❪ ii ❫⠀━━━━ el niño rubio y molesto
﹙⚠︎ᵎ ─────── CAPITULO 2.
┃the blonde and annoying boy.
• • • • • ꗃ skinny fox. 🦊🧡
Sentada en otra butaca de la sala mucho más grande que la de antes, de seda gruesa y roturas, y observando la estrecha espalda de Jorge que ha vuelto a acercarse a su mesa de operaciones, escucho bullicio por debajo de nuestras cabezas.
Escucho entonces que se acercan más pasos de lo normal, por lo que comienzo a agobiarme. Lenta pero rigurosamente, suelo preocuparme más de lo debido. Brenda suele decirme continuamente que debería de estresarme menos por las cosas, pero es inevitable e imposible para mí, después de todo, viviendo en un mundo tan destrozado cómo este, mantener la cordura resulta una misión inviable.
Cabeceando, me pregunto porqué razón Brenda no los ha echado desde la entrada, como solía hacer de vez en cuando sin permiso de nuestro líder. Por seguro son unos estúpidos gallitos, eso pienso mientras muerdo mis uñas.
Brenda está subiendo las escaleras; reconocería sus pisadas en cualquier parte. Y mientras comparto una mirada de desconcierto, enfrascando algo de temor, con Jorge, finalmente los trae mi amiga.
—Jorge, ya están aquí —anuncia ella, rápidamente corriendo hasta mi lado.
Entonces, todos ellos se muestran entre nosotros mientras Jorge parece ocupado atendiendo la vieja radio. Sin embargo, no dura mucho y suspirando, deshace su atención de ella mientras caen rayos en el exterior y, por mi parte, me permito darles una intensa mirada a todos ellos.
Quienes, claramente, se ven abrumados por toda nuestra gente que se aposta tras ellos como fieles perros guardianes, aunque sería más bien mejor llamarlos depredadores; para nadie después de todo, es ningún secreto que siempre se han interesado por querer ocupar el puesto de Jorge. Aunque claro, hasta el momento nadie ha sido capaz de conseguirlo.
Lo cual, no es que ayude mucho a la tensión recurrente en el trabajo.
Los transeúntes no son más que un grupo de jóvenes, probablemente cercanos a la edad de Brenda y de la mía, aunque con aspecto y miradas más desconcertadas y asustadas. Es un grupo de entre cinco a diez y entre ellos, sólo hay una chica. Tiene el cabello oscuro, rostro afilado y ojos azules, claros, parecidos a los míos. Ella no deja de mirar al chico que está al frente de todos, quien tiene rostro de cachorro perdido, cabello castaño y ojos dulces.
Brenda sonríe a mi lado, y sé que se ha quedado totalmente encantada con el chico; por alguna razón, solo me dedico a voltear los ojos porque esto es algo normal en mi amiga. Suele prendarse de cualquier tío que resulte su tipo y, casualmente, este chico lo es.
Por los demás, al de cabello castaño, lo acompaña uno más pequeño con un cabello mucho más claro y pecas sobre el rostro. Retuerce sus manos con fuerza, nerviosismo, y resulta desconcertante la diferencia de aspecto que choca con otro chico allí cerca, de aspecto asiático y cabello descolocado y oscuro. Al resto no puedo prestarles la suficiente atención cuando Jorge les llama la atención. Su voz grave retumba por la habitación.
—¿Nunca sentís que el mundo está en vuestra contra? —Eso es lo primero que pregunta, mientras Brenda se carcajea por lo bajo. Sabemos que esto es sólo un juego del hombre.
Ellos comparten miradas confusas entre ellos, claramente sin idea de qué responder; pero Jorge no se detiene con eso. Avanza a paso suelto y continúa con su querido show.
—Tres preguntas —dice, agarrando una copa con una botella medio vacía de vodka, o algo parecido a eso—. ¿De dónde venís? ¿A dónde vais? ¿Cuál es mi beneficio?
Por supuesto, eso es algo en lo que también estoy interesada. Después de todo, uno no puede entrar a este mundo sin pagar un precio o dar algo a cambio.
Sin embargo, de nuevo, ninguno de ellos parece dispuesto a colaborar, porque siguen mirándose unos a otros, desconcertados y Jorge habla con humor. A mí por lo menos, me relaja, porque eso significa que sigue de buen humor y realmente, ver de malas greñas al hombre no era algo divertido. Lo sé por experiencia.
—¡No contestéis todos a la vez!
Pero, eso parece reaccionar al de cabellos castaños y ojos de cachorro. Se adelanta unos pocos pasos, luciendo una pesada mochila a su espalda.
Entonces informa de qué se dirigen hacia las montañas, a buscar al Brazo Derecho.
Brenda de inmediato mira hacia Jorge, interesada y yo me arrugo los ojos, estrechándolos contra las yemas de mis dedos, sabiendo lo que se viene. Hemos hablado del tema y detesto que esta pequeña llama haya despertado ese interés de nuevo en mi amiga.
Hago una pequeña mueca, mientras Jorge se burla de ellos.
—A buscar fantasmas, querréis decir.
Luego vuelve a instalarse el silencio, mientras regreso a morderme las uñas y Jorge sigue acercándose a ellos. Ya que, claramente han evitado contestar las otras preguntas.
—Pregunta número dos. ¿De dónde venís?
De nuevo, esa extraña conjunción de esquivas miradas y claramente, ese chico de rasgos asiáticos se hace el gallito. Como suponía desde que lo vi entrar a la sala.
—Eso es cosa nuestra —dice, como si no supiera lo peligroso que es soltar cosas como aquella en territorios ajenos.
Lo siguiente es bastante previsible, ya que esa no es la respuesta que Jorge quiere; manda una señal imperceptible, agarran al de ojos dulces y atontados, y lo obligan a ponerse de rodillas mientras también los agarran con los brazos. Este, no deja de gritar y patalear y con una orden silenciosa, doy un empujón a la cintura de Brenda para que salte hacia el chico.
El hombre entrecano y que me salvó de pudrirme en las afueras, muestra una mueca de suficiencia y orgullo.
—Llorica, cierra el pico. —Eso por supuesto, lo suelta mi casi hermana.
Quien agarra con aprensión los cabellos castaños y registra algo del cuello del chico extraviado. Un momento más tarde, su rostro me lo dice todo y me pongo de pie, boquiabierta. No podía ser real; pero claro, Brenda jamás jugaría con algo así.
—Tenías razón —dice y Jorge comparte nuestro rostro de sorpresa.
No veo lo que hace, pero se coloca unas gafas y revisa el aparato que le ha dado en la mano Brenda. Pero una nueva sonrisa se ensancha en sus labios y rasgo la superficie principal de mis cortas uñas. Sé lo que significa.
—Lo siento, hermano. —Ahora se dirige hacia el chico que antes estaba en el suelo, ahora de pie e igual de perdido que antes—. Estás etiquetado.
Y por supuesto, tras hacer una pausa melodramática, suelta: —Venís de CRUEL. Lo que significa, que sois muy valiosos.
Brenda es la que parece la más ilusionada con este tema, a diferencia de mí, que aprovecho ese ambiente tenso para beber un poco de mi alforja colgada de la cintura. El agua me calma un poco, pero no lo suficiente porque no puedo dejar de pensar en lo que se viene.
Sobre todo cuándo todo se agita, los secuaces de Jorge los agarran y los comienzan a sacar de la habitación. Mis dedos rodean la botella metálica con agua, sintiendo algo de lástima; ya que, muy ciertamente, habrían llegado aquí a esconderse, a refugiarse y, claramente, sin esperar que los precios de sus cabezas nublaran la compasión de cualquiera.
Ellos gritan, patalean, se sacuden, pero los van sacando uno a uno; empezando por el de ojos dulces y cabello castaño. Es entonces que cuando Brenda se acerca a Jorge, para hablar de este nuevo tema que nos concierte, uno de ellos cae al suelo. Los hombre se ríen, escucho que lo llaman por delante, sin poder ver bien qué le ha pasado, pero..., Yo reconozco su temblor de manos, esas pequeñas grietas en sus labios y deteniendo a los que se le acercan para seguir arrastrándolo por la fábrica, me agacho al frente y le tiendo mi botella de agua.
No pienso muy bien en lo que hago, en realidad; pero no he podido quedarme de brazos cruzados; ya que sí algo recuerdo de mi madre, a la que me vi obligada a perder a la fuerza, es que no hay porqué ser un desalmado en este mundo en que todos necesitan algo de ayuda.
Mis dedos se cruzan con los suyos, bastante más grandes y tersos, que sostienen la bebida con fuerza para dar dos gruesos y largos tragos. Siento miradas a mi espalda y sé que provienen de Jorge y Brenda; aunque ellos me conocen, para ellos resulta extraño mi forma de actuar la mayor parte de las veces.
Pero los ignoro a todos, incluso a los secuaces que llaman mi acto como «patético».
El chico de cabellos rubios, agitados y de piel blanca y tersa, deja de beber con una tos ahogada y sonriendo, trato de hacer algún comentario ingenioso.
—Cuidado no te vayas a ahogar. —Por supuesto, cuándo nuestros ojos se cruzan, el resto de palabras mueren en mi boca.
—G-Gracias... —Y parece que le pasa lo mismo que a mí.
Entonces, siento un desagradable fresco recorrerme de pies a cabeza cuándo su rostro lleno de agradecimiento, se transforma por completo en una llena de sorpresa, de confusión, de un lío completo de emociones a las que se me resulta imposible poner nombre.
Mi cabeza da vueltas al ver que sus pómulos cogen algo de calor y comienza a mirarme de arriba abajo, analizándome, de una manera que me hace sentir extraña. Mi muñeca es agarrada con fuerza, cuando intento que me regrese la bebida; sus dedos se aprietan con fuerza, y son bastante más cálidos de lo que esperaba en un principio. Además, cuando me habla, sus labios parecen haber cogido algo más de vida.
—Entonces, ¿eres real? —Y me siento tan desconcertada por la pregunta, que la nube de mi cabeza se disipa y hablo por pura reacción natural.
—Que yo sepa sí —respondo, obligada a colocar mi mano libre en el asfalto mohoso cuando tira de mí, para acercarnos.
Por alguna razón, no me incomoda que invada mi espacio personal, pero sí me resulta desconcertante. Su forma de mirarme, casi esperando que fuera a desaparecer en cuestión de segundos, me hace dudar de lo que está pasando.
Sus labios se fruncen suavemente y con los ojos brumosos, suelta: —¿No me recuerdas? Yo te he visto siempre en mis sueños.
Y entonces, separo nuestras manos de golpe, arrebatándole la botella. Él parece despertar un poco de su estupor pero con una sonrisa fría, entiendo que solo era alguna trama para liarme la cabeza. Quizás solo para enrollarse con alguien en esos tiempos oscuros; mi cabeza se sacude, incapaz de creerme lo fácil que he caído y me levanto, seguido de él.
—Te llaman galán, ¿no?
Pero entonces, mientras lo arrastran con fuerza y sus pies trastabillan varias veces por el brusco movimiento, su rostro decaído, triste y pensativo, me hace pensar que es algo más. Me hace pensar que estoy equivocada y que, en realidad, no venía con esas intenciones.
Incluso cuando Brenda me llama a mis espaldas, no puedo sacudirme la imagen de mi cabeza de sus ojos brumosos y de su rostro desconcertado.
🍂 ----- ELSYY AL HABLA (!)
muchas gracias por esperar esta historia y por darme todo su apoyo.
dios mioooo, finalmente les llegué con la continuación. como los amo, ¿han sentido su química? yo desde kilómetros, omgggg, y tan buena ophelia, ajaja. pronto veremos maaas :3
sin más que decir, espero que disfruten y gracias, gracias a todos los que leen y se quedan conmigo.
los ama, su wondergirl. 🧡
🪸🦊
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro