𝟬𝟬𝟭━━ Siempre la niñera. ¡Siempre la 𝙢𝙖𝙡𝙙𝙞𝙩𝙖 niñera!
𝐒𝐓𝐑𝐀𝐍𝐆𝐄𝐑 𝐋𝐈𝐅𝐄𝐆𝐔𝐀𝐑𝐃
𝗣𝗥𝗘𝗦𝗘𝗡𝗧𝗦...
𝟘𝟘𝟙. 𝗔𝗹𝘄𝗮𝘆𝘀 𝘁𝗵𝗲 𝗯𝗮𝗯𝘆𝘀𝗶𝘁𝘁𝗲𝗿,
𝗮𝗹𝘄𝗮𝘆𝘀 𝘁𝗵𝗲 𝗳𝘂𝗰𝗸𝗶𝗻𝗴 𝗯𝗮𝗯𝘆𝘀𝗶𝘁𝘁𝗲𝗿 🛼🍧
Dile a todo el mundo que te acabo de decir eso y tu trasero es hierba
━━━ ¡𝗩𝗔𝗠𝗢𝗦, 𝗛𝗔𝗥𝗥𝗜𝗡𝗚𝗧𝗢𝗡, 𝗩𝗔𝗠𝗢𝗦! —exclamé para animar a Steve en su entrenamiento de baloncesto. Yo había llevado una mano gigante de animación de gomaeva con un dedo índice elevado hacia arriba. Era demasiado buena para animar si la condenada no se me resbalara cada dos por tres y el dedo cayera en picado y señalara hacia abajo—. ¡Tú sigue así, Steve! ¡Vamos! ¡Dale duro! —Volví a decir desde las gradas mientras me peleaba con la mano de juguete.
Steve llevaba el balón hasta que Billy lo puso nervioso y se lo quitó de las manos. Empezó a reírse sin disimular mientras pasaba el balón de una mano a otra.
—¡Muy bien! —exclamó Billy con burla en dirección hacia sus compañeros—. ¡King Steve, compañeros! —Harrington se puso en defensa, observándolo.
Ya empezamos...
—Me gusta. Hoy juegas rudo ¿eh? —continuó guiñandole un ojo y acercándose a Steve.
—¿No te callas nunca? —preguntó Harrington, molesto y con ansías de jugar pero vi que solo movía los pies y no se atrevía a acercarse a él—. ¡Vamos!
—¿Temes acabar en la banca ahora que estoy aquí? —dijo Billy mofándose de él y cuando llegó al contacto físico, lo empujó tan fuerte que lo tiró al suelo mientras seguía rebotando el balón con más ganas.
Pobre Steve...
Billy no llevaba ninguna camisa así que técnicamente me sentía mal de estar allí, observando por completo sus abdominales aunque sabía que no era culpa mía de que fuera tan desvergonzado ¿no?
Yo solo disfrutaba de las vistas.
Disfrutaba de las vistas de un buen partido de baloncesto, por supuesto.
Todos los chicos llevaban camisas de su equipo: shorts deportivos, calcetines que les llegaba hasta la altura de los gemelos con innumerables colores a rayas y zapatos deportivos negros. Y Billy siempre tenía que dar el cante quedándose semidesnudo.
Tampoco me quejaba.
A Hargrove no le daba mucha importancia que estuviera allí en mis ratos libres, yo le era indiferente así que sin mirar a mi dirección, lanzó el balón a la canasta anotando un gran slam dunk sin apenas inmutarse de mi presencia. Esto hizo que un gran golpe resonara por toda la estancia y tras chocar la mano fuertemente a uno de sus compañeros de equipo, volvió hacia Steve que yacía en el suelo quejándose por el dolor que le había producido la caída.
Me apiadé de él.
Billy le tendió la mano para ayudarlo o, al menos, para hacerle creer que le iba a ayudar. Yo sabía que no lo iba a hacer. No conocía mucho a Billy pero lo poco que sabía sobre él y su pasado se trataban de cosas turbias pues se rumoreaba por el insti que mató a alguien en una escuela anterior a la que estuvo pero yo creía que esos rumores solo eran cosechados por las consecuencias que provoca tener una agresividad como la que tiene él la mayoría de las veces.
Pero volviendo a lo de antes...
Por lo que más quieras, Steve, no aceptes su mano. No la aceptes si no quieres perder la dignidad.
La telequinesia como que no era lo mío y la aceptó el muy idiota.
Idiota, idiota, idiota...
¿¡Pero qué haces!?
Billy le apretó la mano, los nudillos se tornaron blancos mientras atraía al desfallecido Steve hacia su pecho.
—Movías los pies. La próxima vez, plántate y ataca —le susurró en la cara y le soltó la mano violentamente, la espalda de Harrington besó el suelo.
De nuevo.
Steve rodó y apoyó ambas manos sobre el frío terreno, levantándose a duras penas y resoplando. Aproveché que había terminado el entrenamiento del partido y bajé de las gradas para acercarme a él.
—¡Oye, no ha estado tan mal! —le mentí para animarlo. Él me miró como si me estuviera burlando de él—. Venga, no pongas esa cara...
—Es mi cara de fracasado. ¿Estás de coña, tía? Ha salido como la pura mierda —replicó ajustándose la camisa que estaba toda alborotada—. Puf...
—La mano animadora no dice lo mismo —le respondí sujetando la mano gigante—. ¡Vamos Steve que se puede! —exclamé moviéndola de arriba abajo—. ¡Vamos Steve que...! —La mano se desinfló a medias haciendo un ruido penoso y ridículamente agudo, el dedo señaló hacia abajo—: ¡se puede...!
Steve miró la mano, me observó a mí y volvió a mirar a la mano que todavía seguía sonando y cayendo como si quisiera humillarlo, totalmente estupefacto.
La tiré bien lejos para que no siguiera sonando y le dio al profesor en la cabeza.
¿Sonó algo hueco?
Menuda puntería tenía, seguramente hubiera burlado al propio Billy en el baloncesto dándole un gran slam dunk en las mismísimas pelotas por imbécil.
—¡Au! —chilló este frotándose la nuca mientras miraba a los alrededores.
Nos hicimos los locos, silbando.
—¿Decías? —preguntó Steve, molesto cuando se marchó su tutor.
—En fin... ¿por dónde íbamos? ¡Ah, sí! Decía o... iba a decir... que no seas pesimista. No te lo tomes como nada personal, la mano llevaba dando guerra durante toda la batalla pero ya se dio la baja —articulé, intentando hacer mi mejor intento por animarlo.
—Ya, claro. La misma batalla que perdí y el grandioso Hargrove ganó ¿no? Porque él es un don perfecto. ¡Oh! —exclamó imitando la voz de una mujer con cierta sorna y poniendo poses dramáticas—: Billy te amo, dame tres mil hijos. ¡Oh! Billy el chico más guapo de Hawkins. ¡Oh! Mira que culito tengo que todas las chicas babean por él...
—Tú lo que estás es celoso de él —le interrumpí, intentando no recordar que me había gastado cinco dólares en una mano defectuosa y se la había lanzado a la cabeza hueca del profesor—: porque desde su llegada no paras de decir que Billy te ha quitado el puesto del chico más atractivo del instituto y te sientes inferior a él. ¿Es o no es así?
Steve me miró como si quisiera estrangularme. Me aguante la risa por la cara que ponía cuando se molestaba.
—¡Muchas gracias por recordármelo! —exclamó con sarcasmo, dándome las espaldas y dirigiéndose al baño de los chicos—. ¡Muchísimas gracias por recordarme lo penosa que es mi vida! —vociferó con nueva sorna—. ¡Además un día me dijiste que te gustaba la forma de su trasero!
¿¡Pero por qué lo dices en voz alta y elevando la voz so imbécil!?
—Eres un dramático —le repliqué ignorando eso último y seguí sus pasos, cuando lo alcancé lo agarré del antebrazo para que se girara hacia mí. Lo hizo con cierta molestia—. No pienses así.
—¿Te parezco más atractivo que él? —me preguntó, alzando una ceja. Conocía esa expresión.
—Eres atractivo —zanjé sin más miramientos.
—¡Ajá! —exclamó, señalándome—. No te he preguntado si te parezco atractivo, te he preguntado si te parezco más atractivo que él.
Puse los ojos en blanco.
En realidad, me parecían los dos muy sexys y atractivos pero decirle eso a tu mejor amigo como que no.
—No sé, Steve —empecé a decir sin sonar como una tonta—. Es como si me preguntaras si me gusta más la fresa o la sandía. Ambas cosas me gustan.
Caí en el error de que indirectamente le dije que me parecían atractivos los dos. ¡Los dos!
—Entonces, ¿te parezco comestible? —se burló él, recolocándose el tupé de su cabello Pantene—. ¿Soy la fresa o la sandía? ¿Quieres probar...?
Me puse tiesa y roja. Me estaba molestando, sabía que me ponía nerviosa con estas conversaciones.
—No sé —le respondí, interrumpiendolo y para devolverle la molestia que me causó, cambié de tema a algo que sabía que le iba a molestar muchísimo de igual manera—. Pero fíjate tú por donde que sé perfectamente el rol que ocupas y que Billy nunca te podrá robar —pausé y moví las cejas de arriba abajo. Steve me fulminó con la mirada intuyendo lo que le iba a decir—. ¡El rol de Mamá...!
—Ni se te ocurra —me interrumpió pero yo disfruté del karma—. ¡Ni se te ocurra...!
—¡Mamá luchona! —insistí elevando un poco la voz y dándole palmaditas en el hombro—. ¡Niñera! ¡La mejor niñera del mundo! ¡Mejor que Billy cuidando niños!
—¡No, para! Siempre la niñera. ¡Siempre la maldita niñera! —se molestó Harrington, zafándose de mí pero luego me miró con una sonrisita—: Bueno... puede que me guste un poco ese rol.
—¡Lo sabía, lo sabía, lo sabía! —exclamé, dándole palmadas de nuevo pero esta vez en el otro hombro—. ¡Lo sabía!
Steve miró por encima de mis hombros y su sonrisa se desvaneció. Me di cuenta que se acercaba Billy a nosotros para ir al baño.
—Dile a todo el mundo que te acabo de decir eso y tu trasero es hierba —me amenazó y yo sonreí ante su amenaza.
—¿Perdón...? —pregunté yo siguiéndole el rollo.
—¿Perdón...? —replicó Steve, parodiándome—. Bueno, me tengo que ir. El culito sexy no me va a quitar el puesto en la mejor ducha tampoco.
Se dio la vuelta y me alejé para darle paso a Billy y así no tener que hablar con él, era demasiado guapo y peligroso para mí. De tan solo mirarlo me ponía muy nerviosa.
—¡Está bien, Mamá Luchona, no le diré a nadie que te gusta ser una gran Mamá Luchona! —exclamé a Steve para pensar en otra cosa que no sea en el peligro que emanaba Billy. Harrington sin darse la vuelta me dirigió el dedo corazón.
Temí que Billy pensara que el dedo se lo dirigía a él pero por suerte me vio y comprendió la situación y cuando pasó a mi lado, volvió a ignorarme.
—¡No te he oído! ¡Solo oí un lejano bla bla bla! —exclamó Steve adentrándose a los baños. Lo perdí de vista pero al menos, me devolvió la sonrisa.
Billy entró detrás de él y vi cómo se preparaba para quitarse los shorts deportivos.
Peligro, peligro, peligro.
Me di la vuelta y escuché que alguien quería comunicarse conmigo a través del walkie-talkie.
Era Robin.
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