
iv. desengaño.
DESENGAÑO
Advertencias:
Es una especie de punto de vista de Chrollo, no hay nada que advertir creo yo. Gracias por leer.
Solté el grueso libro de tapas negras sobre la cama con poco cuidado y me miré al espejo. Era, simplemente, feo. Bastaba con fijarse en las ojeras que adornaban mis ojos carentes de brillo, en la incipiente barba que comenzaba a brotar de mi piel y en mi horrible pelo con tendencia a encresparse. Eché un último vistazo a mi patética cara antes de encerrarme en la que ahora era mi habitación a escuchar música y tratar de escribir algo, pero una descontrolada marea de preguntas sin responder me impedían concentrarme en nada de lo que tratara de hacer.
Recuerdo perfectamente que estaban sonando los versos "¿Por qué me siento solo, por qué tengo esta obsesión?" cuando terminé de corregir mi último poema llamado, muy acertadamente "Zorra". Al terminar, de tal magnitud eran los escalofríos y tanto me costaba respirar que decidí tumbarme en la cama y mirar al techo, como si en él pudiera hallar las respuestas que estaba buscando, aunque realmente como solución no funcionó nada bien. Tan sólo consiguió introducir en mi más melancolía, recuerdos todavía más crueles que las sensaciones entonces presentes y más dudas sobre mi ya cuestionable existencia.
No creo que pasara mucho tiempo en ésta situación hasta que vino mi esperado "amigo del alma". No sé por qué lo dejé pasar, no sé por qué no lo mandé a la misma mierda, o más bien sí lo sé; pero el caso es que entró en mi habitación y sentí la necesidad de comentarle mi despreciable plan.
Entre risas me afirmaba que yo era su héroe, mas no creo que la venganza ni el rencor sean signos de heroicidad. Al concluir mi explicación decidió que quería ayudarme en todo lo que fuera posible y yo me sentí sin salida, así que pese a todo, accedí.
Decidí llamar por teléfono a mi próximo blanco ante el que expulsar todo mi rencor y mi odio. Actuando, fingiendo no saber nada y en tono algo cínico le afirmé que tenía buenas noticias y que mis sentimientos ya estaban asentados en una postura fija. Estas palabras no hicieron más que aumentar su emoción y sus esperanzas. Después de terminar la breve y falsa conversación, decidí aumentar la crueldad de la venganza con más brochazos de esperanza.
Nos dirigimos a su casa, mientras yo por el camino me sentía más defraudado que nunca. Afrontando el desengaño de la realidad con cinismo e ironía, pero mientras más actuaba, mientras más fingía, más muerto me sentía.
Proseguí con mi actuación sin salirme del guión una vez llegamos, siempre con unas hojas que bien ella sabía que eran poemas, con una tapa que tenía un corazón gigante con nuestras iniciales y varios "te quiero" decorando la encuadernación. Miraba a todas partes y la mentira estaba presente en cualquier esquina, en cualquier rincón. Me sentía mas desolado que nunca. En el camino hacia "la roca" seguía mintiendo más y más, con la esperanza de que le quedara algo de compasión y supiera afrontar la realidad antes de seguir teniéndome engañado, mas bien sabía que me equivocaba. Incluso saqué el tema de la infidelidad como último recurso, en vano.
Al llegar, derrochaba imaginación en frases que expresaran mi amor por ella, mientras veía como su rostro se iluminaba, recordándome aquel día de febrero en el que empezó mi error. Al darme cuenta de que el clímax se acercaba, incluso la abracé, incluso tuve la osadía de darle un último beso, para cerciorarme de no sentir el calor que sentí alguna vez, de que me resultara frío. Y así fue.
Alcanzado este momento de extrema tensión por su parte y de deseos de despiadada venganza por la mía, fui capaz de ponerme de rodillas y de rogarle que me entregara su amor:
—¿Me concedes el honor de volver a ser mi novia? —le pregunté desde el suelo en tono cómico debido a mi ridícula postura.
—¡Sí! —accedió ella sin dudarlo, mientras sus ojos expresaban su alegría y felicidad.
Este momento podría haber sido el final de una patética película americana, o incluso el de una telenovela turca, pero en cuanto respondió, cambié de actitud.
—¡Pues ahora te jodes! —grité yo con todo mi entusiasmo por romperle el corazón y hacérselo pedazos. Me sentía eufórico pese a lo inmaduro de mis acciones.
Ella, como es natural, se lo tomó a broma, mas cuando me escuchó aclararle que hablaba totalmente en serio, su cara cambió radicalmente de expresión para indicar incomprensión e incluso intentó acercarse a mi.
—Aléjate. Puedo hacer cosas de las que me arrepentiría después —le ordené antes de que pudiera dar un paso más. —Si no entiendes algo, lee las dos últimas páginas.
El último poema dedicado, como muchos otros, a ella. Pero esta vez reprochando sus mentiras y su traición.
—Pero, ¿y esto?—preguntó ella señalando aquel corazón gigante de color rosa.
Ante esta pregunta que no me esperaba para nada, respondí cogiéndolo y rompiéndolo en pedazos muy pequeños ante sus ojos asombrados. Después de esta escenita propia de una mala teleserie, pregunté:
—¿Tienes algo más que decir? —Sabiendo que su respuesta no sería menos silenciosa que su voz ya apagada. —Pues entonces me voy.
Marché por el campo, sollozando y recordando, destrozado y sin saber de dónde saqué la fuerza de voluntad y el coraje necesarios para llevar a cabo semejante obra de arte. Intenté incluso que mi "amigo del alma" reincidiera de nuevo, pero mi desesperado intento fracasó.
De regreso a la casa donde me refugiaba, las emociones que me reventaban no cesaban, aunque no eran por la traición de ella, ni siquiera por la de un amigo; si no más bien por el desengaño de que en este mundo los valores de la amistad, el amor, el hacer el bien, etc, no eran más que un burdo engaño. En realidad para "triunfar" en la vida no debes fiarte de nadie, ¡pero sí hacer como si te fiaras! No debes amar a nadie, ¡pero sí hacer como si amaras!
Todo esto me sobrepasaba mientras pensaba en la jugarreta perfecta para hacerle a mi "amigo del alma", que creía que lo había olvidado todo. Joder, que mal me sentía. Por todo. Hasta la brisa dejaba tras de sí unas risas desalentadoras y el ambiente me reprochaba mi ingenuidad, mi credulidad.
Llegué a mi casa, y mis deseos de hacer el mal no paraban, así que no pude resistir la tentación de llamarla desde un número desconocido:
—Hola —dijo ella en tono tristón.
—¡Hola! —saludé con entusiasmo como si no hubiera pasado nada.
—¡¿C- chrollo?! —preguntó ella, extrañada y con el desconcierto irradiando de su voz temblorosa.
—¡Síii! —contesté con mi irritante tono cínico —¿Qué tal estás?— proseguí.
Estos instantes se llenaron de interrogantes y silencio.
—Pero, Chrollo, ¿de qué vas? —dijo ella, sin entender nada.
—No entiendo... ¿A qué te refieres? —contesté haciéndome el tonto, sabiendo que así su irritación subiría más y más.
Después de esto me colgó.
Intenté llamar otra vez, pero al responder me ordenó que no la telefoneara más, y yo seguía haciéndome el tonto, antes de que me colgara otra vez. A la tercera lo cogió su madre, ya dictándome con voz severa que dejara en paz a su hija. Todo esto para hacerle sentir lo que es que el otro haga como si no supiera nada ante algo que sabe de sobra que te ha dañado...
Mas me siento insensible.
Desde esa tarde todo ha cambiado para mi. TODO.
Ahora veo las cosas de otro modo, uno mucho más frío y despiadado. Pero, pese a todo, mi conciencia es capaz de pararme en algunas ocasiones, y aunque suene contradictorio, sigo luchando por los valores que, aunque sepa que jamás triunfarán, morirán conmigo.
Y después de todo esto me pregunto: "¿Por qué me siento sólo, por qué tengo esta obsesión?"
En principio pensé en hacer esto mucho más específico, pero al final me decanté por hacer la escena lo más breve posible y que cada uno interprete como quiera. Si quieres situar a Chrollo como adolescente en Meteor City, como adulto en cualquier lugar, en su época donde no podía usar nen... siéntete libre de hacerlo. También puedes imaginar que lo traicionó cualquiera que ahora no tiene relevancia o quizá incluso alguien de la Brigada, quién sabe. Espero que hayas pasado un buen rato leyendo, muchas gracias<3
⸻ℐrisෆ
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro