11
Y U J I
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El día de las sesiones privadas con los Vigilantes, Yuji está muy nervioso.
También piensa que ha sido muy pronto, que el tiempo se ha ido volando. Pero así son las cosas antes de los Juegos.
Permanece en el comedor, mientras todos se preparan para abandonar la sala, cuando sean llamados. Distrito a distrito, primero el chico y luego la chica. Como siempre, el Distrito 12 se queda para el final, así que por ahora permanece quieto sin saber muy bien qué hacer.
Megumi fue el primero en abandonar la sala, un chico del distrito 1 y con el que podía haber entablado quizás una amistad cercana; por alguna razón que no comprende del todo, ese chico le ha permitido acercarse y no lo ha rechazado. Y eso a pesar de que todo el mundo se ha impuesto a recalcarle que no se deben de tener aliados.
Luego va su compañera y pasan al Distrito 2. El tiempo es justo y pasa demasiado rápido. Yuji observa cómo desaparece Sukuna de la sala, con el mentón en alto y tronando sus manos. Está más que preparado, de eso está seguro; pero tristemente, con quien ha querido afianzar más su extraña relación, ha resultado imposible.
Cada cosa que hacía, cada detalle, cada movimiento, el otro lo tomaba a malas. Y Yuji se odia por eso, porque lo que menos quiere es echárselo más de enemigo.
De todas maneras, allí sentado, observa cómo sorpresivamente, nada más desaparecer la alta figura de Sukuna, su compañera, Uraume se acerca a su lado. Está incorporada, probablemente porque en cuestión de segundos, le tocará a ella.
Yuji pretende levantarse, para recibirla o huir en el proceso, porque no sabe a qué viene en realidad y teme que quiera herirlo antes de su prueba, aunque eso esté prohibido. Sin embargo, la mano de Yuko en su pierna lo detiene y, cabizbajo, la analiza al tenerla al frente.
Ella sonríe y a pesar de lo que se esperaba, con amabilidad. Su mirada todavía es dura, fría, pero en realidad no infunda ninguna emoción mala.
Cuando comienza a hablar, Yuji se da cuenta de que tiene los hombros demasiado encorvados y tensos.
—Oye, Yuji... —pronuncia su nombre con cuidado, como si temiera que en cualquier momento Sukuna saliera de alguna parte para matarlos—, a pesar de lo que pueda parecer, Sukuna no es tan malo como parece. Quiero decir, puede que su comportamiento contigo haya sido de lo más brusco, pero... En realidad tiene problemas y, digamos, como mejor amiga que soy de él, que no sabe muy bien cómo expresarse. En realidad, es muy malo con esas cosas.
Uraume se ve elegante, con ese cabello rojo hasta más allá de los hombros y su voz es impresionantemente delicada. Nada de lo que se esperaba Yuji, mucho menos de alguien que ha visto codo con codo, todo el tiempo, con Sukuna.
—¿Por qué me dices esto? ¿No estás con él? ¿No deberías odiarme?
Ella niega, de inmediato. Para hacer revolotear sus pestañas, con armonía. Señala que se aparten de los demás, afuera de la mesa del comedor, para seguramente no contar sus debilidades con los demás. Yuji se separa de Yuko, curioso ante todo esto.
Peor no puede evitar querer curiosear por la persona que le ha llamado la atención desde que lo vio por primera vez en las pantallas.
Toma distancia de su compañera y del resto de participantes, para apartados, hablar de ese tema que ha empezado ella. Quien, mantiene su sonrisa, dándole algo de color a sus pálidas mejillas.
—Verás, Yuji... Yo, sé que puede sonar a excusa, pero, créeme que Sukuna en realidad no te odia. Simplemente, bueno, estas no debieron de ser las circunstancias para conocer a posiblemente una copia tuya en la vida real —señala ella, ocultando sus manos detrás de su cintura—. Si yo pudiera tener la oportunidad que tenéis Sukuna y tú, me aseguraría de no perder de vista a mi reflejo, ya me entiendes.
Yuji asiente, pero aún así, no es Sukuna quien ha venido a pedirle disculpas. Se cruza de brazos, para preguntar: —¿Ahora me dirás que no será capaz de matarme en los juegos?
Ella suspira, con delicadeza y mareando esas pestañas nevadas que ocultan sus irises coloridos. Sin embargo, no da una respuesta exacta, simplemente... se hunde de hombros para volver a suspirar con desgano.
Yuji sabe muy bien que en la arena, cualquier lazo se rompe.
—No es eso..., Mira, Rochelle podría asegurártelo como yo, su mentora. Quien también es su mejor amiga, literalmente hemos estado los tres juntos mucho tiempo, pero... Lo que quiero que te quedes con todo esto, es que no te tomes todo muy a pecho, ¿vale?
Y ni siquiera al chico le da tiempo de rebatir lo que ella dice, porque justo la llaman por megafonía y ella desaparece de su vista para realizar su prueba; por lo que Yuji regresa al lado de Yuko, cavilando sobre toda esa nueva información de su otra copia.
Por lo que sabía, Uraume y esa chica, Rochelle (seguramente la chica morena que vio en el día del desfile) son más cercanas a Sukuna de lo que pensaba. Además, ahora sabía dos detalles importantes; primero, que Sukuna no lo odiaba del todo y segundo, que consideraba a Uraume alguien importante, por lo que seguramente en la arena no la haría a un lado.
Yuji piensa en ese chico altivo, seguro de sí mismo, grosero y algo de mal humor y no se lo imagina dando su vida por él; en cambio, por Uraume o por Rochelle, seguro que sí. Además, por supuesto, de que en realidad Uraume era una chica bastante amable.
El tiempo pasa y conforme se vacía la sala, finalmente Yuko (que no preguntó nada de la conversación con Uraume), y él se quedan solos. Permanecen sentados, en silencio, hasta que pronuncian el nombre de Yuji. Los nervios flotan en el aire mientras se levanta para dar lo mejor; sin embargo, las palabras de Yuko lo detienen.
—Dalo todo, Yuji. —El chico asiente y también le desea mucha suerte.
Después camina de la forma más erguida posible y se prepara para hacer su mejor exhibición.
Horas más tarde, está descansando en una de las salas principales de su piso de distrito, impaciente por ver las puntuaciones. Recuerda ese amasijo de volteretas, lanzadera de hachas y decapitaciones y, la poca comida ingerida en su estómago, se revuelve con fuerza.
En un momento de su asesoría privada, se imaginó usando toda su fuerza bruta y su velocidad para causar daño en la gente con la que se enfrentaría la arena; eso por supuesto, consiguió que en una de sus volteretas, su pierna flaqueara. Por suerte, sus brazos consiguieron sostenerlo quieto en su lugar. Había conseguido algo de masa con los entrenamientos casuales con Megumi Fushiguro, con sus consejos y con la comida diaria que entraba en su tripa.
Pero igualmente, Yuji sabía que contra enemigos profesionales y experimentados a la lucha constante, sus esfuerzos por ser algo mejor del pobre chico que había sido en los juegos, no serviría de absolutamente nada.
De todas maneras, toma un jugoso chocolate caliente mientras escucha, algo distraído, las conversaciones de su mentor y de su estilistas, más su acompañante del distrito, que entablan con su compañera de juegos, Yuko. Según ella, ha dado una buena presentación; no obstante, los resultados se mostrarán ahora mismo.
A Yuji no le sorprende ver bajo la foto de Megumi, un enorme y curioso nueve. Es lo que se merece, después de todo, en los pocos días que han compartido ha podido ver su destreza con varias armas y lo estratégica que resultaba ser su mente.
Yuji lo admira.
Por supuesto, no se da cuenta ni de que anda mordiendo sus uñas, cuando ve la foto de su copia exacta en la pantalla al otro lado. Aparece un "doce" en el televisor y hasta Nanami, que usualmente se mantiene ocupado, escupe en su bebida. Shoko se ríe a carcajadas mientras se burla de él.
—¡Hasta la copia de Yuji te ha hecho sorprenderte, viejo! —Ambos se fulminan con las miradas y mientras ve que su mentor saca un pañuelo para secarse la comisura de sus labios, Nobara, su estilista habla.
—Chico, lo tienes complicado con ese semental.
Y no hace falta que lo dijera, piensa Yuji, de eso estaba seguro.
Después pasan a Uraume, quien ha sacado un notable diez. Tampoco se esperaba menos; el resto de tributos sigue con notables notas altas. Algunas son más destacables que otras; Maki, del cuatro, ha obtenido un diez y su compañera, Mahito, que no le gusta para nada, también un diez. A Yuji le dan escalofríos de solo pensar en lo que puede hacer ese loco.
Junpei, del distrito once, se luce con un agraciado ocho y Yuji piensa en las curiosas miradas que han compartido una gran parte de las veces. Ha querido hacerse su amigo, o al menos conocerle, pero no habido oportunidad. Yuji se lamenta cuando finalmente, aparece su rostro en la pantalla. Incluso advierte a su mentor inclinado sobre la silla de felpa, esperando por lo inesperado.
Un 11. Un increíble 11.
Eso es lo que pone en las pantallas e incluso, la presentadora, Yuki Tsukumo, una mujer de cabellos dorados y mirada adusta y azulada, también mira la nota entre sus manos varias veces. Tampoco parece creerlo del todo.
—Es sorprendente sin duda, sobre todo por lo cerca que ha estado por alcanzar a Sukuna, el favorito de muchos —anuncia, para pasar a su compañera.
Sin embargo, a Yuji todo le resulta abrumador. Sobre todo los gritos, las felicitaciones, los empujones y la forma en la que su amiga de juegos se aferra a su hombros. Nanami le regala una emocionada sonrisa y hasta Nobara, parece verlo con otros ojos.
Por supuesto, que Yuko haya sacado un ocho termina de emocionar al resto de grupo.
—Has estado genial, Yuko. —La felicita, pero sus palabras no llegan a esa increíble sonrisa que colma las mejillas redondas de su amiga.
—No tanto como los dos, esta noche, nos hemos superado, Yuji —dice ella.
—¡Me voy a lucir contigo en las entrevistas, chico! —anuncia Nobara, salida de la nada.
Cuando lo abraza por los hombros, dándole cosquillas con su bufada de piel de cordero, Yuji tampoco es capaz de borrar su sonrisa. Esta nota, por insignificante que pueda resultar para los profesionales de los otros distritos, para él es una esperanza para la gente de su distrito.
Ahora pueden ver qué no es tan inútil como parece.
Pero, mientras marcha a su habitación asignada, piensa en Sukuna y en que eso no es tan buena idea como parece; porque por mucho que las palabras de Uraume sigan rondando por su cabeza, siente que esto lo único que ha hecho es ponerle una diana sobre la cabeza.
Que el agujero con Sukuna, no ha hecho más que agrandarse.
Escondido entre las sábanas de su cama, se arropa hasta la cabeza y pretende olvidarse de todo. Pero el rostro desconcertado, confuso y molesto de Sukuna no sale de su cabeza. Tampoco la sonrisa amable de Megumi, quien amablemente había compartido varios momentos a su lado en los entrenamientos. Su cabeza está hecha un lío cuando finalmente, puede descansar.
El alba golpea contra su rostro bien entrada la mañana del día siguiente.
Es domingo y sus pies están fríos al haberse salido de las mantas durante la noche. Yuji se los masajea con cuidado, incapaz de sentir nada más que un molesto y tedioso hormigueo en ellos.
Se queda así por un buen rato, tratando de hacerse a la idea del día que le espera y por supuesto, de lo que vendrá mañana. No sabe porqué, pero ayuda pensar en los apacibles ojos verdes de Megumi y se pregunta, mentalmente, si realmente podrían considerarse amigos el uno al otro.
Si realmente, cuando llegue la hora de la verdad, podrán matarse mutuamente.
Shoko llama a su puerta, instándolo a levantarse para ponerse las pilas; después de todo, tienen que practicar muy duro, para que mañana por la noche, cuando lo entrevisten en la televisión, todo salga perfecto. Por lo que tras dar unas cabezadas más, imaginándose estar al lado de su hermano Choso, de recibir sus caricias en el cabello, se levanta, se da una ducha rápida haciéndose un lío con los botones que toca, como de costumbre, y baja al comedor.
Allí están reunidos ya todos los integrantes de su equipo, sobre la mesa y hablando en voz alta de como deben dirigir toda la entrevista, de ambos. Nanami menciona que tiene facilidad con él, porque resulta terriblemente asertivo con la charla y que le encanta dialogar con la gente. Lo que a Yuji le parece totalmente cierto, debido a su necesidad de conectar con todo el mundo.
Shoko menciona que eso es una ventaja, a diferencia de Yuko, que resulta ser algo más reservada.
—Pero no es algo que no se pueda remediar —menciona, convencido su mentor, mientras Yuji toma la oportunidad para saludar y sentarse a la mesa.
Hoy hay un salteado de verduras y filete a la plancha, lo que para Yuji es un plato que despierta su hambre. Los juegos empiezan dentro de dos días y el chico sabe que debe aprovechar para coger fuerzas y para hacer su mejor juego; ya que por ninguno de los casos, aunque resulte en nada, no piensa rendirse sin luchar.
Yuji termina de tragarse con cuidado parte del filete, para preguntar sobre los horarios.
Shoko es quién le responde: —Cuatro horas conmigo para que sepáis presentaros y las otras con Nanami para saber de qué contenido hablar.
Nanami sonríe amablemente, dejando un vaso de indefinido contenido, para señalar a Yuji con un ligero movimiento de cabeza.
—Nada más termines de comer, empezaréis ambos con Shoko y luego, seguiréis conmigo.
Dicho tal cual, cuando el joven de cabellos rosados terminó de desayunar, ambos marcharon hacia la habitación de la mujer que no suelta ni un solo cigarro de su boca, para comenzar con las clases. Sorpresivamente, van bastante bien.
Yuji y su compañera han tenido que probarse varios vestidos elegantes, zapatos con tacón y ese tipo de cosas, para aprender cómo uno debe sentarse correctamente, cómo uno debe andar y colocar una elegante postura todo el rato. Gran parte de la sesión va viento en pompa, y Shoko les menciona que son bastante fáciles de trabajar.
Claro, hasta que Yuko camina hacia la cama de Shoko para dejar sus tacones de punta de aguja y tropieza con ese largo vestido de prueba de tonos dorados y cae —casi— al suelo; todo se evita gracias a que él la sujeta de los hombros, agachándose sin perder la postura agraciada. Varias veces Shoko le comentó que tiente tendencia a subir demasiado los hombros, pero que gracias a un curioso abanico de punta afilada, ha aprendido a mantenerlos abajo.
Lleva el cabello como práctica, enrulado y algo echado hacia abajo. Se ve diferente, lo sabe por lo distinto que se ve en el reflejo de los ojos claros de su amiga.
—¿Estás bien, Yuko? —Ella, no obstante, se sonroja hasta las orejas y Yuji se ve obligado a sostenerla por temor a que cayera con su ágil torpeza.
Sin embargo es Shoko quien interrumpe ese breve encuentro, señalando a la joven.
—¡Yuko, será mejor que te levantes ahora mismo o ese vestido de enorme calidad se va a deshilar por tus dos pies izquierdos! —Eso es lo único que necesita el chico, para ayudar a su amiga a incoporarse.
Después, ambos no mencionan nada del tema y se cambian para seguir con las enseñanzas. El resto de las horas, pasan estudiando elcontacto visual, los gestos de las manos y las sonrisas. A Yuji, claramente, le resulta fácil este aspecto porque siempre anda sonriendo.
Cuando a la hora de la comida, regresan con Nanami en el comedor, escucha los elogios de Shoko a sus espaldas:
—Yuko claramente es mejor en verse delicada y más elegante, pero sinceramente, Yuji se lleva las flores en cuánto a ser sociable con cualquiera. Parece bastante natural por su parte —comenta, con una gracia.
Después abandona la sala y los deja al cuidado de su mentor, que los dirige hacia el salón. Seguidamente les pide que tomen asiento y Yuji está realmente emocionado por la sesión de contenido, porque estas cosas se le dan mucho mejor que aparentar que es un superhombre o algo así. Sabe que podrá engatusar a muchos por medio de sus palabras.
—Muy bien, chicos, decidme, ¿cuál creéis que es la mejor manera para presentaros? Hasta ahora, Yuko ha demostrado no ser una mosquita muerta y que ser encantadora está en sus venas. En cambio —se dirigió hacia Yuji—, tú, en cambio, brillas desde que llegaste. Te presentaste voluntario para salvar a un crío que desconocías, Nobara te hizoinolvidable y obtuviste una increíble puntuación. Y por supuesto, todo el mundo desea conocerte.
—Eso es obvio, mucha gente gritó tu nombre desde las audiencias —añadió, amable, Yuko.
Yuji se sintió algo mal por recibir tantas florituras, pero aprovecharon la buena sesión de entrenamiento en donde Nanami fingió ser un entrevistador e intercalaba las preguntas, para su amiga y para él. Yuko permanecía callada en varias, incapaz de encontrar alguna respuesta factible, por lo que Nanami le dio un buen consejo.
—Eres una chica con mucho amor por dentro, trata de hablar con ese cariño y verás que la conversación fluye. —Ella asintió, tratando de dirigir a otro lado esa sesión.
Funcionó en gran parte, porque dejó de estrechar sus manos de un lado a otro para hablar con mucha más soltura que antes. Yuji en realidad, no se calla, porque su mentor tuvo que tomar medidas; literalmente, golpeó una de sus pantorrillas para detener su infinita perorata.
—Suficiente, Yuji. —El chico cerró la boca, no entendiendo qué podía haber hecho mal—. Verás, ellos quieren conocerte, pero tampoco puedes mostrar que eres un libro abierto. Para encantar a la gente, tienes que mostrar algo de misterio, de reserva, ¿lo comprendes?
Yuji hundió sus hombros, inclinando la cabeza.
—Vamos, que debo cortarme con lo que digo, ¿no?
Su mentor asiente, estrechando sus manos dándole una palmada a Yuko, para que abandone la estancia; después de todo, con ella ha terminado. Yuji recibe una intensa mirada de su compañera y la ve abandonar la habitación. Sus manos se tensan sobre la pernera de su vaquero, inquieto y odiando su lengua suelta.
—No lo digo por algo malo, chico, pero..., Tienes que conseguir que se obsesionen contigo para facilitar los patrocinios, pero si hablas tanto lo único que conseguirás... —Y Yuji interrumpe a su mentor, que ahora se ha sentado a su lado.
—Será aburrirlos, lo sé.
El resto de la noche siguen practicando y Yuji intenta ser mucho más cortante pero sin llegar a ser descortés; cuando lo consigue, más o menos, finalmente pueden descansar. Nanami sonríe orgulloso durante la cena, que básicamente ha ido de charlas laboreando a ambos de sus agraciados intentos por parecerse a la gente del Capitolio.
Yuji no recuerda mucho de la conversación cuando ya se encuentra en su habitación, con el estómago lleno y al mismo tiempo, vacío y retorciéndose por la inquietud. La manta le resulta pesada, más que de costumbre, pero apela ese sentimiento al ahogo que va a sentir la mañana siguiente, cuando sean las entrevistas.
Para Yuji, es fácil soltarse con personas cercanos a él, con gente amable, pero... ¿Hablando del Capitolio? Teme que algo salga mal y pierda su oportunidad de tener una ventaja en los Juegos.
Lo echaría todo a perder.
🥞. ——— elsy al habla (!)
muchas gracias por todo su apoyo.
ufff, estaba deseando subir este capítulo cuanto antes; después de todo, finalmente hemos llegado al apartado de las entrevistas. muero de emoción por este proyecto que hago con mi bestie, y amo demasiado a estos bebés.
por cierto, ¿les gusta la nueva portada y separador? mi bestie tiene el suyo propio y que se mostrará en la continuación de la historia de sukuna. yo amo demasiado esta vibe, finalmente estoy conformada con algo.
nos veremos pronto, tributos.
🐝.
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