Detective Beckett y Richard Castle
Era una calurosa tarde de agosto en Los Ángeles, y la ciudad vibraba con su energía característica. Las calles estaban llenas de autos y personas apresuradas, pero dentro del edificio de ABC, un grupo selecto de actores y productores se preparaba para la primera lectura del guion de una nueva serie que prometía ser un éxito: Castle.
Stana Katic llegó temprano, como siempre. Vestía con sencillez, pero sin descuidar su estilo: unos jeans oscuros bien ajustados, una blusa blanca de algodón y un blazer gris que acentuaba su figura esbelta. Llevaba en la mano un guion marcado con pequeñas notas de colores y sujetaba su bolso con el otro brazo. Cada detalle estaba cuidadosamente preparado; quería proyectar profesionalismo y confianza, aunque por dentro sentía una mezcla de emoción y nerviosismo. Este sería su primer papel protagónico en televisión, y sabía que esta oportunidad podía definir su carrera.
Entró en la sala de conferencias con pasos firmes. Era una habitación amplia, con una mesa ovalada en el centro rodeada de sillas negras de cuero. Las paredes de cristal dejaban entrar la luz del sol, iluminando las caras de los asistentes que ya estaban allí: productores, escritores y algunos miembros del elenco secundario. Algunos la observaron con curiosidad al entrar; era la mujer que interpretaría a Kate Beckett, la inteligente y valiente detective que llevaría la carga emocional de la serie. Stana ofreció una pequeña sonrisa educada y se dirigió a un lugar en la esquina de la mesa. Desde ahí, podría observar a todos sin ser el centro de atención, una posición que le gustaba.
Sacó su bolígrafo y comenzó a revisar las páginas del guion, marcando detalles importantes en silencio. No estaba segura de qué esperar de Nathan Fillion, su coprotagonista. Había escuchado su nombre antes; sabía que era un actor con experiencia, conocido por su carisma y su sentido del humor. Pero más allá de eso, no tenía una opinión formada. ¿Sería profesional? ¿Sería fácil trabajar con él? Pronto lo descubriría.
Mientras tanto, Nathan Fillion estaba lidiando con el tráfico de Los Ángeles. Había calculado mal el tiempo que le tomaría llegar y ahora avanzaba a toda prisa, intentando no llegar demasiado tarde. Llevaba una camisa azul ligeramente arrugada, unos jeans oscuros y una chaqueta de cuero marrón que lo hacía parecer despreocupado, aunque por dentro sentía un leve nerviosismo. No era su primera serie, ni mucho menos, pero este papel era diferente. Había algo en la premisa de Castle que lo emocionaba, y tenía curiosidad por conocer a la mujer que interpretaría a la Detective Beckett.
Finalmente llegó al edificio, subió rápidamente en el ascensor y entró en la sala justo cuando el murmullo comenzaba a apagarse. Su entrada fue notoria: el sonido de sus botas resonó en el piso, y su figura alta y relajada atrajo la atención de varias personas. Nathan se detuvo un momento en la puerta, evaluando la sala, y su mirada se posó en Stana.
Ella estaba inclinada sobre su guion, su cabello castaño cayendo en suaves ondas alrededor de su rostro. Estaba completamente concentrada, y había algo en su seriedad que lo intrigó. No era el tipo de persona que buscaba llamar la atención; parecía estar allí únicamente para hacer su trabajo, y eso la hacía destacar aún más. Nathan sonrió para sí mismo, pensando que sería interesante intentar descifrarla.
Sin embargo, Stana apenas notó su llegada. Cuando lo vio tomar asiento frente a ella, lo evaluó rápidamente: alto, de hombros anchos, con una presencia relajada y un aire de confianza que parecía innato. –Así que este es Nathan Fillion– pensó, y volvió su atención a las páginas frente a ella.
Nathan, por su parte, decidió romper el hielo. Inclinándose hacia adelante, extendió su mano y dijo con su característica sonrisa amplia: —Hola. Nathan Fillion.–
Stana levantó la vista y le dio una sonrisa pequeña pero cortés. –Stana Katic– respondió mientras estrechaba su mano con firmeza. —Detective Beckett para ti–
Nathan soltó una risa breve, genuina. –Me gusta tu estilo. Espero podemos llevarnos excelente – comentó mientras se recostaba en su silla.
–Eso dependerá de si puedes seguirme el ritmo– replicó Stana, volviendo a concentrarse en el guion.
El intercambio fue breve, pero ambos sintieron algo. Nathan, intrigado por su inteligencia afilada y su habilidad para igualar su humor, y Stana, sorprendida por la calidez y el carisma que emanaba de él. Fue el inicio de una conexión que ninguno de los dos esperaba, pero que pronto se volvería imposible de ignorar.
La puerta se abrió de golpe, y Andrew Marlowe, el creador de Castle, entró en la sala con una energía que parecía encender la habitación. Era un hombre enérgico, de mirada brillante y pasos firmes, alguien que claramente estaba acostumbrado a liderar. Llevaba en las manos una pila de guiones encuadernados y una taza de café.
–¡Bien! Me alegra ver a todos aquí— dijo, escaneando la sala rápidamente. Sus ojos se posaron por un segundo en Nathan, quien le devolvió una sonrisa amplia, y luego en Stana, quien asentía en silencio. –Espero que estén listos, porque hoy vamos a construir algo grande. Este no es solo otro procedimiento policiaco; esto es una historia. Una historia con corazón, con humor y, sobre todo, con personajes que importen–
Mientras hablaba, Stana se enderezó ligeramente en su asiento. Había algo en su tono que le recordaba por qué había aceptado el papel. Kate Beckett no era solo una detective; era una mujer con capas, con traumas, pero también con una chispa que no se apagaba. Y sabía que si quería que el público conectara con Beckett, primero tendría que entenderla completamente.
Nathan, por su parte, se relajó en su asiento, con los brazos cruzados y una sonrisa tranquila. Había escuchado discursos como este antes, pero había algo en la pasión de Marlowe que lo hacía sentir que este proyecto era diferente. Algo que lo emocionaba.
–Bien– continuó Marlowe, –Empezaremos con una introducción rápida. Quiero que todos se conozcan, porque este será un viaje en equipo. Nathan, ¿por qué no empiezas tú?–
Nathan se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en la mesa mientras hablaba. –Soy Nathan Fillion. Estaré interpretando a Richard Castle, un autor descarado, encantador y, según mi madre, muy parecido a mí. Estoy emocionado de trabajar con todos ustedes y, especialmente, de aprender de quien claramente será la detective más brillante de Nueva York–
Al decir esto, lanzó una mirada a Stana, levantando las cejas en un gesto juguetón.
Stana no pudo evitar una sonrisa pequeña, pero no dejó que se expandiera demasiado. Era claro que Nathan sabía cómo ganarse a la gente con su carisma, y aunque admiraba su confianza, no estaba dispuesta a caer tan fácilmente bajo su hechizo.
–Gracias, Nathan– dijo Marlowe con una sonrisa. –Stana, sigues tú–
Ella tomó un breve respiro antes de hablar. –Soy Stana Katic, y estaré interpretando a Kate Beckett. Ella es... complicada. Fuerte, pero también vulnerable. Alguien que ha pasado por mucho, pero que todavía tiene fe en lo que hace. Creo que va a ser un viaje interesante descubrirla y darle vida junto a este elenco–
Sus palabras eran serias, medidas, pero había una sinceridad en su voz que captó la atención de todos en la sala. Nathan la observó mientras hablaba, impresionado por la intensidad de sus palabras. No solo estaba interpretando un papel; parecía que ya entendía a Beckett a un nivel profundo.
Marlowe asintió, satisfecho. –Perfecto. Bueno, ahora que las presentaciones están hechas, comencemos. Abran sus guiones en la página uno–
El sonido de las páginas pasando llenó la sala mientras todos se preparaban. Stana tomó su bolígrafo y comenzó a subrayar las líneas que había marcado antes. Nathan, por otro lado, giró ligeramente su silla hacia ella y murmuró: –¿Lista para nuestra primera escena juntos?–
Ella levantó la vista, con una expresión neutral. –Siempre–
La lectura comenzó con la escena inicial: el descubrimiento del cadáver en un elegante apartamento de Nueva York. Stana narró las primeras líneas con un tono firme, canalizando la autoridad de Beckett. Su voz era clara, pero tenía un peso que hizo que todos en la sala prestaran atención.
Cuando llegó el turno de Nathan, su tono fue un contraste perfecto. –Richard Castle–, dijo con una sonrisa en su voz, como si estuviera disfrutando de cada palabra. –Autor de bestsellers. Y, aparentemente, un experto en hacer que los detectives pierdan la paciencia–
La línea provocó algunas risas en la sala, pero lo que realmente llamó la atención fue la química inmediata entre Nathan y Stana. Aunque solo estaban leyendo el guion, había una energía palpable en el aire. Cada vez que sus personajes interactuaban, parecía que estaban construyendo una dinámica única, un juego de tira y afloja que iba más allá de las palabras en la página.
Stana notó esto también. Cada vez que Nathan hablaba, había un brillo en sus ojos que indicaba que estaba completamente presente, completamente inmerso. Era algo raro de encontrar en un coprotagonista, y aunque no lo admitiría en voz alta, le gustaba.
Sin embargo, no todo era perfecto. Hubo momentos en los que Nathan improvisaba pequeñas líneas o gestos, y aunque eso añadía autenticidad a su personaje, también rompía ligeramente el ritmo que Stana había planeado. Después de uno de estos momentos, ella lo miró de reojo y susurró: –¿Siempre haces esto?–
–¿Hacer qué?–, respondió él con una sonrisa inocente.
–Cambiar las líneas–, dijo ella, aunque no estaba realmente molesta. Había un toque de humor en su tono.
–Solo cuando siento que puedo mejorarlas– respondió Nathan, guiñándole un ojo.
La sala explotó en risas, pero Stana simplemente sacudió la cabeza con una sonrisa contenida. Era claro que trabajar con Nathan iba a ser un desafío, pero también una experiencia emocionante.
Cuando la lectura terminó, Marlowe se levantó y aplaudió. –¡Eso es! Esto es exactamente lo que buscaba. Stana, Nathan, su química es perfecta. Ustedes van a ser el corazón de esta serie–
Stana agradeció el cumplido con un leve asentimiento, mientras Nathan le daba una palmada amistosa en el hombro. –Buen trabajo, Detective Beckett–dijo, inclinándose un poco hacia ella.
–Lo mismo para ti, Castle–respondió ella, ajustándose el bolso y preparándose para salir.
Cuando ambos se dirigieron a la salida, no pudieron evitar caminar uno al lado del otro. No hablaron mucho, pero el silencio entre ellos no era incómodo. Había algo ahí, algo que apenas estaba comenzando a formarse.
Y aunque ninguno de los dos lo sabía aún, esa chispa inicial se convertiría en el centro de una relación compleja y fascinante, tanto dentro como fuera de la pantalla.
El set estaba lleno de actividad, con técnicos ajustando luces, cámaras preparándose para rodar y el director dando instrucciones rápidas a través de un megáfono. Stana Katic y Nathan Fillion estaban en el centro de todo, repasando las líneas de su primera escena juntos frente a las cámaras. Aunque habían ensayado antes, la energía de un set de grabación era diferente.
Stana, vestida con el elegante abrigo que sería una de las marcas distintivas de Kate Beckett, caminó hasta su posición, repasando mentalmente cada palabra, cada expresión. Para ella, esta escena era crucial; quería capturar la esencia de Beckett desde el primer momento. Sabía que el público necesitaba verla como una mujer fuerte, perspicaz y completamente dedicada a su trabajo.
Nathan, por otro lado, parecía mucho más relajado. Apoyado contra una mesa cercana, jugueteaba con su corbata mientras esperaba su señal. Aunque su enfoque era menos intenso que el de Stana, no era menos efectivo. Nathan tenía la habilidad de entrar en personaje con una facilidad sorprendente, y su objetivo era asegurarse de que Castle fuera tan encantador y fascinante como estaba escrito.
–¡Silencio en el set!– gritó el director. ––¡Primera escena, toma uno!–
La claqueta sonó, y de inmediato, Stana se transformó en Beckett. Caminó hacia la escena del crimen con una mirada concentrada, observando cada detalle mientras pronunciaba sus líneas. –¿Qué tenemos aquí?–
Nathan entró en escena unos segundos después, con una sonrisa que iluminó la habitación. –Bueno, si no es la detective más eficiente de Nueva York. Espero que no te moleste que me haya adelantado con las teorías
La interacción entre ellos fue instantánea, fluida. Nathan entregaba sus líneas con una mezcla de arrogancia y encanto, mientras Stana respondía con ingenio y firmeza. Cada réplica que intercambiaban se sentía como una partida de ajedrez, con ambos personajes intentando ganar terreno.
Cuando la escena terminó, el director aplaudió. –¡Perfecto! Eso fue increíble. La química entre ustedes dos es algo que no se puede enseñar. ¡Pasemos a la siguiente toma!–
Stana y Nathan se retiraron a sus respectivas sillas mientras el equipo preparaba la próxima escena. Stana se quitó el abrigo y tomó un sorbo de agua, aliviada de que todo hubiera salido según lo planeado. Nathan se le acercó, con una sonrisa fácil y un vaso de café en la mano.
–Te dije que iba a ser divertido—dijo él, sentándose en la silla junto a ella.
Stana levantó una ceja. –¿Quién dijo que no lo sería?–
Nathan rió. –Cierto. Pero, admito que no estaba seguro de cómo funcionaría esta dinámica hasta hoy. Resulta que tú haces un trabajo excelente equilibrando mi... digamos, creatividad"–
Stana fingió estar pensativa. –¿Creatividad? ¿Así es como lo llamas cuando improvisas tus líneas?–
Él levantó las manos en señal de rendición. –Solo trato de mantenerlo fresco. Pero, en serio, Beckett y Castle ya parecen reales. Eso no pasa todos los días–
Ella sonrió, y por primera vez, permitió que la tensión que había sentido toda la mañana se disipara. –Sí, tienes razón. Hay algo especial aquí–
La jornada continuó, grabando escenas que iban desde el sarcasmo juguetón hasta momentos más serios. Para cuando el día terminó, todo el equipo estaba agotado pero emocionado. Habían logrado capturar la esencia de la serie en un solo día.
Cuando Stana salió del set, todavía vestida con parte del atuendo de Beckett, Nathan la alcanzó en el estacionamiento.
–¿Cansada?–, preguntó, sosteniendo dos vasos de café para llevar.
–Exhausta–, respondió ella, con una pequeña risa. –Pero fue un buen día–
–Definitivamente. Aquí, pensé que podrías necesitar esto–, dijo, extendiéndole uno de los vasos.
Stana aceptó el café, sorprendida por el gesto. –Gracias, Nathan. Eso fue... considerado–
Él sonrió. –No me acostumbres a los cumplidos. Pero, oye, después de un día como este, creo que es importante celebrar las pequeñas victorias. Y tú, Katic, estuviste brillante–
Ella lo miró por un momento, tratando de descifrar si estaba siendo genuino o simplemente el Castle encantador que había estado interpretando todo el día. Finalmente, decidió que no importaba. –Tú tampoco estuviste mal, Fillion–
Caminando juntos hacia sus autos, hablaron sobre las próximas escenas, sus ideas para los personajes y, eventualmente, sobre cosas más personales: sus actores favoritos, las películas que los inspiraron y cómo ambos habían terminado en Castle.
Fue una conversación simple, sin pretensiones, pero algo en ella marcó el comienzo de algo más. Mientras Stana se despedía y subía a su auto, no pudo evitar sonreír. Tal vez, pensó, trabajar con Nathan no sería tan complicado como había imaginado.
Nathan, por su parte, observó mientras ella se alejaba. Había algo en Stana que lo intrigaba, algo que iba más allá de su talento. Y aunque no podía ponerlo en palabras, sabía que estaba ansioso por descubrirlo.
Ese día no solo marcaría el comienzo de una serie exitosa, sino también el inicio de una conexión que cambiaría sus vidas para siempre.
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¿Soy la única que cree que no pudieron haber empezado a odiarse entre ellos sin algún motivo en particular? Espero que no. Ayer decide volver a verme Castle, sí, lo sé, debo aprender a superar. El punto, es que al principio a los personajes secundarios ni sí quiera se les notaba. Recién al 6 capítulo me aprendí los nombres de Ryan y Esposito. Las escenas eran mayormente de Castle y Beckett, y no digo que lo odie, más bien, me encanta. Sin embargo, tal vez tantas escenas juntos y diferencias creativas hizo que se odiaran. No obstante, es solo una teoría.
Por último, debo decir que los capítulos serán muy cortos. Adoro Castle, pero no es mi serie preferida, así que no tengo tanta inspiración. Además, no voy a quedarme explicando cada una de sus citas, o el momento en que se enamoraron etc. Voy a dedicarme exclusivamente a escribir momentos fundamentales para la trama. Por eso, va a tener alrededor de 9-13 capítulos.
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