𝗜'𝗠 𝗛𝗘𝗥𝗘 𝗙𝗢𝗥 𝗬𝗢𝗨
Sus dedos aferran a la anatomía en un triste intento de mantenerse en pie. Aleteando sus pestañas como hermosas mariposas que su libertad aprisionada ha quedado, las lagrimas humedecen los pómulos que en un momento sonrisas de hoyuelo pintaba en ellas. Hoy día son azules, no había más que una inmensa melancolía atormentarlo en el corazón. Apretándolo en un abrazo que era más frialdad, una fría y amarga soledad, se vuelve a musitar palabras de aliento pero su voz no es lo suficiente fuerte para cubrir esos oídos; había olvidado el dulce canto de cuna. Aquella que era la única capaz de hacerle caer en un estado de reposo sanador para la adolorida alma de su desgastado ser, se siente a caer deslizando por las empapadas paredes del baño y no hace más que seguir haciéndolo, tomar bocanadas de aire, para luego retenerlo en sus pulmones, volver a suspirar. Repitiendo el proceso hasta que sus parpados pesarán, no quería ceder a la oscuridad aunque sería una vil mentira que todo ese dolor no lo estaba matando de manera lenta. Una de la que ajenos ojos desconocidos para esa frágil silueta admiraban tal cual obra de arte, porque fueron ellos quienes le llevaron a tal punto de quiebre.
Una obra de arte corrompida, ya no era un ser cual considerar arte cuando fue tapizado de colores que manos que no eran las suyas elegían. Sin importar cuantas veces sus ojos llorosos leyeran entre líneas disculpa tras disculpa nunca sería suficiente porque vacías eran, vacíos eran el brillo de sus ojos. Las estrellas habían desaparecido de aquel cielo que en sus ojos habitaba. Quizás ese sería su castigo por sus actos se hacía creer, pero, muy en el fondo sabía que ya había hecho suficiente para lograr recuperar su anhelo. Estos últimos meses había estado viviendo en una mentira que era cubierta por el dulzor y calidez de su familia.
Familia, extrañaba a su familia. Se permite desboronar entonces solo un poco más, sus falanges jalan sin fuerza los cabellos alborotados que adheridos a su rostro se encuentran haciéndole verse como un niño, un niño en la soledad, de sus labios rotos sale un grito ahogado que espera tembloroso no ser escuchado en aquella fría madrugada donde todos dormían plácidamente. Pero al fin de todo sigue siendo una mentira, ansia bajo sus inquietas manos que aprietan su piel callarse una vez por todas, no parece tener remedio. Y mucho menos tiene la fuerza de voluntad para dejar drenar esa triste tormento junto con el agua.
Esconde el rostro detrás de esas manos temblorosas y desgastadas por el agua, dejando ir por enésima vez gimoteos con el afán de deshacer momentáneamente el dolor en su pecho, perder el temblor en su anatomía que lo apretaba cada vez más hasta provocar asfixia. No podía respirar, el pecho le dolía en demasía y sentía que no podría más. Ojos pardo hacen de su camino por la oscuridad de aquel pasillo que conectaba con la puerta del sanitario, su respiración se retiene y una bocanada de aire toma, su cuerpo se siente a tambalear en ansiedad cuando escucha un sonido proveniente de allí; tal como el dicho menciona: la curiosidad mato al gato. Se escabulla entre las sombras, para inclinar el cuerpo suavemente sobre la puerta de madera y sobre colocar la oreja a esta, hallando una no tan grata sorpresa. Ahogando un jadeo, cubre su boca y sus ojos brillan, una punzada en el corazón. Un dolor compartido tendría ahora y es más que cierto que desde principio su relación siempre compartían esa conexión con el sentir, abandona una caricia a la madera, no se permitiría esperar más. Sus pequeñas manos envuelven la perilla en un intento de girar de esta, se queda atrapada, estaba encerrado; la ansiedad vuelve a recaer a él. No sabe cómo reaccionar, suspirando una vez más, vuelve a intentar. Vuelve a ser en vano, se había apropiado del cuarto de baño.
—Hyunjin— llama a la puerta, con la esperanza de recibir respuesta tras la dulce manera en la que envuelve a su nombre, más sin embargo un nudo se asienta en su garganta haciéndole tragar en seco; tratando de mantenerse atento a todo posible movimiento por parte del ajeno que se resguarda tras ese pedazo de madera. Pero suena tan triste que le hace doler una vez más, no quería que aquel una vez juro amar como su todo lo viera roto en su totalidad. Estaba hecho un desastre, entonces, la dulce voz vuelve a arrullarlo entre sus recuerdos, «Hay arte en tu desastre» solía decirle cada que las cosas no salían como lo tenía planeado. Para entonces la melancolía que se hallaba pinchando su corazón, lleno de tintes azules que pronto entremezclaron con rojizos, aquel rojizo de sus labios; quería escapar y hundir en sus brazos para luego entre susurros besos esparcir en su perlada piel. Pero. Otra vez su mente le detenía, lo mantenía preso a la frialdad del suelo, en donde su anatomía se estaba acostumbrando de a poco, lentamente doloroso.
—Ve a la cama—suelta de repente, escondiéndose tras los mechones de cabello que caen por su rostro, echando de su cuerpo hacía la pared volviendo a abrazarse; aquellas palabras son más que suficientes para sentir la preocupación ajena. A lo cual hace el ademán de alcanzarlo, para su desgracia cae sobre sus rodillas, estaba lo suficientemente débil como para que su cuerpo de a poco vaya adormeciendo. Otra vez vuelve a alertar el corazón de pollo de su pareja, con desesperación muerde de su labio inferior. Corriendo en busca de la llave del baño encontrar.
El silencio hace resonar sus palabras en eco en aquel cuarto de baño de pequeñas paredes. Tan estrechas para alguien tan alto como él. Gran bebé llorón, es lo que se diría como regaño, un calor envolvió en él como arrullo y entre sollozos que decían no querer ser abandonado, olvidado, lastimado de nuevo, se permitió romperse finalmente entre esos brazos. Y se aferra, esta vez a la silueta que lo sujeta con amor tratando de pegar de vuelta los fragmentos rotos de su ser. Porque incluso en los momentos donde el cielo gris era, Lee Felix no dejaría solo a Hwang Hyunjin. Ahora llora para aquel chico, el amor de su vida, susurrando entre la gelidez de esa noche y el cuarto de baño:
—Estoy aquí para ti—Hyunjin sabía que todo estaría bien tras escuchar eso último luego de caer dormido.
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