19. Moribundo
❝Moribundo❞
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SELENA MCCALL:
Abrí mis ojos lentamente mientras unos pequeños rayos de luz llegaban a mí visión obligando a que me refregara con las manos por la molestia. El costado de mi rostro dolía como el demonio, estaba segura de que me había dormido en el suelo de las escaleras. Al mejorar mi visión lo confirmé.
Me enderecé con todo el sufrimiento del mundo. No recordaba la vez que había dormido en un lugar tan incómodo hasta que me acordé de la vez que trabajé por dos días seguidos para adelantar el regalo de cumpleaños de Scott. ¿El regalo? Su actual teléfono. Fue algo que valió la pena por esforzarme.
Estiré mis largos brazos hasta que las puntas de mis dedos de la mano izquierda tocaron algo, luego sentí un olor asqueroso, cuando me giré me encontré con Derek recostado en las escaleras y sus ojos cerrados. Por unos segundos, la presión de mi cuerpo se bajó de golpe hasta que él soltó un quejido. Pude jurar que me volví pálida al creer que estaba muerto.
Al menos habría muerto dignamente, con un beso mío.
Algo se deslizó por mi espalda hasta caer junto a mis pies. Era la chaqueta negra de Derek.
La tomé entre mis manos con delicadeza.
Estaba confundida por lo que había ocurrido la noche anterior, más que nada recalcando el beso que él me había dado. Alcé la mirada hasta él y ladee la cabeza. Me preocupé cuando noté la piel pálido y la sombra marcada debajo de sus ojos.
Me arrodillé enfrente de él y lo sacudí para despertarlo. Cuando lo hizo, soltó un gemido de dolor y sus ojos se volvieron azules.
Como ese azul que me había estado persiguiendo, pero diferentes.
—Derek, vamos.
—Llevame con Scott.
—Él debe estar en la escuela a esta hora —intenté explicarle.
—¡hazlo! —musitó.
[...]
Estacioné enfrente de la preparatoria de Beacon Hills y una vez más, Derek se bajó antes que yo. Cuando llegué a su lado me di cuenta de que apenas era capaz de sostenerse.
—Trata de buscarlo más rápido, yo iré por otro lado —dijo él, forzando su voz.
Yo sólo asentí aunque no estaba muy convencida por su estado, pero sabía que también sería una molestia de igual forma.
Comencé a buscarlo por el segundo piso con mucha más agilidad que Derek y debía aprovechar el momento porque si él seguía vivo, no lograría estar de pie por mucho tiempo. Cada minuto valía demasiado.
Busqué en cada salón y en los baños masculinos y femeninos también, ¿por qué no? De Scott esperaría cualquier cosa y ya nada me sorprendía. Recibí miradas de un par de estudiantes y me ofendí por unos minutos porque no me creía tan mayor como para que me vieran como un adulto pervertido. Podía ser muchas cosas, pero un adulto pervertido jamás.
Bajé las escaleras y luego decidí irme al estacionamiento. Las clases habían acabado, así que asumí que la mayoría ya se estaba yendo hacia su casa o a cualquier lugar adolescente.
Pero cuando llegué, me encontré con varias bocinas sonando con impaciencia y varias quejas en forma de gritos. Cuando ví al causante de ello, solté un soplido antes de correr hasta él. Aunque al intentar sostenerlo de uno de sus brazos, Derek cayó al suelo moribundo.
Stiles, quién estaba en el Jeep enfrente de él, se bajó de inmediato.
—¿Qué pasó, Selena? —preguntó.
En poco tiempo, Scott también llegó junto a nosotros.
—Le dispararon —les expliqué—. Ayer a la noche.
—¿Y por qué no sanas? —Scott le preguntó directamente a Derek.
—No puedo —le respondió—. Debió haber sido un tipo de bala diferente.
Stiles se tomó el poco pelo entre las manos sorprendido.
—¿Bala de plata?
Derek alzó la mirada.
—No, idiota.
Scott se quedó pensando y luego soltó un suspiro.
—A eso se refería con las cuarenta y ocho horas.
Fruncí el ceño.
—¿Cuarenta y ocho? ¿de qué hablas? —pregunté.
—¿Quién dijo que tenía cuarenta y ocho horas? —Noté que la voz de Derek estaba llena de angustia y preocupación.
—La que te disparó.
«Asi que moriría».
Derek volvió a quejarse del dolor y sus ojos volvieron a pintarse de azules. Noté el esfuerzo que hacía por no cambiar ahí mismo.
—¡Debes detenerte! —dijo Scott.
—Eso intentó decirte: no puedo.
Las bocinas siguieron intencificándose, mientras la mayoría se bajaba a ver que sucedía. Les saqué el dedo del medio a todos lo que comenzaron a insultar.
—Debes levantarte —siguió Scott.
—¡Que buena ayuda! —dijo Stiles—. Creo que si podía ya lo hubiese hecho.
Luego de varios intentos fallidos, Scott ayudó a subir a Derek al auto.
—Este hombre aparece por todos lados —dijo Stiles volviendo a peinar su escaso cabello.
Me señalé la cabeza.
—¿Es un tic de recuerdo? —le pregunté refiriéndome a qué siempre hacía eso.
Él me dió una mala mirada.
—¿Estuviste anoche? —le pregunté a Scott mientras cerraba la puerta del jeep.
—Esa pregunta la debería hacer yo —dijo quejándose.
—Iré con ellos —dije antes de que siguiera preguntando. No era muy buena mintiendo.
—¡Preguntaré luego! —gritó Scott detrás de mí.
Me subí en la parte trasera del Jeep.
[...]
Scott: Necesito más tiempo.
Di vuelta los ojos.
—Al parecer, Scott tardará más —dije.
Stiles imitó mi acción y luego volteó a ver a Derek.
—Trata de no desangrarte en mi asiento —soltó con molestia—. Ya casi llegamos.
—No puedes llevarme ahí.
—¿A tu casa? —dijo Stiles con sorpresa y una risa entremedio.
Stiles estacionó a un lado de la acera.
Me bajé del auto para hacer una llamada rápida.
—¿Hola?
—Sí, soy Selena McCall.
—Espero que tengas una buena escusa para no haber venido a tu trabajo —la voz de mi jefa parecía estar furiosa.
—Y la hay —dije—. Tengo un primo que tiene una enfermedad rara. —Voltee hacia Derek—. Muy rara. Pero mañana estaré ahí sin falta.
—Está bien, pero no te dejaré pasar más —dio por finalizado.
[...]
NARRADOR:
Stiles, Selena y Derek llegaron a la veterinaria. Por suerte para ellos no había nadie en el lugar y pudieron entrar gracias a la llave que aún tenía Selena del lugar.
Derek se lanzó encima de una mesa y comenzó a buscar entre las cosas mientras Stiles y Selena se miraban nerviosos. Cuando Derek puso una pequeña sierra chica y eléctrica en la mesa, Selena se tapó los ojos y Stiles quiso desaparecer del lugar.
Selena sostuvo la sierra y la encendió antes de darse por vencida y creer que no era apta para seguir ahí adentro, aunque al intentar irse, Derek la detuvo sosteniendo su brazo.
—No quiero quedarme a ver como te desangras —dijo ella.
—Si funciona, sanará.
—Y si no, morirás.
—Siempre habrá un riesgo, Selena.
Derek tomó una goma y comenzó a rodearla en su brazo afectado mientras Stiles lo veía horrorizada.
Mientras Derek y Stiles discutían por cortarle el brazo o no, Selena tomó la goma y la terminó de atar ella rozando la piel desnuda de Derek. Notó la tensión en los músculos del hombre y pensó que luego de aquél beso, ella lo estaba viendo de una forma diferente.
Derek tomó con fuerza del cuello de la camisa a Stiles exhausto de escucharlo hablar y lo atrayó hacia él. Lo miró furioso mientras esperaba a que el menor aceptara cortarle el brazo.
—O me cortas el brazo o yo te corto el cuello.
Selena los separó, pero Derek no se sintió muy bien por la sacudida y vomitó sangre a un lado de la plancha de metal que había entre ellos.
Selena lo observó asqueada, mientras lo ayudaba a enderezarse.
—Es mi cuerpo intentando sanarse —explicó él adolorido.
Stiles hizo una mueca de asco y rechazo.
—Creo que no lo está haciendo muy bien.
—Solo háganlo —demandó Derek.
Selena y Stiles compartieron una última mirada y como sentía que no tenía otra opción, Selena tomó la sierra.
Cerró sus ojos y la apoyó en el brazo del hombre y cuando estaba apunto de encenderla con sus ojos cerrados, alguien más habló.
—¿Qué están haciendo?
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