𝗖𝗵𝗮𝗽𝘁𝗲𝗿 𝗧𝗵𝗶𝗿𝘁𝘆-𝗘𝗶𝗴𝗵𝘁
𝑽𝒐𝒕𝒆𝒏 𝒚 𝒄𝒐𝒎𝒆𝒏𝒕𝒆𝒏. 𝑷𝒐𝒓 𝒇𝒂𝒗𝒐𝒓, 𝒆𝒗𝒊𝒕𝒆𝒎𝒐𝒔 𝒔𝒆𝒓 𝒍𝒆𝒄𝒕𝒐𝒓𝒆𝒔 𝒇𝒂𝒏𝒕𝒂𝒔𝒎𝒂𝒔
⚝──⭒─⭑─⭒──⚝
Dumbledore aseguró que todo estaba bien; al menos antes de desaparecer y dejar a McGonagall a cargo. Quien de acuerdo con el resto de profesores; accedieron a permitir la salida Hogsmeade gracias a que les había llegado una misiva donde indicaba que le pueblo sería vigilado por aurores para evitar ataques dentro del mismo y asegurar el paseo de los estudiantes.
James se apresuró a encontrarse en la entrada con sus amigos y el resto de quienes habían sido invitados directamente a su cumpleaños (que era más de la cuenta que sus padres habían dicho). Murmullos habitaban en la casa de los leones; pero intentaban aligerar el ambiente, riendo de las bromas de los gemelos Prewett y el mismo Ethan Jordan; haciendo bromas a la par de los merodeadores. Distrayendo así la atención dada anteriormente a la noticia del ataque.
James observó como a los carruajes subía Rose Mary junto a Snape y el hermano de Sirius; así como el chico Crouch y las dos chicas que también eran parte del grupo. La Rosier de Ravenclaw y la golpeadora del equipo de quidditch, Meadowes.
Sabía de antemano que Rose no faltaría al encuentro; pero también era consciente que sería algo incomodo para las serpientes, estar rodeados de tantos leones. Se dio cuenta que Anthony no había salido del castillo; pero en el desayuno; la misma Rose Mary había permanecido enojada.
Peter tiró de su manga con cuidado para llamar su atención y señaló discretamente por encima de su hombro.
Tal como presentía, el hermano de Rose no se había movido del portal de piedra del vestíbulo; simplemente veía a los carruajes con aprensión y disgusto; antes de voltearse y cruzarse de brazos refunfuñado.
─Solo vamos, Pet. Mis padres nos están esperando allí.
Sirius se hizo presente subiendo primero al carruaje. ─Que raro que mami Effie simplemente no te envío el pastel por lechuza.
James rodó los ojos y lo pateó para que entrara de una vez al carruaje. Resbalando por un charco y cayendo al piso, causando la risa del resto del gran grupo.
─¡Joder Sirius! ¡Por estar pateando tu gordo culo, ahora estoy en el suelo.! ─Exclamó mientras se ponía de pie y limpiaba sus pantalones.
El Black lo observó con fingida indignación y le sacó el dedo medio.
─Ojala Rose Mary se de cuenta de cualquier mierda y te abandone en pleno altar por hablar mal de mi culo.
James subió después de Peter, cruzándose de brazos con enojo.
─¿Qué tienen con desearme mal en una boda a la que ni siquiera me he comprometido a realizar aún?
Peter sonrió sacando una rana de chocolate y compartiendo la misma con Remus. ─Es divertido; porque te conocemos. Seremos los padrinos de tus seis hijos. Sirius, Remus y yo de los tres primeros; y Seguramente Rose pone a Snape, a Nott o al hermano de Sirius de padrinos de los otro tres. Todo en equilibrio.
James sonrió disimuladamente ante la respuesta de su amigo y observó por la ventana cuando comenzaron a avanzar. Remus quien se había quedado en silencio mientras disfrutaba la mitad de la rana de chocolate se aclaró la garganta; sus ojos brillando hacía James con su brillo divertido.
─Lo más probable es que huya al darse cuenta que James quiere un equipo de quidditch para sí mismo como familia.
Peter y Sirius comenzaron a reírse de la expresión indignada y sonrojada del de lentes; quien pateo el asiento del licantropo; quien ocultaba una sonrisa tras un nuevo trozo de chocolate que había sacado de sus bolsillo.
─¡Remus!
─¿Qué? Tengo un punto. No sabes si ella también corresponde a tus ganas de tener una familia gigante.
Sirius se apoyó en Peter mientras seguía riendo.
James infló el pecho y trató de verse imponente ante sus amigos; antes de hablar y hacerlos callar al instante.
─Dejenme decirles, que ya lo hablé con ella y está de acuerdo.─ Mencionó orgulloso.
Los tres merodeadores restantes se vieron entre ellos y asintieron; Peter levantó su mano mientras tosía ligeramente; cubriendo una risa traviesa que se le escapaba cada tanto.
─¿Y que nombre se te ocurren?─ Sirius y Remus miraron a Peter con curiosidad
James miró por la ventana y sonrió antes de señalar Sirius.
─Harry o Fleamont; por mi padre y abuelo y quiero que lleve al menos el nombre de Sirius después del primero. ─El de ojos grises de abrió paso entre Remus y James quienes compartían asiento y abrazó al de lentes con fuerza. ─ Además; ya te dije que si tengo una hija; seria llamada Gardenia o Tulip.
─Joder; eso es un honor. Me gusta el nombre de Harry; más te vale hacerme padrino de uno. ─James asintió y luego señaló a Peter y a Remus.─ Aunque sobre tu hija. Esa obsesión por las flores es preocupante. Primero tu ex loca; la futura madre, ahora las niñas. ─James ignoró aquel último comentario.
─Peter será el padrino de mi primera hija y Remus también será padrino si tengo otro varón u otra niña. No me importa. ─Los cuatro merodeadores sonrieron y volvieron su atención hacía la ruta. ─ Aunque aún tengo un problema.
Peter, quien supo de inmediato a que se refería el de lentes; infló sus mejillas aguantando una carcajada. ─Ush si; un GRAN problema. ─ Mencionó burlón alargando la "a" en gran.
Sirius lo observó esperando a que hablara y Remus hizo lo mismo, dejando de comer su chocolate para observar al de lentes con curiosidad; quien rodó los ojos y se mordió el interior de la mejilla con vergüenza.
─Que Rose Mary acepte casarse conmigo cuando se lo proponga.
─Entonces sigue en pie la apuesta de que te abandona antes de la boda. ─Los tres rieron volviendo a hacer enojar al Potter.
─Por amigos con ustedes; es que me cae bien Snape ahora. ─Murmuró por lo bajo; ignorando las burlas de los chicos. Abrió los ojos como platos y fingió aguantarse una arcada, haciendo reír al resto.─ Joder, me agrada Snape ahora.
─Eso lo escuché.─ Mencionó Remus.
Peter rió fuertemente y abrió la puerta del carruaje; escuchando como algo chocaba con la misma cuando la abrió. Al instante Fabian se acercó y señaló al suelo; donde los cuatro observaron a Jordan sostenerse la nariz adolorido.
─¡Pettigrew! ¡Joder me rompiste la nariz!
Peter cubrió su boca sorprendido y Sirius se lanzó a observar de cerca.
─Dale las gracias Jordan; bien fea que tenías esa nariz desde segundo. ─Remus negó mientras bajaba detrás de Sirius y curaba la nariz del chico con un encantamiento.─ ¡OYE PETER! Busquemos a Snape para que le arregles la nariz también; de paso lo usas como negocio para pagar el regalo que no le hemos comprado a James.
Peter asintió siguiendo apresurado a Sirius hacía el pueblo; en busca del Slytherin para causarle una broma. James bajó al último y camino junto al resto del grupo; que los esperaba en dirección a las tres escobas; donde sus padres en la puerta los esperaban con grandes sonrisas en sus rostros.
James corrió hacía sus padres, quienes abrieron sus brazos para recibirlo con gusto; pero antes de llegar fue tacleado por sus tres mejores amigos quienes abrazaron a los adultos primero; dejando al heredero Potter por fuera del abrazo; y para mayor indignación del de lentes; sus padres correspondieron el abrazo de los tres usurpadores con cariño y diversión.
Sirius se giró y le sacó la lengua.─ Ups; mi culo gordo no te vio.
Ambos rieron mientras el de ojos grises ayudaba a poner de pie al Potter; dejando que su madre lo abrazara con fuerza y llenara de besos sus mejillas. Fleamont Potter le revolvió el cabello a su hijo con gracia y dulzura; antes de levantar la vista y hacerle una seña a cierta pelirroja que los veía con dulzura desde una tienda. Pidiendo que se acercara para saludarla.
─¡Pequeña Rosa! ─Exclamó Lord Potter; haciendo sonreír a la joven.─ Que bueno verte de nuevo, pequeña Rosa
─Lord Potter, es un honor estar frente a usted de nuevo. ─Respondió la joven, ganándose las miradas de todos los presentes.─ Igual para usted Lady Potter.
Euphemia tiró de ella para abrazarla y besar su frente con dulzura.
─Y te lo había dicho Rose; no hace falta que nos digas así. Con Effie y Monty estamos bien. ─Mencionó la mujer; mientras abría la puerta y sostenía suavemente la mano de la chica; indicándole a todos que entraran de una vez.─ Vamos todos. ¿Invitaste a alguien a venir querida? No tenemos problema con eso.
Rose asintió jugando con sus dedos y giró su cuerpo hacía su grupo de amigos quienes la veían desconcertados. Haciéndoles seña para que entraran con ellos. Aunque renuentes, terminaron siendo empujados por Pandora y el mismo Barty; quien en voz baja mencionaba algo de no perderse una ronda de pastel y cerveza de mantequilla gratis.
─Entonces Fleamont se resbaló con las escaleras y cayó rodando dos pisos hasta el gran comedor; cuando se levantó lo primero que dijo fue. "Espero no haber llegado tarde al postre"
Todos los presentes en la mesa; rieron con fuerza gracias a la anécdota de la madre de James sobre su Padre. El sonrojo al recordar aquel momento bochornoso del Potter mayor, los hizo reir con más fuerza. Entre los Slytherins y Gryffindor sentados a su alrededor.
─Effie...
─Effie nada, Monty. ─Rió ella.─ Aquel día habían servido leche caliente de bebidas y cuando te vio rodar hacía la puerta, Charlus, el tío de James, comenzó a reírse como un desquiciado; haciendo que se le saliera por la nariz.
James rió fuerte al imaginarse a su tío en aquella situación. Rose estaba sentada a un lado suyo; mientras que ambos adultos estaban en frente. La mesa se dividió a sus costado con los Slytherins y los Gryffindor: Siendo Pandora la única Ravenclaw que parecía cómoda con la situación.
Rosmerta se acercó a la mesa con una nueva ronda de cerveza de mantequilla para los estudiantes y dos whiskys de fuego para los adultos; Fleamont Potter mencionaba ante el disgusto colectivo de no poder acompañarlos con las mismas bebidas, que a pesar de ya tener la mayoría de edad, en algunos casos. Como James, Rose; Snape, Sirius, Meadowes, Remus y los gemelos. La otra mitad de la mesa aún eran menores y además no sería para nada responsable de su parte, el dejar que bebieran estando en un ambiente ameno y familiar.
Cabe destacar que Sirius comentó que al final harían otra fiesta en la sala común y allí beberían sin regaños. Terminando por ser tironeado de la oreja por Euphemia; causando la risa de todos los presentes, sobre todo en el pequeño Regulus Black, quien se reía cómodamente de la desgracia de su tonto hermano mayor; y a su vez agradecía a los Potter por estar cuidando de él.
James miró a todos los presentes aquel día y por unos instantes prolongados; olvidó la primera plana del profeta, la mano de Rose Mary entrelazada con la suya, conjunto a la caricia que él le repartía con su pulgar al dorso de la joven, lo mantenían sereno. Feliz; como si nada hubiera ocurrido en la mañana. Podía apreciar las risas del diverso y completamente superpuesto nuevo grupo frente a él; y se sentía cálido. Como si siempre hubiera tenido que ser así.
En un momento dado; sus ojos coincidieron con los de su padre; quien ladeó la cabeza con discreta aprobación. El mayor sin disimulo alguno, rodeó a su esposa con un brazo por los hombros y le sonrió a su hijo; guiñándole un ojo ante la misma sonrisa característica que James le ofrecía.
Ver a sus padres, en Hogsmeade con ellos; con su grupo de amigos. Apreciando y conversando forma tan amena y familiar con su novia y consigo mismo. Era lo que tenía a James en las nubes.
¿Acaso ese día no podía ser tan más perfecto?
Eso pensaba, hasta que un fuerte estruendo fuera del local los hizo sobresaltar. Muchas chicas y mujeres, así como hombres y jóvenes gritaron por la sorpresa.
James cubrió apresuradamente a Rose Mary quien se aferró a él. Cuestionando con la mirada que estaba ocurriendo. Viendo a sus amigos hacer lo mismo entre ellos y sus padres.
Rosmerta corrió instantáneamente hacía la puerta para descifrar que estaba ocurriendo, hasta que alguien se le adelantó.
─¡ESTÁN ATACANDO EL PUEBLO! ─Un hombre encorvado y con debida expresión de horror, azotó la puerta de la taberna de Rosmerta. Causando el shock inicial de los presentes en el sitio. Con la respiración errática y el pulso tembloroso. La dueña del lugar lo ayudó a sentarse y comenzó a dar ordenes a los presentes.
Por lo cerca, se escuchó el estridente sonido de la cristalería rota; unos locales más abajo. Lo que alertó de sobremanera a todos los presentes; haciendo que se pusieran en guardia y la mayoría saliera a defender el lugar.
Euphemia y Fleamont se pusieron de pie inmediatamente; conociendo a los chicos, prefierieron intervenir antes de que se lanzaran a la acción. Lady Potter los observó con severidad y señaló la salida trasera del lugar.
─¡Salgan en este instante y vayan al castillo!
─¡Mamá! ¡No podemos irnos de esta forma! ─Replicó instantáneamente James; siendo secundado mayormente por el grupo de Gryffindors.
Pero la mujer no iba a dar su brazo a torcer. Mucho menos por la seguridad del grupo y su hijo. Otros adultos guiaban a los demás grupos de estudiantes para que se escabulleran hacía los carruajes de regreso sin llamar mucho la atención. Por obligación, debían hacer lo mismo.
─¡James no empieces!
─¡No! ¡Queremos ayudar! ─Reclamó.─ ¡No pueden dejar que nos vayamos así!
─¡Effie! ¡Es nuestro último año, estamos preparados para esto! ─ Acotó Sirius.
Ambos chicos recibieron una fría mirada no de la mujer, sino del mismo Fleamont.
─¡Sirius, James! ¡Tomen a todos y largo de aquí! ─Los chicos fueron a replicar pero fueron interrumpidos.─ ¡Ahora! ¡Largo! Hay menores alrededor nuestro, y mientras no salgan de Hogwarts. ¡USTEDES SON NIÑOS!
James estaba indignado; así como lo reflejaban sus amigos y compañeros. Los Slyhterins los esperaban en la puerta trasera. La misma Rose con la cabeza en alto y esperando pacientemente una respuesta corporal de su parte. A diferencia de Snape que simplemente deseaba salir de allí lo antes posible con el resto.
─¡Potter saca la cabeza de tu culo y vayámonos!─ Gritó el amante de las pociones.
Peter, quien iba con Pandora y Regulus; giró la vista y asintió presuroso. ─¡James no es un juego, vamos!
Los leones corrieron hacía ellos; saliendo por la puerta. Con las varitas sujetadas fuertemente. Sirius se detuvo y giró su rostro a su amigo; que seguía de pie con el ceño fruncido hacía su padre. Desafiando su autoridad. Rose Mary y Remus lo retuvieron; haciendo que saliera del lugar sin poder hacer algo para escabullirse y seguir al mismo James.
Fleamont Potter mantuvo su posición firme frente a la puerta; cubriendo a su esposa quien miraba angustiada, enojada y desesperada a su terco hijo. James no se había movido ni un maldito centímetro. Dispuesto a lanzarse a la batalla de ser posible.
─¡No me pienso ir!─ Gritó el chico.
─¡Es una maldita orden James Charlus Potter!─ Exclamó su padre colérico.
─¡No puedo simplemente dejarlos aquí en esto!
─¡No sabes nada del mundo! ¡Pelearas tus batallas en tu momento! ─Dijo ahora su madre.─ ¿Quieres ser un héroe? ¡Ve con tus amigos y lleguen sanos a Hogwarts!
─¡Mamá-
─¡Vete ya! ─Gritaron ambos mientras salían de la taberna. Dejándolo atrás y dando pasos hacía la puerta de salida; donde Rose Mary aún lo esperaba.
Por las ventanas, James observó a su padre blandirse en duelo contra unos magos de capucha oscura, siendo apoyado por su madre y otros tantos adultos y dueños de los locales. A pesar de sus edades; estaban en forma y no se dejaban rendir. Le estaban dando tiempo para huir y estar a salvo.
─James vamos. ─Mencionó Rose cuando estuvo cerca de ella.
Él negó; mirando aún por la ventana.
─¡James!
─¡No voy a dejarlos Rose!
─¡Ellos saben que hacer! ¡Son magos capacitados para esto!
─¡Nosotros también podemos ayudar.
Rose negó exasperada. ─Tus padres tienen razón.─ Somos niños aún. Viviremos nuestras batallas a nuestro tiempo; no ahora. No en este instante. Cuando ni siquiera podemos presentar los exámenes finales. ¿Cómo sabes que estás preparado?
James la observó.
─Sé que estoy listo para la guerra.
Rose Mary tomo su rostro y lo besó con cuidado; tirando sutilmente de él para que la siguiera.
─No estamos listos James; tus manos tiemblan, y lo que te impulsa a actuar es el terror de perderlos. Pero ellos están actuando para no perderte a ti.
Desde una pequeña montaña detrás de la taberna de Las Tres Escobas. Se pudo observar como una chica de cabello pelirrojos como los pétalos de las rosas más rojas que pudieran existir; corría hacía unos carruajes mientras de la mano llevaba a un chico de lentes. Quien muy a su pesar, estaba renuente a irse. Miraba cada instante detrás de sí. Comprobando que no eran seguidos, y al mismo tiempo anhelando que sus padres corrieran detrás de él.
Pero solo le quedaba esperar.
Esperar en Hogwarts.
Esperar a sus padres, estando a salvo.
Porque al final. Aunque estaba cumpliendo su mayoría de edad en el mundo mágico y ante la ley del ministerio de magia. James Potter aún era un niño. Un niño con miedo.
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