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━Capítulo Siete

❪𝓔𝓷 𝓹𝓵𝓪𝔂𝓵𝓲𝓼𝓽 𝓟𝓸𝓴𝓮𝓻 𝓕𝓪𝓬𝓮 ❫




❝ 𝐏𝐎𝐑𝐐𝐔𝐄 𝐋𝐀𝐒 𝐌𝐔𝐉𝐄𝐑𝐄𝐒 𝐒𝐈𝐄𝐌𝐏𝐑𝐄 𝐓𝐄𝐍𝐄𝐌𝐎𝐒 𝐋𝐀 𝐑𝐀𝐙Ó𝐍 ❞












╔════ 𓏲✮⊰ •˙❅✾❅ ᭕𖤐⊱ ════╗



〘 ✰.༄☼︎ 𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟎𝟕☼︎༄.✰ 〙
–— desastre —–

╚═══════════════════╝










DESPUÉS DE AQUELLA AMISTOSA CHARLA CON ARES EN MEDIO DE LA NOCHE el grupo de Percy tuvieron que ir en busca de su escudo pues si tenía información sobre Sally abría que ir.

Por fin encontraron el parque acuatico que originalmente se llamaba Waterland aunque ahora se leía «WAT R A D» por las letras que se le cayeron del letrero.

La puerta principal estaba cerrada
con candado y protegida con alambre
de puas. Dentro, toboganes enormes, tubos y tuberías se enroscaban por todas partes, en dirección a las piscinas vacías.

Entradas viejas y anuncios revoloteaban por el asfalto. Al ser de noche solo se ponía peor la cosa pues aquel lugar tenía un aspecto triste y daba escalofríos.

—Si Ares trae aquí a su novia para
una cita —empezó a decir Percy viendo el alambre de puas —, no quiero imaginar qué aspecto tendrá ella.

—Percy, tienes que ser más respetuoso...

—¿Por qué? —preguntó el pelinegro confuso mirando a la rubia —. Creía que odiabas a Ares.

—Sigue siendo un dios. Y su novia es muy temperamental.

—En serio que necesitas clases de mitología —comentó Diane mirando
con los ojos achinados al pelinegro.

—¿Quién es la dichosa novia?

—Afrodita —informó Grover soltando un suspiro embelesado —. La diosa del amor.

—Pensaba que estaba casada con alguien. ¿Hefesto quizás?

—¿Y qué si fuera así?

—Bueno, ¿y cómo entramos?

Grover rápidamente tomó los zapatos
de Luke y voló por encima de la valla, dio un salto mortal y aterrizó en una plataforma al otro lado. Se sacudió los pantalones, como si lo hubiera previstó.

—Vamos, chicos.

Percy junto a las dos chicas tuvieron
que escalar a la antigua aguantándose de vdz en cuando el alambre de espino para pasar por debajo.

Se apresuraron a examinar el parque para no perder tiempo. Para su buena suerte no encontraron nada peligroso más que atracciones bastante bobas.

Encontraron una tienda de souvenirs que había quedado abierta. Aún había mercancía en las estanterías: bolas de nieve artificial, lápices, postales y ropa.

—Diane, ¿qué haces?

La pelirroja se giró al oír la voz de Percy como si la hubieran atrapado haciendo alguna maldad.

—Nada, solo me llevaré un par de recuerditos —respondió encogiendose de hombros mientras echaba varias cosas a su mochila —. Son tan lindos.

El pelinegro rodó los ojos y continuó andando su camino en busca del Tunel del Amor con la chica a un par de metros detrás. De verdad se veía alegre por esas baratijas.

—Así que Ares y Afrodita tienen un asuntillo —comentó Percy para distraer su mente de la oscuridad en el lugar.

—Ese chisme es muy viejo, Percy —respondió Annabeth con diversión mirandolo —. Tiene tres mil años.

—¿Y el marido de Afrodita?

—Hefesto, el herrero, se quedó tullido cuando era pequeño —comenzó a explicar la rubia sin dejar de avanzar —. Zeus lo tiró monte Olimpo abajo. Así que digamos que no es guapo. Habilidoso con las manos, pero a Afrodita no le van los listos con talento, ¿comprendes?

—Le gustan los motociclistas.

—Lo que sea.

—¿Hefesto lo sabe?

—Claro. Una vez los atrapó juntos, quiero decir in franganti. Los atrapó en una red de oro e invitó a todos los dioses a que fueran a reírse de ellos —continuó Annabeth mirando distraidamentr el lugar —. Hefesto siempre intenta ridiculizarlos. Por eso se ven en lugares remotos como este.

Era una piscina que sería alucinante para patinar, de por lo menos cuarenta
y cinco metros de ancho con forma de cuenco. Alrededor del borde, una docena de estatuas de Cupido montaba guardia con las alas desplegadas y los arcos listos para disparar.

Al otro lado se abría un túnel, por el
que probablemente corría el agua cuando la piscina estaba llena. Tenía
un letrero que rezaba: "Emocionante atracción del amor: ¡éste no es el tunel del amor de tus padres!"

Grover se acercó al borde.

—Chicos, miren.

En el fondo de la piscina había un
bote de dos plazas blanco y rosa con un dosel lleno de corazones. En el asiento izquierdo, reflejando la luz menguante, estaba el escudo de Ares, una circunferencia de bronce bruñido.

—Esto es demasiado fácil —informó Percy con una sonrisa al ver el escudo —. Voy a bajar.

—Te acompaño —exclamó Grover mirando algo asustado el lugar.

—No. Te quedarás arriba con las zapatillas voladoras —se apresuró a decir el hijo del dios del mar al oír a
su amigo —. Cuento contigo para que
me cubras, por si algo sale mal.

Grover asintió obedeciendo a las ordenes de su mejor amigo. Después el pelinegro se giró a ver a las chicas.

—Necesito que una de ustedes me acompañe. ¿Annabeth quizás?

—¿Estás de broma? ¿Yo, contigo en la emocionante atracción del amor? —soltó la rubia con ironía viendo el letrero —. No suena bien para mi.

—Yo lo haré —informó Diane antes
de empezar a bajar junto a Percy a la piscina.

Rápidamente ambos llegaron al bote. Junto al escudo había un chal de seda
de mujer. Luego se enfocaron en lo que había arriba: espejos por todo el borde de la piscina, orientados hacia el lugar. Podían verse desde cualquier dirección que mirasen.

Mientras Ares y Afrodita se daban besitos podían mirar a sus personas favoritas: ellos mismos.

El chico recogió el chal con disimulo. Reflejaba destellos rosa y su aroma era una exquisita mezcla floral. Casi de lo más embriagador. Sonrió con aire de ensoñación y estaba a punto de frotarlo contra su mejilla cuando Diane se lo arrebató y lo guardó en su mochila.

—Dejamonos de cosas, ¿si? —pidió
ella bastante seria poniendo sus manos en su cintura —. Tomemos el escudo y larguémonos de aquí.

En el momento en que tocó el escudo supó que tenían problemas. Se rompió algo que lo unía al tablero de mandos.

Pensó que podría tratarse de una telaraña, pero al examinarlo notó que  era un delgado filamento de metal puesto ahí para tropezar con él.

Diane estaba a punto de decir algo cuando se produjó un chirriante ruido de engranajes que comenzaban a funcionar, como si la piscina estuviera convirtiéndose en una máquina gigante.

—¡Cuidado, chicos!

Arriba, en el borde, las estatuas de Cupido tensaban sus arcos en posición de disparo. No tuvieron tiempo de esconderse, aunque no dispararon a ellos sino unas a otras, a ambos lados
de la piscina.

Las flechas arrastraban cables sedosos que describían arcos sobre la piscina y se clavaban en el borde, formando un enorme entramado dorado.

Entonces, por arte de magia, empezaron a tejerse hilos metálicos más pequeños formando una red.

—¡Tenemos que salir de aquí!

El pelinegro agarró el escudo y salieron  a correr, pero salir de la piscina no era tan fácil como bajar.

—¡Date prisa! 

Intentaban rasgar la red para abrirse una salida, pero cada vez que la tocaban los hilos de oro les envolvían las manos.

De repente, las cabezas de los cupidos
se abrieron y del interior salieron videocámaras y focos que los cegaron.

De pronto un altavoz retumbó por todo el lugar.

"Retransmisión en directo para el
Olimpo dentro de un minuto… Cincuenta y nueve segundos, cincuenta y ocho"

—¡Hefesto! ¡Como no ve dí cuenta! —gritó Annabeth desde arriba mirando con pánico a sus dos compañeros —. Fabricó esta trampa para sorprender
a su mujer con Ares. ¡Ahora van a  retransmitirlos en vivo al Olimpo!

Genial, si mi madre me odia o algo así por ser prohibida lo hará mas cuando me encuentre con un hombre. Pensó Diane.

Casi habían llegado al borde, cuando
los espejos en hilera se abrieron como trampillas y de ellas emergió un torrente de diminutas cosas metálicas…

Diane soltó un grito de horror.

Parecía un ejército de bichitos de cuerda: cuerpos de bronce, patas puntiagudas y afiladas pinzas, y se dirigían hacia ellos en una oleada de chasquidos y zumbidos metálicos.


Las arañas metalicas aparecían por doquier, bajando sin cesar a la piscina
y rodeándolos. No parecían quererlos matar o algo así si no acorrarlos, quizás unos mordiscos y ridiculizarlos.

Es una trampa, pero no para mestizos sino para dioses.

Subieron al bote y empezaron a
apartar a las arañas como podían a medida que trepaban.

"Treinta, veintinueve, veintiocho", proseguía el altavoz.

Después las arañas empezaron a escupir filamentos de metal buscando amarrar a ambos. Al principio fue fácil zafarse, pero había demasiados y las arañas no dejaban de llegar.

—¡Sueltame cosita! —exclamó Diane enojada dandole una manotazo a una que trepaba por su pierna.

Grover revoloteaba por encima de la piscina con las zapatillas voladoras en un vago intento por perforar la red,
pero esta no cedía.

Podrían haber huido por la entrada del Túnel del Amor, de no haber estado atestada por un millón de arañas robot.

"Quince, catorce, trece…", contaba sin pausa el altavoz.

Percy apesar de todo el desastre a su alrededor se esforzó en idear un plan y luego vió algo que le dió una idea.

Los espejos trampilla eran el desagüe
las tuberías de agua, por allí habían venido las arañas. Encima de la red, junto a uno de los cupidos, había una cabina de cristal que debía contener
los mandos.

—¡Grover! ¡Ve a la cabina y busca el botón de encendido!

—Pero…

—¡Hazlo!

Grover se metió en la cabina sin más empezó a pulsar botones con desesperación esperando que uno de ellos apagara a las arañas o algo.

"Cinco, cuatro…"

Me hizo señas con las manos, dándome a entender que había apretado todos los botones pero seguía sin pasar nada.

Apesar de todos los botones que el sátiro oprimió ninguno detuvó nada. Percy abrazó a Diane esperando su final y de la nada empezó a pensar cosas que lo relajaban, olas, agua, el río Mississipi…

De pronto comenzó a imaginar
que arrastraba todo el océano hasta Nashville.

"Dos, uno, ¡cero!"

Las tuberías se sacudieron y el agua inundó con un rugido la piscina por completo, llevandose a las arañas.

Diane abrochó su cinturón justo antes de que la primera ola les cayera encima, la cual acabó con las arañas.

El bote se levantó con el nivel del
agua y dio vueltas en círculo encima
del remolino. Ahora el agua estaba llena de arañas que hacían cortocircuito,
unas incluso empezaron a explotar.

Los focos iluminaban todo el lugar y
las cámaras cupido filmaban en directo para el Olimpo. Diane solo quería meter la cabeza en el agua y desaparecer.

De por si no quería saber nada de ella ahora jamás querría.

Con esfuerzo Percy logró controlar el bote y lograr que siguiera en la corriente sin estrellarse contra las paredes.

El bote dió una última vuelta cuando
el nivel del agua era demasido alto. Entonces la proa viró en dirección al túnel y se lanzaron a toda velocidad hacia la oscuridad.

Tuvieron que sujetarse fuerte antes
de gritar al unísono cuando el bote remontó olas. Casi pasó pegado a las esquinas y se escoró un par de grados
al paso de imágenes de Romeo y Julieta
y más tonterías de San Valentín.

En la recta final del túnel, la brisa nocturna los despeinó un poco cuando
el bote se lanzó hacia la salida.

Si la atracción hubiese estado en funcionamiento, habrían llegado a una rampa entre las Puertas Doradas del Amor y, de allí, chapoteado hasta la piscina de salida. El problema es que lqs puertas estaban cerradas.

Un par de botes que habían salido del túnel antes se habían estrellado contra las puertas: uno estaba sumergido, y el otro partido por la mitad.

—¡Quítate el cinturón! —pidió Percy
a la pelirroja con desesperación y ella lo miró asustada.

—¿¡Estás loco!?

—¿¡Es que quieres morir aplastada!? —preguntó mientras se amarraba el brazo a lo que ella negó —. Eso pense. Ahora tendremos que saltar.

—¿Saltar dijiste?

Percy asintió.

Tenía pensado saltar cuando el bote chocara, aprovechando el impulso y saltar por encima de la puerta. Algo un tanto demencial. Con algo de suerte tal vez aterrizarían en la piscina.

Las puertas se acercaban a gran velocidad y Diane no muy segura de
lo que harían se aferró a la mano del joven esperando el impacto.

—Cuando de la señal saltamos.

—Mejor la doy yo.

—¿Por qué tú?

—Porque las mujeres siempre tenemos la razón.

—¿Qué insinuas? —exclamó Percy a
lo que ella lo miró de mala manera —. Bien, tú das la señal.

Unos segundos después vaciló y cuando esyuvieron más cerca dió la señal.

—¡Ahora! 

De haber saltado cuando Percy decía, se habrían estrellado contra las puertas.

Consiguieron el máximo impulso, aunque un poco más y el bote se estrelló contra los otros barcos estropeadas y salieron  despedidos de manera violenta por el aire, justo por encima de las puertas y la piscina, directos al asfalto.

De repente sintieron que algo los agarró por detrás.

Al girarse se dieron cuenta que
Grover los había atrapado. Con esfuerzo sostenía a la pelirroja del brazo y al chico de la chaqueta e intentaba evitar un aterrizaje accidentado, pero no era algo tan sencillo.

—¡Pesan demasiado! ¡Nos caemos!

Descendieron al suelo describiendo espirales, Grover esforzándose por amortiguar la caída. Chocaron contra un tablón de fotografías y la cabeza de Grover se metió directamente en el agujero donde se asomaban los turistas para salir en la foto.

Diane y Percy dieron contra el suelo; fue un golpe duro, pero estaban vivos y el escudo de Ares seguía en el brazo del de ojos azulados.

En cuanto recuperamos el aliento, los tres liberamos a Grover del tablón y ambos jovenes le dieron las gracias por salvarles la vida.

El bote había quedado trizas de eso no cabía duda.

Cien metros más allá, en la piscina, los cupidos seguían filmando. Las estatuas habían girado de manera que las cámaras y las luces nos enfocaban.

—¡La función ha terminado! —exclamó Percy con una sonrisa fingida a las camaras —. ¡Gracias! ¡Buenas noches!

Los cupidos regresaron a sus posiciones y las luces se apagaron. El parque quedó de la misma forma en que llegaron,  excepto por un murmullo del agua en la piscina de salida de la Emocionante Atracción del Amor.

—Vamos a tener unas palabritas con Ares. 





































——— ✮✧☾✧✮ ———









































El dios de la guerra nos esperaba en el aparcamiento del restaurante. Ya era pasada de la medianoche y estaba casi vació el lugar, solo una triste lucesilla aluminaba el lugar.

—¡No los han matado, eso es genial!

—Sabías que era una trampa —espetó Percy con molestia dandole una mirada llena de odio.

—Seguro que ese herrero lisiado se sorprendió al ver en la red a un par de niños estúpidos —comentó Ares con una sonrisa maliciosa —. Seguro ya son tan famosos en la televisión, chicos.

El pelinegro le arrojó su escudo, que el dios rápidamente atrapó con habilidad.

—Eres un cretino —soltó Percy arrojandole su escudo de mala forma, que Area al instante atrapó.

Los tres chicos presentes contuvieron
el aliento y la pobre de Annabeth casi desfallecía ahí mismo. Que irrespetuoso.

Ares agarró el escudo y lo hizo girar en el aire como una masa de pizza. Cambió de forma y se convirtió en un chaleco antibalas que se lo colocó por la espalda.

Después de eso sacó una mochila de nailon azul y se la lanzó al pelinegro. Al revisar su interior vió que tenía ropa limpia para todos, veinte dolares, una bolsa llena de dracmas de oro y una bolsa de galletas Oreo con relleno doble.


—No puedes quejarte, aquí tienes estas cosillas por hacer el trabajo.

—No quiero tus cutres…

—Gracias, señor Ares —interrumpió Grover, dedicándole una mala mirada a si mejor amigo —. Muchísimas gracias.

Probablemente era un insulto mortal rechazar algo de un dios, pero el chico quería nada que Ares hubiese tocado.

A regañadientes se echó la mochila al hombro aún sintiendo algo de furia en su interior por la presencia del dios.

—Me debes algo más —comentó Percy mirandolo serio —. Me prometiste información sobre mi madre.

—¿Estás seguro de que la soportarás? —preguntó Ares a lo que el chico asintió y el arrancó la moto —. No está muerta.

—Ya lo sabía.

—Si es que la convirtieron en un resplandor dorado significa que esta viva solo pasó por algo llamado metamorfosis.

—¿Algo nuevo que deba saber?

—Supongo que sabes dónde está.
Solo te advierto que tengas cuidado al llegar y creo que necesitas estudiar los métodos de la guerra, niño ingenuo. Rehenes… Secuestras a alguien para controlar a algún otro.

—Nadie me controla. 

—¿En serio? —preguntó Ares con mofa riendose mientras señalaba el lugar —. Mira alrededor, niño.

—Es bastante presuntuoso, señor Ares, para ser un tipo que huye de estatuas de Cupido.

Tras sus gafas de sol, el fuego ardió.
Era obvio que el comentario de Percy lo había echo enfadar.

—Volveremos a vernos, Percy Jackson —fue todo lo que dijo antes de acelerar la motocicleta y esfumarse —. La próxima vez que pelees, no descuides tu espalda.

—Eso no ha sido muy inteligente
de tu parte, sesos de alga —comentó Annabeth mirandolo con reproche.

—Me da igual...

—Creeme cuando te digo que no quieres tener a un dios de enemigo y menos a Ares.

Percy la ignoró y sacó el mapa para revisar el proximo sitio al que irían en busca de la otra perla. Al ver la dirección tanto Grover como Diane sonrieron.

—¡Iremos a Las Vegas!







——— ✮✧☾✧✮ ———






























Las Vegas era un lugar definitivamente hermoso. Todo iluminado por luces y si Diane tuvó sueño por todo lo sucedido ahora solamente querría bajar del auto y explorar cada rincón de aquel lugar.

No era la única emocionada por este viaje pues sus compañeros soltaban un par de exclamaciones emocionados y observaban a detalle cada lugar por el que pasaban. Incluso pasaron por la
famosa torre Eiffel que tenía.

Unos minutos más tarde de andar vagando por las avenidas vieron frente a ellos un edificio enorme iluminado por luces que tenía pintada una flor roja de Lotto. Ese tenía que ser el casino.

Rápidamente se orillaron para después adentrarse al estacionamiento de aquel casino.

—¡Ay, ya quería llegar! —exclamó Grover bajando del automóvil con una enorme sonrisa —. Siempre partan los ochos, pero jamás los dieces.

—No vamos a apostar, ¿oiste?  —comentó Annabeth bastante seria a la vez que bajaba sus cosas del auto.

—Tenemos poker, tenemos blackjack...

—Grover, no estamos de vacaciones —continuó diciendo la rubia mirandolo con seriedad —. Tomáremos la perla y nos iremos, ¿si?

El chico asintió no tan concentrado en sus palabras al ver todo lo que estaba frente a él. Era un paraiso.

Una vez estuvieran dentro del casino
sus ojos se maravillaron incluso más. Había cientos de personas jugando los diferentes juegos que ofrecían, otros se concentraban en los deliciosos platos y bebidas. Y lo más deseado es que había un automóvil de lujo como premio.

—Este es mi nuevo lugar favorito —comentó Diane mirando maravillada todo a su alrededor sin detenerse.

—Por favor tomen un libro de cupones —pidió un hombre acercandose a Percy con un par de cupones en las manos.

—Gracias, pero no nos quedaremos.

—Por favor, es gratis —insistió el botones molestando a cierto chico en el proceso —. Sirve para todo el hotel y para el casino.

—No vamos a registrarnos en el hotel.

—Que hombre tan más insistente —
soltó la pelirroja dejando atrás al botones para continuar andando.

—Estamos aquí por una cosa y solo una cosa —informó Percy con seriedad deteniendose justo a una fuente llena de luces artificiales —. Esto es increible.

—¿Exactamente dónde se supone que encontraremos la perla?

En ese momento Grover alcanzó a oír la voz de su amiga, pero la tentación frente a él era tanta que se desconcentró.

—Ah, tal vez en una camarera o en una bailarina. Hay que empezar por allí...

El sátiro salió corriendo tras ella y
sus amigos fastidiados por su falta de atención a la misión tuvieron que seguirlo.

—¿Les sirvo algo? —preguntó una camarera deteniendolos para mostrarles platillos en una charola —. Prueben una flor de loto. Son deliciosas. Es nuestra especialidad.

De la nada dos mujeres más aparecieron con más charolas rodeandolos por completo. Literalmente casi tenían las charolas pegadas a la cara.

—Pues yo tengo hambre —comentó Diane tomando una de ellas seguida del sátiro —. Supongo que no me hara daño.

Sus compañeros támbien tomaron unas y después las camareras se fueron.

—¿¡Tenemos que pagar esto!?

—Parece que son gratis —informó el pelinegro mirando el pastelillo antes de darle una mordida —. Deliciosa.

Diane imitó su acción y con la hambre que traía no tardó en comersela. Casi le da algo al degustarla.

—Definitivamente he quedado enamorada de estas cositas.

—Es lo más delicioso que haya probado —expresó Percy.

Fue en ese momento en que Diane sintió que todo le daba vueltas y empezó a sentir que una tremenda felicidad la envolvía por completo olvidandose de lo que había a su alrededor y concentrada solo en sus amigos.

Tanto Percy como Grover y Annabeth támbien empezaron a sentir esa gran felicidad. El chico cabra empezó a reír y la risa de Grover le dió risa a Diane.

Parecían dos loquitos riendose solos.

Pronto su risa contagió a los dos chicos y en su momento de euforía Annabeth ideó un plan.

—¿Por qué no nos quedamos unos días?

—¡Sí! —exclamaron Grover y Diane al unisono abrazandose.

—Es una maravillosa idea —comentó Percy mirando a la rubia con una gran sonrisa —. Pero ahora tenemos una misión muy urgente aquí.

La rubia soltó una carcajada y siguió comiendo su deliciosa flor de loto y eso confundió al pelinegro.

—¿O no?

—¡No me acuerdo! —exclamó Diane revoloteando alegre a un lado del chico comiendo otro pastelillo.

Más risas euforicas.

—Olvide lo que iba a decir...

—Creo que yo se porqué estamos aquí —comentó Annabeth con una sonrisa y sus amigos la miraron atentos.

—¿Por qué estamos aquí?

—¡Para divertirnos!

—Okey, no hay que irnos jamás —continuó diciendo el chico provocando un grito de emoción de las chicas —. ¡Hay que quedarnos!

Diane no supó en que momento todo
se descontroló, pero lo único que sabía es que la estaba pasando de maravilla en aquel casino. Estuvó jugando junto
a Percy algo sobre una ruleta y después de varias jugadas y ganaron.

La emoción en ese momento era tanta que Percy tomó a Diane del rostro con algo de delicadeza y estampó sus labios contra los suyos, creando un delicado roce que ella continuó emocionada.

Al separarse sus mejillas estaban algo rojas, quizás por el calor o porque por fin el amor de su vida la había besado.

¡Percy Jackson me besó, a mi! Pensó tan alegre que sentía que iba a estallar de la emoción.

—¡Eso fue divertidisímo! —exclamó Diane con una sonrisa mirando al joven frente a ella —. ¡Qué se repita!

—Tengo una idea que te va a fascinar, sigueme —informó Percy tomandola de la mano para llevarla consigo.

La chica solo se dejaba guiar por el pelinegro, estaba demasido contenta como para arruinar su felicidad y una sensación de nervios mezclada con la emoción del momento la inundaba.

No tardaron mucho en llegar a una pequeña capilla con la que contaba el casino por si sucedían estas cosas.

—Queremos casarnos.

—Aguarda, ¿dijiste casarnos? —preguntó Diane confusa y el chico asintió —. ¡Casemonos entonces!
Espera, no tengo un bonito vestido.

—No te preocupes luces bella de todos modos —respondió Percy dejando un beso en su coronilla amorosamente —. Podrías traer una bolsa de basura y aún seguirías siendo hermosa, zanahoria.

Unos minutos después se encontraban frente a un hombre que llevaba un libro en sus manos y no dejaba de hablar.

Una vez terminó firmaron unos
papeles y por supuesto que una pareja adulta se ofreció a fingir ser sus padres pues necesitaban consentimiento. De todos modos el padre y el del registro ya estaban un poco alcoholizados como para revisar bien las legalidades.

—Puede besar a la novia.

Percy tomó a Diane del rostro y se inclinó un poco más a ella notando lo radiante que se veía esa noche. Unos segundos después sus labios tocaron los delicados labios de ella besandola.

Pronto todos los presentes aplaudieron
y los recien casados se abrazaron como una pareja feliz antes de volver a darse otro beso solo porque lo ansiaban.

—Eso fue perfecto —comentó Diane escondida en el cuello del pelinegro, luego se giró a verlo a los ojos —. Jamás imagine que esto sucedería. Eres lo que más soñe y si de algo estoy segura es de que te amo Perceus Jackson.

—Tú eres la mujer más perfecta
Diane Gagnon y algo me dice que
estoy más que enamorado de tí.






















——— ✮✧☾✧✮ ———














Al regresar a la parte principal del casino se encontraron a sus amigos y claro que los felicitaron, además de que Diane estuvó mostrandole todas las fotos que se sacaron juntos con entusismo y apreciando las pezuñas relucientes de Grover pintadas de un rojo brillante.

Estaba segura de que su padre támbien se alegraría muchisímo con la noticia, ya después le contaría aquello.

Unos cuantos minutos después estaba bailando en una pista de baile una linda melodía pegajoza junto a Grover y otras personas. Ni siquiera sabía de donde fue que sacó el vestido de seda rojo hasta las rodillas que llevaba puesto, solo seguía el ritmo embelesando a Percy Jackson.

El pelinegro no apartaba su vista de
ella y si lo hacía era para decirle a quien fuese que estuviese a un lado suyo que esa bella pelirroja era su ahora esposa.

Al bajar de la pista con una enorme sonrisa se lanzó sobre los brazos de su amado chico pez y acarició un poco su rostro antes de decidir besarlo.

Diane hambrienta por aquel baile tomó una flor de las que ofrecía el casino y le pasó una a Percy, quien la miró por un par de segundos sin saber si aceptarla.

De la nada escuchó una voz en su dormida conciencia que le advertía sobre lo que estaba comiendo y negó en cuanto aceptarla con una sonrisa.

—Voy a salir a tomar aire —informó Percy algo confundido por lo sucedido acercandose a Diane para dejar un beso en su mejilla —. Ahora vuelvo.

Diane asintió y pronto el chico salió
de la sala empezando a caminar por entre los pasillos sin rumbo fijo.

Fijate a tu alrededor, concentrate.

La voz en su cabeza cada vez se aclaraba más y esto solo confundía a Percy. Genial, ahora estaba enloqueciendo.

Simplemente sacudió su cabeza intentando negar cualquier intrusión
a su mente y continuó andando por
los pasillos repletos de videojuegos, teniendo que rechazar oferta tras oferta. Cada camarera quería ofrecerle más de esos pastelillos con forma de flor.

Lo que decía amar ahora estaba comenzando a odiar.

Finalmente se detuvó junto a una maquina de videojuegos en la que estaba un niño de cabellera oscura y ropa del mismo color. Parecía estar demasiado sumido en su mundo para percatarse de la presencia del chico.

Justo en la maquina de a lado estaba una chica parecida a él que támbien estaba demasido concentrada en su partida.

—Oye, contacto en Francia.

—Sí, ¿ya la viste? —comentó el niño girandose un poco para poder ver mejor al desconocido a lado suyo.

—Sí, creo que si. En DVD.

—¿Qué es DVD?

—¿Es en serio?

—Como sea es la mejor película del
año —comentó el pelinegro señalando la bola de billar avanzar por la maquina.

—¿Qué? —soltó Percy realmente confundido girandose a ver al niño
—. Espera, ¿de este año?

—Sí, de este año. 1971.

Percy solo se quedó en blanco, posiblemente procesando lo que aquel extraño niño le había dicho. Ahora su mente nublada comenzaba a aclararse y algo le decía que esto era una locura.

Percy despierta. Tienes que escapar. Despierta.

—¿Necesitas una flor de loto? —preguntó una camamera acercandose a Percy con una sonrisa amable y por su puesto la bandeja con pastelitos.

—¡Ahora no quiero!

—Solo una...

El chico se libró de la camamera
gracias a todas las personas del lugar. Ciertamente ya no se sentía comodo comiendo esas cosas, no después de oír voces en su cabeza como si nada.

Se detuvó confuso enfrente de una partida con una ruleta y no tardó en percatarse de un pequeño detalle en eata misma. La perla estaba justo en la ruleta dando vueltas.

En eso la misma mujer de hace rato se acercó a él nuevamente casi poniendole la charola en la cara.

—¿Gusta otra flor de loto?

—¡No!

—Son gratis.

—No quiero otra flor de loto —
exclamó Percy con furia señalando la bandeja ya cansado de su insistencia
—. Por favor, dejenme en paz.

—¿Algún problema, señor Jackson? —cuestionó un hombre con un tono casi robotico acercandose a ambos.

Percy solo lo miró confuso y algo aterrado. Empezaba a volver en sí y ahora sí sabía que algo con aquel
lugar no estaba bien.

—No, gracias...

Con un gesto vago se despidió sin decir perdiendose entre toda la gente. Era hora de que se fuera del casino Lotto antes de que fuera demasido tarde.



































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SEPTIMO CAPÍTULO PUBLICADO

Hellou beibis, volví porque tenía
que seguir actualizando aunque las tareas luego me coman viva. Anyway, el cap ya estaba listo desde hace tiempo solo me trabe un poco a la hora de escribir la escena final, pero da igual de todos modos.

Cambie cosas y por cambiar me refiero a que incluí una escena con del libro completa. De todos modos me gusto, ¿y a ustedes? Tanto que estuve chillando por la escena del casino para que a la mera hora me saliera la escena casi sin chiste.

Y QUE SE NOS CASAN LOS NIÑOS, ¿qué dirá Artemisa ahora sí? Yo creo que se lo caza a flechazos JAJAJAJ

Eso seria todo por hoy, nos volveremos a ver pronto. I promise. No se olviden de votar, comentar
y si quieren agregar el fic a sus listas de lectura para saber cada que hay una actualización. Por si quieren seguirme mis redes estan en mi bio. BESOOOOTEEES <3











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