━Capítulo Nueve
❝𝐄𝐒 𝐀𝐐𝐔Í 𝐃Ó𝐍𝐃𝐄 𝐏𝐄𝐑𝐓𝐄𝐍𝐄𝐙𝐂𝐎❞
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〘 ✰.༄☼︎ 𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟎𝟗☼︎༄.✰ 〙
–— traidor —–
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DIANE SE SENTÍA MAREADA CUANDO ATERRIZÓ EN EL LUGAR MENOS PENSADO. Como por arte de magia los cuatro se materializaron apareciendo de la nada en el Empire State de noche.
¿No se supone que debíamos ir al Olimpo? Pensó Diane confusa.
—Oigan allá —informó Annabeth llamando la atención de ambos chicos
al mirar al cielo —. Zeus y Poseidon se preparan para pelear.
Allá entre las nubes negras se podían
oír claramente truenos en el cielo. Si no hacian algo rápido la Tierra podría correr grave peligro.
—No, no, esto no está bien —empezó a Percy mirando confuso el lugar a su alrededor —. Este no es el Olimpo es... el edificio Empire State.
—Percy, la entrada del Olimpo es ahí —exclamó Sally indicandole a su hijo un lugar especifico para que se movilizaran.
—Faltan diez minutos para la medianoche.
—¡Percy Jackson!
Tanto Percy como las tres mujeres que
lo acompañaban se giraron al oír aquel grito y se encontraron con el famoso traidor del Olimpo.
El rubio traía unos zapatos voladores y descendió al techo en el que estaban.
—No debiste haber salido con vida, Percy —comentó Luke dedicandoles una mirada fria —. No puedo dejar que lleves el rayo al Olimpo. Yo soy el ladrón del rayo.
—Ocultaste el rayo en mi escudo, ¿por qué?
—Cuando dijiste que ibas al inframundo se me ocurrió. Era la perfecta oportunidad para desatar una discordia entre hermanos.
—¿¡Qué lograbas con eso!?
—Ver al Olimpo desmoronarse.
—Percy, vámonos —susurró Diane con preocupación tomandolo de la mano, pero no le pusó atención —. Ahora.
—Pues ya es tarde porque le devolveré el rayo a Zeus ahora.
—No antes de la medianoche...
Apenas terminó de decir aquello, Luke se abalanzó sobre Percy con ayuda de sus zapatos con alas. Sin embargo, el de ojos azules fue más rápido y lo esquivo no sin antes agarrar el rayo con fuerza.
Luke se dió la vuelta e intentó quitarle
el rayo, pero antes golpeo a Percy haciendolo caer al piso. Mientras tanto Sally, Annabeth y Diane estaban en el suelo agachadas.
Luke sacó una espada y estaba
dispuesto a herir a Percy, pero el chico fue rápido y se cubrió con el rayo como arma. El hijo de Poseidón estaba demasiado embelesado con su hazaña que no supó exactamente en que momento Luke se acercó y lo golpeó derribandolo.
—A la cuenta de tres —musitó Diane agachada a un lado de Annabeth a la vez que preparaba sus flechas —. Uno, dos, tres...
Ambas chicas salieron disparadas hacia Luke. Annabeth hizó hasta lo imposible por tomar el rayo que estaba en el suelo, pero Luke fue más rápido y se lo llevó.
Entonces Annabeth sacó una daga y empezó a pelear con Luke, quien era mucho más rápido en movimientos y con fácilidad la esquivaba. Aunque hubó un corte que no se espero en la pierna y pareció desequilibrarse.
Diane viendo este momento
aprovechó la oportunidad para usar
una de sus flechas envenenadas. La
hija de Artemisa no falló en su tiró, mandó a volar al rubio con éxito.
—¿Estás bien? —preguntó Percy acercandose un poco a la pelirroja
y ella asintió —. ¿Y tú Annabeth?
—Sí...
—Luke, ¿por qué quieres una guerra entre dioses?
—Control. Llevan demasiado tiempo en el poder —respondió el rubio abriendo sus brazos empoderado —. Es momento de que gobierne nuestra generación. Moldear el mundo a nuestra semejanza. Un mundo de nuevos héroes.
—¡Tú no eres un héroe!
¿Por qué tuviste que hacerlo enojar, pecesito?
Casi al instante Luke usó el poder del rayo para lanzarle unos cuantos a los cuatro allá abajo que no solo sacudió el techo dónde estaban si no que también empezó a hacer que este se rompiera.
—Sally, ¿estás bien? —preguntó Diane preocupada acercandose a la mujer.
—Sí, no te preocupes Diane.
Para cuando la pelirroja volteó al cielo dónde se supone estaría Luke, el chico ya no estaba. Había escapado.
—Quedénse aquí —pidió Percy haciendoles unas señas mientras buscaba en su mochila unos zapatos.
—¡Percy!
El pelinegro se giró al instante al oír la voz de su amada pelirroja y antes de que le diera al menos tiempo de hacer algo o decir algo la pelirroja lo tomó del cuello de la blusa y estampó sus labios contra los de él con necesidad.
Instantaneamente el chico pusó sus manos en la cintura de la jóven por impulso y fue ella quien se separó unos segundos después.
—Cuidate por favor y regresa, ¿si?
—Tranquila zanahoria, volveré.
Diane sonrió algo sonrojada y lo vió alejarse del Empire State con su espada contracorriente en mano y los zapatos voladores haciendo lo suyo.
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—¡Tiene el rayo! —exclamó Annabeth con alegria señalando a Percy acercandose al edificio.
Diane sonrió emocionada al verlo regresar apesar de que estuviera empapado de agua. De cualquier modo eso indicaba que Luke fue derrotado.
—¡Rápido, solo tenemos dos minutos!
Los cuatro rápudamente entraron a
la puerta que los conduciría al Olimpo. Sally fue quien hizó todo y luego de haber presionado un par de botones una puerta dorada se abrió frente a ellos dandoles acceso a lo que parecía ser una especie de elevador divino o algo así.
Entraron al elevador y apenas Sally volvió a teclear el piso el ascensor empezó a subir con rápidez haciendo que cada quien se aferrara a algo.
Instantes después el ascensor se detuvó informandoles que habian llegado a dicho lugar. Los tres semidioses fueron los primeros en bajar del elevador y observadoron todo a su alrededor con asombro.
El Olimpo era una montaña de luces y casas enormes griegas dedicadas a cada uno de los dioses griegos. Justo en lo más alto se encontraba una a Zeus.
—Percy...
El mencionado se giró hacia atrás viendo a su madre, quien no podía
cruzar mas allá.
—Yo no puedo vayan ustedes.
El pelinegro asintió antes de salir corriendo lo más rápido posible a la parte superior del lugar junto a ambas chicas. Tenían que apresurarse si no querían la destrucción de la Tierra.
Mientras tanto en otra parte del Olimpo los dioses entraban en una enorme discusión debido a que el ladrón del rayo aún no se aparecía y si el rayo de Zeus no estaba antes de la medianoche la guerra en la Tierra se desataría.
—¡Silencio!
Al oír el grito del dios mayor Zeus,
todos los dioses se callaron al instante y volvieron a sus respectivos tronos.
—Casi es medianoche —informó Zeus más calmado observando el reloj en el suelo.
—Esto estaba predestinado —musitó Poseidón encarando a su hermano con molestia —. Tú querías esta batalla.
—Tú eres el único responsable.
—Por favor seamos racionales —pidió Atenea acercandose a ambos dioses —. La guerra no es la solución.
Apenas terminó la diosa de decir aquello las manecillas el enorme reloj se detuvieron señalando la medianoche.
—El tiempo se agotó...
—¡Esperen! ¡Alto, alto!
De la nada apareció Percy siendo seguido por Diane y Annabeth. El chico traía el rayo de Zeus en sus manos y estaba dispuesto a terminar esta guerra.
Los tres quedaron maravillados al llegar y ver todo el lugar que parecía salido de un cuento porque parecía todo de oro y lo más impresionante de todo es que los dioses eran enormes frente a ellos.
—¡Me llamo Percy Jackson y creo
que están buscando esto! —exclamó el ojiazul llamando su atención a la vez que alzaba el rayo en sus manos.
Zeus se acercó un poco tal como lo hicieron los tres semidioses.
—Dame lo que me pertenece, ladrón del rayo.
Percy lanzó el rayo maestro y con habilidad el dios del Olimpo lo tomó. Apenas entró el rayo maestro entró en contacto en Zeus truenos y demás se hicieron escuchar entre las nubes.
—Hiciste bien en traicionar a tu padre.
—Percy no es el ladrón —exclamó
Diane llamando la atención del dios —. Él no tomó nada ni siquiera sabía que era hijo de Poseidón.
—Entonces dime, si él no lo hizó, ¿quien fue?
—Luke, el hijo de Hermes —respondió Percy dando un paso al frente con valentia —. Estaba enojado con ustedes, con todos. Él solo quería que se destruyeran.
Los dioses guardaron silencio y se sumieron en sus pensamientos, quizás reflexionando un porqué.
Había una diosa en particular que no despejaba su mirada de cierta pelirroja. Sentada en su trono de oro con un arco y un aspecto identico al de la chica.
Desde su asiento Artemisa veía embelesada a su retoño. Una hermosa jovencita de diesciseis años con cabellos rojos como los suyos, ojos verdes como los de su padre y rasgos dignos de una belleza griega.
Todo en ella era perfecto.
Sin embargo, había estado algo furiosa desde que se percató que su niña estaba de alguna u otra forma emparejada con el hijo de Poseidón.
—Hiciste muy bien —fue todo lo que
dijo Zeus antes de darse la vuelta y volver a su trono —. Que haya paz.
Diane no tardó en notar la mirada de su madre desde su trono y se sintió un poco meláncolica, pero avergonzada a la vez.
¿Qué le diría? Es decir, la había abandonado a ella y a su padre sin razón aparente. ¿Qué sabría un hombre de cuidar a una bebé que aparece de la nada? Absolutamente nada.
Su padre se las ingeneo solo para cuidar de esa bebé. Si ha alguien le debía todo lo que era ahora era a su padre y solo a él.
—Hola, má —saludó Annabeth a la
diosa de la sabiduria con una sonrisa entristecida y lágrimas en los ojos.
—Annabeth... estoy muy orgullosa de ti.
—Zeus, tengo un buen amigo —comenzó a decirle Percy llamando su atención —. Es un sátiro llamado Grover. Es mi protector y solo logramos salir del inframundo porque él se quedó atrás...
—¿Y qué? ¿Ahora esperas que lo traiga de vuelta?
Percy no dijo nada, pero su cara lo decía todo. Quería de vuelta a su amigo.
—Muy bien, me parece que esta asamblea no tiene otro asunto —soltó Zeus con aburrimiento poniendose de pie dispuesto a irse.
Antes de que pudiera irse tanto Poseidón como Artemisa se pusieron de pie e intentaron detenerlo con éxito.
—Hermano, por favor. Tengo que hablar con mi hijo.
—¿Y tú Artemisa? —cuestionó Zeus
al ver a la diosa encararlo con valentia —. ¿También implorarás con tal de hablarle?
—Padre, necesito hablar con mi hija.
Zeus se quedó unos segundos en silencio antes de girarse hacia ambos.
—Solo esta vez.
Una sonrisa enorme apareció en el rostro de ambos dioses que de algún modo contagio a Zeus, quien con rápidez se fue del lugar seguido de los demás dioses.
Poseidón se empezó a acercar a la entrada dónde estaba parado su hijo acompañado de una bella pelirroja y al ver esto Annabeth se apresuró a irse.
—Los veré afuera.
Ambos asintieron y Diane al ver las señas que le hacía la diosa de la caza se encaminó hasta estar frente a ella, un tanto alejada de su pecesito.
Otros posiblemente tendría miedo de
la estatura quizás, pero Diane no se sentía intimidada al contrario sentía que quería gritarle de lo enojada que estaba.
—Diane, mi bella Diane —musitó Artemisa observando embelesada
a su niña —. Estás tan hermosa.
—Gracias, supongo...
—No tienes que actuar como si no me conocieras, soy tu madre.
—¿Disculpa? —exclamó Diane con diversión mirandola de mala manera
—. En mi vida te había visto. No eres más que la mujer que me abandonó,
no esperes que corra a tus brazos y te adoré porque no te lo mereces.
Artemisa sintió una punzada en su pecho. No había nada más doloroso para una madre que ser rechazada por su propia sangre. Quizás fue su culpa, pero jamás estuvó en sus planes dejarla y no fue hasta que...
Tomó un respiró y de repente la diosa se vió envuelta en un millón de aves hasta quedar a la estatura de la adolescente.
—Diane, yo nunca quise abandonarte.
—Pues lo hiciste y no sabes como te detesto por ello —soltó Diane con un par de lágrimas en sus ojos, estaba enojada —. Era una bebé. Papá no sabía ni que sucedía y aún así me amó. Me dió una educación y con amor y paciencia me crió. Fue padre y madre a la vez. ¿Y donde demonios estabas tú, eh? Lejos.
—Las cosas no fueron así, hija.
—¿Ah no?
—No, tu papá y yo te amamos en el momento en que te vimos —comenzó a decirle con un tono amoroso acariciando su cabellera rojiza —. Tan hermosa y pequeña, pero no podíamos ser esa familia perfecta que tu padre deseaba. Al menos no por mucho tiempo. Quizás no lo recuerdes, pero pase un tiempo contigo siendo una madre para ti.
—¿Qué edad tenía cuando te fuistes?
—Diez meses...
Si, eso bastó para que la pelirroja se girará un poco con tal de que esa mujer no la viera quebrarse ante ella.
—¿Cómo pudiste? Era una bebé.
—No quería irme, Zeus me obligó a dejarlos —respondió algo entristecida tomandola de la barbilla para que la viera —. Decía que estar con ustedes me hacía más mortal y estaba descuidando mis tareas como diosa. No tuvé opción.
—Ya no regresaste, ¿cierto?
Artemisa negó.
—Yo siempre estuvé ahí, cuidando de
ti. Aunque no me vieras. ¿Por qué crees que nunca te pasaba nada? ¿Por qué los animales te adoraban? Nunca te pasó nada en ese bosque porque estabas protegida por mi. Me dolía, pero no podía hacer nada. Me conformaba con verte crecer desde la lejanía, mi niña...
—¿Me quieres al menos?
—¿Cómo podrías dudar de ello? —exclamó Artemisa con diversión mirandola enternecida —. Que sea la diosa de la virginidad no dice nada. Rompí mi promesa, si, pero tu padre es el hombre más sincero, puro y amoroso que jamás conocí y tú el mejor regalo prohibido o no que me dió la vida.
—En serio hubiese sido genial verte por lo menos una vez.
—Nada cambiará nunca mis acciones, pero si de algo puedes estar segura es que siempre estaré contigo aunque no me veas.
Diane sintió que tenía un nudo atorado en la garganta y casi por instinto las palabras salieron solas de su boca.
—¿Puedo darte el primer y último abrazo antes de irme?
La diosa con lágrimas en los ojos asintió antes de envolver a su hija entre sus brazos. La última vez que la tuvó así fue cuando apenas comenzaba a gatear y le fue imposible no sentirse mélancolica.
—Diane, sigue siendo una buena chica
y pelea por lo correcto —pidió Artemisa a la chica luego de separarse de ella —.
Y ese chico... tiene suerte de que aún lo dejé vivir. Lo vigilaré de cerca.
Diane sonrió divertida y guardó el momento agridulce en sus recuerdos más preciados. Ahora podría contarle a su papá la loca anecdota de como logró conocer a su madre.
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—¿Entonces este es tu lugar? Digo, me agrada tu decisión, pero...
Diane frunció sus cejas ligeramente con diversión mientras ponía sus manos en su cadera y lo escuchaba balbucear.
Esto era lo peor de los finales: las despedidas.
Ahora padre e hija se encontraban en medio del bosque, cerca de la entrada al Campamento Mestizo despidiendose.
Diane traía consigo una mochila que aunque se viera pequeña estaba llena de cosas suyas. Las necesitaría pues habia decidido quedarse por un tiempo en el campamento para aprender más sobre sus habilidades y conocer hasta dónde era capaz de explorar sus cualidades y demás que poseía por parte de la diosa.
—Papá, sabes que este es mi destino —respondió Diane con calma y una gran sonrisa intentando animarlo —. Volveré contigo, pero es aquí dónde pertenezco.
Damien Gagnon asintió con sutileza quitando ligeramente lo que parecían ser lagrimas de sus ojos azulados.
—¿Papá estás llorando?
—No, solo se me metió una basurita al ojo —comentó el mayor girando la vista a otro lado con disimulo —. ¿A quien rayos engaño? Si, quizás un poco, pero debes comprenderme. Mi amada niña ya no estará más en casa. ¿Qué tal si por accidente quemó la casa cocinando?
—Nada de eso sucedera —interrumpió la pelirroja antes de abrazar a su padre amorosamente —. Si eso sucede llamas a Sally. Ella sabrá como solucionarlo.
—Será mejor que ya te vayas antes de que me ponga más sentimental —informó el hombre separandose un poco de su hija con los ojos medio llorosos —. Seguro tus amigos están esperando por ti.
Diane asintió y justo cuando estaba por cruzar la entrada al campamento la voz de su padre la hizó girarse espectante.
—Y Diane...
—¿Si, papá?
—Dile a Percy que tiene mi permiso para salir contigo.
—¡Papá!
De repente las mejillas de la pelirroja
se pusieron tan rojas como su propio cabello y deseo que nuncaa hubiera dicho eso. Ella solamente asintió algo avergonzada, pero no negó nada.
Le dió un beso en la mejilla a su padre
y un último abrazo antes de cruzar la entrada llegando al campamento.
Todos los semidioses y demás iban de un lado a otro haciendo algo o simplemente entrenando. Al pasar por dónde estaban los hijos de Apolo su loca idea llegó a su cabeza. Quizás podría ir a entrenar con ellos para afinar su punteria, aunque la verdad es que no había nada de que preocuparse. Era hija de Artemisa.
Con cuidado de no interrumpir a los mestizos continuó su camino hasta que llegó a su cabaña.
La cabaña ocho esa tarde se veía bien bajo los ligeros rayos del sol, la magia ocurría por la noche. Esa simple cabaña resplandecía en color plateado.
Se adentro al lugar con una sonrisa impregnada en su rostro. Lo primero que vió al entrar fueron los cientos de pinturas y esculturas de animales salvajes, sobre todo con el símbolo de Artemisa: el ciervo.
Y a ella le fascinaban.
Gran parte de su infancia vivió en una cabaña en el bosque asi que no era una extrañeza que eso la hiciera sentir en un ambiente realmente familiar.
Tardó pocos minutos en acomodar sus pertenencias en la enorme cama. Si algo iba a odiar de estar ahí era lo solitaria que era la cabaña.
Aunque le pasaba igual que a Percy. Desventajas de ser hijos de dioses que se suponía no tendrían hijos.
Borrando esos pensamientos de su cabeza decidió que mataría el tiempo e iría a entrenar con la espada, no le vendría mal saber como pelear en un posible duelo pues era muy comunes.
La pelirroja se encontraba en el campo de entrenamiento librando un duelo con la hija de Atenea, que por cierto estaba muy reñido a decir verdad y justo en ese preciso momento apareció Percy con la compañía de su buen amigo Grover.
Percy parecía embelesado viendo
a la chica pelear desde la lejanía y claramente no fue algo que Grover pasará por alto.
—Anda, ve por ella tigre —comentó el sátiro con diversión dandole un ligero empujoncito —. Conquistala aún más.
El pelinegro soltó un suspiro algo nervioso y se pusó en marcha directo a la chica.
Por suerte la pelirroja ya había acabado su duelo y ahora simplemente hablaba animadamente con Annabeth sobre un par de consejos para mejorar en los duelos con espadas.
Annabeth decía algo cuando al percatarse de la cercanía de Percy se quedó callada y le hizó un gesto que
solo ellas dos descifraron.
—Iré a ver si me necesitan en otro
lado, nos vemos luego Diane —exclamó Annabeth con una sonrisa antes de darle un abrazo e irse del lugar.
Diane se dió la vuelta encontrandose
con cierto pelinegro que se acercaba a ella con una gran sonrisa en el rostro.
—Hola...
—Te ves cansada —comentó Percy acercandose un poco solo para quitar varios mechones de su rostro —. Estuvó cansado ese duelo, ¿cierto?
—Annabeth es buena con la espada.
El chico simplemente sonrió.
—Estuve pensando en lo que sucedió en el casino y...
—Estabamos básicamente drogados por esos pastelillos.
—Nos casamos...
—Lo recuerdo perfectamente.
—¿Cómo recuerdas eso? —exclamó el pelinegro asombrado y ella se encogió de hombros —. Recuerdo algo, pero no todo completo.
—Percy yo estaría encantada de casarme contigo, pero no lo hare —respondió ella poniendo sus manos en sus caderas y su semblante paso de ser frio a divertido —. No antes de que me pidas ser tu novia.
—Diane creí que ya lo sabías —empezó a decir el chico acercandose para tomarla de las caderas sutilmente —. Me gustas y mucho. Sería el mestizo más alegre si me dejarás ser tu novio...
La pelirroja no lo dejó terminar pues antes de que pudiera continuar con su discurso de enamorado, Diane lo tomó del rostro y estampó sus labios contra los suyos.
Fue así como ambos terminaron sumergidos en un beso que ninguno quería terminar. Habían esperado mucho tiempo para que sucediera y fue normal que con ese beso millones de emociones y sentimientos fluyeran.
Al final fue la chica quien se separó
por la falta de aire y al abrir sus ojos ahí estaban los orbes azulados de Percy viendola como si fuera la criatura más perfecta que había visto jamás.
—Supongo que eso responde a tu pregunta, mi amado pecesito.
—Si que lo hizo, señora Jackson.
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NOVENO CAPÍTULO PUBLICADO
Hi, guys. Hace tiempo que no me pasaba por aquí. Después de siglos por fin termine el primer acto y me siento orgullosa de mi misma por ello.
Si, me tarde en actualizar, pero lo logre y pienso seguir con la historia (si las tareas no acaban conmigo).
En fin diganme que les parecio
este cierre del primer acto. Tengo planeado varias ideas para el segundo, pero no diré nada aun.
Eso seria todo por hoy. Muchas gracias a las personitas que se tomaron la molestia de apoyarme y leer y perdón por las actualizaciones lentas. De todos modos lxs adoroo <3
No se olviden de comentar y votar, pueden agregar tmb el fic a sus listas de lecturas para saber cada que hay actualización. *Momento de anuncio* tengo un fic de twd que esta en constante actualización agradecería su apoyo por alla 😘🫶 Ahora si me despido chaitoo, se me cuidan.
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