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24. Prófugo

Prófugo❞

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NARRADOR:

  Derek observó a Selena con una sonrisa desde lejos una vez más antes de tomar agua de su botella. Estaba en su entrenamiento de básquet, pero aún así sabía que ella vendría a verlo jugar. Se lo había prometido la noche anterior luego de haberle ayudado.

  Realmente no era por él que la había invitado sino más bien para que Selena pudiera distraerse. Luego de contarle lo que sucedía con su padre, supo que lo que menos le gustaba era estar en su casa. Alzó la mano y la saludó antes de recibir golpes por partes de sus compañeros como forma de saludo.

  —¿Otra vez con ella? —preguntó Thomás —. Amigo, de verdad, no es buena idea.

  —Da igual lo que me digas, estoy cumpliendo un sueño —le dijo Derek con una sonrisa.

  —Créeme, será una pesadilla. —Se alejó.

  Derek se lanzó del árbol y cayó con fuerza. Se enderezó y comenzó a correr con la velocidad supernatural mientras finas gotas de agua le llegaban al rostro.

  «Una pesadilla para ella» pensó.

  SELENA MCCALL:

  Lo primero que hice al levantarme, fue inyectarme la insulina con mucho cuidado. La noche anterior tuve que beber un poco de alcohol para poder pegar los ojos, no lo haría un hábito, pero sentía que lo necesitaba. No era una excusa, luego de llegar a casa tuve un pequeño ataque de ansiedad que me obligó a hacerlo, de otra forma, no dormiría ni un minuto.

  Al verme en el espejo noté el rasguñó que Scott me había dado en uno de mis brazos.

  Debía admitir que había sido mi culpa, pero me fue imposible quedarme junto al grupo de Lydia, Jackson, Stiles y Allison. Quería saber que sucedía con él...

  Escuché un estruendo y voltee hacia Stiles. No dejé que me dijera nada porque al segundo ya me encontraba fuera del salón. No dejaría que me detuviera esa vez, en verdad quería saber que había pasado con Scott. Se suponía que tendría que haberlo seguido, pero se aseguró de que ninguno me dejara hacerlo, hasta ese momento.

  Caminé por el pasillo hundido en la penumbra mientras mis pasos eran lo único que se escuchaba, al menos lo único que yo escuchaba.

  Me detuve en seco cuando oí el ruido de unas garras raspando la pared.

  De lejos pude ver a alguien parado al final del pasillo, no era la figura del Alfa, pero tampoco era la de un hombre normal. Desde ahí podía distinguir sus largas patillas y lo grande que era. Cuando comenzó a acercarse hacia mi con velocidad, no encontré una razón por la que no pudiera moverme. Solo me quedé ahí hasta que aquella figura se hizo más chica y luego ví las garras de Scott dirigiéndose hacia mí con velocidad.

  Me toqué la herida con suavidad y noté que aún me dolía, pero no era profundo, parecía más bien algo superficial.

  Decidí ignorarlo e irme a trabajar.

  [...]

  Me coloqué el mantel de mesera de color rojo y la gorra del mismo color antes de servir un poco de café en una de las tazas. Había visto en el tablero y ese era el pedido que faltaba. Mi jefa me había dicho que se iría antes así que yo quedaba a cargo, asumí que era porque la mayoría del personal eran menores de edad. Sí, esa debía ser la razón, porque la verdad es que no había sido muy responsable con ella la última vez.

  Tomé la bandeja con el café y caminé entre las mesas hasta llegar a una que estaba en una esquina en el fondo. Fruncí el ceño al ver a un hombre de negro con una gorra cubriendo su rostro, de no ser por su seriedad no habría identificado que se trataba de Derek. Dejé la bandeja en la mesa y me senté en la silla frente a él con una sonrisa, pero al oírlo hablar mis labios volvieron a ser una línea recta.

  —Voy a matar a tu hermano —masculló—. Y lo haré sufrir.

  Alcé una ceja y le lancé un bollo de pan que estaba en la canasta en medio de la mesa. Él alzó la mirada hacia mí con dureza.

  —Con mi hermano no te metas —dije en un fuerte susurro—. Soy capaz de gritar ahora mismo que estás aquí.

  Él levantó uno de sus dedos y se acercó a mí  mientras juntaba sus brazos en la mesa, luego bajó la paleta de la gorra para que nadie lo viera. De todos modos, estaba bastante segura que actuando normal la gente sospecharía mucho menos.

  —Deja de actuar así, Derek, la gente ya te ve —dije tapando una parte de mi cara fingiendo que la gente se giraba hacia nosotros, aunque a nadie le importaba en realidad—. Le dirán a mi madre que soy una loca y ando con metaleros.

  Derek me miró ofendido.

  —No soy metalero.

  Me acerqué a él y le susurré:

  —Luces como uno.

  Rápidamente se quitó la chaqueta y dejó al descubierto sus grandes brazos fornidos. Me quedé pegada a ellos viéndolo antes de escuchar como Derek se aclaraba la garganta captando mi atención nuevamente. Levanté la mirada y me encontré con sus ojos verdes, pero había algo diferente en ellos. No el brillo azul, pero algo lo hacía lucir mejor. Tampoco podía negar que desde que me besó yo lo había estado viendo de una forma diferente.

  Derek era atractivo, en muchos sentidos, pero yo no podía decirle nada. Temía que volviera a decirme lo mismo y que al final del día solo fuera "el momento". No soportaría algo así y menos siendo mi primera relación.

  Negué enseguida. No podía creer que ya estaba pensando en nosotros juntos. Algo estaba mal en mí.

  —Scott tuvo que decirle, de verdad creímos que estabas muerto Derek —murmuré moviendo mis manos encima de la mesa—. Yo creí que estabas muerto.

  —Nunca deberías creer que estoy muerto hasta no verme en un ataúd —bromeó, pero aún así seguía serio—. Créeme, él no me matará así de fácil.

Di golpes suaves en la mesa mientras mi lengua vacilaba en mi boca. Quería decirle mis sospechas, pero tenía miedo de que se enojara conmigo por sospechar de su tío. Tampoco tenía una razón, solo un tonto presentimiento que se formó con un susurro en mi oído, pero de todos modos, aunque fuera una casualidad o una tontera, Peter estaba en una clínica. No sabíamos lo que pasaba con él en todo el día, solo cuando Derek lo visitó. De ahí en más, no sabíamos que hacía.

  —¿Qué pasa? —preguntó—. Apestas a ansiedad.

  Negué a medias antes de suspirar.

  —Creo que es Peter, Derek, creo que él es el alfa.

  Derek se quedó en silencio procesando mis palabras con cuidado. Sus ojos verdes se movieron buscando algún signo de duda en mi rostro, pero al no encontrarlo, solo negó.

  —No, Selena, él no haría algo así —murmuró enderezándose en su lugar—. ¿Por qué dices eso?

  —Solo lo sé.

  —No puedes "solo saberlo", si lo dices debes tener una razón.

  Suspiré tragando mis palabras. Al fin y al cabo, él tenía razón.

  —Lo siento, no debí.

  —No tienes que disculparte conmigo, Selena, entiendo que sospeches de todos. Tu hermano está siendo perseguido por el alfa, pero es imposible que sea Peter. Ni siquiera reacciona.

  Asentí dándole la razón. Tal vez solo estaba equivocada.

  —¡Es ese de ahí! —gritó alguien ajeno a nosotros y ambos volteamos sorprendidos.

  Derek tomó su chaqueta mientras maldecía y luego me dio una última mirada antes de salir corriendo.

  —¡Oh, no! Se escapa —fingí estar asustado y señalé a Derek—. Alguien haga algo.

  Dos señoras mayores se acercaron a mí y me preguntaron por mi estado, preocupadas. Sonreí con ternura mientras veía a Derek correr y escapar de un par de policías luego de un amague.

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