( 04 ) ⁝ 𝐖𝐈𝐒𝐇𝐄𝐒 𝐔𝐍𝐃𝐄𝐑 𝐀 𝐒𝐍𝐎𝐖𝐘 𝐍𝐈𝐆𝐇𝐓
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❛ Deseos bajo una
noche nevada ❜
〔 ... 〕
LONDRES, BAILE DE INVIERNO
12 DE DICIEMBRE DE 1814
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Es un verdadero placer volver a encontrarme con ustedes en esta nueva temporada invernal. Como siempre, he estado al tanto de todos los hechos y chismes que han ocurrido en el trascurso del año y tengo una observación que compartir...
CRÓNICAS DE SOCIEDAD DE LADY WHISTLEDOWN
11 DE DICIEMBRE DE 1814
CUANDO SUS MIRADAS se encontraron, Eliana se sumergió en el azul profundo de los ojos de aquel hombre reservado. Se preguntaba qué le estaba sucediendo. Él no era el tipo de caballero que había imaginado conocer aquella noche, o incluso nunca. Sin embargo, un alboroto repentino en la puerta de la sala de refrigerios interrumpió su reverie. Al girar hacia la fuente del ruido, sintió un alivio momentáneo y una decepción simultánea al descubrir a un joven caballero entrando corriendo, con las mejillas sonrojadas y el cabello húmedo, sin máscara que ocultara sus rasgos.
━━¡Está nevando! ━━anunció en voz alta━━. ¡Bonitos y grandes copos, además! Perfectos para pedir deseos. Salid todos.
━━Lord Whitcomb ━━explicó Eliana━━. Siempre buscando la diversión en todo. Sin duda, él y sus compinches han preparado un montón de bolas de nieve para acribillar a los incautos.
Los labios del Conde Nikolai se movieron en una sonrisa. ━━Si acaba de empezar a nevar, dudo que haya podido reunir suficiente munición. Ahora es el momento perfecto para aventurarse fuera y ver cómo cae la nieve. ¿Porque no salimos a disfrutar?
El hombre dejó a un lado su copa de vino, apenas habiendo tomado un sorbo, y se levantó de la mesa. Con gentileza, ofreció su brazo a Eliana, quien dudó por un momento si debía aceptar esa invitación. La rubia sostuvo su copa con lentitud mientras miraba al hombre que tenía en frente. El Conde Nikolai pareció notar su indecisión, así que se inclinó hacia ella, disminuyendo el tono de su voz para decir algo que sólo la joven pudiera escuchar: ━━Mademoiselle Roja, a pesar de mi apariencia, le aseguro que no muerdo, tampoco la atacaré con una bola de nieve. Pero me gustaría ver la nevada. Me recordará a mi hogar.
La nostalgia en su tono, más que nada, la impulsó a levantarse y a pasar su brazo por el de él.
━━Puedo preguntar, ¿cuánto tiempo ha pasado desde que visitó Kiev? ━━cuestionó ella con curiosidad.
━━Demasiado tiempo ━━fue la respuesta irónica que recibió por parte del hombre.
Ella se preguntó por un momento qué lo había llevado a dejar su hogar, pero decidió no inmiscuirse en asuntos personales. Después de todo, apenas se conocían y prefería no incomodarlo.
━━¿Supongo que ha estado viajando por Europa? ━━preguntó ella en su lugar.
━━Sí, he estado viviendo en el extranjero por algunos años. ¿Le gustaría recoger su abrigo antes de partir? ━━preguntó él, y señaló hacia el salón donde el mayordomo había cuidadosamente guardado los abrigos de sus invitados.
Ella dirigió su mirada hacia el salón y se dio cuenta de que una fila ya se estaba formando. Sacudió la cabeza en señal de negación. ━━No, no es necesario. Gracias ━━respondió con una sonrisa, agradeciendo la atención del hombre por su comodidad━━. No estaremos fuera mucho tiempo. A no ser que le preocupe su pelaje.
━━Creo que los lobos están acostumbrados a la nieve. ¿Pero qué hay de su capa? ¿No se arruinará con la nieve? ━━preguntó él preocupado, justo cuando ella se detenía en la puerta lateral que daba al jardín y le quitaba la mano del codo.
━━Eso no será un problema ━━respondió ella con una sonrisa mientras desataba el nudo de la capa. Con un aleteo de color rojo brillante, le dio la vuelta del revés y se la colocó nuevamente sobre sus hombros.
El forro era más resistente que el terciopelo de seda y rozaba suavemente sus brazos desnudos, por lo que era más conveniente para soportar la nieve. Él notaba cómo la capa empezaba a deslizarse y rápidamente cogió los pliegues para evitar que cayera. Mientras hacía esto, sus dedos rozaron suavemente el hombro de ella, lo cual le produjo una sensación de calidez bajo la piel. Con total delicadeza y aparentemente ajeno a como le afectaba su tacto, él cerró su capa y ayudó a amarrarla para que pudieran salir al exterior sin preocupaciones.
━━Es usted una mujer de recursos ━━pronunció el hombre misterioso cerca de su oído.
El cumplido la tocó como una caricia inesperada, distrayéndola de su vertiginosa reacción ante la cercanía del conde. Nunca antes había sido considerada ingeniosa o inteligente (o siquiera algo cercano a eso), palabras que solían reservarse para sus hermanas. Ella, en cambio, se destacaba por su belleza, encanto y carisma. Pero estaba cansada de que la redujeran solo a eso. Mientras el conde mantenía la puerta abierta, una ráfaga de aire fresco entró en la casa llevando consigo uno o dos copos de nieve que se derretían al instante en el ambiente cargado de aromas cálidos. Eliana ansiaba salir al exterior, donde podría respirar libremente.
El murmullo de las voces y los acordes de la música de la pista de baile cesaron abruptamente cuando el Conde Nikolai cerró la puerta detrás de ellos. Tal como lo había sospechado Eliana, no eran los únicos invitados que se habían escabullido fuera del salón para disfrutar de la impresionante vista que ofrecía la nieve. No obstante, ella no tenía motivos para preocuparse por su virtud, pues un grupo de jovencitas vestidas de flores estaban alrededor, y una pareja disfrazada de pastor y pastora se encontraba a poca distancia.
Las risas y las voces de los otros invitados se desvanecieron mientras caminaban por el sendero cubierto de nieve, envueltos en una tranquilidad que solo se veía interrumpida por sus propios susurros. Ella y el Conde Nikolai se detuvieron en un estanque y contemplaron con atención el paisaje nocturno, tomándose unos segundos para absorber la belleza que les rodeaba. Los arbustos tenían una ligera capa de nieve como el azúcar en polvo sobre un pan o una galleta, y el peculiar silencio de la nevada descendía a su alrededor. Incluso las voces de las jóvenes risueñas llegaban hasta ellos amortiguadas, aunque Eliana aún podía verlas levantando las manos hacia el cielo y sacando la lengua en un intento de atrapar los esponjosos copos que caían. Era como si hubieran entrado en un mundo diferente, lejos del torbellino y las expectativas de Londres. Un mundo en el que podían escuchar sus propios pensamientos, sus propios latidos y tomar sus propias decisiones.
Una sensación fresca llevada por un sutil sopló de brisa cayó sobre la mejilla de Eliana, era como si alguien hubiera depositado allí un pétalo suave y aterciopelado, justo debajo del borde de su máscara. Con un tono juguetón, el Conde Nikolai la instó a pedir un deseo antes de que el delicado copo de nieve se derritiera en su piel.
━━Deseo...
En un movimiento rápido, él colocó un dedo sobre sus labios, emanando un calor que parecía abrasar su boca. Eliana se sobresaltó al sentir ese contacto inesperado y lo miró con desconcierto. En su mente, se preguntaba qué significaba ese gesto. El rostro del Conde Nikolai permanecía impasible, pero sus ojos penetrantes parecían escudriñar su alma. En ese instante, en el fondo Eliana se dio cuenta de que estaba a merced de un hombre cuyo dominio sobre ella iba más allá de lo físico.
━━No lo diga en voz alta, o no se hará realidad. ¡Deprisa! ━━El Conde Nikolai retiró el dedo de su boca. Y aún así la sensación de su tacto perduró, como una gota de brandy ardiendo en sus labios.
Con todo el ardor de su corazón, Eliana anhelaba encontrar a alguien que la amara por quien era realmente, no por las suposiciones que otros hacían sobre ella. Quería ser valorada por su autenticidad, no por su apariencia o su posición social. Cuando abrió los ojos tras formular este deseo con fuerza y determinación en su mente, notó que el hombre frente a ella la miraba con fijeza. ━━Vaya, eso parecía realmente un deseo temible. No me gustaría estar en su lista de enemigos.
El sonrojó que encendió las mejillas de la Bridgerton debió de derretir el copo de nieve ante su ocurrencia. Pero pronto aclaró las cosas: ━━No era ese tipo de deseo.
Incluso detrás de la máscara, ella podía intuir un cambio de expresión en su cara, y tal vez un gesto de admiración en sus ojos. ━━En ese caso, creo que me gustaría ser su amigo.
━━Tampoco era ese tipo de deseo ━━dijo ella con acritud. Aunque tal vez lo fuera. No es que fuera de su incumbencia━━. ¿No va a desear usted algo?
━━¿Qué le hace pensar que no lo hice ya?
Ella apretó su capa alrededor de sus hombros. ━━¿De qué sirve este juego si no sabes lo que la otra persona ha deseado?
Él dejó escapar un suspiro, con una bocanada de humo blanco en el aire cargado de copos de nieve. ━━Muy bien. Le diré el mío, pero entonces no se hará realidad.
━━Eso no lo puede saber. Los deseos son mágicos ━━La nieve que se arremolinaba suavemente a su alrededor parecía bailar en concordancia.
━━Verá que tengo razón ━━Con una inclinación autodespectiva de sus labios, se inclinó hacia delante y bajó la voz cerca de su oído━━. Mi deseo fue poder darle un beso.
Eliana Bridgerton, como una señorita bien educada que era, debería haberse despedido con las buenas noches y regresado adentro. Sin embargo, esa noche se encontraba agotada de representar siempre el mismo papel de la jovial y correcta señorita Bridgerton. En ese instante, en esa ocasión, estaba dispuesta a asumir la identidad de una nueva versión de sí misma: Mademoiselle Roja, audaz, seductora y un poco traviesa.
El grupo de señoritas ya había regresado a la casa, dejando el jardín vacío, iluminado únicamente por borrosas sombras cobijadas bajo la espesa nieve. Pero todavía quedaban algunas personas rondando no muy lejos de ellos. A pesar de ello, Eliana se aventuró a dar un paso hacia adelante hasta que su cuerpo rozó el suyo. Si bien podría considerarse una imprudencia, ella no sintió miedo ni arrepentimiento ante tal audacia.
━━Le dije que los deseos son mágicos... ━━murmuró ella, inclinando su cara hacia arriba━━. Yo se lo concedo.
Con un jadeo que denotaba su intención de discutir, él se acercó a ella y antes de que pudiera reconsiderar lo que estaban haciendo, presionó sus labios contra los de la joven. La reacción de Eliana fue inmediata, sus manos se apoyaron en los hombros de él mientras éste se inclinaba hacia ella, sintiendo cómo sus sentidos se agitaban como copos de nieve en una ventisca de invierno. Suavemente, ella separó sus labios y la lengua del hombre se adentró en su boca, regodeándose de la calidez y el deseo mezclado con el sabor a clavo y naranja.
De repente, en un rápido y sorpresivo movimiento, él la apretó contra sí mismo. A pesar de que la máscara de lobo que adornaba su rostro chocó contra la suya, ella no sintió molestia alguna. Todo aquello palidecía frente a la increíble sensación del beso. Una oleada de chispas recorrió su cuerpo como nieve cayendo, apresadas en su interior. El fuego y la calidez de su lengua se fusionaron en su boca, generando un vertiginoso remolino en su cabeza que la hizo aferrarse con fuerza a sus hombros para mantener el equilibrio.
Aquél hombre la estaba besando a ella. No a la risueña, bonita y a veces superficial Eliana Bridgerton, sino a la chica que llevaba en su interior. La que estaba surgiendo ahora, la que deseaba tomar sus propias decisiones, en lugar de seguir las expectativas de una sociedad opresora. Había pasado toda una noche bailando y charlando con aquel hombre enmascarado que ni siquiera conocía su nombre, pero que de alguna forma, daba la sensación de que se conocían de toda una vida. Él la estrechó contra su cuerpo con fuerza, mientras cada célula de su ser gritaba "sí", inmersa en ese abrazo arrebatador.
Sus respiraciones se mezclaban y sus corazones parecían fusionarse en un mismo compás. Para ambos, sólo existía aquel instante interminable, una combinación perfecta de calor y frío, de luz y oscuridad, de hombre y mujer. Podrían haber permanecido allí, entregados a sus besos, hasta que la nieve los cubriera por completo o hasta que el amanecer apareciera y las últimas estrellas desaparecieran en el cielo. Pero, de repente, la puerta por dónde ellos mismo habían llegado se abrió, expulsando a Lord Whitcomb y su ruidoso grupo de amigos al jardín.
El Conde Nikolai se apartó de ella, sintiendo en sus labios el repentino golpe del aire frío y dejando a Eliana con una sensación de pérdida que la hizo querer llorar. En ese momento, la máscara del conde se desencajó y fue entonces cuando ella pudo ver un pequeño vistazo de su rostro; las líneas definidas de sus mejillas que descendían hacia una mandíbula fuerte y firme.
━━¿Nos conocemos, señor? ━━preguntó ella, mirándolo a través de un repentino arrebato de familiaridad━━. Me parece que lo he visto antes.
━━No lo creo ━━Él la soltó y se arregló la máscara, bajando la cara del lobo sobre la suya una vez más━━. Ciertamente habría recordado a una mujer de su particular ingenio, Mademoiselle Roja.
El tono de su voz le provocó una extraña sensación que no le sonaba del todo bien, como si hubiera escuchado esa voz antes. Su corazón latía con fuerza ante la posibilidad de que sus caminos se hubieran cruzado previamente. ¿Podría...? Estuvo a punto de decirle su nombre para estar segura. Pero en ese momento, mejor prefirió guardar silencio y disfrutar de la cercanía del conde. La tranquilidad se interrumpió cuando los alborotadores comenzaron a jugar con bolas de nieve no muy lejos donde se encontraban. A pesar de no estar en peligro inminente, el ambiente se había vuelto más frío e incómodo. De repente, Eliana se estremeció de escalofríos, pero fue reconfortada cuando el conde la abrazó y envolvió su brazo alrededor de sus hombros.
━━Ya es hora de que entremos ━━dijo él━━. Es poco caballeroso por mi parte retenerla fuera tanto tiempo.
━━Valió la pena ━━De alguna manera, el beso que acababa de recibir la hizo sentir transformada, como si éste hubiera sido la clave para abrir la puerta a su nuevo yo. A pesar del frío que la rodeaba, ella le sonrió con todo su ser, mientras luchaba por evitar que sus dientes castañetearan.
Llevando su mano hasta su mejilla, él frunció el ceño al sentir el temblor que la sacudía. Pero en un abrir y cerrar de ojos, logró guiarla hacia el interior y acomodarla en un mullido sillón junto al fuego en un salón que había requisado para su exclusivo uso. En pocos minutos, había transformado el ambiente en un refugio acogedor y protector para ella.
El Conde Nikolai, con tono autoritario y voz grave, ordenó al lacayo que había atrapado para acceder al interior: ━━Sirve y trae a la dama una bebida. Nada de ese mísero vino que ofende nuestro paladar, sino algo verdaderamente apetecible.
El lacayo, asintiendo compuesto ante la petición del noble caballero, se inclinó respetuosamente y se alejó con prisa para cumplir el encargo, consciente de la necesidad de satisfacer los más refinados gustos de los invitados de su señora, la anfitriona del baile. Aunque la vieja Eliana sabía que era impropio estar a solas en aquel salón con el Conde Nikolai, no podía evitar sentir un cosquilleo en el estómago cada vez que estaba cerca de él. Habría protestado por la situación, por supuesto, pero su voz habría flaqueado, traicionando sus verdaderos sentimientos. En su lugar, habría intentado hacer algún comentario amistoso, tratando de aliviar la tensión que se había instalado entre ellos. Pero en lo más profundo de su ser, confiaba en Nikolai y en esa improbable, pero innegable, conexión que sentía entre ellos.
━━Me disculpo por haberle dejado medio muerta de frío ━━dijo él, yendo a avivar el fuego━━. Espero que no coja un resfriado. Ahora... sáquese las zapatillas.
━━Es usted bastante imperioso ━━expresó ella, sin embargo, agachándose para desatar los cordones de su calzado. Pero antes de llevar a cabo su intención, el hombre pareció pensarlo mejor.
Él se arrodilló ante ella con elegancia, como si estuviera haciendo una reverencia en la corte. Sin decir una palabra, tomó sus pies con manos expertas y comenzó a quitarle las zapatillas con dulzura. Una extraña oleada de cosquilleos corrió por todo el cuerpo de la mujer, como si sus pies cobraran vida bajo el toque del hombre. Luego, como si quisiera protegerla del frío invierno, el hombre tomó un pequeño taburete y depósito sus pies allí, colocándolos frente a la chimenea crepitante. Ahí, con los pies al calor de las llamas, Eliana se sintió envuelta en una sensación de confort y seguridad que no había sentido en mucho tiempo.
Pero lo que realmente la hizo temblar fue la ternura con la que aquel lobo cauteloso la trataba. ¿Cómo podía alguien ser tan gentil y amoroso en un mundo tan cruel y despiadado? Ella casi se desmayó en la silla, abrumada por la emoción de sentirse tan cuidada y protegida.
━━Gracias ━━expresó ella, tratando de que las palabras no sonarán como un suspiro.
El Conde Nikolai se acomodó en el segundo sillón frente a la chimenea, con los ojos fijos en las llamas. Su rostro estaba oculto tras la máscara, pero la tensión en su mandíbula delataba la lucha interna que estaba experimentando. A medida que las llamas danzaban y crepitaban ante él, se sumergió en un mar de pensamientos sombríos. Su mente se deslizó hacia lugares oscuros y peligrosos, haciéndole recordar sus secretos. La línea recta de su boca era una pista sutil de que algo no estaba bien. Tal vez estaba contemplando un futuro incierto. De cualquier manera, la tensión en el aire era palpable y Eliana comenzó a notarlo, aunque ella no se atrevió a preguntar directamente qué lo estaba atormentando.
En cambio, fueron sus propios temores los que nadaron a la superficie. Eliana inquirió con nerviosismo: ━━Espero que no se arrepienta de que le haya concedido su deseo ━━Una leve sospecha se apoderó de ella: ¿y si él hubiera cambiado de opinión? Sería una verdadera lástima, porque ella no se arrepentía de nada de lo que habían compartido: las conversaciones interesantes, el baile mágico... y sobre todo, ese beso que había sellado su complicidad. Pero trataría de no pensar en lo peor. Después de todo, había disfrutado cada minuto que había pasado con él. Habían explorado nuevas emociones juntos, se habían dejado llevar y habían compartido confidencias.
━━No me arrepiento de ese beso en lo más mínimo ━━dijo finalmente, pero su voz contenía una frialdad que la hizo dudar.
━━Entonces, debe usted pensar que soy bastante atrevida, supongo.
A pesar de que en el pasado había compartido besos furtivos con algunos pretendientes, nunca había ido más allá. Pero ninguno de esos encuentros había generado en ella la mezcla de excitación y misterio que había sentido al besar al Conde Nikolai. La caricia de sus labios era como encender una vela, con una llama brillante que bailaba y crecía sobre su piel. Ahora, mientras Nikolai giraba su cabeza hacia ella, se preguntó qué rostro se encontraba detrás de esa máscara. Deseó poder quitarla y descubrir la identidad del hombre que había despertado en ella tantas emociones reprimidas.
━━Sólo lamento que nuestra breve relación deba terminar esta noche ━━expreso él con un sesgo de tristeza━━. En otras circunstancias, creo que podríamos haber sido buenos amigos.
Las palabras que profirió fueron como un golpe en el pecho, y ella sintió cómo su respiración se cortaba por un instante. El impacto emocional fue tan intenso que su cuerpo parecía haber sido traspasado por una flecha ardiente, dejándola herida y vulnerable ante la fuerza de lo ella ya debía haber sabido y reconocido como la mera verdad. ━━¿Debe terminar?
━━Sí. La acompañaré de vuelta al salón de baile y luego debo despedirme.
Antes de que ella pudiera preguntar por qué, o implorarle que se quedara, el lacayo volvió con una pequeña copa de brandy.
━━Espero que esto sea adecuado a sus necesidades ━━le dijo, entregándoselo a Eliana━━. ¿Necesita algo más?
━━Nada más ━━afirmó ella━━. Puede irse.
El lacayo se inclinó y salió de la habitación. Ella lo vio salir y luego se volvió hacia el conde. ━━¿Y si los sirvientes dicen algo? ━━le cuestionó.
━━Estamos de incógnito ━━dijo él━━. Casi nadie en Londres me conoce, ni sabe que estoy de visita. Termine su brandy, y la acompañaré de vuelta al salón de baile con tiempo suficiente para preservar su reputación.
━━¿Y entonces será la despedida?
━━Sí ━━Había una nota implacable en su voz.
Por un momento Eliana pensó en levantarse la máscara y presentarse, en pedirle que la visitara y ver si, efectivamente, podían ser amigos. Pero era una idea infructuosa. Él ya había dicho que se marchaba al día siguiente, y que su tiempo juntos esa noche había terminado. Ella tenía el suficiente respeto por sí misma como para no lanzarse sobre él, rogándole que se quedara un poco más. ¿Y qué tan tonto era ese impulso? Apenas conocía al hombre. En lugar de eso, bebió un rápido trago de brandy, luego sacó sus pies, ahora calientes, del taburete y buscó sus zapatillas húmedas.
━━¿Cuándo volverá a la ciudad? ━━preguntó Eliana sin poder evitarlo, con la esperanza de que fuera pronto y pudieran seguir conociéndose.
━━Nunca ━━respondió el Conde Nikolai con frialdad.
━━Oh ━━ella se enderezó y se encontró con su mirada━━. Me apena oír eso, Conde Nikolai.
Un malestar opresivo se extendió por su caja torácica. ¿Por qué este hombre, que parecía disfrutar de su compañía sin conocer su nombre ni reputación, tenía que abandonar Londres para no volver jamás? Saber que esa era una posibilidad le pesaba en el pecho como una piedra.
No es justo.
━━La vida rara vez lo es ━━replicó él en un susurró bajo, y ella se dio cuenta de que había pronunciado las palabras en voz alta.
━━Bueno ━━Con un suspiro, ella anudó cuidadosamente los cordones de sus zapatillas, y agachó su cabeza a fin de ocultar el furtivo resplandor de las lágrimas que amenazaban con asomarse en sus ojos━━. Ha sido un placer conocerlo, milord ━━pronunció ella con cortesía.
El caballero extendió un brazo rígido, ofreciéndole su ayuda para que se pusiera en pie y la acompañara fuera de regreso al salón de baile. ━━Lo mismo digo... ━━respondió él con un dejo de melancolía en su voz━━. Mademoiselle Roja, no la olvidaré. Al menos, no esta noche.
Ella respondió con un suave y casi inaudible «yo tampoco», aunque ya sabía que la imagen de él y su beso habían arraigado profundamente en su corazón, dejando un sabor agridulce que temía que la persiguiera durante años.
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ღ𝒥enny Lu ღ
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