𝟥𝟧. 𝗆𝖺𝗅𝖺𝗌 𝗇𝗈𝗍𝗂𝖼𝗂𝖺𝗌
🌿✨ 𓄴 SEMPITERNO presents to you
▬ ▬▬ Chapter Seven
❝bad news ❞
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Cuando Victoire abrió los ojos lo primero en lo que se percató fue de que ya no estaba en Filadelfia.
Ahora estaba en la enfermería del campamento y no tardó en acordarse del como llegó ahí; había peleado contra Jonathan.
Ella llevaba todas las de ganar puesto que el chico no cuidaba sus defensas.
Victoire estuvo a nada de vencerlo cuando un gritó proveniente de la niña más pequeña del grupo se escuchó.
Victoire giró en redondo, dándole la espalda a Jonathan -un movimiento bastante idiota por su parte si se ponía pensarlo mejor-, pero le preocupaba más el bienestar de la niña, que poco le importo su entrenamiento.
La encontró pataleando y gritando en brazos de otro mestizo enemigo que intentaba llevársela de ahí.
—¡Sueltala! —rugió Tori.
Pero no pudo dar un paso hacia ellos cuando una fuerte punzada la atreveso entre las costillas. El imbécil de Jonatan la había apuñalado y sus piernas no tardaron en sentirse como gelatina.
Victoire cayó al suelo, jadeando del dolor.
Jonathan se posó encima de ella y alzo su cuchillo sobre su cabeza para matarla. Sin embargo, antes de perder el conocimiento, Victoire vislumbró el boomerang de Daphne golpeando a Jonathan y luego todo se oscureció a su alrededor.
Soltó un quejido de molestia en cuanto intento incorporarse en la cama donde estaba acostaba. El costado derecho le dolía y pronto se percató de la venda que la rodeaba por completo del abdomen. Su camiseta naranja del campamento ya no estaba, unicamente traia puesto su top negro que le llegaba por debajo del busto.
—Tuve que tirar tu camiseta —hablo Will apareciendo por la puerta junto a su hermano Michael_. Estaba llena de sangre y tenía restos de veneno de escorpión.
Victoire frunció el ceño.
—¿El cuchillo tenía veneno?
Ambos asintieron y se acercaron a ella, Will para revisarle las vendas y Michael para ver qué estuviera bien.
—No sé cómo consiguieron el veneno, pero sí están usando eso para sus armas estamos en problemas —comentó el segundo sentándose en el banco junto a la cama de Tori.
—Ya resolveremos eso más tarde —señalo ella—. Los demás, ¿Están bien?
—Algunos heridos pero nada grave. Tu fuiste la que casi muere allá.
—Daphne me contó que tuvo que quitarte a un mestizo de encima —añadio Will.
Victoire asintió y entonces recordó un detalle.
—Los mestizos nuevos, ¿Ellos están bien? ¿La pequeña...
—Su nombre es Emma —le dijo Will, interrumpiendo su preocupación—. Ella y los dos están bien. Quirón les explicó todo y ahora están instalados en la cabaña once —Tori suspiró, aliviada.
—Emma estuvo preocupada por ti todo este tiempo —agregó Michael después de tomarle la temperatura.
—¿Todo este tiempo? ¿Cuánto estuve inconsciente?
Ambos rubios intercambiaron una mirada un tanto inquietante antes de responder.
—Dos días.
Victoire inhaló profundo y maldijo tanto a Jonathan como al titán.
—¿Han tenido señales de las nereidas? —preguntó cambiando el tema. Michael negó, pero entonces Victoire vio un deje de preocupación en su mirada y comenzó a sospechar que algo más pasaba—. Ha sucedido algo, ¿No es cierto?
Una mueca se dibujo en el rostro del chico y Will volteo a verlo con reprendo.
—Por esa razón no quería dejarte pasar —le recriminó—. No eres bueno ocultando cosas.
—¿Qué ha ocurrido? —insistió Tori mirando a ambos con una ceja en alto.
Pero Will no lucía seguro de querer decírselo; Tori acababa de despertar tras dos días estando inconsciente y su cuerpo necesitaba recuperarse del veneno de escorpión del abismo. Si, uno parecido al que había picado a Percy en su primer año en el campamento. La noticia que Quirón les había dado esa mañana no era nada buena, y solo terminaría alterando a la castaña.
Sin embargo, ella no dejaba de mirarlos con los ojos entornados.
—Will, Mike, díganme qué ha ocurrido.
El menor suspiró derrotado, pero fue el mayor quien terminó diciéndole la verdad.
—Tifón ha despertado, surgió del monte Sants Helens está mañana.
Victoire hubiera preferido seguir inconsciente.
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Que Tifón despertase no auguraba nada bueno.
Y Victoire tuvo la certeza de eso cuando Quirón le informó que los mismísimos dioses se encontraban, en esos precisos momentos, peleando contra el gigante para retenerlo en San Francisco. Incluso Dionisio, que siempre procuraba pasar de los asuntos divinos, tuvo que dejar el campamento para ayudar a los demás en el confrontamiento.
La tensión en el campamento aumento en los dos días siguientes después de que Tori despertará en la enfermería, pero los nuevos campistas pronto se adaptaron a su nueva vida de semidioses.
Por el momento solo una de los tres había sido reclamada por su padre divino, que resultó ser Hefesto. Beckendorf y sus hermanos le dieron una calurosa bienvenida a su cabaña.
Emma y el otro chico, por otro lado, seguían instalados en la cabaña once y avergaban la esperanza de ser reclamados pronto; tal vez se debía al ambiente, o que últimamente todo el campamento se sentía unido y comprensivo, pero ninguno de los campistas con más años ahí se atrevió a decirles que tal vez eso nunca llegaría a pasar.
Aunque tampoco hacía falta comentarlo. Jonathan lo había dicho y Victoire lo había confirmado y, a pesar de eso, ambos estaban en el campamento.
Por otro lado Victoire había salido de la enfermería al día siguiente que despertó. Y solo lo hizo bajo promesa de no excederse en sus actividades diarias puesto que Will le había explicado que necesitaba recuperarse del todo antes de seguir con su entrenamiento aéreo, el cual había mejorado mucho a comparación del año pasado; todavía no podía volar distancias muy largas, pero ahora lograba llegar a las afueras de la ciudad de Nueva York. Agotada y jadeando, pero de una pieza.
Quirón, al oir las indicaciones de Will, decidió ponerla junto a la guardia costera, quienes se encargaban de vigilar la playa por si había noticias de los espíritus marinos, y solo le permitió dirigir ciertos entrenamientos los dos días siguientes. Si pasado el tiempo ella estaba mejor, podría volver a entrenar con los veteranos y seguir practicando su vuelo.
También resultó que a la pequeña Emma, la niña de seis años que había salvado, le gustaba pasar tiempo con ella. La seguía como una pequeña sombra a dónde fuera que vaya y siempre con una sonrisa en el rostro.
Y a Tori no le molestó su compañía en lo absoluto, al contrario, la niña le resultaba tan tierna y amigable, que pronto se ganó el cariño de la cabaña once y de otros campistas.
Ese día no hubo noticas de las Nereidas.
Sin embargo las cosas no fueron iguales al día siguiente.
—Oigan, ¿Es normal que el agua se mueva de esa forma? —preguntó Emma señalando un punto cerca del muelle. La niña se había escabullido de sus clases de griego antiguo y se había unido a ellos en la vigilancia. La castaña no la reprendio fuertemente por eso, más si le advirtió que necesitaba aprender a leerlo para un futuro.
Victoire y los hermanos Stoll, que las acompañaban en su turno, giraron el rostro hacia el punto que Emma había señalo y pronto supieron que una de las diosas menores del mar estaba ahí.
Los cuatro, incluida la pequeña Emma, corrieron a su encuentro y se hincaron en el muelle para verla mejor.
Tori fue quien se dirigió a ella.
—¿Es hora? ¿El crucero está cerca? —le preguntó y la nereida asintió frenéticamente con la cabeza.
El único modo de entender su idioma era hundiéndose en el agua, pero Tori no tenía ningún ánimo de darse un chapuzón en aquel momento, por lo que tuvieron que entenderle con señas. Sí Percy hubiera estado ahí, sabría que estaba diciendo la chica con el simple pensamiento.
La castaña compartió una mirada inquietante con los hermanos Stoll y se luego se giró directamente hacia Travis
—Has sonar la caracola... Es hora de ir por Percy.
El castaño asintió, tomó la caracola que colgaba de su cintura y la sopló. Un fuerte retumbó salió de está, alertando a todo el campamento de que había noticias.
Victoire se giró hacia la diosa marina y le sonrió levemente.
—Gracias por la advertencia, nosotros nos haremos cargo ahora.
La mujer asintió y pronto se desvaneció en burbujas.
Emma se giró a ver a Tori.
—¿Qué está pasando? —preguntó ella asustada—. ¿Quién era ella? ¿Quién es Percy?
Pero antes de que Victoire pudiera responderle, Travis lo hizo.
—Percy es el futuro novio de Tori.
Victoire se atragantó con su saliva y se sonrojó por completo.
—Percy no... Él y yo no.... —inspiro profundo y le dio la espalda a los gemelos para mirar a Emma_. Percy es un campista y es hijo de Poseídon. Ahora está de vacaciones con sus padres y.... No importa eso. La mujer que acabas de ver es una Nereida, una diosa menor del océano. Ha venido advertirnos, ¿Te acuerdas de esos tipos malos que te querían llevar con ellos? —Emma asintió—. Bueno, ellos tienen un crucero y está a un día de llegar a la ciudad —le explicó, y entonces se giró para fulminar al castaño por su comentario anterior y comenzó a caminar por el muelle con dirección a la playa—. Debemos llevar a cabo el plan, ¿Dónde están...
Más no pudo terminar su pregunta cuando Quirón, con varios campistas detrás de él, se acercaron corriendo a ellos.
—¿Es hora? —les preguntó.
Los gemelos Stoll y ella asintieron.
—Es hora.
Quirón suspiró profundamente y se giró hacia Daphne y Beckendorf con el gesto serio.
—Ya saben que hacer.
Ambos chicos asintieron y salieron corriendo con dirección a sus cabañas. Quirón comenzó a mirar de un lado a otro, buscando a alguien en particular, pero terminó mirando a Tori.
—Necesitan a Blackjack y a Porkpie, ¿Podrías....
—Claro —respondió ella antes de que pudiera terminar de preguntar y echo a correr hacia los establos donde los pegasos pegaron un brincó al verla llegar velozmente—. Oh, tranquilos. Lamento asustarlos.
Varios relincharon, pero ella no les entendió. Camino hasta donde Blackjack estaba y lo saludo.
—Hey Jack —el caballo relincho—. Venga amigo, tú y Porkpie tienen trabajo... Es hora de buscar a Percy.
A la mención de su amo, Blackjack se alzo en sus cuartos traseros y soltó un relincho que Tori imagino que era de felicidad. Fue entonces que otro caballo se acercó a ellos, Porkpie, quien relincho en dirección al pegaso negro y juntos siguieron a Tori al exterior. Daphne y Beckendorf llegaron al minuto junto con Quirón y varios líderes veteranos. Incluso Emma estaba ahí montada sobre la espalda de Travis Stoll.
Victoire se acercó a Daphne, le dio un abrazo y le deseo suerte.
—Por favor, traerlos de vuelta —le murmuró esto último antes de separarse de ella. Daphne le sonrió con confianza y asintió.
Luego se acercó al moreno, quien terminaba de despedirse de su novia Silena y le sonrió al verla.
—Descuida, te traeremos a Percy de vuelta —le dijo él en tono burlón. Victoire rodó los ojos y se lanzó a abrazarlo con fuerza.
—Cuidate Beck, porfavor. No soportaría perder a alguien a más.
Beckendorf la rodeó con cariño y asintió.
—¿Le puedes echar un ojo a Silena por mi? Últimamente está muy nerviosa y me preocupa —le murmuró él antes de separarse.
Victoire frunció ligeramente el ceño, pero asintió.
—Descuida, estaré con ella hasta que vuelvas.
El moreno le sonrió, sobó su cabeza con cariño y se giró hacia Daphne.
—¿Lista?
—Nací lista —respondió ella tras despedirse de su hermano Pollux.
—Bien, ha llegado el momento —anunció Quirón cuando Daphne montó sobre Porkpie y Beckendorf en Blackjack—. Suerte en su misión chicos, los estaremos esperando está misma noche.
Ambos jóvenes asintieron y alzaron el vuelo.
Victoire y los demás se quedaron contemplando el cielo hasta que ambos pegasos desaparecieron entre las nubes. Victoire soltó un suspiro.
—Por favor mamá, guía a mis amigos en está misión y regresalos a salvo —musitó ella.
Su plegaria silenciosa pronto murió en el viento.
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Las horas pasaron con extrema lentitud.
Una enorme tensión envolvió al campamento desde el momento en el que Beckendorf y Daphne se fueron; el momento había llegado. Sí los tres llevaban a cabo el plan con éxito, estarían reteniendo al ejército del titán el tiempo suficiente para planear otro ataque y darles más tiempo a los dioses.
Si fracasaban...
No. Era mejor no pensar en eso.
Victoire, como había prometido, estuvo todo el tiempo en compañía de Silena. La hija de afrodita apenas y lograba apartar la mirada el cielo, en espera de alguna señal de su novio, mientras hacían sus deberes diarios.
Victoire entendía su preocupación: el crucero Andrómeda estaba plagado de monstruos y ellos debían entrar, colocar las bombas y salir sin ser detectados. Era una misión complicada y riesgosa, sobretodo cuando los monstruo podían oler Mestizos, pero debían mantener la esperanza de que todo saliera acordé al plan.
La última tarea que Victoire tenía ese día era un entrenamiento con los hijos de Apolo, por lo que ambas chicas, en compañía de Emma, se dirigieron al campo de tiro donde unos seis campistas esperaban sentados a Tori, entre ellos estaba su nuevo líder de cabaña, Michael Yew, quien había tomado el puesto tras la muerte de Lee.
Un suspiro brotó de su labios al recordar a su difunto amigo, más esbozo una sonrisa y se acercó a los chicos mientras Silena y Emma se sentaban en uno de los bancos.
—¡Cabaña siete de pie! —ordenó Michael al verla acercarse. Sus hermanos y hermanas obedecieron y el chico se giró a verla con una ligera sonrisa; Victoire le regresó el gesto. Sabía lo difícil que le había sido a Michael tomar el puesto de su hermano mayor. No se había sentido a la altura de poder liderar su cabaña hace un año atrás, pero ahí estaba ahora, con la determinación y la confianza que había adquirido con el paso de ese año—. ¿Alguna noticia del grupo "dinamita"?
Victoire negó y centro su atención en los demás chicos. Frunció el ceño al ver qué no estaba toda la cabaña siete completa.
—¿Dónde están los demás integrantes de tu cabaña, Mike? —preguntó, sospechando el motivo por el cual no estaban todos sus hermanos ahí.
Michael desvío la mirada de ella y respondió.
—Cuidando el carro de la cabaña cinco.
Victoire inspiró profundamente, intentando calmar sus ganas de ahorcar al hijo de Apolo ahí mismo.
—Sabes perfectamente bien que los entrenamientos son obligatorios —repusó ella mirándolo con reprendo.
Michael bufó y se cruzó de brazos.
—Estarian aquí si la cabaña cinco dejará de intentar robarnos lo que es nuestro.
Victoire resopló y masculló por lo bajo una maldición.
—No pienso discutir el tema contigo otra vez. Tu y Clarisse son los líderes de sus respectivas cabañas, deben resolver esto ustedes mismos con madurez —le dio la espalda al rubio y se dirigió a los demás campistas—. Bien, ¿Qué están esperando? A sus puestos. Quiero a cada uno delante de una diana y con su flechas listas.
Los hermanos de Lee obedecieron y pronto alzaron sus arcos.
Esperaron su indicación.
—¡Fuego!
Las flechas zurcaron el espació del campo, dando comienzo al último entrenamiento del día.
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—No lo entiendo, ya deberían estar de vuelta —repusó Annabeth tras la hora de la cena.
Tanto ella, como Victoire y Silena estaban en el porche de la casa grande. Los gemelos Stoll y Katie Gardner estaban en la playa montando guardia mientras que Michael, Jake Mason -el siguiente al mando después de Beckendorf- y Pollux, el hermano mayor de Daphne, estaban vigilando el perímetro de la barrera. La única que no los estaba ayudando, y que estaba rehusada a hacerlo desde hace tres días, era Clarisse; desde que habían regresado al campamento tras la misión en Filadelfia, la cabaña cinco y siete estaban envueltos en una dispuesta sobre quién debería quedarse con el carro robado.
La cabaña de Apolo insistía en que era un botín suyo, puesto que fueron ellos quienes se hicieron con el. Pero la cabaña de Ares insistía en que el botín debería ser de ellos, puesto que fueron ellos quienes dirigieron la misión y los hijos de Apolo nunca lo hubieran conseguido si Clarisse no se los hubiera ordenado.
Quirón terminó apoyando a Michael y a sus hermanos, y ahora Clarisse estaba molesta con todos y no les dirigía la palabra a nadie a excepción de a Tori y Silena.
Victoire examinó el cielo una última vez antes de darle la espalda y observar a Quirón en el marco de la puerta de la casa.
—¿Y sí algo salió mal? ¿Y sí necesitan ayuda?
Annabeth y Silena se giraron a verlo. Quirón suspiró y escuadriño el cielo nocturno antes de responder.
—Seguro hay una razón para su retraso. Por ahora vayan a descansar, no creo que tengamos noticias de ellos hasta mañana temprano.
Sin embargo ninguna estuvo conforme con su respuesta. Pronto las cuatro comenzaron a protestar sobre que debian hacer algo, cuando la caracola de los gemelos Stoll retumbó por todo el campamento.
—¡Deben ser ellos! —exclamó Silena y se echo a correr con dirección a la playa.
Victoire, Annabeth y Quirón no tardaron en seguirla.
El corazón de Victoire se aceleró. Sus ansias y nervios de volver a ver a Percy y sus amigos a salvo la carcomia viva.
Necesitaba soltar su angustia.
Necesitaba saber que estaban bien.
Sin embargo cuando llegaron a la playa y vieron a Travis y Connor Stoll salir del agua con solamente Daphne en brazos e inconsciente, Victoire sintió como su mundo amenazaba con venirse abajo.
—¿Dónde están los demás? —preguntó con la voz temblorosa.
Pero Travis negó con la cabeza cuando él y su hermano dejaron a Daphne sobre la arena con suavidad.
—Solo surgió ella del agua, no hay rastros de Percy y Beckendorf.
Silena sollozó y miró al mar con desesperación. Annabeth, quien se había acercado a Daphne, volteo a verlos un tanto angustiada
—Esta viva, pero tiene quemaduras en el rostro y en la espalda. Necesita ambrosía y néctar urgente.
—Connor, ¿Puedes llevarla hasta la Casa Grande? —pregunto Quirón. El castaño asintió. Se hinco para tomar a Daphne y comenzó a alejarse con Annabeth detrás.
—Quemaduras... —musitó Victoire viendo el camino por dónde ambos se habían ido. Se giró hacia el centauro con la preocupación plasmada en su rostro—. ¡Eso quiere decir que la explosión pudo haber alcanzado a los demás!
—Es una posibilidad —dijo Quirón igual de preocupado—. pero confío en que Percy y Beckendorf estén bien.
—¡¿Entonces dónde están?! —repusó Silena volteando bruscamente hacia él.
Pero Quirón no se inmutó por su tono. Sabía que la chica estaba angustiada por su novio.
—No lo sé, Silena. Tendremos que esperar a que Daphne despierte para saberlo.
Sin embargo, Daphne no despertó a la mañana siguiente ni al medio dia; Victoire no pudo dormir esa noche debido a la preocupación por ambos chicos. Apenas el primer rayo de luz se asomó por la cortina de su ventana, la castaña se levantó de un brincó de la cama, se alistó y salio corriendo a la casa grande.
Se encontró con Quirón en el porche, y este le aseguro no tener noticias nuevas y le indicó continúar con sus responsabilidades matutinas.
Victoire iba a protestar, pero tampoco había nada que ella pudiera hacer para que Daphne despertará antes, por lo que se dirigió al pabellón para tomar el desayuno, y de ahí regreso a su cabaña para la inspección de esa mañana.
Tras la inspección, Victoire se dirigió a la arena de combate donde la cabaña once se encontraba entrenando. Ayudó a los hermanos Stoll a dirigir el entrenamiento, pues eran muchos chicos en esa cabaña y ambos hermanos no podían dividirse en dos para asisitir a todo aquel que lo necesitará.
Tras terminar con eso, Victoire fue a los campos de fresas y ayudó a las ninfas a recolectar las fresas maduras hasta la hora del almuerzo.
Una vez que terminó de comer, corrió hacia la casa grande donde Annabeth y Will vigilaban a Daphne.
—¿Nada aún?
Ambos negaron.
Lo único bueno de todo eso es que las heridas de la rizada estaban curandose. Apenas y se veían las cicatrices en su piel tostada.
No obstante seguía sin abrir un ojo; Si no fuera por su lenta y regular respiración, pensarían lo peor.
—Tengo entrenamiento con Emma, me avisarán cualquier cosa, ¿Verdad? —inquirió ella.
—por supuesto, serás de las primeras en ser avisadas —aseguró will.
Victoire asistió y salió rumbo a la cabaña once para buscar a Emma.
La niña ya la esperaba en la escaleras de la cabaña. Al verla pego un brinco y corrió hacia ella.
—Estoy lista para mí tercera lección —dijo ella muy entusiasmada. En su pequeña cintura colgaba la funda de un cuchillo que Victoire le había dado, puesto que al ser pequeña no soportaba el peso de una espada.
Emma no practicaba con los chicos mayores, pues estos eran demasiados corpulentos para su tamaño. Por lo que Victoire había adoptado el puesto para entrenarla personalmente.
—Bien, andando —le indicó Tori sin mucho entusiasmo. Emma lo notó.
—¿Estás preocupada por tus amigos?
Victoire tragó saliva y desvío la mirada hacia la playa.
—Si te soy honesta... Si.
—Escuché que Daphne regresó anoche, ¿Ya despertó?
Victoire negó con un nudo en la garganta.
— Venga, hoy aprenderás a lanzar el cuchillo.
Emma brincó de la emoción y Victoire sonrió ligeramente al ver su entusiasmo; Sabía que solo tenía seis años y que en realidad no debería estar aprendiendo a usar un arma a esa edad, pero lamentablemente estaban a orillas de una guerra y lo que menos quería Victoire es que Emma estuviera indefensa cuando está estallara, lo cual sería pronto.
Y si bien ella no tenía ninguna intención de dejar que la menor participará en esta, nunca se sabía dónde podría desatarse el caos y era mejor prevenir que lamentar.
Estaban a una semana del 18 de agosto. El día en el que Percy cumpliría dieciséis y tomaría la decisión que podría definir la salvación o la destrucción del Olimpo. También era el día donde Victoire tendría que cumplir con su destino, pero ella había jurado por el río Estigia que no lastimaría a Percy si tomaba la decisión equivocada.
Por lo que no le quedaba más remedio que protegerlo de los dioses y/o monstruos.
Y había que admitir que Victoire estaba nerviosa con eso.
Si, había enfrentado a muchos monstruos a lo largo de sus dieciséis años -los cuatro que había estado en el Olimpo no contaban puesto que ahí estuvo siempre a salvo-, pero la simple idea de enfrentar a los dioses para mantener a Percy con vida la hacían dudar de sus propias capacidades.
¿Qué había pensando en el momento en el que hizo aquel juramento suicida?
«En Percy» dijo la vocecita de su cabeza.
Y no estaba equivocada. Había pensando únicamente en el chico de cabello azabache y mirada oceánica que alborotaba todos sus pensamientos con su simple presencia.
En el chico que la había apoyado a pesar de no estar seguro de que las manos de ella estuvieran manchadas de sangre mestiza.
En el chico que había confiando en ella a pesar de que su mejor amigo era el traidor que quería destruir su hogar.
En el chico que sostuvo su mano mientras descubría la verdad sobre aquella noche borrosa para ella.
En el chico que la hacía sentir mil cosas con solo una mirada.
En el chico del cual se había enamorado y por el cual haría lo que fuera por verlo bien.
Percy Jackson se había vuelto un pilar importante en su vida, y con esos pensamientos ella lo protegería con su vida.
Aún si eso signicaba que ella muriera en el intento.
—Levanta más el codo —indico Tori a Emma—. Piernas más separadas... Ahora fija el punto en el diana. Ve tu objetivo y no lo pierdas de vista. Respira profundo, que tú mano no tiemble.... Ahora.
Emma lanzó el cuchillo a la diana. Éste pego en el centro, justo en el círculo blanco, pero no sé enterró como era debido, sino que cayó con un sonido sordo al pasto.
Emma dibujo una mueca triste y se volteo a ver a Tori. Pero está miraba impresionada a la niña. Había sido su primer tiro y había acertado en el blando.
Alguien silbó detrás de ellas.
Travis Stoll se camino hacia ellas y se colocó junto a Tori de brazos cruzados.
—Necesitas lanzarlo con más fuerza, Emm —indicó él.
—Travis tiene razón —concordó Tori—. Inténtalo de nuevo pero pon más presión aquí —señaló su vientre—. Eso te ayudará con la fuerza.
Un poco más animada, la castaña rojiza corrió por el cuchillo y repitió el movimiento con las indicaciones de Tori y con más fuerza. El cuchillo volvio a rebotar, pero nuevamente le dio en el centro.
—De nuevo —la ánimo el castaño, y Emma asintió.
Tori se giró a verlo con una ceja alzada.
—¿No deberías estar vigilando?
Travis la volteo a ver con una sonrisa juguetona.
—Calmada Tori —le dijo pasando su brazo por los hombros de ella—. Sé que quieres que Percy y Beckendorf regresén pero uno necesita ir al baño a veces.
Tori le dio un codazo.
—Los baños están en esa dirección —repuso ella entornando los ojos. Travis se encogió de hombros y alzo las manos, en señal de atrapado.
—Ok me atrapaste, puede que haya venido a ver cómo le va a Emma.
Victoire sonrió enternecida.
—¿Acaso una niña de seis años se ganó el corazón duro de Travis Stoll?
Travis negó con una sonrisa.
—Esa mocosa se ganó el corazón de toda la cabaña —confesó él.
—¿Crees que sea hermana de ustedes? ¿Osea hija de Hermes?
Travis lo meditó.
—Podría ser, eso explicaría porque sentimos que debemos protegerla, es la más pequeña.
Victoire asintió, estando de acuerdo.
Ambos voltearon a ver a Emma, quien se preparó por quinta vez para lanzar su cuchillo.
—Espera, lo estás sujetando mal —dijo Travis y se acercó a ella para corregirla.
Desde ahí Victoire los observó con una sonrisa en el rostro.
—¿Lo tienes? —le preguntó Travis. Emma asintió y se preparó para lanzar—. ¡Ahora!
El cuchillo salió disparado y se enterró unos cinco centímetros en la diana. Los tres festejaron.
—¡Lo hice!
—¡Lo hiciste! —grito Travis alzandola sobre sus hombros.
Tori se acercó a ambos.
—Sabia que podrías Emma —le dijo ella.
Sin embargo aquella felicidad no duró mucho cuando escucharon a Annabeth gritar; la rubia corría en su dirección y con prisa. Victoire volteo a verla con gesto preocupado al verla tan agitada.
—¿Qué sucede Annie?
Annabeth inspiró profundamente, regularizando su respiración y volteo a verla.
—Daphne despertó.
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Los tres entraron en tropel a la enfermería, sobresaltando a tanto a Daphne como a Will.
—¡Daphn! —chilló Tori al verla sentada y corrió abrazarla fuertemente. Un leve quejido brotó de la rizada, lo que hizo que Tori se separara de ella bruscamente y la mirará apenada—. Lo siento, lo siento.
Pero ella le dio una suave sonrisa.
—Descuida, estoy bien.
Victoire se removió en su lugar, impaciente por preguntarle lo que había pasado en la misión y con los chicos, cuando los ojos de Daphne se cristalizaron y miró a Tori afligida.
—Yo... Ellos no...
Pero entonces la caracola del campamento retumbó por todo el lugar y Victoire se paralizó en su lugar. Se volteo a ver al castaño, como esperando a que esté le confirmara sus sospechas.
—¿Están atacando el campamento? —preguntó Emma sobre los hombros de Travis. El castaño negó.
—Es Connor, deben haber regresado.
Victoire no necesitó oir nada más para salir corriendo hacia la playa. Sin embargo, a medio camino, notó que todos los campistas se dirigían al pabellón en lugar de a la playa, por lo que cambio de dirrección y corrió hacia ahí con el corazón apretujado.
No fue hasta que escuchó el sollozó desgarrador de Silena, que Tori se detuvo en seco y una corriente helada subió por su espina dorsal.
Con el pulso acelerado comenzó a abrirse camino entre empujones fuertes para llegar hasta el centro del tumulto. Varios campistas voltearon a verla ceñudos por el gesto, pero al ver que era ella suavizaban su expresión y la veían con... Tristeza.
Y eso solo la preocupó más.
Trastabillo al llegar al centro, pero logró mantener el equilibrio a tiempo. Sin embargo, al alzar la mirada, se topo con los ojos oceánicos de Percy puestos en ella. Una oleada de alivio la azotó. Sintió como un peso en su corazón se esfumaba. Dio un paso en su dirección, sintiendo unas inmensas ganas de rodearlo en un abrazo, cuando vislumbró a Silena llorando junto a él, Quirón y Annabeth.
Fue entonces que se percató de que Percy estaba sólo. Y por la mirada llena de impotencia que tenía él en el rostro, supo que traía malas noticias.
—¿Beck? —musitó ella, pero Percy negó levemente con la cabeza.
Tori trastabillo hacia atrás, sintiendo como sus piernas perdían fuerzas y todo a su alrededor se movía de forma lenta.
Una punzada en el pecho la sofoco y le lanzó a Percy una mirada llena de súplica.
—Dime qué no es cierto —pidió ella en un hilo de voz—. Por favor dime que no es cierto.
Pero Percy la miró con profunda tristeza; Sabía el cariño que Victoire tenía por el moreno, y eso no aligeraba la culpa que sentía por dentro.
—Lo siento —musitó Percy.
Y entonces la realidad la golpeo como un puñetazo directo al corazón.
Un sollozó brotó de su labios al mismo tiempo que sus rodillas golpeaban el piso del pabellón. Las lágrimas se aglomeraron en sus ojos y no tardaron en caer como cascadas por sus mejillas.
Charles Beckendorf, su amigo y confidente en esos últimos años, había muerto.
Y nuevamente Victoire sintió como una parte de ella se rompía.
Había vuelto a perder a alguien querido para ella.
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𝐁𝐚𝐫𝐛𝐬 © | 𝟐𝟎𝟐𝟐 ✔️
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