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𝗪𝗘𝗟𝗖𝗢𝗠𝗘 𝗕𝗔𝗖𝗞

La punta de sus dedos cosquillea desde dentro provocando que se enrollen y sus uñas se hundan en la palma esperando que el nerviosismo de disipé. Suspira con fuerzas hasta escuchar como algo en su interior quiebra dejándolo con solo un gran hueco en el pecho, un hueco donde un corazón latiendo en el nombre de un amor que yacía muerto entre la fría noche de invierno.

 Pero no era de esperar que el llanto comenzara a manchar, la fachada que hace años le costo armar tras tanta pena y dolor estaba siendo pulverizada en un parpadeo al mirar aquellos ojos profundos, tan llenos de sí, pero lo que no había notado en su momento es que esos ojos también han pasado batallas hasta colocar esas violáceas marcas bajo los mismos; en un arrullo de desespero, encontrar reconforte entre las lágrimas, lágrimas que quemaban dejando un dolor inmenso y difícil de poder ignorar. 

Un jadeo lleno de tormento se le escapa y el gesto crispa, haciendo recaer la culpa en el mayor de los australianos. Manos grandes y que con calor sostienen de sus mejillas mojadas, las limpia con total delicadeza como si fuera de porcelana; como si tuviera miedo a quebrarlo aunque ya era muy tarde para pensar en eso. Las grietas que en su corazón habían eran imposibles de ser sanadas y remplazar todo el daño hecho que hasta ahora ambos eran ciegos de. Un sonido en seco se escucha como eco, quedando en un infernal silencio que fue el fin de todo, había negado su ayuda dejando un vivo color sobre la blanquecina mejilla del que sonrisa adormilada era su favorita. 

Le había hecho daño.

No podía más.

Con las lágrimas desbordando de él, se dio medio vuelta y sin mirar atrás se fue dejando su amor en un marchito estado. BangChan hizo el ademan de alcanzarle pero al extender la mano todo negro torno. Inseguridades lo aferraron a su sitio y se ahogo sin más en ellas aceptando por milésima vez más los errores del pasado y los que el presente le ponía en frente. ¿Quién diría que el gran líder tan apasionado con todo lo que hacía, demostrando nada más que destreza por lo que amaba terminaría cayendo rendido? Sin nada más que hacer. Porque todo había acabado.  Otro ardor surge en la mejilla que anteriormente Felix había tocado, volvió a pegarse así mismo y soltando un sin fin de parloterías, miro al cielo en anhelo de encontrar reconforte. Pero, el reconforte solo existía cuando estaba entre los brazos del rubio, y este, lejos estaba yendo ya; ¿por qué lo estaba dejando?  Chris no lo sabía, quería dejarlo descansar. Él quería descansar. Aún con la culpa recayendo con más fuerza cada vez que estos peleaban, le siguió desde atrás entre un silencio que tortuoso era para ambos. Las pisadas de sus zapatos resonar contra la nieve provocaba que el menudo cuerpo de YongBok temblara en nerviosismo, Bangchan por otro lado se alarmo y en su instinto surgió la necesidad de envolverle con su chaqueta pero se detuvo así mismo volviendo a mirar al suelo mientras continuaban con su caminata de regreso a casa. Una casa donde se sentía como un desconocido.    

Los dedos de Lee estaban ya entumidos, no, toda su anatomía lo estaba y se percato de ello al momento de intentar abrir la puerta del apartamento compartido, temblaba a más no poder pero nuevamente su ayuda negó. Entrando de mala gana poco después de que Bangchan prácticamente lo quitara del lugar abriendo él mismo la puerta, una débil curvatura adorno sus esponjosos labios; más este no parecía siquiera interesado en conectar con aquella cálida mirada castaña, eso provoco que el dolor en el corazón de Bang fuera más agudo. Ambos pechos ardían en dolor puro.  

El corredor en esos instantes parecía un lugar sin fin, provocando que el castaño volviera a paralizarse allí en la entrada, notando los pequeños espasmos que escapaban de Felix mientras caminaba con obvio cansancio en dirección a la sala de estar. Apretó la boca, tal como estrujado su corazón estaba, dejo ir su desesperanza en un suspiro que fue lo que acabaría con su sanidad, por una última vez en la noche fría de invierno.  Entre quejidos y ceños fruncidos el menor logró recostarse sobre el sillón, procurando dar la espalda, acurrucándose así mismo entre sus brazos en un absurdo intento de cubrirse y pasar de largo de aquel frío que le congelaba los huesos. El resonar del reloj de pared comienza a ser cada vez más claro, cada vez más molesto, una razón para que estuviera más irritado. Chris se sintió culpable por eso, de que su pequeño estuviera pasando por tanto y él no pudiera hacer mucho porque era un testarudo. Pero, si él lo era, entonces Chris lo era el triple. De alguna manera u otra lograban complementarse y eso estaba más que claro en la manera en la que solían hablar del gran amor y aprecio que se tenían mutuamente. Pero, lo que los demás no sabían es que ese amor marchito ya estaba como las hojas de otoño que ahora habían pulverizado al hacer contacto con el invierno. Se encoje de hombros al sentir la presencia ajena, un silencio incomodo en donde ninguno quiere asumir la culpa, no querían ir a dormir de esa manera, no cuando podían sentir lo que el otro. Su respiración se corta abruptamente, dejando entonces volver su rostro a empapar por la lluvia que de sus ojos pardo desborda; sin poder decir más, lo había elevado entre brazos para llevarle al cuarto de baño donde entre miradas que aún conservaban un tenue brillo se encontraban sintiéndose como dos adolescentes recién pasando por su primer pelea. Si supieran que su primera pelea fue por algo tan tonto, pero por supuesto que para ellos no resulto así, ninguna pelea debería ser considerada como tal cuando lo único que hacían era dejar en claro lo que verdaderamente sentían en ese instante, no había necesidad de desatar un caos por algo que incluso con solo la presencia una del otro podría hacer que todo se suavizara y fuera un poquillo más fácil. Pero no, el ser un humano es tan complicado que le gusta mortificar su propia existencia haciéndose pasar por castigos que no debían siquiera ser considerados como tal.  

El agua tibia hace contacto sobre la sensible piel, gimotea por lo bajo y por primera vez en la velada, él es vulnerable ante su pareja. Su mano temblorosa hace el ademan de alcanzarlo para conectar sus alientos temblorosos, pero, Chris no quería "ese" tipo de perdón. Así que desvía sus labios a donde su frente descubierta luego de peinar sus cabellos dorados húmedos hacía atrás. Ahí es cuando finalmente pueden verse el uno al otro con sinceridad, le mira con reproche, haciendo al pecoso removerse inquieto dentro de la tina de baño. Estaba avergonzado y él lo sabía por como el color rojizo se pinto en su bonito rostro, y claramente no era por el agua. 

Sintiéndose renovado luego de aquel baño y con ropa más cómoda, estaban listos para ir a la cama. Los brazos del menor se extienden en dirección ajena invitándolo a acurrucarse con él. Esos pequeños huequitos en sus mejillas hacen presencia, haciéndolo ahogar un chillido de ternura, se recuesta sobre la anatomía de su compañero de vida; procurando no aplastarlo con todo su peso así que debe de suavizar su propio cuerpo. Suspira, con obvio cansancio, pero una vez más en la ignorante inocencia de Lee, este no se percata de eso.  

El tic tac del reloj es lo único que se escucha en sus oídos, alza la mirada encontrándose con el sereno rostro de Felix descansando. Estaban abrazados y él estaba cada vez más ansioso, no podía conciliar el sueño, eso lo mataba por dentro de manera lenta. Vuelve a recostar la cabeza en la almohada, pero, gira esta en dirección a la ventana; se puede apreciar a través de las cortinas la nevada que esta por venirse. 

Exhala con fuerza, pero no lo suficiente como para despertar el cuerpo inerte de su amado, lo resguarda sobre su hombro cubriéndolo por completo con su chaqueta. Sus manos lo cargaban de los muslos, esos muslos que en ocasiones pasadas le gustaba explorar entre besos y cosquillas, apretones juguetones, carne suave, tan calentito. Pequeños suspiros lo hacen erizar, él no estaba del todo cubierto pero era lo de menos en esos instantes. 

A altas horas de la noche, con la nieve desbordando del cielo hasta llenar el lugar era imposible que alguien anduviera por las calles. Pero allí estaba él junto a su pareja, rumbo al puente Mapo, el muy conocido puente de Corea del Sur. Quizás sería una tortura caminar hasta allá sabiendo que sus extremidades de a poco iban apagándose como los latidos de su corazón, pero, la manera en que Felix se acurrucaba en su pecho fue motivo para aferrarse a él y continuar su andar. No quería darse por vencido, no aún. 

— Vamos a casa, pequeño — inquiere en un susurro dulce, besando su coronilla. Para este punto, el mencionado estaba despertando de entre sueños donde su mayor estaba presente como siempre. Una sonrisita se posa sobre sus labios mientras buscaba aclarar su vista para mirarle de mejor manera. 

« No lo hagas más difícil para mí, no quiero ser egoísta contigo. » Fue lo que inundo a su mente en esos instantes, más sin embargo se atrevió a dejar suaves mimos sobre uno de sus mofletes, estrechando con suavidad entre brazos. 

Sus piernas en un punto tambalearon debido al peso que también tenía que cargar consigo, sus brazos rodearon la espalda baja de Felix y este con ternura, froto de su mejilla sobre su pecho buscando refugiarse en él como siempre hacía; le miraba con esos ojos brillosos que él tanto amaba. — Te amo, Channie — suelta de repente, aturdiendo más a su mente pero eran las palabras indicadas para que finalmente la paz inundara su ser. — Te amo, Lixie — correspondió, no era un perfecto amor, pero sin duda era suyo y eso era bello a su manera. Y estando tan absortos el uno con el otro, como tanto sus almas anhelaban; Bangchan dejo ir su cuerpo junto con el de Lee Felix. 

Ese momento eterno para ellos fue.

El agua se fragmentó en lluvia de estrellas y se encontraba a sí mismo cayendo sin fondo en el espacio intergaláctico junto a Felix. 

La felicidad los inundo a ambos de golpe, lo sabía definitivamente, estaban profundamente enamorados. Sonriendo tontamente, acunó entre sus manos el rostro del joven que sin duda la galaxia que de sus ojos era esparcida hasta adornar su piel era la más bella que haya podido apreciar. Fundiéndose entonces en un beso que llevaba consigo todo ese amor que no lograron colocar en palabras. Ellos, finalmente podrían descansar en paz luego de días agotadores. Finalmente podían ser... eternamente felices, siendo uno. 

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