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🥿... capítulo dos, ¡un caballo salvaje!



Campanillas, y más campanillas.

Todas ellas comienzan a sonar como un reloj, como cada mañana y cómo mi rutina dictada desde años anteriores.

Clink. Clink. Clink.

Parpadeo con molestia, abriendo los ojos sin poder ignorarlas más tiempo y deseando descansar por un día.

Me remuevo en el suelo, apartando la pobre sábana que me cubre y recordando vagamente haberme dormido al lado de la hoguera de la cocina, porque anoche no quise subir al desván que es prácticamente donde vivo tras la muerte de mis familiares consanguíneos, por la frialdad de las noches.

Cedí mi habitación a mis hermanastros hace años atrás, porque según Ava, necesitaban más espacio del que tenían.

En todo caso, me fijo en la hora de un reloj colgado en la puerta de la cocina y al escuchar de nuevo las incesantes campanillas sonando con mucha más desesperación que antes, me levanto apresurado a preparar el desayuno de mi familia.

Es, en general, una de las muchas tareas de las que me ocupo y si mi madrastra se enfada nada más comenzar el día, eso no significa nada bueno para mí.

Por lo que, rápidamente, me acomodo un delantal y comienzo a preparar un ligero desayuno para todos: un pequeño surtido de fruta cortada y panecillos con dos tarros de mermelada y mantequilla al gusto, además de varias tazas de té.

Acomodo los platos en mis antebrazos y salgo escopetado hacia la sala principal, directo al comedor. Allí, mi madrastra aparece en medio, ataviada con una gabardina de dormir de colores blancos y con su cabello rubio, ya recogido e impecable.

Mientras tropiezo y casi caigo, llegar a la mesa sin dejar caer nada es casi un milagro.

Ella me dedica, como costumbre, otra de sus miradas desagradables y frías.

—Creía que el desayuno ya estaba listo —dice, mientras toma asiento al comienzo de la mesa.

Yo ya he terminado de colocar los platos y mientras reajusto mi delantal, dejo otra jarra humeante de té suave en el centro de la mesa, escuchando a mis hermanastros acercarse a la sala principal con sus alborotos como de costumbre.

Tiemblo al cruzarme con ellos, pero me ignoran por suerte y toman sus asientos correspondientes. Saludan a su madre entre que dejo cerca de sus brazos, un paquete de tostadas.

—Buenos días, y sí... Lo está, madame, como puede ver, pero... Intenté avivar el fuego antes del salón y me cogió la tarde. —Intento excusarme, aunque sea en parte mentira.

Ninguno de ellos es consciente de que para evitar resfriados suelo dormir junto a la alacena.

Ella se sirve una taza de té, para masticar un pedazo de manzana fresca.

—En adelante, cuando te llamemos, procura ya tenerlo sobre la mesa. No quiero que esto se vuelva a repetir. —Su tono huele a peligro, y asiento, sin ser capaz de decir nada.

Entonces, mientras limpio mis manos sobre mi delantal, pienso en traer un par más de servilletas cuándo Ava se inclina sobre la mesa y me tira del mantel. Me veo obligado a agacharme, cuándo una de sus manos frías me agarra de las mejillas y me hace algo de daño.

Aún así, mantengo la calma como acostumbro, a pesar de qué las estruja con fuerza.

—Newton, ¿qué tienes en la cara? Es asqueroso —suelta y luego me echa hacia atrás, casi con repulsión.

—¿Perdone?

Me muestro confuso, y algo temeroso cuando mis hermanastros ahora de veintitrés años, Anastor y Drizz, se inclinan también sobre la mesa y me señalan con burla.

Anastor, de cabellos pelirrojos y ligeras motas de pecas sobre la nariz, se carcajea con burla.

—Son... Son cenizas de la chimenea, qué asco —comenta, golpeando a su hermano en el torso.

El otro también se ríe mientras Ava, me dice con un tono hosco: —Ve a lavarte.

Y no me lo tiene qué decir dos veces, antes de saltar sobre la cocina para ir a por un trapo y restregarme con el las mejillas. Recuerdo haberme lavado el rostro antes, pero no parecía haber servido de mucho. Aún así, cuando lo hago, Anastor vuelve a hablar con un tono jocoso más fuerte.

—Nos vas a llenar el té de cenizas, Newton.

Cuando me aparto el trapo del rostro, lo dejo sobre la mesa para fijarme en cómo los tres me miran con burla, superioridad y desagrado desde la mesa. Algo se agita dentro de mí y respirando varias veces, escucho una idea alborotada de Drizz.

El es mucho más desgarbado y narizón que Anastor, y su risa es mucho más aguda y estridente.

—¡Se me ocurre un nuevo nombre para él! ¡Cenitonto! —exclama, agitando sus manos sobre la mesa.

Anastor en cambio, arruga su nariz cuándo vuelvo a la mesa a dejar más servilletas.

—Yo no soportaría ir tan sucio, resultas desagradable a la vista, ¿sabes? —Y muerdo mis labios mientras esquivo un escupitajo que lanza al suelo, donde momentos antes he estado.

Luego, me agacho a limpiarlo con un trapo mientras Drizz, insiste.

—¡Ya lo sé, ya lo sé! —Al levantarme, lo encuentro señalándome, con su cabello rubio y grasiento asido tras sus orejas—. ¡Zarrapastroso, así te llamaremos!

Y una desagradable sensación me nace dentro del pecho cuándo veo que su hermano asiente a sus palabras, emocionado. Su madre, quien sonríe gustosa, incluso parece encantada con la idea.

—Qué ingeniosos sois mis niños.

Ignoro la incomodidad que siento y corriendo a por mi plato, lo sirvo sobre la mesa, al lado de Ava qué es en donde suelo comer desde la muerte de mi padre y mi hermana. Apenas voy a sentarme, cuando su mano me agarra de la muñeca, torciéndomela levemente.

—¿Madame...? —pregunto sin entender, con el apodo que ella me sugirió usar tras quedarme solo con ellos.

Aprieta ligeramente más mi delgada muñeca, mientras es su turno de hacerme una pregunta.

—¿Para quién es esto? —Mira a sus hijos, que parecen tan perplejos como yo y continua—: ¿Nos hemos olvidado de alguien?

Y, me tambaleo, mientras trato de sonreír con suavidad.

—Es mi sitio, Madame, el de siempre.

Entonces algo parece cambiar en su expresión y se vuelve hosca, sin soltarme la muñeca. Mis pies se remueven nerviosos al pie de la mesa.

—Es demasiado pedir que prepares el desayuno, lo sirvas y te sientes con nosotros cuándo no eres más que un sirviente en esta casa. —Mi mano se retuerce en su agarre, sin entender.

Y aunque era bastante obvio, nunca lo había dicho tan claro como ahora.

Aún así, intento mantenerme fuerte.

—Pero, Madame, yo siempre...

Ella me interrumpe, alzando brevemente su mano.

—Así que, dime, ¿no prefieres desayunar cuándo hayas terminado todas tus tareas, Newto... o deberías decir, Zarrapastroso? ¿Hm? —Y siento que la humillación me corre por las venas.

Ella me suelta la mano, y estoy apunto de recoger el plato, cuándo prefiere lanzarlo contra el suelo. No me aparto con la suficiente rapidez y al pasar por mi lado, me hace un ligero corte en la mejilla. No reacciono, mientras lo limpio con un trapo.

Me llevo entonces los restos de la comida, los trozos rotos y lo que queda de mi orgullo hasta la alacena, sin dejar caer mi cabeza hasta estar solo.

Incluso así, escucho sus risotadas desde el salón.

Me taladran con fuerza, me sacuden como mil agujas y cerca de una mesa de picar, se me vuelve a caer el plato ya roto y volviéndose más añicos. Mis rodillas cesan y por un momento, aferrado a la mesa, veo mi reflejo en una jarra vacía. Deformado, roto y sucio.

Por un momento, la promesa de mi madre me pesa como plomo y aunque la herida de mi mejilla es pequeña, me arde como el infierno. Gruesas lágrimas se escurren con rapidez mientras me aferro todavía más a la cubierta de la mesa.

¿Cuándo fue la última vez que me puse como prioridad?

—Sé valeroso y bondadoso —pronuncio, con inconsciencia. La lengua me pesa amarga—. Ese es el mantra que me repito todos los días, pero ya no puedo más.

Y tirando el jarrón de la mesa, no lo pienso dos veces.

Ni siquiera me preocupo por limpiarme la herida cuándo alcanzo con apresurados pasos el establo exterior y cojo a mi fiel Cristal. Un último regalo de mi padre. Entonces, no pienso en nada cuándo me subo encima de un salto, tirando el delantal a cualquier parte, le agito las correas y le grito que salga corriendo de ese infierno.

—¡Vamos, vamos! —No dejo de decir, mientras salimos de los recodos de la finca.

Pronto abandonamos todo lo conocido para mí, y cada vez resulta más libertino tener esas risotadas, la degradación de aquellos que deberían ser mi familia cada vez más lejos.

El campo deja de ser amarillo y lleno de trigo, para ser invadido por vasto verde, por copas de árboles que casi alcanzan las nubes de un cielo despejado y azul, y la corriente del aire fresca golpeando mi rostro resulta casi hasta divertido.

Hacia mucho que no me sentía así.

—¡Cuidado, Cristal!

Eso, claro, hasta que atravesando más profundamente el bosque, nos toma desprevenidos un ciervo rojo de astas enormes. Cristal se altera y casi me tira, pero agasajando sus crines la calmo de inmediato y ambas criaturas se observan en el enorme silencio verde, hasta que los ojos oscuros y profundos del ciervo se cruzan con los míos.

De alguna manera, allí me siento reflejado.

Como si a su lado, pudiera compararme con ese animal libre y sin ataduras como las mías.

Luego, suena una trompeta... de cacería, probablemente y asiendo las correas en mis manos, no tardó en decirle:

—¡Corre, vete! ¡Antes de que te alcancen, vete! —Y como si de alguna manera me hubiera entendido, lo hace.

Pega un salto y se despide entre los arbustos.

Suena otra trompeta y claro, Cristal se pierde entre los nervios y sale corriendo despotricada.

—¡So, cálmate, pequeña!

Intento detenerla, la sujeto con fuerza y trato de acariciarle las crines con suavidad, como me enseñó mi padre en el pasado, pero nada. Todo resulta inútil y miles de coces se escuchan a nuestras espaldas.

No puedo decir que no me pongo más nervioso cuándo escucho la agitada coz de un caballo muy cerca y al mirar a mi derecha, perdido entre las ligeras ramas que me rozan por la rapidez con la que se mueve Cristal, advierto a un chico en otro caballo.

Probablemente también metido en el tema de la cacería.

—¡Señorito, ¿¡está bien?! —escucho claramente que me pregunta entre gritos, quizás preocupado, pero no puedo responder.

Porque Cristal se ha vuelto un caballo salvaje y creo que quiere matarme.

🥿. elsyy al habla (!)
muchas gracias por su apoyo.

vamooos, super emocionada por esto y de que, básicamente, ya estén apunto de cruzarse. omggg, ya el siguiente intercambiarán palabras, ¿quién está emocionadx?

nos veremos pronto, mis altezas.

🦋🥿.

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