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Minho siempre ha leído estas novelas cliché donde narran los rayos del sol en la mañana como si fuera lo mejor del mundo. No lo entiende, y nunca lo hará, considerando lo mal humorado que tiende a ser algunas mañanas en las que los "buenos días" no tienen ni un poquito de sentido.
Esta es una de esas mañanas tan desagradables.
Están estos molestos, insoportables y fastidiosos rayos golpeándole de lleno en el rostro, y los odia, mucho, principalmente cuando no ha dormido ni un poco en toda la noche porque ha dejado las tareas de la universidad coleccionarse, hasta llegar a tal grado donde la entrega de cada asignación le ha pisado los talones y se desvela por completo para culminar la asignación.
Y sus ojeras, las puede sentir en su piel aun cuando tiene los ojos cerrados, son un recordatorio para toda la vida de que no debe dejar acumular sus tareas otra vez.
"¡Min! Despierta, cariño. Se te hace tarde para ir a la Universidad."
No quiere, Minho en serio no quiere abrir sus ojos porque está demasiado seguro que será un problema hacerlo, y la sola idea de pensar en ello; lo hace sentir fatigado.
"¡Está listo el desayuno!"
Suspira un poco derrotado porque sabe que Seulgi, su madre, estará los próximos minutos tocando la puerta y llamándolo sin cesar, hasta que se canse y decida levantarse. Es la misma historia todas las mañanas.
Ahora Minho solo puede batallar para abrir los ojos (teniendo en cuenta su inexistente paciencia para tolerar a su madre y su revoltillo mañanero), y resulta agobiante el proceso porque la ventana está abierta, seguramente fue obra de Seulgi, y sus pupilas se ven afectadas por la luz solar.
Parpadea rápido y gira su cabeza, intenta huir del sol, y en el camino se encuentra el calendario que está junto a la cama, pasea su mirada por las "x" hechas con marcador de tinta azul, y se detiene en la última marca hasta dar con el día que aún no ha sido tachado. El día de hoy.
19 de febrero.
Ve la columna en la que están los días de la semana. Es viernes. Recuerda que debe entregar un ensayo y una presentación demasiado tediosa pero que le ha quedado de maravilla, quizás porque estar bajo presión lo obliga a ser más eficiente en menos tiempo, también debe hacer una pequeña presentación y recuerda que debe pasar a pagar la colegiatura antes de que se retrase en el pago por despistado, otra vez.
Entonces es viernes y, por fin, tendrá tiempo para terminar todos sus deberes sin preocupaciones.
Minho niega con la cabeza y se dispone a levantarse, pero un pensamiento lo detiene en seco, porque no puede creer que lo ha olvidado aun cuando ha estado toda la semana con ese tema rondando por su cabeza, sin dejarlo estar ni un solo minuto en paz.
Es viernes y tiene una cita.
"¡Minho!"
"¡Ya estoy despierto, mamá!"
Se pone de pie, ahora con mayor seguridad, pero su visión se desenfoca un poco y unas motas negras le nublan la vista. Espera cinco segundos hasta volver a la normalidad, y en el proceso piensa que no ha tomado sus tabletas de hierro en toda la semana porque lo ha olvidado. Se maldice un poco por ser dependiente de las cápsulas, y anota mentalmente un recordatorio para tomarlas justo cuando termine su desayuno.
Cuando regresa a la normalidad, está listo para comenzar un nuevo día, mientras en su mente está el recuerdo de los ojos azules que está seguro que en un par de horas podrá ver.
"¿Minho?"
Ya el muchacho no tiene ni un poco de paciencia y sólo tiene seis minutos de haberse despertado.
"¡Seulgi, ya estoy despierto! ¡Déjame, al menos, hacer mis necesidades!"
Se escucha el murmullo de la mujer por el pasillo y Minho no hace más que ignorarla porque resulta ser demasiado para él y lo realmente sensible que tiende a ser a esta hora de la mañana.
Entonces, pensando en que debería comprar un reloj-alarma que lo despierte menos tortuosamente en las mañanas, comienza el día yendo al baño para lavar sus dientes y tomar una ducha fría, aunque son las ocho de la mañana y probablemente pesque algo así como un pre-resfriado.
La verdad, es un fanático empedernido del agua fría, sobre todo porque tiene la certeza de que no queda totalmente limpio cuando utiliza agua caliente, y no le agrada ni un poquito sentir aquella capa de resequedad que queda en su piel después de utilizar el calentador.
No lava su cabello esta mañana quizás porque no tiene demasiado tiempo. Enjuaga su cuerpo y en menos de siete minutos está fuera de la ducha con el olor a durazno de ese exquisito jabón aromático que descubrió hace un mes en el supermercado y que, definitivamente, amó por completo, tanto; que terminó comprando todos los olores frutales que estaban disponibles.
A Minho le gusta oler bien y sentirse bonito, y seguramente ha hecho que su madre gaste una buena cantidad de dinero en artículos demasiado necesarios para él.
Después de la ducha, se dedica a vestirse lo más sencillo que puede, recordando que irá solo a una clase el día de hoy y no necesita tanto alboroto al vestirse. Así que termina con un pantalón corto que se ajusta a su cintura, unos deportivos sencillos, y una camisita amarilla que le gusta mucho, y que en serio lo hace sentir cómodo en estos días de primavera.
Al terminar, se da cuenta que es más tarde de lo que piensa, así que termina agarrando su mochila para ir a la cocina y desayunar con su madre. Una vez abajo, se encuentra a la mujer sentada en la mesa bebiendo su café cargado y con su pequeña libreta donde seguramente está dibujando algún nuevo diseño para la colección de otoño.
"Cielo, ¿terminaste tu tarea anoche?" Pregunta la mujer en cuanto ve al muchacho entrar a la cocina y tomar asiento en la silla en la que siempre se sienta, como si fuera un hábito.
"Sip."
"Oh, que bien" vuelve su mirada a la libreta y habla una vez más, esta vez un poco aprensiva "Minho, no dejes acumular más tarea, es tu segundo semestre y debes ser más responsable, por favor."
El castaño asiente sin realmente prestar atención a las palabras de su madre, porque en el periódico que tomó de la mesa hay un titular que logra captar toda su atención.
"Mamá" La llama antes de morder un pan, masticar, y volver a hablar: "Se estima que se acercará un huracán a la bahía el próximo mes, o antes."
Eso parece captar la atención de Seulgi, quien deja su café para ver a su hijo, quien sigue sin apartar la mirada del papel.
"¿Ah, sí? Santo Dios, ¡ni siquiera nos hemos recuperado del anterior huracán! Florida parece atravesar por un castigo divino o algo así. Es como las siete plagas de Egipto."
Minho baja el periódico unos segundos, hace una mueca antes de negar con la cabeza y volver a leer y prestar toda su atención al artículo.
"Al parecer es el mismo huracán de hace dos meses."
Ve por el rabillo del ojo como su madre se persigna, murmura algunas palabras y retoma su dibujo en la libreta a la par que sigue diciendo un par de cosas sobre Dios y sus milagros. Minho rueda los ojos porque no es la persona más religiosa de todas, pero se abstiene de decir algo al respecto solo porque necesita pedirle permiso a su madre para poder salir esta noche, y el provocar alguna molestia en Seulgi, sería un equivalente a no asistir a su cita y dejar plantado al muchacho de lindos rizos.
Suspira un poco risueño, deja de lado el periódico, apoya el codo en la mesa y decide dejar su mentón en el puño cerrado. Parpadea suavecito, sus pestañas jugando en el aire y terminando de acariciar su pómulo. Muerde su labio cuando piensa que ya ha escogido las palabras correctas, y después habla.
"¿Qué es ese nuevo diseño, mami?"
Seulgi deja la punta del lápiz sobre el papel, levanta la mirada y frunce su ceño. Conoce a su hijo, ha estado con él algo así como dieciocho años desde que lo adoptó hace mucho tiempo atrás, y aunque sabe que la coquetería de Minho es natural; ha aprendido a identificar ese tipo de insinuación en los últimos dos años.
"¿Qué quieres?"
Minho suelta una risita suave antes de seguir comiendo su tan preciado pan, abandonando la posición anterior.
"Bueno... Un amigo me ha invitado a salir esta noche."
Seulgi vuelve con su dibujo, continuando con el viaje del lápiz sobre toda la hoja hasta tener un buen boceto de ese vestido en el que pensó mientras estaba llamando a Minho para que bajara a desayunar.
"¿Cuál amigo?"
El castaño tararea antes de humedecer sus labios.
"No lo conoces. Se llama Christopher y va a la Universidad conmigo, pero estudia una carrera diferente, algo así como Ingeniería. Además, es un año mayor."
Minho está mintiendo, pero no demasiado. Y no es algo que su madre necesite saber, porque después de todo no requiere muchos detalles.
Seulgi gira sus ojos bajo los lentes de cristal, piensa un poco y luego pregunta:
"¿A qué hora llegarás?"
Minho frunce el entrecejo porque no sabe qué responder a eso, principalmente porque no tiene idea de a qué hora pasarán por él, entonces piensa que es un tonto y fue muy descuidado de su parte no haber preguntado la hora de la cita cuando pudo.
"Oh, iremos al autocine, no sé cuánto tiempo estaremos afuera, pero no llegaré demasiado tarde o algo así."
La mujer rubia hace una mueca y restándole importancia, dice:
"Bien, pero no regreses en la madrugada."
Minho sonríe amplio y asiente, se levanta de su silla hasta llegar a su madre y planta un beso demasiado ruidoso en su mejilla, dejando a su paso unas migajas de pan.
"Gracias, mami bonita."
"Sí, sí, ahora termina tu desayuno para que te vayas a clases."
Minho lo hace, desde luego. Devora su pan en unos minutos mientras lee algunas cosas sin importancia en el periódico. Bebe todo el café de la taza, y está más que listo para irse a la Universidad.
Su madre lo lleva en el auto, como casi todos los días, hablan de alguna banalidad sin importancia mientras esperan que el semáforo cambie a la luz verde. Minho se da cuenta del pequeño golpeteo de las uñas largas y esmaltadas de su madre contra el volante, y es esa la señal de preocupación que se había tardado en llegar.
Puede adivinar que ella quiere hacer algunas preguntas demasiado relacionadas con el hecho de que Minho estará teniendo su primera cita después de un año, también adivina que está un poco insegura, y que no dirá nada al respecto. Aun así, Minho decide preguntar:
"¿Pasa algo?"
La mujer lo mira y niega con la cabeza un par de veces.
"No, cielo, ¿por qué?"
Seulgi es curiosa, pero no entrometida. Y antes de que la luz verde se encienda, ya ha decidido que dejará que su hijo hable con ella cuando se sienta seguro y que definitivamente no lo obligará a darle ningún detalle sobre aquel muchacho que ella desconoce.
Minho se limita a negar con la cabeza y seguir viendo el asfalto de la calle todo el camino hasta el instituto. Cuando finalmente llegan, Minho siente la necesidad de escabullirse lejos de su madre lo más pronto posible.
"Adiós, mami, ten un buen día."
La mujer sonríe cuando el castaño se baja del auto, se despide con la mano y arranca el vehículo antes de que se le ocurra detener a Minho y hacerle alguna pregunta.
Puede vivir el resto de la mañana llena de interrogantes.
Por otro lado, el día del castaño transcurre realmente tranquilo. No hay un ápice de anormalidad y entrega las asignaciones de ese día con total éxito, asiste a su única clase del día (que dura seis horas), tiene que lidiar con aquel profesor demasiado pesado, y para las catorce en punto ya está saliendo de su jornada estudiantil con una mueca en sus labios, un dolor de cabeza y la pesadez sobre sus hombros ante la idea de tomar el transporte público.
Intenta convencerse todo el rato, desde que pisa fuera de la institución hasta que llega a la parada del bus, pero cuando está dentro del transporte público; se da cuenta de que ningún tipo de ánimo que se dé lo va a ayudar con esto.
No lo soporta, no lo hace ni un poquito. Le desagrada la manera en la que los cuerpos quedan demasiado cerca de los otros y llega a pensar en lo difícil que sería lidiar con eso todos los días, cada día de cada semana. Y entonces tiene a este hombre de edad detrás de él que empuja su cuerpo contra el del castaño cada que el bus frena o toma una curva y definitivamente Minh no está de humor para tolerar ese tipo de situaciones.
"Disculpe", llama al hombre detrás de él. "Me está incomodando."
El hombre parece sacudirse un poco y murmura algo grosero que Minho prefiere ignorar, y todo el trayecto camino a su hogar la pasa en silencio y con Marilyn Monroe cantando I Wanna be Loved by you y otros éxitos en los auriculares que Seulgi le regaló la navidad pasada, un par de meses atrás.
Suspira cuando llega a su parada, deseando demasiado tomar una ducha y desprenderse de la desagradable esencia del ajetreo de la calle. Cuando está bajando del bus, se da cuenta que el hombre que antes lo estaba tropezando; lo ha estado viendo muy despectivo desde hace segundos. Y antes de que Minho pudiera salir por completo del transporte, el hombre murmura alto para que todos, especialmente el castaño, puedan escuchar.
"Mil novecientos ochenta y siete será el año de la perdición, los maricones van de aquí para allá sin ningún pudor."
Minho lo ignora, en serio lo hace lo mejor que puede, se contiene demasiado para no terminar diciéndole una sarta de cosas a ese tipo, pero sabe que nada de lo que diga cambiará su pensar. Entonces se baja del transporte como si no hubiera escuchado nada, y sigue de largo para caminar una cuadra más hasta llegar a su hogar.
Lo hace, y jadea cuando cierra la puerta de la casa detrás de él porque piensa que ha sido un día demasiado largo y todo lo que quiere hacer ahora es dormir una muy larga siesta.
Antes de subir hasta su habitación, descuelga el auricular del teléfono en el buró junto a la cocina. Gira la ruleta seis veces hasta que termina de marcar el número de la oficina de su madre. Cuando la mujer atiende, Minho solo le informa que ya ha llegado a casa, como todos los días, y su conversación no dura demasiado.
Al terminar, toma una alita de pollo que Seulgi ha dejado en el microondas y sube las escaleras, entra a su habitación y lo primero que hace es encender el ventilador y la televisión de paga. Se acuesta en la cama y termina por quedarse dormido viendo un capítulo de Bugs Bunny que ya han transmitido un par de veces.
Duerme tranquilo, realmente lo ayuda a descansar. No pasa mucho tiempo hasta que se despierta otra vez (quizás porque no es demasiado fanático de las siestas en la tarde), y lo único que hace es procrastinar todo el rato esperando que Christopher de alguna señal de vida para poder arreglarse para salir.
Realmente se arrepiente de no programar la hora con anterioridad. Pero no importa demasiado porque se sentirá más seguro cuando el muchacho lo llame para confirmar su encuentro.
No se da cuenta de que ha perdido la noción del tiempo en la cocina mientras termina su almuerzo, pero el teléfono sonando lo saca de su pequeño trance. Se levanta con un respingo de la silla porque ya tiene una idea de quién es el que está llamando. Y parece que acierta cuando toma el auricular del teléfono y contesta.
"¿Bueno?"
"Hola, Minho" Comienza con su voz un poco aguda y ese bonito acento británico que parece que nunca desaparecerá, aun cuando vive rodeado de demasiados estadounidenses "Soy Christopher."
Y no era necesario que lo aclarara, pero Minho lo agradece de todos modos, fingiendo que no ha estado esperando la llamada.
"Oh, hola, Christopher."
Se escucha un carraspeo corto en la línea y Minho puede adivinar que el muchacho está intentando encontrar las palabras adecuadas para empezar a hablar.
"Quería llamar para confirmar nuestra cita hoy, quisiera saber si- si sigue en pie."
Minho ríe bajito tapando su boca con la palma de la mano. Muerde su labio comenzando a enroscar el cable del teléfono en su dedo índice y hace todo esto sin realmente ser consciente.
"Sí, sigue en pie. De hecho, me gustaría saber a qué hora vendrás por mí, mi mamá no quiere que regrese tan tarde a casa."
Parece que el muchacho al otro lado de la línea está moviendo algunas cosas, después de unos segundos, se aclara la garganta y dice:
"Mhn, ¿a las diecinueve está bien para ti?"
"Sí, claro que sí" Minho hace todo lo posible por disimular la emoción en su voz, tal parece que lo logra.
"Bien, uhm, ¿me dices otra vez tu dirección? Creo que perdí el papel donde la anoté el otro día en el partido."
Minho ríe un poquito porque tenía una idea de que eso iba a pasar, pero le dicta a Christopher la dirección exacta. Después de compartir algunas palabras, se despiden para verse más tarde y ninguno de los dos se entera de cómo se siente el otro al respecto, quizás ambos demasiado emocionados o muy inquietos.
Quién sabe.
El castaño sigue sonriendo cuando se desviste y entra al cuarto del baño para volver a tomar una ducha, a conciencia de que sólo tiene una hora y media para alistarse, y en el proceso divaga sobre las prendas que podría utilizar, y para cuando está depilando sus piernas y zona íntima; ya tiene una idea clara del atuendo que usará.
Cuando termina su ducha completa, sale del baño envuelto en una toalla amarillo pastel, y va directo a su reproductor de música para poner la radio y al menos no sentirse tan solitario en el silencio, comienza a sonar una canción que Minho no conoce, pero no le importa demasiado porque el ritmo es agradable y puede vivir con eso al menos tres minutos mientras comienza a alistarse.
Tararea tranquilo sacando las prendas, y unos minutos más tarde termina con uno de esos pantalones de corte alto, una camisa roja de tirantes, y unas converse haciendo juego con todo el atuendo.
Se ve en el espejo y parece demasiado satisfecho con la vista, sobre todo cuando da la vuelta y ve sobre su hombro su figura, y le agrada la manera en la que el pantalón se ajusta a su cintura, marca un puente en su espalda y se dibuja una curva hasta su trasero, y todo resulta tan sencillo y perfecto al mismo tiempo.
Es que Minho es una maravilla personificada.
El castaño decide aplicar crema hidratante en sus brazos, una capa ligera de brillo labial casi invisible, y un perfume con esencia de mango que lo hace sentir realmente bonito. Y lo está, se ve delicado pero decidido, Minho tiene esa energía que hace sentir a cualquiera como si fuera un lugar seguro, y no está consciente de ello.
Cuando faltan solo cinco minutos para que Christopher lo recoja, el teléfono de la sala vuelve a sonar y Minho lo atiende con temor de que sea el muchacho cancelando su cita. Pero solo es Seulgi informándole que no llegará sino hasta más entrada la noche porque irá a cenar junto a sus compañeras de trabajo. A Minho no podría importarle menos, así que la llamada realmente no dura demasiado, y cuando corta la línea; suena el claxon de un auto que acaba de aparcar frente al patio de su casa.
El castaño respira hondo, se acerca hasta la ventana y mueve sólo un poco la cortina que la cubre, y llega a ver un automóvil rojo que está aparcado frente a su casa, pero no logra ver nada en absoluto porque los vidrios del auto están forrados en un papel ahumado demasiado oscuro, y no permite que Minho pueda husmear el interior.
Después de distraerse demasiado intentando buscar una figura similar a la de Christopher, se rinde. Decide que ya debería salir a averiguar si es Christopher, pero antes recuerda que esta mañana no tomó la cápsula de hierro, y luego de ir a la cocina y tomarla; está listo para salir.
Se da un último vistazo en el espejo de la sala de estar, inhala y exhala un par de veces antes de alisar su jean e ir hasta la puerta. Cuando cierra la puerta de su hogar tras él, ve a Christopher salir del auto, dando la vuelta hasta quedar frente a la puerta de copiloto, alza una mano saludándolo, y Minho le devuelve el gesto antes de comenzar a caminar hacia él.
Cuando está frente a él, el mayor boquea al verlo tan cerca. Su piel blanca, casi brillante por la luz que lo acaricia, y su sonrisa ladeada que nuestra sus dientes de conejo tan coqueto, haciéndolo lucir como una pequeña pieza de utilería en la obra de teatro más importante de la era.
Christopher está casi hipnotizado, y aún no se da cuenta de cómo los cabellos del castaño juegan en su frente.
"Hola, Minho."
"Buena noches, Christopher."
Y se siente bien, realmente bien, con tan sólo compartir un pequeño saludo. Minho puede asegurar que será una buena noche.
Christopher hace esto de abrirle la puerta del lindo Mercedes-Benz al castaño, éste le agradece antes de entrar, lo ve caminar hasta el otro lado, y en un par de segundos ya ocupa su lugar detrás del volante que tiene una cobertura de cuero negra, acomoda su cabello hacia un lado y le ofrece una sonrisa cautivadora al muchacho.
"¿Quieres pasar por un helado antes de la película?"
Minho lo ve, tiene esos ojos azules que lo han estado persiguiendo toda la semana, esos hoyuelos cuando sonríe en su mejilla, y su cabello algo rizado y un poco largo cubriendo un poco su frente. Luce bien, es precioso, y el castaño no puede entender como alguien tan cautivador, bonito y amable se fijó en él.
Quizás se pierde un poco, pero no hay razón alguna para juzgarlo porque Christopher es hermoso y admirarlo es todo lo que está bien en esta vida, no se disculpa por quedarse viendo demasiado al ojiazul y tampoco le importa si se da cuenta.
"Estoy bien con sólo el cine."
Christopher asiente y enciende el auto, el motor ruge un poco y saben que ya está listo para llevarlos a su destino cuando el auto se balancea y pisa el pedal.
"Bien, entonces los helados quedan para la próxima."
Minho sonríe, muestra sus dientes y baja su cabeza un poco atontado por las palabras de Christopher, y se cuestiona sus emociones, porque piensa que no puede estar bien sentirse tan atraído de alguien con quien no ha compartido conversaciones demasiado continuas, ni demasiado frecuentes. No hay historia además de unas miradas demasiado indiscretas y cortas palabras, quizás alguna conversación grupal, una fiesta donde casualmente se cruzaron y compartieron bebidas hace unas semanas, pero nada más.
No hay coqueteo en un trasfondo y a Minho le gusta, en serio le gusta porque ahora puede ser todo lo coqueto que quiera.
Christopher se aleja del conjunto residencial donde vive Minho, el sol está desapareciendo lentamente haciendo que la ciudad de Florida se vea alumbrada por estrellas que apenas están naciendo en el cielo, una luna que pronto vendrá, y algunas nubes que no los preocupa realmente porque, vamos, no puede caer una tormenta de agua en un día como este.
"¿A qué hora debo dejarte en tu casa?"
Minho tararea pensando una respuesta, y cae en cuenta que Seulgi no ha sido demasiado específica acerca de la hora y quizás pueda aprovecharse sólo un poco de eso.
"Algo así como... antes de medianoche."
Christopher ríe bajito y asiente.
"Bien, la película no dura tanto, entonces, probablemente antes de la media noche estarás en tu casa."
"Y, ¿cuál película veremos?"
"Esa que han promocionado demasiado en cada esquina."
Minho se ríe porque lo capta enseguida, recordando la cantidad increíble de volantes y comerciales publicitarios que han llenado la ciudad (y todo Estados Unidos, en realidad) hasta el punto de ser asfixiante y agotador, sobre todo cuando algunas personas aseguran que la película no es demasiado genial y Minho, por su parte, no disfruta de las cintas de acción.
"Top Gun" Responde con la nariz fruncida y una risa saliendo de él.
Christopher ríe corto, asiente con la cabeza y ahora entra por completo en la autopista que está alumbrada con farolas y un par de coches que van en sentido contrario, acelera un poco la velocidad porque quizás se han retrasado un poco y, además, tiene el espacio libre para ir a la velocidad que quiera, pero no pretende arriesgarse teniendo a Minho con él, y mucho menos llegar a asustarlo porque no tiene idea de si su madre conduzca y cuán arriesgada sea al hacerlo.
Quiere hacer las cosas bien, quiere parecer tranquilo y no demasiado nervioso por tenerlo ahí. Respira profundo antes de pisar un poco más el acelerador, y para rellenar el pequeño y cómodo silencio, pregunta:
"¿No te viste liado para el permiso? Con tu madre, quiero decir, el otro día me dijiste que es un poco protectora contigo."
Minho alza un poco sus cejas por el comentario, y no encuentra las palabras para explicarle que eso de la otra vez no fue más que una vaga excusa que dio porque creyó que Christopher le estaba jugando una broma al invitarlo a una cita, o algo así. Es que ahora mismo quiere hundir su cabeza en la tierra como los avestruces de ese documental de Animal Planet que vio el otro día. No puede creer que en serio haya pensado eso, y se siente un poco mal con eso, pero quizás tenía sus buenas razones.
En realidad, Christopher y Minho no sabían de la existencia del otro sino hasta hace poco más de un mes, cuando Minju (una muy buena amiga del castaño) lo llevó obligado a un partido de soccer del equipo local de Florida, donde juega su novio y casualmente algunos chicos de su Universidad. Recuerda que ese día conoció a un montón de chicos demasiado agradables, pero al único que recuerda con exactitud; es a Christopher, quien se quedó observándolo demasiado en ese partido, y probablemente en los demás a los que asistió.
Después de ese primer encuentro, Minho no se resistió a acompañar a Minju a los partidos de su novio, y la chica se hizo la de la vista gorda cuando se dio cuenta que la mirada del castaño siempre estaba demasiado fija en los movimientos del rubio en la cancha. Honestamente, ella no se sorprendió ni un poco cuando Christopher, al final de un entrenamiento, se acercó al muchacho y lo invitó a una salida más privada, pero regañó un poco a Minho cuando no le dio una respuesta demasiado concreta al rubio, porque tenía ese pensamiento de que le estaba tomando el pelo.
"Oh, no demasiado, solo me hizo un par de preguntas. También tuve que mentir un poco, pero no le prestó demasiada atención a los detalles."
Christopher asiente, le responde algo sin mucha importancia y siguen su recorrido.
En el camino, terminan envolviéndose en una conversación sobre el huracán que pasó hace más de dos meses por la Bahía, lo aburrido que fue el tiempo resguardo, y cómo la familia de Christopher perdió su primer hogar cuando era sólo un niño y apenas había llegado a Estados Unidos encontrándose con una ciudad donde las catástrofes naturales estaban a la orden del día.
Minho se siente realmente cómodo, sobre todo ahora que Christopher hace esto de bajar un poco el volumen de la radio porque está demasiado interesado en las palabras del castaño, parece escuchar con demasiada atención las buenas historias de Minho y cómo ha vivido toda su vida aprendiendo a entretenerse en aquellos aburridos días donde no tiene luz eléctrica, ni agua del grifo, ni oportunidad de salir al patio a regar las flores que todas las tardes se encarga de cuidar porque es un amante de la jardinería, y los huracanes y tormentas eléctricas le impiden hacer que sus flores duren más de un año con vida.
Lo ve, le gusta demasiado esa sonrisa que el rubio tiene en sus labios cuando Minho ríe por un chiste que él mismo hizo. Se da cuenta de esas pequeñas y bonitas líneas junto a los ojos más bonitos que alguna vez había visto y de esos lindo oyuelos sobresalientes que decoran su rostro, y se siente estúpido porque quizás se ha enamorado con un par de palabras en la primera cita.
Honestamente, Minho no es el único que ha caído por el otro, pero es demasiado temprano para decirlo y parece que ambos están bien con las palabras que aún no dejan salir.
No pasa demasiado tiempo cuando ya han dejado la autopista y Christopher toma un desvío por otra vía, yendo hacia el gran estacionamiento de uno de los centro comerciales más grande de toda Florida, ese que tiene una preciosa vista hacia la bahía, donde a todas horas se puede escuchar el sonido de la olas rompiendo contra las rocas, provocando ese perfecto eco y una sensación de eterna paz, como una suave caricia a un alma vacía y carente de vida.
"Buenas noches" Saluda el mayor, al hombre de seguridad en la entrada del gran estacionamiento. Le tiende las dos piezas de papel, los boletos de entrada, y luego de que el hombre los inspeccionase, se los devuelve y deja el auto entrar al lugar que, ahora que Minho presta atención, está notablemente repleto de autos en fila, perfectamente alineados y sin ningún espacio libre.
Minho se humedece los labios antes de hablar, porque no puede evitar que su curiosidad por saber le gane.
"¿Hasta dónde iremos? Está realmente lleno."
Christopher tararea girando el volante y tiene una sonrisa en sus labios, una que lo hace lucir bastante bien en la muy poca iluminación en la que se han sumergido.
"En la primera fila, por supuesto."
El castaño no hace más que negar con la cabeza un par de veces y, por fin, se fija en algo más que el muchacho que está sentado junto a él.
Puede ver la gran pantalla a la que antes no le había prestado suficiente atención. Está sin funcionar, totalmente en blanco, con los autos de diferentes colores, tamaños y modelos alineados perfectamente, siendo iluminados con grandes luces blancas que resultarían un poco cegadoras si las ves detenidamente. Minho no lo hace, desde luego, porque le interesa demasiado tener el rabillo de su ojo evaluando los movimientos de Christopher y guardando en su memoria el repiqueteo de los dedos del mayor contra el volante cada pocos segundos.
"Prácticamente te he confirmado esta tarde..." Comienza, incapaz de levantar la mirada y atreverse a observarlo.
"Lo hiciste" Confirma el muchacho, girando a la derecha y acercándose a un lugar que Minho identificó como libre.
Suspira levemente y limpia la pala de sus manos con su pantalón de manera sutil, presta atención cuando Christopher hace algunas maniobras con el volante hasta que se encuentran ocupando el lugar vacío, el auto en retroceso y la vista fija en el espejo retrovisor para asegurarse de no impactar contra el auto que atrás se encuentra.
"Entonces... ¿Cómo es que has encontrado lugar en la primera fila con pocas horas de anticipación?"
Christopher ríe de una manera muy contagiosa aún estacionando el automóvil. Cuando se asegura de haber aparcado correctamente y tal como lo indican las líneas guías que en el suelo se encuentran, hace esto de sacar las llaves de la ranura provocando que el auto se apague y queden en un silencio total sin el repiqueteo del motor haciendo ningún ruido de fondo.
"Quizás porque he comprado el lugar en esta fila varios días atrás."
Minho no evita reír, llevando su mano hasta sus labios y cubriéndolos con la palma de su mano. Sus hombros se mueven un poco y Christopher de inmediato lo nota.
"Entonces tienes mucha seguridad en ti. Quiero decir, ¿estabas muy seguro de que aceptaría tu invitación?"
Parece tomarlo por sorpresa por un par de segundos, pero sólo frunce su nariz y dice:
"No. Honestamente, aquí estaría mi abuela si no hubieras aceptado venir conmigo."
Minho humedece sus labios y termina atrapándolos entre sus dientes, presiona suave y luego ríe sin poder hacer algo al respecto porque está realmente nervioso con toda la situación.
Cuando va a agregar algo más a su pequeña conversación, se ve interrumpido por la enorme pantalla iluminándose y, a la vez, la melodía de una canción que el castaño puede adivinar que forma parte de la banda Sonora de la película. Christopher toma la oportunidad de inclinarse hasta el asiento trasero, donde toma un par de gaseosas y lo que Minho reconoce como una tableta de chocolate blanco, un paquete de gomitas, y un paquete de frituras que, casualmente, son las favoritas de Minho.
"También compré esto con anterioridad, si te interesa saber."
"Es bueno saberlo" Responde con una sonrisa recibiendo la gaseosa que Christopher acaba de destapar para ofrecérsela.
Los dos parecen llegar al acuerdo de guardar silencio mientras empieza la película, y Minho se dedica a leer con atención los nombres de los directores y la producción general (como suele hacer siempre que ve una película), y termina descubriendo que el director principal de esta cinta, también es director en aquella que vio hace unos meses y que terminó por convertirse en su favorita. Llega a querer contarle a Christopher sobre eso, decirle que quizá no sea tan mala la película porque ese hombre ha producido un par más que al castaño realmente le gustan, pero piensa que sería demasiado raro y que seguramente el mayor llegará a pensar que es algo así como un bicho raro que le presta atención a cosas tan simples como esas.
Deja ese pensamiento a un lado y se da cuenta que la película ha empezado, algunas palabras aparecen en la pantalla y no alcanza a leerlo porque perdió demasiado tiempo yéndose lejos con sus pensamientos y una pequeña inseguridad. Decide no volver a distraerse y toma un trago de la bebida sin atreverse a siquiera ver por el rabillo el paquete de gomitas que está destapado sobre el tablero.
"Cielos" Habla cuando sus oídos se ven atacados con el fuerte ruido de los aviones y demás transportes aéreos de la película, que Minho no reconoce y no hace el intento de adivinar porque ni siquiera es bueno diferenciando entre los modelos de autos.
Christopher sigue prestando atención y el castaño puede adivinar que él sí es un fanático de ese tipo de películas, y quizás se recuerde preguntárselo cuando acabe la cinta, quizás porque le gustaría estar seguro de ese hecho y poder conocer un poco más del mayor.
"Oh, mira, Tom Cruise" Dice Christopher cuando el actor, quien es el protagonista, aparece por primera vez en algo así como una avioneta, con un casco cubriendo su cabeza y visiblemente acalorado "Mi hermana tiene una especie de enamoramiento por él."
"Yo también lo tengo, honestamente. Es demasiado atractivo."
No se da cuenta de lo que ha dicho hasta que Christopher deja salir una risa fuerte que incluye a su cabeza cayendo hasta atrás.
"Lo es, sí. Los norteamericanos son realmente atractivos."
Minho niega un par de veces y vuelve a beber de su soda.
"¿Eso crees?"
"Sí. Tú lo eres, muy lindo, del tipo gato."
Sonríe, decide no decir absolutamente nada a eso porque se permite ser un poco ególatra y admitir que es lindo. Sobre todo cuando sonríe y en su sonrisa aparecen sus dientes delanteros y sus ojos se hacen pequeños un muy buen juego con su pelo castaño y movimientos suaves.
"Estamos a 16km, cierre a 900 nudos." Minho frunce sus cejas y se da cuenta que no tiene idea de ese tipo de código que utilizan los actores, pero está avergonzado y no piensa preguntarle a Christopher al respecto, quien tiene su expresión neutra como si entendiera todo al pie de la letra (y es que probablemente es así).
Es seguro que su confusión crece un poco más cuando, aparentemente, dos avionetas caen en una pequeña batalla entre las nubes y un centenar de palabras inentendibles salen de las bocas de los hombres.
Le pican las manos por preguntar, es que no lo entiende en absoluto. En algún momento el protagonista se ha quedado sin combustible en la avioneta y luego, casi de inmediato, aterrizan fuertemente en la pista del buque que está sobre el mar. Y todo es tan rápido que a Minho no le da tiempo de analizarlo y pensar siquiera en entender un poco de aquello.
No dice nada. Queda en silencio y finge entender cada palabra que se menciona. Evita girar su cabeza hacia Christopher, y sonríe amable cuando el muchacho le ofrece por primera vez alguna botana, pidiéndole que tome cuanto quiera porque realmente lo ha comprado para él y es libre de comer cuanto quiera.
Ambos respetan el silencio que se ha formado y Minho parece entender algo, por fin, y no puede evitar abrir sus ojos y boca porque realmente se encuentra muy impresionado.
"¿Se ha acostado con ella?" Pregunta sin poder despegar la vista de la pantalla.
"Así es."
"Es imposible, ni siquiera se conocen de una hora."
Christopher ríe, gira a verlo y sus miradas se encuentran. Minho se siente avergonzado porque está seguro que Christopher piensa que es un tonto de primera.
"Las personas tienen sexo en su primera cita."
Minho frunce sus cejas y apunta a la gran pantalla.
"Eso no era una cita."
"Bueno, las personas tienen sexo casual."
Minho cierra su boca y hace todo lo posible por no lucir demasiado sorprendido, y lo logra realmente. Vuelven a quedar en silencio y ahora está disfrutando la película.
La disfruta, pero no la entiende demasiado. Y está bien, anota en su mente todas las dudas que tiene y se promete hacerle preguntas a Christopher al respecto porque en serio quiere saber qué es una F-14 y por qué parece ser tan importante.
Todo está en orden y las manos de Minho aún no traspiran, se pasan los minutos y ellos sólo se dirigen unas cuantas miradas con sonrisas de por medio y unos encuentros casuales de sus dedos cuando parecen querer buscar las gomitas al mismo tiempo. No hablan, no se esfuerzan en hacerlo y el castaño está bien con eso.
"Ese actor es británico" Dice Christopher al cabo de un rato. "Mamá tiene en disco todas las películas en las que participa."
Minho ve hasta donde el muchacho señala y lo ve, es un hombre de edad y parece que una buena cantidad de cabello se le ha caído a lo largo de los años. Frunce la nariz porque a veces no entiende el fanatismo de las personas hacia los artistas, pero no es algo que le interese así que no dice nada al respecto.
"¿Por qué dejaste Gran Bretaña?" No puede mantener la boca cerrada y se arrepiente al instante que esas palabras salen de su boca, vuelve a mirar la pantalla y dice: "Lo siento."
Puede sentir la mirada ajena sobre él y tiene unos minutos de inquietud, hasta que a Christopher se le ocurre hablar.
"Vine a buscar norteamericanos atractivos."
Minho ríe. Su cabello se resbala y tiene que cerrar los ojos porque la situación lo amerita. Se gira a verlo y habla antes de llevar una gomita a su boca.
"¿Los encontraste?"
Christopher humedece sus labios y Minho no pasa por alto aquello.
"Te encontré a ti."
Se acerca, el castaño lo nota. Ha inclinado un poco su cabeza y sus labios siguen brillantes por la saliva que Christopher ha dejado allí. No se aparta, en realidad, lo imita. Inclina un poco la cabeza y puede sentir su corazón latir demasiado fuerte en sus oídos, y ni siquiera sabe en qué momento, pero siente su pulso acelerarse cuando están realmente cerca.
Sus labios se encuentran por primera vez, marcando el inicio de un beso que podría durar toda la noche, o toda la eternidad.
Es suave, Minho se dedica a descubrir la textura en los labios ajenos. Presta atención a ese primer encuentro de roce y se separa un poco, alza su mirada y se encuentra con los ojos azules de Christopher viéndolo tan tontamente. No dura demasiado cuando ahora es Minho quien se acerca y comienza un segundo beso, ahora distinto.
Los labios de Minho se mueven lento, tan lento que está a punto de conducir a Christopher hasta la demencia. No sabe cuán necesitado está, y la temperatura de los labios del rizado lo tortura en demasía.
Christopher deja salir su lengua, y con ella delinea los labios del menor, ambas humedades se encuentran y crean un pequeño lío. Es Minho quien termina devolviéndolos a los labios del otro y toma los gruesos labios del rubio entre sus dientes. Tira de él tan sólo un poco, provocando que Christopher jadee en su lugar, pero no se queja y tampoco le pide al castaño que se aparte, y él claro que no lo hace.
En algún momento, cuando ambos están demasiado concentrados en el otro, Christopher lleva una de sus manos hasta la mejilla del chico, hunde allí sus dedos y tiene la dicha de apreciar como Minho se separa de él con los labios entre abiertos, rojos, con sus mejillas coloradas, la respiración un poco pesada, y sus cejas un poco tensas.
"Lo siento" Es Christopher quien habla primero. Lo hace porque está demasiado seguro que Minho le pedirá que lo lleve a su casa de inmediato.
"¿Qué?"
"No debí besarte."
Minho sonríe, aún con sus mejillas acaloradas y su pecho subiendo y bajando en velocidad ascendente.
"Pero, realmente quiero que lo sigas haciendo."
Con eso es suficiente. Christopher vuelve a unir sus labios porque es un simple mortal y siente como Minho lo atrae hacia él, puede escuchar como ruega por eso que ambos quieren, y no es nadie para negárselo.
Ahora Minho, buscando un poco de comodidad, se estira un poco en su asiento y termina con la parte inferior de su cuerpo yendo hacia el rubio.
No sabe exactamente cuánto tiempo ha pasado desde que han comenzado con esta serie de besos húmedos que lo tienen tan mal, pero sabe que ha sido demasiado cuando sus piernas comienzan a flaquear porque la posición es increíblemente incómoda después de un tiempo. Decide separarse, muy hipnotizado, y ve los ojos azules de Christopher que tienen este brillo demasiado bonito. El muchacho frunce su ceño cuando Minho vuelve su lugar en el asiento, pero sigue conservando sus manos en el cuello del otro.
"Es un poco incómodo."
Christopher jadea y toma desde su lugar la tira del pantalón del castaño, esa donde se supone debe ir su cinturón.
"Ven aquí, entonces."
Minho lo entiende enseguida. Obedece porque realmente quiere esto y necesita besarlo ahora mismo.
Se impulsa y de alguna manera termina sentado a horcadas sobre Christopher, deja sus piernas a cada lado del muchacho y queda unos centímetros más alto. Lo ve desde arriba, con su pecho subiendo y bajando lento, sus dientes atrapando sus propios labios intentando no ir hacia Christopher y devorarlo.
Se abstiene y siente un pequeño remolino en su vientre que le pide, en serio le grita que vaya a por él.
"Te juro que aquí te ves especialmente bonito."
Minho sonríe, y no hace nada para detenerse cuando empieza a inclinarse para atrapar sus labios una vez más.
Jadea cuando Christopher presiona un poco los dientes en su labio inferior, pero se encarga de lamer con su lengua tibia para distraerlo.
"Ow, Christopher."
El estómago del rubio escuece cuando escucha ese primer gemido (tan pequeño que casi pasa desapercibido) y no puede creer que tiene en la punta de sus dedos la piel pálida del muchacho más bonito que alguna vez ha visto.
Algo nace en la garganta de Minho, pero Christopher se encarga de hacerlo desaparecer cuando deja ir su lengua hasta los límites que el castaño no tiene idea que posee.
Minho se separa un poco, un hilo de saliva queda entre sus labios, y quizás no debe sentirse tan desequilibrado cuando Christopher parece tomar todo eso en su boca. En realidad, hace que su vientre se contraiga y quiere sentir un poco más.
Cuando sus labios se vuelven a unir, lo hacen más rápido y con mayor seguridad ahora que están realmente seguros de que ambos quieren esto.
Minho termina tomando la muñeca de Christopher, la lleva hasta su propia cintura, y hace un pequeño movimiento de manera que los dedos del ojiazul quedan un poco debajo de la camisita que tiene puesta, sonríe en el beso y se siente bien cuando el rubio presiona su piel, haciéndolo jadear bajo.
Está realmente necesitando ese toque y no lo sabía.
Sus manos están frías (puede adivinar que es por la lata de soda que ha tomado hace un rato), y Minho está demasiado satisfecho teniendo a Christopher tanteando en el borde de su piel. Entonces el rubio deja su otra mano en la cintura del muchacho, marca sus dedos en la piel ajena, y es una verdadera pena que no pueda apreciar el color purpureo que decora al castaño cuando repite la acción unos segundos después.
Minho descubre que está demasiado encantado con los labios de Christopher, sobre todo cuando éste se separa y comienza a repartir cortos besos, un poco húmedos, en su mejilla y cuello, y no evita dejar libre un gemido y llevar sus manos hasta el cabello algo rizado del otro, enredándolo en sus dedos al tiempo que ejerce presión allí cuando el rubio raspa un poco su piel con sus dientes.
"¿Minho?"
"¿Sí?"
Christopher ni siquiera hace el intento de apartarse, en cambio, con la punta de su lengua comienza a trazar un camino firme desde la base del cuello del castaño, hasta el lóbulo de su oreja. Jadea antes de besar allí y volver a hablar.
"Si no quieres esto, sólo dime y, y yo me-"
"Cállate."
Lo hace, le obedece porque lo está llevando alto, quizás ni siquiera es consciente de que aún está dentro del auto con el chiquillo coqueto y atrevido. Pero lo está, y sencillamente le encanta la idea, sobre todo cuando lo tiene sobre su regazo y casi, si se acerca un poco más, puede llegar a sentir la erección que le ha provocado con sus ojos brillantes y ese deseo en sus labios.
No pierde demasiado tiempo, vuelve a tomar los labios ajenos entre los suyos, y Minho siente aquella desesperante presión en su vientre que lo hace gemir con demasiada necesidad, su virilidad está respondiendo al tacto de Christopher y tal vez quiera un poco más de lo que éste le ofrece.
Christopher comienza a levantar la bonita camisa de ese color tan vivo que por alguna razón lo hace ver más dulce. Y no sabe con exactitud cómo, pero ha logrado quitar la prenda por completo y ahora tiene a Minho con el torso desnudo sobre él, con su pecho subiendo y bajando con aceleración, y unas manos tímidas apoyadas en sus propias piernas.
Ahora solo se dedica a observar por completo al castaño. Sus pezones, como dos pequeños botones rosados, se encuentran erectos y naturalmente llamativos. Ve esos pequeños pliegues y baja hasta encontrarse con... Oh.
Minho tiene un piercing en su ombligo.
Deja salir un jadeo cuando lo ve, tan reluciente. Es metálico y cuenta con una única piedra color rosado pastel y solo lo hace ver más delicado de lo que es.
"Cielos."
Quisiera decir algo más, pero Minho lo toma en sus labios sin darle ninguna oportunidad y Christopher no está realmente molesto con eso, y con nada que involucre a Minho sobre él.
Cuando vuelven a separar sus labios en busca de un oxígeno que necesitan demasiado (sobre todo ahora que el auto se siente realmente caliente y los vidrios comienzan a empañarse por el aliento de ambos), Minho toma la oportunidad de liberar a Christopher de aquella molesta chaqueta y, luego de dejarla en el asiento de copiloto, decide deshacerse de la camisa también.
Ahora ambos se encuentran con sus torsos al descubierto y Christopher solo se puede apresurar a tomar uno de los rosados y pequeños botones del muchacho en sus labios, y ambos gimen en el mismo instante provocando que los vidrios se empañen un poco más.
"Oh- mhn."
Minho planea decir algo más, pero no puede hacerlo porque Christopher ha tomado el pezón entre sus dientes y ha presionado ligeramente y eso lo está llevando lentamente a otro espacio, quizás, y lo único que puede hacer ahora mismo es seguir tirando de aquellas hebras que desprenden un exquisito olor a frambuesas.
"Ch-Chris, oh, no- oh."
Ni siquiera tiene idea de lo que ha querido decir, en su cabeza estaba perfectamente formulado y en algún momento lo ha olvidado. Pero no le importa ni un poco porque tiene a Christopher succionando su área que ahora está increíblemente sensible y resulta ser demasiado para él.
El muchacho de ojos azules toma la oportunidad de cambiar y envolver en sus labios el otro pezón, a su vez; lleva sus manos (un poco temblorosas porque aparentemente está demasiado excitado y no las puede controlar) hasta el botón del pantalón de Minho, y al no recibir ninguna queja o negativa; lo desabrocha y en cortos segundos lo baja por su piel, dejándolo a medio muslo.
Se aparta y no puede evitar humedecer sus labios cuando ve la ropa interior del chico, apretada y con aquel bulto donde descansa su erección, y después de unos segundos donde la respiración de ambos se ha tranquilizado lo suficiente, al rubio se le ocurre tomar el borde de la prenda y tirarla solo un poco para encontrarse con una piel perfectamente depilada, lisa, y un miembro tan erecto que lo ha hecho parpadear con lentitud al tiempo que sus labios se resecan en cuestión de un segundo.
Minho no puede pensar con claridad, y está seguro que ahora mismo está totalmente cegado por todas las olas de placer que Christopher se encarga de llevar a su cuerpo, y no puede evitar actuar desesperado cuando el rubio se aparta y decide hurgar en la guantera hasta encontrar algo que el castaño no reconoce porque está demasiado ocupado distrayéndose con los movimientos del otro.
Cuando Christopher parece encontrar aquello que ha estado buscando, vuelve a su posición inicial y muestra un pequeño paquetito entre sus dedos al castaño y éste no hace más que asentir un par de veces, sin necesitar alguna palabra.
"Te voy a preparar" Y habla con un tono de voz tan bajo que ha provocado que las piernas de Minho se aflojen un poco, quien también niega con la cabeza solo dos veces y se remueve un poco en su lugar.
"Yo lo hago."
Al parecer no le importa sonar demasiado demandante, y no se ve afectado con la expresión de confusión del rubio. Sonríe intentando hacerlo sentir seguro y se remueve un poco llevando una de sus manos, con dos de sus dedos extendidos, hacia los labios de Christopher.
"Humedécelos."
Es entonces cuando Christopher descubre que su propósito de vida es complacer las peticiones de Minho, y no rechista ni un poco, se encuentra abriendo su boca dejando salir apenas su lengua, se apresura a tomar los dos dígitos y en un segundo se encuentra envolviéndolos con su humedad, provocando que un jadeo salga del otro al momento que sus miradas se encuentran.
Minho se pierde un poco en el movimiento de Christopher, en sus propios jadeos y aquella incesante necesidad de ser llenado y, cuando cree que no podrá aguantar un segundo más, retira los dedos de la cavidad del rubio y los lleva hasta atrás, a su entrada, y no puede evitar apresurarse e iniciar hundiendo un dedo en él, con lentitud y sin ánimo de jugar con él mismo porque en serio, en serio está necesitando demasiado todo esto.
"Uh-uhm."
Es su voz entrecortada la que hace a Christopher fruncir su ceño y dejar salir un jadeo ronco al momento en el que clava sus muy cortas uñas en la piel ajena. No pierde de vista los labios de Minho, y siente su erección palpitar cuando el castaño abre un poco más sus labios en el instante en el que introduce un segundo dedo.
"Mierda" Deja salir. Mueve un poco sus caderas, intenta acostumbrarse a la sensación y la intromisión, y sin esperar demasiado; comienza a removerse más porque quiere hallar su punto dulce con sus propios dedos.
Es inútil, después de todo, porque su mano se cansa un poco y, honestamente, prefiere que sea el rubio quien encuentre aquel paraíso en su cavidad y sea él quien lo estimule hasta llevarlo a la cima del éxtasis.
Ve como Christopher, después de salir de una pequeña burbuja donde cayó hipnotizado por el bonito castaño, vuelve su atención al pequeño paquete y lo abre, con extremada delicadeza, con sus propios dedos, sacando así el preservativo, lleno de lubricante y tan resbaladizo.
"Cielos."
Mueve sus caderas con mayor velocidad y sus dígitos no paran ni un segundo, y siente su vientre ser un lío de presión y aquella necesidad genuina de querer más que sus dedos, pero se le hace imposible detenerse. Gime casi desesperado, y Christopher toma su muñeca y lo obliga a parar sus movimientos trayendo su mano de nuevo al frente.
"Ponlo tú mismo."
Puede que el castaño no sepa de dónde ha sacado aquella fuerza de voluntad para llevar sus manos hasta el pequeño paquete y rasgarlo sin que sus manos temblasen. Pero lo ha logrado, y ahora está deslizando todo el látex por el falo de Christopher, y lo único que puede hacer es preguntarse a él mismo si sus dedos lo han preparado para recibir todo lo que el rubio tiene para darle.
Es grande, y provoca que se le haga agua a la boca con solo verlo.
"Quiero que estés cómodo" Dice Christopher antes de llevar su mano hasta un costado del asiento, y segundos después el mueble se encuentra un poco más inclinado, sin estar totalmente acostado, pero lo suficiente como para que Minho pueda moverse un poco sobre el vientre del rubio hasta que su entrada se encuentre justo sobre su erección.
Es incómodo, claro que sí. Minho hace todo lo posible porque sus piernas no se vuelvan gelatinosas al estar en aquella posición por demasiado tiempo, y también piensa que pudo haber sido una excelente idea vestirse con un pantaloncillo corto, porque aquel pantalón holgado lo está incomodando justo ahora, pero es capaz de ignorarlo con facilidad.
Pero no importa, en serio que nada importa cuando lleva su mano hasta atrás, toma la polla punzante de Christopher, y la lleva hasta su entrada con extrema lentitud, sintiendo los vellos de su nuca erizarse en un compás lento, armónico.
Lo introduce suave, el glande lo expande y Minho separa sus labios cuando aquel ardor, que quema y que ha extrañado tanto, lo envuelve. Se expande, lo hace solo para Christopher, y lo recibe tan bien como puede, con un quejido en su garganta y un gemido corto del ojiazul haciéndole ver que se está sintiendo realmente bien.
"Eres, eres muy estrecho."
Y sonríe. Minho deja una sonrisa en sus labios porque lo sabe, su agujero está apretado y realmente se está dificultando la intromisión, pero el dolor que está sintiendo lo es todo y no quiere que acabe.
Llena de aire sus pulmones y baja un poco sus caderas, el lubricante del condón está facilitando todo el trabajo y, luego de que la expresión de su rostro se llenara de puro placer, Minho se da cuenta que está a un par de centímetros de llegar hasta la base, casi teniéndolo por completo adentro.
"No, no puedo más" Jadea cuando Christopher intenta empujarlo un poco. "Es muy, muy grande."
El rubio con bonitos ojos azules no hace más que dejar salir una risa boba porque está muy perdido en ese apretado y demasiado caliente agujero y no puede pensar con demasiada claridad. Pero logra gemir, como un cachorro, cuando Minho comienza a girar sus caderas, apoyando la palma de sus manos en el torso desnudo de Christopher, quien se enamora un poco cuando ve el bonito rostro del castaño, sonrojado y con un hilo de saliva colgando en sus labios porque la excitación es demasiada y quizás no tiene tiempo de limpiarse, y no importa; nada de eso importa porque han creado un ambiente donde cualquier cosa parece excitarlos más.
"Joder."
Minho alza un poco más sus caderas, muerde sus labios y lloriquea cuando se deja caer lento una vez más, y repite la acción un par de veces hasta que tiene sus cabellos un poco alborotados y labios más hinchados de lo que alguna vez lo han estado, y es su culpa porque no ha dejado de morderlos.
Christopher vuelve a tomarlo de las caderas, clava sus dedos y marca su piel al tiempo que lo levanta, lento y viviendo a flor de piel todas las preciosas sensaciones que Minho le provoca con un único movimiento. Boquea, frunce su ceño cuando tiene al castaño bajando una vez más, y luego comienza a alzar sus caderas con mayor velocidad, con su respiración cortada y una cantidad increíble de quejidos brotando de sus preciosos labios mientras piensa que podría, en este instante, estar tocando el cielo con la punta de sus dedos.
Minho sonríe, humedece sus labios y luego alza su mano, extiende sus dedos hasta que los tiene dentro de la cavidad de Christopher una vez más, sintiendo la humedad que allí hay, y puede que jadee con más fuerza cuando el rubio succiona más rápido sus dígitos, provocando que el muchacho se sobre-estimule y aumente la velocidad de sus movimientos, sintiendo el glande ajeno llegar más lejos, más profundo.
"Chr-Chris."
El mayor cierra sus azulados ojos. Pasea su lengua caliente entre los dedos de Minho y no puede evitar tomar su muñeca para sacarlos de su cavidad y comenzar a delinearlos como si de una polla se tratase. Se siente bien, jodidamente bien, sobre todo porque no recuerda haber estado tan excitado en su vida, y nunca antes su falo había sido atrapado por un agujero tan apretado como el del castaño.
Se pregunta, en algún momento, cuántas folladas necesitaría para que deje de estar tan cerrado. Luego se propone mentalmente, sintiéndose realmente apenado segundos después, descubrir él mismo los límites del muchacho.
Minho se da cuenta de que Christopher ha dejado de darle atención a sus dedos (cuyas uñas están cubiertas con un esmalte transparente), y cuando piensa protestar al respecto, se ve envuelto en un beso fuerte, con su cabello tomado en un puño, y sus caderas inmovilizadas porque ahora es el mismo Christopher quien está controlando las estocadas que cada vez son más fuertes, más rápidas y más exquisitas, moviendo sus caderas con velocidad y el castaño no es capaz de entender cómo logra eso, teniendo en cuenta la posición en la que se encuentran..
No puede aguantar demasiado, y lo sabe. Y quiere formular una oración coherente para explicarle a Christopher que en cualquier momento puede derramarse sobre ambos y que la culpa es suya por golpear tan fuerte cerca de su punto con su maldita polla enorme y gruesa. Intenta hablar, lo intenta dos veces, pero termina cerrando los ojos ante la sensación y los golpes fuertes en su interior.
"No" Se las arregla para decir cuando Christopher se detiene un poco para volver a golpear más fuerte que antes "No voy a durar mucho."
Christopher le dirige una fuerte mirada, con sus pupilas demasiado dilatadas, tanto que ahora solo queda un delgadísimo aro azulado en sus ojos, y Minho jadea cerrando sus ojos una vez más cuando el muchacho toma uno de sus pezones entre sus dedos y tira un poco de ellos.
"Yo tampoco duraré."
Lo besa, pellizca sus pezones al mismo tiempo y se las arregla para hacer más duras sus estocadas. Minho cree que no va a durar más de dos minutos, y no hace más que marcar la piel ajena con sus uñas.
Siente una pequeña corriente eléctrica en su vientre y hace esto de llevar sus ojos hacia atrás por la increíble sensación. Gime más fuerte y tiene que apoyar su mano en el vidrio de la ventana porque siente que puede caer en cualquier momento. Sin saberlo, su huella se marca en el lugar, y no le preocupa porque todo está polarizado y está seguro que nadie puede ver lo que ellos dos están haciendo dentro del auto.
Cuando piensa que puede durar un poco más, Christopher toma su pene (realmente pequeño en comparación con el del rubio), y comienza a masturbarlo al ritmo de las estocadas. Ejerce presión en la punta rosada y bonita, acumula saliva en su boca y la deja caer en el lugar, tomándola para lubricar al castaño, y éste solo puede gemir y balbucear cosas que ninguno de los dos entiende.
"Oh, voy a, ya voy a aca-bar."
Minho cierra sus ojos, deja caer su cabeza y no intenta detenerse cuando sabe que comenzará a derramarse. Segundos después se libera, tiras de semen cristalino y espeso salen de su abertura y caen en el pecho expuesto de Christopher, quien tiene su ceño fruncido y se concentra en seguir golpeando aquel lugar tan suave.
El castaño, en medio de su descarga, no es consciente de cómo ha apretado su entrada, y eso es suficiente para que Christopher lo tome una vez más del cuello y comience a besarlo, pellizcando la piel de su cadera y golpeando por última vez antes de clavarse por completo liberándose y dejando salir un gemido que se ve amortiguado por los labios del menor.
"Oh, Minho."
Se apartan dejando un hilo de saliva entre ambos, los labios rosados de Minho se ven increíblemente usados y Christopher no se detiene cuando se acerca para dejar un beso corto en el lugar antes de inclinarse hasta la guantera y sacar de allí algo que parece una playera.
"Estoy muy avergonzado, debo admitir " Dice Minho, con una risita al final de su oración y un jadeo escondido porque se da cuenta que Christopher aún no sale de su interior.
"¿Por qué deberías estarlo?"
Christopher sonríe cuando sus ojos se encuentran, limpia su torso con la playera y la deja caer en el asiento trasero. Minho traga una cantidad considerable de saliva cuando el rubio se remueve y retira su todavía erecto pene de su entrada, y jadea al sentir aquel vacío en su interior.
"Porque no suelo hacer esto, tampoco acabo tan rápido."
Christopher ríe, niega con la cabeza un par de veces y termina haciéndole un nudo al preservativo que está demasiado lleno de su semen, lo deja de lado, Minho no se fija dónde exactamente, pero tampoco es como si le importara demasiado.
"Yo tampoco."
Minho se acerca con una pequeña risa brotando de sus labios, lo besa lento, deja que su lengua explore la de Christopher, y sonríe cuando el rubio se aparta y deja suaves y cortos besitos por sus labios y mejillas.
Parece que se distraen lo suficiente compartiendo pequeñas caricias, risas y besos, porque en algún momento la película ha llegado a su fin y los créditos aparecen en la pantalla, haciendo que Minho se pregunte cuánto tiempo han estado haciendo aquello. Pero no le importa, de todos modos. Tiene a Christopher debajo de él y eso ocupa toda su atención, porque lo merece y todo el mundo debería admirar aquella belleza natural, y sus ojos azules y sonrisa, que hacen que cualquiera caiga enamorado en cuestión de segundos.
Es muy probable que Minho esté enamorado. Tan enamorado que hasta él mismo se burlaría, porque solo un tonto cae tan fácilmente como él lo ha hecho.
No piensa más en eso y se deja llevar por Christopher, quien encuentra la playera de ambos en algún lugar dentro del auto y termina vistiendo al castaño, abotonando su pantalón y dejando un besito en su estómago, donde su perforación descansa tan tranquila. Minho no evita sonreír, es que está embobado y no puede reconocer si es por el orgasmo que ha atravesado minutos atrás, o por los lindos ojos del muchacho debajo de él.
"Te llevaré a casa."
Asiente, su cabello se mueven un poco y Christopher extiende su mano para apartarlo de la frente del muchacho, sonríe.
"Creo que no me puedo mover" Es lo que Minho murmura después de intentar salir del asiento de piloto y volver al que había estado ocupando hace una hora.
"Voy a pretender que me molesta tenerte encima."
"Eres un adulador."
Christopher asiente y se acerca, vuelve a besar los labios de Minho con un roce tan corto que parece inexistente. Toma una bocanada de aire antes de hablar, y quizás se deja hipnotizar por los ojos oscuros, preciosos, del castaño.
"Minho, ¿te gustaría ir a una segunda cita conmigo?"
El muchacho inclina su cabeza, ve los ojos de Christopher y recuerda el titular del periódico de esta mañana.
Recuerda los días que ha estado incomunicado en el resguardo por la tormenta, y que quizás deba aprovechar al máximo este mes de libertad antes de caer prisionero en su hogar.
Y piensa, en algún instante, que Christopher lo hace sentir en una nube, danzando como un pequeño bailarín, y que le gustaría sentir esa sensación por mucho tiempo más.
"Sí, me encantaría tener una segunda cita contigo."
𔓘
tengo una debilidad con chan rubio, espero les guste ‹3
errores porfavor me avisan.
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