━Capítulo Seis
❝¿𝐂𝐑𝐄𝐄𝐒 𝐐𝐔𝐄 𝐓𝐔 𝐆𝐑𝐔𝐏𝐎 𝐌𝐄𝐑𝐄𝐂𝐄 𝐄𝐒𝐓𝐀𝐑 𝐀𝐐𝐔Í?❞
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〘 ✰.༄☼︎ 𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟎𝟔☼︎༄.✰ 〙
–— Alexandria —–
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TODO EL TRAYECTO A LA DICHOSA COMUNIDAD DE AARON SE HABÍA VUELTO UNA LOCURA principalmente porque cuando salieron por la noche no contaban con que las cosas se saldrían de control y ambos grupos tuvieron que arreglarselas pues se separaron.
Al menos ahora estaban de nuevo juntos dirigiendose a aquel lugar desconocido y ahora la pareja de Aaron, un hombre llamado Eric se les unió en su trayecto.
Se vieron obligados a descansar en aquella bodega abandonada hasta que amaneciera. Además de que luego de una pequeña charla entre varios del grupo lograron convencer al líder de que ambos hombres no eran peligrosos.
Por la mañana tal como les prometió Aaron, el grupo de Rick se pusó en marcha con ayuda de los mapas a la comunidad de la que tanto hablaban.
Tuvieron que hacer un par de paradas en el camino, pero finalmente llegaron y lo supieron cuando vieron frente a ellos unos enormes muros.
Rick estacionó el auto frente a los muros y se tomó unos minutos para procesar lo que estaba sucediendo.
En la parte de atrás iba Carl y Rylie
con una inquieta Judith en brazos.
La rubia movía su pierna y miraba asustada los muros frente a ellos.
Sentía que en cualquier momento se saldría su corazón de su caja torácica. Además, su estomágo se revolvió debido a los nervios y la emoción. Por primera vez sintió que algo bueno los esperaba y después se tanto desastre, sufrimiento y muerte se desepcionaría de la vida si esa comunidad no llegase a ser su hogar.
Carl notó sus gestos y tomó una de sus manos temblorosas entre las suyas para después sonreír dandole animos.
Después bajaron todos y se acercaron lentamente a los muros.
Rowan, quien caminaba a un lado de
su hermana no pudó evitar sentir que alguien los acechaba y rápidamente se giró a las casas abandonadas a lado de la carretera percatandose de la presencia de una jóven viendo desde una ventana.
Michonne pasó bloqueando su vista y la misteriosa jóven desapareció. Aunque no parecía ser algo producto de su imaginación, ella se veía tan real.
Se detuvieron a la espera de que las enormes puertas fueran abiertas y en lo que esperaban un bote de basura cayó a un lado suyo alarmando a todos.
Solo se trataba de una zarigüeya que andaba en busca de comida y que sería la próxima comida de Daryl Dixon ya que no dudó en dispararle una flecha.
Las puertas rápidamente fueron abiertas dejando ver a un hombre
junto a sus dos guías.
—Trajimos la cena —comentó
Daryl refiriendose al animal que
traía agarrado de la cola.
—Está bien, entren chicos.
El grupo avanzó al interior del lugar apesar de que el hombre en la puerta los hubiera visto como si fueran bichos raros y una vez todos estuvieron dentro las rejas se cerraron frente a sus ojos.
—Antes de ir más lejos necesito que todos entreguen sus armas —anunció
el guardia dirigiendose al grupo —. Quédense, pero entreguen sus armas.
—No sabemos si queremos quedarnos.
—Descuida, Nicholas.
—Si quisieramos usarlas ya lo habríamos echo —respondió Rick mirando al nombrado.
—Deja que hablen con Deanna primero.
—¿Quién es Deanna?
—Les dira todo lo que quieran saber
de este lugar —informó Aaron respondiendo al pelirrojo antes de dirigirse al líder —. Rick, ve tú primero.
Rick se quedó en silencio mirando a sus compañeros antes de dirigirse a una de sus compañeras de grupo.
—Sasha...
La mencionada de giró a las rejas con su rifle en alto y disparó con precisión a un caminante que se acercaba acabandolo.
—Que bueno que llegamos.
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Una nerviosa Rylie se movía por la habitación amueblada realmente intranquila por lo que sucedería a continuación. Veía por una ventana los muros y lo que parecía ser una iglesia cercana a estos.
Una mujer castaña perfectamente arreglada y peinada se acercó a ella con una esplendida sonrisa.
—Hola, soy Deanna Monroe. ¿Cómo te llamas?
Rápidamente la chica se giró ligeramente avergonzada por ser descubierta cureoseando, pero es que ver un lugar tan limpio y espacioso la hacía sentirse como en la que llegó a ser su casa hace un par de años.
Casi había olvidado como debía verse una casa por dentro sin muertos y sangre por doquier.
—Rylie Everson.
—¿Puedo filmar esto?
—¿Cómo?
—¿Puedo filmar nuestra charla? —preguntó la mujer recargada en un sofá cercano.
—Claro —respondió Rylie con confusión observando a la mujer prender una camara de video —. ¿Por qué la filmaría?
—Aquí somos muy transparentes.
Al ver el rostro serio de la mujer, la rubia tomo asiento en el sillón frente a ella jugando nerviosa con un hilillo de su chaqueta. Era algo incomodo estar siendo grabada por una desconocida.
—¿Hace cuanto qué están allí afuera?
—Desde el principio.
—¿Cómo se encontraron? ¿Se conocían desde antes?
—No nos conocíamos —respondió Rylie acomodandose un poco en el sillón —. Rick nos encontró a mi hermano y a mi. Pensamos que él podría ser esperanza y decidimos seguir y así estamos aquí.
—¿Dónde están tus padres, Rylie?
—Nos refugiamos en nuestra casa,
papá fue mordido buscando provisiones —relató la rubia con la mirada gacha recordando —. Mamá lo mató y luego ella... ella también se disparo en el sótano. Desde entonces Rick y mi hermano han sido mis figuras paternas.
—Lo lamento.
—No importa, ellos están muertos —respondió Rylie con frialdad quitando un par de lágrimas —. Ademas, mi única familia está aquí conmigo.
—¿Qué me dices de esa bebé, es tuya? ¿Puedo saber tu edad?
—Cumplí catorce hace unos meses,
creo. Y no, Judith es la hermana de mi novio —musitó la chica sosteniendole la mirada intentando descifrar algo —. ¿Por qué nos dejaron entrar?
—Necesitamos gente que sabe lo que
hay afuera, personas fuertes —empezó
a decirle inclinandose un poco para verla mejor —. Y yo se que son un grupo fuerte. Puedo ver que eres alguien algo desconfiada, pero también eres fuerte.
—He perdido a muchos desde que comenzo esta mierda, nos han engañado muchas veces —explicó Rylie alzando la voz sin apartar la mirada de la mujer —. ¿Quién me asegura que no son solo un montón de mentiras lo que prometen?
—Solo dale una oportunidad a este lugar y verás que merece la pena quedarse —comentó Deanna cruzando sus manos —. Apuesto que es mejor estar aquí que vagar por el bosque sin comida y cada día intentando sobrevivir. Se que sabes lo difícil que es estar allá afuera. Así que, ¿crees que tu grupo merece estar aquí?
—Más que nada. Hemos vivido un infierno afuera, hemos echo cosas horribles para sobrevivir —respondió Rylie con voz firme perdida en sus pensamientos —. Estoy cansada de seguir, de perder a los que amo, mi hogar. Solo queremos vivir en paz. Al menos por esa bebé. Ella no merece
todo por lo que hemos pasado.
La mujer sonrió un poco y asintió antes de ponerse de pie frente a ella.
—Aprecio tu sinceridad, Rylie. Gracias por aceptar esta breve entrevista.
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Después de entregar todas sus armas
se le asignaron a varios miembros del grupo por separado una casa que ahora sería para ellos. Obviamente estaban algo más alejado del resto de personas que habitaban la comunidad puesto que Deanna mencionó que no quería que se sintieran incómodos por ello.
Justo después de explorar la casa dónde se quedarían los Everson y los Grimes, Rylie se apoderó de una de las tantas habitaciones disponibles. A decir verdad el lugar era demasiado espacioso.
Lo primero que hizó la rubia fue husmear la habitación que sería suya, todo estaba tan limpio e iluminado
que incluso parecía extraño.
No tardó en percatarse que había
varias prendas de ropa femenina perfectamente dobladas en la cama además de productos de higiene femenina y demás.
Dios, esto es una bendición, pensó
Rylie abrazando la ropa contra ella e inhalando el olor a limpio.
Finalmente se metió a ducharse y para su sorpresa el agua no salió fría ni sucia como espero sino todo lo contrario. Fue por eso que se tardó un buen rato en la ducha, disfrutando del agua caliente y tallandose el cuerpo con la esponja.
La verdad es que no esperaba que el agua se viera tan sucia, pero así fue. Le agradecía al cielo por aquella ducha que no recordaba haber tenido una desde hace semanas o meses.
Sí, algo muy poco higienico.
Talló sus dientes repetidas veces hasta que según ella se veían bien y hizó lo mismo con su pelo. Toda la suciedad se fue y al fijarse en el espejo juraría que se veía más rubia que de costumbre.
No pudó evitar admirar su cuerpo y
se preguntaba en que momento había crecido tanto fisicamente. Aunque lo más alarmante era su cuerpo un poco delgado. Rápidamente apartó la mirada del espejo y siguió duchandose.
Un par de minutos después ya
estaba frente a un nuevo espejo de la habitación observando su aspecto. Llevaba una camiseta negra de manga corta, unos shorts de mezclilla a la cintura y una chaqueta de mezclilla con algunos estampados. Además de que ató su cabello en una coleta.
Repasó su aspecto un par de veces antes de salir y dirigirse a la sala de la casa encontrandose con su hermano, quien observaba los mosaicos y demás y traía a Judith bañada en sus brazos.
—Es casi irreal —soltó Rylie de repente haciendo que el rubio se girará al oírla —. Hace horas estabamos en medio del bosque y ahora hasta casa tendremos.
—Sí, me siento algo raro —comentó Rowan tomando asiento en un sillón cercano —. Digo, hace mucho que no me sentía tan tranquilo. Y... juraría que te ves más blanca que de costumbre, voy a extrañar tu cabello tiezo y esa costra.
Rylie se acercó para darle un zape antes de quitarle a la niña de los brazos y su hermano la miró mal por el zape.
Judith no tardó en removerse inquieta tocando las mejillas limpias de la rubia, cosa que la hizó sonreír.
—Veo que alguien está feliz.
—Quizás sea porque por fin comío comida rica o solo por el baño —respondió Rowan levantandose para tomar la manita de la menor con cuidado —. ¿Verdad que sí, Jude?
La menor simplemente lo miró curiosa antes de meter su mini manita a su boca y hacer una que otra mueca.
—Lo tomaré como un sí.
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—Iugh, ¿por qué en este piso tan limpio?
Daryl se giró al oír la voz de cierta chica y la encontró parada a un par de metros con la mini Grimes en sus brazos.
—Dices eso solo porque no haz probado la zarigüeya en todas las presentaciones, Tinker Bell —respondió Daryl señalando a la chica con su dedo ensangretado a lo que ella hizó una mueca asqueada —. ¿Hiciste algo con tu cabello o por qué se ve menos feo? ¿Te bañaste acaso?
Rylie sintió sus mejillas algo calientes. No por vergüenza sino por molestia. ¿Es que acaso ahora todos iban a molestarla diciendo que se veía más blanca o que su pelo estaba menos duro que todos los días anteriores?
Por lo visto sí.
—Eso pregunte y me zapeo —contestó Rowan entrometiendose haciendo al hombre reír —. Hasta pareces otra.
—Coincido con el intento de arquero —comentó Daryl luego de recuperar el aliento señalando al rubio.
—Usted también necesita un baño, apuesto que debajo de esa mugre hay un apuesto hombre —argumentó Rylie alzando la barbilla con firmeza y el ceño del hombre se frunció un poco.
—Así no nos llevamos, Tinker Bell.
Rick pronto apareció en el porche con Carl y Carol detrás suyo, venían riendo pues escucharon la conversación de los presentes y no pudieron evitar reir por lo último que dijo cierta jóvencita.
—Dios, ¿qué le pasó a tú barba de
Santa Claus? —exclamó Rylie al ver a Rick acercarse un poco a ellos.
—Solo me afeite, támpoco es la gran cosa.
—Ahora pareces un extraño.
Carl se acercó un poco a ellos y empezó a curiosear por los barandales de la casa sin poder evitarlo. Todo le era nuevo.
—Puedes revisar, pero rápido —
accedió Rick al notar la mirada curiosa de su hijo.
—Bueno.
Antes de que Carl pudiera bajar las escaleras del porche, Rylie ya había dejado a Judith en brazos de Rick y lo agarró de una manga deteniendolo.
—¿A dónde crees que vas? Voy contigo, vaquero.
Carl sonrió ante el apodo y comenzaron a alejarse a la casa vecina mientras el grupo se quedaba ahí viendolos irse de la mano, a excepción de Carol ya que los escoltó a la casa en la que se quedaba. Rick no pudó evitar sonreir al verlos.
Una vez estuvieron adentro vieron
el lugar emocionados y llenos de curiosidad al ver todo el espacio de
la casa y los muebles intactos.
—Son como mansiones —comentó
Carl mirando el techo con una sonrisa emocionado.
—Y parece que las están regalando —agregó Carol admirando el lugar a su alrededor antes de darse la vuelta a la salida —. ¿Vienen?
—Sí, ahora vámos.
La mujer salió dejandolos dentro aún maravillados con la casa.
—Esto en serio parece irreal —
comentó Rylie observando por la ventana el paisaje afuera —. Parece un buen sitio para vivir, ¿no crees?
—Me gustaría pensar eso, pero ya
hemos pasado por esto —respondió Carl mientras examinaban una repisa con libros —. No sabemos que vaya a pasar con este lugar después.
—Pues sinceramente a mi me gusta —agregó la rubia acercandose al chico con una sonrisa buscando cercanía —. Me atrevería a decir que es un buen lugar para que Judith crezca.
—Sí, en eso te doy la razón.
La rubia se acercó a él y el castaño
pusó sus manos en su cintura con suavidez antes de que ella jugueteara con los largos mechones del jóven. Carl pronto acercó su rostro para besarla cuando se escucharon unos ruidos provinientes de la planta superior y se detuvó.
—¿Escuchaste eso?
—Parece que alguien está arriba o quizás es mi loca imaginación.
—Sigueme. Iremos a revisar.
Rylie asintió y ambos se dirigieron a
las escaleras. Carl no tardó en sacar un cuchillo de su funda yendo enfrente de la rubia para defenderla por si acaso, ella por otro traía una navaja plegable y no tenía miedo de usarla.
Finalmente llegaron arriba y encontraron una puerta cercana. Con algo de nervios, el castaño se preparó para girar la perilla mientras con su otra mano sostenía en alto el cuchillo.
La rubia por otro lado hacía lo mismo y se mantenía en posición de pelea por si acaso algo salía de adentro como sucedió hace un par de meses atrás.
Carl miró a Rylie antes de abrir la
puerta de manera brusca esperando encontrarse con alguien o con algo, pero solo era la habitación y nada más.
—Entonces fue mi imaginación.
De todos modos se adentraron a la habitación percatandose de que por lo visto alguien podría haber estado ahí ya que había muchos libros y demás cosas en el suelo junto a unas cajas apiladas.
—Mira que me encontré —exclamó
Rylie acercandose a Carl con una sonrisa enorme entregandole un comic —. Ni idea de quien sea esto, pero servirá para que leas.
—Lo leeré pronto.
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Ya había oscurecido y Rick había pedido a todo el grupo que pasaran la noche en una sola casa de tantas que habían. Así estarían más seguros.
Sí, el pobre aún no confiaba en esas personas y era entendible después de todas esas veces en las que su hogar se desvanecía o eran engañados.
Rylie no tardó en bajar por las escaleras luciendo una enorme y hermosa sonrisa en su rostro. Traía el cabello mojado y se había puesto una ropa más cómoda que eran unos shorts de tela suave y una camiseta negra holgada con estampado.
Ella estaba maravillada con la ducha de agua caliente y de nueva cuenta se bañó al igual que Michonne.
—Volví —informó Rylie tomando
asiento en una silla libre a lado de Carl —. ¿Qué tal está ese comic?
Desde que llegaron, Carl se había tomado en serio eso de leer el comic
y ahora estaba sentado en una silla frente a la mesaa vacía desde hace rato leyendo como el vicioso que era.
—Está demasiado entretenido.
La chica apenas estaba por pedirselo cuando se escuchó que alguien afuera tocaba la puerta.
Rápidamente todos los que estaban en el piso y de pie acomodandose para dormir se alarmaron. Mientras tanto Rick fue a abrir para ver de quien se trataba.
Era Deanna Monroe.
—Rick, yo...
Por lo visto Deanna había reaccionado de la misma manera que Rylie y Michonne después de ver a Rick Grimes sin su caracteristica barba de Santa pues la impresión la paralizó un momento.
—Wow, no sabía lo que había allá abajo.
Rick simplemente apartó la mirada con molestia mientras ponía sus manos en sus caderas.
—Escucha, yo no quería interrumpir pasaba para ver como se estaban acomodando —se apresuró a decir Deanna al ver su gesto de molestia
antes de mirar a la mayoría en el suelo —. Oh, vaya. No se separan, que listos.
—Nadie nos lo prohibió.
—Dijiste que eran una familia, eso dijiste. Me asombra que personas tan diferentes y con nada en común pueden llegar a ser tan unidas. ¿No les parece?
—Todos dijeron que les diste trabajos.
—Sí, es parte de esto —respondió Deanna mirandolos con una sonrisa amistosa —. Parece que al final ganaron los comunistas.
—A mi no me diste uno —argumentó Ricn con una escasa sonrisa apoyado en el marco de la puerta.
—Lo hice, solo que aún no te lo he dicho como con Michonne —informó Deanna señalando a la mencionada —. Estoy pensando en algo para Sasha y todavía me queda descifrar lo del señor Dixon, pero lo haré. Te ves bien.
Después de eso la mujer salió de la casa dejandolos de vuelta más tranquilos. La noche sería larga.
——— ✮✧☾✧✮ ———
Al día siguiente por la mañana temprano la mayoría del grupo salió
a explorar la comunidad a pie pues Deanna quería que comenzaran a familiarizarse más con el lugar si iban a quedarse. Fue así como todos, excepto Daryl Dixon y Rowan, salieron a dar un paseo por las calles de Alexandria.
Se suponía que Rick, Carl, Rylie y Judith saldrían a caminar, pero el hombre se entretuvó hablando con Daryl antes de irse y los adolescentes se adelantaron.
Rylie iba admirando todo a su alrededor mientras agarraba con fuerza la carriola en la que iba Judith y seguía sin poder creer que un lugar así de tranquilo fuera real en estos tiempos.
Carl iba a su lado igual de maravillado, pero sin apartar la mirada de la calle a la vez que sostenía la mano de la rubia.
—¿Verdad que es lindo este lugar?
—Sí, parece realmente tranquilo —respondió Carl enfocando su atención en la hermosa chica a su lado.
—Hasta Judith está encantada de estar aquí.
Y era verdad, la niña venía riendose sola y balbuceando quien sabe que dentro de la carriola en movimiento. Se veía con muchos animos y mucha energía.
—Sí, ya lo note. No ha dejado de balbucear.
Ambos continuaron caminando empujando suavemente la carriola en
la que llevaban a Judith, iban ambos tomados de la mano paseando con la niña. Si ahora no hubiese un apocalipsis zombie las cosas sería diferentes.
Iban tranquilamente susurrando cosas solo para ellos dos cuando de la nada escucharon gritos provinientes de una de las casas que los llamaban.
A lo lejos había una pareja de ancianos en el porche de una casa cercana que les hacían señas para que fueran con ellos.
Rylie asintió con una sonrisa a su pareja antes de sacar a Judith de la carriola y con la menor en brazos se encaminó a la casa tomando la mano de Carl nerviosa.
—Buenos días —saludó Carl con amabilidad llegando al porche de la casa junto a su novia —. ¿Necesitaban algo?
—Oh no, disculpen las molestias solo queríamos ver a su bebé —respondió la señora inclinandose un poco de su silla para ver mejor a la niña —. Soy Natalie Miller y él es mi marido Bob.
—Me llamo Carl Grimes y ella es mi novia Rylie Everson —informó el chico señalando a la chica, quien sonrió.
—Perdonen si los molestamos, hace mucho que no veíamos a un bebé —se apresuró a decir Natalie antes de tomar la manita de la bebé —. ¿Cómo se llama?
Judith no parecía querer llorar al contrario agitaba sus manitas y sus regordetas piernas con felicidad ocultando su rostro con diversión
en el pecho de la rubia.
—Su nombre es Judith —respondió Rylie antes de dirigirse a la bebé escondida en su regazo —. Anda Jude, saluda.
—Parece que se divierte ella sola —comentó Natalie con diversión viendo a la menor —. ¿Cuántos meses tiene?
—Apenas cumplió unos nueve meses.
—Apuesto que les ha traido algunas desveladas —comenzó a decirles la mujer dirigiendose a la pareja —. Ser padre es algo maravilloso, pero apuesto que ustedes lo saben. Aunque se ven muy jovenes para ser padres.
El rostro se la rubia enrojeció apenas entendió lo que quiso dar a entender y rápidamente Carl sonrió apenado.
—No, de echo Judith es mi hermana menor.
—¡Dios mio, que tonta! Perdonen chicos no pensé que...
—No se preocupe por eso —respondió Carl algo sonrojado moviendo sus manos con nerviosismo —. Cualquiera lo hubiera malinterpretado.
—De todos modos se ven tan lindos los tres juntos.
—Gracias, señora Miller.
Después de la pequeña charla los dos adolescentes volvieron a retomar su camino entre risas.
—Pasas tanto tiempo con ella que ya hasta creen que eres la mamá —soltó Carl fijando su vista en la rubia a su lado —. Tendré cara de muchas cosas, pero no cara de papá. No aún.
Rylie simplemente lo escuchaba
atenta acomodando a Judith de nuevo
en la carriola.
—Pues yo no pienso lo mismo —
comentó Rylie antes de acercarse y besar su mejilla con una sonrisita divertida—. Anda, vámonos papá y hermano luchón.
——— ✮✧☾✧✮ ———
Rylie iba demasiado concentrada observando todo a su alrededor. Se sentía algo nerviosa con cada paso
que daba, intentaba mantenerse tranquila, pero era muy difícil.
Rick había insistido a los chicos que fueran de visita a la casa de Jessie, una mujer rubia con la que rápidamente logro congeniar. Jessie tenía dos hijos y sus hijos querían conocerlos así que fue así como Carl, Rowan y Rylie llegaron a la casa de la mujer.
Jessie les propusó tomar asiento mientras ella iba por su hijo mayor para recibir a sus visitas.
—Ry, ¿estás temblando? —preguntó Rowan con preocupación tomando su mano entre las suyas —. Ey, tranquila.
—¿Y si nos ven como bichos raros? Ellos son tan normales y nosotros...
—Nosotros también —interrumpió
Carl haciendola girarse a mirarlo —. Pasamos por cosas feas, pero somos iguales. Eso no nos hace bichos raros.
—Eso espero.
Unos segundos más tarde se escucharon pasos en las escaleras. Los tres giraron ligeramente preocupados encontrando a Jessie mirandolos con una sonrisa. Justo detrás de ella venía un chico rubio por lo visto de la misma edad que Carl y Rylie.
—Hola, un gusto —saludó el rubio con una sonrisa acercandose a los chicos para estrechar sus manos —. Soy Ron.
—Carl Grimes —informó el castaño
con una escasa sonrisa dandole un ligero apretón de manos.
—Rowan Everson —se presentó el mayor de los Everson estrechando su mano antes de señalar a su hermana
—. Ella es mi hermana, Rylie.
Rylie dió un paso al frente sonriendole con amabilidad a la vez que hacía un movimiento de saludo con su mano y el chico también le sonrió y por alguna razón se le quedó viendo un momento.
—Ah, los demás están arriba —informó Ron saliendo de su trance para después señalar las escaleras —. Sigánme. Todos están ansiosos por conocerlos.
Los tres siguieron a Ron hasta la parte superior de la casa, hallandose pronto en un pasillo.
—Venímos aquí después de la escuela
así que vengan cuando quieran —comentó Ron guiandolos por el lugar.
Rylie no pudó evitar hacer una mueca
de sorpresa. Hace mucho tiempo que no se atrevía a tocar un libro que no fueran los que había encontrado y obviamente ninguno hablaba sobre temas escolares.
Genial, ni porque estamos en pleno apocalipsis la escuela desaparece.
—¿Hay una escuela?
—Es una cochera —se apresuró a decirles jugando nervioso con las bolsas de su chaqueta —. Los más chicos van en la mañana y nosotros en la tarde. Quizás también vengan, ¿no?
Rylie rápidamente negó con las manos dismuladamente, pero Carl ya se había adelantado.
—Puede ser.
Pronto llegaron a una puerta abierta casi al final del pasillo. Dentro estaba una chica y un chico. Ella leía sentada en una cama cercana sumida en su lectura sin prestarles mucha atención a los recién llagados y el otro jugaba en una computadora hasta que se percató de su presencia y se giró a verlos.
—Chicos; ellos son Carl, Rylie y
Rowan —presentó Ron desde el marco de la puerta antes de señalar a ambos —. Ellos son Mickey y Enid.
—Hola —saludó Mickey acercandose a ellos con una sonrisa.
La chica en la cama por otro lado soltó un suspiro con cansancio murmurando por lo bajo un apagado "hola".
—Enid también es de afuera —explicó Ron poniendo su mano en la espalda de la chica —. Llegó hace ocho meses.
La jóven por fin alzó la mirada y Rowan se percató de que ese rostro se le hacía familiar. Juraría que era la misma chica que los estaba espiando al llegar.
Ella también notó esto y pronto apartó la mirada con rápidez y algo de nervios.
De repente el ambiente se pusó algo incómodo.
—¿Esto es suyo? —preguntó Carl con nerviosismo sacando el comic de su bolsillo.
—Lo siento, no sabíamos que tenían esa casa.
—Solemos ir allá a escuchar música —explicó Mickey con rápidez antes de enfocar su vista el el comic —. Es de Enid.
Apenas el chico terminó de decir eso,
la mencionada se incorporó un poco
solo para arrebatarle el comic de las manos a Carl y lanzarlo a la cama sin importancia para volver a lo suyo.
Eso fue muy grosero, pensó Rylie.
Silencio incómodo.
—¿Quieren jugar a los videojuegos? —propusó Ron aligerando el ambiente a la vez que señalaba las pantallas —. Si no Mickey tiene un billar en su casa, pero el papá es un poco estricto con eso.
—Está bien, salió.
Rylie retrocedió un poco sintiendo que quería salir de ahí ahora mismo. No se sentía segura de querer estar allí, ni de querer convivir con esos desconocidos.
Para empezar la única chica que acababa de conocer parecía estar sumida en su mundo y por lo visto no le interesaba en lo más mínimo querer entablar una conversación o algo.
Rápidamente buscó la mano de Carl y se aferró a ella retrocediendo hasta estar a un lado del jóven, quien también sentía algo de incomodidad y temor ahora.
—Lo siento, no quisimos abrumarlos —comentó Ron con un tono calmado al ver los gestos asustados de los chicos —. Podemos solo quedarnos aquí.
—No tienen que hablar si no quieren.
—Sí, a Enid le llevó tres semanas decir algo.
—No se emocionen, chicos —comentó Enid volviendo a su lectura.
Antes de que alguien más pudiera decir algo, Rowan dió un paso al frente y con una sonrisa amistosa se dirigió a Ron.
—Bueno, veamos que juegos tienen.
Sería una tarde larga.
——— ✮✧☾✧✮ ———
Con sumo cuidado Rylie abrió la puerta de la habitación a lado suyo. Era de noche y no quería alertar a los mayores. Aún así se adentró a la habitación en medio de la oscuridad con una manta en sus manos y una almohada.
Se acercó a la cama buscando un cancho para acostarse.
—Carl... Carl... oye, ¿sigues despierto? —musitó Rylie acercandose a la cama para removerlo con suavidad —. Carl...
El mencionado se removió inquieto de
la cama mirando a todos lados asustado y al percatarse de que se trataba de su chica se dejó caer a la cama de nuevo al mismo tiempo que se hacía a un lado para dejarla acostarse a un lado suyo.
—Me despertaste, Giselle —reclamó
el csstaño soltando un bostezo entre dormido y despierto —. ¿Sabes lo que me costo dormir y me despiertas?
—Perdón, es que me da cosa estar
solita en esa enorme habitación —respondió Rylie con una risa nerviosa tapandose con su manta —. Además, necesitaba que alguien me abrazará.
—Le hubieras dicho al monstruo del armario que lo hiciera por mí.
—¡Oyeme! —reclamó la ojiazul ligeramente ofendida haciendose un ovillo junto a él —. Eres un grosero...
—Y tú una rubia gruñona muy linda —respondió Carl en un bostezo al mismo tiempo que pasaba sus manos por su cintura —. Ahora duerme, ¿si?
—Carl, ¿qué piensas de los chicos de aquí?
—Pues todos parecían buenas personas —contestó adormilado escondiendo su cabeza en el hueco de cuello de ella —. Y esa chica llamada Enid nos miró feo. A nosotros, menos a tu hermano.
—Yo diría que habrá algo después.
—Si, sigue soñando Ry.
Rylie frunció el ceño con molestia antes de que Carl la tomará por la cintura y la hiciera dormir junto a su pecho mientras le hacía cariñitos en su cabello para dormir. Ella simplemente lo abrazó con fuerza aferrandose a él y sintió que toda esa frustración es aquel día se iba justo cuando cierto chico la apoyaba.
—No debería estar aquí...
—¿Y hasta ahora lo pensaste? —preguntó Carl con una sonrisa divertida perdido en la fragancia de la chica —.
No importa, te fugas por la ventana a tu habitación.
Si, Rick por alguna razón los separó
en habitaciones difetentes y al menos a este punto Rylie estaba comprendiendo el porque. Al menos por las noches, pero a la rubia le daba igual.
—Da igual, yo amo invadir tu espacio.
—Y yo amo que ames invadir mi espacio, rubia gruñona.
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