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︱𝗉𝗋𝗈𝗅𝗈𝗀𝗎𝖾.

𝗟𝗮 𝗻𝗼𝗰𝗵𝗲 𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝗱𝗲𝘀𝗲𝘀𝗽𝗲𝗿𝗮𝗰𝗶𝗼́𝗻

La luna estaba en todo su esplendor, iluminando las calles empedradas de Francia con una luz suave y romántica. Las farolas antiguas proyectaban sombras danzantes en los muros, creando un ambiente nostálgico y melancólico. Parecía una noche especial, una noche que invitaba a la reflexión y al recuerdo.

Pero para mí, la noche no era especial. Era solo una más en una serie de noches oscuras y solitarias. La vida parecía castigar mi incompetencia una y otra vez, recordándome las últimas palabras que Pierre Gasly me había pronunciado: "Volveré, volveré por ti y seremos felices por siempre".

Si había regresado, pero tenía a alguien más.

Las lágrimas se deslizaban por mis mejillas al recordar que no había sido capaz de cumplir esa promesa. La única persona que había sido capaz de entender y aceptar mis demonios se había marchado, y probablemente no volvería jamás.

Me senté en un banco, rodeado de la belleza de la ciudad, pero incapaz de apreciarla. Mis pensamientos estaban consumidos por la culpa y la desesperación. ¿Por qué no había podido ser lo suficientemente fuerte para el? ¿Por qué no había podido superar mis propios demonios para estar con el?

Mis manos empezaron a temblar, y mi cuerpo comenzó a pedir más químicos. La adicción que había luchado por superar durante tanto tiempo parecía estar ganando terreno de nuevo. La desesperación me consumía, y yo no sabía cómo detenerla.

Me levanté del banco y comencé a caminar sin rumbo, perdida en mis pensamientos. La ciudad parecía girar a mi alrededor, y yo era solo un espectador impotente. La luna, que antes había parecido tan hermosa, ahora parecía una cruel burla, recordándome todo lo que había perdido.

De repente, escuché un ruido detrás de mí. Me di la vuelta y vi a una figura familiar. Era Charles leclerc, mi rival y amigo de la infancia.

─¿Estás bien?. ─preguntó, preocupado.

Sacudí la cabeza. "No", respondí, sin poder contener las lágrimas.

Charles se acercó y me puso una mano en el hombro. ─Hablemos.─ dijo.

Y así, bajo la luz de la luna, comencé a contarle mi historia. La historia de mi adicción, de mi culpa, de mi desesperación. Charles escuchó sin juzgarme, sin intentar ofrecer soluciones fáciles.

─Recuerdo la primera vez que te vi. ─dijo.─ Eras una persona increíble, con una pasión y una determinación que no había visto en nadie. Pero también vi la oscuridad en tus ojos, la lucha interna que estabas librando

Asentí, sorprendida de que lo hubiera notado tanto.

─Su relación fue la luz que iluminó tu oscuridad. ─continuó .─ Pero no puedes culparte por no haber podido retenerlo, no fue tu culpa. La vida es complicada, y a veces las personas o cosas se van.

Sus palabras me golpearon como un puñetazo en el estómago. ¿Cómo podía entenderme tan bien?

─¿Qué vas a hacer ahora?─ preguntó.

Me encogí de hombros. ─No lo sé. No sé cómo superar esto.

Charles sonrió. ─Lo superarás. ─dijo. ─Porque eres fuerte, y porque tienes gente que te apoya. Yo estoy aquí para ti, siempre.

En ese momento, sentí una sensación de alivio que no había sentido en mucho tiempo. Tal vez, solo tal vez, había una luz al final del túnel. Una luz que me permitiría superar mis demonios y encontrar la felicidad de nuevo.

─Gracias.─dije, con la voz temblando.

El me abrazó. ─No hay de qué.─dijo.─para eso somos los amigos

Y en ese abrazo, encontré un poco de paz. Un poco de esperanza. Un poco de fe en que podría superar mi adicción y encontrar la felicidad de nuevo.

La noche aún era oscura,  pero ya no parecía tan solitaria. Con Pierre nuevamente a mi lado, sentí que podía enfrentar cualquier cosa. Nos sentamos en un café cercano, y comenzamos a hablar sobre todo y nada.

Me contó sobre sus experiencias como piloto de Fórmula uno, y sobre sus sueños de ganar un campeonato mundial.  La conversación fluyó fácilmente, y pronto nos encontramos riendo y bromeando como si no hubiera pasado nada. Fue como si la noche hubiera borrado todos mis problemas, y solo quedara la amistad y la compañía.

Pero cuando la noche comenzó a avanzar, Charles se puso serio de nuevo. ─Escucha, Nessa. ─dijo.─ Sé que esto no es fácil, pero tienes que prometerme que vas a buscar ayuda. No puedes seguir así.

Asentí, sabiendo que tenía razón. ─Lo haré.─ dije. ─Prometo que buscaré ayuda.

Charles sonrió. ─Bien.─dijo─ Y yo estaré aquí para ti, cada paso del camino.

La noche terminó con una sensación de esperanza que no había sentido en mucho tiempo. Sabía que aún había un largo camino por recorrer, pero con el a mi lado, sentí que podía enfrentar cualquier cosa.

Al día siguiente, me desperté temprano y busqué un centro de rehabilitación. Me dio miedo, pero sabía que era el primer paso hacia la recuperación. Lo llame y le dije que había encontrado un lugar.

─Estoy orgulloso de ti. ─dijo. ─Te apoyaré en cada paso del camino

La vida aún tenía sus altibajos, pero ya no me sentía sola. Lo tenía a el y tenía la determinación de seguir adelante.

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