The Untold Story
Daniel se encontraba observando su nueva habitación, viendo lo bien decorada que estaba y la buena iluminación que tenía.
No le importaba mucho no tener sus pertenencias en aquel lugar, ya que en realidad, no tenía muchas, aunque había algo que sí le habría gustado tener de vuelta.
Sera le dijo que en las mismas instalaciones les daban comida, ropa, entre otras cosas, así que no tenía que ir a buscar sus cosas.
"Y, sin ofender, pero tampoco creo que tengas mucho" le había dicho ella, y eso él no lo iba a olvidar.
Lo peor era que tenía razón.
Se escucharon unos golpes en la puerta, así que Daniel se acercó para abrirla. Se sorprendió al encontrarse con Johan, quien cargaba unas cuantas cajas de manera bastante fácil, como si no pesaran nada.
—¿Uh? ¿Qué es eso?
—Obviamente son tus cosas, idiota—le respondió él con seriedad—Déjame pasar, debo dejar esto dentro.
Daniel lo hizo pasar y Johan caminó directo hacia la cama, dejando las cajas sobre ella. El pelinegro se acercó, curioso por ver lo que había dentro.
Se asomó por encima de su hombro, viendo como el castaño abría las cajas.
—Tú eres demasiado metido, ¿no te parece?—le habló Johan, haciendo que Daniel le dedicara una mala mirada.
—Bueno, pues obviamente debo saber lo que tienen las cajas si son para mí.
Johan chasqueó su lengua y luego de abrir las cajas retrocedió unos cuantos pasos para que Daniel pudiera ver. El chico se puso a hurgar de inmediato, encontrándose con mucha ropa.
—No puede ser...—murmuró al ver todas las hermosas prendas—¿De dónde sacan esta hermosa ropa?
—Nosotros las fabricamos.
Daniel volteó a verlo con sorpresa, encontrándose con el inexpresivo rostro de Johan. Soltando un suspiro, devolvió su vista hacia las cajas y revisó cada una de ellas, cada vez quedando más encantado con lo que veía.
—Agradezco mucho tener estas prendas tan bonitas y que no son tan aburridas como tu traje blanco y negro—el comentario de Daniel hizo que Johan hirviera de la rabia.
—¡Oye! ¡Cuidado con lo que dices!
—Tranquilo, solo quería ver una reacción de tu parte—le respondió el pelinegro con diversión, hasta que algo cruzó por su mente, así que cambió su expresión—Johan... ¿Te puedo hacer una pregunta?
—Ya la estás haciendo.
Daniel rodó los ojos con fastidio y decidió ignorar eso.
—¿Sabes qué son "los cuervos"?—optó por preguntarle, ya que eso le venía comiendo la cabeza desde que oyó a aquel tipo en la calle decirlo.
No se perdió el momento en el que Johan se tensó, abriendo sus ojos en demasía al oír su pregunta y como comenzó a sudar un poco por los... ¿Nervios?
—No sé de qué me estás hablando—finalmente respondió con voz ahogada—Lamento no poder responder tu pregunta.
—Eres muy malo fingiendo, ¿lo sabías?
Johan entrecerró sus ojos, observándolo como si fuera un bicho raro e incluso de manera sospechosa.
Se alejó un poco más y terminó por darle las espalda.
—Te voy a dar un consejo...—habló—No le preguntes a nadie más qué son los cuervos, es por tu bien.
Y dicho esto, salió de la habitación, dejando a Daniel totalmente desconcertado.
¿Qué rayos había sido eso? Johan definitivamente sabía algo, eso era bastante obvio, pero no le dijo nada.
Además, si antes él lo odiaba, ahora lo odiaba mucho más.
Daniel suspiró. No había hecho ningún avance con Johan para ser su amigo, de hecho, había retrocedido como cinco o más pasos.
A pesar de eso, lo haría hablar, no se iba a quedar con la duda.
Él iba a descubrir qué eran "los cuervos".
𖣔
Daniel salió de la ducha de su baño personal, una toalla rodeando su cintura y con la otra se secaba el cabello.
Se había puesto a revisar los productos de aseo personal que le habían dejado en el baño, hasta que decidió que tomarse una ducha era la decisión correcta, ya que le hacía falta una.
Eligió la ropa que se iba a poner, se trataba de una camiseta blanca, una chaqueta azul con detalles blancos y unos jeans negros.
Ya vestido, fue a mirarse al espejo, y mientras que se peinaba, un ruido llamó su atención.
—Es hora de ir a cenar, mis queridos búhos reales—la misma voz que se escuchaba en los parlantes que había por la ciudad, se escuchó ahí—Todos vayan al comedor.
¿Cenar? ¿En qué momento había pasado tan rápido la hora? Daniel se quedó sorprendido.
De pronto, la puerta de su habitación fue tocada. Se dirigió a paso pesado a ella y la abrió, quedando boquiabierto al encontrarse con Johan parado ahí.
Él tenía una expresión de fastidio en su rostro—como siempre—, las manos detrás de su espalda y las mejillas un poco sonrojadas.
—Me mandaron a guiarte al comedor, ya que eres nuevo y no sabes donde está—le explicó él.
—Pero me lo enseñaste cuando dimos el recorrido...
—¿Y recuerdas cómo llegar?
Daniel guardó silencio.
—Lo suponía.
Johan no esperó a nada más, simplemente se dio la vuelta y salió de la habitación, esperando a que Daniel lo siguiera. Él lo hizo, siguió sus pasos y se dirigieron al comedor.
Al llegar, Daniel se sorprendió al ver lo lleno que estaba.
—Muchas personas decidieron mejorar sus vidas al venir a este lugar—comentó Johan viendo el rostro impresionado de Daniel—Por eso hay mucha gente por aquí.
—¿Mejorar?—repitió el pelinegro con duda—Bueno, estoy aquí para comprobar que de verdad es mejorar y no empeorar...
Johan volteó a mirarlo con el ceño fruncido.
—Ten cuidado con las cosas que dices, hay oídos por todas partes.
Daniel sintió escalofríos al oír eso.
—Bien, ya hice lo que debía hacer—Johan interrumpió—Ahora ve a comer, yo me tengo que ir.
—¿Acaso tú no comes?
—No aquí, los trabajadores tenemos otro lugar especial en donde comer.
Luego de eso, Johan se retiró, dejando a Daniel por su cuenta. El pelinegro, con algo de nerviosismo, se adentró más al comedor; unas cuantas miradas se posaron sobre él con curiosidad, varias personas le sonreían con amabilidad y otras solo lo miraban.
Con vergüenza, se dirigió a la zona de la comida y sacó una bandeja para comenzar a servirse. Debía decir que la comida se veía deliciosa, hacía tiempo que no veía algo así, ya estaba acostumbrado al ramen y a un pan rancio.
Cuando terminó de servirse, se dio la media vuelta para observar todo el lugar y buscar algún sitio en donde sentarse.
—¡Hey, chico bonito!—una voz femenina habló y Daniel volteó a mirar. Era la misma chica que había estado gritando en una habitación hacia un tal Zack—¡Ven a sentarte con nosotros!
Daniel, dudoso, se dirigió hacia la mesa de ellos.
Habían tres personas: la chica azabache, otra chica de cabello castaño algo rojizo recogido en una coleta y un chico azabache con el cabello bien peinado.
—Zoe, ¿por qué siempre invitas a extraños a nuestro sitio?—cuestionó el chico con irritación.
—¡No seas así, Zack!—habló esta vez la castaña—Seguro Zoe solo quiere hacer amigos.
Zoe no le prestó atención a ninguno de los dos, toda su atención iba dirigida hacia Daniel.
—Como oíste, soy Zoe Park—se presentó con una gran sonrisa en sus labios—Mi amiga es Mira Kim y mejor no hablemos de Zack.
—¡Oye!
Daniel no sabía como sentirse con aquella situación, había un sentimiento de estar fuera de lugar, pero a la vez se encontraba divertido por las interacciones del trío de amigos.
—Yo soy Daniel Park—se presentó finalmente y los ojos de Zoe brillaron.
—¡Tenemos el mismo apellido!—exclamó con felicidad—Aunque, bueno... Park es un apellido muy común aquí en Corea, ¡pero aún así!
Mira sonrió un poco.
—Te lo dije, Zack. Zoe solo quiere hacer amigos.
La mencionada asintió efusivamente con la cabeza y Daniel hizo un intento de sonrisa antes de comenzar a comer.
Sus ojos se abrieron en demasía ante aquel exquisito sabor que bajó por su garganta, se aseguró de saborearlo bien y luego le dio otras cucharadas.
—¿Eh? Parece que le gustó...—mencionó Zoe al verlo comer de esa forma.
—Te estuviste alimentando bien, ¿cierto?—Mira le preguntó con algo de preocupación en su tono de voz.
—No hay buena comida allá afuera como para alimentarse bien.
—¿Le acabas de llevar la contraria a Mira?—Zack habló frunciendo el ceño y Daniel rodó los ojos.
—No, no lo hice.
Los cuatro continuaron comiendo y charlando, aunque en realidad, Zoe era quien se la pasó parloteando y haciéndole preguntas a Daniel.
Él estaba algo incómodo, pero al mismo tiempo le alegraba haber podido encontrar a un grupo con el cual estar en ese lugar, o se iba a sentir muy solo.
Después de todo, no le agradaba a Johan y eso lo ponía bastante triste.
De pronto, algo cruzó por la cabeza de Daniel. Recordó la advertencia que le había dado Johan por ese tema, pero la curiosidad le ganaba y tampoco se iba a quedar de brazos cruzados.
Él quería saber la respuesta.
—Oigan...—comenzó a decir, llamando la atención de los tres—¿Saben lo que son "los cuervos"?
Ninguno de ellos dijo alguna palabra, solo compartieron miradas confundidas.
—Eh...—habló Zack después de unos segundos—¿No son esas aves?
—Eres un idiota, Zack—le dijo Zoe y el chico la miró ofendido.
—¡Oye! ¡¿Y eso por qué?!
—No creo saberlo, lo lamento—esta vez, Mira le respondió con pena—¿Por qué? ¿Es algo importante?
Daniel dudó un poco antes de responder.
—No, no lo es, no te preocupes.
Luego de terminar de comer, Daniel fue a dejar su bandeja y se adelantó, diciéndole a los otros tres que aún tenía que ordenar su habitación ya que había llegado hace poco.
Mientras que iba caminando por los pasillos, un fuerte agarre en su muñeca se hizo presente, cosa que lo sobresaltó y trató de liberarse, sin tener éxito. Fue jalado hacia una habitación y lo acorralaron contra la puerta, ésta siendo cerrada en el proceso.
Frente a él, se encontraba un lindo chico pelinegro con mechas blancas en su cabello.
—¡¿Q-Qué haces?!—se alteró y trató de gritar, pero su boca fue cubierta por una de las manos del contrario.
—Tranquilo, no te haré nada—le dijo él—Solo quiero que hablemos, relájate... Es sobre "los cuervos".
Daniel se sorprendió ante eso y se relajó al instante, no volviendo a querer escapar. De verdad quería saber eso.
—Te escuché preguntándole a los otros sobre los cuervos...—comenzó a decirle el contrario—No deberías mencionarlos a lo despreocupado, es muy peligroso.
—¿Pero por qué?—Daniel frunció el ceño—Eres la segunda persona que me lo dice, pero no entiendo la razón.
El otro chico alzó una ceja al oír eso, confundido.
—¿La segunda...?—dejó la pregunta en el aire cuando se dio cuenta de algo—Bueno, no importa... Ya sabes, no seas tan descuidado con ese tema.
—Al menos dime algo, por favor.
El de mechas blancas cerró los ojos, soltando un suspiro, y luego los abrió para observarlo fijamente.
—"Los cuervos" son una organización.
Y luego de decir eso, alejó a Daniel de la puerta para abrirla y salir del lugar, dejándolo completamente desconcertado, solo en aquella habitación.
Cuando su mente procesó algo, sus ojos se abrieron demasía.
—La voz en el parlante nos llamó "búhos reales", y esos son los depredadores de los cuervos...
𖣔
Los días pasaron, Daniel comenzó a juntarse más con el grupo de Zoe, pero sus pensamientos estaban ocupados con aquello que había pasado el otro día. Todo el tema de los cuervos lo tenía demasiado confundido e intrigado.
Otra cosa que ocurrió fue que Sera le dio un tarro con pastillas para desaparecer las alucinaciones. Le había dicho que habían sido creadas en ese lugar y que eran cien por ciento efectivas.
Daniel comenzó a tomarlas dos veces al día, ya que la mujer así lo dijo.
En ese momento se encontraba acomodando su ropa, hasta que una voz lo interrumpió.
—Buen día, mis queridos búhos reales,¿cómo se encuentran el día de hoy?—la misma voz habló por los parlantes—¿Saben qué día es hoy? ¡Sí! ¡Es día de entrenamiento! Ya saben que hacer.
Justo cuando la transmisión se cortó, la puerta de su habitación fue tocada.
Daniel se dirigió de inmediato a abrirla, encontrándose con Johan con la mirada en el suelo.
—¿Johan?
—Vengo a guiarte al gimnasio en donde entrenamos—le explicó él y el pelinegro asintió con la cabeza, comprendiendo.
De pronto, Johan captó algo con sus ojos detrás de Daniel.
—¿Y eso?
Daniel siguió su mirada, encontrándose con su tarro de pastillas que estaba sobre la cama.
—Ah, son pastillas que Sera me dio...—respondió—Son para que las alucinaciones desaparezcan.
No se perdió como Johan se quedó algo ido por aquella respuesta, pero después recuperó su compostura.
—Ya veo...
Los dos salieron de la habitación, el castaño lo guió por los pasillos hasta que llegaron al gran gimnasio. Había bastante gente ahí, pero no estaba toda, ya que el entrenamiento era algo opcional, era por si uno quería.
—Mi trabajo está hecho—la voz de Johan llamó su atención y volteó a mirarlo.
—¿Tú no entrenas para pelear y defenderte?
Johan sonrió de lado con suficiencia.
—No lo necesito.
Y dicho esto, se dio la media vuelta para irse. Daniel se quedó mirando el lugar por donde se había ido.
—Primera vez que lo veo sonreír y no era una sonrisa buena... Que tipo más raro—murmuró para sí mismo.
Daniel se acercó más al resto, tratando de analizar bien quienes estaban ahí. Se sorprendió un poco al ver que estaba Zack, pero al menos había alguien a quien conocía.
—Es un placer tenerlos aquí—habló un chico de baja estatura que usaba anteojos. Tenía la misma voz que la que salía de los parlantes—Ahora comenzará el entrenamiento de pelea y defensa propia con nuestros tres maestros.
Señaló a tres hombres que estaban muy bien vestidos y peinados. Uno tenía el cabello rosa, otro era rubio y el otro pelinegro, el último tenía los ojos bastante raros, cosa que llamó la atención de Daniel.
—James Lee les enseñará la velocidad, Goo Kim las armas y Gun Park la fuerza y resistencia.
Fue señalándolos uno a cada uno, así que Daniel supo quien era quién.
—Aunque primero vamos a comenzar con movimientos de pelea básicos.
Gun y James dieron un ejemplo, fingiendo que ellos estaban en una pelea mientras que Goo los animaba.
Se notaba que los otros dos se encontraban fastidiados por el rubio, así que lo ignoraron.
Daniel observó con atención cada movimiento que ellos hacían, sintiendo el interés crecer dentro de él.
Ambos se movían de manera fluida y profesional, tanto que Daniel sentía que en cualquier momento se iban a golpear de verdad.
En un momento, James se alejó y Gun dio un paso adelante, escaneando con la mirada a cada persona que había en el lugar, hasta que ésta cayó sobre Daniel y una siniestra sonrisa apareció en su rostro.
—Tú—le dijo—Eres nuevo, ¿no? Ven hacia acá.
Daniel tembló un poco ante eso, pero aún así hizo lo que se le dijo. Se acercó lentamente hacia Gun.
—¿Tienes experiencia en combate?
—Un poco, aunque no es muy buena—Daniel respondió con honestidad.
—Veamos... Trata de seguirme el ritmo.
Gun se quedó de ahí de pie, esperando a que Daniel diera el primer paso, cosa que confundió al contrario.
"¿No tenía que seguir su ritmo? ¿Por qué espera a que yo comience?" se preguntó.
Avanzando un poco, Daniel se puso en posición y lanzó un golpe hacia Gun, quien lo esquivó sin mucho esfuerzo. Luego le lanzó una patada brasileña y el contrario otra vez la esquivó, pero retrocedió muy sorprendido.
"Esos son los movimientos que hice con James... ¿Los acaba de copiar?" pensó Gun con los ojos muy abiertos.
Daniel se quedó desconcertado cuando Gun no atacó de vuelta, en cambio, se quedó ahí de pie, observándolo de manera profunda.
—Tú...—comenzó a decir con voz grave, pero luego una gran y siniestra sonrisa se formó en sus labios—¡Eres interesante!
Sintiendo escalofríos por todo su cuerpo, Daniel retrocedió, escuchando la sonora carcajada que soltó Goo ante eso.
—No asustes así al novato, Gun.
—Puede ser un novato, pero tiene potencial.
Todos los demás soltaron un jadeo con sorpresa al oír a Gun decir eso sobre alguien. Eso era muy extraño.
Zack apretó los puños. Daniel había dicho que no tenía mucha experiencia en eso, ¿pero había logrado impresionar a Gun? Era un mentiroso.
Inesperadamente, Gun lanzó una patada que le dio a Daniel, haciéndolo caer sobre sus rodillas y tosiendo.
Zack contuvo una carcajada por aquella escena. Más tarde se iba a burlar de Daniel por eso.
—Tienes talento, pero necesitas velocidad para ver los ataques—Gun hizo una observación—Ahí es donde entras tú, James.
El mencionado asintió con la cabeza, cruzado de brazos. A su lado, Goo hizo un puchero.
—¿Y qué hay de mí?—hizo un berrinche como un niño pequeño, ganando miradas incrédulas de algunos.
Gun decidió ignorarlo.
A lo lejos, arriba de unas gradas que rodeaban el gimnasio, una chica se encontraba observando todo, siendo acompañada de dos hombres.
—¿Qué le parece, señorita Crystal?
La chica llevó una de sus manos a su barbilla, de manera pensativa.
—Me parece bastante interesante.
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