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( 05 ) ⁝ 𝐓𝐇𝐄 𝐄𝐍𝐃 𝐎𝐅 𝐀 𝐅𝐀𝐈𝐑𝐘 𝐓𝐀𝐋𝐄

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El final de un
cuento de hadas

〔 ... 〕

EN ALGÚN LUGAR DE LONDRES
12 DE DICIEMBRE DE 1814
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¿Han notado cómo los hombres solteros están cayendo uno por uno ante las garras del amor? Este clima debe ser el culpable, ¿no lo creé usted así? Parece que estamos en una era de compromisos y matrimonios, y todo gracias a las damas más astutas y decididas en conquistarlos.

Pero, no se engañen, pues no todas las parejas son felices y algunos secretos están empezando a salir a la luz. Aunque reconozco que siempre me he divertido con los chismes de la alta sociedad, no puedo evitar sentir que algo está cambiando en el aire. ¿Será que el amor genuino aún tiene cabida entre tantos intereses egoístas?

Solo el tiempo lo dirá, queridos lectores. Mientras tanto, sigan disfrutando de las fiestas que nos ofrece este apasionante mundo social.

CRÓNICAS DE SOCIEDAD DE LADY WHISTLEDOWN
11 DE DICIEMBRE DE 1814

DEMONIOS, ERA UN IDIOTA. Friedrich escolto a la señorita Eliana Bridgerton de vuelta al salón de baile, le hizo una baja inclinación de cabeza y luego la dejó allí sola. Él notaba con cada fibra de su ser cómo su mirada intensa le penetraba la piel, casi como si fuera una llama ardiente sobre su espalda. Luchando con ferocidad contra el impulso irrefrenable de volverse y envolverla entre sus brazos, imaginándola junto a él mientras danzaban toda la noche, provocándole sonrisas y conversaciones que dejaban ver una personalidad mucho más compleja e interesante de lo que él jamás había considerado posible.

¿En qué estaba pensando al besarla en el jardín?

Ella a punto de descubrirlo, lo sintió en sus entrañas. Pero los copos de nieve danzando en el aire crearon una ilusión mágica que le salvaron de un bochornoso descubrimiento, ocultándolo de su mirada aguda. Apretó fuerte los puños, conteniendo la tensión que palpitaba en su interior, y descendió con paso firme hacia el vestíbulo para recoger su abrigo y su sombrero. Ya no podía seguir ocultando quien era bajo una máscara, el experimento había terminado, aunque le había costado mas de lo que quería admitir dejar salir a la luz su verdadero ser esta noche. La mascarada había llegado a su fin y era hora de dejar atrás las sombras para volver a la normalidad.

━━Buenas noches, mi señor ━━dijo el mayordomo abriéndole la puerta━━ ¿Quiere que mande a llamar su carruaje?

━━No hace falta ━━El hombre asintió con la cabeza y él se dirigió hacía la profundidad de aquella noche nevada. Sólo cuando se alejó lo suficiente de la casa se quitó la máscara de lobo y la sustituyó por un sombrero de copa y su bufanda.

En realidad, no tenía un carruaje esperando. El único que tenía a su disposición estaba decorado con el escudo real de su monarquía, así que en su lugar había pagado un coche de alquiler para que le llevara al baile. Podría llamar otro en ése momento, pero era satisfactorio estar bajo la nieve. Su abrigo lo mantenía caliente y sus botas crujían en la fina capa de hielo del piso de asfalto. Las luces de gas eran manchas borrosas que bordeaban la calle y el cielo tenía un brillo luminoso. Entrecerró los ojos en la nevada, que parecía interminable y una repentina oleada de nostalgia lo invadió.

Pero no una añoranza del palacio de Berleburgo, sino de su infancia, cuando la vida era sencilla y las festividades de invierno eran una época de puro placer, antes de que lo enviaran a un internado y aprendiera por las malas que mostrar alegría (o cualquier emoción) era una debilidad digna de ser azotada. Esta noche, sin esperarlo, se permitió bajar la guardia. La simple acción de ponerse una máscara y dejar atrás su título le dio la libertad de dejar que el niño que llevaba dentro asomara tímidamente a la superficie para sonreír sin reservas, entablar conversaciones abiertas y bailar con alegría desbordante.

Y besar a Eliana Bridgerton.

Si solo hubiera sido consciente antes de que ella poseía una belleza mucho más profunda de lo que aparentaba, habría buscado conocerla. Sin embargo, tras el desafortunado conflicto con Lady Peony, su oportunidad se esfumó antes de poder siquiera preguntar si la tenía. Su opinión sobre el Príncipe Friedrich estaba firmemente arraigada, y si llegase a descubrir cómo la había engañado esta noche, el odio hacia él se intensificaría. Para ser honestos, nunca fue su intención engañarla; al principio, ni siquiera la reconoció cuando se acercó, pero poco a poco se dio cuenta cuando observó detenidamente sus ojos, esos ojos que solo recordaba con miradas de desaprobación. Un suspiro escapó de sus labios, flotando en el aire frío como un penacho de frustración.

A pesar de todo, había tenido al menos una noche en la que pudo escapar por fin de los grilletes del principado. Fue un cuento de hadas encantado; donde el lobo encontró refugio en la sonrisa cálida de Caperucita Roja, pero finalmente la dejó ir para regresar a su mundo salvaje y solitario en el bosque. De repente, el ruido sordo de unos cascos lo sacó de su ensueño, y la silueta oscura de una berlina emergió del fondo de la calle. Friedrich la llamó para abordarla, y se dio cuenta de que era inútil seguir dando vueltas en la nieve en busca de lo que perdió.

El cuento de hadas llegó a su fin.

De vuelta en sus aposentos, Reece tomó su abrigo, y su sombrero, meneando la cabeza ante el lamentable estado de su máscara.

━━La humedad está haciendo que las costuras se abran. ¿Qué estaba haciendo, su alteza? ¿Llevando la cosa bajo la nieve?

━━Sí ━━respondió Friedrich sin dar mayores detalles━━. Arréglalo lo mejor que puedas. Y tráeme un brandy. Estaré en mi estudio.

Se dio cuenta de que su ayuda de cámara quería saber más sobre sus aventuras en la Mascarada del Solsticio de Invierno, pero Friedrich no quería hablar de nada en ese momento.

«Deja de rumiar» le decía su hermana. «De verdad, Freddy, eres un caso perdido»

Luego se burlaba de él para sacarlo de su estado de ánimo, llamándolo con toda clase de nombres ridículos hasta que no podía evitar reírse. Pero Madre se había llevado a Margret y se había mudado lejos. Y aunque ahora llevaba más de un año en Londres y las veía a ambas una vez a la semana durante la hora de la cena, nunca había podido recuperar esa cercanía. Su hermana se quedaba casi siempre callada, mientras que su madre le hacía saber las constantes y pequeñas formas en que él la decepcionaba.

Reece trajo su brandy y Friedrich bebió un trago, mirando fijamente al fuego. Entonces su ayuda de cámara pronunció repentinamente:

━━Indudablemente, ella debe ser toda una mujer.

Friedrich levantó sus ojos, llenos de curiosidad. ━━¿Qué te lleva a pensar que mi estado de ánimo se encuentra relacionado con una mujer? ━━preguntó intrigado.

La sonrisa irónica de Reece se dibujó en su rostro mientras respondía:

━━Reconozco esa mirada, su alteza. Yo mismo la he portado en más de una ocasión. Pero la verdadera pregunta es, ¿qué planea hacer al respecto?

Nada, fue su primer impulso. Y sin embargo, daría mucho por volver a ver a Eliana Bridgerton. Ella era la musa de sus pensamientos, una llama que lo consumía a la vez que lo hacía sentir cómodo. Nunca antes había sentido esta calidez y deseo apasionado por conocer a alguien a fondo; en cuerpo, mente y alma. Ella lo había confundido tanto que tuvo que huir del baile, pero seguía ardiendo en su mente y corazón, y tal vez, solo tal vez, podría tener otra oportunidad para descifrar sus misterios si se armaba con un poco de valor. Con el brandy ardiente descendiendo por su garganta, y la emoción en su pecho como brasas incandescentes, Friedrich tragó. El fuego del deseo y la curiosidad aún ardía en él.

━━¿Cuánto tiempo permanecerá este tinte en mi pelo?

La sonrisa de su ayuda de cámara se hizo más profunda. ━━El color permanecerá uno o dos días más antes de que comience a desvanecerse notablemente.

━━Bien entonces. Creo que el Príncipe Friedrich va a seguir enfermo al menos un día más. Procura cancelar mis citas.

Sumido en la incertidumbre y sin vislumbrar la importancia de un día más, él se debatía en un dilema trascendental. En algún rincón de su ser, intuía que permitir que el dulce fuego, encarnado en el nombre de Eliana Bridgerton, se esfumara de su vida, sería un pesar eterno e irremediable. Como una estrella fugaz que parpadea en la noche, ella había iluminado su camino, pero ahora se veía en peligro de perderla. Y ése error sería algo de lo que se arrepentiría para siempre.

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ღ 𝒥enny Lu ღ

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