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━Capítulo Seis



❝ 𝐄𝐒𝐓𝐎 𝐍𝐎𝐒 𝐏𝐀𝐒𝐀 𝐏𝐎𝐑 𝐒𝐄𝐑
𝐌𝐄𝐒𝐓𝐈𝐙𝐎𝐒 ❞




╔════ 𓏲✮⊰ •˙❅✾❅ ᭕𖤐⊱ ════╗

〘 ✰.༄☼︎ 𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟎𝟔☼︎༄.✰ 〙
–— riesgos —–

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EL GRUPO DE SEMIDIOSES SE
DIRIGÍA EN UN AUTOMÓVIL ROBADO LEJOS DE AQUEL LUGAR DE LOCOS luego de todo lo que tuvieron que pasar para obtener la perla ahora al menos el riesgo habían valido la pena.

Sin embargo, no todos corrían con la misma suerte de haber salido ilesos. Tanto Percy como Diane, pero más está última sufrió los daños de la misión ya al menos no le dolían tanto los rasguños luego de que Percy le ayudará a lavar y desinfectar estas mismas.

La opción más sencilla y cómoda fue
ir en un automóvil así cabrían todos sin tener que ir apretados. Mientras Grover y Annebeth iban en la parte delantera, Percy y Diane estaban en la trasera.

La pelirroja estaba demasido cansada
y exhausta como para decir algo así que solo se mantenía ligeramente recargada sobre Percy siendo abrazada por este.

—Luke pudó habernos avisado sobre Medusa —replicó Annabeth un poco molesta mirando con atención la perla entre sus manos.

—Tal vez no lo sabía —comentó Percy con inocencia sosteniendo a una chica casi adormilada sobre él.

—Gps de los dioses, ¿ahora a dónde?

En cuanto Percy oyó aquello desde la parte trasera del automóvil sacó de su bolsillo el mapa haciendo a la pelirroja que se removiera buscando comodidad.

Una vez lo abrió observó como una nueva ubicación se dejaba ver en aquel mapa junto a un pequeño dibujo.

—El partenón de Nashville —anunció Percy antes de volver a guardarlo.

—¿Nashville? Oh, genial hogar de mi música menos favorita —soltó Grover aparentando felicidad antes de soltar una exclamación digna de un vaquero.

Annabeth fue la única que sonrió.

Percy iba concentrado en la chica dormida junto a él. Observandola con atención, sintiendose enternecido por tenerla de ese modo o quizás sentía una sensación extraña al reflexionar sobre
lo que ella lo hacía sentir.

Con una sonrisa en sus labios quitó un mechón de pelo rebelde que estorbaba en su rostro para apreciarla mejor.

Digna hija de una diosa.

Una diosa que te puede cazar como a uno de sus animales, Percy.

Para cuando llegaron a la ciudad ya era completamente de noche. Grover era quien llevaba el volante del autómovil así que podían estar seguro. Annabeth, quien iba de copiloto al igual que Diane y Percy estaba más dormida que nada.

La parejita de allá atrás se durmió abrazada el uno del otro, para su buena suerte encontraton una manta vieja en la cajuela y con esa se taparon.

Sin embargo, Grover no podía mantenerme por siempre despierto y prontos sus ojos se cerraron. El auto empezó a irse en una dirección que era la contraria y lo peor es que iban en una carretera atestada de vehículos.

Un sonido empezó a hacer que Diane se removiera inquieta hasta que se acercó un poco a la parte delantera hayando a sus compañeros dormidos y viendo que un trailer estaba a punto de chocar con ellos.

—¡Ah, Grover!

Al ver que su amigo no daba señales de despertar tuvó que actuar rápido y hizó lo que pudó. Tomó el volante y lo giró de modo que el automóvil se balanceo y pasó rozando del trailer. El movimiento brusco hizó que todos despertaran entre gritos y con sus corazones saliendose.

—¿¡Qué mierda fue eso!?

—¡Estuvimos a punto de chocar con un jodido trailer! —exclamó Diane bastante alterada volviendo a su asiento para ser envuelta en los brazos del pelinegro.

—¡Tenemos que descansar! —decía Percy sosteniendo a la chica, que ahora temblaba asustada por lo ocurrido.

—Buena idea —comentó Grover ya más despierto centrado en el volante.

—Estuvó cerca.




















——— ✮✧☾✧✮ ———


















Los chicos decididos a no volver a
sufrir algo como aquello de hace dato se hospedaron en un hotel cercano que encontraron por allí. En cuanto llegaron cada uno se fue a sus respectivas camas, o al menos Annabeth y Grover.

Percy por su parte no pudó estarse quieto en la cama después de lo ocurrido en la carretera y pensó que lo mejor era relajarse un poco en el agua.

Porque no había cosa en el mundo que lo tranquilizara mas que estar en el agua y ahora entendía el porque.

Tenía demasido en la cabeza que pensar como para dormir tranquilo. Su madre en manos de Hades, los dioses en el Olimpo matandose por un rayo del que lo culparon a él por su desaparición, todo el embrollo con Medusa y su mente recordandole a una Diane herida.

Realmente se culpaba a si mismo por
no ponerle un alto a esa chica. Amaba que lo apoyará en sus locuras, pero esto ya era ponerla en un riesgo mayor.

Después de unos minutos bajo el agua reflexionando salió a la superficie por aire encontrandose con la mencionada.

Diane no pudó dormir, no por lo sucedido si no porque consideraba que en el camino había dormido suficiente como para tener más sueño. Además de que lo sucedido llegó a asustarla algo.

—¿No deberías estar dormida?

—Eso mismo te pregunto yo, pecesito —comentó ella sonriendole con cariño acercandose para quitarle un par de cabellos pegados a su frente.

—En mi defensa no podía dormir —respondió Percy recargando sus brazos en las baldosas cerca de ella —. ¿Y tú?

—Dormí mucho en el camino y no
tengo sueño —informó la pelirroja sumergiendo sutilmente la punta de
sus pies en el agua —. Solo quería distraerme y que mejor que tú.

—¿Estás llamandome distracción?

—En parte si, una distracción que solo me trae problemas.

—Oh, ya veremos quien le trae problemas a quien —exclamó Percy con una sonrisa traviesa tomandola con gran fácilidad de las piernas.

—¡Ni se te ocurra, Perseus Jackson!

—Tarde...

Segundos después Diane estaba en el agua junto a Percy flotando a una orilla de dónde estaba sentada viendolo con una mirada clara de asesinato mestizo.

No iba a admitirlo, pero eso fue divertido aunque no le gustaba mojarse y menos en plena madrugada. ¿Qué tal si le agarraba una gripa o algo parecido?

—Diviertete amargada —soltó el pelinegro acercandose para echarle agua en la cara con diversión —.
Vamos cabeza de zanahoria.

—Será mejor que no me hagas enojar, pecesito. Si no moriras antes de que Zeus lo haga.

—Uy, que miedo...

No hacia falta decir lo mala que era Diane para nadar. Es decir si sabía, pero no era su fuerte por ello su odio a las piscinas y albercas. Ella estaba mejor si se mantenía seca y en tierra firme. Así que con esfuerzo llegó al chico, como
ya sabía lo mala que era para nadar no tuvó de otra que sujetarla de la cintura.

Aquello no hizó más que provocar que un extraño cosquilleo recorriera toda su columna vertebral y parte del cuerpo con aquel simple toque.

Que fuera de noche ayudó a que no se viera el ligero sonrojo en las mejillas de la chica que sonreía algo nerviosa.

El lugar estaba demasido silencioso como para interrumpir el sonido de
la nada. Solamente se oían sus suaves respiraciones mezclandose en una sola
y un ligero chapoteo de la pelirroja intentandose mantenerse a flote.

La pelirroja se sostuvó un poco más
pues no quería que la soltará por miedo a que tan profunda estaba la piscina.

Alzó la mirada con las mejillas un poco coloreadas de rojo encontrandose con los azulados ojos de Percy, quien ahora mismo sentía sus latidos ir más rápido de lo normal al tenerla así de cerca.


En ese momento el chico notó las ligeras heridas y tenues marcas moradas en su cuerpo.

—¿Quieres ver un truco que aprendí?

—Siempre y cuando no nos mate todo bien —respondió ella con una sonrisa a lo que el chico solto una risilla.

—No te preocupes, no moriras.

Percy tomó una de sus manos con delicadeza y de repente una tenue corriente de agua empezó a recorrer todo su cuerpo hasta llegar a su rostro donde en cuanto la corriente tocó las partes adoloridas al instante las marcas y rasguños desaparecieron.

—Eso fue increible —exclamo Diane mirando asonbrada los lugares donde estaban las heridas y luego a él —. Gracias, pecesito.

La mirada de la chica decía cuan agradecida estaba. Sin embargo había algo en sus ojos que la hacia verse tan hermosa bajo la luz de la luna.

Fue el pelinegro que siendo guiado
por sus impulsos y un montón de sentimientos reprimidos empezó a romper un poco más la cercanía. Sus manos fueron a las mejillas de ella acariciandolas, logrando que la chica cerrará sus ojos disfrutando su toque.

Después Percy se inclinó un poco aún acariciando el rostro de la ojiverde y Diane sintió un suave roce de sus labios, pero antes de que siquiera pudiera hacer algo un grito los interrumpió.

El pelinegro se giró al instante encontrandose con Grover quien se encontraba en el balcón de una de las habitaciones. Desde el agua le mandó una mirada llena de odio.

—¡Oigan ustedes dos, vengan aquí! ¡Muévanse!

Percy rodó los ojos fastidiado antes de tomar a Diane y ayudarla a salir de la piscina. Sintiendo que quería matar a Grover por haberlos interrumpido.

—Supongo que nadar en la noche no fue buena idea, al menos para mi —comentó Diane divertida abrazandose a si misma sintiendo como su cuerpo temblaba.

El chico rápidamente la envolvió con una toalla y él hizó lo mismo antes de secarse por completo y ponerse una camiseta. Diane tuvó que cambiarse la ropa para no enfermarse en el cuarto.

Cuando salió de la habitación y se dirigió a una de las habutaciones en las que se encontraban sus compañeros llegó justo a tiempo para ver lo que pasaban ahora mismo en las noticias.

"El muchacho desaparecido Percy Jackson y su madre Sally Ugliano, pero sus familiares tienen interesantes teorías".

—¿Qué hace esa cosa en televisión? —solto Diane secandose el cabello antes de tomar asiento junto a Percy.

"Señor Ugliano hábleme de su hijo, Percy Jackson"

"No es mi hijo. Él es mi hijastro. Él no salió de estos genes"

Instantaneamente una mueca de asco apareció en el rostro de la pelirroja. Era un verdader alivió que Percy no fuera hijo de una basura como Gabe Ugliano.

"Desde que empezó con las drogas y el alcohol ya no es el mismo"

—Ay no...

"Hace cinco días intentó matarme y luego lanzó a su madre al suelo. Y su amigo inválido me atacó por la espalda y después me noqueo. Cuando me desperté Sally ya no estaba. Fue secuestrada por Percy..."


—Cierra la boca Gabe —exclamó
Percy molesto apagando rápidamente
la televisión —. Perfecto. Ahora soy un fugitivo.

—Yo siempre te lo dije, hermano —comentó Grover poniendose de pie para dirigirse al baño —. Gabe siempre habla de más. Está molesto porque lo golpeé con mis muletas.

Al llegar al baño soltó una exclamación llena de frustracción al ver la cabeza de Medusa en la tapa del inodoro.

—No puedo ir al baño enfrente de esta cabeza —soltó el sátiro enseñandoles la cabeza de Medusa en sus manos.

Para su mala suerte en ese momento una mujer con un carrito de limpieza pasó por la habitación y por la ventana vió a Grover sosteniendo una cabeza de mujer. Para colmó llena de serpientes.

Al instante soltó un gritó asustada al ver aquella escena y Annabeth rápidamente cerró las cortinas, pero ya era tarde.

—Lo siento, metí la pata no cerré las cortinas.

—Rápido. Tenemos que movernos de aquí antes de que llegué la policia —informó Annabeth a sus compañeros.




























——— ✮✧☾✧✮ ———









De nueva cuenta los chicos se vieron obligados a dejar el hotel para continuar con su misión, además de que no tenían nada con que defenderse de la policia si los atrapaban con una cabeza llena de serpientes. Una locura total.

Finalmente llegaron a Nashville,
más especificamente al parque que era en dónde se encontraba ubicado la Partenón y dónde posiblemente iban
a encontrar la siguiente perla.

Al bajar del vehículo el aire fresco de la mañana los recibió. Todo el parque era precioso, demasido espacioso y verdoso para ser real. Además de que estaba tan lleno de esas vibras infantiles. Los niños reían y jugaban felices.

—¡Wow, impresionante! —exclamo Annabeth mirando asombrada aquella estructura frente a ellos —. Una replica del Partenón en Nashville.

—¿Están listos? Vamos por la perla.

Al entrar la estatua frente a ellos los
dejó completamente anonadados. En cuestión el lugar era bellísimo con sus estatuas y demás, pero la que resaltaba era la de la diosa de la sabiduria debido a la inmensidad de esta.

Una placa debajo de la estatua dejaba en claro de quien se trataba. La capacidad para leer griego antiguo de aquellos tres semidioses hizó lo suyo. Atenea.

—Oye, es tu mami...

Annabeth parecía embelesada con la estatua y Diane supó exactamente a que se debía. Por la mirada en sus ojos se notaba la nostalgia que esto le traía.

La pelirroja támbien pasaba por lo mismo algunas veces. Creció sin el amor de su madre y sin saberlo desde que era muy pequeña sintió un amor enorme a la mitologia griega. Era reconfortante ir a los museos de historia solo para ver las estatuas de Artemisa. Solía ir y quedarse un rato en el lugar a estudiar.

Y solo así lograba calmar su vacío y a veces se relajaba de sus problemas pues sentía su cercanía.

—¿Realmente creen que sea así?

La chica pusó una de sus manos sobre
el hombre de la joven rubia y le sonrió para hacerla sentir mejor.

—No te afligas por ello, Anne. Pronto lo verás.

Una sonrisa apareció en el rostro de
la chica. De algún modo sintió que no estaba sola y que había esperanza.

—Oigan, miren eso —comentó Grover abriendose paso entre la multitud siendo seguido por sus compañeros —. Es impresionante. Es la perla.

Tal como Grover les señalaba justo en la corona de la colosal estatua de la diosa se encontraba incrustrada una pequeña perla verde que resaltaba entre todas las demás.

—Fue sencillo...

—¡Ja! ¿Sencillo? —soltó Annabeth con ironía mirando al chico de muletas —. Está a diez metros y este lugar está lleno de turistas.

—Tengo una idea —propusó Percy llamando la atención de sus amigos —. Volveremos cuando el museo cierre. Sigánme.

Sin más que decir la primera en ir tras
él fue la pelirroja seguida por el resto
de sus acompañantes, a excepción del sátiro que seguía en su lugar frente a la estatua contemplando sus opciones.

—¿Y por qué no mejor lanzó una muleta? A lo mejor se cae.

—¡Grover!

—Oye, en serio no creo que sea una mala idea.

Tuvieron que esperar casi todo un día hasta que anocheció y el museo por fin cerró. Una vez se aseguraron de que no hubiese nadie rondando por ahí salieron de los cubiculos en los que estaban.

Ciertamente pasar un buen de horas encerrados en un espacio tan pequeño y para colmo que fuese un baño hizó que la chica se impacientará. Jugar algún juego en el celular en volumen bajo la tranquilizó al menos hasta que salieron.

—Cerraron hace una hora, de prisa.

Los chicos siguerion a Percy sin tener otro remedio hasta el salón principal del lugar.

—Esto será muy fácil —explicó el pleinegro a sus amigos, ganando un asentimiento del sátiro —. Solo tengo que volar con los tenis de lujo.

—Perfecto.

—Tomaré la perla y luego...

La explicación de Percy quedó un
poco incompleta pues la pelirroja pusó una mano sobre su pecho para evitar que siguiera caminando y obligó al chico y a sus acompañantes a retroceder escondiendose tras uno de los muros.

Al asomarse se dieron cuenta que había alrededor de tres a cuatro hombres con aspiradoras limpiando todo el lugar.

—¿Y ahora qué hacemos?

—Tranquilos, yo me encargo —informó Diane haciendo aparecer su arco magico de la nada.

—¿De dónde sacaste eso?

—Digamos que es magia, ¿okey?

Antes de que alguno de sus amigos pudiera hacer algo para detenerla la pelirroja se escabulló entre los muros con su arco y flechas en mano. Apuntó
al primero dandole en la espalda, luego con agilidad llegó al segundo y para finalizar le dió al tercero haciendo caer por completo de la escamera en la que estaba al suelo quejandose de dolor.

—Tremenda puntería —comentó Annabeth desde su sitio con una gran sonrisa observandola —. No cabe duda que es hija de la diosa de la caza.

Rápidamente los tres chicos se acercaron a ella mirandola como si se hubiera vuelto completamente loca.

—¿¡Los mataste!?

—Por supuesto que no solo están inconcientes —comentó Diane viendo a los hombres tirados en el suelo —. Las flechas tienen belladona, una planta que los pone a dormir. Ahora no perdamos tiempo. Tenemos treinta minutos.

Después de decir aquello los chicos
junto a la rubia siguieron a la pelirroja. Aunque Grover seguía ligeramente asustado por lo sucedido. Agradecía que no estuviera muertos o algo así si no su mente jamás lo dejaría tranquilo.

Entre Grover y Diane se encargaron de retirar los cuerpos inconcientes de los hombres de la limpieza justo detrás de los muros para que no estorbaran. Por otro lado Percy se ponía los zapatos y Annabeth intentaba conectar a Luke.

—¡Por todos los dioses! —exclamó
Diane acercandose a la rubia mientras se sobaba la cintura —. Deberían hacer un poco de ejercicio esos hombres.

—Oigan, ¿qué hacen?

—Luke...

"¡Annabeth!"

—¿Cómo activas los zapatos? —preguntó Annabeth una vez el chico apareció en la pantalla de la videollamada.

"Dile a Percy que tiene una velocidad que alcanzar como un jet en una pista, pero tendrá que practicar"

—Fácil, lo lograré...

El pelinegro se pusó en posición y empezó a correr de la nada en dicha dirección elevandose en el proceso.

—¡Tenías que practicar!

Al no saber contralar los zapatos por poco y se estrella contra la estatua de Atenea, aunque logró frenar a tiempo.

La pobre de Diane estaba tan asustada que ni siquiera se volteó a ver que era lo que sucedía solo se giró para no verlo.

Percy estuvó a nada de tomar la perla, pero los zapatos no le ayudaron mucho y pronto empezó a descender por aquella colosal estatua. Afortunadamente logró sostenerse de una parte de esta y siguió escalando hasta llegar a la corona.

Una vez ahí tomó la perla y con una enorme sonrisa se giró un poco para ver a sus amigos, quienes festejaban desde el suelo su logró. Diane soltó un suspiro de alivio y sonrió más calmada.

Ese es mi chico.

Unos segundos después el pelinegro descendió con cuidado hasta que sus pues tocaron el suelo.

—Aquí está —exclamó Percy mostrando la piedra con orgullo.

Sus amigos rápidamente se acercaron a festejar su triunfo. Grover fue el primero junto a Annabeth en abrazarlo. Diane le dedicaba una severa mirada antes de que él se acercará a ella.

—Ey, estoy bien —informó Percy envolviendola en sus brazos antes de dejar un beso en su cabellera —. No es como si hubiera muerto o algo así.

—Pudiste romperte un hueso o caerte y hacerte daño —replicó Diane intentando separarse un poco, sin exito mirandolo de mala manera —. Hablo en serio.

—Te preocupas mucho, zanahoria —respondió Percy con diversión antes de besar suavemente su mellija —. Anda, quita esa cara de mamá regañona.

Y si la quitó.

Al instante sus mejillas se colorearon
de un suave rosado al sentir el toque de los labios del chico sobre su mejilla y su rostro se enserió por completo.

—Bueno, recogan sus cosas y...

La frase de Annabeth quedó incompleta al ver como los hombre de la limpieza se adentraban al salón quedando a un par de metros frente al grupo.

—Yo me encargo, ¿está bien? —informó Grover a sus amigos antes de dar unos pasos más adelante dirigiendose a los desconocidos —. Venimos de parques y centros recreativos. Los encontramos durmiendo en el trabajo. Más vale que no vuelva a suceder. No estoy jugando.

—Lo esperabamos señor Jackson —respondieron a coro.

—Otra vez...

—Lo único que queremos es el rayo y lo dejaremos ir.

—Que yo no tengo el rayo, ¿oyeron? —exclamó Percy dando un paso al frente señalandolos con un dedo molesto.

De pronto uno de ellos tosió fuego y desde ese instante supieron qur algo no andaba bien.

—Es nuestro fin...

De la nada los hombres empezaron a juntarse y humear hasta que empezó a formarse una enorme bestia de muchas cabezas parecido a un dragón bastante colosal.

—¡Hidra!

Rápidamente se echaron a correr para refugiarse detrás de los muros y así no los viera la criatura.

—¡La del medio lanza fuego!

Segundos después una rafaga de fuego estuvó a punto de alcanzarlos, pero para su buena suerte fueron más rápidos.

Sin embargo, una última rafaga igual
de potente terminó incendiandole la chaqueta a Percy y él en un intentó
por apagar el fuego en ella empezó a moverse bruscamente soltando la perla.

Las cabezas de la bestia empezaron a buscar entre los muros a los chicos para acabar con ellos, pero el grupo no iba a dejar de luchar. Rápidamente Percy hizó aparecer su espada, contracorriente y activó el escudo que le dió Luke para así defenderse y golpear a la hidra.

Annabeth al igual que Grover luchaba para que la criatura no le fuera a hacer algo. Aunque este último no parecía por defenderse pues incluso se resbaló.

—Ah, ¿les gustan los dulces? —exclamó Grover con diversión para después arrojarseles sus latas —. ¡Aquí tienen!

Ni eso calmó a la hidra, aunque era obvio que no iba a hacerle ni el más minímo daño ya que hasta se las comío.

Por otro lado la pelirroja invocó su
arco magico y una vez se acercó la hidra a dónde estaba ella disparó una flecha con precisión dandole en un ojo.

Después tuvó que esconderse tras el muro pues una de las cabezas estuvó a punto de lanzarle fuego.

Percy arto de esto tomó valentia y se lanzó a la batalla, volando hacia la hidra con ayuda de los zapatos. Esquivó a las cabezas y empezó a cortarlas.

—¡Percy, alto!

El pelinegro siguió con lo suyo eliminando a las cabezas de la hidra sin importale los gritos de Annabeth.

—¡Perceus detente por favor! —gritó Diane desde abajo intentando que le hiciera caso —. ¡Solo lo empeoraras!

De repente las cabezas empezaron a caer al suelo y después lo hizó todo el cuerpo de la hidra.

Percy descendió con una sonrisa enorme en su rostro sonriendole a sus amigos triunfal.

—¿Qué les parecio eso? Asesine a esa cosa.

—Creo que hiciste algo muy estúpido —reclamó Diane dandole un empujoncito con molestia y él la miró confusa.

—¿Algo muy estúpido?

—¿Es que acaso no leen mitologia? —preguntó Diane cruzandose de brazos mirando al chico acusatoriamente —. Cuando le cortas una cabeza a una hidra aparecen dos más.

Después de que la pelirroja terminó de dar su explicación y se giraron vieron el momento exacto en el que el doble de cabezas aparecían. Automaticamente tuvieron que correr para que una rafaga de fuego no los alcanzará.

—¡Distraíganla! ¡Ire por la perla!

Ammabeth y Diane pusieron manos a
la obra mientras hacían todo lo posible para que la hidra no se enfocará en Percy.

—¡Ey, bestia asquerosa! —exclamó la chica preparando su flecha antes de darle justo en un ojo —. ¡Aquí estoy!

Rápidamente la hidra se dirigió hacia las chicas y Percy aprovechó ese momento para correr por la perla que estaba atorada en una parte del piso, pero no fue una distracción eficiente pues la hidra vió a Percy y justo cuando estaba por tomar la perla tuvó que esconderse tras del muro para no quenarse.

El fuego alcanzó su escudo y este se calentó así que Percy lo dejó a un lado al sentir que empezaba a arder. De nada servía intentar alejarse, lo tenía rodeado.

El pelinegro como única opción recurrió a sus poderes como hijo de Poseidón y deseó que funcionará su plan. Cerró los ojos y se concentró en el agua de varios lavabos que estaban cerca de ellos.

El agua salió a chorros y el chico la dirigió a la hidra, cosa que le dió tiempo para ir por la perla y salir corriendo junto a sus compañeros mientras aquel ser mitologico escupía fuego en un intento de defenderse de las olas.

—¡Ya abre la puerta!

—No puedo abrirla —exclamó Percy a Grover mientras forcejeaba por abrir la puerta del salón.

Al ver que la hidra se acercaba junto a las olas recurrió a la única opción que
le quedaba. El sátiro tomó la cabeza de Medusa y le quitó los lentes justo en el momento en que esta escupía fuego.

Tanto Diane como Percy y Annabeth veían impresionados la escena frente a sus ojos. La hidra empezó a hacerse piedra por completo.

Grover rápidamente bajó los lentes de nuevo antes de soltar un gritito lleno de emoción y besar el rostro de Medusa, cosa de la que pronto se arrepintió.

Si, esto nos pasa por ser mestizos.







































——— ✮✧☾✧✮ ———


















































Después de un día lleno más de problemas y desastres que de alegrías,
el grupo decidió detenerse en una cafeteria cercana a la carretera, una que por cierto estaba atestada de gente.

Percy y Diane buscaban en sus bolsillos algunos cuantos dolares para ver si con ello podían pagar una cena decente para todos, pues después de todo eso estaban demasido cansados y hambrientos.

Sin embargo no alcanzaban ni para una orden completa.

Percy no traía mucho y Diane támpoco, Annabeth a duras penas conocía como se manejaba el dinero en la vida real y Grover, pues seguía siendo Grover.

—Supongo que tendremos que compartir la hamburguesa...

De pronto Percy le hizó un gesto a la pelirroja para que dejará de hablar y señaló la pantalla detrás de ellos.

"Interrumpimos la programación
regular para un reporte especial. Los científicos no se explican la aparición de una nube de tormenta que se extiende sobre gran parte de Europa y Asia y que ahora se dirige hacia el país. Se reportan huracanes, lluvia y fuerte oleaje sobre las costas de varios continentes. Hasta ahora no hay muertes. Las naciones de todo el mundo se preparan para lo peor"

—Genial, más problemas.

Percy estaba a punto de decir algo cuando cuando un rugido sacudió el edificio. Una motocicleta del tamaño de un elefante pequeño acababa de parar junto al bordillo.

En ese instante el lugar pareció quedarse en silencio total y las personas del lugar observaron aquello con asombro.

El faro de la motocicleta era rojo.
El depósito de gasolina tenía llamas pintadas y llevaba fundas para escopetas a los lados, cabía recalcar
que tenía escopetas incluidas. El asiento era de cuero, pero un cuero que uno pensaría que era piel humana.

El tipo de la motocicleta habría conseguido que un luchador profesional llamase a gritos a su mamá.

Iba vestido con una camiseta de tirantes roja, téjanos negros y un guardapolvo de cuero negro, y llevaba un cuchillo de caza sujeto al muslo. Tras sus gafas rojas tenía la cara más cruel y brutal que los chicos habían visto en su vida.

El pelo, cortísimo y negro brillante,
y las mejillas surcadas de cicatrices sin duda fruto de muchas peleas.

Al entrar en la cafetería produjó una corriente de aire cálido y seco. Los comensales se levantaron hipnotizados, pero el motorista hizo un gesto con la mano y todos volvieron a sentarse.

Pronto una camarera se acercó con su libreta en mano lista para tomar sus ordenes.

—¿Qué van a ordenar?

—No, de hecho no vamos a...

—Ponlo en mi cuenta —interrumpió el motociclista tomando asiento a lado de Annabeth y Grover.

Un par de segundos después alzó la vista hacia la camarera, la miró a los ojos y al ver que seguía estatica habló.

—¿Aún sigues aquí?

La mujer al instante se puso rígida, se volvió como una autómata y regresó a la cocina ligeramente asustada.

El motociclista se quedó mirándo a los chicos frente a él, la chica pelirroja y el pelinegro. Mientras tanto hubó un muy incómodo silencio en la mesa.

No se le veían los ojos tras las gafas rojas, pero aún así su presencia hizó que malos sentimientos empezaran a brotar en lo más profundo de los jovenes.

Le dedicó una sonrisa pérfida.

—Así que tú eres el crío del viejo Alga, ¿eh?

Percy se mostró a la defensiva. En su cabeza solo pasaba una cosa y era la gran similitud de lo que sentía al estar con Gabe y ahora con este tipo.

—Y me imagino que tú debes ser la princesita de la caza, ¿verdad? —comentó Ares con una sonrisa cínica señalando a la pelirroja —. Identica a
tu madre. Me sorprende que Zeus aún no te haya eliminado.

Diane no dijo absolutamente nada solo se mantuvó al margen y le sostuvó la mirada al desconocido con rudeza. ¿A que se refería con que aún Zeus no la hubiera eliminado? ¿Tenía que matarla solo por ser una clara violación a uno de los juramentos más sagrados?

—¿Y a ti qué te importa?

Annabeth miró al pelinegro como si quisiera allí mismo decapitarlo

—Percy, él es…

—No pasa nada —interrumpió el hombre alzando su mano dirigiendo su mirada hacia el joven —. No está mal una pizca de carácter. Siempre y cuando te acuerdes de quién es el jefe. ¿Sabes quién soy, primito?

Por la mirada malevola del hombre y esa misma aura llena de maldad Percy no tardó en recordar de dónde la había visto. La cabaña cinco, los hijos de Ares.

—Eres el padre de Clarisse —respondío Percy intentando sonar seguro de sus palabras —. Ares, el dios de la guerra.

Ares sonrió y se quitó las gafas.

Diane sintió que se desmayaría pues donde tendrían que estar sus ojos, había sólo fuego, cuencas vacías en las que refulgían explosiones nucleares en miniatura.

—Has acertado, pequeño ingenuo. He oído que le has dado una paliza a mi hija.

—Lo estaba pidiendo a gritos...

—Probablemente. No intervengo en las batallas de mis críos, ¿sabes? —comentó Ares restando importancia para después acercarse un poco —. He venido para… He oído que estabas en la ciudad y tengo una proposición que hacerte.

La camarera regresó con bandejas repletas de comida: hamburguesas con queso, patatas fritas, aros de cebolla, batidos de chocolate y sodas.

Rápidamente Ares le entregó unos dracmas a lo que la mujer miró con nerviosismo las monedas.

—Pero éstos no son…

—¿Algún problema, señorita? —
soltó Ares limpiandose las uñas con un cuchillo disimuladamente.

La camarera se tragó las palabras y se marchó sin rechistar.

—Eso está muy mal —reclamó Percy mirando a Ares con molestia —. Oye, no puedes ir amenazando a la gente con un cuchillo.

—¿Estás de broma? Adoro este país.
Es el mejor lugar del mundo desde Esparta —respondió Ares soltando una risotada que hizó que lo miraran raro —. ¿Tú no vas armado, pequeño ingenuo? Deberías. Ahí fuera hay un mundo peligroso. Y eso nos lleva hasta mi proposición. Necesito que me hagas un favor.

—¿Qué favor puedo hacerle yo a un dios?

—Algo que un dios no tiene tiempo de hacer. No es demasiado. Dejé el escudo en un parque acuático abandonado aquí en la ciudad —relató Ares con desinteres limpiando sus uñas —. Tenía una cita con mi novia pero nos interrumpieron. En la confusión dejé el escudo. Así que quiero que vayas por él.

—¿Por qué no vas tú?

El fuego en las cuencas de sus ojos brilló con mayor intensidad.

—También podrías preguntarme por qué no te convierto en una ardilla y te atropello con la Harley. La respuesta sería la misma: porque de momento no me apetece —comentó Ares con molestia inclinandose al chico para apuntarle con su cuchillo —. Un dios te está dando la oportunidad de demostrar qué sabes hacer, Percy Jackson. ¿Vas a quedar como un cobarde? O a lo mejor sólo peleas bajo el agua, para que papito te proteja.

Percy tuvó el irreprimible impulso de darle un puñetazo en la cara, aunque sabía que era lo que él estaba buscando.

El poder de Ares causaba esa ira y le habría encantado que lo atacara. No pensaba darle ese gusto.

—No estamos interesados —interrumpió Diane con una sonrisa falsa llamando la atención del dios —. Ya tenemos una misión.

Ares miró a la chica como si quisiera incinerarla en ese mismo instante.

—Lo sé todo sobre su misión, cabeza de zanahoria. Cuando ese objeto mortífero fue robado, Zeus envió a los mejores a buscarlo: Apolo, Atenea, Artemisa y yo, naturalmente...

Diane ignoró el hecho de que el dios
de la guerra la llamará cabeza de zanahoria y se concentró en lo último que involucraba a su madre. 

—Ahora bien, si yo no percibí ni un tufillo de un arma tan poderosa pues entonces no tienes ninguna posibilidad —informó Ares relamiendo sus labios al decir aquello —. Aun así, estoy intentando concederte el beneficio de la duda. Pero tu padre y yo nos conocemos desde hace tiempo. Después de todo, yo soy el que le transmitió las sospechas acerca del viejo Aliento de Muerto.

—¿Tú le dijiste que Hades robó el rayo?

—Claro. Culpar a alguien de algo para empezar una guerra es el truco más viejo del mundo —informó sonriente mirandolos con diversión y fastidiado —. En cierto sentido, tienes que agradecerme tu patética misión.

—Gracias...

—Eh, ya ves que soy un tío generoso —exclamó el dios con esa sonrisa cínica tomando una papita frita —. Tú hazme ese trabajito, y yo te ayudaré en el tuyo. Les prepararé el resto del viaje.

—Nos las arreglamos bien por nuestra cuenta.

—Sí, seguro. Sin dinero y sin ninguna idea de a que se enfrentan —comentó Ares divertido disfrutando de las papas fritas —. Ayúdame y quizá te cuente algo que necesitas saber. Algo sobre tu madre.

—¿Mi madre?

—Eso te interesa, ¿eh? —soltó Ares
con una sonrisa socarrona enfocanfose en el pelinegro —. El parque acuático está a un kilómetro y medio al oeste, en Delancy. No puedes perderte. Busca la atracción del Túnel del Amor.

—¿Qué interrumpió tu cita? —
preguntó Percy con una sonrisa llena
de malicia —. ¿Te asustó algo?

Ares les enseñó los dientes, pero ya habían visto esa mirada amenazante en Clarisse. Había algo falso en ella.

—Tienes suerte de haberme encontrado a mí, pequeño ingenuo, y no a algún otro Olímpico. Con los maleducados no son tan comprensivos como yo. Volveremos a vernos aquí cuando termines. No me defraudes.

Después de eso, Percy juraba que se había desmayado o cayó en in trance porque apenas parpadeo y Ares ya no estaba por ningun lugar.

Uno creería que fue un sueño, pero
los rostros asustados de sus compañeros eran prueba real de su autenticidad.

—No me gusta —comenzó a decir Grover mirando a su amigo con cierto temor —. Ares ha venido a buscarte, hermano. No me gusta nada de nada.

Al mirar por la ventana la motocicleta había desaparecido.

En cuanto Ares se fue toda la ira desapareció por completo. No era de extrañarse después de todo ese era su poder: confundir las emociones al extremo de que nublaran la capacidad de pensar.

—Quizá no fue más que un espejismo —comentó Percy enfocandose en el mapa —. Olvidemonos de Ares. Nos vamos y punto.

—No podemos —contestó Annabeth llamando la atención del chico y de los demás —. Mira, yo detesto a Ares, pero no se puede ignorar a los dioses a menos que quieras buscarte la ruina. No estaba bromeando cuando habló de convertirte en un roedor.

De pronto la hamburguesa con queso en su plato no se veía tan apetecible.

—¿Por qué nos necesita para una tarea tan sencilla?

—A lo mejor es un problema que requiere cerebro —propusó Annabeth pensando las posibles opciones —. Ares tiene fuerza, pero nada más. Y a veces la fuerza debe doblegarse ante la inteligencia.

—Pero, ¿qué habrá en ese parque acuático? Ares parecía casi asustado —preguntó Diane confusa haciendo que la miraran —. ¿Qué haría interrumpir al dios de la guerra una cita con su novia y huir?

Annabeth y Grover se miraron nerviosos.

—Me temo que tendremos que ir a descubrirlo.





















































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SEXTO CAPÍTULO PUBLICADO

Hellou corazones, ¿cómo estan?
Ojala y bien. Si me desaparecí de fue por esto. Algo me dice que no debo dejar morir este fic asi que aqui lo tienen un capítulo más.

Me quedo muy largo, una disculpa 6mil palabras, pero meh yo se que de todos modos les gusto. ¿Por cierto que les parecio este encuentro con Ares? (yo me lo imagino como Nicolas Cage). Saque la escena del libro hehe

No alargo más esto. Recuerden
votar y comentar, es opcional seguir ya sea aqui o en mis redes sociales (en mi bio las encuentran). Pueden agregar el fic a sus listas de lecturas si lo desean para saber cada que actualizo. Chau y los tqm <3

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