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━Capítulo Cinco

❝𝐀𝐋 𝐌𝐄𝐍𝐎𝐒 𝐓𝐄 𝐓𝐄𝐍𝐆𝐎 𝐂𝐎𝐍𝐌𝐈𝐆𝐎❞



╔════ 𓏲✮⊰ •˙❅✾❅ ᭕𖤐⊱ ════╗

〘 ✰.༄☼︎ 𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟎𝟓☼︎༄.✰ 〙
—– resentimiento —–

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YA LLEVABAN VARIAS HORAS CAMINANDO POR UN EXTENSO SENDERO QUE encontraron cuando buscaban alejarse de la prisión y en todo ese rato no se habían detenido.

Rylie iba más atrás sosteniendo a un malherido Rick, quien a duras penas se mantenía de pie con ayuda de la niña.

Después de un buen rato había logrado tranquilizarse y hacía un enorme esfuerzo por no pensar en lo sucedido anteriormente aunque le resultaba un poco complicado.

Quien no podía dejar de lado lo sucedido era Carl.

El castaño iba unos metros más adelante de ellos dos y se apresuraba a caminar sin siquiera girarse o algo por el estilo.

—Carl, despacio —pidió Rick un par
de metros más atrás que su hijo, pero fue ignorado —. ¡Carl, alto! Necesitamos mantenernos juntos, necesitamos encontrar un lugar con comida y proviciones.

El menor se detuvó y finalmente lo alcanzaron. Rick pusó su mano sobre el hombro del chico y él se giró a verlo con una clara mirada llena de molestia.

—Oye, vamos a estar bien...

Carl asintió para nada convencido y
se zafó de su agarre para continuar su camino dejandolos nuvamente atrás.

Pasado un largo rato llegaron a un local en medio de la desolada carretera y no se veía peligroso sino desordenado.

Por precausión decidieron que entrarían por la puerta trasera.

Los tres estaban armados y dispuestos
a entrar. Sin embargo, claramente se sentía la tensión entre ambos hombres. Era como si no congeniaran en nada y Rylie sentía que en cualquier momento empezarían a gritarse o algo parecido.

—Esperen afuera, ¿si? —pidió Rick con cansancio a la vez que abrir la puerta del lugar —. Sigan vigilando.

—Tú vigila —respondió Carl de mala gana, alzando su arma en dirección a la puerta —. Apenas puedes estar parado. No te dejaré entrar ahí solo.

—¿Disculpa?

—Ya hemos echo esto —continuó diciendo con un tono bastante maduro intentando ser razonable —. Te ayudaré a revisarlo. Deberías dejar que lo hagamos nosotros.

El mayor se quedó en silencio meditando exactamente porque debería dejar que ellos hicieran esto si quizás podría ser peligroso.

Sin embargo, no tuvó otra opción.

—Vámos.

Finalmente Rick abrió la puerta principal y unos pasos más atrás le siguieron los dos menores con sus armas alzadas y apuntado a todos lados.

Al ser varios se distribuyeron por el lugar examinando lo que sea que había en el establecimiento y quizás si tenían suerte encontrarían algo que comer.

La rubia no perdió el tiempo y empezó
a movilizarse por el lugar. Con cuidado
y siendo lo más sutil posible llegó a una habitación. Se acercó a un estante y rebuscó entre los cajones algo que fuera comestible.

No encontró más que especias, condimentos y como si se tratará de una broma encontró una cucaracha muerta.

Rápidamente cerró el cajón asqueada y continuó buscando en otro lado hasta que dió con lo que buscaba.

Una sonrisa enorme apareció en su rostro y rápidamente tomó los tres caramelos que encontró para después guardarlos en uno de sus bolsillos.

Alegre con sus caramelos volvió a la sala principal dónde estaban los Grimes y su rostro cambio drásticamente al ver que un caminante aparecía de la nada de entre las mesas.

—¿Quieres que yo me encargue?

—No. Está débil —respondió Rick luego de escuchar a su hijo referirse al zombie —. Lo ahuyentaré.

Carl simplemente guardó silencio mientras que Rylie se acercó a una de las mesas cercanas y curiosa tomó de ella una nota que decía: "Por favor, haz lo que yo no pude".

El hombre rápidamente dió un paso adelante medio tambaleante y se acercó a otra mesa en la que encontró una hacha pequeña con la que se defendería.

—Quédense atrás.

Una vez listo, Rick tiró de una de las sillas apiladas junto a varias mesas que servían como barrera y el caminante se acercó a él. El hombre tomó el hacha y la clavó en el craneo del caminante, pero no pareció hacerlo bien porque aún se movía y no dejaba de gruñirle.

—¡No!

Al ver que su padre aún no terminaba con el caminante y que le estaba dando un poco de trabajo matarlo, Carl alzó su arma y disparó a la cabeza del zombie.

—Te dije que no.

—¡No podías con el hacha!

—Lo tenía —respondió Rick furioso encarando a su propio hijo —. Cada bala cuenta. Más tarde podrías necesitarla. Vean si encuentran algo y sigamos.

Dicho y echo los chicos pusieron manos a la obra y comtinuaron explorando el lugar más a fondo. La cocina tenía un par de latas y botellas que les servirían al menos por un par de días.

Entre los dos saqueaban los estantes. Carl sacaba las cosas y Rylie las ponía en una de las mesas cercanas.

Finalmente volvieron a la habitación principal con las manos repletas de varias latas.

—La cocina estaba equipada —
comentó Rick al ver todas las cosas
que traían los preadolescentes.

En un saco de patatas el mayor empezó a guardar las que cosas que consiguió con rápidez.

—Mi botín... ¿Y el suyo?

—Nosotros ganamos —musitó Carl
a su padre a la vez que guardaba sus proviciones en el desgastado saco.























































——— ✮✧☾✧✮ ———






















El resto del camino fue demasido silencio o al menos eso pensaba Rylie, aunque no podía decir nada al respecto ella también había permanecido casi muda desde lo sucedido en la prisión.

No tenía animos de nada y si se movía era solo porque debía hacerlo no porqué quisiera hacerlo.

Iba unos cuantos metros más adelante que Rick, quien había insistido que ya se podía mover él solo. Sin embargo, Carl le sacaba varios metros más de distancia.

En todo el camino no se había
detenido y era claro que aún estaba molesto con su padre por lo de la prisión. Y Rylie pensaba que si no
estaba molesto con su padre lo estaba con la vida y no lo juzgaba pues ella también se sentía igual de mal.

Cruzaron las vías del tren y encontraron por azares del destino una casa mas o menos en buen estado. Quizás ahí podrían quedarse unos días.

—Ey... ey.. esta es tan buena como cualquiera —musitó Rick acercandose a su hijo algo cansado refiriendose a la casa frente a ellos.

Ambos Grimes se prepararon para invadir la abandonada casa. De un golpe abrieron la puerta, pero no vieron a alguien dentro ni nada por el estilo al menos en la sala principal.

Nuevamente se dividieron los tres
para explorar el resto de la casa. Carl fue el primero en tomar la iniciativa y separarse.

—Carl...

—Lo tengo —respondió el mencionado girandose al oir la voz de la rubia —. Las puertas de abajo están abiertas.

—Detente.

Sin embargo, ni siquiera su padre pudó detenerlo. Se giró suavemente de tal modo que quedó a un par de metros de su padre y empezó a gritar furioso.

—¡Oye idiota, oye imbécil, oye idiota! —exclamó el castaño golpeando una de las puertas cercanas con furia.

—Cuida tu boca —musitó Rick del otro lado de la habitación lanzandole una mala mirada.

—¿Estás bromeando? Si hubiera alguno allá abajo hubiera salido.

Rick no dijo nada más simplemente se quedó parado a mitad de la habitación observandolo sin saber que decir.

El chico dejó de prestarle atención y se alejó de ahí algo enojado por lo sucedido hace unos instantes.

Rylie se quedó algo pasmada y al igual que Rick no supó exactamente que decir solo le dió una última mirada triste al mayor y empezó a subir las escaleras con su arma en mano por precaución.

El pasillo de la parte superior era demasido lindo, aunque el blanco hacía que todo el lugar se viera iluminado.

Entró a una de las habitaciones cerradas con precaución y empezó a explorar el interior de esta. Encontró con suerte que era la habitación de alguna jovencita.

Fue imposible no ser curiosa y sin pensarlo empezó a rebuscar entre los cajones. Afortunadamente encontró varias mudas de ropa limpia y toallas higiénicas femeninas en un paquetito sin abrir que guardó en una vieja mochila que se halló escondida en un armario.

Las necesitaría pronto así que era mejor prevenir que lamentar.

Se quedó un momento observando a detalle un cuadro de una bella familia que la desconocida tenía en el peinador y sin importarle que arrojó el retrato contra la pared furiosa y entristecida.

Entre lágrimas y maldiciones se dejó caer al suelo quedando apoyada contra la pared echa un ovillo en una esquina de la habitación. Ocultó su rostro entre sus piernas llenas de moretones y no pudó contener su llanto.

No se sentía muy bien.

Más tarde casi anocheciendo los tres estaban en la sala principal de la casa y era justamente Carl el que se encargaba de hacerle un nudo a la puerta con un cable de televisión.

La rubia estaba sentada en una silla cercana jugueteando con el mini anillo en su dedo, intentando ignorar la tensión que había entre los Grimes.

Parecía que querían sacarse los ojos con un maldito cuchillo de ser posible.

—La puerta está atada.

—No debemos arriesgarnos —comentó Rick mientras hacia un esfuerzo enorme por mover un sillón a la puerta.

—¿No crees que resista?

—Carl...

—Es un nudo fuerte, ballestrinque —exclamó el mencionado algo enojado
por la falta de confianza —. Shane me enseñó, ¿lo recuerdas?

—Sí, lo recuerdó bien. Todos los días. ¿Hay algo más que quieras decirme?

El castaño no dijó nada más solo se acercó a su padre y entre ambos movieron el sillón de tal manera que bloqueará la puerta.

—Esto basta por esta noche.

—¿Vas a abrirlo?

—Ustedes dos deberían comer —respondió el adulto, tomando asiento con la bolsa en su mano.

—Deberíamos guardarlo.

Sin embargo, Rick no estaría bien si no veía que no comían. De los tres eran los que más necesitaran comer.

—Oye...

—Dije que no quiero —exclamó Carl molesto.

—Come. Ahora.

Rylie no se negó a los cereales y si Carl no agarró fue muy su problema. Ella estaba hambrienta y no tardó en abrir la bolsa con desesperación.

Rick ligeramente sonrió antes de darse la vuelta e irse y dejarlos solos en la sala en medio de la infinita oscuridad.



































































——— ✮✧☾✧✮ ———











































Lo primero que observó al despertar
fue un techo distinto a la prisión, un poco más iluminado. Angustiada la de ojos azulados se incorporó ligeramente tallando sus ojos perezosamente a la vez que soltaba un bostezo con cansancio.

Entre dormida y despierta se pusó de
pie y rebuscó a tientas su arma, la cual estaba a un lado de la improvisada cama que armaron anoche.

Intentando ser lo más silenciosa posible subió las escaleras hasta un baño en una de las habitaciones aue exploró ayer y con suerte encontró lo que buscaba. Un cepillo de dientes y pasta dental.

Después de lavarse los dientes y lavarse la cara con agua fria bajó las escaleras de nuevo hasta la cocina.

No vió al castaño durmiendo así que intuyó que estaba en la cocina puesto que ni siquiera sus cereales abiertos estaban donde ella los dejó anoche.

Rick seguía durmiendo y Carl no estaba, no en la cocina al menos.

Lo primero que vió al llegar fue un plato con cereal que tenía una nota a un lado.

"Estoy arriba si me buscas :)
Carl"

Vaya detalle, pensó Rylie a la vez que tomaba entre sus manos el plato y la cuchara.

Para cuando llegó a la habitación en la que estaba el chico el cereal en su plato se había acabado y eso fue en menos de cinco minutos. No cabía duda que Rylie si estaba hambrienta.

Apenas abrió la puerta unos preciosos orbes azulados la recicieron.

Carl estaba recostado en una cama cercana a una ventana con un libro en el regazo y el plato de cereal a un lado.

—Buenos días...

—Hola, vaquerito —saludó Rylie mientras se acercaba a la cama soltando un bostezo en el proceso.

Sin pensarselo mucho se inclinó al castaño y dejó un casto y corto roce
de labios sobre los de él que fue correspondido al instante.

—¿Qué tal dormiste?

—Horrible —respondió ella con una mueca acostandose a un lado del castaño —. La peor noche de la historia. ¿Y tú? ¿Dormiste al menos?

—Digamos que si.

—Carl, ¿estás bien? —preguntó Rylie recobrando la compostura obligandolo a verla a los ojos —. Ayer todo esos gritos con tu papá. Puedes hablar si quieres...

—Estoy bien, Rylie —soltó de repente poniendose de pie con rápidez a la vez que se preparaba para salir —. Voy por suministros.

—Iré contigo y no aceptaré un no como respuesta.

Carl rodó los ojos y ni se animó a
decirle que no. Conociendola haría lo que quería y terminaría yendo con él aunque no quisiera él.

Ambos bajaron hasta la sala principal y notaron que Rick aún seguía en el sofa y ni siquiera se había despertado. El chico no tardó en entrar en pánico y se acercó al hombre alzando su voz y moviendolo.

—Está inconciente —murmuró Rylie llamando la atención del chico, quien ya se veía preocupado.

Los gritos de Carl de preocupación terminaron por atraer caminantes a
la casa. Se oían sus gruñidos y como arañaban la puerta desde el otro lado, justo dónde estaba Rick desmayado.

Con cuidado Carl tomó la mano de la rubia y la obligó a seguirlo a la puerta trasera del lugar que estaba en la cocina.

Con sus armas en mano los dos se movieron despacio hasta la fachada
de la casa dónde vieron a un par de caminantes golpear la puerta que daba precisamente a la sala principal.

Con cuidado salieron de su escondite y se aparecieron justo en la entrada de la casa detrás de los caminantes.

—¡Oigan! —exclamó Carl haciendo que se giraran al instante y lo siguieran —. Aquí tienen carne fresca. Vengan.

Fue así como entre los dos lograron alejar a los caminantes al menos de la entrada de la casa hasta el sendero por el que ayer venían.

—Vámos a caminar. Sigánme —pidió
el castaño a la vez que se daba la vuelta para moverse mejor —. Eso es.

Unos minutos más tarde ya se habían alejado lo suficiente de la casa así ya no representarían un peligro para ellos

Carl en compañía de Rylie se adentró
al bosque cerca del sendero con los dos caminantes aún siguiendolos y gruñendo.

De repente Rylie sintió que una mano fría y esqueletica le tocaba el hombro y fue entonces que se giró asustada al ver a un caminante aparecer de la nada.

No le dió ni tiempo de sacar la espada
de la funda puesto que el caminante la agarró de los hombros y al ver aquello, Carl se apresuró a apartarlo de ella sin éxito pues ahora él era el que tenía que ser salvado en ese instante.

La chica sacó su espada con rápidez, pero en eso los otros dos caminantes
se le fueron encima y como pudó logró cortarle la cabeza a uno y al otro le
dió en el estómago porque se movió.

Entre más se movía más difícil se volvía su misión de recuperar su espada. Con un movimiento rápido la sacó y le dió un corte a la cabeza perfecto al caminante.

La rubia se apresuró a hacer lo mismo con el caminante que tenía preso a Carl en el suelo indefenso y el muerto cayó sobre él.

Rápidamente la ojiazul le tendió una mano amistosa con tal de sacarlo de ese problema.

Apenas estuvó de pie se inclinó un poco antes de expulsar todo lo que traía en el estómago. Casi al instante la chica giró la vista asqueada e intentó tranquilizarse.

—¿Salió todo?

Carl murmuró un suave "si" y la chica entonces pudó mirarlo. Con sutileza se limpió la comisura de los labios con el puño de su camisa de cuadros.

Ambos se quedaron unos cuantos segundos procesando lo sucedido con los caminantes y parecía una locura.

—¿Ves por qué siempre debó ir
contigo? —soltó Rylie de la nada con diversión desconcentrandolo —. ¿Qué tal si no hubiera venido? Te podrían haber mordido o peor.

—Eso jamás pasará —respondió Carl acomodandose su sombrero con algo de cansancio —. Además lo tenía todo bajo control.

—Sí, bajo control. Genial.




















































——— ✮✧☾✧✮ ———




































Al llegar a la casa Rylie estaba exhausta y sentía sus latidos acelerados. Con cansancio se dejó caer a un sofá cercano y empezó a comer un caramelo rancio de los que encontró ayer en otro local.

Por otro lado Carl empezó a hablar dirigiendose especificamente a Rick y reclamandole por su falta de valentia para salvar al grupo y su hogar.

Mientras lo hacía sus ojos poco a poco iban llenandose de lágrimas y desde su lugar lo observaba la rubia en silencio.

No comentaria nada porque así
también se sentía ella. Además, Carl estaba descangando toda su ira y esas emociones que traía guardados desde hace días. De algún modo lo ayudaría a sentirse mejor liberar todo eso que traía dentro.

Rick no tenía la culpa. El pobre hombre ni siquiera estaba despierto. Seguía en un estado de inconciencia temporal.

Cuando terminó de soltar todo aquello que le molestaba, el chico se sentó en el suelo a un lado del sofá escondiendo su cara entre sus piernas mientras lloraba.

Quizás era la primera vez que Rylie veía a su Carlitos tan vulnerable y a decir verdad odiaba verlo asi de adolorido.

Dejó por la paz la bolsa de cereal y se acercó hasta él, quitando con delicadeza sus manos de su rostro para verlo a los ojos mejor y arrodillandose a su lado.

—Odio verte llorar, corazón —
musitó Rylie con los ojos llorosos apartando un par de lágrimas de su rostro —. No soporto verte así.

Carl sonrió un poco aún entristecido y se quitó el resto de lágrimas con el dorso de la mano para después ponerse de pie.

—¿Ya te sientes mejor?

—Un poco...

Finalmente ambos volvieron a salir
de la casa dejando a Rick inconciente
en el sofá. Quizás podían encontrar las dichosas provisiones que dijo Carl e incluso llevaban una bolsa de tela por si encontraban algo que fuera comestible.

—Has estado muy callada —comentó Carl sin detener su andar dirigiendose a su acompañante —. ¿Cómo te sientes?

—Perdí a mi hermano, es obvio que me siento como una mierda —respondió la rubia con la voz ligeramente quebrada sin detenerse tampoco —. Solo quisiera que nada de esto hubiera pasado.

—No lo veíamos venir.

—Pero pude haberme quedado con Rowan y no lo hice —continuó diciendo Rylie sintiendo un dolor en el pecho —. Ahora está muerto y no hice nada para impedirlo. Carl, era mi única familia...

—Rylie no pienses de esa manera.

—¿Entonces qué debo de pensar según tú?

—Se que parece improbable, pero...
¿qué tal si Rowan está bien y solo viste algo que no era?

—¿Me explicarás lo de Judith también?

La mención de la menor hizó que Carl se quedará completamente mudo y sin más siguió avanzando por la calle hasta que dió con una enorme casa color blanco.

Se adentraron al lugar no sin antes que Carl agarrará un farol del jardín. Una vez en el porche principal, el castaño se quedó pensativo y después se lanzó contra la puerta.

Rylie lo miró confundida y le arrebató el farol para después acercarse a la puerta y con el mismo objeto abrirla.

—Hombres, siempre creen que la fuerza bruta lo es todo.

Carl la miró mal desde el piso y se pusó de pie acomodandose su sombre antes.

Los dos entraron a la casa cuidandose
la espada el uno al otro. Su destino era la cocina y cual no fue su sorpresa si uno de los estantes estaba lleno de latas.

Entre los dos tomaron todas las que pudieron y las echaron en la bolsa. Al menos tendrían algo para comer que no fueran esos desabridos cereales.

—Carl.

—Mande.

—Mira eso que esta allá arriba.

El castaño se giró al oír la voz de su preciosa rubia y una enorme sonrisa apareció en su rostro al ver un enorme bote de pudin de chocolate.

—Esto es lo que haremos —explicó
con rápidez captando su atención en segundos —. Tú te subes y lo bajas y
yo te atraparé si llegas a caerte.

—¿Por qué yo?

—Porque estás menos pesada que yo.

Fue así como Rylie terminó subida en la repisa sostenida de los estantes mientras intentaba alcanzar el maldito pudin.

Justo cuando logró traerlo hacia ella resbaló y cayó sobre Carl. El chico no tenía suficiente fuerza y ambos cayeron al piso. Ella sobre el pecho de él.

—Ay, siento que me quebre algo —comentó Rylie con algo de dramatismo incorporandose un poco mientras sobaba una de sus pompis.

—Pues yo te veo intacta.

—Todo abra valido la pena cuando
esta delicia este en mi boca —musitó ella abrazando el bote de pudin bajo la miraba del chico —. Delicioso chocolate.

—Andando, loca del chocolate.

Ambos se pusieron de pie y empezaron
a subir las escaleras con cuidado. Por supuesto Carl iba adelante vigilando la presencia de algún caminante o algo.

No tardaron en llegar a una de las habitaciones apenas subieron a la planta superior. Carl le dió una señal a la chica y la rubia alzó su espada por su había alguno ahí dentro.

Giró el pomo y... nada.

Okey, esperaba mas, pensó Rylie bajando la espada.

Observaron el interior de esta misma y simplemente vieron un pajaro muerto en el suelo. Asqueada, Rylie cerró la puerta.

—Aún quedan varias, sugiero que nos dividamos —comentó Rylie llamando la atención del joven, señalando las dos puertas cercanas —. Tú esa y yo esta.

Carl asintió y como acordaron cada quien se dirigió a inspeccionar las dos habitaciones restantes.

La que vió Rylie no tenía nada malo
solo una pila de papeles tirados y objetos desparramados por el piso. En silencio entró a la habitación y entre el montón de papeles encontró algo muy preciado.

Los Juegos del Hambre.

Contuvó un chillido de emoción y
abrazó el libro como si fuera su más preciado tesoro.

Estaba demasiado embelesada
hojeando el libro cuando unos gruñidos provinientes del pasillo la hicieron alzar su arma y salir casi corriendo para afuera con el libro guardado en una desgastada bolsa de compras.

—¡Carl!

El chico hacia todo lo que podía con tal de retener a un caminante que estaba dentro de la otra habitación. Sin enbargo, estaba teniendo problemas.

La rubia corrió a ayudarlo y con toda su fuerza precionaron la puerta intentando aplastarle al menos el brazo.

—¡No resistiremos por mucho!

—¡No quiero morir asi!

—¡Cállate, nadie más va a morir! —exclamó Carl alarmado lanzadole una mala mirada —. A la cuenta de tres vámos a soltar la puerta y entre los dos lo asesinaremos, ¿entendido?

—Fuerte y claro, cielito.

El castaño contó en susurros junto a ella y unos segundos después se alejaron de la puerta lo más rápido que pudieron.

El caminante calló de boca al suelo,
pero solo por unos instantes y se abalanzó sobre Carl, haciendolo caer
al suelo junto a una pila de libros.

—¡Rylie!

La chica se preparaba para atacarlo, pero el caminante se movía demasiado y Carl no tenía oportunidad para usar su arma y quitarselo de encima a la vez.

El caminante hacia hasta lo imposible por intentar arañarlo o morderlo, pero el castaño era rápido.

Rylie asustada dió el primer ataque con la espada al caminante. De los nervios le dió en un hombro y no sirvió de mucho.

Carl logró ponerse de pie y siendo lo mas rápido posible arrastró a la chica al interior de la anterior habitación que ella revisó. La chica corrió a una de las ventanas e intentó abrirla, pero estaba atascada.

Mientras tanto Carl forcejeaba contra
el caminante que quería entrar. Habían quedado igual que hace rato.

—¡Jodida mierda, está atascada!

Hubó un momento en el que no pudó contenerlo y entró. El castaño retrocedió asustado hasta tropezar y fue ahí que el caminante aprovechó para atraparlo.

La rubia no lo pensó mucho y corrió a ayudarlo. Esta vez maniobró bien y justo cuando el caminante le quitó un zapato al castaño, la chica le clavó la espada en la cabeza acabando con él.

De un movimiento sacó la espada y
la miró ligeramente asqueada por la sangre podrida impregnada en ella.

—Dios, que asco —soltó Rylie antes de acercarse a Carl y darle una mano para ayudarlo a pararse —. ¿No te mordió?

—No, estoy bien —respondió sin
aire tomando su zapato para después ponerselo —. El maldito por poco y se lleva no solo mi vida si no mi zapato.

Fue imposible no soltar una risa después de haberlo oido decir eso.

—Me siento como un personaje de acción.

—Y la que nos espera después.


























































——— ✮✧☾✧✮ ———




























La vista desde el techo resultaba bastante linda y quizás el olor a bosque ayudaba a que el ambiente fuera de lo más relajante.

Aún no me creo que este en un techo y ni haya muerto o algo parecido, pensó Rylie observando maravillada las vistas.

Si, fue idea de Carl subir a comer el dichoso pudin de chocolate en el techo pues según él aca arriba no podrían hacerles nada ningún caminante.

Subieron por una de las ventanas de otra habitación sin mucha dificultad y ahora se disponían a comer algo. Los dos estaban sentados al borde del tejado y Carl hacia su mejor intento por abrir la lata del enorme postre.

—Pelear con ese caminante me desperto el hambre —comentó Carl intentando abrir la lata del pudin con la espada ya limpia de la rubia —. ¿A ti no?

—Oh Carl, mis tripas se están comiendo entre ellas —respondió Rylie haciendo unas muecas raras a la vez que sobaba su estómago —. ¿No estará vencido eso?

—Vencido o no yo tengo hambre —musitó el castaño antes de abrir la lata y una sonrisa apareció en su rostro —. ¡Genial! Adelante, hay suficiente para los dos.

Rylie ignoró lo que había dicho unos instantes anteriormente y con una cuchara que consiguió empezó a comer.

Apenas sus papilas gustativas sintieron el sabor del chocolate sintió que podría bailar de la delicia que comía aunque podría ser que era el hambre que traía.

—¡Delicioso!

Carl la miró con una sonrisa y continuó con lo suyo, pues también estaba hambriento.

—Lamento que hayas presenciado
todo eso hace rato —musitó el castaño a la vez que dejaba la cuchara en el bote —. Yo ni siquiera se que pensar, todo es confuso. Todo se va al demonio, pero al menos te tengo conmigo.

—Carl, no hace falta que me expliques —respondió ella dejando a un lado el pudin para sostener su mano —. Se por lo que estás pasando. También se que hay momentos en los que las emociones nos sobrepasan. No estás solo, vaquero.

El ojiazul sonrió algo entristecido y se recargó sobre el hombro de ella llevando una cucharada más de pudin a su boca.

—Aún lo conservas...

Rylie frunció el ceño confusa y no tardó en darse cuenta de que Carl observaba detalladamente el anillo en su dedo.

—Representa una promesa. Obvio no
lo perdería jamás —respondió la rubia con una pequeña sonrisa entrelanzo sus dedos con los de él —. ¿Y el tuyo?

Entonces el chico se alejó un poco para después rebuscar entre su ropa hasta que le enseñó el anillo ahora convertido en un adorno de una cadena.

—Asi será imposible perderlo.

Ella asintió antes de acercarse un
poco al rostro del joven y dejar un casto beso en sus labios que fue correspondido y al instante la chica se sostuvó de sus hombros sintiendo los labios de él sobre los suyos moverse con fuerza.

Al separarse ambos se sonreían algo sonrojados y no hubó más palabras solo acciones de dos adolescentes llenos de sentimientos que experimentaban el primer amor.

Unidos por un apocalipsis he intentando sobrevivir al mismo.

Ahora solo eran Rylie y Carl en un techo con un caminante muerto a un par de metros, pero al menos se tenían el uno al otro y eso bastaba.







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