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𝟬𝟬𝟯━━ Dungeons & Dragons

𝐒𝐓𝐑𝐀𝐍𝐆𝐄𝐑 𝐋𝐈𝐅𝐄𝐆𝐔𝐀𝐑𝐃
𝗣𝗥𝗘𝗦𝗘𝗡𝗧𝗦...
𝟘𝟘𝟛. 𝗗𝘂𝗻𝗴𝗲𝗼𝗻𝘀 𝗮𝗻𝗱 𝗗𝗿𝗮𝗴𝗼𝗻𝘀 🛼🍧

Ya no somos unos críos.
Dime, ¿qué esperabas, eh? ¿Que no tuviéramos nunca novia? ¿Que nos quedáramos siempre en el sótano jugando toda la vida?

Sí. Supongo que sí. La verdad.

      ━━━ ¿𝐎𝐘𝐄𝐍 𝐄𝐒𝐎? 𝐏𝐀𝐑𝐄𝐂𝐄𝐍 𝐓𝐑𝐔𝐄𝐍𝐎𝐒 —nos susurró Will a todos mientras estábamos sentados en las variopintas sillas plegables alrededor de la mesa de juego del sótano de los Wheeler—. ¡Pero no! ¡Esperen! ¡No son truenos! Es... —pausó y puso música de fondo simulando una batalla épica medieval en la radio junto con la tele en blanco y negro. Usé el teléfono de góndola simulando que era un walkie-talkie para hacer como que me comunicaba con ellos a través del mundo imaginario de Dungeons and Dragons—: ¡una horda de zombies! —exclamó sobresaltándonos a todos y poniendo con mucha fuerza las figuritas en el tablero que tembló como un huracán. Mike y Lucas se asustaron por el estruendo que hizo, ambos levantaron la vista del suelo casi al unísono pues no le hacían ni caso—. ¡Sir Mike, tu turno!

Tras mi encontronazo en el baño con Billy y el fracaso de Steve quise despejarme un poco con los chicos para luego asistir a la casa de Max. Necesitaba distraerme un poco.

Él único que estaba disfrazado era Will, llevaba un gorro violeta de hechicero y una larga túnica del mismo tono con estrellas doradas simulando estar creadas por hilos de oro. Era un gran aficionado al juego. Yo le seguía la corriente porque era mi mejor amigo junto con Steve y no quería hacerle daño aunque no iba disfrazada.

El sótano de Mike era nuestro refugio principal, me encantaba los toques retro que poseía el espacio,

—¿Qué puedo... hacer? —preguntó Mike suspirando y sin ganas a Lucas.

—¿Atacar...? —preguntó éste a su vez con la misma pasión.

Pobre Will.

—¿Un poquito más de ánimo, no? —les dije a estos dos mirando de reojo a Will que estaba lleno de ilusión y concentrado en el tablero. Ellos comprendieron lo que quería expresar con la mirada al contemplarlo disimuladamente.

—Bien..., pues ataco con mi mangual...

Tiró los dados con las mismas ganas que un lunes por la mañana.

—¡Uh! ¡Has fallado! Tu mangual golpea la piedra, la horda de zombies va hacia a ti y... —le interrumpió Will que ya hacía ademán de sacar los dados y tirarlos.

—¡Pero llegué yo, Mike! ¡Sal de ahí! ¡Corre, corre! ¡Te estoy esperando en la otra esquina del castillo con mi Ferrari para escaparnos de los zombies! ¡Fiuuuuuun, fiuuuuunnn! Cambio y corto —dije apretando un botón del teléfono haciendo como que en realidad un walkie-talkie. Will me miró al igual que lo hace un anciano cuando le esconden la dentadura postiza—. ¿Qué? ¿Cambio y corto?

—¡En la Edad Media no había walkie-talkies! ¡El universo de Dungeons and Dragons se basa en esos tiempos y tampoco había coches! —exclamó Will.

—¿Y tampoco zombies? —pregunté con sarcasmo. Me volvió a mirar con ganas de matarme.

—Joder, hubiera molado muchísimo tener un Ferrari en la Edad Media —continuó Mike que parecía más emocionado—. Los hombres lo hubieran tenido más fácil para ligar al subirse en ese tremendo coche.

—Ni que lo digas, tío. Musculados al volante —dijo Lucas entre risas.

De repente me acordé de Billy.

—Oh, por favor... —murmuré, sorprendida por el rumbo que había cambiado la conversación. No sé si por la imaginación de ellos o por la mía.

—¡Concéntrese! —vociferó Will metido en su personaje mientras miraba algo en su libreta de juegos de modo que no veíamos su rostro—. Oh..., Sir Mike..., el yuyu te muerde el brazo, ¡te desgarra la carne! ¡Ah! ¡Siete puntos de daño!

—¡Oh, no! ¡Cómo duele! ¡Ah...! ¡Mi brazo! —exclamó Mike con sarcasmo y desgana—: ¡Lucas, mi brazo!

Ambos se mofaron. Noté decepción en la mirada de Will pero aún así, continuó y miró a Lucas.

—¡Sir Lucas! ¡La horda de zombies ruge! ¿Quieres atacar o prefieres huir?

Lucas iba a contestar pero el teléfono sonó.

—¡No! ¡Es una distracción! ¡Una trampa! ¡No lo cojáis! —gritó Will pero Mike y Lucas lo ignoraron, yendo rápidamente a coger el teléfono. Mike llegó antes—. ¡No...!

—¿Ce? —exclamó Mike, emocionado pero se desilusionó enseguida cuando descubrió que no era Once quién lo estaba llamando—. No, lo siento, no nos interesa. —Se giró hacia nosotros. Noté que Lucas también estaba desilusionado—. Una llamada comercial...

Mike y Lucas  habían cortado con Once y Max respectivamente y no paraban de darles vuelta a la cabeza sobre el tema, muchas veces ilusionados al pensar que iban a volver con ellos.

—Podemos llamarlas —murmuró Lucas para animar a Mike.

—¿Podemos hacerlo? —preguntó su amigo, confuso.

—Creo que sí.

—Pero, ¿qué le decimos? —Volvió a preguntar Mike.

—¡No le vais a decir nada! —exclamó Will dando un golpe con su bastón de hechicero al suelo—: ¡La tribu de los khuisar está en peligro!

—Está bien —dijo Mike finalmente—. Usa la antorcha para prender fuego a la cámara, nos sacrificamos, matamos a los yuyus y salvamos a los khuisar. Ya somos héroes en los reinos de Kalamar. ¡Y! ¡Victoria...! —Mike y Lucas chocaron las
palmas de las manos con pocas ganas.

—Mike... —murmuré yo en bajito con cierto fastidio. Sabía cómo se lo iba a tomar Will.

—¿¡Qué!? —me preguntó él como si le hubiera dado una bofetada—. Todos salieron felices y comieron perdices.

—Vale. Bien —dijo Will tirando el bastón con fastidio, luego se quitó el sombrero de hechicero y lo tiró al suelo, enfadado—. Genial. Habéis ganado —confesó y aprovechó que estaba cerca para apagar la radio—. Felicidades.

—Will, no te lo tomes así, era una broma —explicó Mike consciente de lo que había hecho. Will le dio la espalda y se despojó de la túnica morada, Mike le siguió—. Eh, acabemos de verdad.

—Sí —dijo Lucas.

—¿Cuánto dura la campaña? —insistió Mike—. Venga, vamos a hacerla.

—Vamos, Will —le murmuré con afecto mientras le ponía la mano en su hombro pero se zafó rápidamente sin darse cuenta de ello y movido por los nervios y la pena.

—¡Olvídenlo! —exclamó Byers mientras empezaba a recoger el tablero, las fichas y su vestimenta para meterlo todo en la maleta.

Se veía dolor en los ojos de Will, sobre todo, nostalgia por algo que él sabía muy bien que ya no iba a volver a suceder.

—No, queremos seguir jugando, ¿a que sí? —Nos dijo Mike a Lucas y a mí.

—Sí, sí —dijimos al unísono.

Yo cogí una lata antigua que poseía Wheeler con galletitas saladas saladas dentro. Me estaba poniendo nerviosa y eso me daban ganas de comer.

Soy una glotona.

—Sí, sí, claro —respondimos al unísono.

—Ya llamaremos a las chicas luego —confesó Mike. Will explotó tras oír esto.

—¡He dicho que lo olvides! ¿Vale? Me voy a casa.

Nos quedamos en silencio y se oyó en toda la sala el masticar de las galletas dentro de mi boca. Me miraron. Carraspeé incómoda mientras bajaba la velocidad de la trituración, muy avergonzada.

—Bueno... —pausé carraspeando, casi me atraganto—. ¿Alguien quiere...galletas?

—¿¡Has cogido mis galletas saladas!? —preguntó Mike, asombrado.

—¿Sí? ¿Lo he hecho? No me di cuenta, pensé que eran de Nancy, no tuyas. —Obviamente sabía que Nancy ya no vivía allí. Obviamente era consciente de que era de Mike.

Will se alejó de nosotros.

—Vamos, Will —susurró Lucas poniéndose delante de las escaleras pero este lo apartó.

—¡Aparta!

Dicho esto, se colocó la maleta a la espalda, subió las escaleras con paso acelerado y se marchó. Le seguí dejando la lata en la mesa; ya apenas quedaban galletas. Mike estaba detrás mía, puede que para echarme la bronca por haberme comido gran parte de las galletas sin que se diera cuenta o para hablar con Will pese a su gran enfado.

Una vez arriba me puse el chaleco amarillo porque estaba lloviendo, recogí la maleta al laso del paragüero y salí de la casa, ya eran las últimas horas de la tarde así que no podía perder mucho tiempo si no quería que Billy se enfadara conmigo por llegar tarde a nuestra... ¿cita para preparar su verdadera cita con otra chica?

Qué triste.

Byers estaba desenredando las cadenas de su bicicleta aparcada cuando lo vi. La mía estaba justo al lado de la suya.

—Will... Ya sabes cómo es Mike, a veces es demasiado sarcástico —le dije con voz calmada para tranquilizarlo—. Pero no debes de ponerte nervioso. Son cosas...

—Will, venga. ¡No te vayas! ¡Está lloviendo! —exclamó Mike interrumpiendo detrás nuestra—. Escucha, me he disculpado, ¿no?

En poco tiempo ya estaba a nuestra altura pero Will colocaba la bicicleta de forma más estable en el asfalto de modo que no le hacía caso quería hacer pensar que no le hacía caso.

—Esta campaña mola.

—Mola mucho —le seguí la corriente a Mike para animar a Will.

Seguía sin hacernos caso. Mike y yo nos miramos, preocupados.

—Es que no están de humor. ¿No los ves? Parecen unos viejos fanfarrones. —Me reí para aliviar el ambiente pero no funcionaba.

—No estábamos de humor. ¡Fue solo eso! —Por suerte, Mike me siguió el juego a mí también.

—Sí, Mike —dijo por fin Will, dirigiéndose a nosotros. Estaba desolado—. Ese es el problema. Nunca estáis de humor. Lo estropeáis todo.

—Eso no es verdad —replicó Mike.

—¿Tú crees? ¿Y dónde está Dustin?

Mike no contestó, sabía que no tenía respuesta pero yo sí, Dustin últimamente estaba mucho con Steve. 

—¿Ves? —siguió Will—. No lo sabes. No lo sabes porque te da igual. Y está claro que a él también, y no le culpo. Lo fastidias todo, ¿y para qué? ¿Para intercambiar babas con Once?

—¡No digas eso! —exclamó Mike que empezaba a enfadarse—. ¡Ce es una buena chica! ¡No la trates como si fuera una cualquiera!

—¡No he dicho eso, solo dije que no paras de hablar de ella! —Siguió diciendo Will. En el fondo, lo entendía. Entendía su dolor.

—Chicos... —susurré pero seguían discutiendo.

—¡Eso es porque es mi novia, Will! ¡Y la quiero! —exclamó Mike.

—¿Y qué hay de nosotros? —preguntó Will con fastidio—. ¿¡Qué hay de nosotros!? Siempre hemos sido muy buenos amigos, ¡siempre has sido mi mejor amigo! pero ahora me abandonas en todo, incluso en un juego que siempre jugábamos de pequeños y siempre nos trae buenos recuerdos. ¿¡Te crees que no me entero de nada!? ¡Estás loco por Once! ¡Incluso tras mi viaje de California con ella! ¡Te alegró más reencontrarte con Ce que conmigo!

Once y Will habían regresado de California para reencontrarse con los familiares y amigos de Hawkins pero Ce últimamente estaba muy extraña y apenas estaba con nosotros, sino con Joyce —la madre de Will— y los mayores. Preguntaba qué pasaba pero nadie me quería contar nada. Ni siquiera Steve.

—¡Porque tú no sabes nada de esto! ¡No sabes cómo se siente porque no te gustan las chicas! —explotó Mike. Will se calló de repente y Mike se arrepintió de sus palabras.

Will se apartó de él mientras lo miraba con pequeñas lágrimas apenas contenidas. Estupefacto.

—Ya está bien... —dije por lo bajo.

—No pretendo ser un idiota, ¿vale? —se disculpó Mike—. Pero ya no somos unos críos. Dime, ¿qué esperabas, eh? ¿Que no tuviéramos nunca novia? ¿Que nos quedáramos siempre en el sótano jugando toda la vida?

—Sí —confesó Will sin dudarlo. Dolorido, se sorbió la nariz mientras varias gotas bañaban su rostro y yo sabía perfectamente que no por causa de la lluvia—: Supongo que sí. La verdad.

Nos dio la espalda y se subió a la bicicleta.

—Hablaré con él —le dije a Mike mientras recolocaba la mía en el asfalto.

—Gracias —dijo Mike—. Tengan cuidado. —No sabía muy bien por qué decía eso si Hawkins era el lugar más seguro del mundo pero asistí y no había peligro.

—Sí. Luego iré a casa de Max porque Billy quiere hablar conmigo así que tranquilo, estaré segura.

Por cómo me miró Mike estaba casi segura que Billy era ese peligro que disimuladamente me había dicho.

—Aléjate de él, es un tonto narcisista, se dice que mató a...

—Ya, ya sé qué dicen sobre él —continué mientras me subía a la bici—: pero son solo rumores, Mike, de verdad, no te preocupes.

A lo lejos vi cómo Mike gritaba:

—¡Está como una puta cabra, Mad! ¡No te acerques a él por lo que más quieras! ¡Y menos a su madriguera infectada de tabaco y alcohol! ¡Y no vuelvas a coger mis galletas saladas!

Sonreí. Era un exagerado. Por todo.

No creo que Billy sea un asesino.

No creo que Mike se convierta en un asesino si sigo comiendo de sus galletas.

¡Es que están buenísimas!

Pero me concentré en no perder de vista la silueta lejana de Will que se dirigía al bosque y comprendí enseguida con total certeza adónde se dirigía realmente.

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