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3. El comedor y un chico lunae.



La clase de Somnus Incantus, para Noé resultó abrumadora.

Amelia lo había acompañado durante toda la clase, ya que al parecer, no es que tuviera ella muchas amigas tampoco. Compartieron algunas bromas y de verdad, de verdad que Noé trató de inventarse algunos de sus sueños, pero las palabras no salían de su boca.

Su maestra, Anastashia Blumberg, se mostró bastante decepcionada con él por eso, pero por suerte Noé se alegró de no tener que usar libros en esa clase. Pudo tomarse un descanso de sus inútiles intentos de hacer algo con ella y finalmente, tras una hora y media de clase, a las 12.00pm, sonó una estridente melodía por todos los pasillos de la academia y se acabó la clase.

—¡Vamos al comedor, Noé! —pidió, su aparente nueva amiga, para salir ambos y juntos de la clase.

Noé trató de ignorar las miradas esquivas del resto de sus compañeros, como de ese tal Astolfo, y después de asegurarse que la maestra a regañadientes le señalase su siguiente clase, más firmar su comprobante, finalmente se escapó hacia su descanso para la comida.

Amelia, con su centelleante sonrisa, lo esperaba en la salida.

Cuando el chico de cabellos níveos se reunió con ella, caminaron juntos por los pasillos de la Academia, que estaban llenos de vida. Las paredes de piedra estaban decoradas con tapices encantados que cambiaban sus imágenes a medida que los estudiantes pasaban. En un momento, un león de uno de los tapices rugió suavemente al verlos, y en otro, un grupo de flores comenzó a florecer mientras cruzaban un corredor bañado por la luz de la tarde.

Noé estaba encantado con todas esas maravillas, eran tales y como se las había imaginado desde pequeño. Pero ahora, las veía de verdad; seguía sorprendido de que su maestro le permitiera salir de su usual mansión, en realidad. Pero estaba muy feliz, de verdad.

Cuando llegaron al Comedor, que su amiga estaba tan feliz de mostrarle, Noé no pudo evitar quedarse impresionado. El techo era altísimo, decorado con vidrieras que brillaban con los colores del atardecer, creando patrones de luz que parecían danzar sobre las largas mesas de madera. Candelabros flotaban por encima de sus cabezas, emitiendo una luz cálida y suave y de colores moradas, mientras los olores de la comida llenaban el aire. De los que, obviamente, ya habían comenzado a tomar su merienda entre clases.

—Es... impresionante —murmuró Noé, sujetando la copa de su sombrero.

Amelia asintió, sonriendo al ver su reacción. Parecía estar realmente satisfecha con tenerlo a su lado.

—Sí, definitivamente tiene su encanto. Pero espera a probar la comida. ¡Puedes pedir lo que sea, Noé! ¡Hasta un manjar de hamburguesas si te apetece! —bromeó ella, guiándolo especialmente hacia unas mesas situadas al principio de todo.

Por el camino, le explicó que se situaban en ese orden por cursos. Ahora ellos eran la cabeza principal, puesto que pertenecían al primer año y, así seguirían moviéndose por detrás al pasar de cursos. Noé escuchaba todo con atención.

Al pasar por los vastos pasillos, al comienzo de camino, cruzó mirada con Lume y Anakin, los dos amigos que había conocido al llegar. Ambos parecían estar enfrascados en algún tipo de discusión, pero nada más verle, lo interrumpieron para darle un agradable saludo que, por supuesto, Noé correspondió con una enorme sonrisa.

Luego tuvo que desatenderse porque Amelia lo dejaba por detrás.

La vio intentar saludar a algunas chicas de tercero y segundo, pero sin muchos frutos. Se sintió mal por ella, por lo que trató de poner una buena cara al encontrar unos huecos en las primeras mesas.

Tomaron asiento, y de inmediato Amelia juntó sus manos para cerrar los ojos con fuerza; en cuestión de segundos, una pasta con mermelada apareció ante su vista. Le explicó entonces que solo así, cerrando los ojos y deseándolo, uno podía pedir la comida que quisiera. Noé imitó sus acciones y en nada, con una visión pasada de una cena familiar, apareció una sopa de colores vivos y de patas de gallina; además, de un curioso postre dulce. Era una tarta francesa que su maestro y él, de niño, habían hecho infinidad de veces juntos.

—Eso se ve delicioso, Noé —añadió su amiga, mientras agregaba—: pero si en algún momento, careces de imaginación para pedir algo, siempre puedes decir que quieres lo mismo que, de algún compañero tuyo o, que lo dejas a la imaginación de la escuela, ¿entendido?

Noé asintió, mientras probaba unas cucharadas de la amarga sopa, pero debía de admitir que aunque quería poner toda su atención en la chica, su mente se desconectaba observando el lugar. Había estudiantes de todas las edades, todos vestidos con túnicas similares, otros que no, aunque algunos, parecían mucho más amables que otros.

De inmediato se fijó en cómo Astolfo, de su clase, se detenía para entablar conversación con unos chicos que parecían ser de tercer años. Noé mordió sus labios, probando la sopa, mientras se repetía que lo mejor sería apartar la vista y no buscarse problemas.

Escuchó un ligero murmullo de Amelia, cuándo entonces lo vio de nuevo. Al chico del cabello azul.

Estaba sentado en una mesa algo más alejada, rodeado de otros estudiantes que parecían estar en su segundo año; entre ellos, el pelirrojo con cara de pocos amigos y el de cabello grisáceo que sonreía como un tonto a este último. Pero su vista no se apartó del chico de antes, ya que lo reconoció al instante: el mismo cabello azul brillante, largo y rebelde, y el mismo sombrero morado que había visto volando antes por los cielos del campus, horas antes.

Incluso  a pesar desde la distancia, podía notar la energía que irradiaba. Para Noé, ese chico parecía ser el centro de atención en su grupo, riendo a carcajadas junto a esos chicos con los que se había estado persiguiendo antes, y otros pocos más.

La más llamativa de sus cercanías, sin duda, era una preciosidad de melena rosa, a la que solo podía detallar su espalda. Noé raspó su cuchara, volviendo a prestar atención en el chico. Interrumpió la larga perorata de su amiga, que parecía enfrascada en algún tipo de charla sobre pollos y ensaladas, para preguntar por él.

—¿Lo conoces? —preguntó a Amelia, notando que ella se sonrojaba delicadamente con su intensa mirada.

Pero pronto pareció recomponerse, porque soltó una pequeña risa.

—Ah, ya veo. Toda una celebridad. —Lo señaló con su propio utensilio—. Ese es Vanitas, está en segundo año. Es bastante conocido por aquí. Un poco problemático, la verdad, pero parece que todo el mundo lo adora. Siempre anda haciendo bromas o provocando algún caos. Pero es increíblemente talentoso con la magia, aunque no lo parezca a primera vista. —Ella lo miró de reojo—. ¿Te interesa conocerlo?

Noé apartó la mirada rápidamente, sintiéndose un poco incómodo. Un cosquilleo lo saturó desde su estómago. Trató de centrarse en la sopa que tenía delante, mientras buscaba alguna excusa, ya que la expresión de Amelia le daba a pensar que esa idea no la llamaba tanto.

El chico no sabía porqué, pero en realidad sí que quería conocerlo.

—No, no es eso... —Sin embargo, se decidió a mentir descaradamente—. Es solo que, bueno, parece alguien interesante.

Amelia, no obstante, mostró una sonrisa que no le llegaba a los ojos; eso a Noé le pareció extraño. Sobre todo, por esa mirada vacía que le brindó mientras aplastaba varias pastas de su comida.

—¿Puedo darte un consejo, Noé? —preguntó ella, sacándolo de su estupor.

Dio un pequeño respingo por la voz grave y falta de dulzura de momentos antes.

—Por supuesto, Amelia —dijo, frunciendo sus cejas.

Amelia entonces, lo miró con una pequeña bruma oscura por sus ojos y habló.

—Te sugiero que no te acerques a Vanitas. Es un tipo peligroso, porque a pesar de estar siempre sonriendo y haciendo mofas, desciende del aquelarre Lunae, y es sabido por todo el mundo que al final, solo acabará metiéndonos a todos en problemas para repetir los mismos errores de sus antecesores, exceptuando claramente a Noctillum Lunae.

Noé soltó su cuchara de inmediato ante la historia mencionada del chico.

Noctillum Lunae. Lo había escuchado mencionar varias veces en los libros más antiguos y polvorientos de la enorme biblioteca de su casa; en pocas palabras, el aquelarre de brujos Lunae, no es más que uno de los grupos más salvajes y poderosos del mundo de la magia.

Todos, según las leyendas, siempre han evitado a este tipo de personas; sobre todo porque son imprevisibles. Sin embargo y aunque está escrito que los antiguos originarios de este aquelarre tan singular han terminado por destruir magnitudes de tierras mágicas al perder la cabeza, nunca han sido rechazados del todo por el mundo mágico por temor a cobro de venganza.

Su maestro le explicó una vez, cuando era más joven, que su último sucesor había existido en su época de mayor plenitud y que, tras un corto tiempo habitando con ellos, pronto desapareció sin dejar rastro. Este último maestro, Noctillum Lunae, mencionado brevemente por su amiga Amelia, se fue y, para sorpresa de todo el mundo, esta vez sin caer en la locura de la magia corrompida o hacer algún destrozo en su mundo.

Claro, hasta ahora.

Noé miró por encima de su hombro, boquiabierto, y preguntándose porqué a pesar de que creía que todo el mundo era conocedor de su historia, se le acercaban. No parecían para nada aterrados, si no encantados con el chico.

Noé tampoco podía creer por nada del mundo que ahora, después de bastante tiempo, apareciera un sucesor. Sin embargo, según las historias; todos los pertenecientes a este aquelarre, debían de poseer un hermoso y blanquecino cabello, ¿por qué entonces el de Vanitas era oscuro como el carbón? Por lo que podía ver a pesar de la distancia, parecía poseer todavía esos ojos azules vespertinos e inhumanos que se retrataban varias veces en sus libros.

Noé quiso verlos más de cerca.

También sabía que por algún lado, debía llevar la marca Lunae, también quiso saber en qué lugar de su delgada y estrecha figura estaría.

—No te acercarás a él, ¿verdad? —Atrajo de nuevo su atención su amiga Amelia.

Dudó otra vez en ser sincero, pero al encontrarse con esa mirada severa, puso su mejor cara de póker.

—He venido aquí a aprender magia, Amelia, no a distraerme con nimiedades.

Ella pareció complacida y relajando sus hombros, la conversación entre ellos volvió a ser relajada mientras comían. Amelia era abierta, divertida, y con una energía que Noé encontraba contagiosa, a pesar de cuestionarse su humor negro de antes. No tardó en descubrir que ambos compartían el mismo nerviosismo sobre aprender magia, pero mientras que él era más reservado con sus dudas, ella las enfrentaba con humor.

—No te preocupes tanto por no ser el mejor de inmediato —le dijo, mientras bebía un vaso de té—. La magia no es una competencia. Es algo que tienes que aprender a tu ritmo.

Noé asintió, aunque en su interior sabía que el peso de la varita de su maestro y las expectativas de su familia adoptiva no eran tan fáciles de ignorar. Además, de que por todos los medios, quería demostrar que se merecía estar en ese mundo.

Después de un rato, cuando los platos comenzaron a desaparecer uno por uno y los candelabros empezaron a brillar con más fuerza al resonar una nueva campana, Amelia se levantó.

—Vamos, ahora toca Inmamen Transfore, mi clase preferida —señaló ella, con una suave sonrisa y alisando los pliegues de su vestido de volantes.

Noé se incorporó de la mesa con cuidado, siendo observado por algunas chicas de mesas cercanas y se dijo mentalmente que llamaba mucho la atención. Era de tez morena, tenía una enorme altura, cabello blanco y ojos morados —y eso sin contar su condición de vampiro—, aún así, mantuvo una sonrisa alegre, emocionado de continuar con las clases y de seguir aprendiendo, para darlo todo.

Abandonaron el comedor lleno de gritos y voces joviales, para subir una escalera de caracol y dirigirse a su nueva clase.







Noé estiró sus brazos, escondiendo su varita en su envaine, realmente cansado.

Las últimas dos clases habían sido arrolladoras; la primera era de transformaciones y el profesor, Spenfor Huwtard, lo hizo presentar delante de la clase y señalar, repetidas veces, que era incapaz de hacer hasta el hechizo cambiante más fácil. Básicamente, lo humilló.

Por suerte, ahora parecía compartir asiento con Amelia y su compañía lo ayudó a no decaer. Ese profesor no fue para nada amable, y claramente no parecía dispuesto a retrasar sus clases por él; la otra clase, que acababa de terminar, era al aire libre y solo debían apuntar y vigilar los ligeros cambios temporales que hacía la maestra. Tempo Control, así se llamaba y por suerte, no hacia falta la varita ni ningún uso de la magia. Entregaron sus anotaciones a la maestra, que le señaló varios errores, pero nada fuera de lo normal y finalmente, se había acabado el horario escolar.

Ahora disponían de todo el tiempo libre, para adelantar prácticas, ensayar futuras clases, relajarse y asistir a la comida general y cena. Luego, a las 10.00 pm, todos debían irse a dormir a sus respectivas habitaciones de residencia, si es que habían elegido dormir en la Academia.

Noé observó la hora en un enorme reloj de la pared, entre que sus compañeros se despedían de la maestra (ya tenía su comprobante) y se dio cuenta de que eran las 15.00pm.

En media hora, sería la hora de comer. Y en otras palabras, de tomar su medicina rutinaria; Noé tenía que encontrar su habitación compartida y tomar sus pastillas antes de tiempo. Su maestro siempre se empeñaba en recordarle, que debía tomarse una antes del almuerzo y otra, antes de acostarse.

—¿Quieres que te demos una pequeña vuelta por el campus, Noé?

El mencionado dio un leve respingo, para nada esperando la intromisión de Amelia. Quiso rechazar de inmediato su oferta, porque en realidad debía.

—Me gustaría primero entregar este comprobante en Conserjería y después, encontrar mi habitación. ¿Te importa si nos encontramos a la hora del almuerzo? —Trató de ser cuidadoso con sus palabras y se sintió aliviado cuando ella se limitó a asentir.

Lo que no se esperaba Noé, por supuesto, es que al dejarle solo, Astolfo y dos amigos suyos lo esperasen a la salida de clase con olor a problemas.

⸒ /🕷 ELSYY AL HABLA (!)
muchas gracias por su apoyo.

yo sé que es más corto de lo usual, pero necesitaba quitarme esto de encima para lo que sucederá en el siguiente. finalmente hemos visto un poco más de vanitas y omg, amo a noé, helppp. el proximo cap en nadaaaaa.

nos veremos pronto, brujitos.

⚰️🔮

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