𝗖𝗵𝗮𝗽𝘁𝗲𝗿 𝗧𝗵𝗶𝗿𝘁𝘆-𝗙𝗼𝘂𝗿
𝑽𝒐𝒕𝒆𝒏 𝒚 𝒄𝒐𝒎𝒆𝒏𝒕𝒆𝒏. 𝑷𝒐𝒓 𝒇𝒂𝒗𝒐𝒓, 𝒆𝒗𝒊𝒕𝒆𝒎𝒐𝒔 𝒔𝒆𝒓 𝒍𝒆𝒄𝒕𝒐𝒓𝒆𝒔 𝒇𝒂𝒏𝒕𝒂𝒔𝒎𝒂𝒔
⚝──⭒─⭑─⭒──⚝
Cuando Rose Mary se había recuperado por completo; incluso después del regaño de Madame Ponfrey de haber huido de la enfermería tres días antes. James la invitó a salir.
Una cita programada para los primeros días de marzo, pues entremedio se celebraba el nuevo partido de quidditch.
Los entrenamientos eran más rigurosos, y más prometedores; los cuatro capitanes de todos los equipos estaban llevándose a si mismos y al equipo en general en busca de no perder las oportunidades dadas de alcanzar la copa. Era la mayor motivación para tantos; así como para los de último año; que ponían sus esperanzas en dicha competencia deportiva.
La casa de los leones se encontraba en el campo; al mismo tiempo que la casa de las serpientes. ¿Por qué? Porque Hufflepuff y Ravenclaw se enfrentaban entre ellos. Se les había permitido la entrada al campo siempre y cuando fueran completamente neutrales con respecto a sus contrincantes; deseándoles suerte por igual a ambas casas de amarillo y azul.
James y el resto del equipo estaban bastante concentrados con relación al partido; que en su respectiva opinión era bastante menos salvaje y sangriento en términos acostumbrados a sus competencias contra las serpientes.
Pero aún así, no los subestimaban. Los tejones eran bastantes agresivos en la defensa y los cuervos (o águilas) eran más estratégicos en la ofensiva. James sabía que subestimar a su enemigo era la peor de las opciones y mucho más el perderles la pista.
Pero un brillo rojo llamó su atención y desvió la mirada hacía las gradas vestidas de verde y plata.
Disculpándose con el resto, se escabulló por entre las gradas y corrió al otro extremo del campo, por la parte exterior; encontrando a la pequeña causa de sus pesares y así mismo placeres, teniendo la misma idea de huir del momento.
Ella no lo vio, al igual que aquella ocasión cuando su silueta encontró sus gafas cerca del sauce boxeador. Pero se dirigía al mismo punto; en su postura James podía observar rigidez; como si algo la estuviera molestando, en un impulso de descubrir que pasaba.
La siguió.
La siguió hasta el borde oeste del bosque prohibido, casi donde delimitaba la cabaña de Hagrid. El guardián de las llaves de Hogwarts no se encontraba; pero salía humo de la chimenea de la cabaña. Los ladridos del pequeño cachorro de labrador "fang" tampoco se escuchaban; por ende. Intuía que debía estar en sus rondas por la tarde.
Tomando en cuenta que media población estudiantil estaba dentro del campo de quidditch.
Rose Mary siguió alejándose; no muy adentro del espesor de los arboles, pero tampoco muy cerca de donde pudieran verla a simple luz.
James era un ser curioso por naturaleza. Demasiado curioso.
Por algo era un merodeador; pero aún así, se preocupaba por lo que su novia parecía estar buscando con tanto ahínco.
El bosque prohibido no era para nada sutil en cuanto a su nombre.
Ella se acercó más al bosque. Él ahora más angustiado que curioso, siguió su ruta.
Entre tanto ir y venir; se ocultó detrás de un gran pino, observando con discreción como la pelirroja se sentaba en una roca y sacaba su varita; la vio tan concentrada en lo que planeaba hacer; que mantuvo silencio total en la situación.
El viento sopló, las hojas de los arboles se movieron a su ritmo y una bandada de pájaros huyó del lugar; era un viento frío, posiblemente se acercaba una tormenta.
─James, deja de ser un acosador y sal de allí.
Sorprendido y abochornado por ser descubierto; el Gryffindor salió con las manos tras la espalda, luciendo su sonrisa más inocente. Para diversión de la pelirroja que lo apuntaba ahora con la varita.
─No estoy siendo ningún acosador.
─Me has estado siguiendo desde el campo de quidditch. ─Replicó ella. rodando los ojos. ─Claramente no actúas como un acosador.
él fingiendo estar ofendido, simplemente se acercó más a ella.
─Si sabias, ¿por qué no dijiste nada? ─La cuestionó.
Ella sonrió y jugó levemente con su varita.
─Quería ver hasta donde llegaba tu curiosidad. Pero estoy tratando con un merodeador, la curiosidad es parte de su vida.
─A veces creo que te burlas de mi.─ Comentó sentándose en el espacio libre de la roca.
─Claro que no, pero debo estar al nivel del bromista experto, para soportar tus bromas.
James sonrió, inclinándose para besar su mejilla con dulzura.
─Oye, hace rato que quería hacer algo contigo. ─La chica lo observó con curiosidad., él sacó su varita y sonrió con travesura.─ Bueno, es una pequeña demostración, pero pensé que seria lindo.
Alejándose un poco, James alzó su varita y acomodó sus gafas; la pelirroja rió, James había convertido ese gesto en algo tan adorable como para demostrar que estaba nervioso; le parecía muy tierno y varías veces ella había acomodado sus gafas para que no se le cayeran.
─Adelante Potter.
James sonrió ante el tono retador de su novia; poiendose en una posición cómoda, cerró los ojos y comenzó a mover la muñeca con destreza; exclamando fuerte y claro el encantamiento que quería mostrarle.
─¡Expecto Patronum!─ De su varita, un gran ciervo de cornamenta salió a trote, brillando intensamente y respondiendo al llamado de quien lo invocaba; el encantamiento brillaba de una forma tan singular que los ojos azules de Rose Mary se tiñeron de un suave celeste, en contraste al resplandor blanquecino y puro del cálido animal que se acercaba a ella.─ Prongs, te presento a Rose; mi rosa.
El ciervo resopló levemente contra la coronilla de la joven; antes de empujarla y dar una sutil patada en la tierra; dándose vuelta para trotar por el lugar y causar la risa de ambos jóvenes.
─James, es hermoso.
Él asintió, extendiendo una mano hacía el ciervo; tocando el inicio de sus astas con dulzura; antes de llegar a desaparecer. Convirtiendo al figura en un suave vaho que dejo de iluminar el lugar; volviendo a dar paso a la temperatura fría producto de la tormenta que se avecinaba.
─Es un encantamiento complicado; pero muy bonito. ¿Conoces la teoría cierto?
Ella asintió. ─Tu recuerdo más feliz.
James tarareó en respuesta─Yo uso una serie de recuerdos que me hacen feliz. Por ejemplo; tu cumpleaños, nuestra primera cita...Nuestro primer beso en la sala de menesteres.
Sonrojada, ella le lanzó una hoja que había agarrado; cubriendo su rostro avergonzada de lo que decía; mientras el chico se acercaba a ella y la abrazaba sonriendo con dulzura y diversión.
─¿Los demás pueden hacerlo? ¿Lupin, Peter, Black?
James asintió.
─Peter fue el primero; un día, cuando lo estábamos aprendiendo en clases, Sirius rodó por las escaleras, Peter se rió tanto aquel día. Que sin decirlo, de su varita salió un pequeño ratón brillante.
Por la imagen mental, ella sonrió.
Pensar en su amigo estar tan feliz, y a la vez tan divertido como para producir un patronus sin darse cuenta y sin decir palabra alguna gracias a la risa; era encantador. Pues creía que Peter era adorable.
James volvió a besar su mejilla y sonrió.
─¿Deseas intentarlo?
─Nunca he hecho un patronus en mi vida.
─Siempre hay una vez para todo, Rose...
Ella rodó los ojos y tomó firmemente su varita. Poniéndose de pie y alejándose de la roca que servía como su asiento; James se acercó ella por detrás y sostuvo con cuidado la muñeca de la pelirroja; sonriendo cuando esta lo observó con ironía.
─Te estoy ayudando. ─Señaló mientras posaba otra mano alrededor de su cintura.
─Claro, aprovechado. ─Murmuró ella, causando una suave risa en ambos.
James besó su mejilla por segunda vez en esa tarde y suspiró bajo.
─Es sencillo; vamos. Solo busca en tu mente el recuerdo o los recuerdos que más te hacen feliz. ─El susurro de la voz del chico, estremeció a Rose Mary; pero siguió lo que le decía, buscando en su mente cada recuerdo que la llenara de felicidad.
James la admiró; admiró las finas y espesas pestañas que se situaban con delicadeza sobre sus parpados; admiró los rizos rebeldes y pequeños que caían sobre su frente gracias al viento y el peinado ya algo revuelto; apretó el agarre en su cintura; sintiendo el placer de sostenerla contra él: mientras sus ojos se desviaban a sus manos; que aunque simplemente sostenía la de ella para guiarla con el encantamiento; lo hacían creer que estaban preparados para bailar una sublime pieza.
Allí, dentro del bosque prohibido, James Potter deseó poder bailar con la linda pelirroja entre sus brazos.
Su cuerpo, por instinto; dio un paso hacía el frente. Ella abrió los ojos con sorpresa y al haber tropezado ante su movimiento, le regaló una expresión de suma confusión.
─James.
─Déjame hacer esto.─ Mencionó, cerrando sus ojos y dándole la vuelta; quedando ahora uno frente al otro; en posición de baile.─ Pon tu mano sobre mi hombro, mi rosa.
Ella acató; cayendo en cuenta que quería hacer el muchacho. ─No tenemos música.
─Mi música eres tú Rose; y de necesitarla; la magia actuará por si sola.
James guió el baile. Suave; siguiendo un patrón delicado que se entretejía en su mente. Dejándose llevar entre los aromas que su nariz percibía y los sonidos que sus oídos escuchaban. Entre ellos la risa en murmullo de la flor que ahora más le gustaba.
Si alguien los hubiera seguido desde antes; ahora se habría encontrado con aquella dulce escena.
James Potter haciendo girar a Rose Mary Yaxley; recibiéndola entre sus brazos mientras bailaban sin música. Simplemente disfrutando del calor del otro al estar cerca y con ello repeler el frío viento, de la tormenta que se aproximaba.
Pero que metafórica podía ser la situación. Se avecinaba una tormenta de los cuales ambos preferían ignorar su existencia; pero en su interior conocían el augurio de lo que conllevaba consigo aquella venida.
Pasaron en aquella posición; la mayor parte de la tarde; bailando en sintonia, sin música que pudiera acompañar a sus improvisados y al mismo tiempo coordinados pasos.
Rose fue quien terminó el baile; riendo alegremente mientras se lanzaba a los brazos del muchacho y besaba repetidamente sus mejillas. Sabiendo que el chico; que ahora la abrazaba, no la soltaría por ninguna fuerza sobrehumana en el mundo.
─¿Lista para intentar el encantamiento? ─Lo escuchó decir.
Asintió.
Retomaron la postura con la que habían empezado; James sosteniendo su cintura y su muñeca; ella frente a él. con los ojos cerrados y apoyando la espalda en el pecho del chico, escuchando las indicaciones para realizar el encantamiento.
Era sencillo; pero la intensidad de magia y de felicidad que debía desprender del recuerdo, debía ser el catalizador para poder realizarlo.
Cuando se sintió lista de lanzar el encantamiento; lo hizo. Moviendo su muñeca con destreza y concentrándose en el recuerdo que más feliz la hacía.
─¡Expecto Patronum!
De la punta de su varita, un hilo plateado comenzó a salir; convirtiéndose rápidamente en un muro para ambos, un muro brillante que los protegía del frío intermediario. James sintió la calidez del mismo y asintió; soltando a la joven para que pudiera mantener el hechizo con tranquilidad.
─Eso es; es un gran avance.
El encantamiento se desvaneció con rapidez; la pelirroja sonrió sonrojada y guardó su varita.
─¿Crees que alcance a hacer uno corpóreo como tú? ─James asintió.
─Al paso que acabas de marcar; con ese escudo bastante potente, no me sorprendería si lo logras en poco tiempo.
Rose sonrió, sus ojos brillando ante la mención de lograr realizar el encantamiento por completo; aunque el tener el escudo, sería suficiente para alejar a los dementores que se atrevieran a acercarse a ella.
James la comenzó a rodear; como un león cazando a su presa con las manos por detrás de la espalda y una sonrisa traviesa en su rostro. Rose lo observó curiosa, a sabiendas que literalmente estaba por comenzar un juego de "atrapa al ratón". Donde estaba claro, gracias al sutil movimiento del chico al caminar a su alrededor, que ella era el ratón que James buscaba atrapar.
─Mi hermosa rosa; se acerca una tormenta; y las primeras gotas han comenzado a caer.─ Lo escuchó decir; mientras dejaba que se volviera a acercar a ella y tomase su cintura con sumo cuidado,─Deberíamos regresar, ¿no crees?
─Me parece una buena idea. ─Murmuró con asentimiento.
Salieron del bosque prohibido con cuidado, pero al mismo tiempo apresurando el paso; pues comenzaba a llover y al abrirse paso a los terrenos amplios del castillo, no tendrían como resguardarse hasta llegar al castillo.
Corrieron como si sus vidas dependieran de ello.
Corrieron como si una amenaza los persiguiera y no solo buscaran escapar de la fría tormenta.
Corrieron hasta llegar cerca del sauce boxeador.
Corrieron hasta que James logró tomar una rama suelta y tocar un nudo entre las raíces del árbol. Logrando que se detuviera y se abriera un pasaje secreto por debajo de él.
Rose Mary siguió al chico por ese pasaje; caminando casi a gatas gracias a lo estrecho que llegaba a resultar el sendero.
Por unos instantes comenzó a preocuparse por donde seguía al joven; pero este apretaba su mano con cuidado, indicándole por donde seguir.
Al menos hasta que dieron con un amplio espacio; unas escaleras se abrían paso frente a ambos y el sonido de la lluvia era igual de claro que al inicio. Simplemente que ya no eran simple gotas, era una tormenta total; donde ya todos debían estar resguardados; y ellos deambulaban por un lugar completamente desconocido.
─James, no es muy Gryffindor de tu parte, arrastrarme a un lugar extraño simplemente para protegernos de a lluvia. ─Mencionó la joven, causando la risa en el chico que negó rápidamente mientras la guiaba por las escaleras.
─No te traje aquí, simplemente por querer resguardarnos de la lluvia.
Ella levantó una ceja sin comprender y lo siguió hasta el piso superior; parecía una cabaña destartalada, pero al mismo tiempo, no había tanto rato de polvo. Es decir que había sido habitada con anterioridad.
─Huele a perro... ¿Dónde estamos?
─Bienvenida a la casa de los gritos.
Rose lo miró de reojo; sorprendida por el hecho de estar en aquella casa embrujada que tenía su fama alas afueras de Hogsmeade. Habían tantas leyendas que rodeaban la fama de la misma casa; y que el Gryffindor, que por cierto era un merodeador innato. Estuviera frente a ella, sonriendo; sentado en una vieja cama llena de polvo, mientras la lluvia azotaba contra la cristalería de la casa, no era una linda escena.
─Así que... Me has traído aquí, ¿para qué? ¿Sacarás ese lado Slytherin oculto en ti, y me vas a matar?
─¿Qué? ¡No! ─El de lentes la observó reírse, cruzando de brazos y refunfuñando. ─Esa es una mala broma.
─Perdón, pero no se me ocurre otra cosa del porque pudiste traerme hasta aquí; no me importaba mojarme hasta llegar al castillo. ─Ella ironizó.─ Existen hechizos calentadores.
─Lo sé, lo sé. Solo; quería pasar más tiempo a solas contigo.
─Eso es tierno de tu parte.
Enternecida, ella lo abrazó, estando de pie, y él desde su asiento; envolvió sus brazos alrededor de la cintura y cadera de la joven, ocultando su rostro en su túnica escolar. Disfrutando de las caricias que le estaban otorgando en su rebelde y ahora húmedo cabello.
─Te traje aquí, porque aparte del patronus; quería enseñarte otra cosa.
─¿Qué sucede? ─Bajando la mirada, se encontró con los ojos avellanas del muchacho, notando un halo verdoso alrededor de su iris y en el centro, rodeando el exterior de su pupila. Igual que los ojos de la misma Euphemia Potter.
James la soltó y se puso de pie; uniendo sus labios en un suave beso; que no duró mas de un par de segundos, permitiendo que ella tomara su lugar en la vieja cama mientras que él daba unos pasos hacía el centro del salón.
─Hace un tiempo, los chicos y yo decidimos hacer una de nuestras mayores aventuras; incluyendo el hecho de como encontrar la entrada secreta a este lugar. ─Ella le prestó atención, mientras él comenzaba a retirarse la túnica del uniforme, quedando solo en su camisa blanca, corbata, pantalones y calcetines. Los zapatos se los había quitado en el proceso.─Nos habíamos encontrado con una situación, que marcaría el auge mas fuerte de nuestra vida como merodeadores.
Ella lo observó, recogiendo las prendas que comenzaba a quitarse el muchacho y dejarlas bien colocadas a un lado suyo; sin despegar la vista de los ojos avellanas que se iluminaban al encontrarse con ella.
─Esto es algo, que no me corresponde a mi decirte. Pero quiero hacerlo, porque sé; que a pesar de todo, no podrías usarlo a tu favor. ─Mencionó mientras dejaba caer su corbata. al suelo.─ Conocimos a un hombre lobo, un hombre lobo asustado. Demasiado asustado de sus propios instintos primitivos.
─James, eso...¡Un hombre lobo! ─Exclamó.
James asintió sonriendo.─ Si; pero aún así; nos arriesgamos. Nos costó al menos dos años; pero logramos domarlo, logramos convivir con él sin sufrir daños inmediatos o intencionales más allá de juegos salvajes. Una que otra cicatriz sin importancia; pero eran solo eso. Juegos y control de quien parecía ser una bestia.
Rose recogió la corbata con semblante preocupado. ─James.
─Un segundo querida; estoy por llegar a la mejor parte. ─Divertido, el chico retrocedió dos pasos más, sin apartarle la mirada de encima a la joven. ─Sirius, Peter y yo decidimos investigar; Remus simplemente nos creía estúpidos suicidas sin pasatiempos legales. No le hicimos caso, cabe decir. Pero en el transcurso de dos años; y gracias a la fuerte inspiración de la profesora McGonagall. Logramos lo que nos permitió unirnos a ese ser temeroso y al mismo tiempo tan peligroso.
─¿Animagos? ─Preguntó ella. James asintió. ─Dijiste qe gracias a McGonagall, lograron hacerlo. ¿Cómo?
─No nos ayudó mucho en realidad. ─Tarareó el joven.─ En nada; simplemente en una de sus clases, el ver su transformación de gato a humano. Nos dimos cuenta que eso era lo que necesitábamos. Un animal, podría ser domado gracias a otros animales. Hermosa rosa, permiteme mostrarte el secreto de lo que más me enorgullezco como merodeador, mi más grande logro y meta.
Rose volvió a la cama, dejando que el chico, tranquilamente cambiara su cuerpo; del muchacho, se abrió paso un imponente ciervo de gran cornamenta; que llamó mucho la atención de Rose Mary. Igual que el prantronus corpóreo de James. Una de sus patas dio un golpe al suelo y se acercó a ella; tocando con su nariz ligeramente la coronilla de la muchacha, haciéndola reír.
Ella sostuvo el hocico del ciervo entre sus manos y junto su frente contra el entrecejo del animago; sonriendo calidamente al reconocer ese brillo de humanidad en los ojos mieles que el ciervo poseía.
Ese era su James, donde fuera.
Un merodeador, un animago, un chico travieso.
─Eres, sorprendente; Potter.─Murmuró; cerrando sus ojos cuando sintió que se alejaba y volvía a tomar la forma humana del joven castaño.─ Bendita sea Morgana. Potter.
─Hey, lo dices como si fuera lo peor que has visto de mi. ─Mencionó con fingida ofensa el muchacho. Colocándose de nuevo sus gafas para poder tomar asiento al lado de Rose Mary; tomando sus manos y entrelazando sus dedos de forma dulce. ─¿Qué opinas?
─¿Te convertiste en animago, después o antes del patronus?
─Antes, fue un año antes de aprender a hacer el hechizo con facilidad; para ese entonces ya dominaba la forma y el cambio de James a Prongs; que cuando lancé el patronus. Me encontraba tan feliz y simplemente el ciervo brillante apareció.
Rose lo escuchó ensimismada; encantada. Sorprendida y curiosa.
Quería descubrir más del tema; pero al mismo tiempo una mirada hacía el muchacho, la llenó de una inmensa alegría.
Ese chico frente a ella, era un bromista; un rompedor de reglas; tenía un gran futuro por delante, un gran amigo, novio excepcional y buen amante en las pocas ocasiones en las que habían estado juntos. Al mismo tiempo un ser temerario y valiente, por sufrir un cambio tan drástico como hacerse animago para convivir con un hombre lobo y ayudarlo contra sus instintos primitivos.
Su mano, viajó hasta su propio cuello y tiró de su cadena, poniéndolo a la vista del joven quien se había acercado para descubrir de que se trataba.
Por irónico que fuera; el regalo de su madre. Su traslador de emergencia, era la silueta de la cabeza del ciervo, con las cornamentas atadas a la cadena para evitar que se perdiera. Brillaba en dorado gracias al recubrimiento del metal y se sentía frío al contacto contra la palma de su mano.
─Que divertido, tu patronus es un ciervo, eres un animago de ciervo; y mi madre creía que su animal espiritual o guía en el camino eran los ciervos.
James sonrió; y tocó con cuidado el collar; admirando la forma y la precisión de los detalles; asombrado por lo hermoso que era y como podía representarse a sí mismo cerca de Rose Mary siempre.
Quizás siempre ha estado cerca de ella.
Rose Mary se perdió por un instante en la mirada significativa que James le dio; entendiendo que indirectamente ahora lo tenía cerca de su corazón. Al igual que a su madre.
Dónde el ciervo dorado brillaba; un patronus se levantaba protegiendolos del frío a ambos.
𝑽𝒐𝒕𝒆𝒏 𝒚 𝒄𝒐𝒎𝒆𝒏𝒕𝒆𝒏. 𝑷𝒐𝒓 𝒇𝒂𝒗𝒐𝒓, 𝒆𝒗𝒊𝒕𝒆𝒎𝒐𝒔 𝒔𝒆𝒓 𝒍𝒆𝒄𝒕𝒐𝒓𝒆𝒔 𝒇𝒂𝒏𝒕𝒂𝒔𝒎𝒂𝒔
⚝──⭒─⭑─⭒──⚝
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