⠀❪ i ❫⠀━━━━ extraños en el desierto
﹙⚠︎ᵎ ─────── CAPITULO 1.
┃strangers in the desert.
• • • • • ꗃ skinny fox. 🦊🧡
Desierto. Arena. Calor.
Esas son las tres cosas a las que estoy acostumbrada desde hace varios años.
Mis pies se hunden en la arena ardiente, y las plantas de los pies me duelen. No estoy segura de cuanto llevo andando, pero el camino hoy hacia nuestra guarida de siempre se me hace más dura que cualquier otro día. No sé porqué.
Las bolsas a nuestras espaldas, de botines encontrados por suerte me pesan más que nunca.
Desde esta mañana me he despertado con una mala sensación mordiéndome en el cogote. Demasiado estrés, me digo, pero en el fondo no lo creo. Me acomodo entonces la bufanda de mi rostro para que el aire caliente no me dé en la cara, más fallo considerablemente. Hoy el ambiente está más revuelto, y eso nunca trae nada bueno. Toso un poco cuándo me trago arena, inevitablemente.
Mi compañera se ríe de mí, quien lleva mucho más tiempo que yo en estas expediciones.
—¡Pierdes el tiempo, Offy! ¡El sabor no desaparecerá! ¡Parece que nunca te acostumbras a nuestro mundo, cielo! —Y esa es Brenda.
Mi mejor amiga, mi hermana, mi aliada en este lado del mundo. En el único lado del mundo que conozco desde hace mucho tiempo y del que estoy agradecida de pertenecer.
Si no hubiera sido por ella y por Jorge, que es algo así como el padre de Brenda, habría estado perdida. De verdad.
—¡Sin ti nunca, nena! ¡Tú eres mi mundo! —grito lo mejor que puedo.
Y ella se vuelve a reír, pero reconozco su hundimiento de hombros mejor que nadie y sé que la he avergonzado. Aún así, no me arrepiento. Ella suele tener muchas capas encima y yo soy la única persona, a excepción de Jorge, que logra escarbar hasta el fondo.
Ella también, aparte de Jorge, son mi única debilidad. Después de todo, son así como mi familia.
Pero claro, eso nunca lo decimos ni lo dejamos en claro, porque asegurar al mundo que tienes alguien que te importa, es clavarse una diana. Por mucho que nos vean juntos, hacemos pensar al mundo que solo tenemos relaciones extraoficiales. Aunque tras las paredes, sea mucho más cercana de lo que otro llegaría a imaginarse.
Atravesamos sin más demora toda aquella turbulenta arena, masas de nieve amarilla y el aire seco comienza a quemarme la garganta. Las ráfagas de viento arrastran polvo que me raspa la piel, recordándome que este mundo ya no es lo que solía ser. Brenda ahora se sitúa a mi lado.
Su rostro ahora refleja un poco de cansancio, después de todo, hace ya varias horas que hemos salido a por escasas reservas y algún que otro tesoro que pudiésemos encontrarnos por suerte.
—¿Cuánto falta? —pregunto, forzando mi voz a superar el silbido del viento.
Brenda me mira de reojo, y sus labios secos forman una sonrisa apenas perceptible.
—¡Ya estamos llegando!
Me cuesta creerla, porque a pesar de que es un camino que sabemos de memoria, de nuevo, se me hace más largo que nunca. Aunque la tranquilidad con la que habla siempre consigue calmarme. Pero mi cabeza vuela, hacia la posibilidad de encontrarnos con algún Crank, que no es más que un humano sin humanidad en absoluto.
Siempre he temido que salgan de cualquier parte, ya que pueden estar acechando en cada sombra, en cada rincón y, lo que me da más miedo, es no poder proteger a Brenda.
Ella puede ser muy buena con sus pistolitas, como suele asegurar, pero nadie me supera a mí en peleas cuerpo a cuerpo. Mi madre se encargó de enseñarme lo suficiente antes de dejarme. Todavía pienso en ella; básicamente a todas horas. Me duele haberme marchado de su lado, de haberla dejado sola..., pero fue petición suya. No quería que la viese consumida en la enfermedad. Siento que las lágrimas acuden y me fuerzo a seguir adelante.
Después de todo, ahora mismo no es tiempo para llorar.
El terreno se vuelve más irregular, con rocas y escombros esparcidos por todas partes. Las ruinas de la ciudad, que en algún tiempo atrás se alzaron majestuosas, ahora son solo espectros de lo que alguna vez fue la civilización. Odio pasar por aquí, sobre todas las cosas.
Porque nos podemos encontrar con cualquier cosa; Cranks, bandidos, humanos apenas transformándose. No tengo ni idea de qué cosa es peor.
Brenda y yo nos movemos con cautela, evitando hacer cualquier ruido innecesario. Pero mirando hacia aquel cielo cubierto, sé que hay algo en el aire, además del polvo, que me pone los pelos de punta.
Nos parece escuchar ruidos por todas partes, pero sin ánimos de distraernos, tomamos otro atajo que nos acercará todavía más al lugar a donde vamos.
—Démonos prisa, Offy. Si tardamos más, por seguro Jorge comenzará a preocuparse.
Asiento ante las palabras de mi amiga, mientras me trago el nudo en la garganta. Brenda se adelanta y guía nuestro camino, es la más experimentada. Ambas suspiramos y enfrentamos la otra hora y media que nos queda por delante.
Entonces, un rato más tarde y después de incontables descansos, por fin llegamos.
El lugar, nuestro refugio, sigue estando como lo recordamos. A veces nos da miedo irnos y no encontrar nada al volver; nunca se sabe en quién uno decide confiar.
Pero ahí está: un edificio a medio derrumbarse, oculto por una cristalera de gran tamaño. Me sorprende que su estructura sea capaz de mantenerse en pie a pesar de estar casi en ruinas.
Brenda y yo nos escabullimos por una ventana rota, que no es más que nuestra entrada especial y entre las sombras, nuestras siluetas descansan rociadas de polvo y escombros. Conocemos el camino como la palma de nuestra mano, y sobre todo que Jorge y su gente (nuestra) no tolera a los extraños. Atravesamos nuestra medida de seguridad, que no son más que otros Cranks atados para alejar a los indeseables y mantener la fachada, y tras dejarlo atrás, Brenda suelta un silbido bajo pero potente. Algo que es como un sonido característico, que solo los de nuestro grupo conoce.
Mientras nos deshacemos de los restos de arena, atravesando el espacio convertido en refugio, unos segundos más tarde no tarda en aparecer un hombre. Se asoma por dos pilares rotos. Es flaco y sucio; además tiene el cabello pegado por el sudor y sus ojos brillan con desconfianza. Me tenso nada más sentir su mirada clavada sobre mí, pero Brenda sabe controlarlo.
—Hola, Hank. Traemos cosas nuevas, llevamos hasta Jorge —pide mi amiga, con voz severa.
Ya no sonríe como antes.
Entonces y como ha pedido Brenda, Hank nos hace un gesto para que lo sigamos. Nos seguimos adentrando en el edificio, en donde las luces improvisadas parpadean de manera intermitente, además, iluminando un interior polvoriento y no en mejor estado que por las afueras.
De todas maneras no tardamos en integrarnos con el resto de la gente, que se mueven por los pasillos con rostros endurecidos por la vida que uno lleva en tierras devastadas como esta. Aunque nadie nos presta mucha atención, no se me pasan algunos saludos.
La gente suele regañarme por siempre mostrar una sonrisa, suele decirme que soy muy confiada y positiva, pero no puedo cambiar. Mi madre se decepcionaría si lo hiciera. Por lo que hasta ahora, sigo dedicando mis sonrisas a todo el que me encuentro.
—Jorge está en el piso de arriba, como siempre —explica Hank, sacándome de mis pensamientos, mientras sacude grasa de sus manos—. Aunque con su humor, no estoy seguro de si deberían subir, niñas.
Brenda se permite soltar una risa vacía.
—Tú solo dejanos, Hank. Ya conocemos el camino.
Y sin nada más que decir, Hank hace una mueca y se devuelve hacia el pasillo. Brenda y yo compartimos una mirada y sin esperar, subimos por las escaleras deterioradas. Mis piernas comienzan a temblar a medio camino, probablemente debido al cansancio. Necesito un descanso, pienso, mientras veo que Brenda mantiene su cabeza en alto.
En eso sí se diferencia de mí. Es mucho más tozuda que yo.
Cuando finalmente llegamos a la puerta del piso superior, como es costumbre, Brenda abre la puerta de par en par y ambas entramos como las reinas de la casa.
Jorge nos recibe de inmediato, con una alegre sonrisa bailándole sobre los labios al vernos.
—Brenda, Ophelia, por fin —comenta con una fuerte voz que resuena por toda la habitación. Después, su delgada pero fuerte figura, aparece enfrente nuestra—. ¿Qué me habéis traído?
Tras un abrazo rápido por ambas, enseñamos nuestras pocas reservas (ya que la comida escasea) y demás tesoros que, por supuesto, al hombre le encantan. Nos da agua y algo de comida y varias horas más tarde, la noche cae en el desierto.
La oscuridad afuera es absoluta, y el silencio solo es roto por los murmullos de abajo, preocupados por casi todo lo que nos puede estar acechando fuera de las paredes de nuestro escondrijo.
Ahora, tras una ligera conversación sobre nuevas rutas que podríamos explorar, estoy tirada en una silla vieja cuando Brenda se levanta de un sofá igual de desgastado, para tomar un par de prismáticos de la mesa de oficina de Jorge y observar a través de las enormes ventanas de la sala.
Jorge la mira con curiosidad.
—¿Qué estás buscando, Brenda?
Y ella tarda en contestar, porque no es más que una rutina. Tanto, que se vuelve preocupante.
—¿Bren? ¿Qué pasa ahí fuera?
Ella nos devuelve una mirada agitada y, al mismo tiempo, emocionada.
—Hay movimiento —explica—. Un grupo, bastante pequeño, viene hacia aquí.
Me levanto de la silla de inmediato, notando la adrenalina recorrer mis venas. Esas nunca son buenas noticias. Miro a Jorge, esperando alguna orden, pero él solo se dedica a observar a Brenda con esa expresión paciente.
—¿Amigos o enemigos?
—Por eso mismo voy a salir a recibirlos. Ya vuelvo. —Brenda se me adelanta y a pesar de que está emocionada con la idea, la detengo de un brazo.
—Manda a otro, Bren. No sabemos quienes son. Podrían ser peligrosos. —Pero como siempre, no me escucha.
—Solo son extraños en el desierto, que probablemente anden desubicados. No te preocupes, Ophelia. —Después sale escopetada de la habitación.
Yo me quedo más insegura que antes, pero Jorge no tarda en aparecer a mi lado. Sujeta uno de mis hombros y aunque me recomienda estar tranquila, no puedo dejar de pensar en nuestros nuevos visitantes.
🍂 ----- ELSYY AL HABLA (!)
muchas gracias por esperar esta historia y por darme todo su apoyo.
amo demasiado a mi bebé ophelia. creo que está bastante bien para el comienzo y, oh dios, el edit de arriba me tiene emocionada. tengo ganas de que ya se vean ophelia y newwwt, desde su primer encuentro, newt será todo un galán.
sin más que decir, espero que disfruten esta historia como todas las que hago y gracias, gracias a todos los que leen y se quedan conmigo.
los ama, su wondergirl. 🧡
🪸🦊
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro