El mundo lo sabe
Cuatro meses
Dongbaek no podía creer lo que sus ojos veían y eso era lo siguiente; Jungkook caminando por los pasillos de su universidad como si no fuese una figura extremadamente pública, en cuánto la vió, trotó hacia ella, ignoraba a todos, las miradas carecían de importancia para él.
Cuando estuvo cerca, la apretó en un abrazo— Jungkook se había vuelto demasiado demostrativo con su afecto— traía una camiseta de su equipo.
—¿A qué debo tu cariñosa visita, bestie?
—Ya, te he dicho que no me digas así— rodó los ojos— quiero almorzar, pero no puedo comer solo, simplemente soy incapaz. Ven conmigo.
—¿No pensaste en que probablemente tengo clases?
—No, porque sé que no tienes clases, niña genio.
—Baja la voz, estamos dando un espectáculo.
Se encogió de hombros, no le importaba ni un poco. Ni siquiera los celulares grabando el momento.
—El mundo ya lo sabe. Son conocedores de la existencia de esta amistad.
Cedió a ir a almorzar, negando con la cabeza y pensando en que definitivamente ese hombre no tenía remedio y en el camino, le preguntó sobre sus prácticas y como estaba su ánimo para la gran carrera a lo que este respondió que no le importaba ser el número uno a ese punto, que solo daría lo mejor de él y que estaría contento y agradecido con el resultado.
Pasó uno de sus brazos por los hombros de Dongbaek.
—¿Vendrás a verme? Claro que lo harás.
—Si me quieres ver allí, por supuesto que no puedo faltar— se miraron, Jungkook le agradecía solo con el brillo de sus ojos— es una pena que Jimin no podrá estar.
—Lo es— cruzaban el campus— pero, me prometió que estaría viendo todo en pantalla desde Los Ángeles, él cumple sus promesas, así que tengo fé.
—Jimin te quiere mucho, así que no dudo de él.
Jungkook tenía tantas ganas de preguntarle a Dongbaek sobre cómo seguía su corazoncito respecto a Jaehyun, pero ella le había pedido no hablar del tema, sabía que él continuaba llamándola al menos tres o cuatro veces por semana con la clara intención de solucionarlo todo, pero Dongbaek parecía no querer hacerlo, así que lo ignoraba.
Relamió sus labios.
—Iré a verlo más a la noche, está con los chicos, ya sabes, bebiendo y esas cosas, me uniré a ellos un rato.
—Me parece bien que te distraigas, no has hecho otra cosa más que trabajar y soportar presión— llegaron al estacionamiento— no puede ser, has traído la motocicleta.
—Cariño, tienes el casco en tu auto. Jodidamente tiene que estar ahí o voy a molestarme contigo porque no te lo he regalado para dejarlo en casa.
Discutieron al respecto todo el tramo hasta el auto de Dongbaek donde ella se defendió diciendo que no se esperaba que él llegase a la universidad y él contradecía argumentando que sin importar qué, siempre debía cargar con el casco. Punto final.
El alegato acabó cuando Dongbaek abrió el maletero y allí estaba el casco.
—¿Feliz? Ahí está.
—Sería el colmo y una ofensa para mi que no estuviese. Vamos, almorzamos, te traigo de regreso y voy con los chicos. Es buena idea socializar, hace tiempo que no les veo—le ayudó a ponerse el casco, abrochándolo— Nana está con su novio, así que, no sabremos de ella por unas cuántas semanas. Andando.
Eso lo sabía, que Nana junto a su novio, se perdían durante tanto tiempo, como si tuviesen un mundo solo para ellos al que nadie es bienvenido.
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