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𝘁𝘄𝗼. ℐntuition

⌈𝕿𝖍𝖊 𝕱𝖎𝖗𝖘𝖙 𝕮𝖍𝖎𝖒𝖊𝖗𝖆⌋

  𝓐𝒅𝒅𝒊𝒔𝒐𝒏 𝓐𝒓𝒈𝒆𝒏𝒕 :

  Solo un poco más.

  Intenté seguir alentándome, pero tuve que ser honesta conmigo misma, porque la verdad era que habían pasado meses sin que yo tuviera mis entrenamientos diarios. Recordé que mi padre y yo estuvimos practicando un poco de arquería en los días posteriores a mi alta en Eichen, pero sabía que no era suficiente para mejorar la resistencia o por lo menos restaurarla.

  Le di un rápido vistazo al reloj en mi muñeca y, a pesar de las gotas de agua que caían y se escurrían por el vidrio, pude darme cuenta de que habían pasado casi quince minutos cuando me detuve frente al edificio de la preparatoria de Beacon Hills. Me agaché para apoyar ambas manos en mis rodillas mientras luchaba por recobrar el aire en mis pulmones; sin embargo, no me pude dar el lujo de recuperarme por completo porque al instante escuché un rugido bastante familiar a la distancia. Reconocería el rugido de mi mejor amigo en donde y como fuera.

  Corrí en dirección a las escaleras que me llevarían debajo del puente, donde supuse que estaba ocurriendo lo peor. Me detuve al final de la misma cuando vi a Kira salir arrastrada por el suelo mojado debido a la lluvia. Mi pecho se agitó al ver que no se levantaba, pero en cuanto soltó un quejido, recuperé mi compostura y corrí hacia el otro lado del puente.

  Acerqué la cabeza por el costado del muro y vi a un hombre, cuyo rostro se encontraba transformado, dirigirse hacia Scott con la intención de golpearlo, tal vez hasta dejarlo en un peor estado que a Kira..., por no decir que buscaba matarlo.

  Es mi turno.

  Me coloqué el carcaj por encima de mi hombro; mientras sostenía el arco con mi otra mano, saqué una flecha tan rápido como mi agilidad me lo permitió. Apunté directo al objetivo en cuestión en segundos. Cuando lancé la primera flecha, fue como si parte de mi alma regresara a mi cuerpo. Después de estar tanto tiempo fuera de acción, se sintió como estar viva nuevamente. La flecha se integró con profundidad en su hombro; otra, en su pierna; y otra, en el otro hombro. El hombre se tambaleó y aproveché su momento de debilidad para acercarme a él rápidamente para que no se enterara de mi presencia hasta que lo tuviera acorralado.

  Lancé el arco al suelo y saqué las navajas que la mayor parte del tiempo llevaba guardadas en los lados internos de mi calzado. Las giré en mis manos con facilidad antes de acercarme a él lo suficiente como para clavarlas profundamente en sus hombros; pero cuando estuve a punto de lograrlo, me tomó de ambos brazos con fuerza, siendo yo la sorprendida, e inmediatamente, me propinó un golpe de revés a un lado del rostro con tanta rudeza que consiguió que terminara de rodillas casi desorientada. Y luego, como si no hubiese sido suficiente humillación, me dio una fuerte patada en el pecho, haciendo que cayera al suelo de espaldas. Sentí que el mundo giraba a mi alrededor y me sentí peor al recordar que era la primera vez que me derribaban al primer intento.

  Mamá me mataría.

  Me incliné hacia adelante completamente adolorida.

  Vi que Scott trató de golpearlo, dándole un puñetazo, pero fue un intento en vano, ya que el hombre lo tomó y empujó contra la pared de forma habilidosa. Aún sintiendo que mi rostro estaba caliente y palpitaba de tanto dolor, me levanté e intenté golpearlo una vez más, fracasando al instante. Me tomó del cuello, hundiendo sus ásperos y duros dedos en mi piel, que seguramente dejarían una notoria marca por la mañana, y me golpeó en la cabeza contra la pared. Volví a tocar el suelo y mis ojos se nublaron.

  Bien, me estaba dando una inmensa paliza. Estaba siendo una de las peores peleas de mi historia, y mis amigos serían testigos de ello; pero también tenía una muy buena excusa, estaba oxidada luego de haber dejado de entrenar con insistencia durante meses.

  Después de unos segundos tirada en el suelo, escuché un rugido a lo lejos; alguien más saltó desde arriba del puente, para luego caer de pie junto al agua de la abundante lluvia. Por el brillo de sus ojos, que era lo único que podían distinguir los míos luego de tantos golpes, no tardé en darme cuenta de que se trataba de un hombre lobo. Se enderezó y corrió hacia el hombre dispuesto a luchar antes de que el mismo golpeara a mi mejor amigo otra vez. Al llegar frente a él, tomó impulso saltando en la pared y lo golpeó en el rostro con sus garras y puño. Siguieron luchando hasta que el hombre lo tomó del brazo y le pateó el estómago, arrojándolo cerca de mí. El chico alzó la mirada hasta mí y su rostro regresó a la normalidad, solo ahí pude darme cuenta de que se trataba del chico de la carretera.

  —¿Estás bien? —alcancé a preguntarle, aunque aún sentía que mi cabeza estaba a punto de explotar.

  Él asintió y se limpió la sangre que tenía en la mejilla.

  Regresé la mirada hasta Scott y justo vi el momento en que, antes de que pudiese darle un golpe, el hombre desconocido aprovechó para enterrarle sus brillantes garras azules en el pecho, haciéndolo caer de rodillas.

  Su nombre escapó de mis labios en un susurro agitado.

  Escuché la llegada de Liam, Stiles y Malia, quienes frenaron de golpe al ver lo que sucedía. Regresé la mirada a Scott mientras que, con todas mis fuerzas, me obligaba a incorporarme. Tuve la impresión de que el corazón, junto con la respiración, se detenían cuando mi mirada cayó en su color de ojos; el rojo había desaparecido por completo.

  Un recuerdo invadió mi mente de forma inmediata.

  Su muerte. La muerte de Alisson. Tenía la misma expresión cuando uno de los ONI le enterró la espada en su estómago luego de intentar protegerme. No pude evitar sentirme afligida en ese momento; el recuerdo tan repentino llegando a mí, como si lo estuviese viviendo otra vez. Un horrible ciclo interminable. Todos los días tratando de olvidar ese momento, pero me era imposible lograrlo. En cada paso que daba, sentía su sangre en mis manos que se escurría por mis dedos; sin embargo, la culpa no traería a mi hermana de regreso, sin importar qué.

  —Ya pasó...—musité—. Ya pasó. No está pasando ahora.

  Me acurruqué contra la pared respirando pesadamente. Sentía que mi cuerpo se cerraba cada vez que intentaba respirar con normalidad. Era como una piedra del tamaño de una persona apretara contra mi pecho.

  Alguien apoyó su mano por encima de mis hombros y al alzar la mirada, el chico que había llegado de forma inesperada, me veía con confusión.

  —Oye, ¿estás bien? —preguntó.

  Mis ojos recorrieron todo el lugar; analizaba cada persona, pared y la sangre que yacía en el agua del suelo. El bombeo de mi corazón retumbaba en mis oídos cada vez que escuchaba la voz amortiguada de aquel chico, sentía que mis mente ya no respondía. Mi mirada se detuvo cuando me encontré con los ojos rojos de Scott nuevamente. Estaba segura de que me susurraba algo; tal vez pedía que me tranquilizara, que él tenía todo bajo control, o tal vez solo era yo, con la absurda ilusión de que no perdería a nadie más. Cuando tomó el brazo de aquel hombre con fuerza y se incorporó de a poco, supe que así era. Dobló su brazo hasta quebrarlo y lo obligó a retorcerse de dolor, mientras su mirada imploraba que se detuviera. Aún estaba muerta de miedo, pero no pude evitar sentirme orgullosa luego de haberle enseñado aquella técnica.

  El pelinegro a mi lado, me tomó de la cintura y me ayudó a ponerme de pie. No tardé en quitarle sus manos de encima, una vez que me incorporé; no acostumbraba al contacto físico viniendo de extraños.

  —No se quién eres o que pensaste que harías, pero te daré una opción —escuché a Scott hablar—: puedes quedarte y te romperé algo más o puedes correr.

  El corto silencio no tardó en llenarse con las palabras sabias de Stiles.

  —Yo correría —aconsejó.

  El hombre nos dio una mirada aterrada, antes de salir corriendo.

  Me apresuré a llegar a los brazos de mi mejor amigo mientras sonreía aliviada. Scott me rodeó la cintura con sus fuertes brazos mientras me repetía una y otra vez cuanto me había extrañado. Alejé mi rostro de su pecho, sin dejar de abrazarlo.


  —¡Sabes que tú me extrañaste más a mí que yo a tí! —dije con diversión.

  Scott frunció el ceño antes de pasar uno de sus dedos por encima de mi mejilla. Ni siquiera había notado que mis ojos estaban llenos de lágrimas.

  —Siempre contigo —murmuró con una sonrisa, antes de acercarse y besar mi frente.

  —Siempre —dije del mismo modo.

  Cuando nos separamos, mi mirada se posó en el chico de la carretera detrás de Scott. Él me sonrió antes de acercarse a nosotros.

  —No me recuerdas, ¿o si? —Su mirada se posó exclusivamente en Scott—. Supongo que he cambiado bastante desde cuarto año.

  ¿Cuarto año? ¿A qué se refería?

  Me crucé de brazos mientras daba unos cuantos pasos hacia él. Aunque me detuve cuando sentí una mano apoyarse en mi hombro derecho, ni siquiera tuve que girar para saber que se trataba de Scott.

  —¿Quién eres? —pregunté, captando su atención.

  —Theo Raeken —respondió, recorriéndome con la mirada de pies a cabeza.

  Estaba confundida, era un nombre totalmente desconocido para mí, pero al voltear y ver la expresión de sorpresa de mi mejor amigo, me di cuenta de que él si lo conocía. Observé de reojo a Stiles, quien adoptó una expresión seria, mientras Malia y Liam parecían igual de desorientados que yo.

  —¡¿Theo?! —nombró Scott, como si hubiese descubierto la octava maravilla del mundo.

  Me acerqué lentamente a él.

  —¿Lo conoces? —cuestioné en un susurro, aunque inútilmente porque la mayoría podía escucharme.

  Scott estuvo a punto de responderme, cuando Theo se le adelantó.

  —Me conocían. Créanme no pensé que volvería a verlos, pero hace meses supe de un alfa en Beacon Hills. Cuando supe que su nombre era Scott McCall, no podía creerlo. —Negó con la cabeza mientras bajaba la mirada—. Y no solo un Alfa, sino, uno verdadero.

  —¿Y qué es lo que quieres de él? —La pregunta salió de mis labios apenas terminó de hablar.

  Theo ladeó su cabeza, observándome nuevamente con atención. Había algo en su mirada que hacía que quisiera desviar mis ojos, pero con toda la fuerza de mi voluntad, me mantuve firme. La comisura de su labio se curvó ligeramente hacia arriba.

  —Volví a Beacon Hills con mi familia porque quiero ser parte de su manada. —Señaló a mi amigo—. La manada de Scott.

  Voltee hacia Scott.

  Él había sido bastante gentil conmigo en la carretera y hacía unos momentos nos había ayudado a pelear contra ese hombre, pero no lo conocíamos.

  Volví a mirarlo.

  Algo dentro de mí me advirtió que no me acercara a él, y tal vez debí haberle hecho caso a mi instinto.

Versión 2024
©-GIMEVERLARK-

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