
6. 𝑯𝒊𝒍𝒐 𝒓𝒐𝒋𝒐 𝒅𝒆𝒍 𝑫𝒆𝒔𝒕𝒊𝒏𝒐
Increíble que estemos a este punto...
Solo me resta decir:
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06
Hilo rojo del destino
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Ese fin de semana la sensación de querer disculparse con Amy no hizo sino acrecentarse con cada minuto que pasaba lejos de ella.
Una parte —la más lógica y racional que podía contener— le decía que debía limitarse a dar las gracias y dejar de molestarla.
Por otro lado, aquella irracionalidad que le caracterizaba —y dicho sea de paso, dominaba prácticamente cada una de sus acciones— clamaba —exigía— ir a su casa, llamar a la puerta y pedirle disculpas.
Desde luego que la tentación era grande, pero hacer eso era una sentencia que no quería cumplir.
Lo cual lo hacía sentir como un cobarde. Un gran cobarde que no estaba dispuesto a arriesgarse por la chica que le gustaba y dar todo de sí.
Rayos...
¿Por qué no podía simplemente ir, hablar con ella y actuar como el hombre que era y cortejarla como era debido?
Porque era un cobarde y un idiota...
Ahora, siendo domingo a las 6:30 pm estaba recostado en su cama, pensando en todo lo que había ocurrido de un tiempo a la fecha.
Muchos sentimientos confusos y solo la certeza de que ella la chica más linda que sus ojos hubiesen visto.
De resto, solo tenía ideas revueltas que revoloteaban como mariposas en plena primavera. Era tan evidente que le resultaba abrumador admitirlo, pero quizá era el momento.
O tal vez no...
Fuese lo que fuese no podía moverse de su sitio sin sentirse mareado por tantas sensaciones agobiantes.
Finalmente, con un suspiro profundo y un peso en el pecho que parecía inamovible, decidió hacer lo impensable. Se levantó de la cama y se miró en el espejo, sus ojos reflejando una mezcla de determinación y miedo.
Sabía lo que tenía que hacer, incluso si sus piernas no se movían como era debido y sus manos estuviesen sudando como si el grifo del agua estuviera cayendo directamente sobre ellas, sabía que era lo que debía hacer.
Solo hablar, se dijo.
Solo quería hablar con Amy y pedirle sinceras disculpas por haberse comportado como un idiota y que las cosas volviesen a esa aparente y reconfortante normalidad que ya había entre ellos.
Porque vamos, sus padres no habían criado a un niñito cobarde que iba por ahí evitando las confrontaciones, así que debía hacer lo correcto.
O bueno, eso es lo que su mente le decía aunque su cuerpo no parecía querer moverse y sus pies seguían estáticos en el suelo mientras se miraba en el espejo buscando valor.
Tomó aire y dejó que este se escapara por sus pulmones; si seguía ahí parado llegaría la media noche sin problemas.
No debía pensar, tan solo actuar, se recordó.
Tomó una chaqueta y bajó rápidamente las escaleras esperando inútilmente no encontrarse con su madre, cosa que evidentemente no sucedió.
Sentada en el sillón de una pieza miró a su hijo con curiosidad; no era habitual que saliera a esa hora en un domingo, por lo que casi de inmediato preguntó qué estaba sucediendo.
—¿A dónde vas?—Era una pregunta coherente, aunque honestamente esperaba no tener que responderla.
No se sentía preparado para hablar, perdería el poco valor que había reunido. Aún con esto, sabía que debía darle una respuesta a su madre o no dejaría de preguntar y era capaz de seguirlo sin dudar un solo momento.
—Iré a Chaotix—mintió—Hay un nuevo tomo de edición limitada que Vector no podrá guardarme mucho tiempo... Debo ir por él—de nuevo mintió esperando internamente que su madre no notara su desfachatez.
—Ah bien...—la mujer le dio una rápida mirada y asintió—Honestamente esperaba que me dijeras que saldrías con esa linda chica...—Admitió—Una pena de verdad...—
No supo si su madre se estaba burlando de él, o si solo era una coincidencia el que haya dicho precisamente eso.
—Volveré en un rato...—
—Espera...—su padre se hizo presente y se acercó hasta él—Te llevaré...—se ofreció el mayor.
Inmediatamente después Sonic se negó.
—N-no hace falta, prefiero caminar—.
Aún con su negativa su padre tampoco cedió.
—Oh, vamos... Iré a comprar unas cosas y me queda de camino—le sonrió—¿O es que acaso te avergüenza que te vean con tu viejo?—palmeó su espalda de forma juguetona y esta vez no le quedó más remedio que aceptar.
Arriba del auto trató de pensar en alguna excusa coherente para que su padre no quisiera hacer más preguntas porque terminaría tontamente descubierto.
Subió al auto seguido de su padre. Parecía tan animado que hasta silbaba una canción pegajosa que escuchó en la radio unos días atrás.
—Cinturones...—el mayor le dio una sonrisa a su hijo y el auto arrancó.
Avanzando por las calles Sonic miraba por la ventana intentando encontrar las palabras adecuadas para desviar cualquier conversación que pudiera llevarlo a la verdad; ¿cómo iba a deshacerse de su padre sin que se diera cuenta de lo que pretendía en realidad?
Jules era un hombre perspicaz; siempre notando pequeños detalles que le ponían un paso por delante de los demás.
—Entonces, ¿qué tomo es ese que buscas? —preguntó su padre con interés, manteniendo la vista en la carretera.
Sonic tragó saliva, intentando no parecer nervioso.
—Es un tomo especial de una serie que me gusta mucho. Solo sacaron unas pocas copias, así que necesito conseguirlo antes de que se agoten—respondió, esperando que eso bastara.
—Entiendo.... siempre me han parecido interesantes esas ediciones limitadas con sus colores llamativos y sus letras enormes—dijo su padre, asintiendo—No recordaba que te importaba tanto tenerlas...—
—Sí, bueno...—Sonic buscó rápidamente una respuesta—Últimamente he estado más interesado en coleccionarlas...—.
Su padre pareció aceptar la explicación y continuaron en un incómodo silencio.
Con el corazón latiendo frenético y las manos sudando Sonic sintió que cualquier movimiento en falso podría acabar con su mentira.
Jules solo silbaba con tranquilidad, sin embargo, en el fondo de sus maquilaciones extrañas era como si una especie de código morse saliese de su boca diciendo "sé que mientes".
Rayos...
Se estaba poniendo paranoico...
Dejó escapar un suspiro tratando de calmarse, cuando su padre hablo de nuevo, asustándole.
—Te vuelves más complicado de descifrar, hijo...—de nuevo habló el mayor sin mirarle—¿De verdad quieres uno de tus libros ilustrados?—frente a la luz roja esta vez sí miró.
—¿A-a qué te refieres?—.
Podía ser ignorante en muchas cosas, pero en temas sentimentales se jactaba de ser un experto.
—Has estado raro todos estos días...—de nuevo lo miró—Quizá yo no soy tan directo como tu madre al respecto, pero puedo notarlo, hijo...—Sonic se tensó—Estás enamorado—.
Abrió la boca para responder una negativa, sin embargo los ojos de su padre le hicieron frenarse de inmediato.
No hizo falta que dijese nada más al respecto, Jules parecía leer lo más profundo de su mente.
—Querías ir a verla, ¿No?—.
—¿Tan obvio soy?—suspiró resignado al sentirse descubierto, ¿qué caso tendría negarse ante su padre, siendo esa la realidad? Jules era demasiado listo como para mentirle en esas cosas y bueno, el tampoco la estaba poniendo muy difícil que digamos.
—Cuando un chico da excusas ridículas sobre libros ilustrados, generalmente hay una chica detrás de todo eso...—Jules le dedicó una sonrisa comprensiva—No tienes que esconderlo de mí... yo también pasé por algo similar cuando conocí a tu madre—.
Negar que fue adolescente y que se comportó como un idiota frente a la chica que le gustaba no era algo de lo que se enorgulleciera, pero sucedió. Y si su amado hijo se parecía un poco a él, podía hacerse una idea de lo mucho que estaba rompiéndose la cabeza ante esos sentimientos que estaba descubriendo.
No olvidaba lo mucho que le costó armarse de valor para atreverse a invitarla a salir; tampoco lo que sucedió después de eso.
—¿De verdad?—
—Claro—se rió—Aún recuerdo que tu abuelo se molestó conmigo cuando choqué mi motocicleta en la cochera de su antigua casa—Los recuerdos venían de nuevo, ahora se volvía gracioso pensar en ello—Supongo que aún me odia por ello...—
Le tomó meses reunir el dinero suficiente para reparar esa cochera, pero eso terminó ayudándole a conocer más a la chica de sus sueños.
Aleena era la mujer más bella que sus ojos hubiesen visto; después de destruir la cochera, caerse de boca y casi enfrentar cargos penales, logró que ella le prestara atención.
—Sólo sé tú mismo, hijo...—Era el mejor consejo que podía brindarle, aunque Sonic no fuese la clase de chico que se conformara tan fácilmente con las palabras de aliento.
En su mente las posibilidades negativas se agrupaban una a una sin posibilidad de no quejarse al respecto.
—La ignoré durante una semana—confesó.
Jules asintió, esperando a que continuara con su martirio.
—Su hermano mayor me odia...—
Comenzaban a acercarse al verdadero problema, así que no le quedaba más remedio que esperar.
—Ajá...—
—Ella está en primer año—Estaba dando excusa tras excusa, aunque era divertido verlo expresarse de esa forma.
—Vaya...—era increíble lo mucho que se complicaba por cosas tan simples—¿Y qué harás al respecto?—.
Esa era la verdadera interrogante en este punto; ¿Qué hacer? Había salido de casa con la intención de verla, hablar y decir muchas cosas aunque no tenía ni la menor idea de cómo iba a comenzar ni de como terminaría tal acción.
Básicamente salió a las carreras, casi por instinto mientras aún tenía el suficiente valor.
Todo muy coherente, sí.
—Yo... la verdad es que no lo sé—confesó al fin—El entrenamiento está volviéndome, loco...—al fin estaba abriéndose un poco—Ella... es genial y yo... Bueno, yo solo soy Sonic el jugador que no tiene tiempo para el romance—.
Comprendiendo por donde iba el asunto Jules detuvo el auto; entendía el suplicio que su hijo estaba sobrellevando, su niño inquieto al fin estaba centrando su atención en las mieles del amor y era todo un caos para alguien tan volátil como él.
—Muy bien, te llevaré a verla y resolverás las cosas...—estaba decidido, aunque su hijo probablemente no tanto.
Antes de poder darle tiempo de replicar encendió el auto de nuevo y condujo nuevamente.
Los chicos como Sonic a veces necesitaban un pequeño empujón para poder comprender ciertas cosas.
Su pequeño era un joven que estaba a punto de florecer por completo y quería ser testigo de ello.
—Ahora... ¿Dónde dices que vive tu chica?...—aunque probablemente terminaría avergonzándolo un poco en el proceso.
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Después de unos minutos —inútiles— intentando convencer a su padre de no llevarlo a casa de Amy, terminó cediendo finalmente.
Quizá su padre tenía razón y solo debía dejar que su corazón hablase por él —aunque no tenía ni la menor idea de cómo es que tenía sentido esto—.
Debía confiar, sabía que eso era lo más sensato por hacer.
Incluso si las palabras se le atoraban y tartamudeaba en el proceso, sabía que debía hablar con ella.
Ser honesto —tratar al menos— disculparse y esperar que ella quisiera mínimamente ser su amiga después de todo.
—Gracias, papá —sintiendo una mezcla de alivio y vergüenza, sonrió—Sé que fui un idiota y necesito arreglar las cosas... ¿Crees que ella quiera hablarme después de esto? Es decir, ya ni siquiera me importa no aprobar geometría...—sin querer terminó confesando otro pecado que su padre no debía saber.
—Eso suena más a mi hijo. Tomar responsabilidad por tus errores es una señal de madurez —Jules le palmeó la pierna—. Y no te preocupes, no te delataré con tu madre...—guiñó un ojo—Y en cuanto a geometría, hablaremos después de eso, jovencito—
Finalmente, el coche se detuvo en una esquina cercana a la casa de Amy.
Ya no había vuelta atrás.
—Bien, aquí estamos...—Jules lo observó—Ve y habla con ella.... si necesitas algo, estaré en el supermercado... Llámame cuando termines.—
—Gracias pá...—Sonic salió del coche sintiendo cómo el peso de la ansiedad y el nerviosismo volvía a cargar sobre sus hombros.
Observó el coche de su padre alejarse antes de empezar a caminar hacia la casa de Amy. Cada paso parecía más pesado que el anterior, pero debía hacerlo.
Finalmente, llegó a la puerta; respiró hondo, levantó la mano y tocó.
Unos segundos después la figura de una mujer de mediana edad y figura curvilínea se presentó frente a él.
—Hola, ¿A quién buscas?—la mirada verdosa de la mujer se clavó sobre él—Por alguna razón me resultas familiar...—seguía observándole—Oh, ya te recuerdo... estabas en el mismo equipo con mi querido Shad—ella se emocionó al decir eso—¿Vienes a buscarlo? Me temo que está en el campus y no vendrá hasta la próxima semana... Mi niño está muy atareado con la universidad...—la señora hablaba y hablaba de muchas cosas que dejó de escuchar.
La pena dio paso a la confusión; todo el nerviosismo que había reunido en el viaje se estaba esfumando al escuchar hablar a esa señora de mucho y nada a la vez.
Al menos ahora entendía de dónde sacaba Amy su personalidad parlanchina, aunque seguía sin comprender como una mujer de apariencia tan dócil y amable hubiese gestado a un sociópata como Shadow.
—Oh bueno querido, ¿Quieres dejarle un mensaje a mi hijito?—al fin detuvo su parloteo y Sonic pudo retomar el hilo de sus pensamientos.
Tomó fuerzas de nueva cuenta y habló.
—Q-quisiera hablar con Amy, por favor...—.
Dos segundos de estupor le parecieron la espera más larga por la que había pasado en su corta vida, después de esto, la señora Rose asintió.
—Ah bien, mi pequeña Amelia está en la sala practicando su crochet, pasa...—al dejarle entrar, solo se dedico a seguirla por medio de un largo pasillo repleto de pinturas y fotografías que retrataban la vida de la familia Rose.
Cuando llegaron a la sala, Amy estaba sentada de espaldas a él, con un montón de figuras de estambre rodeándole mientras una canción pegajosa de una de esas cantantes de moda se reproducía a volumen medio.
—Hija, hay un muchacho que te está buscando—habló la matriarca aunque Amy ni siquiera lo notó.
Estaba demasiado concentrada en su labor como para notar todo lo demás.
Desde donde se encontraba no podía definir qué era lo que parecía armar con tanta dedicación.
—Lo siento, a veces es así—la señora sonrió—¿Quieres algo de beber?—
Sin darle tiempo a responder ella se dio la vuelta y se fue en búsqueda de las dichosas bebidas.
Dio un paso y luego otro quedando justo detrás de ella; fijando la vista pudo observar con sorpresa y estupor a una pequeña versión suya de estambre y ojos de botón.
Le faltaban los pies y tenía ojos saltones y verdes. Por un momento le pareció curioso lo mucho que ese tono de verde se asemejaba al suyo.
¿Ella le observaba tanto?
Cuando dio la última puntada de azul Amy suspiró.
Dio un respingo y antes de que pudiese notar a su espectador la joven rosada estornudó.
—Salud—dijo por instinto y ella casi grita del susto—Lo siento, no quería asustarte—.
—¿Có-cómo...?—calló un momento y suspiró más tranquila—¿Cuánto tiempo tienes aquí?—.
Había sido descubierta en un momento vergonzoso y ni siquiera se había dado cuenta.
—Acabo de llegar, disculpa si te incomodé... Solo no quería interrumpirte—.
—No hay cuidado...—le sonrió—¿Qué... Haces aquí? ¿Sucedió algo malo?—Amy hacía muchas preguntas, aunque él no respondía ninguna de ellas.
En su lugar los nervios de un rato antes llegaron a instalarse de nueva cuenta en su garganta y de todo lo que planeaba decir se convirtió en una maraña enrevesada de ideas sueltas que no llegaban a nada en particular.
Quería disculparse, hablarle de lo bonita que era y otras tantas cosas que sentía que la abrumaría con tanto.
—Solo...—dudó un momento en continuar—Quería ofrecerte una disculpa—.
—¿Una disculpa?—.
Asintió.
—Te he estado evitando, faltado a las reuniones del comité y terminé inventando excusas tontas para no hablar contigo...—enlistó cada uno de sus pecados de manera muy resumida y ella le dedicó una mirada curiosa y circunspecta.
—Entiendo que estés nervioso, el equipo absorbe mucho tiempo y...—no le permitió continuar.
—No es solo el equipo lo que me ha hecho evitarte—Confesó—Es que...—estaba tan apenado que enmudeció sin darse cuenta.
Ser honesto no era el problema; hablar de esos sentimientos que afloraban en él era lo que le tenía así.
Siendo un torpe e incoherente adolescente que no sabía que decir ni cómo actuar conforme a lo que estaba sintiendo.
—Lo que intento decir es que...—con las mejillas ardiendo en fiebre de la vergüenza, al fin se animó—Es que me gustas Amy—confesó preso del estupor de lo que esas palabras simbolizaban en su vida hasta ese momento—Y estaba tan celoso al verte con ese sujeto...—de nuevo solo soltaba lo que tenía dentro y Amy lo miraba atentamente.
—¿Sujeto...?—al pensarlo unos segundos, Amy no pudo evitar reír—Hablas de Silver—rió divertida al entender lo que Sonic implicaba—Silver es mi primo, acaban de transferirlo y lo ayudaba a adaptarse...—.
Sintiéndose un completo idiota, Sonic no se atrevió a replicar.
Tímidamente ella se acercó hasta él y tomó con delicadeza una de sus manos.
—También me gustas, Sonic—ella también se confesó—No estoy molesta contigo, entiendo que el equipo puede ser abrumador...—lo miró—Incluso Shadow se sintió así en su momento...—.
Era un poco tranquilizador saber que incluso ese desadaptado de Shadow tenía sentimientos como todos.
Aunque volviendo al punto... si ambos se gustaban, ¿Qué seguía después de esto? Ambos tenían en claro sus sentimientos ahora, pero, ¿qué seguía después?
Todo esto era demasiado nuevo para él; no tenía idea de que decir o que esperar, así que se sentía expectante ante cualquier posibilidad.
Tomados de la mano, ambos se miraron por interminables segundos, siendo interrumpidos por el sonido de los pasos de la señora Rose acercándose.
—Té y galletas para nuestro guapo invitado—Amelyn Rose miraba a los chicos con ternura y un deje de curiosidad—Amy, cariño... ¿Tu amigo se quedará a cenar?—.
Antes de que ella pudiera cuestionarle si quería quedarse a cenar, él se apresuró a responder.
—Es muy amable señora Rose, pero debo irme pronto, papá vendrá por mí después de comprar unas cosas—se negó amablemente a la invitación—Quizá en otra ocasión—.
—Me aseguraré que así sea...—guiñó el ojo y los dejó a solas nuevamente.
Amy sonrió tímidamente mientras sus dedos se entrelazaban nuevamente.
—Ahora que todo está claro entre nosotros...—empezó, con un rubor en sus mejillas—¿Te gustaría acompañarme al baile?—Sonic sintió cómo su corazón se aceleraba de nuevo.
—¿No se supone que yo debería pedírtelo?—Bromeó—Pero ya que lo pides con tanta elegancia, me veo en la obligación de aceptar—ambos rieron y Sonic recordó al pequeño mini él que yacía olvidado en la mesa—Por cierto, me veo muy guapo ahí—.
El pequeño muñeco sin extremidades inferiores aún esperaba por ser terminado; tomó con cuidado su creación y miró al Sonic verdadero para hacer la comparación.
—Sí, tienes razón, soy toda una artesana—de nuevo ambos rieron—Si tan solo pudiera encontrar el color rojo podría terminarlo al fin—Tras pensarlo unos segundos, pareció recordar algo—¿Podrías alcanzarme esa caja de ahí?—Señalo una de las repisas más altas en la habitación—Estoy segura que tengo el color que estoy buscando justo ahí—.
Sabiendo que no podía quedar mal ante una tarea tan simple —y de índole caballerosa— no podía fallarle a la fémina que le gustaba así que cumplió —o trató al menos— de hacerlo.
Porque aunque era mucho más alto que la chica, aquella condenada repisa le superaba a él también.
Luego de cinco minutos de luchar en vano contra la naturaleza y su estatura, supo que no iba a obtener ningún resultado positivo.
—Sube a mis hombros—Amy le miró con extrañeza—Prometo que no te dejaré caer—.
Entre dudosa y divertida terminó subiendo con dificultad a los hombros del cobalto.
Entre los dos alcanzarían aquella condenada altura, sin embargo la gracia del momento y la incapacidad de Sonic para tomarse las cosas con seriedad difícultaba el proceso.
—Quédate quieto—pidió ella al sentir que se tambaleaba un poco desde una altura considerable—S-Sonic es en serio—Ella se aferro a la cabeza y los hombros del chico como si la vida le fuera en ello y Sonic solo rió.
Era divertido hacerla desatinar un poco; tenerla tan cerca y al mismo tiempo tener la oportunidad de pasar tiempo juntos era genial.
—¿Ya la encontraste?—preguntó entre risas y ella se aferró a un de las cajas a modo de respuesta.
La realidad era que el peso de Amy era mínimo en comparación a las pesas que solía levantar cuando Knuckles le obligaba a ir al gimnacio.
Podía pasar un buen rato más en esa posición sin quejarse. Así que el hecho de que se tomase su tiempo buscando, no le molestó.
O eso es lo que pensaba hasta que pequeñas cantidades de polvo caían desde arriba y se agrupaban en su nariz, dándole un picor incómodo.
—A-Amy—cerró los ojos y dejó de respirar un momento—¿Te... Falta mucho?—.
—Ya casi—ella le respondió sin notar lo que provocaban sus movimientos.
Entre mas rebuscaba en sus cajas, mas polvo levantaba y el pobre Sonic trató en vano de resistir lo inevitable.
Terminó teniendo un ataque de estornudos tal, que toda la estabilidad de ambos se esfumó y terminaron en suelo, cubiertos de hilos y estambres mientras el dolor del impacto les pasaba factura.
El primero en reaccionar fue Sonic, dándose cuenta del error garrafal que acababa de cometer se puso de pie tan rápido como sus piernas se lo permitieron y no tomó importancia de los hilos que se enrredaban sobre él.
Amy por su lado, yacía sentada en el suelo sobando su espalda baja pues su trasero recibió el impacto.
—Lo siento, de verdad—le dio la mano para ayudar a levantarse—¿Te encuentras bien?—.
Al verse con detenimiento ambos notaron como estaban cubiertos y enredados por hilos de tonalidades rojizas por todas partes.
—Estoy bien... ¿Cómo estás tú?—.
—También estoy bien, no te preocupes, déjame ayudarte a quitarte esto—con cuidado desprendía los hilos que pasaban por la cabeza y el cabello de la chica y solo reía bajito sumida en sus propios pensamientos—¿Te hago cosquillas?—inquirió, curioso.
Negó la cabeza y lo miró directamente al rostro suavemente sonrojada.
Era condenadamente adorable, pensó el.
—Es solo que... Vernos así en esta situación me hace pensar en una historia que mamá me contaba cuando era una niña—confesó.
¿Una historia?
Curioso ante la posibilidad de conocer mas sobre ella, se vio en la necesidad de preguntar a que se refería.
—¿De qué trata esa historia?—Seguía quitando los hilos, pero la escuchaba atentamente.
Ella se tomó unos segundos para recordar las palabras que usaba su madre para relatar aquella historia, algo que la hacía fantasear cuando era una niñita y que ahora le daba un poco de pena pensar en lo específico que podía ser el destino a veces.
—El hilo rojo del destino—Dijo y tomó uno de los hilos que cubrían a Sonic—Una leyenda que relata que tu ser destinado está unido a ti por un hilo rojo que por más que se estire y se aleje, siempre estará unido a ti—sonrió—¿No te parece chistoso esta situación?—ella hacía referencia a los hilos que los cubrían y Sonic no pudo evitar sentirse apenado por lo que estaba implicando.
¿Era esa una señal de que debían estar unidos para siempre?
Al ver a Amy tan linda y avergonzada de sus propios pensamientos no le quedaba la menor duda de que sí...
Incluso si no creía en superticiones su corazón queriendo salir de su pecho decía que sí.
Y esos condenados hilos eran todo lo que necesitaba para terminar de convencerlo...
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Nos vemos mañana...
Cariños, Gri✨
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