𝐒𝐓𝐑𝐀𝐍𝐆𝐄𝐑 𝐋𝐈𝐅𝐄𝐆𝐔𝐀𝐑𝐃
𝗣𝗥𝗘𝗦𝗘𝗡𝗧𝗦...
𝟘𝟘𝟚. 𝗣𝗹𝗲𝗻𝘁𝘆 of bitches in the sea 🛼🍧

Don't take it too hard man,
pretty boy like you doesn't have anything to worry about.
Plenty of bitches in the sea.

     ━━━¡MADDIE! ¿CÓMO ESTÁS? CAMBIO Y CORTO —me dijo Robin a través del walkie-talkie. Estaba emocionada.

—¿No habíamos quedado en hablarnos por walkie-talkie cuando sea algo relativamente importante de un asunto de vida o muerte? Cambio y corto. —Avancé sonriendo hacia la puerta del baño sin prestar mucha atención a mis alrededores. Robin siempre tenía cosas muy interesantes que decir y yo siempre me sumergía en la conversación. Lo que pasa es que el walkie-talkie era nuestro único medio para hablar sin que fuera el teléfono fijo de casa o del instituto, por eso siempre lo usábamos cuando la situación realmente lo requería para no malgastarlo y viendo lo feliz que estaba lo más probable es que no sea un asunto de gravedad o motivo de urgencias.

—¡Esto es importante! —gritó ella, sabía que estaba sonriendo, sonreí también y se lo dejé pasar—. ¡Porque me va a dar una taquicardia! ¡Vickie quiere quedar conmigo! ¿Te lo puedes creer? O sea, ¿cómo es posible? Cambio y corto.

Vickie era la chica de la que Robin estaba enamorada, antiguamente su amor secreto había sido Tammy Thompson pero esta última solo tenía ojos para Steve por lo que nadie sabía que Robin estaba completamente enamorada de Tammy, lo que provocó que Robin tuviera celos de Steve aunque ambos se llevan muy bien.

Me alegraba mucho de que a Robin le estén saliendo las cosas bien después de tan mala suerte.

—Buah, tía. ¡Eso es increíble! ¿Adónde iréis? Cambio y corto —Apreté varias veces el botón del aparato para comprobar que lo había hecho bien y me había escuchado. El hecho es que sí pero estaba tan emocionada que creo que hasta lloraba.

—Pues... ¡pasaremos la tarde en Starcourt Mall después de que salga de trabajar! —Terminó por confesar—. ¿Qué crees que llevará puesto? Lo digo para no hacer el ridículo con mi ropa de trabajo de heladera en Scoops Ahoy. Cambio y corto.

El Starcourt Mall es un centro comercial con aire retro construido durante estos dos años de 1984 y 1985. Steve y Robin trabajan en Scoops Ahoy, una heladería situada en su interior en el patio de comidas.

—No lo sé pero estoy segura que comprenderá tu situación. O sea..., no creo que se moleste porque tengas tu ropa de trabajo en vuestra cita. Cambio y corto.

—¿Crees que llevará dinero? ¿Debería de llevar dinero para comprarle un regalo sorpresa? Cambio y corto.

—Tal vez. Cambio y corto. —Era pésima dando consejos amorosos.

—¿Será buena idea llevar colonia? Cambio y corto.

—Puede. Cambio y corto.

—¿Y qué tal si le preparo un súper helado de fresa y vainilla? ¿Le gustará? Cambio y corto.

—Quizá sí, quizá no. Cambio y corto.

—¿Qué tal si me voy preparando para nada en especial y me espero lo peor y no viene nunca a nuestro encuentro? Espera, no me digas, ¿no lo sabes? Cambio y corto. —Sabía que no lo decía en serio y solo estaba bromeando debido a mis buenísimos consejos que le estaba dando.

—No sé, Bueno... —pausé y carraspeé, algo sí sabía después de todo—: chocolate. El chocolate nunca falla. Si le preparas un helado dáselo de chocolate. Cambio y corto—. Me metí en el baño de las chicas sin apenas prestar atención a mis alrededores.

Puede que sea pésima hablando sobre citas pero el chisme me fascinaba.

Oí muy de cerca a algunos chicos, pronto comprendí por sus voces que se trataban de Tommy, Billy y Steve, parecían que estaban literalmente bañándose en el baño de las chicas.

Qué paredes más finas.

No avancé y me quedé en la entrada metiéndome de lleno en la conversación que tenía con Robin y escuchando en silencio a los chicos.

—No te preocupes, Harrington —Oí decir a Billy—. Hoy no es tu día.

—¿Y si es alérgica al chocolate? Si le llega a dar un patatús delante mía no me lo perdonaría nunca. Cambio y corto —continuó Robin. Me reí muy disimuladamente por la forma en la que me lo había dicho. Bajé la voz para escuchar más. No sabía si había alguna chica en la otra parte del baño porque había un muro que nos separaba de las duchas tanto en el baño de las chicas como de los chicos.

—Sí. Ni tu semana. —Escuché decir a Tommy con esas sonrisas de las suyas llenas de malicia y arrogancia—. La princesa y tú rompéis y ya te deja por el hermano del raro.

Solo oír ante respuesta el agua caer. Steve no contestó.

—No creo que pase eso —susurré, apoyada en la pared—. Por cierto, ¿ves muy mal a Steve aunque está trabajando contigo? Cambio y corto.

—¿Por qué susurras? —susurró a su vez Robin para llevarme la corriente—. ¿Es que tienes a Steve a tus espaldas diciendo lo mucho que echa de menos a Nancy? Me he dado cuenta, parece un niño pequeño cuando le quitan el póster de su película favorita de su habitación porque es para mayores. Cambio y Corto.

—Mierda —rió Tommy ante el silencio de Steve—. Ayer salieron antes y todavía no aparecieron pero... ¿debe ser pura casualidad, no? —preguntó con malicia y a esto le siguió una risotada con la misma maldad con la que proferida la pregunta. 

Steve seguía callado.

—No es eso. No me ha hablado de Nancy pero noto en su mirada que está triste y más cuando... ya sabes. Cuando él se sintió atraído hacia ti y descubrió que eras lesbiana y no podía tener ninguna oportunidad contigo. Cambio y corto —murmuré más bajito, entristecida por la mala suerte de Steve. Siempre era el más afectado.

—No te amargues, viejo. —Esta vez fue el turno de Billy—. Para un galán como tú, eso no es nada. Hay muchas perras en el mar. —Steve no contestaba pero el grifo se cerró y supuse que había sido el mismo Hargrove en hacerlo para que Steve le hiciera caso y dejara de ducharse—. ¿No es verdad?

También supuse que con lo del término de «perras» se refería a Nancy Wheeler.

Tenía ganas de abofetearlo una y otra vez.

Luego oí que alguien daba una palmada a otra persona en la espalda y reinó el silencio junto con unas pisadas que se aproximaban hacia mí.

—Ya.., eso fue muy... raro. No me esperaba que me mirara de esa forma y siento que él esté así. Solo necesita distracción pero presiento que está así por mi culpa. Cambio y corto.

—No, Robin, nada de esto es por tu culpa, ¿vale? No te sientas culpable, de verdad —pausé mientras abría la maleta para guardar el walkie-talkie y poder orinar—. Nos vemos luego, Robin. Cambio.

—Hasta luego, Maddie-Mad Max. Cambio. —Lo guardé mientras sonreía. Los chicos y ella me habían puesto ese apodo y la verdad es que, tenía que admitirlo, me encantaba.

Luego suspiré y avancé pero al pasar el muro me choqué con algo duro cuando abrí los ojos vi que eso algo duro se trataba del pecho desnudo de Billy. Solo llevaba una toalla de cintura para abajo. Me miró con picardía pero no me rebajé ante su presencia demasiado intensa para mí.

—¿Qué haces en el baño de chicas? —le pregunté sacando fuerzas para que la voz no me temblara.

Él me sonrió con arrogancia.

—Para la próxima vez que quieras verme con poca ropa, llama a la puerta de mi habitación y no al baño de chicos con la excusa de que pensabas que era el de las chicas —me soltó, sus ojos tenían un brillo extraño. Nunca se fijaba en mí y ahora sí, cuando estábamos solos. Sin embargo, en esa mirada pude ver que también tenía algo de aversión hacia mí, solo que pensaba que yo estaba tan loca por él que la causó gracia que estuviera en el baño con la excusa de que me había equivocado de baño conscientemente solo para verle cuando en realidad si me había equivocado de verdad y todo había sido inconscientemente.

No creo que me hayáis entendido en eso último, me explico horriblemente mal, solo os digo que mi cara era un chiste en ese momento.

Y Billy se jactó de eso.

—Me equivoqué —zanjé mirando al espejo para apartar la vista de él y su cuerpo pero el espejo me enseñó el lateral del torso musculoso de Billy.

Maldito espejo traicionero.

Miré hacia el lado opuesto.

Billy no paraba de observarme y acercó sus labios hacia mi oreja.

Me iba a apartar pero me agarró del brazo y me aferró más a él. Hice lo mejor que pude para no rozar nada más que nuestros cabellos.

—Sé que eres muy amiga de mi media hermana —me susurró este al oído con la misma aversión—. Vente a mi casa esta tarde, antes de que oscurezca porque tengo una cita, quiero darte una cosa. —Y luego se apartó de mí bruscamente, soltándome del brazo como si nada, como si nuestros rostros no hubieran estado nunca a menos de diez centímetros de distancia mientras mi corazón bombardeaba a mil y el de él solo actuaba como lo hacía normalmente.

Cómo se notaba que ya estaba acostumbrado a estos encuentros y yo no tenía ni idea de cómo hablar a esa corta distancia sin parecer un flan.

Cómo se notaba que me atraía mucho el peligro que emanaba de Billy.

Y pronto, me di cuenta.

¿Ha dicho en su habitación?

¿Ha dicho que en su casa, con él, a solas?

¿Ha dicho... que tenía una cita?

...

Intenté evadir la mueca de fastidio mientras le preguntaba.

—¿Y por qué no le das tú a Max lo que sea que le vas a dar? —le pregunté con fastidio aunque en realidad yo estaba encantada de ir para su casa, solo que a veces había que actuar—. ¿Es que no tienes lengua?

—La suelo usar para otros fines —me dijo y se fue sin más a vestirse. Dejándome sola y con la palabra en la boca.

Me quedé pasmada mientras me miraba al espejo, sin saber qué hacer y con muchas ganas de orinar.

Simplemente no podía actuar.

Me iba a orinar encima si es que no lo había hecho ya. 

—¿Y ahora qué hago? —murmuré—. ¿Voy a quedar... con Billy... en su casa... en su habitación... a...?

—Eh, ¿qué coño haces aquí? —me preguntó Tommy. Por suerte no había oído nada. Por suerte, este si llevaba camisa y pantalones ahora—. ¿La niña pequeña se ha perdido?

Le fulminé con la mirada y me fui.

—¡Harías buena pareja con Steve, ambos sois igual de raros y fracasados!

Lo volví a ignorar mientras salía del baño de los chicos y me metí al de las chicas porque ya no podía más.

—Imbécil... —dije mientras cerraba la puerta y ponía el pestillo—. Menudo dúo de imbéciles. No sé cómo me puede gustar el líder de los idiotas.

Así parezco otra idiota.

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