Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

𝗖𝗵𝗮𝗽𝘁𝗲𝗿 𝗧𝗵𝗶𝗿𝘁𝘆-𝗙𝗶𝘃𝗲

Advertencias del capítulo

*Escenas explícitas +18


𝑽𝒐𝒕𝒆𝒏 𝒚 𝒄𝒐𝒎𝒆𝒏𝒕𝒆𝒏. 𝑷𝒐𝒓 𝒇𝒂𝒗𝒐𝒓, 𝒆𝒗𝒊𝒕𝒆𝒎𝒐𝒔 𝒔𝒆𝒓 𝒍𝒆𝒄𝒕𝒐𝒓𝒆𝒔 𝒇𝒂𝒏𝒕𝒂𝒔𝒎𝒂𝒔

⚝──⭒─⭑─⭒──⚝




¿Puede obligarse alguien a pedir perdón por un amor imposible?

No, de ninguna manera.

Porque el amor que la magia otorga es eterno, y al mismo tiempo no correspondido. Es un amor imposible por la misma naturaleza de su origen; y como hijos del don de la fantasía, simplemente lo buscamos en algo más cercano a nuestro placer mundano.

Rose lo sabía, lo sabía y por eso se encontraba sentada frente a Sirius Black.

El chico que un día simplemente la abofeteó, regresando un golpe que ella le había dado.

Por ofensa y agresiva rabia.

La joven de ojos azules se cuestiona que quiere él de ella. Siempre lo ha hecho, desde tener consciencia de su persona; así como el Black de ella misma.

─Yaxley, nos conocemos desde hace ya medio año. ─Habló él. ─He estado presente en cada una de las facetas de James; desde su obsesión con Evans; hasta ser el mayor de sus impulsos contra Snape... ¿Qué te hace tan especial al resto?

Estaban allí, en la torre de astronomía; el de ojos grises llevaba entre sus brazos, un pergamino sujeto y lo que parecía ser la capa del mismo Potter. 

Debía ser su turno de jugar con los artefactos; pero al mismo tiempo, eran las rondas e Remus como prefecto y de James como Premio Anual.

Remus no permitiría que nuevamente Sirius se quedase solo con la chica; conocía la opinión del chico con respecto a la Slytherin.

─Tienes razón Black, es una buena pregunta... ¿Por qué soy especial contra el resto del mundo?

El chico la observó; sin encontrar mucho más de lo que alguna vez admiró de ella; seguía siendo pelirroja, de ojos azules, piel cetrina más no enfermiza; con ligeras pecas adornando el puente de su nariz y pómulos; buen cuerpo y una actitud dulce antes lo que conocían más de ella; prepotente, ante el resto de la humanidad.

Los relámpagos destellan en el cielo y la lluvia comienza a tomar forma, mojando el bordillo de la torre.

Ambos están de pie, observando como la presencia del otro suele iluminarse por cada as de luz que cae en los alrededores.

Rose Mary puede verlo; ve el desconcierto y la incertidumbre que rodea el halo gris en los ojos de Sirius; no lo entiende. Él no entiende la fascinación de su amigo hacía la pelirroja. 

Cuando lo han habido problemas, lagrimas derramadas y dolor dentro de los muros del castillo.

Donde antes eran risas y aplausos para los llamados merodeadores.

Ella tampoco lo entiende a él. Y no quiere hacerlo, piensa que Sirius solo está actuando de la única forma que conoce, en contra de lo que los demás desean para encontrar así, su razón de respirar bien y dormir en calma por las noches. 

─Yaxley. ¿Eres feliz con James?

¿Qué si era feliz?

Rose podía simplemente asentir; pero entendía porque en parte, el chico preguntaba.

Tanto había ocurrido, tanto se ocultaba, tanto se pasaba por algo.

¿Realmente era feliz amando a James Potter?

─Lo soy, James no es malo. Al contrario.─ Responde la pelirroja. ─Lo que sucede es que, cada día que pasamos juntos; algo malo puede ocurrir. James tiene miedo, lo sé. Tú lo sabes, Sirius.

Él asiente, sus nudillos golpeteaban la madera mojada del borde de la torre; en silencio, pensativo.

Sirius no es amable; más bien es egoísta, egoísta al odiar reconocer que Rose Mary tiene más influencia en James de la que imaginaba; puede verlo. Simplemente la citó allí; aquella noche después de verlos salir por el agujero del sauce boxeador. Ella con el cabello suelto; sin su túnica y la camisa siempre pulcra fuera del borde de su falda; la corbata desarreglada y riendo a un lado de su amigo; que en un estado similar; llevaba en manos ambas túnicas de uniforme; su corbata escarlata y las gafas colgando del cuello de su camisa arrugada.

─A veces siento que me estoy perdiendo de algo; siento que no soy capaz de comprender algo que no debería ni siquiera importarme. ─Habló él.

─¿Quieres a James, Sirius?

─Es mi hermano, mi salvador y mu guardián a fin.

Guardaron silencio por un instante, ella estudiando su expresión tensa con la mirada y él simplemente dejándose entrever.

─Regulus también es tu hermano.─ Tanteó Rose Mary.

Él suspiró.─ Lo es, si. Pero no puedo simplemente acercarme Regulus sin causarle problemas.

─Lo abandonaste.

─Estaba asustado. Anthony es capaz de matar por ti y matarte a ti, por opinión y ordenes de otros. ─El Black se acercó a ella, con el dedo indice chocando contra su pecho, señalándola. ─ Yo soy muy diferente a él.

─Lo dejaste.

─¡No podía llevarlo conmigo!

─Pudiste...No quisiste.

─¡Esto no se trata de lo que hice o no hice con mi hermano! ─Exclamó frunciendo el ceño, presionando su dedo contra la joven hasta que ella lo apartó. ─Se trata de mi preocupación por James estando contigo.

─James dice estar bien. ─Insistió Rose.

─¡James no sabe lo que quier realmente! Ayer amaba a Lily Evans. Hoy te ama a ti. ¿Cómo estás segura que no te va a cambiar?

─Ya tuvimos esta conversación antes...¿No?

No, Rose Mary si había tenido esa conversación, pero había sido con Anthony. Quien le recordaba que ella era la mala. El Gryffindor no podía estar con la Slytherin.

─Sirius, ¿te reflejas a ti mismo en James? 

Sirius negó; mirando de regreso la lluvia caer.

─No, para nada. James y yo somos muy diferentes; él nació en un mundo lleno de luz, y yo fui rodeado inmediatamente de miedo y oscuridad. Como todos los tradicionalistas. ─Se giró hacía ella y se encogió de hombros. ─Tú también vives eso. Tu padre por ejemplo.

Rose resopló. ─¿Qué tiene eso de importante?

─Tu padre busca deshacerse de ti, a toda costa. Snape lo dijo.

─Severus no sabe ni la cuarta parte de lo que ocurre en mi casa.

─¡Nadie! ¡Absolutamente nadie sabe ni la cuarta parte de lo que ocurre dentro de una casa tradicionalista a la pureza de sangre! 

─No te entiendo. ─Rose Mary susurró.─ No entiendo porque jugar.

─¿Jugar?

─Si, es un juego. Una cacería al estilo muggle. Siempre lo haces, siempre que hablo contigo. Empiezas tranquilo, estas a ala defensiva; hablas con Lupin, buscas demostrar que no soy correcta para estar con James. ¿Qué ganas?

─No es eso, no estás entendiendo nada. ─Mencionó desconcertado por las palabras de la pelirroja.

─Oh. Entonces permite me discernir, quizás si entiendo todo, Black. Pero no encuentro en donde tengas razón entre tanta palabrería que sale de tu boca.

él mira a su alrededor; para luego bajar la vista al mapa  y caminar unos pasos hasta dar con uno de los escritorios de la profesora de astronomía. Extiende el pergamino y murmura unas palabras que la pelirroja no logra escuchar. 

Impaciente, vuelve su mirada hacía ella y extiende su varita con un leve "lumos".

─No lo dije en serio...., lo de acabar contigo. Aquella vez. Incluso el golpe. Debo disculparme.

La toma de sorpresa y ella frunce el ceño.

¿Qué estaba tramando Sirius Black?

─Creo que, salir con un merodeador; me hace conocer indirectamente al resto.

─No sabes nada de nosotros.─ Él niega y se cruza de brazos.─ Acepta que estoy perdiendo mi orgullo por disculparme contigo; aún creo firmemente que hay mejores "flores" como James dice; tu eres más un tallo de espinas.

─¿Entonces que buscas? 

─Nada, absolutamente nada. 

Ella resopló. Rose Mary ya no entendía que estaba haciendo o diciendo el Black. 

Sirius por su parte, revolvió su cabello rizado, en un eje de frenesí, tratando de aclarar sus ideas. 

Las cualidades de un animago eran variadas; Sirius lo sabía, con el tiempo lo fueron descubriendo. James era más ágil y estaba más alerta a sus alrededores; Peter era más curioso y sabía recolectar información. Remus por más que fuera, tenía el mejor olfato y oído de todos. 

Sirius se jactaba de decir que podía leer su entorno; al igual que Remus, su olfato era más desarrollado y su risa se podía confundir con un ladrido divertido. Pero sus instintos estaban al tope. Reconocía cuando alguien estaba cerca o si algo malo sucedía.

Desde hace días había estado inquieto, como un cachorro asustado.

Desde que Rose Mary literalmente voló por las escaleras gracias a Lily Evans. Algo iba mal consigo mismo.

Estaba preocupado.

Remus lo sabía y por eso le instó a hablar con la pelirroja.

Lo había postergado, y  cuando quiso hacerlo, no pudo entrometerse entre su amigo y ella.

¿Pero que tenía que ver todo esto?

Nada, absolutamente nada.

Rose Mary no podía concebir el verse nuevamente a solas con Black; no le temía, pero lo evitaba a mayor coste. Había acudido por curiosidad; quería escuchar del chico algo sensato y lógico, preciso; algo donde viera que podía tener razón.

Pero eso no pasaba.

Sirius ahora estaba sentado en el suelo; en posición de loto. Con las manos apoyadas en su rodillas. No perdía ese porte de Sangre Pura que con hierro le había sido inculcado. Ella se acercó a él, tentativa; Sentándose a un lado y abrazando sus rodillas contra su pecho. Ambos en silencio, solo escucharon la lluvia caer y se estremecieron por igual cuando un relámpago decidió hacer frente con toda su mayor fuerza. 

─Yaxley yo...─ Ella negó, apoyando una mano en su hombro. 

─No pasa nada; no te estoy discutiendo por nada más. Ni siquiera sé que hago aquí contigo en realidad.─Responde.─ He visto que esa es tu forma de ser, siempre lo haces. 

─¿Hacer qué?─ Cuestiona el muchacho.

─Buscar el punto débil de la gente, atacar donde más les puede doler, no dudas, no titubeas. ─Atacó ella, sin mirarlo, simplemente enfocando su vista en la lluvia y en sus rodillas aferradas a su cuerpo.─ ¿Siempre has sido así?

Sirius la observó; con los nudillos blancos ante el agarre que mantenía sobre sus rodillas; tragando fuerte antes de negar.

─No; al menos no; hasta entrar a Hogwarts.

─Tu madre quiere convertir a Regulus en uno de sus seguidores.

Él resopló.─No es sorpresa.

─Black; mataran a tu hermano... 

─James es mi hermano.

Rose Mary se puso de pie y negó. Caminando a la salida de la torre sin importar dejar al muchacho allí.

─Sabes que no es cierto; James solo es el amigo que te ayudó a salir adelante. Mataran a tu hermano; Black. Y no podrás hacer nada para evitarlo. Cargarás con una culpa en tu mente toda tu vida.

─Así como la culpa que cargaría Anthony al envenenarte todo este tiempo, y tu muriendo en el proceso.

Ella asintió. Sus ojos brillando fríos ante la oscuridad que comenzaba a consumir la poca luz de la varita del ojigris.

─Si, esa misma culpa.

Él también se puso de pie, recogiendo el mapa y la capa de su amigo. ─Mi culpa será más grande si le hacen algo a James. 

─Entonces allí ya no será culpa; será desesperación. ¿Sabes? Porque habrás perdido a ambos hermanos; el de sangre y el que la vida te puso para ayudarte.

─Podría ser tu culpa que eso suceda.

Ella asintió, comenzando a bajar los escalones pero sin llegar a perderse de vista todavía.

─¿Quién te creería?

─Sigo insistiendo y sosteniendo, que no eres buena para James.

Rose Mary tarareó.

─En eso los dos estamos de acuerdo. Pero haz que le entre a James en la cabeza.

Dicho esto, siguió bajando los escalones, su cabello rojo perdiéndose en el rellano y la oscuridad consumiendo su presencia. Dejando al mayor de los hermanos Black mirando el punto oscuro y ahora vacío que representaba el inicio de la escalera de caracol. 

Rose caminó.

Caminó por el corredor del quinto piso que daba a las primeras escaleras que subían en dirección al sexto y séptimo. No planeaba bajar directamente a las mazmorras.

Iba a la sala de menesteres para descansar; el frío de su sala común volvía a hacerle mella en los huesos y no le gustaba. Los hechizos calentadores no eran sus favoritos para mantener por la noche.

Caminar por los pasillos solitarios de Hogwarts le recordaron la primera vez que se encontró con James; sacandole una pequeña sonrisa en el proceso, por lo irónico que se sentía aquel sentimiento.

─Alguien te hace sonreír. ─Dio un pequeño salto por el susto producido gracias a la voz que aparecía en uno de los pilares.─ Pero el susto si te lo di yo.

─¡Potter!

─A este punto de nuestra relación, debería ser más como"mi amor", pero me conformo─ La sonrisa del chico la hizo negar; acercándose a él con cuidado para poder apoyarse a su lado en la columna. ─¿Sucede algo?

─No, solo me asustaste.

─Claro, porque antes del susto, no sonreías por algo en especial. ─Instó él.─ Vamos, dime que era eso, o ese alguien que te hace sonreír cuando no soy yo.

─¿Cómo intuyes que no eras tú?

James sonrió a más no poder; llevando sus manos al rostro de la joven y aplastando sus mejillas con cuidado; dejando escapar algunas risas por la forma en la que el rostro de Rose Mary parecía enrojecer ante su acto.

─Pues me siento honrado de saber que soy el causante de tu felicidad.

Rose Mary rió, soltándose del agarre del chico en aus mejillas y comenzando a desplazarse de camino a la sala de Menesteres.

─últimamente has tenido una gran epifanía. Vives honrado con todo lo que hago o haces.

James se encogió de hombros y la alcanzó en el camino, tomando su mano para entrelazar sus dedos.

─¿Qué quieres que te diga? Me siento feliz.

─¿Eres feliz, Potter?

Él asintió.

─Lo soy; eres la razón por la que ayer, mi patronus brilló con tanta fuerza.

─¡Oh por Salazar! ¡Eso es muy cursi!

Ambos rieron, mientras balanceaban sus manos al compás de sus pasos; dejando de reír de a poco; disfrutando de la compañía que el otro les ofrecía.

─Bueno, debería usar mi poder aún como premio anual y preguntar porque no estas en tu sala común.

─Tenía frío.─ James sonrió y rodó los ojos levemente.

─Creí que ya habíamos aclarado esa parte de no poder dormir ya que te daba frío.

Rose tiró de él con suavidad y abrazó su brazo; sonriendo ligeramente con inocencia mientras seguían caminando, acercándose al muro donde la sala que iba y venía; usualmente hacía aparecer su puerta.




─Si tanto sabes, ¿por qué me cuestionas, Potter?

─Me gusta escucharte hablar... ¿Excusa valida?─ Tanteó el, con una ceja alzada.

─Nunca habrá una excusa valida para tu curiosidad. ─Respondió ella.

James hizo un puchero; deteniendo su paso antes de girar su rostro al muro frente a ellos. 

Abrieron con cuidado la puerta que ahora se materializaba frente a ellos y entraron con cuidado; podían asegurar que habían escuchado a la señora Norris maullar por lo cerca. 

Cuando Rose Mary proceso lo que había a su alrededor dentro de la sala; se vió siendo atrapada entre los brazos de James y sus labios siendo devorados por los del chico. Con hambre, y al mismo tiempo algo de dulzura.

─James.─Jadeó ligeramente al cortar el beso.

Él la observó, sosteniendo su cintura con suavidad y llevando sus manos levemente dentro de su ropa; para así acariciar con mayor disposición la piel caliente de la pelirroja.

─¿Qué pasa?─ Preguntó él, con un sonrojo en su rostro; acercándose lo más que podía.

Sus cuerpos se atrajeron el uno al otro como si tuvieran algún hechizo pegante o por un mismo imán; Rose Mary pasando sus brazos alrededor del cuello del muchacho y él subiendo poco a poco sus manos por la espalda de la pelirroja.

─Tienes las manos algo frías.─ Murmuró ella.

─Mil disculpas, yo también buscaba algo de calor.─ Susurró el en tono juguetón, mientas sus labios comenzaban a posarse sobre la piel del cuello de la chica.

─Pudiste ir a tu torre.

─Pudimos ir a mi torre en realidad; los dos. Ya que no hay nadie más allí y me siento demasiado solo. ─Contestó.

Rose Mary hizo su cabeza hacía atrás; dando ligeros pasos en retroceso mientras ligeros suspiros escapaban de su boca. James estaba más concentrado en besar cada pedacito de piel expuesta en su cuello antes de comenzar a desabrochar la camisa blanca.

Poco a poco, las prendas de la joven fueron decorando el suelo e la sala; al menos hasta que tropezaron con un sofá y ella cayó de espaldas a lo largo del asiento; él admirándola desde su puesto, acomodándose entre sus piernas, notando el sonrojo que recubría sus mejillas.

─Separa un poco las piernas, mi rosa.─ Logró escuchar; haciendo lo que l pedía y observando como se inclinaba sobre ella. 

Las manos de Rose Mary se hicieron presas en los hombros del chico; bajando por sus brazos mientras tironeaban dela fina camisa de vestir blanca. Que como siempre, nunca llevaba de forma correcta, desabotonada desde los primeros botones y los últimos, casi dejando dos para sostener la tela por debajo de su túnica negra.

Ambos desnudos, de la cintura para arriba; se observaban con deseo. Los ojos de Rose Mary, habían adquirido un tono más profundo en ese azul que la caracterizaba y los ojos claros de James, tenían la pupila dilatada; Haciéndolos ver brillosos, hambrientos, deseosos de tener a la joven debajo de su cuerpo.

─Rosie...Dime algo.─ Murmuró el de lentes; inclinándose contra ella y cerrando sus ojos al sentir como los pezones de la joven hacían presión contra su torso descubierto.─Dime cuanto me quieres.

─James; te quiero. ─Respondió ella, mordiéndose su labio y llevando sus manos hacía la hebilla del cinturón del chico, comenzando a retirarle el pantalón.

─¿Cuánto?─ Peguntó nuevamente; con su rostro ahora oculto en el hueco entre su hombro y cuello; lamiendo aquella zona mientras movía sus manos hacia los senos de la chica, presionando y masajeando los mismos, pellizcando los pezones al no obtener respuesta.─ Vamos Rosie.

Rose Mary jadeó; jadeó y presionó su rodilla contra la entrepierna de James, haciéndolo jadear. En respuesta un nuevo pellizco a su pezón llegó de forma inmediata, arrancando de sus labios un gemido más alto.

James jugueteó con sus senos hasta notar que ella se negaba a hablar demás; implemente a gusto por el placer sencillo que obtenía y como su rostro demostraba deleite ante sus pequeñas acciones. Se retiró las gafas y las dejó a un lado; en la suave superficie por debajo del sofá; que parecía ser una alfombra. Para así evitar percances y que le fuera más sencillo realizar sus próximos movimientos.

Separándose un poco, tomó la cadera e la joven de forma sorpresa y llevó sus manos por debajo de su falda; haciendo que abriera los ojos por sorpresa ante el tirón repentino de su cuerpo; así como de su ropa interior, que ahora servía para apresar sus piernas. 

Rose Mary apreció el angulo donde su cuerpo y tren inferior chocaba ligeramente contra la cadera de James, con sus piernas colgando del reposa-brazos del sofá. Entre aquella separación, su cadera se encontraba levemente alzada y le daba al muchacho una vista justa de su intimidad expuesta ahora sin su ropa interior.

Haciéndola sonrojar hasta las orejas por la mirada fija del Potter hacía su cuerpo sumiso.

─James.─ Suspiró ella, llevando sus manos hacía su falda para cubrirse. Pero siendo detenida por el chico; que fruncía el ceño ante su acción.

─No hagas eso. Me gusta verte.

─Deja de mirarme. Maldita sea.─ Gruño en respuesta, removiendo sus piernas; que igualmente fueron detenidas por el muchacho.

Todas las veces que se habían encontrado en aquella situación, todas las veces eran iguales al comenzar. James la desnudaba, ella buscaba cubrirse con cualquier prenda de ropa y él se divertía llenándola de besos y susurrando lo hermosa que era. Convenciéndola de relajarse y entregarse nuevamente a él.

Las manos del castaño, soltaron a la pelirroja. Antes de inclinar su cuerpo contra ella; uniendo sus labios en un beso húmedo, donde su lengua jugueteaba con la de la pelirroja y su diestra acariciaba sus muslos, separan dolos un poco para mayor comodidad. 

Deshacerse de su bóxer fue rápido; incluso sin tener que dejar aquel beso; simplemente se los quitó con las manos y los pateó a otro lado; estando ahora desnudo por completo y ella simplemente cubierta por su falda.

Su boca comenzó a dejar un camino de besos y mordidas a lo largo de su mandíbula y cuello; bajando hasta sus senos los cuales se encargó de succionar y lamer; causando que Rose arquease su espalda y sus manos se ajustaran en el cabello de James.

Gemidos iban y venían; donde el movimiento involuntario de la cadera del chico contra el cuerpo de la joven; los hacía suspirar a ambos. James la ayudó a acomodarse un poco mejor a pesar del reducido espacio y terminó por sacarle la molesta tela que rozaba entre ambos, era incomoda y no le gustaba. Aunque eso convirtiera a su pelirroja en un manojo de gemidos y sonrojos profundos en su rostro.

─Eres hermosa; mi rosa.─ Murmuro; llevando su diestra con discreción a los pliegues en su intimidad; acariciando su clítoris para hacerla gemir.─ Demasiado hermosa.

Rose jadeó fuerte; apretando levemente sus muslos al sentir los dedos del chico presionar y acariciar su clítoris; a veces lento, otras veces rápido o en círculos, hasta que su indice y dedo medio  viajaron hacia su centro; empujándose por su húmeda entrada y comenzando un vaivén, entre entrar y salir; en lentas penetraciones que la hacían jadear.

Solo la preparaba.

El movimiento en sus dedos iba aumentando gradualmente; escuchando complacido los jadeos ahogados de parte de la pelirroja; instándolo a ir más rápido, más fuerte. Sin detenerse. Una de las manos de la chica se cerró sobre su muñeca y lo hizo levantar la mirada; pero no detenía su movimiento.

No, James sabía lo que ella buscaba.

Buscaba que viera sus ojos, su rostro; que observara el placer que le provocaba y como la empujaba a su limite con cada caricia.

Buscaba hipnotizarlo con sus ojos brillando como joyas y así poder apiadarse de ella; pero no funcionaba. Solo alcanzaba amover con más ahínco su diestra; haciéndola llegar a gritar de placer cuando sus dedos se doblaban en su interior y rozaban sus paredes.

James bebía cada expresión como si fuera la última gota de agua en su vida.

La memorizaba por lo alto y soñaba con ella cuando no la volvía a ver.

Su mano dejó en paz el interior excitado de la joven y tomó la mueca de la misma, guiándola hacía su erección palpitante y húmeda, goteante de liquido preseminal. Rose movió su mano, desde la punta por todo el glande hasta la base; tirando con suavidad y en intervalos con rudeza. Haciéndolo jadear ahora contra el espacio entre sus senos. Masturbandolo a gusto hasta sentirse preparada.

Ella misma empujó la erección del Gryffindor hacía su entrada; indicándole que podía entrar. Que lo ansiaba y esperaba.

James volvió su rostro a ella; y se alzó para besar sus labios; su zurda sostuvo con cuidado uno de los muslos de Rose y tiró suave de la tersa piel; mientras introducía su miembro con cuidado por el húmedo canal de su vagina y su cadera se encontraba con la pelvis contraria. Ambos gimiendo en medio del beso cuando el calor los abordó.

Fueron lentos; reconociéndose el uno al otro; en movimientos delicados sin buscar hacerse daño.

Cayendo lentamente en el abismo pasional que el deseo traía consigo.

Las embestidas fueron lentas; tortuosas para el chico, al menos hasta encontrar aprobación y así poder aumentar su ritmo. Saliendo y entrando de ella a su antojo; esta vez torturando a su pareja cada tanto cuando salia y entraba. Escuchándola balbucear con los ojos fuertemente cerrados mientras entraba en ella.

James podía asegurar que entre esos balbuceos al menos su nombre era el protagonista el noventa y nueve por ciento de los mismos.

𝑽𝒐𝒕𝒆𝒏 𝒚 𝒄𝒐𝒎𝒆𝒏𝒕𝒆𝒏. 𝑷𝒐𝒓 𝒇𝒂𝒗𝒐𝒓, 𝒆𝒗𝒊𝒕𝒆𝒎𝒐𝒔 𝒔𝒆𝒓 𝒍𝒆𝒄𝒕𝒐𝒓𝒆𝒔 𝒇𝒂𝒏𝒕𝒂𝒔𝒎𝒂𝒔

⚝──⭒─⭑─⭒──⚝

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro