Se quedó sentada durante un rato en la cama. Los únicos sonidos que se escuchan son los gritos de agonía de las chicas, y las risas macabras de Soda, Wakashimazu, Hyuga y otros hombres. Antes de darse cuenta, se pone a llorar. Ese escenario es tan horrible, el corazón le late a veinte mil por hora, sólo por pensar que en cualquier momento podría tocarle a ella.

Se pregunta por qué tiene que pasar por eso. Se pregunta qué había hecho para merecer semejante castigo. ¡Lo único que quiere es saber eso! Solamente quiere tener a sus amigas de nueva cuenta.

Extraña a sus padres, a Sanae, Yukari, Kumi, sus otros amigos, y la época en la que era más que feliz: cuando conoció a sus amigas en la escuela, y con ellas recorrió un sendero lleno de aventuras locas que quedaron impresas en su memoria, y que jamás se perderán, luego conoció a Sanae y las demás cuando inició la secundaria, quienes son ahora sus únicas amigas. Su vida era perfecta hasta este año, que comenzó con la aparición de Chiharu, y con esto de ahora: en cautiverio por, posiblemente, muchos días, escuchando los gritos de chicas que son abusadas sexualmente por chicos que están mal de la cabeza, y en cualquier momento le va a tocar a ella, y eso lo sabe perfectamente.

─Son unos monstruos del sexo─ musita.

Quiere su ropa y su celular. Le da vergüenza andar desnuda todo el tiempo y que todos la vean.

Genzo, al notar que Chikane está muy callada, le concedió el derecho de caminar por la mansión, cada cierto horario va a abrirle la puerta para que ella pueda salir un poco, pero le advirtió que si decía o hacía algo sospechoso, la matarán sin piedad.

Ahora es de noche y Genzo no la deja salir a esa hora, pero encontró una manera de abrir la puerta a su antojo: ella usa uno de esos pasadores para cabello, se lo quitó, lo deformó y pudo abrir la cerradura con él. Se queja de que Chiharu es más inteligente que ella, pero Chikane también es muy lista a pesar de estar bajo presión.

Sale de la habitación para dirigirse al cuarto de las chicas. Son las únicas chicas con las que puede hablar.

Abre la puerta y se encuentra con las tres, yacidas en el piso. Esos tipos volvieron a abusar de ellas.

─Por Dios, no se cansan esos hijos de puta─ se tapa la boca por el horror que le ocasiona verlas así, y se agacha a la altura de las chicas─. Chicas...

─Quiero ir a casa─ Chieko comienza a llorar.

─Vamos a volver─ Chikane la abraza─, ténganlo por seguro.

─¿Pero cómo escaparemos?─ pregunta Eien.

─Pues... Todos deben estar durmiendo ahora... Podemos agarrar una sábana y usarla como soga─ sugiere la rubia.

─¿Y si nos ve el señor Wakabayashi?─ pregunta Miwa.

─Mmm... Podemos salir por la ventana, pero si todos los rincones del patio tienen cámaras... Pues ni hablar, ya sé qué podemos hacer: bajaré a la sala y llamaré a la policía con el teléfono de línea─ dijo Chikane.

─Por favor, ten mucho cuidado─ le dice Eien.

─Descuiden─ sonríe con seguridad, y abre la puerta despacio para ver si hay alguien cerca─. Despejado─ sale, y en puntitas de pie, va caminando hasta las escaleras, las cuales baja sin hacer el mínimo ruido. 

Atraviesa el living hasta llegar al teléfono de línea. Las chicas se asoman por las escaleras a mirar. 

Chikane marca 911 en el teléfono.

─Vamos. Rápido. ¡Rápido!─ susurra. Comienza a sudar por los nervios de ser descubierta.

─¿Qué haces con ese teléfono?─ la voz de Soda suena detrás de ella. La rubia siente que le duele la cara por el estrés; la tiene de color azul.

─¡S-soda!

─Tú vienes conmigo─ le arrebata el teléfono y la agarra del brazo para llevársela a otro cuarto.

Chikane ve a las chicas en la escalera por el rabillo del hijo. Con un gesto de cabeza les señala la puerta de la mansión. Significa que si Soda se encarga de ella, no habrá nadie que vea a las chicas.

Soda abre la puerta y empuja a Chikane al interior de la habitación.

─Vaya, vaya. Por poco y te me escapas, putita. No sé cómo hiciste para salirte de tu habitación, se ve que eres más lista de lo que pareces, eso me agrada.

─Maldito hijo de puta─ lo mira, enojada.

─No puedo dejar que la mejor chica que hemos capturado se nos escurra entre los dedos. Realmente nos sacas las ganas de ser rudo─ sonríe malicioso.

─Si tanta plata quieren, ¿por qué no robas más bancos?

─Porque es más divertido hacer el papel de violador─ se encoge de hombros─. Hablando de eso...─ la toma desprevenida, agarrándola del brazo y tirándola en la cama. Agarra una cuerda resistente y amarra sus muñecas. Se coloca entre sus piernas y comienza a lamer y besar su zona. Los gemidos y jadeos de Chikane empiezan a brotar de su boca, a la vez que siente cosquillas, como si de mariposas se tratasen. Ella no quiere gemir, pero es inevitable─Te lo he dicho: ninguna de ustedes escapará. Mucho menos tú. Ahora vas a sentir cómo te penetro sin piedad.

─¡¿Q-qué?!

Makoto le da una nalgada.

─¡No grites! ¡Ahora te daré tu castigo por intentar escapar! ¡Tardamos demasiado en hacerlo!─ se coloca encima de ella, y con sus dedos mayor y pulgar, abre sus labios vaginales; inserta el índice dentro de esta, moviéndolo en su interior. Con su otra mano amasa uno de sus senos como si fuese un gatito, y al otro se lo mete en la boca, comenzando a succionarlo.

─¡NOO! ¡BASTA! ¡MALDITO IDIOTA!

─Si no te callas ahora, voy a tomar ese fierro grueso que está al costado de la puerta y te lo meteré bien profundo─ amenaza, susurrando en su oído, para acto seguido morder el lóbulo de su oreja y lamer su cuello.

Las lágrimas surcan su rostro. Quiere que se detenga a toda costa.

─Y para el final... ponte de pie─ le ordena. Ella obedece, totalmente asqueada, y siente cómo el enorme miembro de Makoto se adentra en su sexo. Sus manos toman su cintura, y con violencia, comienza metiendo y sacando su miembro.

─¡NO! ¡BASTA! ¡ME DUELE MUCHO!─ sus lágrimas comienzan a correr. Gotas de sangre caen al piso─¡NO LO HAGAS, MUCHO MENOS SIN PROTECCIÓN!

─Me gusta verte sufrir.

Luego de varios minutos de dolor infernal, Soda se retira de su interior y vierte su semen en el piso.

─Agradece que no soy tan malo como para dejarte preñada, por más que quiera. 

─Ma-maldito...─ se queja de dolor. Fue demasiado agresivo. 

─Ah, pero todavía no termina─ la da vuelta, acercando su cabeza a su miembro─. Quiero que limpies el semen con tu boca.

─¡NO QUIERO!─ niega con la cabeza, pero Makoto agarra su cabeza y mete su miembro en la boca de la femenina, embistiendo su boca.

Sus gritos son opacados por el enorme miembro de Soda, quien a su vez ríe diabólico.

En poco rato, se corre en su boca, salpicando un poco de semen en sus pechos y cuerpo. Chikane tose por todo el semen, y comienza a vomitar del asco. Eso fue horrible.

─¡Ah, no seas mala! ¡¿Quién crees que va a limpiar esto, eh...?!

De repente, se oyen dos disparos provenientes de la sala. 

Makoto deja a una adolorida Chikane desplomada en el piso, y va a ver de qué se trata. 

Wakashimazu apunta con un revólver, y Hyuga tiene inmovilizada a Miwa.

Chieko y Eien yacen en el piso, en medio de un estanque de sangre. Tienen un agujero en la cabeza del cual desprenden la sangre. Están muertas.