainilla y canela quería hacerle una sorpresa por el tiempo que ya tenía sin comportarse como un buen novio.

Más ahora que Nott estaba dispuesto a romper el compromiso porque no podía hacerle ese daño a Rose, menos cuando ella parecía amar con profundidad al Gryffindor.

Rose pronto saldría de la enfermería y como mínimo debía darle una explicación de su pequeño mutismo cada que estaba con ella. Pero es que estaba tan asustado. Ya era la segunda vez en que casi la perdía. No podía verse ahora a sí mismo en un mundo donde Rose no estuviera para decirle que era un idiota pero que así mismo le encantaba su forma de ser.

Ni siquiera Lily había hecho eso.

Pensar en la Evans lo hacía rabiar.

Recordó aquella vez en quinto año cuando Sirius alegaba que lanzar a Snape hacía Remus en plena transformación solo lo alejaría de ellos y de ser tan metiche. Pero después de haber visto a Lily simplemente actuar por enojo y lanzar a Rose de las escaleras.

Hablar con Sirius sobre las bromas que hicieron en quinto año y su justificación de perversa diversión; fue bastante pesado, incluso Remus estuvo allí regañándolos,  Peter igual, aunque en su momento él también odiase a Snape; reconocía que así como Lily ahora era procesada por el ministerio. Si ellos no vinieran de familias conocidas, estarían en ese mismo proceso, por no decir llevando ya dos años de una larga condena en Azkaban.

Estando en el pueblo, Remus literalmente los arrastró hacía el Slyhterin para pedirle disculpas; y este aunque sorprendido les restó importancia. Sirius después de eso parecía más en paz y James creyó que se debía a que no lo hacía por ellos, sino por Rose.

Llegar a la enfermería fue rápido, al parecer Madame Pomfrey no estaba; porque todo estaba en silencio y no había movimiento alguno dentro del lugar. Tanto así que desde la entrada podía observar como la camilla de Rose estaba vacía, porque las cortinas estaban corridas.

Salió apresurado y sacó el mapa del bolsillo. Abriéndolo para buscar a la pelirroja; pero su nombre no estaba en ningún lado. Comenzó a entrar en pánico.

Recorrió todo el castillo, entrando a cada uno de los pasadizos; paseándose por la sala de los menesteres; el bosque prohibido y casi rodeando el lago. Ella no estaba en hogwarts. Ya entrad la hora de almuerzo, corrió al gran comedor y vio que Snape había regresado, así que se dirigió a él para saber de la pelirroja.

El Slytherin lo observó con curiosidad mientras se servía un vaso de jugo de calabaza y el león respirando agitado,se sentaba frente a él.

─Rose no está. ─Escupió con las manos temblorosas

Snape bajó su vaso de jugo y frunció el ceño.

─¿Disculpa?

─Rose no está; regresé antes y no estaba en la enfermería; tampoco en el bosque prohibido, menos en todo el castillo.─ Repitió el Gryffindor.

El pelinegro suspiró y se cruzó de brazos, ─espera a que regrese el resto para la cena; seguro fue al pueblo. Lo peor que puedes hacer es ahogarte en un vaso con agua.

─¿Cómo estás seguro?

Severus jadeó exasperado.

─Es Rose, ya ha estado dos veces en la enfermería y sale antes al sentirse mejor.  ─Rodó los ojos el pelinegro. ─Creo que no había terminado de retirar todo el veneno la última vez, cuando salió del lugar procesando que estaba embarazada y tu inconsciente.

Snape tenía un punto, reconoció James.

Recordando incluso, su cumpleaños; había estado aun bajo el régimen de pociones cuando lo invitó a su casa y habían dormido juntos.

Rose odiaba estar enferma, casi tanto como él.

Estando más relajado, estudió el mapa un rato hasta notar que montones de nombres se acercaban a la entrada. Entre ellos los de sus amigos y Rose Mary muchísimo más atrás.

Snape había tenido razón, quizás había estado en el pueblo.

¿Pero en que momento?

Se acercó a la entrada, usando su hoodie rojo favorito; con los brazos cruzados y esperó a que el carruaje de la joven llegara; verla bajar del transporte lo hizo sonreír.

Llevaba un vestido verde aqua, unas botas afelpadas color marfil y una túnica con capa color negro; la combinación resaltaba sus ojos y su flamante cabello, que caía en ondas por su espalda.

Ella se acercó a él con las mejillas encendidas, llevaba un par de bolsas de HoneyDukes así como unas especialmente de túnicas de Madame Malkin. ¿Dónde había estado Rose?

─Pero mira que teneos aquí.─ Ella sonrió.─ Una rosa salvaje rompiendo las reglas.

Rose se encogió de hombros  con fingida inocencia en sus ojos.

─¿Tu que sabes, Potter?

─Bueno , estaba en el pueblo; cuando decidí comprarle un regalo a mi flor favorita y me encuentro con que había desaparecido de la enfermería cuando debería estar descansando.

Ella rió, comenzando a caminar con él de regreso al castillo.

─Si te digo sobre mi pequeña aventura, ¿prometes no decirle a nadie?

ayudando le con sus compras, James asintió; dejando la bolsa de túnicas en el suelo mientras buscaba la caja de bombones de vainilla en el bolsillo extensible de su túnica. Le entregó la caja sonriendo y retomaron su camino, mientras la pelirroja besaba su mejilla como agradecimiento.

─¿Y bien? Sorprendeme, preciosa.

─Bueno, salí a comprar unas cosas...Quizás me haya fugado al callejón Diagon para eso. ─James la miró divertido y levantó las bolsas con el logo de Madame Malkin. 

─Si, intuía algo como eso.

Rose rió, antes de retomar la platica.

─Lo más interesante...Fue haber conocido a dos magos muy curiosos; una pareja encantadora. ─Él la miró con curiosidad.

─¿Si?

─Si, el señor era muy divertido y la señora muy amable y cálida; me invitaron a comer con ellos y me acercaron por aparición a Hogsmeade.

James sonrió plenamente antes de responder.

─Bueno, si algún día veo a alguien así, tendrás que decirme si son ellos, les agradeceré por haber cuidado de mi rosa. ─Rose asintió mientras comía de sus dulces.

─Si, tus padres fueron muy amables.

James Potter había descubierto en un instante,que Rose tenía más poder sobre él. Ejemplo de eso, dejarlo petrificado sin lanzar un encantamiento.

Ella había ido a Diagon rompiendo muchas reglas. Estaba orgulloso.

Pero resultó en un almuerzo con sus padres del que recién se enteraba.

Oh joder, su madre no dejaría de molestarlo en casa para que lleve a la chica de visita.

No tenía problema, para nada.

Estaba en su planes que se conocieran... Pero no de esa forma. 

Cualquier cosa, diría que fue la maldición de la suerte Potter que hizo que Fleamont saliera de la casa con su madre y casualmente conocieran a su novia.

Si, eso.

─Rosie... ¿cómo que conociste a mis padres?

La risa de la pelirroja fue lo que se escuchó en el pasillo.

𝑽𝒐𝒕𝒆𝒏 𝒚 𝒄𝒐𝒎𝒆𝒏𝒕𝒆𝒏. 𝑷𝒐𝒓 𝒇𝒂𝒗𝒐𝒓, 𝒆𝒗𝒊𝒕𝒆𝒎𝒐𝒔 𝒔𝒆𝒓 𝒍𝒆𝒄𝒕𝒐𝒓𝒆𝒔 𝒇𝒂𝒏𝒕𝒂𝒔𝒎𝒂𝒔

⚝──⭒─⭑─⭒──⚝

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