𝟶𝟷. 𝚄𝚗𝚊 𝚖𝚊𝚝𝚊𝚗𝚣𝚊 𝚜𝚒𝚐𝚒𝚕𝚘𝚜𝚊
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🕰 𝚃𝙷𝙴 𝙺𝙸𝙽𝙶'𝚂 𝙼𝙰𝙽
𝙿𝚁𝙴𝚂𝙴𝙽𝚃𝚂 🕰
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♛ 𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐎𝐍𝐄 ♛
❝ 𝗔 𝘀𝘁𝗲𝗮𝗹𝗸𝘆 𝗸𝗶𝗹𝗹 ❞
❛ 𝗤𝘂𝗶𝘇𝗮́𝘀 𝗲𝘀𝘁𝗼 𝗲𝘀 𝗹𝗼 𝗾𝘂𝗲 𝘀𝗲 𝘀𝗶𝗲𝗻𝘁𝗲
𝗮𝗹 𝗲𝘀𝘁𝗮𝗿 𝗲𝗻 𝗲𝗹 𝗶𝗻𝗳𝗶𝗲𝗿𝗻𝗼₊ ❜
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➻ 📻 «𝄞» 𝙲𝚞𝚊𝚗𝚍𝚘 𝚟𝚎𝚊́𝚒𝚜 𝚎𝚕 𝚜𝚒́𝚖𝚋𝚘𝚕𝚘 𝚍𝚎 𝚕𝚊
𝙲𝚕𝚊𝚟𝚎 𝚍𝚎 𝚂𝚘𝚕
𝚙𝚘𝚗𝚎𝚍 𝚕𝚊 𝚖𝚞́𝚜𝚒𝚌𝚊 𝚍𝚎𝚕 𝚟𝚒́𝚍𝚎𝚘.
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𝗘𝘀𝘁𝗲 𝗰𝗮𝗽𝗶́𝘁𝘂𝗹𝗼 𝗰𝗼𝗻𝘁𝗲𝗻𝗱𝗿𝗮́ 𝗰𝗼𝗻𝘁𝗲𝗻𝗶𝗱𝗼
𝘃𝗶𝗼𝗹𝗲𝗻𝘁𝗼 𝐄𝐗𝐏𝐋𝐈́𝐂𝐈𝐓𝐎.
𝗦𝗶 𝗲𝗻 𝗰𝘂𝗮𝗹𝗾𝘂𝗶𝗲𝗿 𝗺𝗼𝗺𝗲𝗻𝘁𝗼 𝘀𝗶𝗲𝗻𝘁𝗲𝘀 𝐌𝐀𝐋𝐄𝐒𝐓𝐀𝐑,
𝐏𝐀𝐔𝐒𝐀 𝗹𝗮 𝗹𝗲𝗰𝘁𝘂𝗿𝗮.
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—𝐼—
𝙸𝚗𝚐𝚕𝚊𝚝𝚎𝚛𝚛𝚊, 𝟷𝟿𝟺𝟷
𝙴𝙻 𝚂𝙸𝙻𝙴𝙽𝙲𝙸𝙾 𝚂𝙴 𝙲𝙴𝚁𝙽𝙸́𝙰 𝙴𝙽 𝙴𝙻 𝙲𝙰𝙼𝙿𝙾 𝙳𝙴 𝙱𝙰𝚃𝙰𝙻𝙻𝙰 𝙰 𝙻𝙰 𝙻𝚄𝚉 𝙳𝙴 𝙻𝙰 𝙻𝚄𝙽𝙰, el hielo congelaba los cuerpos inertes que habían caído en la larga y devastadora jornada, los roedores salían de sus escondites para empezar a nutrirse de los restos.
Era la hora de encontrar al mensajero que había desaparecido con un importante objeto tras un bombardeo mientras llevaba un mensaje a los ingleses. La plaza estaba desierta y los nazis cada vez más cerca de encontrar el objetivo, los británicos, por otro lado, no se quedaban atrás. Pero la hora había llegado, en cuestión de segundos ambos bandos, uno enfrente de otro se habían de encontrar.
Bethany estaba infiltrada en el bando alemán, británica de nacimiento y justiciera por momentos, no le bastó tanta complicación a la hora de hallar un uniforme porque cuando los ojos están puestos en el bando enemigo, luchando entre sí, resquebrajando huesos y escachando en plena agonía, le bastó unos minutos para vestirse con la vestimenta de alguien que había caído, esconder su cuerpo para que no sospecharan y prepararse, su astucia la acompañó todo el día, preparándose para luchar por la noche pues desde que supo que el mensaje que había caído en mitad del campo, era cuestión de tiempo que los alemanes fueran a buscar su mensaje y ahí actuaría ella, detrás, siempre en las sombras, esperando que el éxtasis de lucha se apoderaran de ellos y atacar por las espaldas, sabía que eso era de cobardes pero después de que le destrozaran la vida a su hermano mellizo sabía que su muerte no le serviría de nada. Tenía que ganar en sigilo y aprovechar el momento indicado.
Cuando estaba a unos pasos detrás, observó como el grupo de alemanes se paró en seco y a unos cuantos metros de ellos, otro equipo, sus enemigos, los británicos. La reacción de los capitanes de ambos bandos fue el sigilo pues era de esperar que en cuestión de segundos y si los soldados de las trincheras oían los disparos empezarían a disparar sin piedad con la ametralladora.
El capitán alemán susurró por lo bajo y ordenó a todos que bajaran las armas de fuego, los ingleses hicieron lo mismo, Bethany les siguió, cada vez más cerca pero con precaución y sabiendo la estrategia, sacó su machado y su cuchillo, ambos grupos hicieron lo mismo en total silencio.
Empezaron a avanzar, Bethany sentía como sus calzados no hacían efecto en el frío suelo, poco a poco se le dormían las piernas pues su sangre se entumecía a causa del tiempo, los primeros copos helados caían sobres sus cabezas y la brisa nocturna les acariciaba como una suave brecha que se forman en los hogares de madera, suave pero certera, lo suficiente como para acabar con la quimera hogareña y dejarlos en una oscuridad abismal..
—Es ist Zeit, anzugreifen [Es la hora, atacad]. —Bastó estas palabras sigilosas pero llenas de ira del capitán alemán para que los grupos se acercaran, para que el helado terreno brillará de azabache y bermellón, para que la fría nieve se convierta en la cálida sangre de los presentes, para que el terror y el frenesí acecharan en las penumbras de aquel infernal lugar.
Bethany elevó su cuchillo, y con pasos fantasmales avanzaba cada vez más cerca, detrás de ellos, había optado por la máscara antigás y el casco para que no supieran su verdadero género y por ende, su infiltración.
«𝄞» Quedaban segundos y el primer contacto se hizo relevante pues empezaron a llover numerosas acuchilladas, el crujir de los huesos se hacía bastante evidente y se abalanzó al primero que tenía cerca, este, estupefacto por lo que estaba sucediendo y al ver que era de su grupo le acuchilló el brazo, esta se ahogó el grito y con una patada en la entrepierna, el soldado perdió la estabilidad, volvió a abalanzarse hacia él y esta vez el golpe fue certero, sin sorpresas, clavándole el cuchillo de lleno en el corazón. A su izquierda un alemán derribo a un británico cortándole el cuello y a la derecha, un soldado inglés derribo con una hacha a un nazi con un golpe limpio y seco que fue a parar en su cabeza, tras su victoria se dejó llevar y perdió la guardia, en ese momento un enemigo no tuvo piedad y desde atrás lo agarró por el cuello y lo levantó varios centímetros del suelo, Bethany se dirigió hacia él para ayudarlo y con el hacha le cortó el brazo, retrocedió maldiciendo, haciendo que liberara al británico.
Observó como se trataba de alguien forzudo, unos brazos predominantes, sus músculos se reflejaba en sus vestimentas de cuero totalmente manchadas de sangre y su estatura triplicaba a los de allí presentes, en guardia y a unos cuantos metros del uno del otro, con la mirada fijada, Bethany podía notar la respiración forzada de aquella bestia inhumana y sin dudarlo, se dirigió a él con velocidad vertiginosa, esquivó un golpe con forma de arco de la maza del trepidante guerrero, en cuestión de segundos se hallaba de nuevo atrás, ni siquiera se inmutaba por el dolor, de su brazo brotaban enormes cantidades de sangre y en el suelo se hallaba la mitad de su miembro.
Saltó encima de su gran cuerpo y se sentó sobre su espalda mientras él estaba en pie, le hundió el hacha en la clavícula, el soldado volvió a maldecir y respiró profundo para no gritar en el mismo instante que con su gran fuerza se la quitó de encima y con una sonrisa malévola la cogió por el cuello y la alzó hacia arriba, su cuerpo estaba a una distancia de varios centímetros del suelo, el formidable combatiente sacó un cinturón que le depositaba en una de sus vestimentas y lo dirigió al cuello de la chica sin quitarle la máscara para que sufriera más y no sintiera el aire. Extasiado por el momento y todavía con la sonrisa en sus labios le apretó y los ojos de Bethany se desorbitaron por completo, sus labios se abrían para coger a duras penas el poco aire que entraba en la máscara de antigás, su semblante palidecía por completo pero con sus manos libres atrapó uno de los cuchillos que llevaba el soldado y se lo clavó en el ojo, este se lo arrancó y con fiereza la tiró al suelo para jalar desde atrás la parte trasera del cinturón, arrastrando a Bethany por los suelos llenos de escombros.
Esta rugía por la desesperación y clavó las uñas de una mano a la superficie mientras todavía llevaba su cuerpo tirando del cinto, pero sabía que no había solución, que era mejor no aferrarse a seguir luchando, debía de hacerle pensar que estaba muerta por lo que con algo más de tiempo para que no sospechara tras aguantar unos cuantos ápices de dolor fingió morir, congelando su mirada al horizonte, con los ojos abiertos dirigidos fijamente en una maza que estaba incrustada en el abdomen de un soldado británico a su lado, cuando el feroz combatiente se acercó para saciar su estrés dándole unos pequeños golpes, Bethany volcó la cabeza hacia atrás y le rompió el tabique de la nariz, su casco casi caído se tiñó de grandes carmesíes y en segundos arrancó la maza del vientre del soldado inerte y se la clavó profundamente en el pecho, este aún con fuerza intentó quitársela pero ella fue más ágil y se la arrebató pero esta vez, el golpe fue mortal, su cabeza se separó de su torso y rodó varios pasos en el suelo ensangrentado, su cuerpo cayó con las rodillas hincadas al suelo y desfalleció por completo.
Bethany soltó la maza e intentó recuperar el aliento, se estaba asfixiando pero no podía quitarse la máscara, observó sus manos llenas de sangre y se horrorizó por completo, «quizás esto es lo que se siente al estar en el infierno», pensó. En ese ápice de tiempo, perdió la conciencia de la realidad y un muchacho inglés se abalanzó hacia ella, tan solo quedaban ellos dos. Desgraciadamente, no había pensado en que los propios británicos la podían tachar como enemigo y matarla.
—¡Soy británico! ¡Soy británico! —exclamó sin darse cuenta del sigilo que debían de tomar, llena de pavor por lo que había hecho y se estaba aconteciendo.
El muchacho aún seguía encima de ella, era más o menos de su misma edad, joven y con el rostro de pavor pero al mismo tiempo, decidido. Bethany lo había observado de vez en cuando, su fiereza y su arte en el combate era indudable, las estocadas que esquivaba y acometía era de alguien muy cualificado.
—¿Cómo hago para creerte? —preguntó, confundido, con la hoja del cuchillo rozándole la garganta, confundido y también con las ganas de quitarle la máscara antigás pero el sonido de unos pasos lentos —propios de alguien moribundo y herido—, lo detuvo, ambos, uno encima del otro dirigieron los ojos hacia el hombre misterioso, asombrados pues tenía un arma de fuego en su mano. Se trataba de un soldado alemán, tenía grandes magulladuras y una estocada le había abierto un gran agujero en su brazo izquierdo y un hacha estaba clavada en el muslo, la sangre corría a grandes rasgos por toda su piel y vestimenta, el joven se quitó de encima de ella y mientras se dirigía al soldado, intentó calmarlo haciendo gestos suaves con las manos a medida que se acercaba.
El británico tenía conocimientos de idiomas y le habló en alemán :
—Wenn Sie schießen, sind wir tot [Si disparas, estamos muertos].
El soldado alemán sonrió y en el idioma de su rival, continuó :
—Eso es lo que quiero. —En cuestión de segundos dirigió la pistola a su boca y se disparó, sus sesos explotaron y se esparcieron por el frío suelo, cayendo de rodillas, el sonido retumbó y rompió el silencio del paraje.
—¡Mantén tu cuerpo al suelo! —El muchacho se dirigió otra vez a Bethany y se abalanzó a la superficie, en poco tiempo, innumerables balas se agitaron por el ambiente, los gritos de los soldados de las trincheras de ambos bandos se hacía evidente y miles de bengalas formaron un espectáculo por todo el ambiente, iluminándolos por completo. El cuerpo del alemán que se había disparado por sí solo se perforó con millones de balas y esta vez, cayó por completo.
Bethany llena de pavor por el momento, se llevó las manos a la cabeza, todavía en el suelo y sin poder reaccionar, tan solo rugió lo que había acallado desde que empezó la batalla que para ella iba a ser el origen de la justicia pero acabó siendo el ojo del huracán, aquel que desde la cima atormenta a una ciudad entera, agitada por su ferocidad y fuerza que acabó siendo el origen de su pesadilla.
El chico imaginó su reacción al observar la máscara y sabía que estaba tan asustada como él, pero lo que no sabía es que no era una espía y sobre todo una chica, lleno de pureza y gallardía quiso ayudarla a pesar de no saber nada de su paradero más sabía que si lo quería haber matado ya lo hubiera hecho.
—Cuando cuente tres, correremos.
Bethany intentó forzar su voz para que pareciera masculina, sin tampoco pasarse pues no quería que sospechara.
—¿¡Estás loco!? Nos fusilarían, cuentan con muchas balas y en segundos nos perforarían todo el cuerpo.
—¿Prefieres eso o quedarte aquí hasta que nos fusilen sin haber hecho nada? —preguntó el joven soldado.
Bethany sabía que tenía razón.
—Esta bien, ¿adónde nos dirigiremos?
La vista del muchacho se clavó por completo en un hoyo que descendía colina abajo del prado. Bethany dirigió su mirada y observó su intención, luego ambos compartieron la misma mirada y asistió, decidida.
—A la de una, a la de dos y a la de...
—Tres. —le interrumpió ella mientras él le ayudaba a levantarse, rumbo hacia el destino que si bien era incierto por cualquier bala que podrían atravesarles y costarles la vida, siguieron y no miraron hacia atrás, ignorando por completo el dolor que sentía en su brazo tras aquel ataque inminente, ambos corrieron como si no hubiera un mañana, como si no hubiera un pasado sino un futuro desgarrador mientras los fuegos de las bengalas decoraban el firmamento, mientras la brisa se cargaba de las trepidantes y perforantes balas que en cualquier instante podría arrebatarles la vida.
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