Nueva faceta
Si había algo que Jungkook no se esperaba en absoluto era que Dongbaek besara de esa manera, directamente no esperaba un beso, pero cuando aceptó este, devolviéndole el movimiento de sus labios, su sorpresa cuando tomó un poco de su cabello y le mantuvo ahí para que no se negara, le hizo jadear un poco. Cuando estaba listo para entrar en la misma sintonía sensual, fue ella quién se separó dejándole un desconsuelo difícil de explicar.
Habían encendido las luces para un nuevo orador y él estaba buscando más y más contacto, parecía abeja embarrandose en polen.
Y Dongbaek pretendía sentarse de nuevo y fingir que ese contacto tan corto pero tan intenso, no había sucedido, fue cuando él espabiló y tomó nuevamente las riendas, jalando de ella a la salida del bar, casi no alcanza a tomar su bolso.
—¿Qué haces?
—Nos llevo al hotel.
—¿Por qué?
Relamió sus labios, necesitaba mantener el sabor de los ajenos ahí para terminar de joderse la mente.
—No tengo idea.
El empleado que asignaba los autos, les vió salir y al ver la prisa que llevaban, abrió la puerta del primero disponible. Una vez dentro, dio el nombre del hotel y el auto se sumió en un silencio sepulcral donde el conductor se sintió lo bastante incómodo como para subir la ventanilla y de esa manera evitar verlos y comunicarse con ellos.
Dongbaek suspiró, apretó el bolso en sus piernas intentando evitar entrar en pánico porque sabía que la había cagado en grande pero no quería disculparse pues no lo sentía en absoluto. La pierna derecha de Jungkook se movía inquieta y mientras miraba por la ventana, se tocaba los labios con la yema de los dedos, también sonreía un poco.
Ella lo había besado a él, se sentía en las nubes y al mismo tiempo se consideró un cobarde demasiado obvio. Su mano libre se estiró y se posó en una de las piernas de Dongbaek, apretando el sitio con delicadeza y esperando que eso fuese suficiente para que no pensase que estaba molesto.
Estaba alterado y en medio de una calentura irremediable, pero nunca molesto. Bajar del auto fue una tortura, esperar que el elevador llegase a su piso una agonía y poner el código que la puerta para al fin entrar, un alivio. Cerró, pasando el seguro.
—Ok, bien, lo siento— Dongbaek se deshizo del bolso que sufrió el entierro de sus uñas—he pensado que eso era lo que ibas a hacer y no lo hiciste, entonces dije que lo haría yo. Me he dejado llevar mucho, ha sido mi error.
—Basta. Que solo nos he traído de regreso porque has parado de besarme— le costó horrores decir aquella sin temblar, porque temblaba, pero por la expectativa de repetirlo— aquí no hay nadie y puedo apagar las luces si quieres.
El rostro de Dongbaek se tornó de todos los colores, pero una sonrisa llena de picardía se escapó mientras veía como se acercaba a ella.
—Oh— cuando estuvo muy cerca, colocó una mano en su pecho, deteniendolo— ¿Deberíamos hablar sobre esto primero?
—Hablaremos todo lo que quieras, luego de que termines lo que has empezado
—Así que, te gustó.
Quería jugar con sus emociones, eso estaba claro, pero de nuevo, él no la besaría, quería que empezara otra vez por su cuenta y él dejarse hacer adicto.
—Vamos, Becky.
Botó todo el aire acumulado, volvió a mirar arriba, se preparó unos segundos en los que coloco ambas manos en sus hombros antes de impulsarse y por segunda vez esa noche, ser quien inicia el beso, a diferencia del anterior, este fue correspondido de inmediato.
No tenían de donde apoyarse, estaban en medio de la sala, Dongbaek ahora tomaba sus mejillas y jugaba con su labio inferior, Jungkook sacaba la punta de su lengua y buscaba delinear el borde del suyo, comenzando a caminar en busca de soporte, todo eso sin abrir los ojos, sus manos que se habían adueñado de la cintura ajena de nuevo, dudosas, buscarlo explorar con más atrevimiento hacia sus muslos algo descubiertos, la tela del vestido se había elevado solo un poco y él quería tocar. La espalda de Dongbaek se encontró con una pared, intentó detenerse solo para respirar, obligándolo a tomar distancia y algunas bocanadas de aire.
—Tonto— murmuró— ¿Quieres ahogarte?
Se quitó el saco del traje, cayó al suelo.
—Si quiero.
Dongbaek volvía a sonreír.
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