03. Club nocturno
❝club nocturno❞
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NARRADOR:
Selena bajó las escaleras con cuidado de no tropezarse con sus tacones. Con un saco negro intentaba cubrirse la poca ropa que llevaba puesta; no quería que su hermano menor la viera vestida de aquella forma. Scott estaba enterado de que trabajaba en un club nocturno llamado Sinema, pero no sabia lo que pasaba ahí adentro. Selena tampoco tenía intenciones de hacérselo saber.
Una vez abajo, se percató del silencio que había en el salón, así que caminó hasta acercarse al sofá en donde su hermano se encontraba, felizmente recostado, mirando la película de «crepúsculo». Ella sonrió instantáneamente.
—¿Conociste a alguien? —preguntó, captando la atención del menor.
La sonrisa del chico se esfumó al escucharla. Se enderezo con velocidad luego de apagar el televisor en cuanto alcanzó el control y alzó la mirada hasta su hermana, intentando deshacerse de los nervios con solo carraspear.
—¿De qué hablas? —inquirió rápidamente, delatándose al instante. Cerró sus ojos y exhaló con arrepentimiento de sus propias palabras.
Selena alzó una de sus cejas divertida y se cruzó de brazos a modo de interrogación. Estaba segura de que su hermano había conocido a alguien.
—Cada vez que le echas el ojo a alguien, ves «crepúsculo». —Frunció el ceño al darse cuenta de algo—. Lo cual no tiene sentido, es la película menos romántica que he visto luego de «A tres metros sobre el cielo»; película que, por cierto, no quiero que tomes como referencia en una relación.
—¿Qué película tengo que ver, entonces? —preguntó.
Selena chasqueó los dedos como si Scott le hubiese dado lo que necesitaba. Se acercó a él dando pequeños pasos ansiosos.
—¡Lo sabía! ¿Cuál es su nombre? —inquirió con emoción.
—Allison. —La sonrisa en el rostro de su hermano destelló amor puro.
—¡Debes contármelo todo! —Selena miró la hora en su teléfono—. Pero será mañana porque debo irme ahora.
—Mamá tuvo que pedir doble turno, así que se llevó el auto —lamentó Scott observando la triste reacción de su hermana—. Puedo acompañarte...
Selena volvió a sonreír tragándose la tristeza por completo. Sintió una bola de angustia atorarse en su garganta, pero no se mostró para nada afectada, estaba acostumbrada a fingir frente a su hermano.
—No, Scott, tienes que descansar. Mañana tienes escuela. Invita a Stiles si quieres, pero duérmete temprano —ordenó ella, acomodándose el abrigo—. Con suerte vuelvo a la misma hora de siempre. Adiós.
[...]
La música a todo volumen ensordeció a Selena McCall cuando entró en el club nocturno donde trabajaba como camarera. Se preguntó cómo había llegado a ese lugar, tan alejado de su vida normal de estudiante universitaria. Pero la respuesta era sencilla: su madre necesitaba ayuda para llegar a fin de mes y Selena tenía que pagar los gastos médicos de su diabetes. Enfermedad que ella no quería que su hermano se enterara que tenía y que, además, Selena ignoraba que tenía hasta que era momento de inyectarse.
Se dirigió al bar donde había quedado con su jefe para trabajar. Caminaba con seguridad mientras se abría paso entre la multitud de gente que bailaba y bebía sin parar. Sintió un par de roces cerca de su cuerpo que decidió ignorar, estando más que acostumbrada a ello.
—¿Qué tal estás, Selena? —saludó su jefe con una sonrisa.
—Bastante viva —respondió Selena, haciendo una mueca de disgusto.
—Pues es todo lo que necesito de ti hoy. Pronto te presentaré a tus dos nuevos compañeros de la noche —anunció su jefe—. Es una chica y un chico, pero tienen experiencia. De todos modos falta bastante para que comiencen, pero te servirán de ayuda.
—¿Sus nombres? —preguntó ella.
El jefe se encogió de hombros y siguió su camino, dejando a Selena desconcertada. Pero no había tiempo para pensar en ello, tenía horas de trabajo por delante.
Mientras servía copas y tomaba las comandas de la gente, algo llamó su atención en una mesa a lo lejos. Un hombre solitario, con su vaso casi vacío, la miraba fijamente. Selena intentó ignorarlo, pero su mirada persistente la incomodaba. Eran más que solo un par de ojos encima de ella, era el destello de curiosidad que se mostraba y lo increíblemente familiares que le resultaban.
Fue entonces cuando, al observarlo con mayor detenimiento, se percató de quién era en realidad. Derek Hale, el hombre que se había encontrado junto a su hermano y amigo en la reserva. Había oído hablar de él muchas veces, pero nunca había coincidido en persona luego de que terminara aquél año escolar. Sin saber por qué, decidió acercarse a su mesa.
—Hola, Derek Hale, ¿verdad? —preguntó Selena, apoyando la bandeja encima de la mesa, intentando aparentar que no estaba segura de la respuesta.
—Lo soy —afirmó él con tono casi cortante.
—Hermana del chico que irrumpió en tu propiedad privada —se presentó ella—. Debes recordarme, estaba...
—Lo sé —le cortó Derek con una mirada intensa.
Selena se sintió extrañamente atraída por él, por su aura misteriosa y por la forma en que la miraba. Pero se obligó a correr la mirada e ignorar su intensa presencia.
—¿Qué haces aquí? No pensé que fueras del tipo que frecuenta este tipo de lugares —preguntó Selena intentando alivianar el ambiente. Después de todo, la comodidad del cliente también era parte de su trabajo.
—No, no lo soy —estuvo de acuerdo Derek, pero luego se encogió de hombros—. Solo necesitaba un momento de tranquilidad.
Selena lo miró durante unos segundos y pensó que quizás estaba molestándolo. No quería ser mencionada una vez más en el libro de quejas. Recordó el mes que estuvo escrito su nombre como quince veces. Tampoco se arrepentía del todo por haber golpeado a hombres que intentaban aprovecharse de su amabilidad. Lo único que la obligaba a abstenerse varias veces en aquellas situaciones, era el dinero que perdería si se dejaba llevar por el enfado.
—¿Necesitas que te traiga algo? —preguntó Selena con suavidad.
—No, está bien, nada me hace efecto. —Derek observó a Selena con atención esperando algún tipo de reacción por su parte, pero al notar que ella lo interpretó de forma irónica, Derek se puso de pie—. Deberías estar más atenta a tu hermano, podría estar pasando por cosas extrañas.
Selena arrugó su entrecejo confundida mientras bajaba su libreta junto al bolígrafo.
—¿A qué te refieres?
Estaba intrigada por sus palabras, por el tono misterioso y por lo mucho que parecía estar ocultando. Pero antes de que Derek pudiera decirle algo, su jefe la llamó.
—¡Selena, tienes que seguir atendiendo! —le ordenó, señalando un grupo de amigos detrás de él.
Selena miró a su jefe un instante para asentir confirmándole que lo había escuchado, pero cuando volvió la vista a Derek, este había desaparecido sin dejar ni un rastro de su presencia.
Lo único que ella se preguntaba era: ¿Qué había querido decir con "cosas extrañas"?
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