• μέρος I
Delos, 323 a. C. 21 de abril: Nace Apolo, "El que nunca muere, siempre vive"
El dolor en su vientre era insoportable. Leto respiró profundo y apretó entre sus dedos las blancas sábanas, cuando sintió no poder soportar más las contracciones de sus músculos y la presión sobre el cuello uterino. Su dolor era un cólico intenso, las ingles y la espalda le ardían.
Gruesas lágrimas humedecieron sus mejillas, pero se obligó a ser fuerte y a seguir las órdenes del médico celestial. Sin embargo no parecía ser suficiente, la frustración y la preocupación se evidenció en su rostro, debía dar a luz en los próximos cinco minutos, porque de lo contrario la vida de su hijo estaría en peligro.
— ¿Por qué, hijo mío, haces sufrir así a tu madre?— el sudor discurría por su piel mientras acariciaba su hinchado vientre. — Esta es querido, la Isla que flota sobre el mar, tu madre finalmente pudo llegar aquí para alumbrarte en Delos. Nace, nace hijo mío, y sal suavemente de mis entrañas.
Blancos y finos cisnes, desplegaron su vuelo sobre la Isla, aquellos aedos entonaron una meliflua melodía en honor al Dios que toda la Olimpia esperaba. Siete vueltas dieron alrededor de Delos las aves de las Musas, entre melodiosas canciones.
La aurora se esparcía por la tierra haciendo tributo a aquel momento, todas las divinidades presentes contemplaron asombrados al astro rey que se lució en el amplio horizonte aún en la noche, su intensidad lumínica no apta para ser percibida por los mortales.
Los cisnes, iban a completar su última vuelta cuando un estridente llanto terminó con el silencio del lugar.
— Incluso el sol ha venido desde tan temprano a saludarle— Zeus observó con orgullo a su hijo en los brazos de Leto. Su piel lucía enrojecida pero con aspecto de porcelana, su rostro a pesar de ser un recién nacido se vislubraba idílico y apolíneo.
Namjoon sabía que sería un hombre admirable y fuerte, lo afirmó al observar la manera en la que el niño apretaba sus pequeños puños a ambos lados de su cuerpo y por el fuerte llanto que salía de sus rosados labios. A esas alturas, el omnipotente estaba seguro de que todo el Monte Olimpo había acontecido la llegada de su quinto hijo.
— Es porque nuestro hijo es el Dios del sol. Apolo será su nombre celestial y Kim Jungkook su nombre griego— Leto besó con cuidado la frente de su hijo, sintiendo su corazón latir todavía con fuerza.
Todo parecía ir bien hasta que el cambio de color en el rostro del niño ocupó la atención de su madre. Jungkook llevaba cerca de diez minutos llorando, sus gritos eran altos y ruidosos. Leto descubrió su pecho e intentó llevar al bebé hacia ella para calmarlo con su leche materna, pero amplia fue su sorpresa cuando el niño evitó llevar su rostro hacia su pecho, contorsionándose entre sus brazos y sollozando con mayor ímpetu.
— Su divinidad, si el bebé continúa llorando con esa fuerza podría ser perjudicial para sus pulmones, aún es pequeño y debe acostumbrarse a recibir por sí solo el oxígeno. Apolo no ha recibido sus dones ni la ambrosía, por tanto no está divinamente protegido— informó el médico al observar el tono morado de la piel del pequeño. — Quizás está desarrollando sus vínculos sentimentales, él la escuchó cuando usted le pidió que saliera a conocer la luz. Recomiendo que su alteza mayor conecte con el pequeño— sugirió el hombre mientras se inclinaba en una respetuosa venia hacia Zeus.
Kim Namjoon no le dio tiempo siquiera a los pensamientos cuando ya se estaba acercando hacia Leto y al pequeño. Tomó asiento a un lado de la hermosa mujer y recibió a su hijo entre sus brazos. La sensación y la calidez que le transmitió su niño logró hacer que incluso algunas lágrimas corrieran por sus mejillas.
Todos se asombraron al ver al soberano de los cielos llorar con una dulce sonrisa en su rostro, mientras observaba a su bebé como si estuviera contemplando el mismo paraíso. El momento era mágico y conmovedor sin embargo no fue suficiente para que Jungkook calmara su llanto.
— ¿Por qué llora tanto el bebé hyung? ¿No se siente bien?
Una suave voz se escuchó entre los fuertes sollozos.
— ¡Kim Taehyung!— regañó Kim Seokjin en voz baja sosteniendo con algo de fuerza la mano del joven de catorce años. — Sabes que no tenemos la palabra, Zeus te puede castigar por tu osadía, este no es el comportamiento que tus nodrizas te han inculcado— inquirió esta vez con suavidad intentando que el adolescente comprendiera su punto.
Esperaba que Zeus no se hubiera ofendido ante la verbalización de Taehyung, sin embargo un nudo se formó en su garganta cuando observó los ojos del Dios sobre ellos y no pudo evitar llevar a su hermano detrás de su cuerpo con una expresión preocupada.
— Perséfone— llamó Namjoon en voz baja, y el aludido alzó su rostro hacia el soberano. — Permite que Dionisio se acerque por favor.
Seokjin pareció no comprender la petición de Zeus, no obstante cuando su mirada se centró en el pequeño que yacía en silencio entre los brazos de Namjoon, observando fijamente a Dionisio abrió sus ojos sorprendido. Apolo parecía haber reaccionado a la voz de su hermano, su ojos brillaban cual zafiros siendo la primera vez que los abría y sus manos estaban direccionadas hacia el joven que se escondía detrás de su cuerpo, asomando únicamente su cabeza.
Perséfone observó el nerviosismo brillar en los luceros de su hermano puro. Acarició sus cabellos carmesíes y le dio una suave sonrisa transmitiéndole seguridad con su mirada. Dionisio pareció dudar en sus primeros pasos, pero luego se acercó sin dudar hacia el bebé.
Zeus le indicó con su mirada que tomara asiento a su lado y le pasó con extremo cuidado al recién nacido. Taehyung lo abrazó con manos nerviosas, sus mejillas sonrojadas cuando Jungkook alzó una de sus diminutas manos y la posó con cuidado en su rostro. Podía asegurar que el niño entre sus brazos poseía los iris más hermosos que ojos inmortales hubieran visto.
Acercó su rostro hacia el niño y acarició su pequeña nariz con la propia en una dulce muestra de cariño, abriendo en grande sus ojos verdes cuando el rostro del pequeño se iluminó en una sonrisa, y no pudo evitar las lágrimas que humedecieron su rostro sintiéndose conmovido, porque él precisamente no tenía muchos conocimientos sobre los bebés, pero sí sabía que esos gestos no lo podían hacer a pocos días de nacidos, ese pedacito de cielo le había regalado su primera sonrisa. Apolo estaba destinado a ser un inmortal impresionante.
— Bebé— le habló bonito al niño, sintiendo su corazón retumbar en su pecho mientras una sensación cálida se alojaba en este. Apolo apretó por última vez sus mejillas mostrando otra tierna sonrisa, antes de cerrar sus ojos y dormirse a gusto entre los brazos de su hermano.
En las afueras del templo, Afrodita yacía contemplando aquel encuentro con una suave sonrisa. Su vestimenta de nácar brillaba dándole un aspecto incluso más angelical del que ya poseía. Sus ojos azules parecían iluminar la noche y su precioso rostro la endulzaba.
— Cipris resulta irresistible cuando se lanza con todo su poder— Park Jimin no pareció sorprendido cuando escuchó el tono grave de esa conocida voz. —Ni siquiera lo intentes Afrodita.
— A veces quisiera esa habilidad tuya de ser invisible, ¿cómo se llamaba ese don? Apóchrosi. ¿Por qué viniste Hades? ¿Viniste a darle de tu divinidad a tu sobrino?— preguntó el Dios cipris con una sonrisa ladina consiguiendo una mirada seria por parte del otro hombre.
Min Yoongi lo observó con advertencia en sus iris grises.
— Al parecer es una cualidad de su divinidad el ser desentendido. Si Zeus se imagina siquiera lo que estás pensando no estarás para contarlo— advirtió el mayor, sin embargo Jimin ni siquiera reaccionó.
— Yo soy quien siembra y otorga el amor del cual nacemos todos los que estamos sobre la tierra. Esto será sumamente interesante Yoongi. Tú fuiste testigo, lo presenciaste, Apolo Kim Jungkook lo ha elegido. Serán Apolíneo y Dionisíaco.
Afrodita observó con una expresión dulce el interior del templo, el pequeño bebé continuaba dormido en los brazos de Dionisio, era maravillosa la manera en la que el adolescente de cabellos rojos observaba a Jungkook, un amor puro iba creciendo en su mirada. Jimin se sentía extasiado con solo observarlos.
— De ellos procederá el mito de la concepción del amor sacro, un amor sagrado. Esta unión no se ha formado según mis deseos, ellos mismos la han creado.
— Ni siquiera me sorprende Park Jimin. Solo espero que cuando llegue lo mejor, actúes a su favor cuando no sea demasiado tarde.
— Cerberus finalmente te ha hecho un hombre sensible— ironizó el menor, refiriéndose al cachorro de lobo de tres cabezas que le había regalado a Hades, reprimiendo una sonrisa burlona cuando este lo observó frunciendo las cejas. — No te preocupes por mí, mi divinidad. Todos sabemos que no hay Afrodita sin amor.
Monte Olimpo, 333 a. C. Diez años después, Dionisio abona su locura.
Los rayos del sol besaban el hermoso rostro de aquel niño de rizos de oro. Kim Taehyung contempló con una dulce sonrisa al pequeño Apolo dormir nuevamente en el Jardín Dorado. La inocencia y la pureza se reflejaban en la piel del niño, e incluso las mariposas parecían percibirlo, puesto que acariciaban y descansaban en su rostro.
En el transcurso de esos años Jungkook había demostrado la divinidad que corría por su sangre pura. Mucho antes de recibir la ambrosía la majestuosidad se había mostrado en sus rasgos y acciones. Zeus lo llamaba Febo, el resplandeciente.
Un nombre muy apropiado para Jungkook a pesar de no ser de su gusto. Además de ser el Dios de la luz solar, era el Jefe de las musas. Su tío Afrodita le inculcó desde muy pequeño el amor por la música, aunque era de esperarse siendo que el pequeño había sido esperado entre las hermosas melodías de los aedos.
Era un verdadero deleite escucharlo cantar, su euritmia voz conmovía a todos los oyentes. Su madre Leto podía llorar de emoción con solo escucharlo. Y es que el niño era demasiado ingenioso y creativo, a sus escasos cinco años inventó la flauta y comenzó a tocar la lira que le regaló Hermes.
Tenía los dones de predecir el futuro y curar, Zeus decía que Jungkook lideraba el orden y la armonía del mundo. Sus atributos más comunes eran el arco y la flecha, Taehyung intentaba no sentirse ridiculizado cuando visitaba con el pequeño los campos de tiro, Jungkook le daba al blanco a todas las dianas, y no podía faltar esa mirada autosuficiente mientras le mostraba su lengua burlándose del mayor por sus amplias derrotas.
Entre sus cualidades también se incluían la cítara (una versión avanzada de la lira), el plectro y la espada. Otro emblema común era el trípode sacrificial, representativo de sus poderes proféticos. Epítome de la juventud y la belleza, fuente de vida y curación, mecenas de las artes. Jungkook era el más amado y mimado de todos los dioses.
Taehyung podía asegurar que Jungkook se comportaba en demasía como un niño mimado. Estaba consentido y mal acostumbrado por exceso de mimos, todos cumplían sus caprichos sin importar qué. Dionisio recordaba que su tío Hades dijo una vez, que el pequeño rubio había desarrollado un poder perdido llamado La Voz, en el que básicamente sus palabras se ejecutaban con la fuerza de una orden irrefutable, siendo que sus deseos se hacían prioridad para cualquiera que lo escuchara enunciarlos.
El joven de cabellos carmesíes se arrodilló en la floresta picando con sus dedos una de las mejillas de Apolo, sonriendo enternecido cuando el pequeño se removió entre sueños balbuceando palabras que no eran precisamente entendibles con un puchero en sus labios.
— Eres un pequeño muy brillante, tan poderoso como el sol— murmuró acariciando con su nariz los pómulos de Jungkook, justo como le hacía desde que era un bebé, esperando la tan conocida risa del muñequito, misma que no se hizo esperar.
Jungkook abrió sus pequeños zafiros y las coordenadas de Venus brillaron en sus ojos.
— ¡Tae!— chilló con voz dulce lanzándose a los brazos de Dionisio. — No sabes cuanto te extrañé, no te vayas más por favor— pidió con suavidad, sus ojos brillosos y tristones causando un gran estrago en el mayor.
— Sabes que tengo responsabilidades que atender bebé— Taehyung tomó una pequeña margarita y la acomodó detrás de la oreja del bajito, sus mejillas algo sonrojadas por la vista de Jungkook arrugando su nariz con una amplia sonrisa. — ¿Qué novedad tienes para contarme?
— ¡Estoy pensando que sería genial que Helios pudiera volar!— exclamó, señalando con su dedo al corcel blanco que galopeaba por la pradera, su dorada melena dándole un aspecto mágico. — Ayer cuando estaba levitando, Helios me miró con ojitos brillosos, siempre que cabalgo con él, corre y salta como si su objetivo fuera volar y conocer el cielo, no puedo negarle eso a mi amigo.
— Entonces, ¿qué piensas hacer con esto?— Dionisio apoyó el dorso de su mano en su mejilla inclinando su cabeza hacia esta, la expresión en su rostro indicaba que sabía perfectamente que haría el niño para conseguir su nuevo propósito. — He visto a Zeus con Hades antes de venir, están cerca, justo en los rosales.
Jungkook jadeó luciendo un rostro ofendido y crédulo.
— ¿Crees que le pediré a papá que haga que Helios pueda volar?— preguntó mostrándose ofendido. Taehyung lo observó alzando sus cejas, dándole a entender que de vasto lo conocía. — ¿Me puedes llevar a donde está papá?— pidió en voz baja, uniendo las palmas de sus manos en un gesto de súplica, y Dionisio solo pudo asentir mientras apretaba sus mejillas con una sonrisa.
En solo cinco minutos encontraron a Zeus y a Hades, quizás, solo Taehyung encontró a este último, todos en la Olimpia sabían que Jungkook no podía ver al Dios del Inframundo.
Kim Namjoon cargó en sus brazos a Jungkook y Min Yoongi observó a Taehyung con una sonrisa discreta.
Para Dionisio era algo inusual ver a ambos Dioses juntos. Su tío Yoongi nunca estaba por el Olimpo, sabía que el lugar no era de su agrado, la energía del mismo lo debilitaba y por alguna razón que el pelirrojo no comprendía, la presencia de Min en el templo estaba incluso excluída.
— ¿Qué hace mi pequeño por aquí? ¿Ya terminaron tus clases de espada con Ares? Jungkook, recuerda que para ser un Dios sabio y amado por tu pueblo debes ser alguien digno del mismo— recordó Namjoon observando fijamente a Jungkook, llevando luego sus ojos hielo a Dionisio. — ¿Ha salido todo bien en tu emprendimiento por los viñedos Tae?— preguntó, sintiéndose en demasía complacido cuando su hijo afirmó hacia su pregunta.
No había pisco que se resistiera a Dionisio, nunca se había visto una vendimia tan productiva antes de que Taehyung naciera. Su alumbramiento trajo una próspera bencidión a las cosechas, la flora fue más vivaz desde sus primeros días de nacido. Dionisio nació en invierno, en esa época en la que los árboles y las flores duermen sus matíces llenos de arcoíris.
Sin embargo Zeus recuerda que la madre de Dionisio, dijo que su hijo sería unos de los dioses más hermosos y enigmáticos del Olimpo, Taehyung traería mayor prosperidad a todos los vientres de las mujeres, fertilidad, su presencia sería igualitaria a una revolución de sentimientos, porque en el primer segundo en el que su hijo conoció la tierra, las flores dormidas despertaron floreciendo con el más exquisito de los perfumes, los árboles se hicieron más fuertes e hicieron gala al vestir con las más hermosas de las hojas. Tan fuerte como una flor de nieve, así sería Dionisio.
— Entonces Jungkook, ¿qué quieres ahora?— preguntó sin rodeos al rubio.
— ¡Padre!— chilló el jefe de las musas y Taehyung no pudo contener esta vez su risa.
Zeus cruzó sus brazos mientras miraba a su hijo menor.
— Te conozco en demasía Apolo. No perdamos el tiempo, dime que deseas.
Jungkook suspiró y observó con mala cara a ese pelirrojo que se burlaba en su cara de él. Le patearía el trasero la próxima vez que fueran al campo de tiro.
— Padre, el tío Afrodita me dijo que Helios le había dicho que se sentía triste porque no podía volar— mintió al soberano descaradamente, apretando con fuerza la mano de Dionisio cuando este lo observó incrédulo.
Su tío Afrodita podía comunicarse con los animales, incluso con las plantas, pero Taehyung sabía que esta petición era más un deseo personal que un acto de amor o de caridad de Apolo hacia Helios.
Namjoon alzó una ceja observando serio a Jungkook. Su hijo no tenía remedio.
Hedas a su lado suspiró, porque realmente Zeus era quien no tenía solución.
— Llama a Helios, Jungkook. Lo haré, pero si Ares me dice que no rompiste tu récord con el arco y la espada esta semana, tu caballo regresará a la tierra.
Con un solo silbido de Jungkook, el corcel estuvo a su lado. Namjoon descansó su mano en la cabeza de su hijo y pronunció: Dimiourgós mnímis, dichas sean las palabras de su don, del poder creador de recuerdos, su magia haría posible la idea en la mente de Jungkook tal y como la tenía idealizada.
Justamente no pasó siquiera un segundo, cuando Helios desplegó su vuelo, sus alas de cisne llenas de plumas doradas y el cuerno torcido en su frente encantaron al más pequeño. Apolo corrió emocionado en la dirección en la que se fue volando el caballo y Dionisio corrió detrás de él cuidando que no se hiciera daño.
— ¿Sabes cuál será tu error con Apolo, Kim Namjoon?— Zeus observó fijamente a Hades, más el brillo en sus ojos dio a entender que se negaría a creer cualquiera de sus palabras.
Min Yoongi sonrió irónico, mientras contemplaba a Kim Jungkook encima de Helios con su hermano Taehyung en su espalda, una amplia sonrisa estaba expresada en su pueril rostro. Hades podía predecir un sentimiento genuino nacer hacia donde iba su mirada azulada.
— Tu peor error es y será consertir en demasía a tu hijo. En un futuro será un hombre tirano y caprichoso. Atente a las consecuencias Zeus, porque ya es demasiado tarde para erradicar el comportamiento de Apolo Kim Jungkook— aseguró contemplando a ambos hermanos. — Aquella vez Afrodita dijo algo...—
— ¡Silencio!— ordenó Namjoon, cólera iluminó los iris del omnipotente cuando ese nombre llegó a sus oídos. — Te he permitido conocer a tus sobrinos, ver a tus hermanos, has podido estar con ellos desde las sombras— recordó, alzando su mandíbula ante la expresión sorprendida de Yoongi. — Si eres listo, yo lo soy más, sé que estás usando Apóchrosi para ser invisible, he sentido tu energía cuando estás de observador en el Olimpo. "El que todo lo ve", así me dicen por algo, aunque es un epíteto que tenemos compartido. Cuando vuelvas a pronunciar ese nombre, con o sin mi presencia, Cerberus probará la ambrosía directamente de su amo. Esa bestia de tres cabezas que te regaló Jimin se va a encargar solita de ti, porque le daré la fuerza de Titanes para ello.
— Eres un maldito y un hipócrita— Hades ni siquiera alzó su tono de voz al hablar, no parecía perturbado por las palabras de Zeus. — Quizás te merezcas todo lo que está destinado para ti, palabras que podrían hacerte un bien no saldrán más de mi boca, porque todo lo que hoy soy te lo debo a ti, esta condena es gracias a ti. Él merecía ser feliz.
— Te aconsejo que hagas silencio Min Yoongi, porque no me pienso contener más— rayos se formaron en sus manos. — He solicitado tu presencia aquí, para pedirte con la educación que tenemos que liberes a Perséfone.
Yoongi jadeó cansado y Namjoon apretó sus puños ante su sonrisa ladina.
— ¿Aún tienes ese ideal? Kim Seokjin prácticamente huyó del Monte Olimpo. ¿A sabiendas de qué? Eso ni yo podría contestarlo, supongo que aquí existía algo o alguien que podía mortificarlo. Lo he visto anhelar sus flores, para su mala suerte en el Inframundo no crece ninguna. Pero a pesar de su anhelo las ganas de regresar no aparecen en él— aseguró observando la expresión molesta de Zeus.
— Al parecer tú sabes qué está sucediendo— Hades hizo silencio observando al mayor. —Pero esa mirada en tus ojos, tú... Realmente no puedes hacer nada para remediarlo.
— Min... Yoongi...— la respiración de Namjoon era violenta.
— Me hiciste creer que irme era lo mejor. Prefiero incluso decir que fue decisión mía a decir que me obligaste, porque de recordarlo me duele. Sentimientos inevitables y contradictorios atormentaron mi corazón. Yo creo que amor no es palabra suficiente, así que me gustaba pensar que lo que sentía por Afrodita iba más allá.
— Estabas tan lleno de sentimientos absurdos, espera... Aún lo estás, creyendo amar a alguien que no mereces.
— Al parecer no soy el único— aseguró refiriéndose al mismísimo Zeus.
— Creo que has cruzado un maldito límite Hades desd–
— ¡Papá!— Apolo se lanzó hacia su cuerpo encerrando sus brazos alrededor de Namjoon. — Vamos conmigo a montar a Helios, ¿si?— pidió, básicamente ordenó porque arrastró a su padre hacia donde aguardaba Dionisio con el corcel, pero antes de alejarse, observó hacia donde estaba su tío Hades observándole directamente a los ojos y asintiendo hacia él con su cabeza.
Gesto que podría ser objeto de normalidad sin embargo, Yoongi permaneció abstraído por un momento en su lugar. Porque todos creían como un hecho y realidad que Apolo al ser el Dios del Sol, como tal un ser de luz no podía notar su presencia al ser en cambio él un ser de la noche, y el niño nunca dio indicios de que en realidad podía percibir y observar su presencia.
— Apolíneo y Dionisíaco, dijo mi Afrodita.
Monte Olimpo 338 a. C: Cinco años después, Afrodita está solo en la luna.
Todas las noches, suspensos y atraídos por la voz del sol, llegaban los dioses con gran algarabía para escuchar a Jungkook cantar. El joven podía llevarlos a un asombroso mundo con la euritmia de su voz. Las preocupaciones se iban a la ruina y la tranquilidad triunfaba sobre todas las cosas.
— Dicen que tus caricias, no han de ser mías. Que en mis amantes brazos, no he de estrecharte— cantó el jefe de las musas tocando casi ensimismado su lira. — Y yo he soñado anoche, que me querías. Y aunque después me muera. Quiero besarte— abrió con suavidad sus ojos azules observando hacia los presentes buscando a alguien en especial.
Afrodita dibujó en sus labios una dulce sonrisa cuando su sobrino pidió por su compañía con su mirada. Hizo aparecer su arpa caminando hacia Jungkook, y ondeando su vestimenta tomó asiento a su lado, emocionado por volver a cantar con él.
Las divinidades aplaudieron extasiadas antes las voces que pronto se unirían.
Afrodita Park Jimin poseía una de las voces más dulces y conmovedoras del Monte Olimpo, en compañía de Jungkook devoto de un tono angelical, crearían la melodía más meliflua entre todas las antes escuchadas.
— Dame un beso y olvida, que me lo has dado. Yo te ofrezco la vida, si me la pides— entonó Jimin con dulzura, su mirada se dirigió como un imán hacia esa persona que no tenía el derecho de mirar, su moral tembló cuando esos ojos le devolvieron la mirada con la misma intensidad, pero alejó toda culpa que lo mortificara porque él, allí ni siquiera debía estar.
— Que si llego a besarte. Como he soñado. Ha de ser imposible, que tú me olvides— las sensaciones estaban a flor de piel cuando se unieron las voces de las deidades. — Dame un beso— terminada la canción los aplausos acompañaron a ambos cantantes, Jimin abrazó a Jungkook, y este devolvió el contacto con mucho cariño.
Estando en soledad, Apolo observó fijamente a Jimin, su tío tenía un rostro algo apesumbrado siendo un conflicto total para la usual alegría dueña de cada una de sus facciones.
— ¿Qué te preocupa Afrodita?— preguntó, luego de un buen tiempo de detallar al rubio.
— Es tío mocoso o Jiminnie, no respetas— Jimin intentó aligerar el ambiente, más la mirada seria de Jungkook le dio a entender que sus intenciones estaban lejos de bromear. — ¿No se te puede escapar nada cierto?— preguntó esta vez llevando sus ojos hacia el menor.
Jungkook negó en silencio detallando sus ojos cristalizados.
— Creo sentir algo equivocado. Pudiera compararlo con el deseo de hacer algo sabiendo que te condena a la muerte, siendo que todo lo que siempre has soñado es eternizarte. Muy parecido a un error.
— Un error es algo que haces y luego te arrepientes. Un concepto equivocado o juicio falso. Pero no lo sería si es algo que quieres hacer sin retractarte— Jungkook expresó su pensar obteniendo más de una atención. — Encontrarías una gran diferencia entre el resultado real obtenido y la previsión que habías hecho o que tenías como cierta.
— Amar es complicado Jungkook, es más de lo impensable, y duele.
— ¿Entonces todo era por amor?— Jimin algo dudoso aceptó. —Cuando se acentúa el amor, el corazón casi siempre relega a la mente.
— Está mal, no sería justo ni aceptado.
Jungkook sonrió ladino.
— Es un hecho y le doy gran provecho, todos los males me hacen bien. No lo pienses mucho tío Afrodita. A veces es mejor equivocarse una vez al intentarlo, que permanecer equivocado todo una eternidad por no intentarlo.
— ¿Eso acaso tiene sentido Jungkook?— Jimin alborotó con cariño el cabello del más joven observándole con ternura. — ¿Desde cuando eres la nueva deidad del amor?
— Sabes que uno de mis dones es precedir el futuro, Jimin— recordó el menor, y Afrodita a su lado se tensó. — Me voy, Taehyung debe estar maldiciendo su existencia porque no puede dormir, no me gusta que esté triste— recordó al pelirrojo y gruñó. — ¿Cómo puede ser posible que un hombre mayor le tema a la oscuridad? Es un maldito Dios oscuro que solo sabe follar sus problemas, ¡y lo que no son problemas también!— expresó lo último casi con rabia, Jimin observó con gracia sus puños cerrados y su expresión molesta.
— ¿Siquiera por qué te molesta? Ya lo dijiste, es un hombre adulto, es normal que requiera ese tipo de compañía hasta que decida contraer nupcias, es un hombre libre, puede que incluso se sienta solo, Dionisio solo sabe trabajar y atenderte— dijo esto último, su mirada inquisitiva detalló con más atención la reacción de Jungkook.
— No está solo, ese malagradecido me tiene a–
— ¿A ti?— interrumpió el mayor con una sonrisa, el ojo de Jungkook parpadeó en un tic nervioso— Has crecido bastante como para comprender que puede no ser suficiente. Estás a su lado, es cierto que a Taehyung no le falta compañía. Pero sí, ese tipo de compañía en la que se adquiere otro tipo de intimidad, es un hombre pleno, fértil y tiene sus necesidades.
— No lo necesita, yo podrí–
Jimin interrumpió sin dudar a Jungkook.
— ¿Estabas al decir lo que yo creo Kim Jungkook? Reflexiona el gran peso que podrían tener tus palabras.
Jungkook apretó sus puños mordiendo sus labios, mientras observaba el suelo como si fuera lo más importante del mundo.
— ¡De todas maneras!— exclamó luego de unos minutos en silencio, Afrodita permaneció impasible observándole fijamente. — Debo pensar en algo para que Taehyung pueda dormir con tranquilidad. Lo único bueno que hizo el abuelo Cronos en su vida fue crear esa estrella brillante que nos da una inmensa visibilidad, pero cuando el abuelo creó el sol lo dejó solo, dos manos trabajan mejor que una, no vemos con un ojo con la misma perfección con la cual observamos con dos. El abuelo debió crear dos soles, así uno se podía apoyar del otro.
— Los hombres le temen a la eterna oscuridad. La noche, las sombras, todas estas cosas que carecen de luz han sido designadas toda la vida con un significado perverso, dañino. La falta de luz o claridad no siempre dificulta la percepción de las cosas— Jimin observó hacia el inmenso cielo. — Las estrellas brillan tanto en la noche como en el día, permanecen bellas en su mismo lugar, sin moverse, a no ser que decidan caer y conocer la tierra porque se sienten solas, o simplemente quieren vivir experiencias nuevas. Sin embargo, por el día no las puedes ver, en el día no se sienten ellas. Tú me recuerdas a una estrella Jungkook, pero siento que serás ese tipo de estrella que prefiere dejar al sol, renunciar a la claridad porque encuentra plenitud en la oscuridad, o porque allí brilla mejor ella sola.
— Jimin...
— Podrías pedirle a Zeus que cree un astro parecido al sol, pero que no tenga la misma intensidad lumínica. La noche también es necesaria y hermosa, quizás esta estrella podría reflejarse en el sol y emitir una luz nocturna, un satélite que guíe y haga más clara la noche. Después del oro lo que más brilla es la plata— Jimin suspiró cuando unos ojos grises llegaron a su mente.— Pídele una esfera gris con destellos plata.
— ¿Que tipo de estrella deseas ser Afrodita?— preguntó el jefe de las musas, detallando la manera en la que el mayor mordió sus labios y apretó sus manos. Conociéndolo, Jungkook sabía que estaba nervioso.
— No lo sé Jungkook— aseguró apretando sus uñas en la palma de sus manos.
— El bien y el mal, el amor y el odio, la salud y la enfermedad, las decisiones buenas y las malas, son dos caras de la misma estafa— Jungkook se inclinó en una venia respetuosa, y Jimin palideció cuando vio a quien saludaba. ¿Cómo era posible que..?— Uno establece su propio camino, cuando llegue mi momento yo me aseguraré de hacer el mío. Y de ganar, porque los que ganan dan una mejor versión de la historia.
— Apolo escucha ten–
— ¡Nos vemos tío Afrodita! ¡Ponte más bonito!— pidió, besando eufóricamente la mejilla del mayor, para salir corriendo en la dirección del hogar de Dionisio.
— Después de la visita de los nórdicos no es el mismo— murmuró observando a Jungkook desaparecer en el camino. —Estoy seguro que Loki habló más de la cuenta con Jungkook.
— Prometiste que no ibas a entrometerte Jimin.
Esa voz.
— No recuerdo haber prometido algo Hades.
Afrodita observó al recién llegado –o no tan recién– con una sonrisa ladina. Y ante su gesto, Yoongi golpeó el interior de su mejilla con su lengua en vestigio de molestia por la actitud de la divinidad cipris. Jimin podía actuar como todo un desentendido cuando le viniera en gana, era muy difícil colmar su paciencia, o llegarle a tocar los nervios, era alguien en ocasiones indescifrable. Un tanto distante a su personalidad eufórica y extrovertida.
— ¿Disfrutaste la presentación Yoongi?— preguntó, luego de un tiempo de observar ensimismado los ojos grises del mayor.
— Siempre es un gusto escuchar cantar a Jungkook— aseguró Hades, reprimiendo una sonrisa cuando Jimin alzó una ceja ante su exclusión.
— Jungkook... ¿Cómo es que Apolo puede verte, y no lo sabíamos?
— Los secretos están para no ser contados, ¿sabes? Pero igual, no me lo preguntes, estoy a oscuras sobre sus motivos para no aclarar que sí puede percibirme. Para mí también fue confuso, falto de claridad y poco comprensible, pero no es algo que le quite ni le agregue a mi vida así que no importa.
— Tú y Jungkook son un árbol de la misma raíz— aseguró Jimin, ciertamente ambas deidades compartían varias similitudes en cuanto a personalidad.
— Jungkook es alguien... difícil. Lo supe desde que nació. He podido escucharlo expresarse con esa naturalidad que está en sus palabras, y estoy seguro que su criterio causará polémicas por el simple hecho de que no existe la suficiente comprensión para sus creencias en esta época, e imagino que para generaciones futuras tampoco.
Jimin asintió hacia sus palabras.
— Quizás solo deberíamos aprender de él— murmuró observando a la nada.
— Realmente todo está en nuestra fuerza de voluntad, valentía y en la resistencia sobre nuestros ideales. Es imposible que todos los seres vivos puedan estar de acuerdo por igual en algo, siempre existirá alguien que se oponga o alguien que simplemente le de igual.
— Me gustaría poder ver todo tan fácil.
— ¿Quién ha dicho que es fácil Jimin? Jungkook te hizo una pregunta hace unos momentos que captó toda mi atención y se hizo objetivo de mi interés. ¿Qué tipo de estrella prefieres ser? ¿Esa estrella que teme por lo desconocido y le jura lealtad al cielo? ¿O la estrella fugaz que prefiere caer en busca de sus convicciones y por qué no, quizás por algo que ama?
— Seré el tipo de estrella que mi situación implique— aseguró Afrodita, y Yoongi a su lado apretó sus puños. — ¿Que tipo de estrella serías tú Hades?
— Yo siempre sería una estrella fugaz, aún si sé parte del dolor que traería no volver al cielo.
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— Jungkook no juegues así, ¿dónde estás?— preguntó con un tono de voz tembloroso.
Taehyung buscaba con desesperación al pequeño niño de cinco años.
Iban juntos caminando de manos por la pradera para regresar al hogar del rubiecito, cuando el niño se soltó de su mano y salió corriendo hacia el interior del frondoso bosque diciendo que había visto a alguien. Fue tanta su confusión que salió corriendo en su búsqueda minutos después, sin embargo por mucho que hubiera gritado su nombre y buscado a ciegas por cada rincón, puesto que la oscuridad abundaba por esos lados del bosque, no tenía idea de donde podría estar.
— ¡Jungkook! Responde, ¡Jungkook!— lágrimas caían por sus mejillas, sus manos temblablan y su cabeza dolía de la preocupación.
Se mantuvo caminando por varios minutos buscando al niño y gritando entre lágrimas su nombre cuando observó una pequeña luz provenir de un lugar, que debido a la oscuridad no podía indentificar que era. Se acercó sin dudar encontrando a Jungkook inconsciente tirado en el suelo, un colgante con un sol levitaba en su pecho, y notó que esa era la misma luz que había contemplado a la lejanía.
— Jungkook— intentó hacelo reaccionar al tomar sus mejillas pero no obtuvo ningún resultado. Sangre salía por un costado de su cabeza y podía resultar mortal porque el niño no había tomado la ambrosía.
— ¡Jungkook!
— Tae, calma por favor— Jungkook se acercó al cuerpo tembloroso de Dionisio en la cama y lo abrazó con cuidado. — Otra vez esa pesadilla— murmuró acariciando su cabello y besando debajo de la oreja del mayor. — Estoy aquí Tae.
— Promete que nunca te irás lejos de mí— Taehyung se separó del abrazo del menor y lo observó fijamente secando sus lágrimas, se sentía algo avergonzado por mostrarte sensible ante el menor.
— Dionisio— mencionó con suavidad el nombre del pelirrojo, Jungkook pensaba que el mayor quizás estaba exagerando un poco por el nivel exaltado en el que se despertó. Pero no dudó en responder después de besar el dorso de las manos de Taehyung. — Te lo prometo, nunca me apartaré de ti. Lamento mucho haberlo hecho esa vez, creo que una de las razones por las que no te sientes cómodo en la oscuridad es debido a ese recuerdo.
Dionisio asintió.
— Nunca podré olvidar el miedo que sentí cuando te perdiste de mi vista, me sentí morir cuando vi la sangre en tu cabeza, estabas pequeño y esa herida podía complicarse.
Taehyung se incorporó en la cama para sentarse. Jungkook se entregó a sus propios pensamientos cuando la sábana que cubría su cuerpo se deslizó hasta su regazo mostrando su pecho desnudo y aquel cabello largo que cayó con gracia sobre su espalda y parte de su rostro.
Era un placer para el jefe de las musas observar a Taehyung, el mayor era tan precioso, sus labios teñidos con el más hermoso bermellón, su nariz era pequeña y bonita, y sus ojos, Dionisio tenía esperanzas en sus ojos esmeraldas.
— ¿Aquella vez en verdad viste a un hombre?
— Sí, yo vi a nuestro tío— Jungkook dudó por un momento continuar, pero decidió abrirse sin pensar con el mayor. — A Hades.
Taehyung abrió sus ojos asombrado.
— ¿H-Hades? ¿Pero cómo es posible? Jungkook, nunca pudiste ver a nuestro tío, tú...— Dionisio detuvo sus palabras al ver la expresión de Jungkook. — ¿Por qué lo has mantenido en secreto todo este tiempo? ¿Qué sentido tiene?
— La verdad nunca tuve una razón en específico. Se creía que al ser el Dios del Sol mi presencia repelería la oscuridad, mi padre asumió que yo no podría ver a Min Yoongi, siendo que él no puede entrar al Inframundo y también es un Dios de la luz. Esa vez fue la primera vez que pude comunicarme con mi tío. Y digo comunicar, pero precisamente no fue así, él me obsequió el medallón del sol, me hizo una promesa y luego me puso a dormir. Estoy seguro que el creyó que yo no lo recordaría. El golpe en la cabeza fue más un despiste, si notaste al otro día estaba en perfectas condiciones. Mi padre asumió que mi pronta recuperación se debía a mi condición de semidios, pero realmente no tenía ninguna lesión.
Un recuerdo llegó a su cabeza, en él salía Yoongi observando desde las sombras a su tío Afrodita cantar. No sabe el porqué su tío reside en el Inframundo y es el soberano del mismo, el nombre Yoongi estaba prohibido en el Monte Olimpo, su padre entraba en cólera con la sola mención del mayor.
Cuando más pequeño a sus oídos llegaron algunos rumores y anécdotas relacionadas con su tío, escuchó que mucho antes de que él naciera Hades poseía la voz más adorada de todo el lugar, sabía que era muy amado por las ninfas y las musas, que también era un maestro de la lira y el arpa, y que poseía una relación muy especial con su tío Afrodita.
Existía otro rumor más fuerte, y quizás este consiguió que su padre le hiciera más rechazo a la divinidad de la noche, se decía que Hades había secuestrado a Perséfone, el hermano puro de Taehyung.
— Taehyung... ¿qué sucedió con Seokjin?— preguntó, uniendo sus cejas en señal de confusión cuando todo el cuerpo de Taehyung se tensó y esquivó su mirada. — ¿Tae?
— No tengo los detalles Jungkook, pero Seokjin no fue secuestrado. Yoongi no es una mala persona— Dionisio observó a Apolo con unos ojos que brillaban pidiendo compasión, ciertamente no era un tema de su agrado. — ¿Podemos no hablar de eso cariño?— pidió bajito, mientras sostenía las mejillas del menor, ladeando algo confundido la cabeza cuando Jungkook enrojeció de la nada. — Por cierto, ¿a que has venido? Creí que acompañarías a Jimin esta noche, llevan tiempo sin coincidir.
— ¡Cierto!— Jungkook se levantó emocionado y corrió las cortinas que cubrían el amplio ventanal del mayor. — ¿Observas esa esfera plateada y gris?— preguntó señalando con su dedo al satélite.
Dionisio se levantó por igual de la cama y se dispuso a caminar hasta estar a un lado de Jungkook, sus ojos no se despegaron del cielo en ningún momento, algo curioso e interesado por la nueva estrella.
— Le pedí a papá que la hiciera para ti, tenía en la mente un sol para la noche, pero Jimin...¿nie?— sonrió con gracia ante sus palabras para dirigirse a la deidad del amor. — No me acostumbro y quiero decirle así, el tío Afrodita me hizo comprender que es necesaria también la noche. Sin embargo esta esfera hará que todo no sea oscuridad total. Cuando todo esté demasiado oscuro, o quizás cuando yo no esté contigo y te sientas asustado o solo, mira esa bonita luz que está en el cielo. Será como un recuerdo mío para ti.
Taehyung sonrió conmovido.
— Gracias Jungkook, esto que has hecho hoy significa mucho para mí— confesó acariciando el cabello del menor con cierta dulzura y calma. — ¿Cómo se llama esta nueva estrella?
— Aún no tiene nombre, pero me gustaría que estuviera relacionado contigo, al final de cuentas la pedí para ti.
— Dime algo que te guste de mí Jungkook, puede ser físico, una cualidad, o simplemente, nómbrame cosas que te gustan si es muy complicado.
Jungkook ni lo pensó.
— Tus lunares. El amor de tu vida pasada debió amar mucho tus mejillas, tus ojos, tus labios, de hecho solo estoy mencionando los más notables y llamativos. Dicen que los lunares son aquellos lugares donde más besos dejó tu ser amado.
— Mis lunares...— murmuró el pelirrojo acariciando su mentón como un vestigio de concentración. — ¿Qué tal suena luna?
— ¿Luna?— cuestionó, observando a Taehyung con una sonrisa enternecida. —Es perfecta. Se parece a ti Tae, para mí eres la luz de la luna que nunca disminuye.
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Hola🥰 ¿Qué les parece?
El hermoso edit de Kookie le pertenece a: etternaly
Gracias por permitirme usarlo♡
𝓂𝒸𝓇𝒾𝒹𝒽𝑒
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