22. El teléfono
❝El teléfono❞
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NARRADOR:
Derek tomó a Scott de su camiseta y lo elevó para luego aplastarlo contra un auto. Notó la mirada horrorizada del menor mientras su pecho subía y bajaba por el susto inesperado que le había provocado.
—¡Estás muerto! —sentenció como una verdad absoluta, clavando sus ojos en él.
El hombre bajó del auto de un salto y caminó lejos del menor; mientras que Scott, aún desconcertado, corrió rápidamente hasta alcanzarlo.
—¿Por qué hiciste esto? —preguntó él completamente furioso y confundido.
—Te dije que te enseñaría, aunque nunca aclaré el cuándo. —Derek guardó sus manos en su chaqueta sin dejar de caminar con tranquilidad.
—¡Me has asustado de muerte! —exclamó Scott.
Derek lo miró de lado de pies a cabeza; luego se encogió de hombros e hizo una mueca de desdén.
—Todavia no.
Scott extendió sus brazos.
—Al menos fui rápido.
—No lo suficiente.
Scott se quedó algunos pasos atrás, aunque siguió caminando detrás del mayor, agotado. Aún sentía como su corazón latía desenfrenadamente. Jamás había experimentado tanta adrenalina, ni siquiera la noche en que se convirtió. Tuvo la leve sospecha de que Derek buscaba provocarle un ataque al corazón.
—Sé que lo de las alarmas ha sido ingenioso.
—Hasta que sonó el teléfono —señaló Derek.
—Sí, pero ha sido... es decir... —resopló frustrado—. ¡¿Quieres parar?!
Derek se detuvo y volteó hacia él.
—Cuando el padre de Stiles se hizo daño la noche anterior, fue por mi culpa —expresó Scott, recordando todo lo que había ocurrido—. Tendría que haber hecho algo como protegerlo, debía poder controlarme. ¡Tú tienes que ayudarme con eso!
Derek negó inmediatamente.
—Enseñarle a controlarse a uno que fue mordido debe llevar tiempo, ni siquiera sé si lograré hacerlo. Yo soy así de nacimiento, no es lo mismo.
Scott se encogió de hombros aún sin lograr comprenderlo del todo.
—¿Y qué tengo que hacer?
Derek le quitó el teléfono de la mano con brusquedad y se lo puso enfrente de sus ojos, mostrándole el nombre de Allison en la pantalla.
—¿Ves esto? Debes alejarte de ella.
—¿Es por su familia? —preguntó Scott.
Derek no lo resistió más y lanzó el teléfono contra la pared, luchando contra el impulso real de querer golpear a Scott en su lugar.
—¡Oye! Al teléfono me lo regaló mi hermana —se quejó Scott molesto.
Derek volteó a verlo nuevamente.
—¿Molesto? —preguntó, sintiendo los latidos de Scott—. Primera lección: Si quieres aprender a controlarte o transformarte, debes hacerlo con la rabia, con el instinto animal, y no puedes hacerlo si tienes a Allison al lado.
El semblante de Scott se tranformó en seriedad absoluta.
—Puedo hacerlo.
—¡No lo suficiente! Esta es la única forma. Aléjate de ella, al menos hasta la luna llena.
Scott quiso negar, pero no lo logró.
—Si quieres seguir viviendo debes hacerlo.
—Si no hay otra manera, puedo alejarme de ella —aceptó Scott.
Derek negó estando a punto de desaparecer, pero se detuvo recordando lo que Scott mencionó sobre el teléfono.
—No le digas a Selena que rompí el teléfono.
[...]
SELENA MCCALL:
Saqué la ropa blanca de la lavadora dejándola en un fuentón y luego la tendí en la lavandería. No era demasiado, así que no debía preocuparme de tardar.
A los segundos de haberla tendido, escuché la puerta principal abrirse. Asumí que era mi madre, pero luego me resultó extraño ya que ella me había avisado que llegaría más tarde de lo habitual.
Dejé las cosas como estaban y salí de la lavandería para dirigirme a la sala mientras me secaba las manos con mi propia ropa. Cuando llegué, me encontré con Scott tendido en el sofá y observando su teléfono apagado.
Caminé hasta él con una sonrisa.
—¿Esperas el mensaje de alguien? —pregunté con picardía.
Scott se apresuró a guardarlo en su mochila y luego volteó hacia mí con una sonrisa nerviosa en su rostro. Asintió de inmediato.
—Sí, pero no debería hacerlo —dijo—. Hablé con Derek y para poder controlarme debo alejarme de Allison.
—¿Por qué? —aunque lo pregunté confundida, me sentí aliviada sinceramente.
—Si no perderé el control de la ira y eso es lo que me ayuda a transformarme.
Asentí comprendiendo a lo que se refería.
—Si es lo mejor, estoy de acuerdo.
Él me observó con perplejidad.
—Hasta hace poco estabas emocionada de que estuviera con ella.
Me encogí de hombros.
—Su padre caza a personas como tú, no es algo que me emociona que suceda —hablé con simpleza—. Eres mi hermano, Scott, lo que menos quiero que pase es que termines muerto.
Él suspiró derrotado.
—Da igual, porque si no aprendo a controlarme mataré a alguien de todas formas. —Se recostó en el sofá nuevamente, estirando sus piernas—. Prefiero morir yo.
Le tiré una almohada del sofá en el rostro con fuerza.
—Ni siquiera lo digas, niño tonto —lo regañé—. Eres la razón por la que vivo.
Me lancé junto a él y lo abracé con mucho cariño mientras reíamos divertidos. Él me revoloteó el pelo con su mano sin quitarme la mirada de encima.
Luego, inevitablemente, me quedé en silencio. Había algo en todo eso que me hacía dudar de lo que era buena idea en realidad. Todas las cosas pasaban por algo, había una razón y yo no sabía como conocía el nombre de Peter Hale; pero presentía que no era por un buen motivo.
De todos modos, sabía que Scott estaría en peligro, pero al menos yo estaría ahí para recibir primero los golpes..., al menos era lo que esperaba que sucediera.
—Scott —pronuncié con seriedad y él detuvo su risa—. Prométeme que tendrás cuidado con todo.
Asintió.
—Lo prometo.
Y sentí una tranquilidad repentina. Las únicas promesas en las que creía ciegamente, eran en las de mi hermano. El mundo podía ser un vil mentiroso, pero Scott no. Yo sabía que jamás cruzaría los dedos detrás de su espalda cuando se trataba de mí.
[...]
Bajé el volumen de la película que estaba viendo cuando escuché un par de pasos en el segundo piso. Odiaba que me interrumpieran durante mi película favorita, y la situación no mejoró al verme en la necesidad de pausar justo cuando Rose se daba cuenta de que Jack había muerto. Pasé mis delgados dedos por el borde de mis ojos secando las lágrimas que se me habían escapado como cada vez que veía aquella escena. Era increíble; conocía el final y, aún así, mantenía la esperanza de que terminara diferente.
Me puse de pie instantáneamente al escuchar la voz gruesa y demandante de Derek. Fue como un impulso lo que me llevó a comenzar a subir las escaleras con cuidado. La puerta del cuarto de Scott se abrió y cerró con rapidez. Cuando Derek se asomó llegando a las escaleras, ambos nos detuvimos al chocar nuestras miradas.
Tal vez esperaba no encontrarme en casa, pero luego pensé: de haber querido evitarme, habría salido por la ventana o desde un comienzo haber interceptado a Scott afuera.
Solté un suspiro al verlo vacilar con sus movimientos. Nunca tendría que haber pasado nada entre nosotros, incluso si no pasó mucho. Desde un inicio, Scott había sido el responsable de que nuestros caminos se unieran en uno mismo y por una única razón, que era protegerlo. Aunque Derek lo hiciera porque se lo había pedido.
—¿Qué haces aquí? —pregunté.
Él comenzó a bajar las escaleras con lentitud mientras golpeaba ligeramente su puño con la palma de la otra mano.
—Debía hablar con Scott —respondió—. No es bueno mintiendo.
—Lo sé, lo conozco.
También bajé las escaleras luego de que él pasara junto a mí. Ambos caminamos hasta la puerta principal sin decir ni una palabra. Noté la forma en la que me daba miradas de reojo, pero no quise mencionarlo. Dejé mi mano colgada del picaporte antes de voltear a verlo.
—Entra por la puerta la próxima vez —pedí, cruzando con sus ojos verdes—. Solo para saber que estás aquí y no tener que detener mi película favorita. —Señalé la sala.
Derek volteó, observó la película pausada y enseguida regresó la mirada a mí, aunque con una pequeña sonrisa adornando su rostro. Con uno de sus dedos señaló sus ojos y luego los míos.
—Por eso estabas llorando. —Quité mi mano de encima del picaporte y él lo tomó en mi lugar—. Sigue siendo una mala película.
—Tú eres una persona sin corazón —solté ofendida.
Derek negó mientras resoplaba.
—Quería preguntarte algo —lo detuve una vez abrió la puerta dispuesto a irse—. No es sobre lo que pasó, es sobre algo más.
Él se detuvo y volvió a cerrar la puerta. Volteó a verme regresando a su habitual seriedad, aunque esa vez tenía más emociones que las primeras veces.
—¿Qué pasó? —inquirió.
Me crucé de brazos y acaricié mi piel indecisa. Estaba segura de lo que había visto y sentido, más no en si decirlo.
Recordé los sueños, el bosque y algunas imágenes que me llegaban a la cabeza de la nada. Tal vez Derek podía ayudarme, tal vez él sabía que me ocurría.
—Sé que ahora hay otras cosas por las cuales preocuparnos, pero hace tiempo estoy viendo ojos azules. No importa dónde voy o que hago, ahí están. Son como los tuyos... —le señalé—, pero diferentes. Te lo dije antes, pero no obtuve respuesta.
Derek alzó ambas cejas, asombrado, y su boca se abrió ligeramente. Podía jurar que sus ojos se cristalizaron apenas por unos cortos segundos, aunque enseguida desapareció toda emoción de su rostro y se aclaró la garganta.
—No ahora —dijo, antes de abrir la puerta e irse.
No pude moverme de mi lugar mientras intentaba asimilar sus palabras.
No ahora.
Entonces, ¿cuándo?
N.A:
¡Hola! Al fin otro capítulo.
¿Cómo estamos?
¿Qué opinan del comportamiento de Derek? ¿Creen que está manejando las cosas bien o sienten que no puede con esto? ➛
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