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Día 3: Arrepentimiento ✝️

<<────≪◦𝐀𝐫𝐫𝐞𝐩𝐞𝐧𝐭𝐢𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨◦≫────>>

Las lágrimas más amargas
que se derramarán
sobre nuestra tumba
serán las de las palabras no dichas
y las de las obras inacabadas. 

Musica que inspiró el capítulo;
Favorite Crimen - Olivia Rodrigo.
Atlantis - Seafret
Softcore - The Neighbourhood
Sing of the times - Harry Styles


¿Qué hizo? ¡¿Qué jodida mierda hizo?!

¡Lastimó a Takemichi! ¡A su Takemichi!

¿Acaso estaba drogado? ¿Bebió acaso?

¡¿Entonces cómo demonios hizo lo que hizo?!

Las preguntas rondaban en la cabeza de Manjiro constantemente luego del incidente que se dio en la feria, sinceramente ni él sabía como fue que acabo así.

No esperen, ya lo recuerda.

La muerte de Draken fue el detonante para que libere "la oscuridad de su alma", dejo que sus impulsos lo dominen y olvide por completo la persona que era y fue...

Lo sabe, sabe la razón por la cual fue corrompido a tal punto que terminó dañando a la persona que juró jamás lastimar. Vaya tontería. Ahora reía entre lágrimas el haber herido del tal manera al chico que le mostro ese otro lado que él se negaba a mirar, los débiles siempre serán débiles, si como no.
Fue testigo de incontables sucesos donde la debilidad no fue un obstáculo que detuvo a Takemichi de dar la cara al destino, apesar de tener un oponente más fuerte y con mayores de ganar en la batalla ese chico demostró ser más fuerte que ellos, no con sus músculos o puños si no de espíritu y de virtud. No dio un paso atrás para darle ese golpe que rompa con ese cascarón y haga trizas esas creencias falsas.

Fue testigo de como un "debilucho" fue más líder que él cuando perdió a su hermana, fue más líder plantandole cara a la persona que hizo del futuro uno de los lugares en donde no quieres estar, con el rostro lleno de moretones y golpes repartidos por todo su cuerpo se levantó sin miedo de dar el siguiente golpe, con el cansancio casi asfixiante hizo que su equipo no pierda las esperanzas y con un pie ensangrentado por una bala dada se paró firme sin soltar una queja o muestra de querer huir.

Ese es Takemichi Hanagaki, un hombre que apesar de cumplir con las características que él odia termino por contemplar desde atrás como la espalda de este chico lo protegía de los males que el mundo y el futuro le esperaba.

Un hombre que hizo que vea de otra manera ese mundo que desconoce pero aún así imagina.

De quien se enamoró perdidamente.

Luego de enterarse que Takemichi regresó del futuro al pasado supo que algo no andaba bien, su corazón le gritaba con alerta del próximo peligro. Ese chico corría peligro estando en ese pasado, un pasado en donde él inició con la tortura del futuro.

Oyó de los suyos como las otras dos pandillas que eran las más sonadas en Tokio tenían como puntos a sus amigos, no solo eso si no que fijaron sus ojos en el ex-capitán de la primera división de la Tokyo Manji, no mentira, le molesto profundamente que alguien aparte de él tenga sus ojos en el carismático chico de ojos tales como el mar. Le enfermaba saber que alguien podría robarselo.

Así como fue en ese día lluvioso ahora lo acompañaba en su arrepentimiento, se sentía la peor basura humana que pisó el mundo, daño a quienes quiso y daño de manera tan espantosa a la persona que le robaba los pensamientos y sueños frecuentemente.

Con un frasco de pastillas para dormir se recostó en su cama, no su cómoda cama donde dormía en su antiguo hogar, el dojo. Si una fría y solitaria cama que tenía que tener por haberse dejado llevar por el mal camino, un pago de lo que merecía por hacer tanto daño.

Las gotas se reflejaban en la habitación, en frente del edificio donde vivía un gran cartel de publicidad resaltaba con su luz las gotas lluvia en su cuarto.
Un aspecto muy lúgubre para alguien que vivió toda su vida rodeado de personas que lo mimaban por doquier, llenos de luz propia y de algo que él amaba. Todo se convirtió en polvo en cuestión de cinco años, cinco años que su infierno personal lo perseguía, lo merecía.

Él hizo daño a Takemichi.

Aún con las lágrimas en sus ojos miró el techo de su habitación, sin el foco encendido todo el lugar se convertía en un cuarto que albergaba al mayor monstruo que tarde o temprano despertaría para arremeter con todo y todos.

─Ya basta... guarden silencio...─ dijo susurrante Mikey, totalmente ido de la realidad. Desde hace unos meses una voces fueron su compañía en la soledad, voces que le susurraban las barbaridades que cometió durante su adolescencia, voces que le recalcaban con detalle como esos puños rompieron varios sueños, como sus piernas fueron detonantes para idiotas que se metían en su camino.

Apretó su mano en el collar que le regaló Takemichi antes de irse al futuro, lo apretaba tanto que el material se incrustada en su palma provocándole sangrar y marchar de esa forma su pecho con el líquido.

En sus sueños buscaba el consuelo de Takemichi, solo que esté al verle le miraba horrorizado y huía antes de que él pudiera alcanzarle, su mano se estiraba al joven pero este ni le miraba solo corría lejos de él. Apartándose de su lado, no quedándose como se lo prometio. Y dolía, le dolía no tenerlo consigo.

¿Así es como duele el amor?

¿Esa era la única manera de hacerle saber a Takemichi que estar a su lado no es correcto?

¡Entonces porque deseaba tanto querer salir y buscar al chico y dejarle en claro que fue un error haberle hecho semejante acto!

Se quedó dormido con ese pensamiento, las pastillas fueron de gran ayuda para conciliar el sueño y no estar despierto hasta altas horas de la noche, en su estado actual la pérdida del suelo era preocupante.

Koko fue quien más se dio cuenta, sabía el motivo y la razón de esa pérdida de vitalidad. Él sufría algo similar con una persona, diferentes situaciones mismas razones para no querer involucrarlos en su mierda.

💙

Al día siguiente debía cumplir con parte de sus planes que no involucren a Mikey como un homicida y dejar limpio el nombre de la Kanto, la policía empezaba a sospechar sobre la riña de pandillas que se dio el parque de diversiones tiene más trasfondo de lo esperado. Ese día se anunció la muerte de dos personas y varios heridos, supuestamente por la rivalidad de las deidades ya sea por el territorio o querer ahuyentar a las personas de no meter sus narices. Aún así las investigaciones arrojaban otras cosas, debía hacer hasta lo imposible por desvincular a Manjiro de ser el actor y la persona que le quitó la vida a Terano South, líder de la reciente Rokuhara Tendai.

Iba alistandose para salir, iba de manera formal. Debía aparentar ser alguien de dinero para que la ayuda a los policías se haga más verídica. Preparó su chaquera y varios de sus aliados para firmar el tratado.

Cuando estaba por salir una voz le detuvo. Una voz ronca y seria lo detuvo de salir del departamento.

─¿A donde vas?─ preguntó Manjiro mirando serio a Kokonoi, el mencionado se maldijo internamente no haber salido antes de que su jefe despierte.

─Tengo unos asuntos que arreglar con la policía y los testigos que presenciaron la pelea.─ aviso retórico, no iba hacer nada malo, simplemente iba a salvarle el cuello a Sano.─ Luego al hospital, me avisaron ayer que Hanagaki despertó del coma.

Los ojos de Manjiro se abrieron, debía ir con Takemichi. Necesitaba verlo.─ Iré contigo.

─No, Mikey no es seguro que salgas. La policía está sospechando de ti, eres el principal responsable de la muerte de Terano.─ recalcó un tanto molesto Hajime, el cansancio también le estaba afectando a él. Seguía siendo un chico que la vida le dio la espalda y tuvo que tomar un camino diferente al de Inui.

─Eso es lo que menos me importa. Takemichi debe saber el porqué de mi actuar. No quiero que...─ y calló, no revelaría a uno de sus subordinados sus sentimientos más íntimos. Miró con penumbra al azabache que evitaba verlo directamente, sin embargo, la punzante y oscura mirada de Manjiro fue más pesada que su negativa.

Salieron de departamento rumbo al hospital, a pedido del rubio irían primero hasta ahí para que él hable con el ahora despierto Hanagaki, la incertidumbre, el miedo y la desolación acompañaban los pensamientos de Mikey que temblaba mientras se dirigía al hospital. Cerró sus ojos un momento y empezó a recordar su vida hasta el momento que cruzó caminos con Takemichi Hanagaki.

Lo recuerda lleno de heridas, con sangre en el rostro y una mirada decidida que le cautivó apenas lo vio. Su primera charla fue un tanto peculiar y fuera de lugar pero sus palabras, aún así ese chico se quedó a su lado e ingresó a su pandilla formando parte de sus filas, peleas que dieron resultados positivos pero que a medida que avanzan estás se volvían amargas y nada buenas para su salud mental.

Takemichi fue una cuerda entre tanto fango, fue su luz cuando estaba por matar a sangre fría a Kazutora, una muerte premeditada que deseaba cumplir por haber sido la persona que le arrebató la vida a su hermano Shinichiro. Si, era un monstruo porque deseaba acabar con la existencia de Hanemiya sin importarle las consecuencias que traerían este deceso, solamente deseaba acabar con el dolor que dejó la muerte de su hermano mayor.

La única persona que intervino fue Takemichi que le abrió los ojos, aún así perder a otro ser querido fue inevitable. Keisuke se suicidó, frente a sus ojos clavó una navaja que acabó con su vida. Una muerte que no pudo evitar, el destino nuevamente hacía de las suyas al quitarle a uno de sus personas especiales.

Cuando paso el conflicto de Navidad pensó que su maldición había acabado, creyó mal. Al siguiente año lo más doloroso ocurrió. Emma había sido otra víctima, una inocente chica perdió la vida a manos de quien confió y buscó para que ayude en sus planes. Su hermanita lo había dejado solo, no tenía a nadie más consigo. Su familia prácticamente se esfumaba en el viento, lo dejaban solo. Ese fue el primer paso para no soportar más y dejar que la oscuridad haga de las suyas con él. Ya no había nadie por quien luchar, no había nadie más para que él sonría. La calidez de su corazón iba perdiendo calor.

Pero todo cambio cuando se entero de Hinata Tachibana que Takemichi era un viajero del tiempo que luchó todo ese tiempo solo y con una gran desesperación por luchar y salvarles la vida. Darles un futuro donde todos sean felices. Aún si él mismo era infeliz. Nuevamente creyó en esa luz de esperanza que irradiaba Takemichi, confiaría en el joven.

Lo malo siempre llega después de tanto sacrificio. Lo supo en el instante que Takemichi dejó el pasado para ir al futuro, lo malo solo recaía en él. Tomó la decisión más importante de su vida, alejarse de esas personas que apreciaba para que obtengan un futuro digno, y no más cosas que involucren estar en una pandilla.

Se enfrentó a esas personas, les dijo cosas horribles y las alejo de su infierno.

No merecían cargar con ese peso personal.

Habían pasado así dos años más, y sintió una sensación extraña un día. Y lo supo, Takemichi había vuelto.

¿La razón? Eso le preocupaba.

Y lo último lo acabo de romper. Draken, su mejor amigo, su compañero de batalla, su otra mitad, su hermano del alma había partido del mundo a causa de unos disparos. ¿El motivo? Defender a Takemichi de una muerte segura.

Draken sabía de sus sentimientos por el rubio, dio su vida para salvaguardar la vida de su persona especial. Lo grave fue que lo dejó a merced del asqueroso mundo, y la oscuridad fue tomando más posesión de su razonabilidad. Su corazón quedó completamente vacío, sin Kenchin no había más motivos para seguir.

Al tanto de la muerte de su amigo se dejó llevar, lastimó muy severamente a Kakucho, le dejó hospitalizado. Hirió el orgullo de una mujer que también se atrevió a golpear sin importarle su regla vital, no lastimar a una mujer jamás. Con sus propias manos acabó con la existencia del líder de Rokuhara Tendai, sus puños acabaron con un hombre más grande y corpulento que él en nada. Y lo más inaceptable de esos sucesos fue haberle hecho semejante cosa a Takemichi, recordó con detalle como lo agarraba del brazo y luego lo fracturaba, el sonido del hueso siendo partido zumbaba en sus oídos sin falta. El grito de dolor del ojiazul una tortura que no le permitía cerrar los ojos y el rostro ensangrentado del menor bajo su cuerpo la mayor pesadilla y pecado que cometió estando en ese estado. La imagen es más vívida cuando cierra los ojos, oye las suplicas de Senju a sus espaldas, los gritos de Kokonoi pidiéndole que pare y no dañe más a quien le importa tanto, por último esas voces que ahora se transformaban en las voces de personas que conocía.

Se sentía sucio, miserable.

💙

Una vez llegaron bajaron del auto que los transportó, Koko fue quien entró primero, debía de ver que nadie este en custodia de la habitación del chico, soborinaria con un poco de dinero a la enfermera encargada y le otorgue un pase rápido de visita.

Bajo la atenta mirada recelosa y cautelosa de Kokonoi se dirigió hasta la habitación donde residía el blondo a causa de la brutal paliza que le dio Mikey en su momento de inconsciencia y que predominaba sus impulsos, impulsos que día con día lo consumían de tal forma que verse en un espejo resultaba agobiante, no reconocía a la persona que se reflejaba, ni un poco. Miles de preguntas rondaban en su mente al tenerse frente a frente con su reflejo, lo que hoy se presentaba no era ni lo poco de que fue alguna vez. Su imagen del líder que gobernó se convertía en un criminal a mando suelta. Un bastardo con la imagen del antiguo Mikey.

Su recorrido se vio interrumpido por la presencia de otra persona saliendo de la habitación de Takemichi, lo reconocía con solo verlo. Chifuyu, el antiguo ex-vicecapitán de la primera división de la ToMan y mejor amigo de Hanagaki, salía de la habitación entre llantos y una espesa bruma cubriéndolo, reconocía también el estado de Matsuno.

Lo olvidaba, ayer se dio la ceremonia póstuma del fallecimiento de Ken, y ahí estaba otra vez la culpa que deseaba desechar, sacarla de raíz de su corazón, de su mente, por completo de su ser. Kenchin como él sabía decirle con cariño se convirtió en polvo así como todos ellos a quienes amo. Un golpe más a su razón.

Le vio dirigirse al otro lado del pasillo, donde apareció por casualidad Hinata Tachibana, la mejor amiga del muchacho. Los vio desde una esquina como ellos caminaban en la dirección contraria, le intrigaba lo que harían.

Respirando elocuentemente planto cara o más bien se puso delante de la puerta donde Takemichi descansaba. Estaba nervioso y asustado de presenciar el estado en el que dejó al ojiazul, pero se lo imaginaba. Un golpe suyo representaba fácilmente tener un moretón verde o morado, ahora multipliquen eso por tres veces más fuerte.

¿Qué clase de monstruo era?

Uno que tenía el cinismo de ir a ver a su víctima sin importarle que la policía le pise los talones o sea blanco perfecto para sus enemigos.

Soltando un suspiro y colocando su mano en la manija procedió a abrir, el olor típico a medicamentos y desinfectante, comúnmente él no iba a estos lugares ya que sus máximas heridas fueron la ocasión donde por andar de impertinente resbaló de un árbol lo que le provocó un hueso roto específicamente un brazo. Miró de reojo como un grupo de chicos pasaba detrás suyo, un sensación incómoda le invadió.

No quería recordar eso.

Dio paso a la habitación y se encontró con la escena que no espero ver tan pronto.

Takemichi lloraba en silencio con la mirada pérdida a la nada y estando solo, en una fría habitación. Como él.

No perdió tiempo y se sentó al lado del herido, ni lo notaba por estar sumido en la brumosa culpa que resultó volver al pasado con tal de salvar a Mikey. Lo irónico es que cuando lo vio en ese lapso de tiempo en ningún momento lo vio como solía hacerlo, fue diferente y le llegó como una puñalada a la realidad en la que regresó.

─Takemichi.─ dijo su nombre, sí. Lo dijo correctamente, no le veía el caso seguir con niñerias o juegos entre ellos, era un caso grave y lo peor es que todo recae en sus hombros.

─¿Eh?─ se recompuso inmediatamente al reconocer la voz de esa persona, inconfundible para sus oídos y para su corazón que empezó a dar latidos más acelerados.

─Yo...

No pudo terminar por que nuevamente el pelirubio rompió en llanto, estar con Manjiro luego del incidente del parque de diversiones y más con la reciente muerte de Draken fue más difícil de afrontar, tenía muchas cosas en mente, otras que solucionar y la que tenía más importancia ahora que despertó.

Las palabras de Chifuyu fueron claras y concisas, por su culpa Draken no viviría en el futuro y no cumpliría con su sueño, el responsable de ese acontecimiento recaía en él. Sus manos sin haber hecho nada ya cargaban con el peso de muchas personas muertas, entre ellos hubieron quienes le pidieron cuidar de Mikey.

¡Casi lo mata! ¡Lo mató en el futuro!

Temblaba y su respiración se volvía más acelerada, el dolor físico no era nada a comparación de su dolor del corazón, de que sus esfuerzos hayan sido en vanos, en donde regresar al pasado solo hacía del futuro una catástrofe que entre más se inmiscuye el daño es más grave.

Si el cargaba con la pena, Mikey cargaba con la culpa.

Se convirtió en un homicida, próximamente estaría portando un arma y sería un asesino absuelto. El peso de la ley no le afectaría, lo vio con sus ojos cuando lideraba Bonten, aún así buscaba ser salvado.

¿A este costo?

Ken Ryuguji había dejado de existir, si cambió el pasado. Se volvió peor. No sé imaginaba volver al futuro, seguramente era una catástrofe. Y con Mikey siendo el autor de dicha masacre, ya no podía.

─¡Ya no puedo más!─ gritó con altivez, su puño se presionaba en su bata, sus uñas se encarnaban en su palma. Poco le importó sentir la sangre marchar su ropa. Ya era suficiente.

¿No era demasiado joven para tener que cargar con tanto?

¿Estos viajes en el tiempo no eran para salvar a Hinata?

Ya lo hizo, ya cumplió con su meta inicial. No debía hacer nada más. Pero ahí lo tienen involucrándose con una banda de delincuentes que tomó cariño y hasta se enamoró de uno, el más peor.

Takemichi ya había decidido. Y que bien que Manjiro Sano este presente, tenía suficiente con su dolor. Con la culpa, con toda la mierda que representaba vivir.

─Takemichi yo...─ el rubio cenizo cortó sus palabras.

¿Qué le diría?

¿Lo siento? O ¿no quise hacerlo?

Puras patrañas disfrazadas de miedo y tristeza al rechazo. Manjiro temblaba bajo la azulina mirada que negaba.

─Es tu culpa. Y es mi culpa haberte buscado.

Afirmó con seriedad el chico que con un quejido se colocó semi recto en la camilla, las vendas de su cabeza y lo magullado de su rostro daba evidencia contenciosa para culpar a Mikey de un posible homicidio más. No le revelaría a la policía ello, pero si dejaría en claro sus reglas.

─Ganaste. Me rindo contigo. No sirvo más. No quiero seguir jugando al gato y al ratón contigo, ni verte otra vez. Ya hemos hecho demasiado daño a todos ellos, a esas personas que confiaron en nosotros. Solo les fallamos, siempre hemos sido unos perdedores; no ganamos nada siguiendo este juego de la ruleta rusa. Draken ya murió, ¿quién más debe irse para que dejemos de hacernos daño?─ soltó entre llanto y enojo el joven de mechas rubias, sus ojos azules no tenían ese brillo que lo caracterizaba, solo existía espesor y bruma en ellos.

─No quise...

─Casi me matas a mi, casi. Aún así lo primero que pensé al despertarme fue... "Debo ayudar a Mikey, debo hacerle ver que ese camino no es correcto". Hasta que Chifuyu me reclamó, por todo. Abrí los ojos poco después. No interferire más en tu vida, no movere un dedo más por ti, nunca más. Esto se acabó. Si el futuro es una mierda que la sea, ¡ya no puedo más!─ le grito y tomó con su mano sin enyesar el cuello de la camisa de Sano. Los ojos de Takemichi no lo reflejaban como antes.

》─Vete, largo de mi vida, de la de ellos y desaparece porfavor. No quiere seguir con esto, porfavor acaba con esto de una vez y marchate sin mirar atrás.─ su voz perdió fuerza al final de declarar sus sentimientos remordidos de culpa y desesperación.

Mikey entendió las palabras del Hanagaki, lo cumpliría. Desaparecería de una vez por todas.

Se soltó con brusquedad del agarre del menor. Sentir sus manos por esos escasos segundos fueron suficientes para darse cuenta que su piel quemó al contacto, su razón se nublaba. Acabaría con lo malo, sería libre.

Lo miro una última vez, se iría al menos con una imagen de la persona que alguna vez amo, de la persona que fue su luz para luego perderse en la oscuridad que él mismo creo.

Sonrió no sabe si con tristeza o lo hizo demostrando lo roto que se sentía pero al ver el rostro del mechudo dejó de hacerlo. Con la cabeza gacha y el último recuerdo que Baji le dejó se aferró a esa imagen donde empezó todo. Le daría fin.

─Manjiro.─ dijo antes de que el rubio cenizo parta, el mencionado se quedó quieto con el pomo de la puerta en su mano ser apretado. Su corazón palpitaba fuertemente, sus ojos picaban.─ No pude salvarnos.

Y como si de cristal siendo roto se tratase se derrumbó algo dentro de su alma, su corazón fue hecho trizas y lo poco que creyó que fue esperanzador terminó siendo una ilusión que el mismo se creó. Cerro la puerta en silencio y se dirigió hasta el lugar que el creía más prudente de ir cuando tienes el corazón así.

Fue hasta su casa, la casa donde vivía con su familia, en la que se crió hasta luego partir rumbo a la desgracia. Su abuelo había dejado ese mundo hace tiempo, se encontraba completamente solo a merced del mundo.

Fue hasta la habitación su habitación donde tenía entre sus cosas personales sus valiosas reliquias. Objetos de sus seres queridos que alguna vez les perteneció.

Su cobija de bebé, la cuál su madre arropó para él. El súper héroe de juguete que su padre le dio a los tres años, la llaves de su Babu, regalo que le daría Shinichiro, el peluche que Emma que tanto apreciaba, el uniforme de la Tokyo Manji con la fotografía que se tomó con sus amigos cuando se fundó la pandilla. Y por último la única fotografía que tenía con Takemichi, solo los dos sonriendo felizmente sin pensar en que esto fuera a pasar. Lo que sostenía eran solo recuerdos que morían con él ese día.

Se arrepentía de ser el culpable de todas esas muertes, de ser una persona que no eligió bien su camino, de ser un cobarde, de esconderse tras la fuerza, se arrepentía de haber hecho que sus amigos lo odien, de ser un maldecido que perjudica a los demás, se arrepentía de no haberle dicho a Takemichi que lo amaba.

Se arrepentía de ser Manjiro Sano, más conocido como Mikey.

Sacó de un cofre una pistola cargada, una bala. Jugaría a la ruleta, si la bala salía a la primera sería una muerte rápida. Si no, lo haría hasta que salga. Ya no deseaba respirar.

Sus ojos se cerraron al presionar el gatillo. Había ganado.




N.a

Uff, tarde pero aquí está. Disculpen si sale este día atrasado pero estuve de viaje y fue sorpresivo, pero acabé. Iba a ser más largo pero no me alcanzaba el tiempo, pero creo que se da entender mi idea.

Si me dolió escribir pero cuando leí el capítulo donde le pegaba a Michi si sufrí, y que mejor idea que esta.

Final abierto, pero ya saben no.

Gracias por leerme. ♡

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