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Kinju estaba sentado en su oficina, rodeado de papeles y documentos que parecían no tener fin. La tarea de comunicar el cierre de la fábrica en China y los despidos masivos a la prensa y a los empleados era un peso que pesaba sobre sus hombros. No sabía cómo abordar el tema sin generar un escándalo.

Mientras revisaba los papeles, una idea comenzó a tomar forma en su mente. Podría ser la solución perfecta, pero necesitaba convencer a su abuelo de que valía la pena intentarlo.

Justo en ese momento, la puerta de su oficina se abrió y su abuelo entró, con una expresión enojada en su rostro.

—Kinju, ¿qué es esto que estoy viendo en los medios? ¿Cierres de fábricas y despidos masivos? ¿Qué estabas pensando? —preguntó su abuelo, su voz llena de ira.

Kinju se puso de pie, intentando mantener la calma.

—Abuelo, tengo una idea. Puedo contactar a Ian J., la billonaria mujer de negocios, para invertir en otra empresa que beneficie a China.

Su abuelo se rió.

—¿Ian J.? Esa mujer es una leyenda en el mundo de los negocios. No acepta proposiciones de cualquiera. Yo mismo lo intenté una vez y me rechazó.

Kinju se mantuvo firme.

—Déjeme intentarlo, abuelo. Estoy seguro de que puedo convencerla. Ella vendrá a Corea en unos días. Sé que puedo convencerla de que se una a nosotros para hacer la nueva empresa que nos llevará al éxito.

Su abuelo lo miró con escepticismo.

—Tienes una oportunidad, Kinju. Pero si fallas, demostrarás que no eres capaz de liderar esta empresa. Bastante tengo con lo de china, como si me importara toda esa gentuza.

—Deja esto en mis manos abuelo, varas que todo saldrá bien.

—Más te vale. De todos modos pasaba a decirte que no tienes que hacer conferencia. Ya mande un comunicado explicando las razones del cierre.

—Gracias abuelo. Yo no tenía mucha idea de qué decir.

—Lo sé.

Se levantó para irse, pero antes se detuvo y miró a Kinju con una mirada seria.

—Espero buenos resultados, Kinju. Si no los obtienes, habrás demostrado que cometí un error al dejar ir a Jungkook. Con permiso.

La mención de Jungkook hizo que Kinju se enfureciera. ¿Cómo se atrevía su abuelo a compararlo con ese... ese...

Después de que su abuelo se fue, Kinju se quedó solo en su oficina, murmurando para sí mismo.

—Soy mejor que Jungkook. Todos verán lo inteligente que soy. Ian J. aceptará mi proposición y demostraré mi valía. Jungkook puede tener su fama y su fortuna, pero yo tengo la inteligencia y la ambición para superarlo.

Con determinación renovada, Kinju comenzó a trabajar en su plan, decidido a demostrar su valía y superar a Jungkook de una vez por todas.

Él era mejor que Jungkook.

Hoseok se sentó en su oficina, rodeado de papeles y documentos que requerían su atención. Sin embargo, su mente estaba en otro lugar. No podía dejar de pensar en Yoongi y en cómo debería pedirle que sean novios oficialmente.

Desde que lo ayudó con su accidente, Hoseok había estado considerando la posibilidad de comprometerse con él. Amaba tenerlo en su casa, cuidarlo y protegerlo. Pero cuando Yoongi se mudó, Hoseok se dio cuenta de lo mucho que lo necesitaba a su lado.

Sus pensamientos se desviaron hacia Taehyung, su ex. Recordó la forma en que terminaron las cosas entre ellos, la dolorosa ruptura y las palabras amargas que se dijeron. Taehyung le dijo que perdió el tiempo con él, creyendo que lo amaría algún día, pero solo lo lastimó.

Hoseok se sintió un golpe en el corazón al recordar aquellas palabras. Se había arrepentido de su comportamiento y había pedido disculpas a Taehyung, pero ya era demasiado tarde. Taehyung le dijo que valorara al omega que tenía ahora, porque si no, cometería el mismo error.

Aquellas palabras resonaban en la mente de Hoseok. Ahora entendía que Taehyung había tenido razón. No había valorado lo que tenía en ese momento y había perdido la oportunidad de estar con alguien que lo amaba de verdad.

Pero ahora, con Yoongi en su vida, Hoseok no quería cometer el mismo error. Quería pedirle que sea su omega, que se comprometiera con él y que fueran felices juntos.

Se levantó de su silla y comenzó a caminar por la oficina, pensando en cómo debería hacerlo. No quería que Yoongi se sintiera presionado o sorprendido. Quería que fuera algo especial, algo que Yoongi nunca olvidara.

De repente, se detuvo frente a la ventana y miró hacia afuera. Sabía exactamente qué hacer. Iba a planear algo perfecto, algo que haría que Yoongi se sintiera amado y valorado.

Sonrió para sí mismo, sintiendo una sensación de emoción y anticipación. Iba a hacer que Yoongi fuera suyo, oficialmente. Y esta vez, no iba a dejar que se le escapara.

Hoseok salió de su oficina, emocionado por la cena íntima que había planeado para esa noche. Iba a pedirle a Yoongi que fuera su omega, y había invitado a su hijo y a la hermana de Yoongi para que fueran cómplices de su amor.

Tenía una increíble idea para hacer que Yoongi se sintiera especial, y esperaba que todo saliera bien. Se dirigió hacia el estacionamiento, donde su auto lo esperaba.

Pero de repente, un grito a la distancia lo interrumpió. Hoseok se detuvo y escuchó el sonido de un disparo. Sus ojos se abrieron de par en par al sentir un dolor intensísimo en su vientre.

Intentó ver qué había pasado o quién había sido, pero solo pudo ver a un hombre a la distancia, que se acercaba hacia él. Cuando estuvo suficientemente cerca, se acuclilló frente a Hoseok, que se retorcía de dolor.

—Un gusto conocer al alfa de mi omega. —dijo el hombre con una sonrisa cruel—. Pero como puedes ver, odio compartir lo que es mío. Esta es tu primera advertencia, amigo. Aléjate de Mim Yoongi y de mi hijo.

Hoseok intentó hablar, pero el dolor era demasiado intenso. Solo pudo pensar en Yoongi y en cómo necesitaba protegerlo.

El hombre se levantó y se marchó, dejando a Hoseok inconsciente en el suelo. La última cosa que recordó fue el rostro de Yoongi y la sensación de que alguien lo estaba alejando de él.

Mientras Hoseok perdía la conciencia, el hombre desapareció en la noche, dejando atrás una escena de caos y destrucción.

En otro lugar, Yoongi se preparaba para la cena, sin saber qué había sucedido con Hoseok. Su hermana y su hijo estaban emocionados por la velada, pero Yoongi sentía una sensación de inquietud que no podía explicar.

No sabía que su vida estaba a punto de cambiar para siempre.

Jimin caminaba junto a su amiga Momo, disfrutando del sol de invierno en el aire frío de la ciudad. Habían pasado horas hablando sobre sus proyectos en la empresa y compartiendo risas. Tener una amiga era increíble, Momo tenía su estilo. Era ruda y muy directa con las cosas. Aunque también extrañaba mucho a Taehyung, quien prometió venir en unos días para salir los tres juntos.

—¿Dónde queremos comer hoy? —preguntó Momo, mientras miraba su reloj.

—No sé —respondió Jimin— ¿Qué te parece si vamos a ese nuevo restaurante de sushi? Vi que tiene buenas reseñas.

Momo sonrió.

—Me encantaría, pero tengo el antojo de Miso. Hay un restaurante cerca de aquí que es excelente. Además tiene unos postres deliciosos.

Jimin asintió.

—Genial, vamos allá. Me muero de hambre y no quiero esperar a la cena. —dice tocando su vientre.

—Pues como no si ese pequeño cachorro no dejaba de absorber todo lo que engulles.

Se ríe Momo y Jimin también.

—Tienes razón. Vamos rápido que quiero ese rico Miso.

—Ves lo que digo.

Mientras caminaban al restaurante, Jimin se sentía relajado y contento. Su día empezó bien ya que su alfa pronto comenzará sus proyectos personales y su hermano le ayudaba. Tenía planes magníficos. Se sentía bien porque eso quiere decir que el abuelo Jeon se equivocó, Jungkook es muy inteligente y lo va a demostrar pronto.

Estaba por cruzar la calle cuando de repente, escuchó una voz que lo hizo congelar.

—¡Ey Jimin! —dijo la voz, llena de ira y resentimiento.

Jimin se dio la vuelta y vio al hermano mayor de Mike, Joan, avanzando hacia él con una expresión furiosa. ¿Qué hace él aquí? Jimin no entendía.

—¿Qué... qué pasa? —preguntó Jimin, confundido.

Joan lo miró de arriba abajo, su mirada deteniéndose en el vientre grande de Jimin.

—No puedo creer que estés así —dijo— .Que hayas olvidado todo lo que pasó tan rápido.

Jimin se sintió confundido y asustado.

—¿De qué hablas? —preguntó.

Joan sacó unas fotos de su bolsillo y las mostró a Jimin.

—Estas fotos están por todo Internet. Eres el omega de un tipo rico, mientras que mi familia y yo seguimos sufriendo la muerte de Mike.

Jimin sintió una oleada de culpa y tristeza.

—Joan, no entiendes... —intentó explicar.

Pero Joan no lo dejó hablar.

—Tú eres culpable de su muerte —dijo, su voz llena de odio— Si no hubieras sido por ti, Mike seguiría con vida. Solo piensas en ti, mirate, esperas un bebé de un tipo cuando le jurabas amor a mi hermano. Eres increíble, mi madre tenía razón, eras una maldita escoria que Mike protegió en vano.

Jimin se sintió devastado por las palabras crueles de Joan. Pero tomó fuerza de voluntad para defenderse. Jamás olvidará todo lo que pasó, pero si de algo estaba seguro era que Mike jamás lo habría detenido para que siguiera con su vida. No después de la mierda que él también pasó por toda la pérdida y traumas.

—No fue mi culpa —dijo— No obligué a Mike a recibir el disparo por mí. El tipo que hizo el tiroteo estaba loco y era un racista que nos atacó sin piedad. No vengas a echarme la culpa cuando sabes perfectamente lo que pasó.

—Mike también merecía vivir, tener una familia pero no pudo por tu ¡maldita culpa! —le grita.

Joan se molestó y se acercó a Jimin, intentando agredirlo. Pero Momo se metió en medio y empujó a Joan, que golpeó a Jimin haciendo que cayera y se golpeara el vientre.

Joan reaccionó ante lo que había hecho, Jimin gritaba de dolor y el estaba entrando en pánico. Dejó que el odio lo consumiera, perder a su hermano no fue fácil para él, pero tampoco Jimin tenía la culpa. Al no saber qué hacer, corrió como un cobarde.

Momo se apresuró a ayudar a Jimin, que sangraba de su parte baja.

—¡Jimin, no! —gritó.

Jimin lloraba, asustado de perder a su bebé.

—No quiero perderlo —dijo, mientras Momo llamaba a una ambulancia.

Momo se espantó al ver la sangre y se apresuró a ayudar a Jimin.

—Estoy aquí, Jimin. Todo va a estar bien.

Pero Jimin sabía que nada estaría bien si perdía a su bebé. Su corazón estaba roto de dolor y miedo. Jamás creyó que Joan vendría aquí y le echaría la culpa de algo que no fue su culpa. Pero ahora lo que importaba era su bebé, su pequeño cachorro.


B

ueno hasta aquí el capitulo. Acepto lloracion.
Nos vemos pronto.


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